domingo, 12 de fevereiro de 2017

FEDERICO RIVERO SCARANI | un aspecto fantástico en el cuento “Episodio”, de Horacio Quiroga


En el cuento de Horacio Quiroga que se analizará brevemente, se podrán encontrar elementos fantásticos dentro de un contexto “realista”; y esa es una de las características de la Literatura Fantástica: yuxtaponer, hacer “convivir” lo normal con lo a normal en el texto. Ana María Barrenechea define la literatura fantástica de la siguiente forma: «la que presenta en forma de problemas hechos a-normales, a-naturales o irreales en contraste con hechos reales, normales o naturales».
En cuanto al concepto de Literatura Fantástica David Roas considera como una condición indispensable para señalar el carácter fantástico de un texto, la intromisión de lo sobrenatural. Aclara que no todos los textos en los que sucedan hechos sobrenaturales —como podría ser la literatura medieval, los libros de caballerías, las epopeyas griegas, y la ciencia ficción— son fantásticos. Considera que la literatura fantástica es la única que necesita de lo sobrenatural para funcionar.
El término literatura fantástica es y ha sido  través de los años motivo de controversia, debido a la variedad de criterios que presentan los distintos autores que analizaron este género literario. Jaime Rest explica el surgimiento de la literatura fantástica, a través de la evolución cultural que le dio origen. En primer lugar plantea que en la Edad Media se popularizó una mirada sobrenatural del mundo, lo que hizo que proliferen cuentos de índole maravilloso” como algo cotidiano. Luego, el autor describe una transformación ideológica, consecuencia del avance científico y filosófico (Positivismo), que ocasionó un escepticismo hacia lo mágico, fantástico o maravilloso. Finalmente Jaime Rest concluye que en la edad  moderna, sobre todo en el siglo XVII, se renovó el interés por la literatura con temática sobrenatural, (Literatura Gótica).
La interpretación de lo fantástico de Rosemary Jackson, se complementa, en parte, con lo expuesto por Barrenechea: ambas coinciden en que el esquema creado  por  Todorov, en el que clasifica lo fantástico entre lo extraño y lo maravilloso, y lo determina como la “vacilación del ser” , es insuficiente para comprender este tipo de literatura en su totalidad, interpretando la misma de una forma más amplia en sus características, agregando categorías como la novela gótica; por lo pronto, Rosemary Jackson, clasifica lo fantástico como un modo literario, más que como un género en sí mismo.
Habría que describir los límites de lo fantástico, según los autores analizados. Bajo la perspectiva de Todorov lo fantástico es, según sus propias  palabras: la vacilación experimentada por un ser, que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural, y lo ubica entre lo extraño  y lo maravilloso.
Barrenechea clasifica el género como un contraste normal-anormal.  Cuando lo anormal  se presenta como problema de la situación, la autora argentina lo define como fantástico,  en cambio cuando lo anormal es aceptado sin cuestionamiento, lo detalla  como maravilloso.

La narrativa gótica o de terror es un género literario relacionado estrechamente con el de terror y subsumido en éste, al punto de que es difícil diferenciar uno del otro.
No puede decirse, por tanto, que existiera la novela de terror hasta la aparición del terror gótico; estrictamente hablando, la primera novela gótica fue El castillo de Otranto (1765) de Horace Walpole.
Dentro del “subgénero narrativo” denominado novela, es preciso distinguirla de la narración popular fantástica del folklore y de los cuentos tradicionales de aparecidos, porque se desarrolla fundamentalmente desde fines del siglo XVIII a la actualidad y posee características distintas asociadas al movimiento estético conocido como Romanticismo.
Algunas características de este género pasan por una ambientación romántica: paisajes sombríos, bosques tenebrosos, ruinas medievales y castillos con sus respectivos sótanos, criptas y pasadizos poblados de espectros, extraños ruidos nocturnos, cadenas, esqueletos, demonios..., los elementos sobrenaturales podían aparecer directamente o solamente ser sugeridos.
El adjetivo gótico deriva de godo, y en el contexto de este “subgénero literario”, gran parte de las historias trascurren en castillos y monasterios medievales. El terror gótico fue una moda literaria, o un estilo de la época en la que surgió, siendo fundamentalmente de origen anglosajón, y que se extendió desde finales del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX, como reacción al Racionalismo, (período que abarca el Romanticismo). Del latín gothicus, gótico es un adjetivo que hace referencia a aquello perteneciente o relacionado a los godos. Este era un pueblo que se encontraba tras la frontera oriental del Imperio Romano y que formaba parte del grupo que los romanos denominaban como bárbaros.
El término se utilizó de forma peyorativa para referirse a la arquitectura anterior al Renacimiento, que se caracterizaba por presentar “elementos desordenados” y “poco dignos”, (cabe destacar que la iconografía gótica “funcionaba” como “lectura” para el pueblo analfabeto; en ese sistema icónico se podía elaborar un discurso de carácter religioso o histórico, entre otros; además, una característica de este estilo son los “pináculos” que se elevan hacia el cielo, metaforizando el “ascenso del alma”); y se constituyen, de acuerdo a un sector de la “ideología clasicista”, en una construcción antagónica con la arquitectura clásica, dotada de “racionalidad y sentido”. Con la revitalización del medievalismo que se llevó a cabo durante el periodo romántico, lo gótico pasó a asociarse con lo morboso y lo siniestro.
El movimiento gótico surge en Inglaterra a finales del siglo XVIII. El renacimiento del gótico fue la expresión emocional, estética y filosófica que reaccionó contra el pensamiento dominante de la Ilustración, según la cual la humanidad sería capaz, solamente en uso de la Razón, de llegar a obtener el conocimiento verdadero y la felicidad y virtud perfectas.
En los relatos propiamente góticos se advierte un amor por lo decadente y ruinoso. La depresión profunda, la angustia, la soledad, el amor enfermizo, aparecen en estos textos vinculados con lo oculto y lo sobrenatural.
El título del mismo: “EPISODIO”, se puede decir que es un título emblemático, porque hace alusión al contenido o tema del texto: “La transformación del protagonista en un gusano”.  La historia es acotada, breve y concisa, construida en breves escenas, y pretende ilustrarle al lector, (al cual lo incluye en el texto como se verá) un acontecimiento de carácter fantástico.-

1) Al comienzo del mismo el narrador “autodiegético” (aquel que participa como protagonista de la obra narrando los hechos y acontecimientos de la misma) comienza a plantear desde lo que podría ser la Introducción del cuento, un “recuerdo” con la intención de generar expectativa.

“Tuve un amigo cuyo recuerdo…”
 
Recuerda un acontecimiento del cual él fue protagonista y “cómplice”, podría decirse, pero que en esta instancia narrativa lo ve con ojos de una “persona normal”. Ese recuerdo es el motivo por el cual dará testimonio de lo acontecido. El estilo es de carácter realista y así lo será en adelante; destacándose por la descripción física y psicológica (grafopeya y etopeya) como figuras de estilo.-
En las expresiones utilizadas por el protagonista: “Nos despierta”, “nos contrae”; se puede observar que el narrador “incluye” en la diégesis al lector, quizás para hacerlo sentir “cómplice” de un acontecimiento parecido.-
 “Alguien”; es un pronombre indefinido, “con lo que se significa vagamente una persona cualquiera que no se nombra ni determina” (Real Academia Española). Usando ese pronombre indefinido el narrador pretende inducir misterio, terror, o algún acontecimiento de carácter fantástico.-

2) En este párrafo, el narrador se retrotrae en el tiempo con el fin de comenzar a desarrollar la anécdota propiamente dicha.
  En ningún momento del cuento nombra a ese “extraño amigo”; el tiempo interno de la obra es de un año en el cual mantuvo esa amistad en “extrañas circunstancias”, cabe destacar que también es un tiempo “psicológico”, propio de la narrativa contemporánea.
Se puede verificar en esta instancia del cuento una “catáfora” literaria (Ling. Tipo de deixis (señalamiento que se realiza mediante ciertos elementos lingüísticos, mostrando algo: “este”, “ese”.) que cumplen ciertas palabras para anticipar una parte aún no enunciada en el discurso).

“Durante doce meses mi carne tuvo el frío esponjado y contráctil de una larva”.

El término /larva/ desde ya sugiere una metamorfosis, una transformación, que se producirá hacia el final del texto. Parece insólito, pero esta obra se anticipa a “La Metamorfosis” de Franz Kafka, y, similar al protagonista de la obra del autor checo, no hay un cuestionamiento existencial sobre lo acontecido en su cuerpo ni en su mente.

3) Aquí se produce parte de la descripción física de su amigo (grafopeya), deteniéndose principalmente en las manos, largas, muy largas, tenían un afilamiento de zarpa…”, reitera anafóricamente para destacar un temor, un miedo oculto en su ser. Su amigo de alguna manera es animalizado, oculta sus manos, como ocultará su “extraña condición” de monstruo.

4) A continuación de este párrafo se narra la costumbre que tenía con su amigo de realizar caminatas durante “las mojadas tardes de invierno”; el invierno como estación connota /muerte/ o /reposo/ de la Naturaleza; el hecho de haberse sentido una “larva”, explica de alguna manera la metamorfosis que se producirá en él. Ellos comparten esos paseos sin saber, por parte del narrador autodiegético, nada del pasado y del modo de ser de su amigo. Hay una actitud o conducta “romántica” en el sentido de contemplar el paisaje, /absortos/, como sumergidos callados ambos en este.-
El contexto histórico-literario en el que Quiroga produce este cuento está impregnado aun del Romanticismo y del Simbolismo, si bien, la “escuela” Modernista, encabezada por el poeta Rubén Darío, tiene su mojón en el año 1888 cuando se publica el libro de poemas en prosa “Azul”.-

5) A continuación se expone un estado psicológico y anímico de sí mismo:

“Sentía a su lado la influencia de una lenta depresión

6) (La inquietud, la ansiedad, el desasosiego, la melancolía, más bien pertenecen a la angustia. El miedo tiene un objeto determinado al que se puede hacer frente. La angustia no la tiene, y se vive como una espera dolorosa ante un peligro tanto más temible cuanto que no está claramente identificado: es un sentimiento global de inseguridad. Por eso más difícil de soportar que el miedo”, (Delemeau, J., 1989, “El miedo en occidente”, Madrid: Taurus). El desasosiego se consigue en la Literatura Fantástica con la irrupción obligada del componente sobrenatural (o irracional).
Me detengo en esta instancia del análisis a efectos de realizar un “acercamiento” al concepto de Depresión que padece el protagonista: La depresión (del latín depressio, que significa ‘opresión’, ‘encogimiento’ o ‘abatimiento’) es el diagnóstico psiquiátrico que describe un trastorno del estado de ánimo, transitorio o permanente, caracterizado por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad, además de provocar una incapacidad total o parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana (anhedonia). Conocida en sus inicios con el nombre de melancolía (“Melencolia I” es uno de los tres grabados del famoso pintor del Renacimiento alemán Alberto Durero, [Nota mía]), viene del griego clásico μέλας ‘negro’ y χολή ‘bilis’; la depresión aparece descrita o referenciada en numerosos escritos y tratados médicos de la Antigüedad. El origen del término se encuentra en Hipócrates, aunque hay que esperar hasta el año 1725, cuando el británico Richard Blackmore rebautiza el cuadro con el término actual de depresión. Hasta el nacimiento de la psiquiatría moderna, su origen y sus tratamientos alternan entre la magia y una terapia ambientalista de carácter empírico (dietas, paseos, música, etc.) pero, con el advenimiento de la controversia de la biopsiquiatría y el despegue de la psicofarmacología, pasa a ser descrita como acaso una enfermedad más. Su alta prevalencia y su relación con la esfera emocional la han convertido, a lo largo de la historia, en frecuente recurso artístico e incluso en bandera de movimientos culturales como el romanticismo. Cuando el narrador manifiesta: “Sentía a su lado la influencia de una lenta depresión que no podía explicarme”. Se produce luego de los / “paseos”/, “…cuando las mojadas tardes de invierno tiritaban en los campos helados, a detenernos absortos ante los paisaje doblegados.” Posteriormente, en el siguiente párrafo, este sentimiento, se asocia también con / “sus palabras”/, las cuales le generan ese estado. Puede señalarse, con respecto a esos “paseos” y al sonidos de las palabras de su amigo, un paralelismo “psico-cósmico” entre el protagonista en su estado depresivo, y “…las mojadas tardes de invierno…”
Luego se detiene el protagonista, siempre sirviéndose de un estilo realista en la escritura, en “su risa”. Esta risa es adjetivada con el término /lívida/, es decir, pálida; aquí se produce una sinestesia, ya que une dos imágenes: la sonora: /risa/, y la visual, /lívida/. Al centrarse el  narrador en esa /risa/, describe metonímicamente el estado psicológico de su amigo, su etopeya.

7) A medida que se va desarrollando el cuento se produce una relación  de “empatía”: “…mi expresión, fatalmente, tomaba las mismas formas que la suya, ejecutando sus movimientos, riéndome, agachándome sin apartar mis ojos de los suyos,…”
Se destaca el leit-motiv del cuento al utilizar los términos: “transformándome” (gerundio),  y “transformación” (susantivo); resalta lo que se producirá más adelante  en la narración, (catáfora), convirtiéndose en el aspecto fantástico de la obra.-


8) En este párrafo donde se venía realizando un discurso realista y hasta naturalista, irrumpe lo fantástico. Aquí se produce el “quiebre” de “lo normal con lo a normal «la que presenta en forma de problemas hechos a-normales, a-naturales o irreales en contraste con hechos reales, normales o naturales. (Ana María Barrenechea).
La narración realista permite que el discurso fantástico, o el hecho escritural del mismo, convivan juntos aun siendo antagonistas en sus aspectos estilísticos y semánticos. De acuerdo a Todorov el terror se relaciona a menudo con lo fantástico, el miedo y lo fantástico pueden coincidir manifestándose simultáneamente, pero no en relación de dependencia porque ni lo fantástico provoca miedo, ni el miedo produce lo fantástico. Esto implica que el miedo o el desasosiego propio de lo fantástico pasarán a estar subordinados a esta clase relato; no obstante, la literatura de terror (como la gótica) no es más que uno de los diversos géneros de la literatura fantástica.
En este cuento el miedo y el desasosiego, que se aprecian en el protagonista, conviven para dar lugar a una situación de carácter fantástica. A continuación se produce un “clímax” en donde el protagonista adquiere la “anagnórisis” trágica propia de una obra trágica-

“Una noche, dormía tranquilamente en mi cama cuando me desperté sobresaltado: me llamaban”.

“…era una voz como vomitada, una sensación de chirrido, de estrangulamiento que no sentía por los oídos sino por la carne”.

 El sonido de esa /voz/ se impregna en el protagonista por la carne; es una impresión que trasciende los sentidos, excepto el del tacto, ya que, su amigo, transformado “…en un odioso contacto de larva crepuscular completamente adherida a mi cuerpo…”, trepa por el cuerpo. La metamorfosis ya se produjo, y su amigo lo “visita” mientras duerme; mientras que el personaje principal aclara: “No soñaba (…), estaba despierto, bien despierto…”
Esta situación se produce durante la noche cuando dormía; es un momento propicio para que lo fantástico se manifieste en la oscuridad (aquí se puede apreciar un hecho propio de la “literatura gótica” donde muchos acontecimientos de horror y fantásticos surgen por la noche, en la oscuridad).
Después del grito producido por el contacto físico con esa criatura, lo tira “…el animal o tumor que trepaba por mi piel…”; y al encender un fósforo para iluminar la habitación y ver qué era esa “inmundicia” que trepó por su cuerpo, aprecia que es la figura de su amigo, el cual grita, en tanto el personaje lo ve: “…en un rincón estaba mi amigo, apelotonado, amarillo, arrimado como un animal aterrorizado, mirándome y riéndose…”
Los adjetivos calificativos / apelotonado/ y / amarillo/ indican que el deuteragonista se le presentó ya transformado, metamorfoseado, por la noche; no se indica en el cuento el motivo por el que se le apareció al protagonista en esa instancia de la narración, sin embargo puede inferirse, que es una “demostración” de la naturaleza estrafalaria y monstruosa de su ser.
El amigo, en la narración en la que se utilizan  los gerundios / mirándome/ y /riéndose /, demuestra, más allá de su imagen comparativa como un animal aterrorizado…”, que la “visita” que le hizo por la noche al personaje principal tenía una intención significativa, tal vez la de demostrar su naturaleza retorcida (no solo en lo físico sino también en lo moral), porque lo mira y se ríe como si esa “sorpresa” fuese digna de comicidad, siendo más bien grotesca.

9) Al narrador lo despiertan al día siguiente del suceso fantástico. Lo particular es que no le dio “tanta trascendencia” a lo acontecido en la noche anterior, como si lo hubiese tomado naturalmente.-
A continuación se dirige a la casa de su amigo y entabla un diálogo con él:

-“¿Cómo pasó la noche?”

A lo que el amigo le responde con un tono sarcástico: - “A ver un amigo muerto”. El narrador repite las palabras “lentamente”, y comienza a reírse junto a su amigo de una manera irracional, “…nos reíamos más fuerte, más fuerte, más fuerte,…”; la repetición anafórica pretende destacar esa risa monstruosa y cómplice.
Se produce el desenlace del cuento en el cual lo fantástico abarca el discurso narrativo produciéndose un final en donde se genera una metamorfosis y un acto de complicidad en ese hecho aberrante y monstruoso.
Empieza el proceso de metamorfosis, en la que los personajes, como en un espejo, comienzan a cambiar sus formas humanas mientras “…la noche comenzó a entrar en el escritorio ya oscurecido…”. Nuevamente la /noche/ aparece en el contexto narrativo como ámbito en donde lo fantástico se genera., junto con la oscuridad,  como cómplice de la aberración.
 “…y cada vez era él más y cada vez era él más horrible y cada vez era yo más deforme, y cada vez era yo más deforme,…” El narrador, “tiene conciencia” de lo que se va gestando, ya que realiza un juicio de valor por medio de esos adjetivos: /horrible/ y / deforme/; quizás lo realice porque como dice al principio del cuento: “…Tuve un amigo cuyo recuerdo,…”,  que es el motivo por el cual lo ha llevado a narrar la historia, y, por lo pronto, desde una perspectiva ya lejana por el /recuerdo/, aprecia y siente el acontecimiento ominoso que experimentó.
 “…y quedamos mirándonos, prendidos, delirantes, incrustados en la madera como dos enormes gusanos negros, encogidos y mirándonos…”, finaliza rematando el aspecto fantástico de la obra. Se convierten en /gusanos/, colgados de los tirantes del techo, /mirándonos/, en un acto de complicidad. El gusano es la etapa previa a otra metamorfosis, pero de origen natural: transformarse en mariposa; sin embargo en la obra, queda en suspenso, como ellos colgando, esa posible transformación. Esa última imagen señala el horror y el desagrado de esas criaturas en las que se metamorfosearon, sin saber los verdaderos motivos o causas de la misma.



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FEDERICO RIVERO SCARANI (Uruguay, 1969). Poeta, narrador, ensayista y traductor. Obras: La Lira el Cobre y el Sur (1993), Ecos de la Estigia (1998), Atmósferas (1999), Synteresis perdida (2005), Cuentos Completos (2007), El agua de las estrellas (2013), Desde el Ocaso (2014). Página ilustrada con obras de los niños mágicos del Arte Amigo (Costa Rica), artistas invitados de esta edición de ARC.

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Agulha Revista de Cultura
Fase II | Número 23 | Janeiro de 2017
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