Eunice Odio,
“la chamana de la alquimia del verbo”, “la pasajera de la niebla líquida”, la
creadora de “realidades paralelas”, la poeta que habita “una galaxia soñada por
ella misma”.
La excelsa Eunice que en
una tarde de los setentas “nos reveló” a varios incipientes poetas en un bar en
los alrededores del Museo Nacional de San José
(atendido por un tabernero llamado Harry, como el personaje del Lobo Estepario de Herman Hesse) su poema
Declinaciones del Monólogo, en la voz clarividente de
un transeúnte anónimo:
Arqueándome
ligeramente
sobre
mi corazón de piedra en flor
para
verlo,
para
calzarme sus arterias y mi voz
en
un momento dado
en
que alguien venga,
y
me llame.
Desde esa tarde luminosa
nos engarzamos a la saga de Tránsito de
fuego, a los seguidores de su
teúrgia dionisiaca, los carbunclos que se transforman en escarabajos
azafranados, las aleaciones que se
transmutan en el coloide rubi…
Y
bajo más,
a
las inmediaciones del aire
que
aligerado espera las letras de su nombre
para
nacer perfecto y habitable.
Bajo,
desciendo
mucho más,
¿quién
me encontrará?
Su mensaje cifrado, su
feminidad universal que se metamorfosea en clepsidra mágica, en esfera
prehispánica, en cenote esplendente, lo hemos transmitido y compartido en las
revistas Andrómeda y Matérika, en plurales lecturas de su
poesía en diversas ciudades de nuestro Continente, en el artefacto
poético-gráfico Manija, y en innúmeras
“comunidades de la imaginación”…
La presente
“encuesta poética” preparada especialmente para esta edición responde a la iniciativa de amigos y lectores que “abonan” incondicionalmente
el “embrujo Euniciano” y que de un modo
heterodoxo lo definen como “hermético,
musical, cromático y una de las obras más hermosas del siglo XX…”
Un abanico de
cultores de diversos linajes (con sus
raíces en la “Patria Grande”), acudieron a nuestro llamado y de un modo ágil,
apasionado y con verba particular, expusieron sus conceptos, juicios, anécdotas
y apuntes alrededor de la obra de la autora de Territorio del alba.
¡Se abre la
sesión!
● ALFONSO PEÑA | ¿Cuándo y cómo fue tu
encuentro con la poesía de la creadora de Tránsito
de fuego? ¿Cuál es la emoción que
en vos permanece después del “descubrimiento y alumbramiento” con la poesía de
Eunice Odio?
AGLAE MARGALLI | Mi aproximación a la poética de Eunice Odio se da a partir de los
vínculos que encuentro en su obra con la de otros poetas cuya lectura ha sido
determinante en mi propio tránsito por la poesía.
En la poética vallejiana por ejemplo, encontramos la búsqueda de Dios en
el dolor humano. En tanto que Eunice expresa: “Tal y como entiendo la tarea del
poeta, es casi lo contrario de un buscador de sí mismo exclusivamente. El poeta
anda buscando a Dios y sólo lo encuentra en el fondo de todos los
hombres".
CARLOS
BARBARITO
| Con Eunice Odio me sucede lo mismo
que con otros poetas: tengo la impresión de que conozco su obra desde siempre.
Claro, hubo una primera vez –siempre la hay como también hay, lo digo sin
dramatismo, una última vez-, tal vez en mi adolescencia, cuando, en un día y
hora imprecisos, que me enfrenté, de modo inaugural, con sus poemas. Ahora,
¿cómo llegaron a mí? -pregunta que no logro responder. Siempre pensé, lo pienso
todavía, que si no hay emoción no hay poesía. Y es emoción lo que me produce la
lectura de muchos de los poemas de Eunice. Cito, al azar, algunos versos:
"Y yo, sombra sonora del
futuro/también estoy allí,/soñada por dos cuerpos transparentes/que se besan y
funden y confunden..."
ENRIQUE DE SANTIAGO | Fue un encuentro que se fue dando de forma
progresiva. Recuerdo que la primera vez fue hace unos diez años, en que leía a
un autor (que no recuerdo) y que encabezaba su texto con un extracto de uno de
sus poemas, el cual me llamó profundamente la atención, tanto por su poderosa
energía –la que se conjugaba de manera precisa con una sutil levedad– como por sus equilibrios y componentes
armónicos que se expandían sin limitantes a partir del uso de la palabra, estos
aspectos fueron los que de inmediato me cautivaron para buscar ávidamente algo
más de ella.
En aquellos años no
existía la cantidad de información que hoy tenemos en las redes, por lo que me
fue muy difícil conseguir más material de ella. Menos pensar en conseguir sus
libros, ya que por disposición geográfica y miopía editorial de nuestro país,
costaba mucho conseguir sus ediciones. De pronto aparecía algo de una
publicación antológica realizada por Juan Liscano, pero fundamentalmente
fragmentos, y con el pasar de los años, recopilaciones más extensas, pero
siempre por internet. En otras oportunidades algunas fotocopias, una antología
de letras latinoamericanas, pero en general muy poco para la estatura de esta
poeta fundamental. Entonces, este acercamiento hacia la poesía de Odio, se fue
profundizando en la medida que su trabajo se fue exponiendo y difundiendo en la
red global. Un día accedí de forma electrónica a sus Obras Completas, editada por la Editorial de la Universidad de
Costa Rica y la emoción que sentí al ir adentrándome en su obra poética, fue
similar a la experiencia que tuve con la pintura de Leonora Carrington, fue esa
sensación de encontrarme con una vieja amiga que me hablaba desde otro plano
dimensional, la cual me entregaba los signos para decodificar los misterios
pendientes, una suerte de compañera de ruta en este frágil trazado llamado
vida, porque ella es reveladora del misterio en sus variadas formas, desde el
inicio de sus escritos, donde nos habla desde la sensación corpórea que teje
puentes de energía hacia el cosmos , hasta su libro Tránsito de Fuego, donde nos adentra en una simbología más
profunda, logrando una mayor comunión con la poesía surrealista y sus afluentes
como la alquimia y el hermetismo. Siento que Eunice Odio, es una compañera de
ruta anterior, una recolectora de datos sutiles, que se anticipó para dejar sus
áureas dádivas a nuestra disposición para hacernos crecer en el Uno, esa
infinita extensión que no me cabe duda que ella presintió a través de su
poesía.
Hoy es responsabilidad
de todos, escritores y lectores, de proseguir con estas tareas de hacer llegar
su obra hacia un público más masivo, y no sólo dejarlo en las esferas de los
ámbitos netamente literarios, sino que trabajar para que sus trabajos sean
conocidos por las grandes masas, de manera transversal y periódica, arrimándola
especialmente a los más humildes, labor que en su momento quedó trunca, con la
llegada de la posmodernidad (previos períodos dictatoriales en Latinoamérica),
con sus nuevas necesidades, todas ellas más cerca del consumo banal y enfermizo,
y tan lejos de aquellos bienes intangibles esenciales para el espíritu. Lo que
se constituye como una tarea pendiente a gran escala. La imagen “espectacular”
parafraseando a Debord, se imponía por sobre la naturaleza y la tradición
ancestral de nuestros pueblos, más cercana al imaginario de Eunice Odio.
FLORIANO
MARTINS
| Creo que mi primera lectura de Eunice Odio fue de la mano de Juan Liscano.
Tuvimos una corta correspondencia en la que Juan me hablaba de sus poetas
preferidos, entre ellos Eunice Odio y Olga Orozco. Otra aproximación fue cuando
Stefan Baciu me regaló un ejemplar de su libro Costa Rica en seis espejos (1976). Por fin, cuando finalmente pude
leer su obra el impacto fue decisivo. Tengo los tres tomos de sus Obras completas (1996). Confieso que Territorio del alba es un libro al que
regreso con frecuencia. La magia dulcísima de la poesía de Eunice es una
compañera entrañable en los éxtasis de la creación. Tengo la costumbre de
caminar con algunos libros cuando estoy creando, como si fuesen “acústicos
espejos”, para utilizar una imagen de la misma Eunice. Este es un libro en que
los árboles cantan y bailan. Un libro de las transfiguraciones. Por supuesto,
un libro de viajes. Y el libro donde podemos encontrarnos con “Declinaciones del
monólogo”, uno de los más bellos poemas de la lengua.
GUILLERMO
FERNÁNDEZ | Mi contacto con Eunice Odio fue durante mi juventud. Me
pareció una autora que había logrado un lenguaje muy personal, al igual que
autores como Vicente Huidobro. Tránsito
de fuego es un libro que utiliza su propia cosmología, como el mismo
William Blake. Compendia un universo que no se puede descifrar con ninguna
clave. El único protagonista es el
lenguaje. Sus otras poesías anteriores son las que más hablan de ella como
mujer y poeta de la vida. Son las que están más cerca del lector promedio.
Por otro lado, cuando
era muy joven, como tenía poca experiencia, también empecé a admirarla por
escribir en forma hermética. Hoy ya no tengo esa opinión. Admirar a autores por
escribir herméticamente carece de sentido. Lo que me parece hoy día es la
sencillez. Y no es fácil lograrla.
GUILLERMO SÁENZ PATERSON | Mi primer encuentro con Eunice Odio fue en la “librería de viejo” El Erial.
Recuerdo que el dueño de la “compraventa” don Carlos Valverde fue el que me
vendió una edición guatemalteca con la poesía de Eunice Odio. En el primer momento no le presté la debida importancia pues yo estaba sumergido
escribiendo el poema Oda al Marqués de
Sade y creando otros poemas. Sin
embargo, recuerdo que de Eunice se hablaba mucho en las tertulias, por la Universidad, en
aquellos lugares bohemios como La Perla, La Esmeralda, La Soda Palace… Incluso en La Perla nos reuníamos en una
especie de “tertulia informal” con el poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas
que vivía en San José y en más de una ocasión, Carlos, expresó su pesar y dolor
por la situación en que estaba Eunice en México y verdaderamente se dolía de lo
que le pasaba, no obstante, nos repetía a los poetas que asistíamos a las
tertulias que teníamos que leer la poesía
de Eunice Odio… Con el pasar de
los años leí sus poemas y para mí fue todo un descubrimiento. Yo iba a la
Biblioteca Nacional a leer su poesía.
Con respecto a la emoción que me puede producir la poesía de Eunice es
un hecho innegable, con su poesía me ocurre algo muy interesante, a través del
tiempo tengo encuentros y desencuentros, amores y desamores… Por ejemplo en los
últimos meses la he tenido muy presente por que vos y Amirah Gazel, con muy
buen tino la incluyeron en la expo surrealista Las llaves del deseo, y también por el trabajo que proyecta
Floriano Martins desde Agulha Revista de
Cultura. Hace pocos días me reuní con algunos poetas noveles y desde el
inicio de la reunión hasta el final estuve leyéndoles poemas de Tránsito de fuego.
LUIS
FERNANDO CUARTAS | Eunice Odio es siempre una evocación, aparece como una
mujer que abre una puerta secreta de un solo golpe y deja humo y algo de
conspiración cósmica, cuando aparece nos deja la sensación de volverse
ineludible. Yo miraba bibliotecas de un lugar a
otro, buscaba que pasaran libros de mano en mano, era siempre una
sorpresa mágica, cuando leí una vez ese nombre extraño y bello, Eunice Odio
Infante, quedé con la urgente necesidad de conocer más sobre ella. No existía
el internet, o al menos como hoy lo conocemos. Tocaba bibliotecas, preguntar
entre amigos, husmeaba sus datos. Poco se conocía de ella en Colombia, algunas
fotocopias y algunas referencias aisladas. Una vez tuve la suerte de ver el
texto de la correspondencia con Juan Lizcano, Eunice Odio/Antología-Monte Ávila
Editores, Caracas 1975, leer sus cartas
con sus metáforas angelicales que volaban como chapolas entre el fuego, su
misticismo carnal y sus goces sensuales entrelazados con una sorprendente
lucidez que causaba asombro y algo de extrañeza en medio de una avidez por
nuevas lecturas y formas encantatorias con las letras. Luego Raúl Henao, me
habló más de ella, Oscar González, algunos amigos bibliotecarios de la
Universidad de Antioquia y pude comprar dicho libro en una compra de libros
dignificados por el uso, con un amigo que vendía el libro, no “usado” sino
leído y humanizado. Desde eso inicié un dialogo evanescente, entre mito y
realidad, entre simbologías y laberintos. El apellido Odio, que una vez supuse
como un mito, es de origen español, entre otras, catalán y provenzano, cosa que
me motivó aún más en conocer a una mujer con semejante apellido y esa capacidad
de amor sin precedentes.
Todo esto me fue
llevando por el “Rastro de la mariposa”, para usar uno de los títulos de uno
libro de relatos de su obra. Aniceto Odio, casi le niega su apellido, entonces
hubiéramos tenido a una temible y bella Infante, rodando por la América. Supe
que fue lectora voraz desde muy joven, viajera incansable entre Nicaragua,
Salvador, Honduras, Cuba, Estados Unidos, en Guatemala pidió nacionalidad,
abandonando su origen y mucho después pidió nacionalidad mexicana,
convirtiéndose en una creadora de su propio mundo, una transeúnte, una
buscadora del ritual no de iniciación sino de la realización. Un creacionismo
vital, una capacidad de ser deshaciéndose, ser de un lugar y de otro, una ruta
migratoria entre el pensamiento y sus dramas vivenciales.
Estuvo en 1947 en
Guatemala, haciendo conferencias, publicando, recogiendo un premio de poesía.
Un matrimonio demasiado joven con un hombre mayor, en Costa Rica, su ánimo
independentista y su capacidad de interrogarlo todo, de hacer magia cotidiana
con su poesía, hace que renuncie a su patria por falta de condiciones para su
labor, pasa a Guatemala, y luego de allí sale en otro exilio para México. La andariega iluminada, la mariposa errática,
no se encuentra en un paisaje único, ella es una creadora de “elementos
terrestres” hace su territorio y su conjura, sabe del tránsito del fuego como
una oda en crescendo entre su vida errante y sus vivencias de dama lunática,
capaz de hacer no una biografía de su poesía, capaz de hacer, un ritual
intimista que hablar de sí misma desde
el pozo de la desolación, la muerte y el amor candente, la mística y el
silencio, la hondura de la creación poética, como si todo eso junto fuera de
verdad el gran calidoscopio de una hechizada de sí, una maga espiritual para
nuestra poesía.
En México se atreve a
cuestionar el régimen de Castro-Cubano, no sin antes publicar cuentos,
traducciones, ser crítica de arte y periodista cultural, sus opiniones contra
la dureza del régimen cubano, le creo mala imagen dentro de la izquierda
Mexicana. Más si miramos su postura, su capacidad de entrega al arte, en particular a la poesía, su obra
dista mucho de ser una vulgar opositora,
ella es una independiente, una no sometida al rigor de una estética de códigos
estrechos y de manipulación de contenidos; Con razón fue admitida en Zona Franca, una gran revista
Venezolana, donde tuvo una gran correspondencia con el poeta Juan Liscano.
La mariposa errática,
jugo su vida a la poesía, busco en Los
elementos terrestres (1947), la sensualidad mística, un orden de
vitalidades y una lógica de errancias, bella como una flor dura que se abre a
las madrugadas como un sol derretido ente el nacimiento de una ostra. Luego su
“Zona en territorio del Alba”, publicado en Argentina (1953) nos deja esa perplejidad de lo común, la
palabra como anzuelo para hacer salir el pez de la pecera del misterio; en ella
está una contemplación rosacruz, una daga de luz sobre lo cotidiano, una
advertencia sobre un oficio difícil pero necesario, el juego de acariciar con
la metáfora y luego saberse desnudos ante un acantilado de deseos. Su mayor
logro es habernos dejado “El tránsito de Fuego” poema encadenado en poemas,
juego de versos que se exaltan uno contra otro, una historia casi prometeica de
hacer el mundo, de pensarse a sí misma como un cuerpo encendido, como acto
fundacional de un Ion que conduce los pasos de la creación, acto sin patria,
condición desplazada y errante de los seres que recrean la existencia. En ese tránsito
se despoja de la condición de la poeta que escribe, se hace poeta con afán de
saber, se desviste de honores y de
presencias grandilocuentes, sola, desnuda, enfrenta un viaje épico sobre ese
acto supremo de ser un pequeño dios como diría Huidobro, hacer que el caballo
cabalgue, que la catedral se siente erguida y que la nube hable, todo en un
acto simbólico, en una depuración del lenguaje, en una acción donde la palabra
cobra vida y nos cubre, hasta hacernos de nuevo, nos arropa de incertidumbres pero
a la vez de deseos y de una lumbre que después de ser vista no nos dejará en
paz para el resto de nuestras vidas: un rostro que mira hasta convertirnos en
incendio.
Eunice merece estar
sentada en un café conversando con ángeles ebrios, cortejada por un sibarita
salido de un poema negro, ella misma tomando la palabra como quien toma una
copa para luego vaciarla sobre nuestras testas y dejar que corra el vino como
una lengua nueva, intraducible para el lenguaje de los oficinistas y los
mercaderes del libro como exotismo y coleccionismo muerto. Creo necesario
sacarla de ese “culto secreto” y hacerla
caminar entre nosotros, con su bufanda al viento, volver a incitar a sus
lecturas, buscarla y hacerse más amigo de ella en esa ausencia que
reclama.
MARCELA
VALDEAVELLANO | Tenía diecisiete años, estaba en el bachillerato en
letras, aquí en Costa Rica, puesto que era pésima en ciencias y me mandaron de
Guatemala a estudiar a San José. En la clase de periodismo, nuestra profesora
cubana nos llevó fotocopias de algunos poemas de Eunice Odio y nos dijo: –“es
la Teresa de Ávila de Costa Rica”–. Mi amiga Laura Vargas, vecina de pupitre,
comentó: –“Qué pereza, más poesías de santos”– y ambas nos reímos agazapadas.
De pronto, surgió la palabra encendida, leímos, de Declinaciones del Monólogo:
Me
calzo mis arterias
(qué
gran prisa tengo),
me
calzo mis arterias y mi voz,
me
pongo mi corazón de piedra en flor,
para
que en un momento dado
alguien
venga,
y
me llame,
y
no esté yo
ligeramente
arqueada sobre mi corazón, para verlo.
y
no tenga yo que irme y dejar mi gran voz,
y
mi alto corazón
de
piedra en flor.
En ese momento, nos
vimos las caras sorprendidas y comentamos: “esta mujer no es cualquier poetisa,
sabe lo que es la resurrección de la carne…” y Laura añadió: –“Y la vida
perdurable”.
MÍA
GALLEGOS
| La primera emoción que tuve al leer fue la de quedarme maravillada por la
riqueza verbal. Unida a esta emoción
surgió otra: ¿cuál es el mundo que la poeta nos presenta? Me producía la sensación de haber vivido en
una época lejana en un lugar así: numinoso.
Hoy día, sigo sintiendo
esas mismas emociones, aunque claro, cuando uno trata de interpretar su obra,
descubre todas las vertientes de ese cauce gigantesco que es la obra de Eunice
Odio.
ÓSCAR GONZÁLEZ | Todo se realizaba en mí, al escuchar su voz teatral, la voz de lo
inaudible, la voz formándose en el teatro de Eunice Odio; lo que hacía relación
al misterio de la Voz y el Gesto de la insaciable e incesante posesión y
dominio de la inquietud de lo inaudible. Yo su lector de Airo y Aira, en esa
turbulencia exótica de lo teatral en ella, de la voz que escuchaba de ella en
mí, de lo que tenía para mí que se movía entre la realidad natural de la luz y
la tiniebla, que se movía en mí como la Biblia que ella llevaba entre el Libro
del Génesis o el Libro de Job o el Libro de los Salmos, para hacerse a su voz
ante sí misma y ante mí. Visión de la vidente Odio. Y como le decía a Juan
Liscano: “Sostengo que la vida de la
Biblia le habla al poeta y, a la vez habla de él. (Por poeta entiendo a todo el
que crea, aunque nunca escriba un poema). (…) Según la Biblia, los sabios –es
decir, los poetas–, son “la sal de la tierra”. Pero la Biblia también profetiza
y enseña mucho acerca del destino”. (Carta 7.) Temblor del instante era y
es lo que todavía me llevo a extraer de su videncia. Inminencia de lo
desconocido ante ella misma y esa inmensidad de lo desconocido es lo que
todavía leemos en ella, leemos en Tránsito de fuego. Y ese coro al iniciar el
libro que nos dice: “Todo lo
confunde./Hoy es de día en todas partes./Lo saben ya la sal y los profetas.”. Como
él y ella, en un abismo de tormentas lunares, hundidos, exhibiendo con
insolencia, las transparentes alas de ÁNGELES aún intactas y VÍRGENES. Videncia
que se hace entonces en ella desde el Libro, como principio y medio
incomunicable de la ciencia del conocimiento del sentir y hacernos sentir.
Juan Liscano me envió desde Caracas, el libro
de Odio que había hecho Monte Ávila Editores: Antología, a una solicitud,
atrevida, que le hice, pero Odio la merecía y yo necesitaba tener el
Libro.
RODRIGO
VERDUGO
| Mi encuentro o descubrimiento de la poesía de Eunice Odio, se debió en primer
lugar a que vi un epígrafe de ella en un libro de una joven poeta colombiana.
Esto ocurrió durante el año 2009. Antes de eso desconocía por completo la
figura y obra de Eunice Odio, acostumbrado como estaba a un estudio sistemático
de la literatura chilena y descuidando como lector parte importante de la
poesía latinoamericana. La segunda instancia fue un poco mas azarosa, o más
bien que responde al azar objetivo del que hablaba André Bretón puesto que
encontré entre muchos libros que estaban en la calle (cerca de mi domicilio),
el libro “Eunice Odio en Guatemala” de Mario A Esquivel. Allí me adentré en la
compleja y extraordinaria personalidad de Eunice Odio, y en muchos fragmentos
de su obra poética. De esta forma tuve conocimiento de títulos como: “Los
elementos terrestres”, “Zona en territorio del alba”, “Transito
de fuego”, “El rastro de la
mariposa”, “Territorio del alba y otros poemas”. En todos los
fragmentos citados de estos libros me encontré con textos en su totalidad
apoyados en la referencia mítica y en una densidad musical. La impresión que
tuve después de su lectura, fue la de una poeta que oficia su propia palabra,
estando en posesión teúrgica de ella, al igual que Olga Orozco. Es una poesía
que indaga en las sobredimensiones del erotismo, y de la magia, escudriñando
arcanamente en ambas. Poeta también que se compenetra de poderes místicos,
aludiendo en forma permanente al igual que Hoelderlin, a una simbología bíblica.
En Eunice Odio ella vida y obra se fusionan, dando lugar a una de las
personalidades más enigmáticas, de la poesía latinoamericana, yo sumaría su
nombre también a poetas chilenas que al igual que Odio iniciaron una búsqueda
similar: Stella Díaz Varin, Francisca Ossandon, Olga Acevedo Gladys Thein,
Winett de Rokha, y últimamente veo igual fuerza y una personalidad semejante
en la collagista surrealista Singwan
Chong Li.
● ALFONSO PEÑA | A más de
cuatro décadas de su fallecimiento en Ciudad de México y a pesar de que en el
presente es más conocida que en su “triste período mexicano”, Eunice Odio, no
obstante de ser “valorada y celebrada” por poetas y escritores como Alfonso
Reyes, Carlos Pellicer, Luis Cardoza y Aragón, Juan Liscano, Joaquín García Monge,
Carlos Martínez Rivas, entre otros, prácticamente es “desconocida” en el ámbito
latinoamericano. Se la considera una poeta de “culto”, “la gran poeta de
América”, sin embargo sus libros y ediciones son escasos y no están
representados en los centros del libro del Continente. ¿Quedará su obra como el Rastro de la mariposa? ¿Tu “mensaje de humo” a los editores
de los consorcios del libro?
AGLAE MARGALLI | A Eunice Odio, le ha sucedido igual que a tantos grandes poetas, como
César Vallejo, Silvia Plath (por mencionar algunos) que experimentaron en vida
el abandono, la marginación y la soledad. Víctimas de su propio genio pero
conscientes de su destino.
En la obra de Odio está presente de algún modo esa extrañeza de sentirse
un “ser distinto”, como también lo expresó Rimbaud: "yo soy otro". Me
refiero a esa extranjería que también experimentó Vallejo en algún momento. La
sensación de vivir fuera de tiempo, como un ser que transita ajeno a su propia
identidad en su afán de ser el otro y en el otro uno en Todo.
Eunice expresa:
"Extranjero nací desde mi
tumba
Soy el Otro
El que se va y jamás regresará"
(Tránsito de fuego)
CARLOS
BARBARITO
| ¿Cómo saberlo? ¿Qué quedará
de su poesía, así como la poesía de tantos otros? Es una pregunta ante la que
sólo puedo hacer votos para que los editores publiquen su poesía y para que
haya muchos lectores que entablen diálogos con ella. No es el suyo el único
caso de "poeta secreta", de la que críticos y colegas hablaron y
hablan, pero sus libros circulan de manera restringida, oculta. Tengamos en
cuenta, como dice un viejo amigo, que los poetas somos inéditos aunque hayamos
publicado; pensemos en Eunice Odio: una obra profunda y rica pero apenas
circunscripta a pocos círculos. Esos rótulos de "poeta de culto" y
semejantes son eso, simplemente rótulos, si no se da lo verdaderamente
importante: la difusión.
ENRIQUE DE SANTIAGO | El fenómeno literario en torno a Eunice Odio, es más
menos reiterativo en nuestra escena cultural latinoamericana, y podemos citar a
un número importante de mujeres poetas que no obtuvieron mucha atención al
comienzo de sus carreras literarias,
primeramente por una condición de género, debido a los años en que le
tocó vivir, donde ciertamente se daba una gran resistencia hacia las mujeres
emancipadas y que además se atrevieron a participar en un ámbito tan hostil
para ellas como es el de la cultura, entonces hay una lógica del olvido o la
nula difusión de estas obras. Quizás sólo Gabriela Mistral, quien ganó un
Premio Nobel, y que además, gracias a su tenacidad y su labor en el área
diplomática y educativa-social, la salvaron de ese manto amnésico que cubrió a
otras creadoras como Alejandra Pizarnik en Argentina, Stella Díaz Varín en
Chile o la peruana Blanca Varela, por citar sólo a algunas. Por mi ubicación
geográfica, sólo he tenido acceso a fragmentos de Rastro de la Mariposa (como libro), con lo que está disponible en
internet, y esto tiene que haberle pasado a muchos quienes amamos la altas
letras, que al encontrarse con tamaño tesoro literario, nos surge el hambre por
seguir leyendo su obra, y nos damos cuenta que la disponibilidad de su trabajo
es muy escaso. Esto se debe a que ha tomado mucho tiempo para emerger de ese
plano oculto que por diversas razones fueron situadas ellas y otras notables
creadoras, y que con el paso de los años, han comenzado a florecer con fuerza,
primero de boca en boca, para después asomar de publicación en publicación.
Pero aún falta mucho, y espero que su obra se publique de manera masiva.
Un segundo factor fue el escaso alcance
de los medios de comunicación en las respectivas épocas que le tocó vivir. La
prensa escrita, no dio mucha cobertura a sus trabajos, y las editoriales, por
lo general más que imponer un criterio literario, seguían los gustos del
público, salvo contados ejemplos como el caso de la Editorial Nascimento en
Chile, que apostó por las voces nuevas y desconocidas (a partir de su
encomiable labor desde los años 20 en adelante). Es por lo tanto importante
difundir y re-editar su poesía que tiene una alta factura, y reconocer todas las partes involucradas en
nuestra construcción como seres de esta parte del mundo, y es ahí donde podemos
tomar o coger las enseñanzas anteriores y especialmente la confesión poética de
Eunice Odio, y tomar posesión de la magia que ella en sus versos despide y que
nos circunda
FLORIANO
MARTINS
| Justamente en México, en 1985 el Fondo de Cultura Económica publicó una
edición de la Antología de la poesía
hispanoamericana, organizada por Juan Gustavo Cobo Borda. Este libro, por
su referencia editorial, debería ser la “la columna angular” más importante de
la tradición lírica de Hispanoamérica. Lamentablemente es un libro poblado por
ausencias lastimosas, entre ellas la de Eunice Odio. Ausencia que se ha
repetido en muchos otros casos. Pero ahora no se resuelve nada con lamentar lo
pasado. Hay que hacer un inmenso trabajo de recuperación, una “restauración” de
la calidad renovadora de su poética, un desafío para muchos, incluso para
nosotros, que ahora preparamos esta
edición virtual conmemorativa. La iniciativa es el mejor “mensaje de humo”.
GUILLERMO
FERNÁNDEZ | Eunice Odio es una autora y será siempre una autora para poetas. Es muy
difícil que su poesía venza el marco de referencia de su propio código. Su
capacidad como poeta es indudable, pero de ahí a pretender que se divulgue en
forma masiva es una utopía. A su vez, me parece que Eunice no pensaba en
conglomerados cuando se decidió por un estilo. Sería extraño pensar que la
autora quisiera ser poeta del pueblo, como Neruda o Benedetti. Nada más lejos
que eso. Creo que Eunice luchó contra el lenguaje para convertirlo en un
significado para ella. Crear un mundo en poesía. Solo para pocos.
GUILLERMO SÁENZ PATERSON | Soy de la opinión
que en la Antología de Juan Lizcano dedicada a Eunice Odio, se reafirma
su trascendencia. Los elogios son unánimes de parte de escritores importantes
de Latinoamérica como Alfredo Cardona
Peña, Juan Bañuelos, José León Sánchez,
Augusto Monterroso, Luis Cardoza y Aragón y todos la consideran una poeta extraordinaria,
fuera de serie. Lo que sucede con esta poesía hermética y difícil de
interpretar es que necesita mucha maduración. Recuerdo las palabras de Federico
Nietzche al decir que ciertos poetas y su obra tan personal ocupan hasta 100
años de maduración. Mi mensaje para los editores internacionales es que la
lean, la conozcan y se atrevan a difundir una obra tan preciosa, tan llena de
símbolos luminosos en estos tiempos de oscurantismo… A mí me ocurrió con las
primeras lecturas de Territorio del alba,
de inicio experimenté un rechazo ante esa arquitectura verbal, después realicé
una y otra lectura y relectura hasta
comprenderla y digerirla en su
expresividad. La poesía de Eunice poco a
poco va ganando interés y lectores y quiero destacar este “dossier” de Agulha Revista de Cultura que va a revitalizar su poesía y su figura evanescente.
LUIS
FERNANDO CUARTAS | Hay que seguir el “Rastro de la Mariposa”, su periplo
por la vida, confieso que no he leído dicho libro de relatos, pero igual el
título me sirve de pretexto para seguir sus vuelos, para indagar más sobre su
obra y su vida. La mujer triste de la bañera, encontrada a los días después de
haber visitado su propio cielo, la voluptuosa hada fría, la colérica espadachín
del verso, merece una reedición de sus textos, más no una obra para quedar
entre las estanterías y los recuerdos brumosos de aliados y cultores. Para
muchos nacida en 1922 y para otros en 1919, siempre esquiva, inconseguible,
escurridiza entre los nombres y sus fantasmas que la nombran, para unos, muerta
un 23 de mayo, para otros ella muere un
23 de marzo del año 1974. Eso mismo nos deja perplejos, evanescente, ella misma
fantasmal, se nos va y se esconde: hay que invitarla a salir, su obra habla por ella. Una poeta que puede
estar en el sitial con W. Blake, con Milton, con Huidobro, con Lucrecio, no
pude dejarse abandonada y que siga mirada de soslayo. Ella buscaba no el
renombre, ni la codicia, ni la condición de ser para la posteridad, ella era la
poesía expuesta, como tal ella estará como un destino implacable entre
nosotros, volver a leerla, indagar sobre su obra, esa riqueza que es su legado,
como ella misma nos decía:
Por lo que a mi toca, en cuanto tengo
tiempo lápiz y papel, bien sé cómo hacer para decir cosas de tal modo, que
cualquier persona, con un mínimo de sensibilidad, o un máximo de
hipersensibilidad, tiene por fuerza que quedar atrapada dentro del círculo
mágico. Es una especie de “atraco a mano armada, con alevosía y ventaja”,
aunque sin premeditación, porque es verdad que no tenemos más remedio que hacer
así las cosas; porque no es que deliberadamente busquemos que las palabras se
agrupen en un orden brillante sino que ellas así llegan y nos
asaltan: agrupadas como quieren. Y se necesitaría ser un santo laico, para
resistir al encantamiento a que nos someten –primero que a nadie–.
Una voz abierta para todos, su obra
como tal es un acto de humildad y de entrega sin tapujos:
Los poetas tenemos que ser más humildes y
sacrificar ESO: detenernos menos en nosotros y mirar atentamente todo lo que
nos circunda.
En El Tránsito de fuego inventé una palabra: Pluránimo. Si un poeta no es la suma de todas las
ánimas, va mal. ¿Y cómo se puede ser eso, si te dedicas a las grandes
abstracciones, que te alejan de la carne dolorida de Adán, y te llevan, sólo a
ti, a los planos de la Divinidad?
El poeta tiene el secreto del ser del hombre y le
dice al hombre como es él, y cómo es Dios. Pero sólo tiene ese secreto cuando,
literalmente, entra en el hombre, calla, cuando llega a poseerlo, cuando es el
más VERDADERO y amante prójimo –o próximo– del hombre. Y cuando eres
dueño de esos secretos es que estás en Dios. Y se acabó. Si el Nirvana está en
el camino de la poesía, el poeta lo halla sin buscarlo.
Su voz no es religiosa en el sentido
dogmático, es una voz de una mujer poeta, su labor se convierte en algo más
allá de lo común, ella vive en las cosas extrañas a la Tierra, en los cuerpos
luminosos como diamantes aéreos, penetrar en los pigmentos de un cuadro, ver
reverdecer el tomillo y hacer fiesta de eso, no separar los compartimientos del
mundo, un pensamiento aleatorio, surrealismo vital entre las cosas diarias. Por
eso, lo poco que podemos pedir, es volver a leer su obra, que circule, fuera de
cenáculos y de empresarios de la compra-venta.
Una mujer que nunca le tuvo miedo a
la muerte, que su vida fue su fuerte y su diáfana condición de hacerle frente:
Témele a la vida o domestícala. A la muerte no la
esperes, porque vendrá sin eso. Claro que no se puede domesticar a la vida,
sino al trozo que nos toca o que somos y siempre que formulemos la gran
abstracción que se llama “mi vida”. Hay que saberse manejar en la vida; pero no
se necesita ninguna sabiduría ni ningún aprendizaje para la muerte. He ahí la
gran diferencia. Morir es simple, vivir, en cambio, es la complicación de la
simplicidad que es crecer hasta el fin.
En ella esa voz se hace portento y
talento de todos, ella como espiga al viento se entregó a la poesía, ese es su
experimento y su audacia. Volvamos a tomar las páginas de esa obra sin igual,
que sea reeditada y puesta ante nuestros ojos como un certero aleteo de
mariposa blanca en medio de la oscuridad; ni más ni menos, ese sería un gran
deseo, todos esperamos que suceda.
MARCELA
VALDEAVELLANO | Recuerdo lo dicho por Octavio Paz sobre su calidad
insondable:
“Tú, querida, eres de la línea de poetas que inventan
una mitología propia, como Blake, como Saint John Perse, como Ezra Pound; y que
están fregados, porque nadie los entiende hasta que tienen años o aun siglos de
muertos” (Octavio Paz –
“Odio” 1975, p. 181)
MÍA
GALLEGOS
| Es difícil que
un poeta logre ser leído en forma masiva, en especial en nuestro tiempo. La obra de Eunice no es para todo público, es
una obra para decirlo de algún modo, para iniciados. Requiere mucha cultura, mucha concentración y
una elevación espiritual que no posee la mayoría de la gente. Su obra siempre será para lectores cultos,
para personas profundas.
Sin embargo, el reconocimiento por
su obra ha aumentado en los últimos años.
Se editó su obra completa; empieza a valorarse poco a poco en México,
país donde vivió, escribió y murió, país donde no era bien vista debido a sus
críticas al estalinismo. Esa posición
esgrimida por Eunice le creó animadversión.
Creo que será poco a poco que su
obra ocupará el lugar que le corresponde.
ÓSCAR GONZÁLEZ | No lo considero así. Considero que hay una considerable cantidad de
lectores de Eunice Odio. No se hacen pues masas de lectores para ella, ni
formando comunidades de lectores u comunidades orientadas hacia el Oriente y el
Occidente de Odio. Nada de eso. Y es más: ¿Por qué y cuál es la razón para
tener una cantidad de lectores, de qué lectores se trataría, como sería ello y
como se propondría la lectura de ella y desde dónde? ¿Cuál sería entonces el
carácter de la intención y la tensión para ello? Cada lector de ella, ha de
tener una inclinación obsesiva por la luz o por la oscuridad luminosa, por el
sentido del misterio, conocer sus tecné insolubles, la temperatura de las
hélices de su sueño, y ello no se alcanza por la necesidad de lectores, de ser
sus lectores, sino por la inclemencia de la noche transcurrida en el óvalo de
las auroras, o sea, como una “iniciación” y que tiene sus pruebas y sus
irresoluciones. Y como nos lo dice y dirá Humberto Díaz Casanueva: “Así está ahora, Eunice, dueña hundida de sus
líneas primordiales, sus voces bajo terribles cerraduras, sus ojos, cantidades
de luz de otro espacio devorante. Así está ella, tal vez sosegada, tal vez
sostén, umbral, palabra muda, lúcida. Aquí está su poesía que alguna vez, en
algún seminario de algún país de América, será estudiada, interpretada en su
vuelo escondido, en su verdad de entraña donde siguen incubándose fuerzas
terrestres venideras. Aquí permanece a nuestro lado, necesaria y verde”
(Nueva York, noviembre 1974). Ya habrá entonces quienes, lectores de Libro
Indeleble de Odio, puedan y sientan la necesidad de hacer esta tarea a la que
nos provoca Díaz Casanueva. Ya habrá entonces quienes construyan la Catedral de
San Miguel Arcángel, para tratar sobre ella y su obra: “A Elena (Garro) se le ocurrió agregar: ¿Y por qué no te haces devota de
San Miguel Árcangel? Instantáneamente me pareció que sí, que ese era,
precisamente, el Santo adecuado para un poeta. Lo imaginé –Capitán de los
Ejércitos Celestes- bellísimo caballero armado del tamaño del aire, empuñando
su prodigiosa espada matutina” (Carta 2.).
RODRIGO
VERDUGO
| Sin duda ha
existido una revalorización de su trabajo, en este último tiempo. Un libro como
“La palabra innumerable: Eunice Odio ante la crítica”, editado por Jorge Chen
Sham y Rima de Vallbona, da cuenta de la recepción critica del trabajo poético
de Eunice Odio. No hay que olvidar en este sentido a dos poetas chilenos que
aportaron a esta recepción crítica. Alberto Baeza Flores y Humberto Díaz
Casanueva. También la poeta chilena Margorie Agosin como coautora de una
antología tradujo al inglés algunos poemas de Eunice Odio.
La obra de Eunice Odio en mi opinión
constituye un legado fundamental en la poesía latinoamericana, es una escritura
crucial también comprender el legado de las vanguardias en Latinoamérica.
Es urgente editar su obra completa
(así como se hizo con Olga Orozco en Biblioteca Ayacucho de Venezuela) y seguir
enriqueciendo exegéticamente su obra,
con nuevos estudios sobre ella.
● ALFONSO PEÑA | La escritora costarricense Rima de
Vallbona es una conocedora y divulgadora de la obra de Eunice Odio, en el
prólogo al poemario Los elementos
terrestres apunta: “Pasemos ahora a la poesía de Eunice Odio: para ella un
poema no consiste en el hallazgo sorpresivo ni en una imagen osada, o un
adjetivo deslumbrante, inusitado; tampoco es una afición ni un medio de dejar
su nombre para la posteridad; es más bien “un destino implacable”, como lo
calificó ella, una sostenida ascesis hacia el perfeccionamiento, un supremo
esfuerzo de realización integral de su ser. En otras palabras, el poema es para
ella un acto mágico-ritual”. ¿De acuerdo a las palabras de la poeta, consideras
que Tránsito de fuego, es un tratado de “hechicería lúdica”, un poemario que está
regido por los “arcanos y los universos esotéricos”?
AGLAE MARGALLI | El poemario Tránsito de fuego,
me parece una obra mayor que manifiesta una gran lucidez y aportación
intelectual. No debemos olvidar que la poesía en esencia, vela y revela al
mismo tiempo el misterio y la eternidad que nos contiene. Eunice, como
poeta, poseía el valor profético de la palabra y esa aproximación a la videncia
que le es otorgada a los grandes poetas.
Hay que recordar las palabras de Rimbaud en su célebre "Carta del
vidente" dirigida a Paul Demeny en 1871, cuando expresa: "El
poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los
sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; busca por sí
mismo, agota en sí todos los venenos, para no quedarse sino con sus
quintaesencias. Inefable tortura en la que necesita de toda la fe, de toda la
fuerza sobrehumana, por la que se convierte entre todos en el enfermo grave, el
gran criminal, el gran maldito, –¡y el supremo Sabio¡– ¡Porque alcanza lo
desconocido! ¡Porque se ha cultivado el alma, ya rica, más que ningún otro!
Alcanza lo desconocido y, aunque, enloquecido, acabará perdiendo la
inteligencia de sus visiones, ¡no dejaría de haberlas visto! Que reviente
saltando hacia cosas inauditas o innombrables: ya vendrán otros horribles
trabajadores; empezarán a partir de los horizontes en que el otro se haya
desplomado..."
En este sentido, la poesía de Eunice apenas comienza a ser valorada en
su verdadera dimensión.
CARLOS
BARBARITO
| Sí, no hay duda. En esto me atrevo a relacionar la
labor de Eunice con la de Olga Orozco, otra hechicera que escribió poesía. Me
atrae eso del "destino implacable"; el poeta que es empujado,
arrastrado a escribir el poema aunque muchas veces se resista, intente ocuparse
de otros asuntos. Hay en Eunice Odio, como en Olga Orozco, ecos de antiguos
quehaceres, rituales, alquímicos, esotéricos, anteriores a la ciencia moderna,
cargados de magia.
ENRIQUE DE SANTIAGO | El
desaparecido y siempre recordado surrealista cubano, Carlos M. Luis, tenía una
certera frase para describir esa condición que identificaba a todos aquellos
que explorábamos las zonas que se encontraban más allá de los acotados límites
de nuestra realidad, las palabras que él
usaba eran: “La búsqueda de lo maravilloso”, las cuales son muy pertinentes
para definir la poesía de Eunice Odio, ya que ella, participaba de igual manera
de esa aventura de vida, que marcó la forma de expresarse de muchos creadores,
desde los románticos, pasando por el simbolismo hasta los surrealistas, todos
herederos de ese acervo que usaba el metalenguaje para expresar los
descubrimientos que cada cual lograba al adentrarse en los universos de lo
desconocido. Porque en realidad, la escritura de Odio es eso, una constante
aproximación a la particularidad de lo esotérico (lo maravilloso). En sus
versos se refleja su proximidad con los elementos mágicos, aunque cabe precisar
que esa expresión tiene un cierto acento vernáculo, es decir ella convive con
la otredad más próxima a su situación geodésica. Ciertamente en sus versos se
percibe el conocimiento de lo hermético y cabalístico venido de otras regiones
del orbe, pero su punto de partida, tiene mayor proximidad con lo maravilloso de
este sub-continente, es decir, con su imaginería originaria, la que de cierta
manera con lo siglos fue mezclada debido a la presencia colonizadora de la
cultura europea, de la cual también somos todos depositarios y por ende
epígonos. Este sincretismo cultural, se ve reflejado en su poesía, y su
original aporte, es haber tenido la claridad de fundir y a la vez tamizar –
para distinguir uno de otro- la suma de
elementos simbólicos que dan forma a esta región, develando aspectos que siendo
distantes geográficamente, corresponden a una sola realidad o continuum que
nace en los márgenes del raciocinio. Ya que desde su primera etapa hasta Tránsito de fuego su poesía está lejos
de ser descriptiva, y no hay asomo de algunos aspectos del criollismo, tan
presente en las letras del S. XVII hasta los albores del S.XX, porque en ella
no hay interés por lo visible, y su vocación es con la realidad inversa y
mágica.
La poeta traza entonces una especie de cartografía poética,
una suerte de mapa que describe una hechicería del nuevo mundo –hay que tener
presente que la inquisición también tuvo negros episodios en Latinoamérica- así
que todo eso oculto, y que se formó hace milenios al igual que en el viejo
continente, tuvo su símil, en las manifestaciones culturales de nuestros
primeros pueblos autóctonos. El animismo, como en Asía, África, y la antigua
Europa, tuvo –y tiene hasta nuestros días– una fuerte expresión
en el cotidiano de nuestros pueblos. Estos conocimientos arcanos se fueron
construyendo gracias a la propiedad mediúmnica de chamanes, hechiceros, brujos
y magos, que a partir del S.XV se fueron conjugando con la sabiduría trasladada
desde el otro lado del océano, preferentemente por intermedio de masones
-quienes trajeron la alquimia y la hermética- y
la llegada de los esclavos que portaban el culto de la santería y el
chamanismo africano. En realidad, si uno
mira el conjunto de su poesía, ésta contiene una enorme diversidad manifestada.
Por lo tanto, su forma poética está muy acorde con la expresión surrealista, ya
que este movimiento no es una escuela literaria como tal - así como tampoco es
una escuela pictórica - ni tampoco posee un dogma en su pensamiento o en su
constructo, lo que la hace diferente e irrepetible, al igual que otros
exponentes de este movimiento en particular, ya que esta se construye desde el
ser interior y su experiencia, y el único denominador común es la expresión de
lo maravilloso. Es en simples palabras, la eterna búsqueda del alma por aquello
que se ubica en la otredad, eso que es extensivo lejos de este plano conocido.
Por lo mismo, el rico universo interior de Eunice Odio, le imprime una
condición especial a su obra, haciéndola distinta de las otras, conservando
solamente aquello que pertenece a lo que ve –con el ojo interior– en ese destino
implacable que la hace vislumbrar esos mundos distantes, o quizás cercanos si
lo planteamos desde un punto de vista cuántico, tal vez allí radica la
posibilidad que tiene la poeta, la cual es percibir los acontecimientos que
suceden en un plano especular lejano, y que además suceden dentro de sus
márgenes interiores. En ese sentido sus poemas anteriores, se manifiestan a
través de la sensualidad corpórea, ya sea, el cuerpo de ella o del otro,
comienzan desde un ojo, un píe, una mano, que se conectan con cierta atmósfera
etérica que le imprime un salto “hacia eso otro”, entonces su vinculación
iniciática es a partir de los sentidos, el olfato, el tacto, la vista etc.: sólo veo el día que entra por tus axilas
transparentes y te desnuda. Pero a medida que su escritura avanza con los
años, la poesía se transforma en otra forma incorpórea posesa de una metonimia
más profunda.
FLORIANO
MARTINS
| Aunque me encante “hechicería lúdica” (bueno, es casi un pleonasmo), lo que
más destaco es eso del “supremo esfuerzo de realización integral de su ser”, así es la
expresión mágica de las creaciones. De algún modo esta magia tiene que ver con
el “Museo salvaje” firmado por Olga Orozco, otra poeta que está cerca del
espíritu de Eunice Odio. El ejercicio espiritual sagrado de la creación puede
citarse con algunas referencias, como el caso de la intimidad de este libro de
Eunice Odio con el ambiente esotérico, pero lo que importa al final es la
intensidad poética alcanzada y no su relación temática.
El
tránsito de fuego (1957) es un libro difícil, hermético, que se
identifica con una compleja familia hispanoamericana que tiene nombres como los
chilenos Rosamel del Valle y Humberto Díaz-Casanueva. Los dos son igualmente
como que “poetas de culto”. Recuerdo estos dos poetas porque incluso fueron
amigos de Eunice; hay una carta de ella, dirigida a Juan Liscano, en que habla
maravillas de un encuentro entre los tres en Nueva York, mencionando un poema
que Rosamel le ha dedicado, escrito en la altura, que finaliza con esta riquísima
imagen: “El mar que nunca vio a Nueva York te revive en su olor a jazmín”.
GUILLERMO
FERNÁNDEZ | Desconozco si Eunice
Odio tratara de exponer en este libro, principalmente, alguna cábala. Sería
artificioso considerarlo así. Sí me parece que el libro se vuelve
incomunicativo y evade toda interpelación. Cuando lo leí, hace muchos años,
quise entender el propósito, la razón de la autora, la ciencia detrás del
verso. Desistí de la tarea. Hoy tengo mis suspicacias con respecto al estilo de
Eunice, por lo menos en ese libro. Creo que la poesía debe ser siempre
comunicación de lo humano y Tránsito de
fuego está en los lindes de la realidad platónica tal vez.
GUILLERMO SÁENZ PATERSON | Tránsito de fuego
me parece una “sinfonía coral”, un diálogo entre el hombre y los personajes
míticos como Ion; al final del poemario hay una inmensa catedral gótica
cubierta de muros resguardada por el guardián. En Tránsito coexisten los seres mitológicos, la atmósfera esotérica,
hermética. La catedral siempre está presente en la poesía de Eunice. Ella abre
y cierre el símbolo de la catedral, la cierra y la abre… y la abre a la
naturaleza, los ruiseñores, la música, los viñedos, hacia las formas más
espectaculares de esa metafísica esotérica y que va atravesando las alturas y
nos transmite la fuerza cósmica de la poeta.
Considero que Tránsito
también es una alegoría donde Eunice se nos presenta como una poeta mística y
que tiene “una santidad” muy especial donde purifica su poesía a través del arcano esotérico.
LUIS
FERNANDO CUARTAS | Tránsito de fuego esta cruzado como el lenguaje de un nuevo lenguaje de
“Hechicería solitaria”, su escritura no
es la descripción de la callejuela gris, ni del techo húmedo, ni de la cocina
hirviendo, ni del pozo de la lágrima, ni el trabajo febril de un alarife. Es
todo eso en un estado sublimizado, un poema grande que salva de la pobreza
“Mundo” en la que caemos con frecuencia al hacer de la palabra una limosnera de
afectos. Volver a esos crepúsculos manchados de violines, establecer diálogos
con la urgencia del fuego como destrucción-creación, la magia del verbo hecha
en la palabra que al ser pronunciada o calcina o enaltece, crea condición de
humanidad para no vivir en abandono, para no ser escarnio y olvido. Este
tránsito es lo vulnerable de la existencia pero a la vez una osadía, como acto
de iniciación sacra, pulveriza la mediocridad, escarba en las entrañas, sacude
la rutina, busca una vocación de universalidad en medio de la dificultad.
Eunice, se hace poeta, se construye poema, se convierte en diáspora como viajera
por el cosmos de su vida cotidiana, se sumerge en ella y sale renovada, es un
libro acto, un libro sin cabecera, sin dientes, es sólo cuerpo que nos sostiene
sin aliento entre una serie de poemas, donde la piel se convierte en
firmamento, el cuerpo en lo angelical de cada respiración, el deseo en dulce
veneno valeroso, la angustia en una espada esgrimida como cetro y tomada por el
filo de la vida.
MARCELA
VALDEAVELLANO | Muchos
años después, leí Tránsito de Fuego,
reconocí su tremenda fuerza mística, arquetipal, íntima y colectiva a un
tiempo. Es impresionante cómo es capaz de integrar su humanidad, su femineidad
y el Todo del encuentro con el otro, que es con ella misma en la profundidad de
un corazón compartido. Por supuesto que su obra tiene el poder de un ritual, de
una ceremonia integradora y de encuentro con dimensiones desconocidas que la
habitan y nos habitan.
MÍA
GALLEGOS
| Sin duda, Tránsito de fuego, es la obra más plena y lograda de Eunice. Sin
duda en este libro está presente toda la experiencia rosacruz, ya que ella
tenía un grado alto en esa orden.
No obstante, quiero resaltar más allá de lo esotérico, que
Eunice Odio, dentro de las vanguardias, no es propiamente una poeta surrealista
y esta noción ella precisamente la niega.
Eunice Odio es una creacionista extrema al estilo de Huidobro.
ÓSCAR GONZÁLEZ | Quizá decir que Tránsito de
fuego “es un tratado de hechicería lúdica”, sería como indicarlo o
maniobrarlo hacia allá y condicionar su abismo o su vacío, pues ¿qué hechicera
es lúdica? Yo diría que es sobrenatural en ella. No estaba en Eunice Odio ni
era del devenir y el diseminar de su deseo, de su visión heracliteana o de la
densidad concentrada de la transparencia de sus visiones, de la oscuridad de su
delirio, de la metódica de su obsesión, de la cantidad de onirismo que se
realizaba en ella misma. Es también como una posesión sobrenatural, lo que se
da en ella. Y esa posesión no puede ser transmitida, se oscurece ante ella. Ve
y no ve, podría decirse de lo que en ella se consuma o hace combustión de la
visión de lo desconocido y de la realidad a la que su visión está sometida. Ya
que cuando se tiene que asir a la red de lo que llamamos realidad entonces se
extravía el hilo de lo inasible, y ella vivía esa tensión entre la necesidad de
la realidad y la posesión de lo inasible. Como lo decía sobre Remedios Varo: Ciertamente, esta artista nos dio lecciones inolvidables acerca de todo lo
que es bueno reflexionar; sobre lo que vale la pena de ser sentido, a propósito
de todas las incógnitas que rodean al ser y lo lanzan a las aventuras del
espíritu, ya sean éstas grandes y maravillosas; ya tengan el tono de la
humildad de la aventura milagrosa que millones de seres viven tantas veces sin
casi darse cuenta.”. Nunca sabemos lo que vivimos, pero sabiéndolo se hace también
incomunicable a los otros. Tremenda crisis suscitaba en ella está contradicción
irresoluble. Tremendo extremo de sí misma ante ella.
RODRIGO
VERDUGO
| Absolutamente. Tránsito de fuego, revela una gran afición a la teosofía, más que
un libro es el resultado de una gesta personal, los planos de un mundo que se
funda intelegiblemente y donde al igual que Novalis, la muerte es el único plano donde lo simbólico se puede
experimentar.
● ALFONSO PEÑA | Eunice Odio, fue una “vanguardista solitaria”, su escritura
y pensamiento de muchas formas se vincula con el surrealismo; ella no creía en
los “salones de la fama” ni en la vacuidad de la poesía panfletaria o
perfumada. Eunice fue “llama de libertad”, “mujer valiente”, “creadora vidente
e irredenta”. Vivió hasta el fin de sus días con la premisa: “si
me dan un gran poema a cambio de la miseria extrema, y que solo un poema
grande, elijo el poema grande, aunque sea solo uno”. Y sentenció: “¿para qué quiero ser rica si soy poeta?”
AGLAE MARGALLI | Puedo decir que de esta misma manera comulgo con la poética de Eunice
Odio cuya verdadera aportación a la literatura apenas comienza a darse.
CARLOS
BARBARITO
| Nada más verdadero,
auténtico que esta pregunta. Pienso y siento lo mismo desde que recuerdo.
Claro, el salario que se recibe es la soledad, incluso el desprecio de los
otros. Por ello se paga un alto precio. Pero qué ganancia más elevada que poder
escribir: "Aprisionada en cárceles
de espuma,/ en la medida de tu cuerpo,/no veo pasar la noche,/sólo veo el
día/que entra por tus axilas transparentes/y te desnuda."
ENRIQUE DE SANTIAGO | La poesía, así como todas las artes
creativas, escogen caminos o formas distintas de expresarse dentro de una
sociedad, este camino estará determinado por el creador y sus circunstancias.
Generalmente aquellos (as) que brillan de forma distinta –casi única– tienden a ser incomprendidos en su momento, lo
que es casi una constante en la historia de las artes, y podemos citar a
Johannes Vermeer de Delft en la pintura o a Rimbaud en la expresión poética.
Son seres que escriben para otros tiempos venideros. En el caso de Eunice Odio,
ella va un paso adelante en el aspecto evolutivo en lo que se refiere a la
esencialidad del espíritu, y por ende sus contemporáneos aún no estaban listos
para percibir la sustancialidad profunda de su obra, con esto no quiero
asegurar, que hoy en día todo el mundo lo está, pero por cierto en estos
últimos tiempos, sí existe una mayor audiencia disponible, que sí encontrará
sentido en sus versos y su construcción metafórica o simbólica. Eso sí, hay que
hacer una aclaración, ya que debido a que su poesía está cargada de símbolos,
su poesía no es en ningún momento alegórica, sino que va más allá, y sobrepasa
esta medida que se afirma en realidades más concretas, ya que el nivel sígnico
expresado es mucho más complejo que el intentar expresar una idea en términos
reconocibles, su palabra conjugada va más lejos, su trato es con una
surrealidad ignota, que a partir de su captura –la que realiza la poeta– se nos hace presente y cognitiva, entonces
ella se convierte es una recolectora de imágenes que no existían hasta su
alumbramiento en el plano vacío de una hoja de papel. En este aspecto Eunice Odio, no se dejó
tentar por la escritura fácil o complaciente, y prefiere el camino en
solitario, honesto y alejado del aplauso y los reconocimientos, prefiriendo
cuidar el talante y la altura de sus escritos, no renunciando a aquello que
ella consideraba verdadero, y en ese
sentido fue coherente con sus dichos, la poesía le dio más de un poema
verdadero, en eso no hay dudas, y es común encontrar versos que nos conmueven
profundamente en la extensión de su obra.
FLORIANO
MARTINS
| Una “vanguardista” fuera del período aceptado como ambiente de las
vanguardias, que es otra curiosidad. La crítica comprende que la vanguardia
poética latinoamericana se realizó entre los años 20 y 30. Un límite que ha
generado algunas equivocaciones. El argentino Oliverio Girondo, a pesar de
haber sido “vanguardista” en sus primeros libros, es recordado como el poeta
innovador gracias a su libro En la
masmédula, que fue publicado en 1956. Por otro lado están los poetas que
pertenecen al período pero que son inexpresivos como representantes de una
vanguardia, sin que eso impida la repetida referencia a sus nombres. Algunos
casos: la peruana Magda Portal, el brasileño Guilherme de Almeida, el cubano
Emilio Ballagas. Yo siempre pienso que el trabajo más grande del siglo XXI es
la corrección de los errores de la crítica y la historiografía en el siglo
anterior.
Eunice por supuesto ha
contribuido con su marginalización, en lo positivo, por no coincidir con muchas
premisas de la época, ni aceptar las piedras falsas del camino. ¿Su relación
con el surrealismo? Es un tema delicado, pues sabemos de la fijación de muchos
creadores en nuestro continente en fundar una estética (que sea: un –ismo) propia que de algún modo lo
aparte de Europa. Pero recordemos la magia de la poética de Eunice Odio,
recordemos que el capítulo de apertura de su libro Territorio del alba se llama “Pasto de sueños”, recordemos que
cuando escribe que no acepta el surrealismo se refería a la palabra, no al
movimiento, y por último recordemos unas palabras suyas en el ensayo “El
surrealismo en la pintura de México”,
cuando afirma que el surrealismo “no pone trabas a la imaginación, ni al
valor personal, ni a ninguna de las calidades espirituales, ni a nada de lo que
consideramos inmensamente bello y valioso”. Que no fue una adepta formal del
movimiento, eso es verdad. Pero igual es verdad, que tampoco muchos de los más
esenciales artistas vinculados al surrealismo en nuestro continente lo fueron.
¿Una contradicción? De modo alguno, si uno piensa que el surrealismo jamás
quiso ser una escuela.
GUILLERMO
FERNÁNDEZ | Me parece que Eunice
fue como ella quiso ser. Ese sería su camino totalmente respetable. Con su
talento, tal vez uno quisiera haber leído de ella una prolongación de sus
primeros libros, pero no fue así. Creo que se perdió en su lenguaje, uno que
pocos pueden penetrar. No considero que el hermetismo por sí solo sea glorioso.
Todo esto solo puede alimentar el mito innecesario. De los poemas de Eunice sé
cuáles son los que me gustan y los que no entiendo. Simple. Los que entiendo
son insuperables y tenían que ver con la visión de una gran artista. Sus
complejos diseños poéticos –y esa es una opinión muy personal–, solo son pasto
hoy día de especialistas.
GUILLERMO SÁENZ PATERSON | Concuerdo en que Eunice es una poeta sustancial,
transgresora, que se enfrentó a la incomprensión de sus congéneres en los
diferentes ámbitos donde vivió: llámese Costa Rica, México…
Hace unos días estuve revisando algunos documentos donde se narran sus desgracias
en tierras mexicanas, cuando fue aislada y “ninguneada” por las hordas
estalinistas mexicanas… Realmente fue doloroso y terrible y todo eso la llevó a
la autodestrucción, el alcohol, quizás el suicidio. Lo trascendente es que ella era genuina y
valiente y los verdaderos poetas escogen los grandes poemas… yo rememoro todo
el tiempo su verso: “Señor, señor, libérame de la eternidad…”. Podemos admitir que con respecto al
surrealismo, quizás ella no fue una adepta, ni su escritura fue totalmente surrealista,
sin embargo su filosofía de vida, su “estilo de vida” era surrealista al igual
que otros poetas latinoamericanos que plasmaron un pensamiento y una obra en
plena libertad e imaginación surreal.
LUIS
FERNANDO CUARTAS | La mayor riqueza es la poesía, que gran poder tiene
esa frase. No hay vuelta atrás, o se es poeta o se es mendigo, lo peor es que
entre nosotros los mendicantes no son goliardos, más pasan por buscar dádivas y
hacer congresos en el abismo. Una poesía de posesa, poseída en su voluntad
creadora, poema vivido, asumido y compartido como el pan del día entre el
gorrión y la tórtola sin jaula. Próxima a San Juan de la Cruz y a Teresa de
Jesús, pero más humanizada entre su errar de un lugar a otro y sus momentos de
paz y ciencia, la paciencia de su obra en el altar del alcohol y la pureza,
entre el hambre y la resistencia, entre la gracia y la voluptuosidad, entre el
sol benéfico y la luna como diosa Blanca protectora y maga. Hacerse un poema
grande, convertirse en poema que camina, sumergido entre las penas, aflorado
entre los cánticos, así su miseria extremanoches, aunque enflaqueciera en vida,
su cuerpo herido y profanado, ahora estará en un lugar donde sólo los que han
vivido entre poemas, saben el color de
su existencia.
Saludo Eunice
La caracola despierta, saca su ojo
húmedo entre la espuma sacra,
Es Vulva, es Venus, es la hija del
océano, gira con todo, no hay barco que resista sus ventiscas. Una tarde se le
vio salir con su perrito oscuro, sólo le ladraba a las piedras y al centauro
vestido en una nube. Ella, tomaba las hierbas del jardín para dibujar oráculos,
se desvestía entre la roja arena y hablaba con una vihuela dejada tirada entre
un canasto, como instrumento del olvido con sus cuerdas aún vivas para sonar
sólo en las noches. Saludo Eunice, busco una grieta para pasar al otro lado
donde tu habitas, habrá una palabra sésamo, que derrumbe el silencio y salga a
borbotones tu vía láctea, chorros de luz
blanca, manantial de la abundancia, donde se puede tomar el seno lirio y la
azucena envenenada, el licor del cielo y el beso del infierno tierno, la
palabra nueva y el abrazo inmenso.
MARCELA
VALDEAVELLANO | Una mujer de su calado, no podría jamás vivir en “la
realidad” obtusa y panfletaria de la poesía de tono telenovelesco y baladí. Su
poesía es un tratado místico universal, que nos dota a las mujeres de una
fuerza inédita y profunda.
MÍA
GALLEGOS
| En realidad
ella se mantuvo fiel a esta visión de mundo.
Fue, sin duda, una poeta vanguardista, que no surrealista. Era una gran solitaria, de ahí su grandeza y
profundidad. Fue vidente, a la manera de Rimbaud y siempre supo que escribía
para una minoría.
ÓSCAR GONZÁLEZ | Ella
trato de vivir en esa intensidad, de la aquí se trata, pero no contra nadie, no
como una manera de ser ella en lo que hacía, no como un escándalo de su vida,
sin relaciones con nadie sino con la nada del misterio, el vacío de lo desconocido,
la inquietud por causar en ella la necesidad de otro mundo por medio de la
incendiaria posición crítica ante una realidad, como decíamos hacemos un
momento y desde allí, al formar su visión, la videncia como se lo decía Rosamel
del Valle y como ella la sentía, tenía que buscarse entre Orfeo y Lilith, como
los médiums para ser ella, para llevar una vida contraria pero no a la de los
demás, sino a su vida misma. Ya que estar en contra de los demás, es como no
estar en contra de nada. Es no tener que buscar hacer historia sino ser en sí
misma la invocadora del sueño o de la muerte, en el instante o sea, sin
historia. Nadie conoce sino lo que le ha sido dado conocer. Y sentir. “… Debo decirte que ahora estoy en el 2º Grado
Superior del Templo. Quiere decir que acabo –en el 1º Grado-, de iniciar los
estudios superiores de la Orden Rosacruz. Y ahora sí se nos están dando las
primeras nociones de la Kábala. ¡Qué cosa tan fascinante es el número y qué
misterioso asunto!” (Carta 25). Con ello sentenciamos nosotros, con la
inmensidad inabarcable de ella ante nosotros: “Así es tu terrible
Presencia,/así tus manso que rozan y desnudan/esta fragante especie de
mendigos,/vestidos como los astros y los laureles”. (Arcángel Miguel).
Trastorno del poder de la realidad ante
el poder imantado e inasible de la poesía. Nadie muere de hambre si ha decidido
por buscarse en lo desconocido que aún llama, en medio de la oscuridad del
exterminio.
RODRIGO
VERDUGO
| Eunice Odio nos
dejó una lección de vida y obra para todos los poetas latinoamericanos, su
insobornabilidad, su consagración a la poesía, son un ejemplo a seguir por
todas las nuevas generaciones de poetas costarricenses y latinoamericanos.
NOTAS
● AGLAE
MARGALLI (México, 1956). Poeta, ensayista, gestora cultural. Ha publicado Las lumbrerías de la California; Poemas desde el claustro, Los delirios de la lengua. Colaboradora
de Agulha Revista de Cultura y Matérika.
● CARLOS
BARBARITO (Argentina, 1955). Poeta, ensayista y crítico de arte. Ha publicado alrededor de 20 volúmenes de
poesía y artes plásticas. Buena parte de sus textos han sido traducidos al
inglés, francés, portugués, griego, persa, holandés. Se desempeña como
corresponsal de la revista Matérika.
● ENRIQUE DE
SANTIAGO (Chile, 1961). Artista visual, poeta,
ensayista, curador y gestor cultural. Ha publicado varios libros de poesía y
ensayo. Desde el año 1984 expone en muestras individuales y colectivas. Es
integrante y participa de las actividades del Grupo Surrealista Derrame, desde el 2004.
● FLORIANO
MARTINS (Brasil, 1957). Poeta, ensayista, editor y traductor. Dirige Agulha
Revista de Cultura y ARC Ediciones.
● GUILLERMO FERNÁNDEZ
(Costa Rica, 1962). Poeta, narrador y editor. Ha publicado libros de poesía, cuento y
novela. Entre algunos de sus títulos mencionamos Danzas, Nebulosa.com, Hagamos un ángel.
● GUILLERMO
SÁENZ PATERSON (Costa Rica, 1944). Poeta y ensayista. Entre algunos de sus
poemarios editados están Oda al Márques
de Sade, Paranoxia, Aurora de la rosa. Colabora con algunas
revistas como Punto Seguido, Matérika.
● LUIS FERNANDO CUARTAS (Colombia, 1959).
Poeta, ensayista y collagista. Integra la Planta de Creación de la Revista Punto Seguido (1979). Sus textos se dan
a conocer en las revistas Dunganon, Matérika, Agulha Revista de Cultura, Realidad
Aparte.
● MARCELA
VALDEAVELLANO (Guatemala, 1951). Artista visual con galardones internacionales
como Mención Honorífica en la XIII Bienal de São Paulo, Brasil, y VIII de Viña
del Mar, Chile. Escritora y poetisa, estudia con Augusto Monterroso (1981) y Humberto Costantini (1982) México D.F.
Premio único de Cuento, Generación del 40, Guatemala, 1990.
● MÍA GALLEGOS (Costa Rica, 1953). Es periodista y
escritora. Ha publicado alrededor de seis libros de poesía. Ha recibido en dos
ocasiones el Premio Aquileo J. Echeverría en el campo de la poesía. La
entrevista imaginaria con Eunice Odio fue escrita originalmente para radio.
● ÓSCAR
GONZÁLEZ (Colombia,
Medellín, 1958). Poeta, ensayista e
historiador. Integra La Planta de Creación de la revista Punto Seguido. Ha publicado: La ciudad soñada; Pincel de hierba; La trompeta
de mercurio.
● RODRIGO VERDUGO (Chile, 1977). Poeta y collagista. Coeditor y articulista de
la Revista Literaria Derrame. Miembro
del Grupo Surrealista Derrame. Su
obra ha sido publicada en revistas y antologías chilenas y extranjeras. En el
2002 publicó su primer poemario: Nudos
velados.
*****
Organização a cargo de Floriano Martins ©
2016 ARC Edições
Artista convidado | Francisco Zuñiga
(Costa Rica, 1912-1998)
Agradecimentos especiais a Alfonso
Peña y Rima de Vallbona
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de
séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC
FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA
HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO,
II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC
FASE I (1999-2009)
10 AGULHA HISPÂNICA
(2010-2011)
A Agulha Revista de Cultura teve
em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio
Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011
restringiu seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha
Hispânica, sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012
retoma seu projeto original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano
Martins e Márcio Simões.
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