Julio Inverso fue un poeta virtuoso cuya
poesía es una geometría de sentimientos ontológicos, amorosos, decadentes, satíricos,
que dibuja por medio del lenguaje poético imágenes sorprendentes, que van más allá
del Surrealismo, y que se detiene, en una lógica singular, a tratar temas propios
de la esencia humana.
A diez y siete años de su desaparición
física no existe una «matriz» de lectura crítica que aborde los libros editados.
La poética de Inverso se puede encontrar en Cielo Genital (2000), sin embargo
dicho libro que salió a luz después de la muerte del poeta está incompleto, no importa
detallar aquí cuáles fueron los motivos para recortarlo. Si bien Cielo Genital
se constituye como la poética, elaborar
esa matriz crítica debería partir de una lectura horizontal de los libros precedentes,
buscando y hallando los temas y tópicos manejados.
Para contar algunos aspectos de la vida
y de la experiencia “existencial” del poeta Julio Inverso, se transcribirá fragmentos
de algunos textos. A saber, de la Tesis Doctoral
del investigador y poeta Julio César Aguilar,
(“BAJO EL PODERÍO DEL LENGUAJE. CAPACIDAD
TERAPÉUTICA DE LA POESÍA EN CUATRO POETAS DEPRESIVOS Y SUICIDAS: RAÚL GÓMEZ JATTIN,
RODRIGO LIRA, ÁNGEL ESCOBAR Y JULIO INVERSO” A Dissertation by JULIO CÉSAR
AGUILAR, August 2014, Copyright 2014); del testimonio del amigo y compañero, Marcelo Marchese, con quien Inverso compartió,
entre otras cosas, la brigada grafitera “Tristan
Tsara”, y que, Marchese, posiblemente haya participado del “Manifiesto” de la misma; y de la poetisa
María Gravina, con quien el poeta mantuvo
un vínculo de amistad y afectivo con ella en sus “inicios” como poeta. Para aclararle al lector o a la lectora, las negritas,
cursivas, y subrayados son realizados por mí con el objetivo de destacar ciertas
ideas o términos que considero relevantes.
Julio César Aguilar dice: “Julio Inverso nació en la calle
Cardal, en el barrio La Blanqueada, cerca del Hospital de Clínicas [11 de abril
de 1963], y crece, por consiguiente, en el seno de una familia conservadora de clase
media. Cuando Julio tenía aproximadamente diez años de edad, su familia se muda
al barrio de Palermo, en la calle Salto, donde se localiza la casa en la que todavía
sus padres habitan. Esa misma edad tenía en la época en la que también la dictadura
cívico-militar de Uruguay recién comenzaba…”
“De ahí la participación de Inverso en
la actividad graffitera, aunque de igual manera en su obra literaria deja constancia
del momento histórico posterior, como en el siguiente texto de crítica política
y social”:
“Hay democracia
cuando la gente elige cada cuatro años violencia y mentiras. Hay democracia cuando
la gente trabaja doce horas diarias por tres rupias y llega a su casa a drogarse
con televisión. Hay democracia cuando los banqueros tienen sus bunkers llenos de
billetes. Hay democracia cuando los niños cambian estampitas por monedas. Hay democracia
cuando los diplomáticos viajan a negociar el hambre y la masacre. Hay democracia
cuando inventan subterfugios para mantener a la gente sojuzgada. Hay democracia
cuando los cines van cerrando para instalar iglesias donde pueden verificarse delirios
colectivos. Hay democracia cuando la educación robotiza a los niños. Hay democracia
cuando se queman toneladas de papas porque “sobraron”. Hay democracia cuando destruyen
el planeta y después hablan de ecología. Hay democracia cuando la policía apalea
jóvenes en los recitales. Hay democracia cuando la mujer es de plástico y delgadita.
Hay democracia cuando ellos tienen todo bajo control”.
“Inverso, militante del trotskismo durante
su juventud, realizó sus estudios primarios en dos escuelas públicas diferentes,
y la secundaria con los curas jesuitas en el seminario del Sagrado Corazón, instituciones
en las que fue un alumno destacado. Inverso desde niño se sintió diferente a los
demás por un sentimiento de extrañeza que le impedía sociabilizar y formar parte
del mundo, y su timidez ya se había perfilado desde entonces. Los rasgos de su personalidad depresiva y limítrofe
iban entonces paulatinamente desarrollándose”.
“Inverso completó cinco años de formación
universitaria dentro de la carrera de Medicina,
pero dejó inconclusos sus estudios en 1987
—según se lee en la información biográfica sobre el autor en la solapa de “Papeles
de Juan Morgan”—, durante su sexto año de Facultad, cuando faltaba no mucho
para titularse. Su madre recuerda que ella y el padre no lo veían contento cuando
llegaba a casa —a veces incluso llorando— de la Facultad o del hospital, durante
ese tiempo en que cursaba la carrera universitaria, por lo que un día se reunieron
los tres y le preguntaron sobre el motivo de ese desapego y apatía hacia la Medicina.
Myriam Cueto (su madre) todavía se acuerda
del día en que se sentaron en la sala de su casa para discutir sobre el tema, y
de lo que hablaron ese día:
“Entonces yo le
digo: “Mira, Julio, si vos no te animás a decirnos que querés dejar Medicina, yo
te voy a decir con todo el dolor del alma que dejes Medicina si no querés seguir,
a pesar de que estás en sexto de Facultad”, y él dijo: “Sí, yo no quiero seguir
Medicina, me quiero dedicar…”, “¿y qué quieres hacer?”, le dijo el padre, “yo quiero
escribir, yo soy poeta…”, y el padre le contestó: “Muy bien, deja Medicina y dedícate
a escribir que yo te banco”.
“Por consiguiente, Inverso renunció luego
a la Medicina y se dedicó a escribir y a leer con regularidad. De hecho, escribía
casi todos los días, por lo que produjo una extensa obra literaria, tanto poética
como narrativa, pues indudablemente la labor creativa y por sobre todo la poesía
era para él, de acuerdo a Rivero Scarani, como “un ritual, un acto cotidiano como comer o lavarse los dientes; [e]ra magia y hechicería para conjurar los estados
del alma” que lo dominaban”, (Rivero Scarani, Federico. “Los pétalos salvajes de Julio Inverso.”
“Agua salvaje y Los furiosos pétalos de
la muerte”. De Julio Inverso. Montevideo: Vintén Editor, 2007. Impreso.)
“El narrador protagonista de “Papeles
de un poseído” relata los motivos por los que renuncia a la Medicina:
“Yo estaba cursando
quinto año y tenía que ir todas las mañanas al Pasteur. Hacía el semestre de médica
en una sala sucia, sin ventanas, sin enfermeras y superpoblada de enfermos que hacían
sus necesidades en la cama. Todo eran llantos y gritos. Además, por un problema
administrativo que nunca logré comprender, me hallaba entre gente desconocida (a
los estudiantes me refiero), había perdido a los compañeros de mi generación y no
podía insertarme en este nuevo medio. Todos los días me costaba mucho levantarme
y encarar ese hospital y esa sala. Cuando iba llegando, en el ómnibus, me empezaba
a doler la cabeza tenía mareos y náuseas. Terminé abandonando los estudios”.
“Posteriormente, el narrador menciona
que se percató que la única gente valiosa que conoció en la facultad, también había
renunciado a la carrera de Medicina. Según él, sólo los estudiantes sin escrúpulos
lograban finalizar los estudios y titularse. Por lo tanto, la percepción “muy romántica” que tenía el protagonista
sobre la práctica de la profesión, no correspondía en nada con la realidad. Por
el pasaje de arriba, se infiere que Inverso
estaba experimentando una depresión enmascarada, ya que el cuadro clínico estaba
expresado por sintomatología física en vez de la psicológica, aunque en otros momentos,
de acuerdo a los comentarios de sus amigos entrevistados y a algunos episodios de
su obra, sí mostraba los síntomas clásicos
de un trastorno depresivo: sentimiento de tristeza y desesperanza, retraimiento,
falta de concentración, etcétera”.
“[P]ero mi conocida
locura hizo que el hechizo se rompiera. Cassandra, un día, sin que mediara el más
mínimo obstáculo, empezó a quejarse de que mis manos estaban frías. Mis manos que
la habían enloquecido ahora le resultaban repugnantes. No quería que la tocara […]
Cassandra y yo íbamos caminando hacia la parada. Ahora te dejo, no me ves más. Ni
llorando de rodillas pude despertar la menor piedad en ella. Fue un espanto. Se
tomó el 427 y no me saludó por la ventanilla como solía hacerlo”.
“En este pasaje citado se observa mucho
humor negro, involuntario o bien absurdo, no obstante la locura que menciona la voz narrativa corresponde en realidad a la
depresión y a los trastornos de personalidad que padecía Inverso, perturbaciones
mentales exacerbadas por el abuso de drogas y el consumo consuetudinario de alcohol.
Aunque reconozca el autor que el motivo del rompimiento fue su insania, poco hizo
Inverso para tratarla adecuadamente por medio de un recurso psicoterapéutico eficiente
que lo impulsara a modificar conductas aprendidas de autodestrucción, así como tampoco
le dio un seguimiento adecuado al tratamiento farmacológico que recibía. No se sabe
con exactitud, sin embargo, qué medicamentos prescritos por el médico tomaba, aunque
dentro de su obra se menciona al diazepam, Limbitrol y Romilar. En el párrafo citado con antelación, el personaje
señala que su novia se quejaba de que él tenía
las manos frías, lo cual es un síntoma que puede presentarse en la depresión y en
los trastornos de ansiedad generalizada. Por consiguiente, esa molestia pudo
haberse tratado de diaforesis, expresión
médica que se utiliza para referirse a una sudoración desmesurada, que cuando no
es normal, meramente fisiológica, debido al resultado de la actividad física o a
una respuesta emocional o psicológica, puede deberse también al uso de algunos antipsicóticos
o ser un efecto de las anfetaminas. Cabría preguntarse entonces si Inverso ya desde
esa época consumía ese psicoestimulante. De hecho, durante sus últimos años de vida,
el poeta entremezclaba sus medicamentos con la ingesta de alcohol y las drogas (marihuana,
cocaína, anfetaminas)”.
“Entre los paraísos ciertamente artificiales de la marihuana, la cocaína, las anfetaminas
y de cualesquier otra droga más, Inverso deambulaba como un poeta radiante en la
oscuridad de sus días. Los últimos meses de su vida, el escritor sobrevivió bajo
el absoluto dominio de la droga y el alcohol. Con su actitud de poeta maldito, Inverso creó una notable obra
literaria desde una perspectiva artística, pero a expensas sobre todo de ir proyectando
su propio aniquilamiento. Consciente de su condición mental, pareciera que el poeta
no se comprometía consigo mismo para encontrar la sanidad posible que lo librara
de su desplome; más bien, por conocida, a la locura se aferraba, como lo expresa
la voz narrativa del siguiente fragmento”:
“Estar loco te da
ventajas. empiezas a darte cuenta de quién está realmente loco. En realidad, todo
el mundo está loco. Si te has vuelto loco por exceso de drogas, no puedes reprocharle
a nadie. Si te has vuelto loco por amor, quéjate ante un tribunal. Si estás loco,
puedes ver todo como si realmente no estuvieras aquí”. (Inverso, Julio. “Papeles de un poseído”.
Montevideo: Vintén Editor, 2009. Impreso.)
Marcelo
Marchese cuenta en un breve artículo algunas experiencias vivenciales
con el poeta: “Aunque aún no escribiera, supe que
me hallaba frente a un poeta cuando conocí a Julio en el otoño del 86. Su habitación,
en un altillo, tenía las cuatro paredes cubiertas de libros, incluyendo la puerta
biblioteca que daba a la azotea con vista al mar y al inmenso cielo del barrio Palermo
de aquella época”. (“Recordando a Julio Inverso”, UY.PRESS,
17/04/2015). Y continúa diciendo: “Adornaban la pieza una cama, una sillita, un pequeño
escritorio de metal con un eterno mate apoyado encima y un tocadiscos donde sonaba
La pasión
según San Mateo o David Byrne. Con los años, al lado del mate y el tabaco
se ubicaría una máquina de escribir Olivetti color crema, con la cual escribiría
toda su literatura”.
Sigue Marcelo Marchese
refiriéndose al poeta: “En una reunión habrá siempre un personaje carismático que de alguna manera
ocupe el centro e inspire a los demás. Normalmente es alguien locuaz o divertido.
Julio ejercía ese poder casi sin hablar”.
“En esos años Julio ya poseía el corpus poético que más tarde exhibiría con
inigualable destreza. Debemos suponer que lo había incorporado naturalmente, sin
esfuerzo ni método alguno, aunque es preciso señalar que el alma secreta de aquel
tejido maravilloso no fuera otra que el hilo negro del sufrimiento”. (…) “Mas el sufrimiento y la lectura,
por más intensos que fueren, no bastan para crear un poeta. Se necesita también
de talento y eso era algo que nuestro amigo prodigaba a manos llenas”.
En lo que se refiere a su manera de escribir, no de su “estilo”, que es otra cosa, la cual depende
de circunstancias históricas, culturales, económicas, etc., sino a cómo escribía.
Esto lo narra Marchese: “Su día no estaba justificado
sin una página, o al menos, todos los días buscaba escribir un poema y esto normalmente
se lograba con el uso de alguna sustancia. Todo lo que había en la vuelta fue consumido
a su turno por el poeta: descontando el mate, el vino y la cerveza: marihuana, cocaína,
codeína, talasa, dextrometorfano, anfetas, sal de anfetas, akineton (un veneno),
hongos y LSD”
“El lector erraría en las sombras si imaginara que buscaba estas experiencias
para tener ideas sobre las cuales escribir. El único, sano y exclusivo propósito
era pasarla bien, lograr cierto equilibrio, o eventualmente, mitigar el sufrimiento
para llegar a ese estado de ánimo sin el cual es imposible inspirarse. Logrado esto,
el texto salía como si le fuera dictado por fuerzas extrañas”.
Aquí, Marchese, hace referencia a uno de los tantos ítems que
para Julio Inverso consistía en la realización y producción del poema: “fuerzas extrañas”. El poeta afirma en el
libro “Cielo Genital”, en el cual se constituye
en una de sus secciones como la Poética
del autor: h)
“El don de crearla depende de potencias superiores que atraviesan el poeta en el
momento en que se reúnen dos condiciones: la predisposición y la fortuna”.
Marchese se refiere a “fuerzas extrañas” que le “dictan
el texto” al poeta, mientras que Inverso
valora, que, cuando se escribe poesía, hay un “don” que depende de esas “potencias superiores”.
La idea es la misma, simplemente cambian algunas palabras. La diferencia estriba
en que Marcelo Marchese se refiere al consumo de drogas de manera que: “El lector erraría en
las sombras si imaginara que buscaba estas experiencias para tener ideas sobre las
cuales escribir. “El único, sano y exclusivo
propósito era pasarla bien, lograr cierto equilibrio, o eventualmente, mitigar el
sufrimiento para llegar a ese estado de ánimo sin el cual es imposible inspirarse.
Es
contradictorio lo que expresa, porque en definitiva esas “experiencias para tener ideas sobre las cuales escribir”, son el “motivo” o la búsqueda de la “inspiración”
para la creación diaria de la producción literaria gracias al consumo de alguna
sustancia. En cambio, Inverso, en ningún momento se refiere a las drogas como motivadoras
de su producción poética, al menos en “Cielo
Genital”.
Siguiendo con diferentes testimonios, he aquí el de la
poetisa María Gravina: “Como
persona, Julio era una especie de niño encantado. Acostumbraba llamar por teléfono
a cualquier hora de la madrugada para leernos los poemas que siempre encontré muy
buenos. No recuerdo haber compartido con él tertulias literarias ni talleres; sí
le dábamos nuestra opinión, y cuando me invitaban a leer mis poemas a algún lugar,
yo le daba participación a él con sus obras en mis recitales, porque no era muy
conocido. Mis opiniones sobre sus textos eran críticas, ya fueran de admiración
como de aspectos que no me gustaban, y él escuchaba de buena gana las opiniones.
Al principio —como ya dije—, cuando me invitaban a leer poemas en bares, yo lo invitaba
a compartir lecturas”. (“Efigie de
Julio Inverso. Evocaciones de María Gravina”. Julio César Aguilar, junio 7,
2016, “Carruaje de pájaros”, revista on line).
Y continúa recordando: “En
cuanto lo conocí dijo que se había tratado de suicidar, y, más adelante, ya cerca
del final me contó que lo había intentado otra vez pero yo no le creía. Dijo que
se había tratado de suicidar con pastillas, que él llamaba “bolos”, [“bolas”, se
le llaman a las pastillas] Yo no creía que realmente tuviera un instinto suicida.
Era una actitud negadora por mi parte. Aunque en sus últimos tiempos andaba siempre
en busca de estimulantes y sin dinero. Sé que buscaba drogas y no tenía dinero porque
él lo decía y lo repetía. Al final, eso sí era algo que molestaba. Sin embargo,
la obra de Julio tiene una magia sin igual, por su arte, su belleza”.
Personalmente, considero que Julio Inverso fue cayendo al vacío
tanto por el consumo de drogas como su supuesta “enfermedad psiquiátrica”; a eso se le debe sumar su “inactividad”, es decir, su pasividad en
cuanto a que no trabajaba ni estudiaba. Así los días y las noches pasaban, y su
alma, se deterioraba in crescendo, hasta
caer en estados de depresión, o de hiperactividad, sobre todo cuando consumía alguna
sustancia. María Gravina habla del individuo
devenido a poeta, un poeta joven y “maldito”:
“A Julio le gustaba impresionar. Hasta la
muerte. Pero no dar lástima. De eso se defendía con sus poemas que regalaba. Yo
tenía un cassette grabado por él con música, cuentos, textos ajenos y poemas. Recuerdo
su apego a la gente, sus enamoramientos, su aspecto siempre igual, vestido de oscuro…”
(…) “también Julio impresionaba a través de
su conversación, con sus historias de suicidios, con los cassettes que grababa,
con su sobretodo negro. Trataba de impresionar con los manifiestos que escribía,
por ejemplo. Y por otro lado, también era un muchacho común en los encuentros más
íntimos. Creo que él se veía a sí mismo en son de espectáculo. Tal vez en su obra
se note eso, cuando se mira a sí mismo como Morgan, o cuando grabó una historia
de la Torre Maladetta, o con un altercado que tuvo con un amigo. No es que hiciera
payasadas, era su forma de contar su vida. Él se veía como un maldito o como un
surrealista de manifiestos”.
Se infiere de las palabras de la poetisa
que Inverso se manifestaba con un aire narcisista,
como un maldito, propio del individualismo
romántico. En una entrevista realizada por Julio César Aguilar al poeta Juan Ángel Italiano, este último se refiere
a la personalidad de Inverso cuando convivió con él y con Rivero Scarani en Maldonado: “Para mí,
la única explicación que doy, es que había un choque entre los dos Julios, entre
el personaje ficticio —ficticio no, porque era un personaje real—, entre el personaje
reventado de la noche y el tipo más sencillo, más tranquilo. Un tipo que en ningún
momento sacó a relucir nada, en la primera noche lo llevamos a un boliche, lo llevé
al boliche más rata de Maldonado, “para que se sienta cómodo Julio”, y lo tuvimos
que traer y llevar de vuelta para la casa y dejarlo, “acóstate a dormir, “ay, estoy
cansado, hoy caminé mucho”. Otros días no salía, o sea de día salíamos a caminar,
comprábamos el mate, a recorrer el barrio, para acá para allá, estuvo” recitando,
y si él llegaba ya cansado de la noche, se acostaba a dormir, tranquilo”. (…)
“Después yo empecé a hilvanar cosas, ¿no?,
y me di cuenta de que había dos personalidades. Después estaba la que yo creo ellos
conocen, la de la noche, donde vivía como un demonio… “oh, oh, un personaje”. Pero
el tipo no era así. Eso era un personaje, y no me preguntes por qué cuando él estuvo
en Maldonado la pasó tan bien: sin la presión de que nadie lo conocía, nadie lo
saludaba, no fuera nadie, y nosotros no le dábamos alas tampoco. Estuvo días, el
tipo, bárbaro”. (“Entrevista a Juan Ángel Italiano”, Julio César Aguila, Op Cit.)
Siguiendo con el testimonio de María
Gravina, se muestra otra faceta del poeta: “A
Julio lo recuerdo vendiendo libros en la calle, aunque también trabajó vendiendo
fuegos artificiales para las fiestas, y en el hipódromo, recogiendo apuestas o algo
así. Pero su ser poético era tal que escribía unos textos maravillosos, como el
de las brujitas de cara azul. Un poema suyo que distribuí mucho se llama “Matando
perros”. Aún me lo imagino andando por las noches sin un peso para tomar un ómnibus.
Él hablaba de esas caminatas, y yo lo imaginaba como en una película: caminando
bajo cielos oscuros o iluminados, con las manos en unos bolsillos que en lugar de
monedas tenían poemas”.
Inverso, de quien Elvio Gandolfo una vez dijo que “es el poeta más complejo y vigoroso de la literatura
uruguaya más reciente”, había nacido el 11 de abril de 1963, decidiendo terminar
con su vida un día jueves 7 de octubre de 1999, un par de meses antes de que finalizara
el milenio. Durante el último año de su vida, Julio sostuvo una estrecha relación
de amistad con Federico Rivero Scarani,
tras conocerse durante un encuentro de poesía que se realizaba en un boliche. Allí
Rivero Scarani le hizo algunas preguntas a Inverso sobre su libro “Agua salvaje”,
mismas que le fueron contestadas enseguida. Este primer acercamiento sería el inicio
de una amistad entrañable que duraría hasta la muerte de Inverso. Esa misma noche
compartieron una cerveza —y aun antes también cocaína en el baño, la que fue ofrecida
por Inverso a Rivero Scarani— mientras conversaban, y al salir del boliche Inverso
lo invitó a ir a su casa para continuar charlando y bebiendo. Ya en su casa, Inverso
le estuvo leyendo poemas y material inédito por esas fechas. A partir de ese momento
los dos poetas se verían casi prácticamente todos los días. Rivero Scarani iba mucho
a la casa de Inverso, aunque también este iba a la casa del otro, y en varias ocasiones
también fueron juntos a lecturas de poesía o a eventos relacionados a la literatura.
Ambos poetas compartían una estética muy similar, sus gustos musicales también eran
muy afines, y de hecho su sensibilidad literaria y su personalidad, así como su
forma de vida, los unía naturalmente a los dos. Tiempo después, Rivero Scarani le
dedicó a Inverso una prosa poética titulada “Las
Ideas”, que se incluye en “Atmósferas”,
libro publicado en el 2000:
“Los hombres son
galeotes de la nave redonda que boga por el infinito implacable. Reman y reman dando
vueltas en el mismo mar. Están encadenados a sus ansias, al deseo sublime o abyecto,
blasfeman o ruegan la gracia de un dios. La nave flota en el mar oscuro sin viento,
mientras los remeros continúan viéndole la cara a la muerte. La fuerza es el tiempo
que doblega voluntades; y bogan y naufragan y giran como hojas cuyo torbellino es
la tiranía del poderoso. Uno de ellos, filósofo, observa que las ondas más próximas
a la nave son rápidas, que a unos metros son más lentas y puede observarlas, y que
aquellas ondas lejanas se perciben con más intensidad; y piensa que así son las
ideas humanas: las más cercanas fluyen muy rápido y apenas se pueden aprehender
(son los pensamientos constantes), las ondas un poco más allá son las ideas que
se instalan y se reflexionan pero que a veces escapan por las ondas más cercanas
y entonces la reflexión cesa. Pero aquellas ondas aún más lejanas que se mecen suaves
son Las Ideas que verdaderamente se mantienen impávidas, incontaminables, son aquellas
que sólo el poeta o el filósofo pueden contemplar; la nave sigue bogando y los hombres
son galeotes de un destino incierto”.
Julio César Aguilar, además de ser un poeta e investigador
literario, es Médico, y su conocimiento sobre la Medicina le ha permitido “explorar” en las características de las
patologías psiquiátricas. Aquí da su visión con respecto al final infausto de Julio
Inverso: “En el artículo, “De la melancolía
y la mors voluntaria”, de Ramón
Andrés, se suscribe que el término suicidio
es un neologismo que se utiliza por primera vez en Religio Medici —título traducido al español
como La religión de un médico—,
de Thomas Browne, (1605-1682). Escritor inglés. Las obras suyas manifiestan sus
vastos intereses en distintas disciplinas como la ciencia, la religión, la medicina
y el esoterismo), obra cuya impresión corresponde a 1642. El vocablo procede del
latín y consta de dos partes, que son sui
(de sí mismo) y caedere (matar).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los principales factores de riesgo
para que un individuo cometa suicidio son las enfermedades mentales, principalmente
la depresión, la esquizofrenia y el alcoholismo, así como el abuso de sustancias,
tener intentos previos de suicidio, padecer de enfermedades físicas crónicas y dolorosas,
sufrir de discapacidades, pertenecer al género masculino y adolecer de una baja
tolerancia a la frustración, aunada a la impulsividad”. (Julio César Aguilar,
Op. Cit.)
Y continúa contando el final de Julio
Inverso: “Todas esas condiciones anteriores
las cumplía de forma cabal Todas esas condiciones anteriores las cumplía de forma
cabal Julio Inverso (Montevideo, Uruguay, 1963-1999), pero sobre todo, poeta romántico
en todas sus acepciones. Aunque en realidad no tuvo ningún padecimiento ni discapacidad
físicos, Inverso sufría de depresión y de trastornos de la personalidad a los que
no pudo sobreponerse incluso con tratamiento psicológico y médico. Junto a la insuperable
adicción a las drogas y al alcohol, sustancias que en gran medida contribuyeron
a su lamentable desenlace, finalmente el poeta se suicida ahorcándose con una sábana,
al colgarse del techo del patio, a un lado de su habitación —altillo que por algún
tiempo disciplinas fuera el espacio de reunión de los integrantes de la Torre Maladetta—,
tras haber llevado a cabo algunos intentos previos. Así, en un poema sin título,
de entre varios otros por supuesto, Inverso alude a la muerte, insinuando el método
que utilizaría más tarde para suicidarse:
“no sé cómo voy
a morir ni cuando
pero el color de
mi muerte
lo sé sin dudas:
marrón
el más difuso
el más pío
la peor mezcla de tonos”
En lo que importa
reparar aquí, es en el color que el sujeto lírico le asigna a su muerte, como anticipándose
a los hechos reales. El color de su muerte será marrón, según afirma el poeta, y bien se sabe que en algunos
casos ésa es la tonalidad que adquiere el rostro del suicida por ahorcamiento, debido
a la cianosis que se manifiesta en los tegumentos por la hipoxia, y después por
la anoxemia producida ante la oclusión de las vías aéreas y de la compresión del
flujo sanguíneo de las arterias carótidas y vertebrales, así como de las venas yugulares.
Es decir que, dependiendo de varios factores, la coloración de la cara puede ser
cianótica (marrón, para los efectos del poema) al ir cesando la circulación de sangre
oxigenada, o ya sea también por la obstrucción respiratoria a causa de la retropulsión
de la lengua a nivel de la laringe y del esófago que impide el tránsito del aire
a los pulmones”. (Julio César Aguilar, Op. Cit.)
Para ir finalizando con los aspectos
vivenciales de Julio inverso, también se finaliza con un discurso sobre su muerte
en octubre de 1999 por parte de Federico Rivero Scarani: “…para mí, en lo personal, él se aburrió de la vida. Creo
que se aburrió. Llegó a un momento en el que tocó el techo, que llegó a un éxtasis
determinado o conoció los éxtasis determinados, y en un momento, en una mañana se
levantó y fue el día fatal. Hay un poema que dice que su muerte va a ser de color
marrón, y lo encontraron muerto, ahorcado, sin motivos aparentes, de un día para
el otro, sin saber por qué, sin haber tenido una crisis nerviosa anteriormente o
haber pasado por un estado compulsivo; no se le ha reconocido eso en ningún momento,
entonces fue algo espontáneo, por lo visto, desde que se levantó y se dijo: “Hoy
termino de vivir”, y se mató”. (“Entrevista a Federico Rivero Scarani”. Julio
César Aguilar, Op. Cit.)
INFLUENCIAS MUSICALES Y LITERARIAS
Se ha dicho que la estética de Inverso rozaba «lo gótico» o el grunge, la
música del alma desencantada, porque sus gustos musicales apuntaban entre otros
a Sisters of Mercy, REM, o David Bowie (más bien glam que los anteriores), Legión
Urbana, Kurt Cobain, Talking Heads, Ian Curtis, Lou Reed, Cerati, The Cure, Lennon,
REM, Joy Division, Morrisey, The Psychedellic Furs, entre otros, pero también su gusto musical incluía
a compositores de música clásica entre
quienes se encuentran Tchaicovski, Strauss, Rimski, Beethoven, Vivaldi, Bach, Mozart,
Debussy, Ravel, Bartok, Prokofiev, Stravinski, Brahms, Wagner y Handel, Antonio Vivaldi, a Johannes Brahms, y
la música “popular” de Alfredo Zitarrosa y a otros músicos. Aunque se tipifiquen
en estilos diversos y convergentes, lo destacable es que la música influyó en su
poesía, al igual que el video clips y la Literatura, evidentemente. Sobre la importancia
de la música en su quehacer artístico, es el propio poeta quien lo aclara en una
entrevista inédita, realizada por Eduardo
de Lima alrededor de 1998:
“En cuanto a la
música, creo que es fundamental, siempre leí con música (se rayó el disco) y siempre
escribo con música también. A la gente que acusa que en mi poesía hay mucha música
les digo que eso es inevitable porque la música es mi mayor fuente de inspiración,
más allá de cualquier otra cosa que pueda agarrar en el momento en que estoy escribiendo.
Lo que estoy oyendo, es decir, el oído, para hacer un texto sobre todo la literatura
poética en prosa, es difícil, hay que tener oído; yo me manejo por ese canon, la
música”.
“Por lo tanto, en la obra literaria de Inverso
se hace patente, además de su amplio conocimiento y cultura sobre la música, la
gran capacidad auditiva musical que poseía, principalmente a través del ritmo y
la cadencia que deviene del acertado uso de los acentos prosódicos”. (“BAJO EL PODERÍO DEL LENGUAJE. CAPACIDAD TERAPÉUTICA DE LA POESÍA EN CUATRO
POETAS DEPRESIVOS Y SUICIDAS: RAÚL GÓMEZ JATTIN, RODRIGO LIRA, ÁNGEL ESCOBAR Y JULIO
INVERSO” A Dissertation by JULIO CÉSAR AGUILAR, August 2014, Copyright 2014).
Gran lector de Dostoievsky, de Onetti, a quien consideraba
un poeta y no un narrador, de los Surrealistas, que de alguna manera incidieron
para encontrar su estética y posteriormente su poética. Un realista «psicológico» como Dostoievsky que anima a sus personajes desde una posición romántica,
un decadente en la visión del hombre urbano como Onetti; la escritura automática con sus consecuentes imágenes “irrisorias”,
o “absurdas” de los surrealistas, quienes,
encabezados por Breton, renovaron la poesía
moderna. Tanto ha sido su influencia que el poema «Otros peces de existencias arácnidas» (Más lecciones para caminar por Londres”), está basado en el título
del poema de Bretón «Pez soluble». Es
evidente que la etiología de sus fuentes deberían rastrearse en diferentes manifestaciones
culturales. La saga de las «brujas azules» en Agua salvaje (Ediciones Imaginarias,
1995) según el autor «nació de un sueño»; estas palabras me las expresó cuando le
pregunté el porqué de sus existencias. Los ogros, las niñas de cabellos naranjas,
los fantasmas, adquieren la impronta de leyendas cuyo gusto se remonta a los románticos,
así como el vampirismo apreciable en «Matando
Perros» (Falsas Criaturas, 1992) o «El sepulturero Ramírez». Estos últimos poemas en prosa son narrados
por un yo interno, es el personaje quien fabula, el alter ego de Inverso. La leyenda
y el mito comparten un terreno semántico que sólo el tiempo podrá definirlo.
Este es otro aspecto etiológico para ir compaginando esa matriz de lectura crítica.
Se debe atender, sin dudas, a la influencia; de alguna manera estos aspectos detallados
arriba lo indican.
“En cuanto a sus
influencias literarias, por ser un lector asiduo de esos autores, destacan ciertas
obras de Kafka, Dostoievski, Artaud, Baudelaire, Jack Kerouac, Anaïs Nin, Rimbaud,
Cesare Pavese, Proust, Maiacovski, Robert Musil, además de otros. Entre sus lecturas,
habría que destacar también a la de los románticos Alemanes”, (Julio César Aguilar, Op. Cit.).
POÉTICA
En cuanto a su POÉTICA, Inverso consigna:
“El lenguaje nos
fue dado como vehículo para establecer un puente aéreo fulgurante desde las cavernas
de un ser a las de otro ser. Expresión de emociones sagradas, pensamientos sagrados
y de toda cosa salida del corazón y destinada a otro corazón. La confesión hecha
desde la zona más pura e incontaminada del alma para provocar, siempre, la risa
gozosa y el llanto profundo. La palabra será
conmovedora o no será”.
(Inverso, Julio. Falsas criaturas:
Diario de un agonizante y Vidas suntuosas. Montevideo: Vintén Editor, 2004.
Impreso.)
Para el investigador mejicano, Julio César Aguilar, la poética de Inverso consiste en que: “La poesía es para Inverso un recurso idóneo para establecer un diálogo
con el otro, con su lector, incluso consigo mismo, al revelar sobre todo su emoción
y pensamiento como un acto espiritual, en donde la intensidad de lo expresado (“la
risa gozosa y el llanto profundo”, sinécdoques que corresponden a la euforia y a
la tristeza), es el estímulo y también el cauce de toda confesión autoral. De esa
manera, como subraya el psiquiatra Edmundo Covarrubias Berríos, los afectos, que
pueden derivar en depresión o manía, son el sustento de la creación artística”,
(Julio César Aguilar, Op. Cit.).
Con respecto al “lenguaje poético”
y al estilo del poeta, se citan palabras
de Octavio Paz: “El lenguaje del poeta nace de su comunidad, de su pueblo o ciudad. El
poema se alimenta de lenguaje vivo de dichos lugares, de sus mitos, sus sueños y
sus pasiones, esto es, de sus tendencias más secretas: lo atávico, el ideal de un
pueblo, sus símbolos, su Naturaleza, sus escritores, poetas y pensadores, del clima,
de su historia, de sus triunfos y frustraciones, etc. “La esencia del lenguaje es simbólica porque consiste en representar un elemento
de la realidad por otro, según ocurre con las metáforas. La Ciencia verifica una creencia
común a todos los poetas de todos los tiempos: el
lenguaje es poesía en estado natural”. (Paz, Octavio, “El arco y la lira”).
Y en cuanto
al estilo del poeta, en este caso de Julio
Inverso, que se caracteriza por la influencia de varias fuentes como la música rock
(y sus variantes), la lectura de escritores arriba mencionados, y el uso de la “imagen” propia del video clip de la década de los ochentas y noventas divulgado por MTV,
se puede considerar que es, el estilo,
propio de una época. A saber, Octavio Paz
reflexiona sobre el mismo, se parafrasea lo que consigna en su obra “El arco y la lira”: En cuanto al estilo se puede concebir como la
configuración común de un grupo de artistas
o de una época para elaborar una obra artística: el barroco, el clasicismo, el romanticismo,
el surrealismo, etc. El estilo se constituye en intento creador, y por eso mismo
todo artista pretende e intenta trascender ese estilo de su época o histórico. Cuando
un poeta adquiere un estilo, una manera, deja de ser poeta y se convierte en constructor
de artefactos. El poeta no tiene estilo, este se da en el tiempo en el que se crea
la obra. Por lo que se produce una unión entre tiempo y estilo. Todo estilo es parte
de la Historia y todas las cosas de una época,
sus obras más desinteresadas están empapadas de historia, o sea, de estilo.
Los estilos cumplen un ciclo se diría que vital: nacen, crecen y mueren”.
También en “Cielo Genital” (Edit. Arca,
Montevideo, 2001), el poeta se refiere a la poesía en varios ítems:
a) “Los poetas inventaron la primavera (…) Hablan de estar
habitados por faunos fabulosos, por símbolos, por muertos”.
b) “Todo poema es
una puerta hacia una nueva región del espíritu, antes inexplorada”.
f) (…) “La hago
porque es mi trabajo, mi sencilla masturbación. L hago para escapar de la confusión
y de la chatura,…”
h) “El don de crearla
depende de potencias superiores que atraviesan el poeta en el momento en que se
reúnen dos condiciones: la predisposición y la fortuna”. [leer el poema «Baile de soñadores» (“Milibares de la tormenta”, 1996)].
i) “A la vez que emocionar, la poesía debe generar consciencia…”
j) “La poesía es una actividad liberadora, un acto genial
de liberación, de romper cadenas: prejuicios, escamoteos, lugares comunes de la
comunicación”.
i) “La poesía no es letra escrita. La letra escrita muere
en las estanterías. La poesía no es el laurel, el recital, el librito, la conferencia.
Es una postura ante la vida, un emblema, una ley que rige secretamente el universo”.
ENTRE EL MITO Y LA EXISTENCIA
La publicación de “Más lecciones para caminar por Londres” de Julio
Inverso (Vintén Editor, 1999) ya habla de un poeta de la «nueva promoción» de fin de siglo que tiene un lugar asegurado en las
letras uruguayas. Este poemario consta de 29 poemas que tienen como tema central
a un yo poético contemplador y protagonista en un contexto ciudadano que por momentos
adquiere el ropaje de la alegoría de origen mítico; los personajes son víctimas
de un sin sentido existencial, están engañados en su libertad, carecen de espiritualidad
y el individualismo es un espejismo que les hacen creer; simplemente se mueven como
engranajes que ellos hacen funcionar para que esa «piedra gigante», objeto de adoración y alineación, gire junto con ellos
absorbiéndoles la energía vital y espiritual. «Los peces de existencias arácnidas» son la mutación ni más ni menos
que la del ser humano privado de su verdadera condición y esencia humanas. Este
poema en prosa se convierte en la alegoría acerca de la sociedad actual, quizás
satanizada porque lleva «la cifra de luzbel»:
“Los esclavos giran
alrededor de una piedra gigante, jeroglífica, pulida y pesada como el sentido de la vida. (...) en una
antigua biblia que un dios ebrio dictó a un amanuense consta la suerte y la rutina
de esta raza condenada y de la privación absoluta de todo ejercicio del espíritu
y signos plenos de individualidad”.
(«Otros peces de existencias arácnidas»).
El poeta es testigo de la mecanización
de la modernidad o posmodernidad, un tópico
que es constante en la literatura de los siglos XIX y XX. Inverso hace destreza
del poema en prosa, «género extraño y difícil
de manejar» (Roberto Appratto), sin
embargo las imágenes, el ritmo, el asunto y la adjetivación llegan al paroxismo
en un fluir constante, a «velocidad», desbordante y cromático que se yuxtapone dando
lugar a una estética poco usual en la poesía uruguaya. Lo apocalíptico y decadente
no faltan como motivos de inspiración convirtiéndose en constantes en varios poemas
de este libro:
... cadáveres en
las galerías de ropa importada
cadáveres en los
parques
cadáveres de matronas
y de niños
cuando nos cruzamos
me pediste un cigarrillo
con un gesto
te di uno y lo encendí
caminamos junto
por el centro
no medió una palabra
miré tu mentón arrogante
se desplomó un pedazo de un edificio
la devastación proseguía”.
(«Paisaje después de la bomba»)
Las alusiones intertextuales (sobre todo
por medio del relato mítico), el humor y la sátira, también constituyen estilísticamente
maneras representativas de su configuración poética. Su poesía resulta «pictórica», es decir, busca la imagen para
el referente sea a través de la metáfora o de la comparación:
“Disecas mis nervios
con tu bisturí/ eres así/ como una
pequeña ardilla en la espuma de los árboles”.
[...] “quiero tener desafortunadas experiencias paranormales dentro de un árbol
de
navidad quiero que
mis camaradas de correría se olviden para siempre de mi número
telefónico quiero
que la mujer más inmoral me corte las encías con el borde de su sombrero.
(«Sin cigarrillos»)
Pero además de ser una poesía pictórica
adornada de imágenes al mejor estilo videoclips,
propio de las décadas de los ochentas y noventas, es también ontológica, porque el ser de ese yo en ocasiones
sufre por la presión existencial en un universo urbano en ruinas cuyos escombros
también son morales propios de una sociedad montevideana resquebrajada desde los
cimientos. Hay una búsqueda y una espera, quizás, de un ideal propio de un yo romántico que siente que la soledad se
hace presente como la carencia de amor suplantada por la indiferencia y el resquemor.
Nada posee sentido por lo tanto hay una espera que pretende conjurar el vacío espiritual.
“Tan tirano como
el cielo/ el sentimiento recorre los huesos/ como hollín de seda/ no
hay bailarinas esta
noche/ los muchachos miramos hacia el bar/ donde alguna vez hubo
amor/ el ardor está
en la piel de la ciudad/ y en los muros elegidos/ los mensajes/ esperar/¿qué?/¿algo que nunca llega?”
(«Exposición del amor amargo»)
Ese “algo”, un pronombre indefinido que refiere a una cosa o persona que
no se nombra, o no se puede nombrar por su carencia de nombre, paradójicamente,
demuestra esa faceta “existencial” de una espera que ocupe el vacío de la vida.
Ese sustrato dentro de la poesía de Julio
Inverso es la constante referencia al plano mítico y al religioso:
«...La piedra lleva
la cifra de luzbel»,
«los santos esperan
a los escolares con caramelos»,
«Misterio antiguo
de tus alas/ que despiertan juncos y ruecas/ y son las luminosas
espaldas/ de algún
dios cansado de errar por la oscuridad».
Con respecto al mito tan apreciable en
esta poesía Albert Bèguin sostiene:
“Sin
embargo, viejos o nuevos, (los mitos) sólo adquieren un valor original por el hecho
de ser encontrados: se desprenden de sus fuente históricas para entrar en un sistema
de pensamiento muy diferente, donde su presencia responde a una necesidad interior.
Podemos, pues, seguir su génesis en relación con este sistema particular, sin preocuparnos
ya de su procedencia libresca: pues, cuando han sido recogidos por un espíritu que
no podía vivir sin ellos, se animan con una vida nueva”, (El alma romántica y el sueño).
Considerando a Inverso un poeta romántico con tendencia gótica como se mostrará
más adelante, las palabras de Bèguin se amoldan a la estética del poeta uruguayo.
UN ROMANTICISMO GÓTICO – EL SIMBOLISMO
EN SU OBRA
Su primer libro editado Falsas criaturas (Vintén Editor, 1992), de
acuerdo a Marcelo Marchese, compañero
de la brigada grafitera “Tristan Tsara”,
y amigo del poeta, proviene de “Pequeñas criaturas”, disco LP de los Talking
Heads, banda de rock progresivo y dance punk. Surge en un momento donde el auge del
grafiti se convierte en una voz anónima, a veces, hablando desde las paredes de
la ciudad. Julio Inverso integró la Brigada
Tristan Tzara, pionera del fenómeno grafitero, mostrando, de esa manera, una
inquietud de carácter cultural que luego concretó en la escritura de su poesía.
Este primer libro está impregnado de ciudad y nocturnidad; a lo largo de los poemas
en prosa se aprecia una galería de personajes misteriosos, míticos y extraños, inclusive
absurdos como «La máquina de dibujar».
Su estilo es concebido como una manifestación
romántica y en ocasiones gótica. Pero es importante definir el concepto de gótico,
desde su origen, y aplicable a ciertas manifestaciones
literarias actuales.
La narrativa gótica o de terror
es un género literario relacionado estrechamente con el de terror y subsumido en éste,
al punto de que es difícil diferenciar uno del otro.
No puede decirse, por tanto, que existiera la novela de terror hasta la aparición del terror
gótico; estrictamente hablando, la primera novela gótica fue El castillo de Otranto (1765) de Horace Walpole.
Dentro del “subgénero narrativo” denominado novela, es
preciso distinguirla de la narración popular fantástica del folklore y de los cuentos tradicionales de aparecidos, porque se desarrolla fundamentalmente desde fines
del siglo XVIII a la actualidad y posee características
distintas asociadas al movimiento estético conocido como Romanticismo.
Algunas características de este género pasan
por una ambientación romántica: paisajes
sombríos, bosques tenebrosos, ruinas medievales y castillos con sus respectivos
sótanos, criptas y pasadizos poblados de espectros, extraños ruidos nocturnos, cadenas,
esqueletos, demonios..., los elementos sobrenaturales podían aparecer directamente
o solamente ser sugeridos.
El adjetivo gótico deriva de godo, y en el contexto de este “subgénero literario”,
gran parte de las historias trascurren en castillos y monasterios medievales. El terror gótico fue una moda literaria, o un estilo de
la época en la que surgió, siendo fundamentalmente de origen anglosajón, y que se extendió desde finales del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX, como reacción al Racionalismo, (período que abarca el Romanticismo).
Del latín gothicus,
gótico es un
adjetivo que hace referencia a aquello perteneciente o relacionado a los godos. Este era un pueblo
que se encontraba tras la frontera oriental del Imperio Romano y que formaba parte del grupo
que los romanos denominaban como bárbaros.
El
término se utilizó de forma peyorativa para referirse a la arquitectura anterior al Renacimiento, que se caracterizaba por presentar
“elementos desordenados” y “poco dignos”, (cabe destacar que la iconografía gótica “funcionaba” como “lectura”
para el pueblo analfabeto; en ese sistema icónico se podía elaborar un discurso
de carácter religioso o histórico, entre otros; además, una característica de este
estilo son los “pináculos” que se elevan
hacia el cielo, metaforizando el “ascenso
del alma”); y se constituyen, de acuerdo a un sector de la “ideología clasicista”,
en una construcción antagónica con la arquitectura clásica, dotada de “racionalidad
y sentido”. Con la revitalización del medievalismo
que se llevó a cabo durante el periodo romántico,
lo gótico pasó a asociarse con lo morboso
y lo siniestro.
El movimiento gótico surge en Inglaterra a finales del siglo XVIII. El renacimiento del gótico fue la expresión emocional, estética y filosófica que reaccionó contra el
pensamiento dominante de la Ilustración, según la cual la humanidad sería capaz,
solamente en uso de la Razón, de llegar a obtener el conocimiento verdadero y la
felicidad y virtud perfectas.
En los relatos propiamente góticos se advierte un amor por lo decadente y ruinoso. La depresión profunda (patología que al parecer padecía Julio inverso),
la angustia, la soledad, el amor enfermizo, aparecen en estos textos vinculados
con lo oculto y lo sobrenatural.
Esa dualidad que integraría «lo gótico» es percibida en la producción
textual de Inverso. En Falsas criaturas como en otros poemarios es detectable
esta impronta escatológica; un personaje decadente y que transgrede los límites
de la vida al ser un vampiro nos dice:
“Voy, sin apuro,
por esta calle que muere en tu puerta. Mi ropa es negra, más negra que mi alma.
La noche está creciendo en vaivén. Dejé mi castillo desolado. Dejé abierto mi ataúd.
Me llamo muchos nombres, me anticipo. Dejé la mesa puesta con las velas. Dejé la
ventana abierta, dejé mi marca en el polvo. Voy, por esta calle matando perros,
desde hace 500 años. Conozco todas las invenciones del hastío. Voy, elegante, monstruoso,
a llevarte juguetes en llamas. Tú no estarás soñando conmigo. Voy a aparecer, murciélago,
en la ventana. Tu único gesto será abrirme. Voy a arrancar tu puerta de sus goznes.
Perderé mi alma en el comedor. Subiré la escalera. Entraré por debajo de tu puerta,
virado en humo. Tú no estarás soñando conmigo. Pero yo te llevaré, en mis brazos,
a través de los siglos. Nos amaremos, en la noche eterna. Te acostumbrarás a mi
melancolía. Porque te volverás melancólica también. Nos señalarán, querrán matarnos.
Pero la noche los aplastará. La noche es nuestra aliada. Voy, me anticipo. Voy hacia
tu puerta que está al final, en lo más profundo. Voy, con un hastío de siglos a
retomar el rito en tu garganta. Voy, con una herida nueva. La herida que me hiciste.
La única que duele. Te vi sólo un instante, que ya es una eternidad en mí. Te vi
y supe que eras una reina. Deseo tener sueños, para soñar contigo. Pero nunca sabré
lo que es un sueño. Para mí sólo existe la noche, quiero verte a mi lado, rasgando
la noche con tus uñas. Conmigo aprenderás un poco de furia. Conmigo aprenderás de
tinieblas, de quimeras. Viajaremos lejos. Me anticipo, siempre me anticipo. Dejé
el castillo abierto. Le di la noche libre al cochero, él se me parece, pero sólo
ha vivido una vida. Y es humano. Andará perdido en el campo raso entre fuegos fatuos.
Dejé la mesa puesta, con las velas. Dejé un sitio para ti. Te tendré. La noche me
lo prometió. Pero esto no es un engaño. Ya sabrás, ya sentirás. Voy, a paso de lobo,
a besar tus labios. Un largo beso con gusto a pesadilla. Voy, en la sombra amontonada
hacia ti. No sé cuántos perros he matado. Sé que no sueñas conmigo. Pero te sacaré
de tu cama y de tu mundo. Te llevaré no importa dónde. Subirás, blanca, las escalinatas.
Entraremos juntos a un tiempo sin tiempo. Ambicionando más. Con instintos simples.
Volaremos, murciélagos, sobre la ciudad en decadencia. Voy hacia tu puerta. Te prometo
una eternidad.
(Falsas Criaturas, 1992)
Continuando en los albores de la literatura
gótica, Mary Shelley al escribir Frankenstein o el Moderno Prometeo (1818),
en el Prólogo de la novela consigna los vericuetos tortuosos de su inspiración para
la creación de este gólem romántico. Tenía veintiún años cuando lo escribió en Suiza
afincada en una casa junto con su esposo y Lord Byron. El ominoso terror gótico
construye con las décadas una iconografía particular y propia; los caracteres gráficos
refrendan la impronta de esta estética que llega al cine y continúa a través del
siglo XX hasta la música de los ochenta y noventa, y arraiga en sitios webs donde
los jóvenes encuentran una moda que en un principio nació de un estilo literario.
Sobrevivió al Positivismo y a la Revolución Informática, y sigue presente
en la poesía, fundamentalmente porque quienes tomaron aspectos de esta estética
fueron los poetas románticos dejando como
herencia una visión de la vida y la muerte, del sueño y el mito, que perdura en
el siglo XXI. Por haber sido un poeta romántico, Julio Inverso absorbe elementos
de esta estética quizás por el étymon,
ese puente entre desvío idiomático y raíz psicológica o espiritual, según Leo Spitzer. En el siguiente fragmento parece
apoyarse en el sentir romántico y si se quiere gótico:
(El poeta) Derrama
poesía oscura sobre su mesa desnuda
como un yunque. Cantos ceremoniales a una bandera de vino pálido. Toma su pluma, se pone su ostentosa camisa de Lord Byron
y empieza”.
(Diario de un agonizante, XXXI).
El gusto por la noche, lo misterioso
y sobrenatural y aun el crimen se alinean en una escritura depurada y sugestivamente
mágica. Varias son las influencias que modelan la poesía de nuestro autor, una especie
de collage cultural que se sintetiza en sus obras. El relato «Juan Morgan, poeta» (Vidas suntuosas,
1996, texto editado por Vintén Editores, 2004) trata sobre una autobiografía ficcionada hasta la sátira
y narrada por un alter ego que reconoce la
filiación gótica del personaje, exponiendo, de esta manera, la premisa que indica
que Inverso sí fue un poeta «gótico»:
“Juan Morgan salió
a la vida un día de 1958, con el sol alto y las emociones encabritadas. Pasó por
la casa de su novia, una rubia adjetiva que por entonces amaba. Se dice que aquella
entrevista fue decisiva para ambos, en muchos aspectos. Morgan, con el cabello cortado
al rape, le prometió una granja en un pueblito del interior. Le prometió una vida
regalada y feliz pero impuso una condición: que la rubia lo acompañara hasta una
editorial de la que Morgan había oído hablar. Allí, según los rumores, se estaba
cocinando una interesante movida poética, con los jóvenes alaridos desgarrados.
Todas las tendencias, todos los fermentos que corrían por los ductos subterráneos
de Montevideo. La novia de Morgan objetó que los editores no entienden nada y que
muchísimo menos iban a entender la poesía
«gótica» de su novio”.
Al decir de Alfredo Fressia: «El Surrealismo, la magia, los beatniks, la aparente
irracionalidad como alternativa de vida y de creación son los instrumentos desde
los que Inverso crea una parte importante de su obra ...» (El País Cultural,
N° 554, 16/06/00).
“Milibares de la tormenta”, (Ediciones Imaginarias, 1996) es un texto exponente de
la figura del poeta vidente, herencia
de Novalis y Rimbaud, y en donde se expresa la afirmación de tal condición:
“Baile de soñadores”, (Milibares de la tormenta, 1996).
“No me toque, estoy
endemoniado. No puedo
dormir porque los
condenados incendian mi cama,
noche tras noche.
Tu infravida no podrá comprender
mi éxtasis:
Un ángel que empuña
un sueño
Un sueño que es
un arma
Un arma que dispara
en las tinieblas,
No me toques, mi
luz te enceguecerá.
Soy un prestidigitador,
un caballero antiguo
de místicos sigilos, un alquimista
con el corazón sobre
la piel. Soy el que seré, ahora
mismo viviré mi
futuro, mi más allá y mi abismo.
No me toques estoy
endemoniado. Seré la bengala
que rompe a llorar
en tu cielo hecho añicos”.
Este poema es paradigmático, y debido a eso hay que detenerse en el análisis del mismo
para llegar a la conclusión de que es una Alegoría. La sensación de sentirse un elegido, alguien que puede llegar a hacer daño, un maldito
por su condición y por su visión apocalíptica que se reitera como leit- motiv en
varios de sus libros. Esa luz es una especie de aura, no es para cualquiera que
se acerque al emisor lírico; el uso de referentes de origen medieval /caballero
antiguo/, /místicos sigilos/, /alquimista/, lo acercan al tono
romántico que lo caracteriza. Como poeta vidente se adelanta a todas las posibilidades,
inclusive al abismo baudeleriano, (El
método psicoanalítico existencial
reconoce al hombre como una totalidad. El hombre piensa, hace y actúa durante su
vida. Y a través de sus obras, cuyos contenidos son analizados en términos críticos,
se pueden apreciar sus diferentes estadios existenciales y vivenciales. En definitiva,
se puede leer su vida.
Como dice Le Galliot: “… será posible
para el crítico determinar bastante exactamente el carácter de la ontología que
ese texto implica”, Le Galliot, Jean.” Psicoanálisis y lenguajes literarios”. Ed. Hachete,
pág. 180), un abismo existencial. ¿Y qué mejor manera de enfrentarse
al estilo de Julio Inverso, sino es a través del uso estilístico de algunos símbolos usados por él? Como argumenta Le
Galliot: “… será posible para el
crítico determinar bastante exactamente el carácter de la ontología que ese texto
implica”, Y ese “carácter ontológico”, se puede rastrear por medio del uso de símbolos
por parte del poeta, como lo hizo Baudelaire con el concepto simbólico del “abismo”.
El «endemoniamiento» parece
pasar más por una posesión visionaria, inspirada; el contacto sea, quizás, con el
daimon socrático, esa entidad que
permitía la inspiración de poetas y filósofos, una entelequia intermediaria entre
hombres y dioses.
El concepto de daimon es variado en Grecia.
Para Sócrates el daimon (que sería una especie de inspiración), posee una impronta religiosa,
con poderes sobrenaturales; este se situaba
dentro del individuo por lo cual le permitía establecer un contacto con los dioses;
era una entidad divina situada entre los dioses y los hombres. Esta potencia
interior que tiene carácter irracional, según el filósofo, se encuentra dominada
por la razón. Sócrates se dejaba conducir
por el daimon al cual lo denominaba “una
voz profética dentro de mí, proveniente de un poder superior”. Considera que
todos los individuos poseen un daimon
interior.
Es así, que Julio Inverso en “su Poética”, escriba
en el libro “Cielo Genital”: h) “El don de crearla [a la poesía] depende de potencias
superiores que atraviesan el poeta en el momento en que se reúnen dos condiciones:
la predisposición y la fortuna”.
“La
poesía es principalmente comunicación de un contenido psíquico sensóreo-afectivo
conceptual, conceptual construyendo en el espíritu un todo. Es un placer producido
en el alma del poeta en la creación misma y que de inmediato ese fluido anímico
emigra hacia los lectores u oyentes del poema”. (Carlos Bousoño, “Teoría de la
expresión artística”, Editorial Grados, Madrid, 1952). Es de destacar que el
principio que individualiza a cada poema está dado por el estilo. Es decir, su manera
personal e intransferible que deja su huella en la obra.
Si la poesía comunica estados
psíquicos y emotivos deja su impronta en el sintagma poético, o sea, en el poema
como constructo de versos, rimas, ritmo, y figuras retóricas. El acto lírico trasmite los contenidos
arriba especificados, mientras que la lengua,
como sistema de signo, tiene más bien un carácter analítico. En palabras del poeta
Julio Inverso el concepto de poema es definido como: “Todo poema es una puerta hacia una nueva región del espíritu, antes inexplorada”;
o bien, “El don de crearla depende de potencias
superiores que atraviesan al poeta en el momento en que se reúnen dos condiciones:
la predisposición y la fortuna”; “El poeta debe prodigarla, prodigarse a sí mismo,
exponerse y realizar el sacrificio en virtud del cual caigan todas las máscaras
...”; “La poesía es una actividad liberadora,
un acto genial de liberación de romper cadenas: prejuicios, convenciones, escamoteos,
lugares comunes de la comunicación. El lenguaje nos fue dado para establecer un
puente áureo fulgurante desde las cavernas de un ser a las de otro ser. La palabra
será conmovedora o no será”; (Cielo Genital). Aquí Inverso refrenda en su poética parte
de lo que debe ser la poesía, habla de potencias
superiores, es decir, de entidades metafísicas
como el daimón griego que inspiraba a poetas y filósofos, como se dijo, en Sócrates
el daimón se presenta con frecuencia como
una voz interior a la que escucha y obedece: “una voz profética dentro de mí, proveniente de un poder superior”.
Pero volviendo al campo de un acercamiento
a la poesía, según Carlos Bousoño, los desplazamientos como la metáfora, la sinestesia
o el símbolo, representarían una alteración
del discurso analítico, esos desplazamientos son esencialmente irracionales.
A partir del Romanticismo el lenguaje poético tradicional comienza a resquebrajarse,
la imagen visionaria es propia de la elaboración
onírica por la cual el poeta reproduce por medio de imágenes simbólicas y míticas.
Una lectura literal es incapaz de interpretar
los símbolos que nacen de la intuición,
de la emoción y de la intelectualidad del
poema. Se puede hablar de una poesía interior, que se ubica en una zona inaccesible
al espíritu en la que se produce un abrirse a la realidad. Hay un estado de receptividad
en la que la conciencia es capaz de leer el mundo o la “realidad histórica”, y,
a su vez, leerse a ella misma. El universo o la naturaleza se manifiestan de manera
fluyente y unitaria, y por medio de la metáfora o el símbolo, muestran que esas
unidades son intercambiables, constituyendo nuevos significados para interpretarlas.
La poesía se caracteriza desde el Romanticismo
como un medio de conocimiento y autorrevelación.
Tanto el símbolo como la metáfora son imágenes que mantiene una relación de analogía entre su significado y su significante. De ahí
que, Julio Inverso, haga hincapié en esto en el poemario “El asesino
y las flores”:
““Mis aventuras””
“Mi
intención es crear mis propias imágenes. No estoy hablando de nada estrafalario,
sino de una experiencia compartida. No escondo nada. Ustedes tienen ojos y oídos:
utilícenlos. No me dirijo a una elite ni tampoco a una multitud posesa. No me vas
a ver coronado de laureles, no vas a ver mis sienes los estigmas del mártir, no
me vas a ver prostituto de pañuelito al cuello; ni estatuas, ni sellos postales,
ni condecoraciones. Hay oficinistas que entienden mis poemas más que los críticos
hiperintelectualizados. Estoy abriendo puertas, no estoy pontificando. Soy poeta
y los niños me saludan”.
Aquí el poeta es consciente de su producción
y de su estilo, así como también a quienes se dirige. La hermenéutica de los textos de Inverso requiere de un trabajo arduo
donde hay que consignar y esclarecer en su estilo el uso de metáforas, imágenes,
símbolos, mitos. Esta hermenéutica (del griego hermeneuticos, constituido por tres partículas: hermeneuo, traducido como yo descifro, la
palabra tekhné: arte, y el sufijo tikos, sinónimo, relacionado a...) De ahí que literalmente se puede exponer en este
término que su traducción aproximada sería
el arte de explicar textos o escritos, obras de arte. El homo sapiens se ha convertido en un homo symbolicum.
Ese leit-motiv: “No me toques, estoy endemoniado”,
expresa esa cualidad de estar poseído y que de alguna manera le haría “mal” a quien se le acercara. El uso de metáforas seriadas: “Un ángel que empuña un sueño/ Un sueño que es un arma/
Un arma que dispara en las tinieblas, Soy un prestidigitador, /un caballero antiguo
de místicos sigilos, /un alquimista con el corazón sobre la piel”/, reproducen un cuadro caótico en el cual él será
una /“bengala”/, o sea, una luz que enceguecerá
a quien no esté iniciado en los misterios de la poesía; el uso de la epanadiplosis, que es una figura retórica
que consiste en repetir al fin de una cláusula (o verso) la misma palabra con que
empieza, le da a este poema, una fuerza emotiva avasallante.
El concepto de símbolo (una palabra que deriva del latín simbŏlum, y que viene, a la vez, de las voces griegas syn y ballo que implican la idea de algo simultáneo y dinámico;
anuncia la conjunción semántica que se da en un solo significante. El símbolo posee una relación analógica con el
significante, todo intento de explicar su concepto conduce a la creación de
otro símbolo o sistema de símbolos para definirlo, lo que sería la “semiosis” de la cual se tratará más adelante), sirve para representar, de alguna manera, una idea que puede percibirse
a partir de los sentidos y que presenta rasgos vinculados a una convención aceptada
a nivel social. Ejemplos en el poema: /ángel/, /sueño que
es un arma/, / prestidigitador/, /caballero antiguo/, /alquimista/, / bengala/; Estos signos
hacen que en el discurso del poema, mediante una sucesión de metáforas, den un sentido
recto y otro figurado, convirtiéndose en esa serie de metáforas, o, más bien, de
términos de carácter simbólico, en un poema
alegórico constituido por un encadenamiento de símbolos que configuran este texto
en una Alegoría.
Con respecto al
símbolo, este no posee semejanzas
ni vínculo de contigüidad con su significado, sino que sólo entabla una relación convencional. El poema «Baile de soñadores»
podría clasificarse como una
Alegoría, y esta posee varios significados:
1 - Ficción
en virtud de la cual una cosa representa o significa otra diferente: en un poema,
la rosa puede ser una alegoría de la belleza efímera.
2 - Obra
o composición literaria o artística que se basa en este tipo de ficción:
la "Divina Comedia" es una alegoría de la vida del hombre, desde la perspectiva medieval; Dante escribe la “Comedia”, inspirado por el amor a Laura, el cual no es correspondido, y de esa manera “sublima” ese sentimiento por medio de la Literatura.
la "Divina Comedia" es una alegoría de la vida del hombre, desde la perspectiva medieval; Dante escribe la “Comedia”, inspirado por el amor a Laura, el cual no es correspondido, y de esa manera “sublima” ese sentimiento por medio de la Literatura.
3 - En la escultura y pintura: representación simbólica de ideas abstractas
por medio de figuras: un cuadro es una
alegoría de la belleza.
4 - Retórica:
Figura que consiste en hacer patentes en el
discurso, mediante una sucesión de metáforas, [o símbolos] un sentido recto y otro
figurado, a fin de dar a entender una cosa expresada por otra distinta.
Sobre todo, de acuerdo a estas definiciones, “Baile de soñadores”, cuyo encadenamiento
de metáforas, se ajustaría a la definición 2, se podría ejemplificar con el uso de símbolos en la “Divina Comedia”; se puede decir que la /“selva”/ donde se encuentra Dante personaje
en el Canto I del Infierno, es metáfora del /pecado,
de las pasiones, [pathos]/; así lo mismo con los animales: la /pantera/, simboliza la /lujuria/, el /león/, la /soberbia/ y la
/loba/, la /avaricia/. Además, su guía, el poeta latino Virgilio, representa simbólicamente la /Filosofía/, mientras que Beatriz,
motivo y causa de este clásico de la Literatura, simboliza la /Teología/. Tanto
la metáfora como el símbolo, en la Literatura, son palabras o “expresiones” que
“representan de manera figurada”, otras
palabras u otras expresiones con una intención
estética. Y comparten en común, una relación de “analogía” con el objeto o el concepto representado (expresiones o ideas).
Continuando con el uso del símbolo por
parte de Inverso, se puede decir: “…un símbolo, es el nombre o la descripción que se interrelaciona con su objeto
por medio de 'una asociación de ideas o conexiones habituales [acostumbradas] entre
el nombre [signo simbólico] y lo que significa' (CP 1.369, c.1885). No hay necesariamente ningún vínculo natural o
existencial respecto al símbolo que le da legitimación para funcionar como signo
significando el objeto que en particular significa. La interrelación bien puede
ser en principio puramente arbitraria, y ya que sigue la corriente de las convenciones
sociales, el signo se une con su objeto por un acto mental, acto ya habitualizado
por alguna convención”.
Una característica
o cualidad del símbolo o de cualquier
otro tipo de signo (ícono, señal, signo lingüístico, índice, etc.), se produce mediante
un proceso semiótico que es el siguiente: El signo peirceano (Charles Sanders Peirce, 1839-1914) es signo de proceso continuo, de flujo,
de incesante cambio. Su naturaleza triádica
(en forma de triángulo), le confiere
esa característica. El signo se compone
de un 1- 'representamen' (lo que de
ordinario denominaríamos el 'signo'), un 2- 'objeto semiótico' (con el cual está interrelacionado el representamen),
y un 3- 'interpretante' (el significado o interpretación del representamen a través de su correlación con el 'objeto semiótico' [3]). (Signos en Rotación,
Año III, n° 181 CHARLES PEIRCE Y SUS SIGNOS, Floyd Merrell, Purdue University, Indiana).
Por ejemplo: 1- 'representamen': el signo lingüístico /pájaro amarillo/, 2- 'objeto semiótico':
su forma, su esencia, sus particularidades como el vuelo, su canto, su “substancia”,
etc. 3- 'interpretante': el nombre propiamente
dicho, /pájaro amarillo/, y el significado
o concepto de /pájaro amarillo/. Su función
es la de traducir (interpretar) una entidad
semiótica en otra. Incorpora también a quien
esté interpretando el signo: todos quedan íntimamente entrelazados en un abrazo
líquido que fluye por el río de la semiosis. [Sin embargo, la relación de
semiosis que se produce “dentro del signo
triádico de Peirce, también se produce cuando un signo remite a otro signo, y este a otro, hasta
el infinito]. Es el proceso de
la semiosis, la producción de
interpretantes que engendran otros signos
que a su vez engendran otros interpretantes, ad infinitum.
Así, en el poema citado, la semiosis se produce de esta manera: 1- “Un ángel que empuña un sueño”, 2-
“Un sueño que es un arma”, 3- “Un arma
que dispara en las tinieblas” ,4- “Soy
un prestidigitador, 5- “un caballero antiguo
de místicos sigilos”, 6- “un alquimista
con el corazón sobre la piel”. 7- “Soy el que seré,…”
Un signo remite a otro, y así sucesivamente;
en este caso, un verso o una idea (que
también es un signo para Peirce), o “conjunto de ideas poéticas” (versos en este caso), van configurando
el poema, de acuerdo a la isotopía según
Greimas. Estos “signos” poéticos, han de convertirse en símbolos, otra clase de
signos. Y es debido a eso, que, como se expuso, el poema es una alegoría.
Y es esa semiosis, lo que lleva al poeta a un encadenamiento de símbolos yuxtapuestos
en el poema “Baile de soñadores”, que configuran los términos en una relación de
isotopía (término propio de la Física), según Greimas, la cual permite “la iteratividad a lo largo de una cadena sintagmática
de clasesmas [unidades mínimas de significación, /o sea palabras/] que aseguran
la homogeneidad del discurso enunciado”, (cita de “Principios de Análisis del Texto Literario”, Cesare Segre, Barcelona, Editorial Crítica, 1985. [Según este autor: “La definición se ha tomado de A. J. Greimas y J. Courtés, “Semiotique.
Dictionaire raissoné de la théorie du langage”, Hachette, París, 1979, pp. 197 –
199]).
En otras palabras más sencillas, se pretende decir
que la “selección” de palabras, en una
relación de semiosis (ya que un signo,
en este caso, un símbolo, deriva a otro, ad infinitum), van construyendo, configurando,
estructurando al texto con “clasesmas”,
palabras con un contenido semántico similar, para que el discurso textual esté homogeneizado
y cohesionado en su contenido.
Retomando, la idea
de Inverso sobre el “hecho poético”, en
este fragmento consigna su parecer en cuanto a la creación del poema:
“Sin duda cuando creas algo, un poema,
por ejemplo, sentís eso de trascender; incluso la hechura del poema habla de potencias
superiores, sentís que las fuerzas que te gobiernan no son tuyas, son ajenas, o
«demoníacas» o «divinas». Toda obra de arte, sin duda, quiere ser inmortal, la propia
obra de arte aspira a trascender la vida del autor y prosperar en el tiempo, ella
sola”. (Inédito)
Para ir finalizando, el milibar como unidad de medida de la presión
atmosférica se vincula con una tormenta emotiva
que arrecia en algunos de los cuarenta poemas del texto.
El sentimiento tempestuoso llega hasta
la sátira publicitaria:
“Julio Inverso inaugura
la nueva línea de perfumes Marosa Di Giorgio”.
Albert Béguin manifiesta con respecto a los poetas
románticos, a quienes pertenecería Julio Inverso hacia fines del siglo XX, por su
estilo “intimista”, con un constante “yo lírico” que manifiesta sus sentimientos:
“Ciertos seres,
en particular, traen al mundo esta nostalgia: los poetas son aquellos que, no contentos
con expresar las voces interiores, tienen la temible audacia de seguirlas hasta
las más peligrosas aventuras. Insatisfechos de la realidad externa y de los contactos
elementales que con ella tenemos, experimentan ese malestar, esa incertidumbre que
es imposible sofocar en el espíritu cuando éste ha escuchado la voz del sueño”, (El alma romántica y el sueño).
Esta poesía, siguiendo al autor, se constituye como
el tercer mito para el poeta romántico
junto a los otros dos, a saber: el alma,
entidad pura cuyo origen está en la unión con el Todo, y el inconsciente, vehículo de fuga del yo y explorador de regiones
extrañas a la realidad empírica. Por lo tanto la poesía es considerada como una
serie de gestos mágicos realizados por el poeta («soy un prestidigitador »),
que tiene la creencia de que esos ritos son los elementos de una
hechicería soberana, superior. El poeta
es un vidente, llega a lo desconocido, encuentra la certeza y la poesía es lo absoluto,
una verdad superior aunada con el mito y esa predisposición tan particular que el
poeta posee.
Aquí interviene el tercer mito, el de la Poesía, considerada como una serie de gestos
mágicos realizados por el poeta sin conocer claramente su significación, pero con
la firme creencia de que esos ritos son los elementos de una hechicería soberana.
El poeta es un vidente, un visionario; llega a lo desconocido, encuentra lo nuevo.
La poesía es lo real absoluto; su verdad es superior a la verdad histórica. Con
palabras de Julio Inverso dejamos un atisbo del concepto de poesía:
“El don de crearla
(la poesía) depende de potencias superiores que atraviesan el poeta en el momento
en que se reúnen dos condiciones: la predisposición y la fortuna”
(Cielo Genital).
Este artículo, escrito por el poeta uruguayo Julio Inverso,
fue publicado “El Diario de la Noche”, Sábado,
31 de octubre de 1998. No se encuentra en Papeles de Juan Morgan, Narrativa y otras Prosas. Julio Inverso, Obras
/1. Compilación y prólogo: Luis Bravo. Estuario Editora, Montevideo, 2011, ni tampoco
en Las Islas Invitadas, Poesía Completa. Julio Inverso, Obras /2.
Compilación y prólogo: Luis Bravo. Estuario Editora, Montevideo, 2013.
Por lo que quedó, de alguna manera aislado, de las publicaciones
de textos inéditos. Compartimos con los lectores dicho trabajo.
DROGAS Y CREACIÓN ESTÉTICA (anotaciones
críticas de Julio Inverso)
1)
En todo tiempo, los artistas se han valido de drogas para crear. Los estimulantes
que alteran la percepción e inducen estados introspectivos benefician los procesos
por los cuales una hipótesis estética llega a su conclusión. Los poetas románticos
utilizaron drogas depresoras de la estirpe
opíacea y también cafeína y alcohol. Como contrapartida, el ánimo dionisíaco que
alentaba sus obras iba en detrimento de su salud física por una alimentación insuficiente
y enfermedades sin cuento. Un texto cardinal para ilustrar estas maneras es “Confesiones
de un Opíamano inglés” de Thomas De Quincey, donde se narra en una prosa exquisita
los placeres y los tormentos del opio que tomaba en forma de láudano. Cuando De
Quincey escribió este libro (Inglaterra hacia 1830) la forma más directa de librarse
del embrutecimiento provocado por el trabajo era el consumo del opio, que resultaba
más barato que el pan. Al final del libro, siendo que el autor abandona el tóxico,
dice experimentar un “rejuvenecimiento físico” y aconseja a los jóvenes que no utilicen
la droga.
2) No se concibe la obra del poeta norteamericano
Edgar Allan Poe sin el aliento del láudano. En el pequeño relato “La esfinge”, Poe
describe una alucinación en el transcurso de un viaje. Olvida mencionar allí la ampolla que tenía en la mano. Se sabe que bebía
ron en las tabernas y era capaz de discusiones brillantes a partir del primer vaso,
pero ya el segundo producía efectos catastróficos en su entendimiento. La pericia
de Poe por publicar sus cuentos (donde está sin dudas el Poe esencial) estuvo signada
por la recurrencia al alcohol y a los estupefacientes que actuaban como atenuantes
de una sensibilidad mórbida y exacerbada.
3) Charles Baudelaire, admirador de los
autores antes mencionados, escribió un libro
titulado “Los Paraísos Artificiales”, donde analiza el tema con la brillantez que
siempre lo caracterizó. En uno de los textos, “La habitación doble” – faro de su
tardío libro “Pequeños Poemas en Prosa” -, hace mención a la ampolla de láudano,
su “única amiga, y como toda amiga, ay, pródiga en caricias y traiciones”. Como
Rimbaud, Vetlaine, Gautier, Modigliani y muchos otros, Baudelaire conoció las embriagueces
del hachís. Es fama que en una tertulia en casa de Gautier, Balzac rechazó el cigarrillo
de hachís por su olor desagradable.
4) El doctor Sigmund Freud usaba cocaína
para vencer el cansancio durante sus arduos trabajos y utilizó la droga para “regenerar”
a sus pacientes morfinómanos. Posteriormente comprobó que el síndrome de abstinencia
de ambas sustancias era muy difícil de sobrellevar.
5) Entre los surrealistas, Antonin Artaud
uso morfina para contrarrestar los dolores insoportables que le producía la inflamación
de las meninges. Más tarde, en su aventura en México junto a los indios Tarahumara,
participó en los rituales que incluía el peyote.
6) La generación de posguerra en Estados
Unidos (generación “beat”) se atiborró de marihuana, anfetaminas y mezcalina como
acto de rebeldía ante una sociedad “Squire” (estrecha), se inició en el naciente
“bebop” (el último invento del jazz) y en busca de nuevas y excitantes experiencias.
El poeta homosexual, católico y comunista, Allen Ginsberg, solía anotar junto a
la fecha de composición de cada uno de sus poemas el tóxico que lo había acompañado
en la travesía. El novelista Jack Kerouac ejecutó su obra a una anfetamínica velocidad
(algo comparable a las improvisaciones de los músicos del jazz) utilizando bobinas
de papel télex para no 5tener que perder tiempo en cambiar de hoja. Sus obras no
fueron publicadas en vida del autor y Kerouack se hundió en el alcohol. William
Burroughs declaró que se había pasado un millón de dólares por las venas (es la
heroína el origen de las visiones pesadillescas que perturban a los lectores del célebre “Almuerzo Desnudo”).
7) Hacia los años sesenta, también en Estados
Unidos se inició un movimiento de cine independiente
(Hermanos Mekas, John Cassavettes, Andy Warhol y otros) que se dio en llamar “New
American Cinema”, que parte de la experimentación y el uso de sustancias tóxicas
muchas veces declarados.
8) En actos de búsqueda ontológica, de inauguración de regiones
del espíritu antes inexploradas o de simple evasión de una realidad cuestionada,
los artistas han bregado siempre por “un esperanzado pedacito de alucinación” y
cada uno de ellos ha dejado testimonios de su cuarto privado, que puede ser una
habitación paradisíaca donde llueven sedas y terciopelos o el lugar de los demonios.
OBRAS EDITAS DE JULIO INVERSO
Falsas criaturas
(1992), Agua
salvaje (1995), Milibares de la tormenta (1996),
Más lecciones para
caminar por Londres (1999), Cielo Genital (2000),
Falsas criaturas, y otras obras, Tomo I. Julio Inverso.
Segunda Edición del primero y primera de
Diario de un agonizante y Vidas suntuosas, Prólogo de Daymán Cabrera,
(Vintén Editor, Montevideo,
2004).
Traje de Noche y Otros Salmos para vestir la Luz. Tomo II. Poesía Inédita de Julio Inverso.
Prólogo de Luis Bravo, (Vintén Editor,
Montevideo, 2006).
Agua Salvaje y Los Furiosos Pétalos de la Muerte. Obras Tomo III. Prólogo de Federico Rivero Scarani, (Vintén Editor, Montevideo, 2007).
Papeles de Juan Morgan, Narrativa y otras Prosas. Julio Inverso, Obras /1. Compilación
y prólogo: Luis Bravo. Estuario Editora, Montevideo, 2011.
Las Islas Invitadas, Poesía Completa. Julio Inverso, Obras /2. Compilación y prólogo: Luis
Bravo. Estuario Editora, Montevideo, 2013.
DISCOS COMPACTOS DONDE SE REGISTRA SU VOZ Y POEMAS
«Sala de experimentación
y trabajos originales» (Maldonado, 2001).
«Contextos y vocales»
(Maldonado, Punta del Este, 2002).
FEDERICO RIVERO
SCARANI
(Uruguay, 1969). Poeta, narrador, ensayista y traductor.
Obras: La Lira el Cobre y el Sur (1993), Ecos
de la Estigia (1998), Atmósferas (1999), Synteresis
perdida (2005), Cuentos Completos (2007), El
agua de las estrellas (2013), Desde el Ocaso (2014). Dossier cariñosamente preparado
para nuestra revista. Página ilustrada com obras de Francisco Baratti (Brasil), artista
convidado desta edição de ARC.
Arquitectura
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