terça-feira, 4 de julho de 2017

PEGGY VON MAYER | Volver la mirada a Ninfa Santos


Ninfa Santos nació en San José en 1914. Su familia, muy prominente a finales del siglo XIX y principios del XX, tenía grandes haciendas en Guanacaste, dedicadas a la ganadería, agricultura y minería básicamente. En la gran casona de los Santos en Liberia se decidieron asuntos importantes de la política nacional. Al morir su madre, don Manuel Santos confió la crianza de su pequeña hija a su hermana Ninfa, quien se había educado en Europa.
De modo que Ninfitilla, como la llamaba la familia para diferenciarla de la tía Ninfa, recibió una educación esmerada aunque rígida, según los cánones sociales de la época. Murió el 27 de junio de 1990, a los 76 años.
Ingresó a la Escuela Normal de Heredia en 1928 y, posteriormente, en 1933, se fue a vivir a México, donde su hermana Lupita, quien se había casado con un diplomático mexicano, de apellido Almaraz.
A los 20 años trabajó con Vicente Lombardo Toledano, miembro de la Sociedad de Conferencias y Conciertos, grupo conocido como “Los siete Sabios de México”, y líder sindical destacado en el México posrevolucionario de principios del siglo XX; secretario de la Confederación de Trabajadores de México –CTM– y de la Confederación de Trabajadores de América Latina –CTAL–. Aunque Lombardo no perteneció nunca al Partido Comunista mexicano, dio muchas luchas a favor de los obreros.
Ninfa, en cambio, sí fue militante de las Juventudes Comunistas desde 1934. Tuvo una importante participación en la ayuda de “Los niños de Morelia”, que era un grupo conformado por 456 menores de edad, hijos de republicanos, que fueron traídos de España en 1937 a petición del Comité Iberoamericano de Ayuda al Pueblo Español, con sede en Barcelona. Las gestiones se desarrollaron mediante el Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español.
Ninfa era de índole extremadamente generosa y solidaria con el dolor humano.
La connotada escritora Elena Poniatowska publicó fragmentos de unas grabaciones efectuadas en un homenaje por la prensa con ocasión de su muerte, Ninfa recuerda aquel episodio: “Después de que fundamos el Comité de Ayuda al Niño Español, Elena Vázquez Gómez y Teresita Proenza fueron a ver al general Lázaro Cárdenas y fue cuando este se apoderó del proyecto y dijo: ‘Yo traigo a los niños a México’. A nosotros se nos ocurrió la idea, pero ¿cómo traíamos a 500 niños sin la ayuda del Gobierno? El Gobierno fue el que organizó la traída. (…) A las dos de la tarde atracó el barco y bajaron los 500 niños, y a cada uno nos responsabilizaron de un grupo de 50 o 60 niños, no me acuerdo. A lo largo de todo el trayecto, en todos los pueblos, cada vez que el tren se detenía en aquel viaje larguísimo, la gente llegaba a la estación a darle regalitos a los niños, fruta, dulces, pan dulce; en cada estación la gente desfilaba frente a las ventanillas, iba de carro en carro con sus brazos llenos de flores. A un niñito que se me pegó y ya no me soltó en ese viaje de Veracruz a la Ciudad de México, un indito le puso en las manos una cajita de cerillos con unos cacahuates adentro y amarrada con unas violetas. Yo no hice más que llorar en ese viaje de la emoción y todavía me emociona recordarlo”.
En 1938, Santos contrajo matrimonio con Ermilo Abreu Gómez (1894-1971), afamado escritor, historiador, periodista, dramaturgo y ensayista mexicano, reconocido como el gran especialista en Sor Juana Inés de la Cruz. A partir de entonces, obtuvo la ciudadanía mexicana.
Al año nació su hija, Juana Inés de la Cruz Abreu, llamada así por la gran admiración de su padre a la Décima Musa; ella fue pintada por los mejores artistas mexicanos debido a su gran belleza.
Ninfa contó, en la misma grabación, que después de que casó con Abreu, él la sacó de las Juventudes comunistas: “Entré al Partido después del asesinato de Trotsky, aunque poco a poco nos fuimos alejando, la cosa como que se fue debilitando; yo tenía que atender a mi hija y luego nos fuimos a Estados Unidos y allá, ni hablar de comunismo. (…) El Partido Comunista Mexicano nunca fue fuerte ni determinante para la vida política del país. Nosotros éramos muy fanáticos y aceptábamos todo. Claro, Ermilo, que era un hombre mucho mayor que yo y sin duda más inteligente, se molestaba con mi actitud de apasionamiento. Se burlaba de mí. Porque te voy a confesar que yo lloré por Stalin como
nunca he llorado por nadie. Si íbamos a una reunión y alguien hablaba mal de Stalin yo me metía al baño a llorar (…) porque Stalin era nuestro papá, nuestro Dios. Ahora me río de toda esa ingenuidad… (…) ¡Cómo lloré por Stalin, por Dios! Las purgas famosas a mí, al principio no me hicieron mella, ni siquiera los famosos juicios de Moscú, no; ahora me pongo a pensar que cómo es posible que no me impactaran aquellos juicios terribles cuando fusilaron a gente como Kamenev… bueno, a toda la plana mayor del partido, a la vieja guardia. (…) Fíjate qué ingenua o qué fanática!”.
En 1948, Abreu Gómez fue a dictar unas conferencias a Washington, las cuales fueron tan notables que la Unión Panamericana lo invitó a quedarse, por lo que la pareja fijó allí su residencia.
Ninfa ingresó en 1952 al Servicio Exterior mexicano, adscrita a la Delegación de México ante la OEA. Divorciada en 1958, conservó una excelente relación de amistad con su exmarido. Permaneció en Washington hasta 1963, año en que fue trasladada a la Misión Permanente de México ante las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York.
En 1967 fue trasladada a la Embajada de México en Roma, Italia, como Secretaria consejera 2º y 1º. Allí permaneció 13 años, ya que era tan querida en esa sede diplomática que no le aceptaban la renuncia. Regresó a México donde fungió como asesora del Ministerio de Relaciones Exteriores de México de 1980 a 1988.
Cuando regresó a México vivió en una propiedad que había sido un monasterio edificado en 1806 y declarado monumento nacional, contiguo a la iglesia de Santa Catarina en Coyoacán. La casa de Ninfa fue punto de reunión de intelectuales y artistas, que encontraron refugio y amparo en sus alegrías y vicisitudes. Eran asiduos visitantes Octavio Paz, Elena Garro; García Márquez, Guadalupe Amor, Juan Soriano, Pablo Neruda, Diego de Rivera, Frida Kahlo, José Luis Cuevas, León Felipe, Cernuda, Tito Monterroso, Gregorio Selzer, Barba Jacob, Elena Poniatowska, Antonio Badillo, Miguel Ángel Asturias y muchos más.
Estando ya muy enferma de artritis deformante, recibía en su cuarto a todos sus amigos, quienes deambulaban entre aquellas viejas paredes como si fuera su propia casa. Mandaban a comprar comida y tequila a la fonda de la esquina y departían hasta altas horas de la noche, rodeados por los gatos de la anfitriona.
Ninfa era de índole extremadamente generosa y solidaria con el dolor humano. Estando en Roma, dos jóvenes mexicanos secuestraron un avión y fueron abandonados en Italia, sin dinero ni documentos; entonces ella los acogió en la Embajada y no descansó hasta conseguirles la forma de volver a México. De los ahorros que tenía para hacer un viaje que había sido el sueño de su vida, compró la tumba para el hijo de un amigo porque lo iban a echar en una fosa común.


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PEGGY VON MAYER (Costa Rica). Ensayista e investigadora, el destaque más grande en su vasta obra es la preparación y edición de las Obras Completas de Eunice Odio. Aquí reproducimos un ensayo suyo sobre a poeta Ninfa Santos, originalmente publicado en La Nación, en 31/07/2016. Página ilustrada com obras de Tita do Rêgo Silva (Brasil), artista convidada desta edição.

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● ÍNDICE # 99

EDITORIAL | A pronúncia esquecida da realidade

ALICIA LLARENA | Agustín Espinosa: Lancelot 28º - 7º

CARLOS OLIVA MENDOZA | Erotismo, pornografía y felicidad

ESTER FRIDMAN | Quer a humanidade ser livre?

FLORIANO MARTINS | Valdir Rocha e o mito transfigurado

GABRIEL JIMÉNEZ EMÁN | Leonora Carrington y surrealismo novelado, por Elena Poniatowska

JORGE ANTHONIO E SILVA | A poética na esquizofrenia

MARIA LÚCIA DAL FARRA | Gilka Machado, a maldita

PEGGY VON MAYER | Volver la mirada a Ninfa Santos

RIMA DE VALLBONA | Indicios matriarcales en las comunidades chorotegas

SOFÍA RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ | Homenaje a Max Rojas

VIVIANE DE SANTANA PAULO | Tita do Rêgo Silva e o mundo fantástico, faceiro e colorido da xilogravura

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Agulha Revista de Cultura
Número 99 | Junho de 2017
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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