Conocí a Ray Tico la tarde en que Gerald Mejía –amigo
bohemio, nocherniego–, en un gesto de inusual camaradería, encontrándonos en la Soda Palace, a mediados de los setenta,
de un momento a otro me dijo: “¿Te gusta esta camisa? Es de Ray Tico, te la
regalo”. Al rato, me confesó que había estado en el bar El Piano Blanco y que
Ray se la había obsequiado; como a él no le quedaba me la cedía a mí. Observé
más de una vez la camisa; era una fina prenda de seda italiana, muy apropiada
para cantar o bailar o salir en busca de la reyerta nocturna… A los días, yo la
exhibía en los diferentes ámbitos capitalinos. No exagero si digo que esa
camisa de seda blanca salpicada de círculos negros me trajo una sorprendente
suerte por aquellos días.
Antes de ese episodio, yo
ignoraba quién era el connotado
personaje, autor de “Eso es imposible”. Después de ese insólito contacto, le
seguí la pista durante algún tiempo. En los comienzos de los años ochenta,
cuando el Centro Comercial El Pueblo era un hervidero de poetas, pintores,
dibujantes, escultores, bares, discotecas, supe que Ray Tico tocaba e
interpretaba allí sus composiciones durante algunos días a la semana. En El
Pueblo tenía su guarida. Asistí a alguna de aquellas veladas inolvidables; con
frecuencia lo visitaban notables músicos y compositores amigos suyos que
llegaban de otros países para llevar a cabo los célebres “chivos”, término que
se utiliza en el argot de la farándula
latinoamericana.
Tener la suerte de vivir una
noche “al estilo Ray Tico” era un verdadero privilegio. Con el tiempo, también
lo seguí a los bares que montó en diversos sectores de la capital. Poco a poco tuvimos un
acercamiento amistoso. Mantuvimos pláticas, encuentros, intercambios, “chivos”
en nuestra casa y en la de amigos; él era una voz sincera, humilde, popular e
infaltable, y como él mismo afirmaba todo el tiempo: “Toco y canto, haya o no
haya dinero”.
“Una guitarra es el mejor medio para hacer vibrar a
una mujer y, si se tiene algo de voz ni se diga; además si se le dice que tal
canción está dedicada a ella, te lo digo, mi hermano, la mesa está servida…”
Este pensamiento, que con
pequeñas modificaciones y variantes el
Maestro utilizaba en más de una ocasión, como una especie de emblema (se
podrían sumar algunas que tenía escondidas bajo
la manga de la camisa y podríamos conformar el decálogo de Ray), se
puede encontrar en más de una de sus composiciones. Ray Tico hizo de la guitarra –con su dominio,
con su destreza– el artefacto magistral para poder mantener diálogos musicales
con artífices de la talla del Niño Rivera, Tito Puente, Beny Moré, Chano Pozo,
Olguita Guillot, José Antonio Méndez, Paquito D’Rivera, César Portillo de la
Luz, entre muchos otros.
Su “amada guitarra” ya no está
con nosotros. Unos meses antes de su despedida final, me dijo, con su
acostumbrado acento limonense universal: “lo más lindo que hay en el mundo es
la guitarra, la mujer y los ricos
sandwiches de Puerto Limón”. Ese era su estilo, su manera de ver la vida con
simplicidad. Lo profundo estaba en su dinámica forma de vida y en su creación,
aplaudida en muchas latitudes, aunque él nunca perdió su calma limonense, que
lo hizo universal. [A.P.]
AP | Me llevo la agradable sorpresa de
que Ray Tico cumple el día de hoy setenta y cinco años… Después de que has
tenido una carrera artística tan fructífera, desde el momento en que te iniciás
en la música siendo un niño, en Puerto
Limón, que vivís toda tu vida en permanente actividad y llegas a tus setenta y
cinco años, con esa plenitud, la energía, la creatividad de que hacés gala… ¡Salud, Maestro!
RT | Eso es una bendición de Dios, porque desde que tengo memoria no tuve
norte, ni sur, ni oeste, ni este. Yo fuí un niño que era como un barrilete… dando
vueltas y vueltas… pero con una mano
celestial cuidándome. Fui abandonado por mis padres; entonces tuve que criarme
y desarrollarme totalmente solo, buscando la forma de subsistir e ideando
muchas maneras de sobrevivencia. Fui limpiabotas, barredor de barbería,
vendedor ambulante. Pero a la vez era un niño muy cuidadoso, educado, decente.
Me gustaba el mar, bañarme en los ríos. Hasta que crecí, pero siempre con una
mano que me guiaba. Creo que es la presencia del Señor, yo no encuentro ninguna
otra justificación. De idéntica manera,
puedo referirme a mi salud y a la alegría que tengo por el arte, por la
vida…
AP | Tenemos un esquema bastante aproximado de lo que fue tu infancia, de
tus inicios en Puerto Limón. ¿En qué momento Ray Tico siente el llamado de la música? Sabiendo, que vos te
iniciás más o menos a tus cuatro años de
edad y que ya a los cinco años tocabas
las maracas, cantabas y bailabas por las calles y barrios de Puerto Limón…
RT | Es que las “maracas” no me sonaban, no tenían melodía. Solo era como
una percusión, como el sonido de una cascada
muy lejana. De ahí sale mi interés por la música. Yo quería experimentar
lo que era un acorde, un contrapunto. Y en la barbería donde yo trabajaba había
una guitarra, tan grande que sobrepasaba mi estatura. Y mientras yo barría
escuchaba la melodía y aquellos sonidos, esos acordes no me dejaban tener
tranquilidad, durante el día y a la hora de dormir siempre estaban retumbando
en mi interior.
AP | ¿Quién tocaba la guitarra?
RT | En primer lugar, el barbero, Don Alonso Sovalbarro. Y también la tocaban
los visitantes, los amigos, los clientes de la barbería, mientras aguardaban a
que el barbero los atendiera. En algún momento apareció una muchacha muy
simpática, ella era Conchita Coblens; me dio los primeros secretos del
instrumento. El do, el la, el re… en fin…
Y ahí comencé a componer y a cantar
muchas canciones en un solo tono, hasta que el oído se me fue educando.
Pienso que así se inicia mi aprendizaje. Con el barbero y esa linda muchacha
llamada Conchita. A partir de ese encuentro comienzo a recorrer los muelles
cargando mis maracas y alguna guitarrita que alguien me prestó. Entonces paseaba por el tajamar y ese paisaje, cargado
de colores tropicales, me embriagaba. Sin temor me acercaba a los turistas y a
los marineros y a todos ellos les cantaba. Esas personas se quedaban admirados de ver un niño
ganándose la vida de aquella manera… Y me daban naranjas, manzanas y algunas
monedas. También me encantaban los sandwiches de Limón, ¡Ah, que sandwiches los
de Puerto Limón, ya no los volví a ver!
AP | Ray, estamos ubicados en los años treinta, cuando vos tenías unos 8
años de edad. Existe en tu vida una
anécdota famosa. Un barco que llega y
otro que se va.
RT | Ahhh… En el barco que llegaba venía don Pedro Vargas, él venía contratado para cantar en el Gran
Hotel Costa Rica; por aquel tiempo llegaban muchos artistas de renombre al
país. Don Pedro venía en el barco Veragua, de la United Fruit Company, con
capacidad para 200 pasajeros, acompañado
de Lorenzo Varselata, el compositor de aquella canción que dice: “tuyo es mi
corazón, oh sol de mi querer…” Marianela se llama la canción. También los
acompañaba Chaflán, un humorista mexicano que por aquellos años tenía gran vigencia.
En ese momento yo cantaba –como te dije– acompañado con mis maracas. En el
momento en que Don Pedro descendió del barco yo le canté “India Mía”, una
canción que él interpretaba en una película. Él no podía actuar, pues era
tartamudo, y entonces solo cantaba. La canción dice: “Tu eres mi amor, India
mía, tú eres todo mi querer, el ave vive en su nido, tú vives en mi alma,
mujer.” Yo ví la película, pues en esos
días la proyectaban en Limón. Le dije:
“Don Pedro, esta canción es suya, la conocí y me la aprendí de una película que
están dando aquí en Limón…” Don Pedro con gran efusión me felicitó y me regaló
veinte colones que por aquella época era una fortuna en manos de un niño de 8
años.
En el otro barco se disponía a partir hacia algún destino caribeño o
centroamericano el presidente costarricense Rafael Ángel Calderón Guardia.
Recuerdo que se formó una gran aglomeración de amigos y conocidos del
presidente que llegaban a despedirlo. Ellos al verme forcejeando para estar en
primera fila, para poderle cantar, me abrieron espacio y se formó como una
especie de abanico. Yo me acerqué y le dije: “Señor presidente quiero cantarle
una canción”; él me hizo una seña y se sonrió, y entonces yo le canté algún
tema original. Cuando terminé, en señal de agradecimiento, con emoción me
obsequió otro dinerillo. Con los acontecimientos de ese día sentí que era un
privilegiado…
RT | Ese fue otro hecho –como mucho de lo que me ha sucedido– extraordinario.
Un día de tantos pasó un equipo panameño de basketball por Limón. En el
momento, cuando les cantaba mis canciones, se me ocurrió decirles si no me
podían llevar a San José y los “panas” muy simpáticos me nombraron su
“mascota”. ¡Imaginate! De pronto en San José.
Con ellos conocí el frontón Jai-alai… y otros gimnasios, y en verdad era
su mascota. Los “panas” ganaron casi todos los partidos. Después de una
vibrante semana regresaron a su país y me dieron algunos balboas y me desearon toda la suerte. De verdad que la iba a necesitar. Un día
después estaba cantando en el Teatro Latino por la dormida. Ese era un teatro
que quedaba por el Paseo de los Estudiantes, ahí hacían revistas musicales y
actuaban destacados artistas como Carmen
Granados, Elizabeth Alvarado, Mario Chacón, Toñita Murillo, El trío Alma de
América, y otros más.
AP | La “suerte” ronda tu vida.
RT | Sí… está presente en mi vida. La
suerte ha estado conmigo, pero de la buena. Muchas veces he tratado de
explicármelo. Aunque siempre repito lo de la mano divina. Pienso que “no
desperté” de esa magia que el Creador me dio… pues si lo hubiese hecho y veo la
realidad me hubiera llenado de pánico… y hubiera gritado mamaaaaaaaa y seguro
que me hubiese puesto a llorar… y nada más… se acabó. No desperté, y te
confieso que continúo sin despertar y todo me parece un sueño. Imagínate que
siendo un muchacho, en Caracas, me
tocaba dormir a la entrada de las iglesias, esperando que el sacristán abriera
para dormir unas horas. Y de la misma manera podría enumerar muchas situaciones
y lo curioso de esto es que siempre había una mano amiga que me ayudaba y no me
dejaba caer en un trance desagradable. Recuerdo como un detalle especial que el
primer intento de viaje lo hice en el barco Juana
que salía del Puerto de Puntarenas. Después de varios días de navegar llegamos
a San Diego California y la migra no me dejó desembarcar porque era menor de
edad… Volví a Puntarenas sin que me ocurriera nada… Siempre la suerte.
AP | ¿De dónde surge el nombre artístico de Ray Tico? porque vos tenés un
nombre demasiado largo, demasiado complejo. Ramón Jacinto Herrera…
RT | Después de alguno de mis periplos por América latina, me establecí
durante un buen tiempo en Bogotá. Ahí permanecí contratado por hoteles y bares.
De vez en cuando nos reuníamos en un bar en el barrio La Candelaria. Ese sector
de Bogotá se distingue por la variedad de lugares y la intensa vida artística.
El bar se llamaba Miramar, creo que era en honor del famoso Trío Miramar. Una
noche, tomando unas copas e improvisando con músicos y cantantes, alguien me
dijo: “Pero qué nombre tan difícil tiene usted”. Otro agregó: “Que nombre tan
complicado”. En eso emergió la voz de un trompetista y en sordina dijo es ”Ray”… Otro cantante dijo
“Tico”. A partir de ese bautismo soy Ray
Tico.
AP | Después de recorrer importantes ciudades latinoamericanas te trasladás a
La Habana. Cuéntanos como fue tu estadía en esa maravillosa ciudad, que en
aquellos años tenía una efervescencia alucinante.
RT | En los años 1952 y 53 yo andaba en una gira centroamericana. Estuve por
Nicaragua, Salvador y Guatemala. Estando en Guatemala tuve la oportunidad de
amenizar la fiesta del presidente Castillo Armas y con él hice una buena
amistad. Luego me trasladé a Tegucigalpa y ahí conocí al empresario
árabe-cubano Santiago Babum; él era el dueño de una compañía maderera y estaba
en Honduras comprando madera para llevarla a Cuba. Como se dice, “le caí bien a
Santiago”. Una tarde me invitó a acompañarlo a una fiesta en su barco maderero,
yo amenicé la fiesta y cuando él me pagó, yo le dije: “Don Santiago, ¿Usted va
para Cuba?”, a lo cual me contestó: “¿Por qué, tú quieres ir a Cuba?”. Le dije:
“Sí, quiero ir a Cuba. A ver a José Martí, cuyo monumento tengo entendido
que está en Santa Efigenia, en Santiago…”
Salimos de Puerto Cortés en la costa hondureña y en dos días estábamos
en Santiago de Cuba. En esos dos días de viaje canté para la tripulación del
navío y una vez más me acompañó la suerte. Pues como dije anteriormente, yo
vivía en especie de “inocencia” y cómo vas a ver, a veces no contaba con las
situaciones reales. Cuando llegamos a Santiago, nos esperaban las autoridades
migratorias y, para mi sorpresa no me querían dejar entrar pues no tenía visa
de entrada. Es muy probable que el capitán del barco me hubiese jugado una
broma y, como te reitero, ése fue uno de mis tantos despistes. Él nunca me dijo que necesitaba visa para entrar
a Cuba. Las autoridades cubanas me
hicieron una indagatoria a fondo y estaban dispuestas a devolverme a
Centroamérica. Fue entonces que José Martí me salvó.
AP | ¿Cómo te salva el Padre de Nuestra América?
RT | Cuando un importante funcionario cubano
me explicó lo que sucedía, hablé con él y le dije que estaba bien, que
yo aceptaba devolverme a Centroamérica , pero que me diera permiso para visitar
a José Martí, que yo quería, en nombre del pueblo de Costa Rica , llevarle una
corona y hacerle la visita. Que por favor accediera y que me acompañara, pues
yo soñaba con visitar a José Martí. Que me creyera, pues ese viaje lo había
proyectado hasta Santiago con esa idea rondando en mi mente… La autoridad
accedió a mi solicitud y, al otro día, para mi sorpresa ahí estaba una
bellísima corona de flores multicolores
para visitar la tumba de Santa Efigenia… ¡Dios mío! Me acompañaron
cuatro señores elegantemente vestidos. Eran de la Logia Masónica de Santiago y
pertenecían a la Orden de la Luz. Visitamos la tumba de Santa Efigenia, hubo
una ceremonia muy bonita y hasta participó un fotógrafo. Después de unas cuatro
horas, regresamos al barco en medio de un calor sofocante. No se habló de nada
más y yo estaba resignado a regresar a Costa Rica. A la mañana siguiente, al
lado de la cama, estaba el pasaporte visado. Tenía unos sellos especiales que le ponen a los pasaportes de los
visitantes de honor. Aquello me llenó de una euforia indescriptible. No hablé
con nadie de ese asunto, aun hoy pienso que fue la mano de José Martí.
AP | Permanecés unos días en Santiago y luego te trasladás a La Habana
elegante.
RT | Después de ese misterioso episodio me mudé a una pequeña pensión en Santiago. Pronto entré en contacto
con los músicos santiagueros. Se me dio la oportunidad de entrar en relación
con el Trío Matamoros, en esos momentos eran importantísimos músicos cubanos,
habían grabado muchos discos y tenían una gran influencia en el mundo artístico
de Cuba. Ellos fueron generosos, me ayudaron en aquellos momentos, me dieron
dinero, me hicieron contactos y pronto estaba tocando mi música con ellos. A
los pocos días estaba tomando la guagua para recorrer los 980 km que separan Santiago
de La Habana.
AP | En el tiempo en
que llegás a La Habana, en la isla se encuentran grandes celebridades como
Ernest Hemingway, Cab Calloway, Nat King
Cole, entre otros. ¿Podrías relatarnos tu relación con el creador de El Viejo y el Mar?
RT | ¡Dios mío, qué recuerdos! Hemingway era un hombre con un carisma
tremendo. Ya sabemos, un gigante de la literatura, Corresponsal de guerra,
boxeador, amante de la tauromaquia, cazador en safaris. Era hermético,
solitario, bebedor. Incansable tomador
de daiquiris y mojitos… Poseía fortaleza y enorme energía; en vez de 110 voltios tenía 220. Que lo digan
todos los osados que se pusieron los guantes de boxeo frente a él.. Siempre
rodeado de mulatas que se enamoraban de él, pero siempre impenetrable. Él vivía
en un mundo de creación y de ensueños. Por eso fue el escritor maravilloso que
fue. Pienso que su mundo de soledad no lo pudo sostener y por eso su sombrío
desenlace. Yo estuve con él en muchas ocasiones. Tocando en el Floridita, por
el Bulevar Obispo.
AP | Eso nos remite a
la famosa frase de Hemingway, a propósito de la bohemia habanera: “Daiquiri en
el Floridita y Mojito en la Bodeguita del Medio”.
RT | Muchas veces me tocó acompañarlo con otros músicos amigos. Imaginate
nuestra sorpresa al saber que ahí en su mesa estaban acompañándolo John Wayne,
Spencer Tracy, Clark Gable, que lo
visitaban y eran sus amigos. Yo los acompañaba y les cantaba en inglés. Recordá
que aprendí el idioma inglés desde que
era un niño en los muelles de Limón, aprendí escuchando a los turistas. Sin
ofender, no el inglés que se habla en Limón, sino un inglés con muy buenos
fundamentos… y entonces a Hemingway le parecía muy bien que yo lo acompañara,
pues cantaba canciones norteamericanas y canciones en español. Más de una vez
hicimos el recorrido por el Bulevar Obispo del Floridita a la Bodeguita del
Medio. Ahí en la Bodeguita, que es el mayor museo fotográfico que tiene Cuba, donde
se encuentran millares de fotos de
personalidades de todo el mundo, al final del pasillo, en una pared hay
una fotografía mía de ese tiempo. ¡Cosa más grande!
Hemingway tenía su casa de veraneo en Cojimar. Ese lugar está situado
más o menos a unas 40
millas de La Habana , ahí tenía su casa y más de una vez
tuvimos el privilegio de acompañarlo y
amaneciamos con él en una gran rumba…Casi siempre iba con mis amigos los
músicos: Guillermo Álvarez, Ramoncito
Veloz, Coralia Fernández, Tai Cuba, Alfredo Cataneo, Yáñez y Cabrales…
Hemingway termina El Viejo y el Mar en
Cojimar, ahí, en ese lugar paradisíaco, Ernest le dio forma a su famosa novela.
Yo lo recuerdo escribiendo, y lo menos que me imaginaba era que estaba
inventando la historia de los peces y el
viejo, que luego sería un famoso best-seller…
AP | Ray, por esa
misma época se gesta un fenómeno importantísimo en Cuba, el Movimiento del
Filing. Vos entrás en contacto con ellos, ¿Cómo sucede eso y cuándo entrás en
comunicación con Angelito Díaz y los demás músicos del Callejón de Hammel?
RT | Estaba hospedado en una pensión gallega, en los alrededores del Bulevar Obispo, por el parque Alvear, que por
cierto era una pensión “baratita”. Esa tarde me puse “elegamte” y me fui a la
CMQ (Radio Centro) para tratar de encontrarme con los amigos. Días atrás había
hecho una prueba musical con el gran director de orquesta de planta de CMQ
Adolfo Guzmán, y a él le agradó mi manera de tocar la guitarra y también le
gustaron mis composiciones. Él sería una persona importantísima para que yo
conociera a los muchachos del filing. Primero me dio trabajo en el teatro
Wagner y luego me presentó a personas muy influyentes y músicos importantes.
También repetía que mi manera de tocar
la guitarra tenía que ver con el filing… Varias veces me repitió lo mismo:
“Ray, chico, tu tienes que conocer a los muchachos del filing”. Por cierto,
Adolfo Guzmán es quien compuso una canción famosa, que la interpreta Bola de
Nieve: “No puedo ser feliz, no te puedo olvidar,/ siento que te perdí, y eso me
hace soñar, / he renunciado a ti, ardiente de pasión,/ no se puede tener
conciencia y corazón”
Bueno, esa tarde fui a la CMQ y me llevaron a la cafetería; en ese lugar
se reunían todos los músicos. Ahí conocí al Niño Rivera, un cuatrero
prodigioso, a José Antonio Méndez, a César Portillo de la Luz, ellos eran
maravillosos músicos y cantantes y además
eran los pioneros del filing. Me escuchan tocar y también me dicen lo mismo que
ya Guzmán me había expresado, que sin saberlo tenía mucho de filinero. A los
días hacía el recorrido a la casa de Angelito Díaz, que está ubicada en el
Callejón de Hammel. Innumerables veces participé de aquellas memorables
reuniones, tomando café cubano desde la media noche hasta las seis o siete de
la mañana. Angelito ponía la casa a la disposición y aquello era conocido como
el “cuartel del filing”. Ahí se reunían todos los filineros, se ensayaba, se
creaba, se consolidaba un estilo, una
manera de hacer música diferente.
AP | Da la impresión
de que el filing transforma el bolero cubano y latinoamericano, a sabiendas
de que éste se establece desde la mitad
del siglo XIX. Recordemos que antes del filing, el bolero era considerado como
música de trío… y el filing viene a romper con eso y lo transforma en otra
música. En el filing podemos rastrear el jazz, el blues, “el spiritual”, sin
perder las raíces de la antigua trova cubana.
RT | Ellos se identifican conmigo por mi virtuosismo en la manera de
interpretar mi música… Eso que decís del
bolero tradicional, o sea la música de trío, es muy cierto, porque hay que tomar en cuenta que los
filineros eran “fascinantes” músicos y para sentarse a la par del Niño Rivera o
de José Antonio o de César , mi hermano, había que pensarlo. Ya no era el toque
del trío, era el toque filing, el toque
filiiiiiingggggg, con los acordes “moñosos”. Son acordes muy difíciles, que
están vinculados con el jazz y el blues, muy complicados. Pero a la vez con un
encanto formidable de la armonía entrelazada con la melodía… pero donde la
armonía es muy difícil de descifrar, muy enmarañada; por eso la llamábamos “la
moña”, y era un sinónimo de filing.
AP | Intentemos una
síntesis: ¿cómo definirías la música filing?
RT | El filing es el bolero romántico.
La más hermosa expresión del amor a través de la música, sin tomar en
cuenta con qué clase de instrumento. Aunque recordemos que en esos años era con
la guitarra; la prueba es que
comparándola con el resto de la música del mundo, el bolero vive, pervive y se
renueva. Podemos darnos cuenta de que hoy las nuevas generaciones cantan y
bailan muchos de los mejores boleros
filineros en la voz, por ejemplo, de Luis Miguel. Eso es maravilloso.
AP | Tu composición “Romance a La Habana” está considerada por la
crítica internacional y los musicólogos
como una pieza magistral. Se argumenta que es el máximo homenaje que un
compositor le ha conferido a una capital. Podrías contarnos acerca de su
gestación…
RT | En los días que íbamos con Hemingway a Cojimar creo que ahí empezó a
darme vuelta y vuelta esa composición. En un fin de semana fui con Ramoncito
Veloz, Tai Cuba, el Niño Rivera y otros
músicos. Fuimos después de haber tocado toda la noche en La Habana. Amanecimos en el Mercado de La Habana. Ahí
concurría la sociedad habanera, la costumbre era “tomar sopa china” en el
mercado y ahí encontrabas a señoras muy elegantes con sus vestidos largos y sus
pieles y los caballeros con trajes
refinados, todos ellos rodeados de los
chinos del mercado. Aquello era
una gran fiesta.
En esos días yo manejaba una alegría indescriptible. Vivía enamorado de
Cuba, de la hospitalidad de los cubanos, enamorado del ritmo, enamorado de las
mulatas, vivía en un estado de euforia increíble. Aunque me faltaba la plata,
me sentía un millonario, pues con una moneda de veinte centavos me alcanzaba
para comprar “una frita” que era un bistek envuelto en dos panes con mojo… y un
vaso de café cubano. Esa merienda me alcanzaba para todo el día. Esto en el
Colonial en Habana Vieja. Lo que te quiero decir es que toda esta vivencia me
fue insuflando esa alegría de la que te hablo. Sentía lo que me estaba
sucediendo y que yo estaba “en un paraíso encantado”.
Y entonces, cuando llegamos a Cojimar y después de escuchar a Ramoncito,
a Tai Cuba y al extraordinario músico que es el Niño Rivera, llegó un momento
en la mañana que yo miraba el cielo azulado que solo La Habana lo tiene, y
había palmeras y palmeras y sol…y empecé a tararear Habana, palmeras y sol,
paraíso encantado, Habana paraíso encantado en un marco de dulce ansiedad, yo
sentía una enorme desesperación… Habana paraíso encantado… Y al verte yo a ti…en
mi alma sentí renacer el amor el amor que he buscado sin fe… y en tus playas al
fin lo encontré…
Fue como una revolución interior… Era algo que se venía fraguando y sin
ningún esfuerzo brotaba. Y tomé la guitarra y los acordes fueron emergiendo con
una enorme soltura. A partir de ahí me di cuenta que tenía una brillante
composición. Estuve durante muchos días trabajando la melodía y la letra hasta
que pensé que la tenía terminada.
AP | ¿En qué momento das a conocer
Romance a La Habana?
RT | Tuvo varios pasos hasta que se estrenó. Como te digo, la suerte siempre
me acompañó. El primero que la escuchó fue el Niño Rivera y quedó asombrado.
Luego fui donde Adolfo Guzmán y él me ayudó a hacerle algunos ajustes
musicales. Y luego, cuando estuve cantando en La Campana conocí a Olguita
Guillot y a su hermana María Luisa Guillot, que también era una excelente
cantante. Con Olga hicimos una óptima
amistad y ella fue la que me llevó a cantar a Tropicana. Ella escuchó la
composición y se emocionó mucho. A los días me trajo la noticia de que Romance a La Habana, sería cantado por
ella en la programación de CMQ para la televisión cubana. La orquesta de CMQ,
bajo la dirección del maestro González Mantise, que era un músico sinfónico que
venía llegando de la Unión Soviética. El estreno fue espectacular, Romance a La Habana, tocado por una
gigantesca orquesta y nada menos que con la voz de Olga Guillot. ¡Dios mío, no
podía creerlo…!
AP | Habana, cómo es
conocida tu bella composición, tuvo
un auge inusitado. Rápidamente la
interpretan agrupaciones y es rastreada de cerca por importantes músicos…
Contanos como se da tu encuentro con el
notable jazzista cubano Paquito D’ Rivera.
RT | La primera vez que Paquito vino a buscarme a Costa Rica fue en los años
setenta. Desde entonces han pasado muchas cosas. La primera vez no me encontró
y, en aquel tiempo, el Ministro de Cultura de turno trató de que él se quedara
para que diera uno de sus famosos talleres de saxo y de clarinete y entonces se
dice que Paquito le dijo: “Me quedo solo si usted me pone en contacto con Ray.”
No se pudo, pues en esos días yo estaba invitado por otro país. El ministro
quería aprovechar la comunicación que tiene Paquito con los jóvenes músicos
sinfónicos, pero ya ves que no se pudo.
A los años, yo estaba establecido en San José. Tenía un bar por el
barrio Carit y Paquito llegó sorpresivamente a San José; en ese momento tampoco
pudimos encontrarnos, pues yo estaba fuera de la ciudad. Cuando regresé me
dijeron que Paquito me andaba buscando, y que esa noche tocaba con la Sinfónica
Costarricense en el Teatro Nacional y que estaría interpretando Romance a La
Habana. Imagínate. Esa misma noche lo visité en su camerino del
Teatro Nacional. En el momento de vernos nos fundimos en un abrazo fraternal y
a partir de ahí mantenemos una estrecha relación. En el diálogo que mantuvimos
me contó que desde muy niño estaba interesado por conocer al compositor de Romance a la
Habana. Habían pasado más de vientitantos años y ahí estábamos.
Con el paso de los años me pone en contacto con músicos de la talla de Arturo
Sandoval, ese extraordinario jazzista que también incluye Habana entre su
repertorio.
AP | Se podría afirmar
que Paquito D’Rivera es uno de los músicos contemporáneos que más ha ejercido
influencia para que Habana sea hoy en
día un clásico latinoamericano.
RT | Claro que sí, y yo estoy en deuda con él. Paquito se ha encargado de
grabar varios CD con Habana. Son unas
grabaciones de gran calidad, con unas versiones estupendas dónde él interpreta unos
apasionados solos con su maravilloso
tubo. En los conciertos que ofrece por todo el planeta tengo el privilegio
de que Habana está presente.
AP | ¿Algunos músicos y agrupaciones que interpretan Habana?
RT | Bueno, antes de Paquito D’Rivera otros músicos se habían sentido
atraídos por esa composición. Ya la habían llevado al acetato Los Chavales de
España, El Negrito del Batey, Bola de Nieve, La orquesta de René Hernández con
Tito Puente y, claro, también Olguita Guillot la seguía cantando con aquella
saudade pero a la vez con ese ritmo afrocaribeño. Habana se convierte poco a
poco en un clásico latinoamericano. Recientemente se han dado grabaciones de
muy alta calidad de la Sinfónica de Alemania, la Sinfónica de Buenos Aires, y
del cuarteto de jazz de Paquito D’Rivera acompañado de notables músicos contemporáneos. Por cierto, esta
grabación, que contiene otras composiciones latinoamericanas, estuvo nominada
al Premio Grammy.
AP | Ray, no somos
pocos los amigos que nos preguntamos en
diferentes ocasiones por qué no se puede
adquirir en el mercado discográfico tu música en casetes o CD. ¿Por qué vos con
esa privilegiada trayectoria no accediste a grabar tus creaciones para estar en
el mundo del disco?
RT | Quizá se deba a que toda la vida fuí un artista muy despistado. Y
también desinteresado. Vos sabés que le tengo mucho temor a la riqueza, al
dinero, a la plata. Nunca me ha llamado la atención. Por cierto, estando en
Nueva York, conocí a un médico alemán. Un día de tantos, después de tocar para
él y su familia, me dijo: “Ray Tico,
seguro que usted le va a cantar a la mafia de Nueva York. Tiene que tener mucho
cuidado. Cantele a la mafia, pero no les reciba dinero. Reciba a cambio otras
cosas: ropa, zapatos, encendedores, regalos, etc “Cante haya o no haya plata,
pero no se complique la vida.” Aquel consejo lo he puesto en práctica hasta el
día de hoy. Vos sabés que participo en muchas actividades socioculturales y
toco y canto haya o no haya plata. Me da
rabia y
tristeza ver a mis semejantes locos por la plata. A falta de dinero, he
tenido otras cosas esenciales: salud, amigos, y además algo muy importante: mi
realización como artista.
AP | ¿Cómo compositor vos necesitás momentos especiales para componer tus
temas? O sos de la clase de artista que tenés secretos, artilugios…
RT | Creo que la inspiración me llega por diferentes conductos ¡Dios mío! Te
voy a contar una anécdota de algunas de mis composiciones que hice en Nueva
York. Un día de tantos me enamoré de una muchacha puertorriqueña muy bonita y
simpática pero lo terrible era que ella estaba ligada a la mafia. Ella manejaba
un bar y era la jefa de cuatro hampones italianos. Ella montaba “la cama” y
ellos daban el finalazo. Imagínate, en uno de esos trances por cierto mataron a
dos de los mafiosos. De ella se enamoraban los mafiosos italianos. Eran amores
turbulentos y llenos de ignominia. Yo me enamoré de ella, pero canalizaba mis sentimientos haciéndole canciones. Por
ejemplo, le compuse “Solo para recordar”. Nos hicimos muy amigos y una vez la policía de Nueva York la tomó
presa por sus actividades ilícitas. Todos sus amigos se retiraron de ella, ya
se sabe que cuando se está en la cárcel no hay amigos. Yo continué
escribiéndole canciones y se las llevaba a la cárcel. Seguro que un día la
policía interceptó mis canciones y llegaron a buscarme a mi apartamento. Por
supuesto que encontraron guitarras, amplificadores, y las composiciones
dedicadas a la Dama. Después se darían
cuenta de que era solo un músico enamorado…
Para componer no tengo secretos. Solo tengo que estar enamorado unos
minutos de una bella mujer, de un paisaje, de la naturaleza… de la vida.
AP | Tu composición Puerto Limón tiene gran diferencia con
el resto de tus canciones. Si se quiere, tiene una estructura narrativa y es
música integrada con el ser costarricense. ¿Podrías contarnos algo de esa
canción que poco a poco se va a dando a conocer en los diferentes segmentos de
la población y que algunos grupos, principalmente los del Calypso la tocan por
los bares y calles de la ciudad de San José?
RT | En el año 1973, Hernán Garrón, mi amigo del alma –nos criamos juntos en
Puerto Limón, desde niños nos conocemos, figurate que él vendía hielo y yo
vendía helados–, siendo presidente de la junta directiva de JAPDEVA me invitó a
Limón. Me hicieron una serie de homenajes tanto los Rotarios, como el Club de
Leones; me otorgaron placas de reconocimiento. Todo muy bonito. El día que llegué
había una huelga de los estudiantes de secundaria y cuando ellos se dieron
cuenta de que yo llegaba suspendieron la
huelga y me recibieron cantando “Eso es imposible”.
Yo siempre he amado a Limón. Entonces me venía dando vueltas componerle
una canción a mi provincia. No quería hacer un bolero, pues se entiende que
Limón requería algo más, que tuviera una correspondencia con su rica cultura,
con su música, con su exuberante
folclore. Seguro que alguna vez que viajé en el tren “el Pachuco”, se me
fue iluminando la creatividad y ahí empecé a escribirla. En ella hago el
recorrido musical desde la salida del
tren hasta su llegada a San José. Utilizo una serie de voces limonenses en el
patúa de la provincia y voces del valle central, del lenguaje popular. Hago referencias al Rice and Beans, al Patí,
al pan Bon, al tren “el Pachuco”. A la estación de los negritos. A los
vendedores ambulantes. A las ciudades aledañas, Turrialba, Tres Ríos, Curridabat, Batán, Milla 28, Ochomogo.
A todo el asombro que producía
efectuar el viaje de Limón a San José. Por cierto, mirá las ironías y contradicciones de nuestra cultura, ahora
ya vos no podés hacer ese itinerario, solo queda la canción. Después la fui
trabajando y, tras año y medio, la tenía concluida. La canción es un poco
difícil de digerir pues dura unos veinte
minutos. Es anticomercial. Pero pienso que poco a poco se va dando a conocer.
Hay algunos calypseros limonenses como Johny Dixon que la interpretan en
versiones más cortas. También he escuchado que otros músicos nacionales se
están interesados por ella. En fin, ese
es mi homenaje a Limón.
AP | Además de Habana y de tantas otras composiciones que se han erigido en
cúspides de la música latinoamericana,
tu bolero “Eso es imposible” le ha dado vuelta al planeta. ¿Cómo creaste una
canción tan hermosa?
RT | Un día de estos me di cuenta que en muchas de mis canciones se me cuela
Jesús. Vieras que yo no le doy permiso,
pero él siempre está ahí . En “Eso es imposible” sale el nombre de
Jesús: “Es igual que arrancar de mi alma la fe en Jesucristo…”
Yo la compuse en el año 1956. La
que me inspiró fue Flory Navarrete, hermana de nuestro gran músico Paquito
Navarrete. Yo visitaba con mucha frecuencia la casa de ellos y en algún momento
ella se enfermó, y a la vez yo salía para Puerto Rico y Nueva York; entonces, a
manera de despedida, le dije: “Flory, me marcho para Puerto Rico… no me
pidas jamás que te olvide, porque eso es
imposible…” Ese es el inicio de la canción. Luego le estuve dando forma hasta que la terminé.
AP | No es corriente
que un compositor cuando ha escrito alguno de sus temas considere que éste vaya
a trascender. Pero de este bolero podemos afirmar que es una de tus
composiciones más escuchadas e interpretadas por músicos y boleristas de todo
el planeta.
RT | Es cierto lo que decís. Ya en 1970 el bolerista mexicano Marco Antonio
Muñiz la grabó con un arreglo maravilloso de Magallanes, bajo la dirección del
maestro Rubén Fuentes, que es el compositor de la “Bikina” y “Es un escándalo
dicen”; él fue el primero en grabarlo con gran éxito. Después de Marco Antonio,
la canta una gran cantidad de boleristas en todo el mundo y existen versiones
en diferentes idiomas.
AP | Ray, para finalizar, ¿podríamos afirmar ¿qué “Eso es imposible” es un
bolero filing clásico?
RT | Por supuesto, mi querido amigo. Como “La gloria eres tú”, “Sinceridad” y
“Rosa Mustia”, para nombrar solo tres piezas estelares del bolero filing
clásico…
[La
Habana Vieja, 2004.]
Organização a cargo de Floriano Martins ©
2016 ARC Edições
Artista convidado: Fred Svendsen (Brasil,
1960)
Agradecimentos:
Amirah Gazel
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de
séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
10 AGULHA HISPÂNICA (2010-2011)
A Agulha Revista de Cultura teve
em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio
Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011
restringiu seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha
Hispânica, sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012
retoma seu projeto original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano
Martins e Márcio Simões.
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