terça-feira, 13 de fevereiro de 2018

JOSÉ MIGUEL PÉREZ CORRALES | Cahiers de l’umbo / l’impromptu



Jean-Pierre Paraggio prosigue siempre la aventura de los Cahiers de l’umbo. Tras acabar (no hace dos años) la nueva serie, ha surgido l’impromptu, “bulletin de l’umbo”, cuyo n. 3 (realmente el quinto, ya que comenzó con un n. 0 y un n. 00) es de primavera de este mismo año.
Los Cahiers de l’umbo han sido de 2004 a 2010 una fértil cita con la poesía y con el pensamiento, sin que falten nunca las referencias surrealistas. Aparte las inconfundibles ilustraciones de su director de orquesta, una firma permanente ha sido la de Pierre Peuchmaurd, garantía de lo mejor, como también quien fue su compañera, Anne-Marie Beeckman, a su vez animadora de otra bella publicación: Grand I Vert. En la Collection de l’umbo han parecido, precisamente, cuadernos de ambos, así como de Joël Gayraud y otros.
En un rápido viaje por los contenidos de la revista, comenzaré por destacar, en su n. 1, el suplemento de homenaje a Peter Wood, con un gran artículo evocativo de Marie-Dominique Massoni, y en el n. 3 el suplemento dedicado a las cajas de Anne Marbrun, presentadas por Peuchmaurd.
En el n. 4, Bruno Montpied nos obsequia con las “traducciones subjetivas”, o sea “traducciones de textos reales escritos en una lengua que los traductores ignoran casi totalmente”, con dos ejemplos a partir del fragmento de una pieza teatral rumana, uno a cargo del propio Montpied y otro por Christine Bruces, quienes se han puesto manos a la obra auxiliados por un diccionario rumano. El resultado es hilarante, superando sin duda el texto de partida.
El humor prosigue en el n. 5 con unas fabulosas cartas de François-René Simon, a su doble, a su psicoanalista, a Dios, etc.
Si en el n. 5bis poco puede interesarnos el dossier Larrea, al que conocemos demasiado bien, sí que hay apuntes de interés en el ensayo de Jean-Yves Bériou “El lenguaje y su doble”, que comienza así: “El levantamiento de la gran poesía moderna, a partir de Rimbaud y de Lautréamont, se ha apoyado en el pensamiento de las imágenes que, gracias al surrealismo, se ha convertido en la piedra de toque de todo pensamiento poético, surrealista o no”. Tras señalar la oposición de esa poesía a “la otra cara de la modernidad, a su lado malo, que es el del progreso, es decir, el progreso de la explotación, de la dominación y de la separación”, añade felizmente: “Muchas vanguardias no han sido más que los avances del despliegue de las técnicas de dominio, o se han contentado simplemente con prefigurar o reflejar las peores destrucciones del mundo, de la naturaleza y del hombre (literatura de propaganda, objetivismo desencarnado, teología heideggeriana, retorno a la religión, bazar del «ser», formalismo mecánico, odio del sujeto, voluntad de eliminación del sentido, «postmodernidad», etc.). Al contrario, si se puede hablar de una poesía moderna radical, está en el intento de captar la condición humana en la raíz, y de exaltarla contra todo lo que tiende a encadenar al hombre”. Bériou reflexiona sobre la imagen como “corazón de la poesía”, pero su ensayo es una introducción a la poesía española contemporánea, todo menos objetiva, ya que la objetividad en estas cuestiones “no consiste sino en una ausencia de perspectiva”. De los tiempos anteriores a la guerra, destaca, entre los que se unieron a “la aventura de la moderna poesía radical” a “un cierto Cernuda” (lo que está muy bien, porque también hay un Cernuda amanerado y cargante), el Lorca de Poeta en Nueva York y el Crimen de Agustín Espinosa, como después a Cirlot, Carlos Edmundo de Ory. Hay tiempo luego para hablar con detenimiento de Gamoneda, Blanca Andreu, Claudio Rodríguez, Aníbal Núñez, Ildefonso Rodríguez, Olvido García Valdés. En Claudio Rodríguez no hay “ningún gusto por la auto-ironía complaciente y la mala conciencia del burgués «de izquierda», ninguna tendencia a apelar a la «separación del hombre» consigo mismo y con el mundo, principio estético de una lenguaje sin pasión”, mientras que Gamoneda es visto como “una figura ejemplar de los poderes de la integridad poética, en el sentido fuerte del término, en la medida en que su poesía no descarta ninguno de los resortes y de los poderes que son los suyos, y rechaza confundirse con los «mensajes» estéticos, poéticos o metafísicos que atestan lo que se llama demasiado a menudo poesía y que no es sino literatura, o sea en el peor caso un oficio y en el mejor una diversión. Lejos de las miserias poéticas datadas (poesía «comprometida», «culta», «formalista», etc.) y actuales (poesía neorreligiosas de la «ausencia» y del «silencio», poesías miserabilistas de la «experiencia» y del «nuevo sentimentalismo», etc.)”. En otro lugar de los Cahiers, Jean-Yves Bériou aludirá al “infesto trascendentalismo filosófico que baña una gran parte de los que se llama «poesía contemporánea»”. Y cerremos con esta nota sobre el automatismo: “Sabemos que el automatismo no es solo automático: que el vértigo de las imágenes puede ser el fruto de conjuros sucesivos, de la memoria alucinada o de la máxima concentración del ojo y del pensamiento, como lo puede ser del sueño o del azar; y sabemos, en fin, que esto poco importa, pues es en la materia del lenguaje donde a cada ocasión se opera la alquimia”.
Desde el n. 6 hay llaman la atención las breves notas de Olivier Chevillard, muy refrescantes y originales. En el 6bis hay una extraordinaria reseña de Pierre Peuchmaurd al bellísimo libro de Marie-Laure Missir Joyce Mansour, une étrange demoiselle, sin que Peuchmaurd deje de subrayar cómo el enfoque biográfico resulta –algo tan raro– “ejemplar de información y de discreción, contándonos solo lo que nos concierne”. Para Peuchmaurd –y nada más cierto– la poesía de Joyce Mansour es “una de las más increíbles y de las más creíbles del surrealismo”. “No escribe sino excepcionalmente sueños: escribe como en sueño, y su voz es abisal”. “Viviendo todavía, gritando, riendo incluso, ella habría, como ninguna otra y casi bastándose ella sola, desasfixiado la poesía”.
Este n. 6bis contiene dos platos fuertes: un texto inédito de Dedé Sunbeam, enigmática figura de La Révolution Surréaliste, y, como suplemento, un homenaje a Georges Henein, donde lo más sobresaliente es un poema de Abdul Kader El Janabi para Ounsi El Hage. En el siguiente hay cuatro dibujos de Juan Ismael y la traducción de Lo imprevisto de Domingo López Torres, el poeta surrealista canario asesinado por la canalla falangista, con los dibujos de Ortiz Rosales; traducen Martine Joulia y Jean-Yves Bériou.
En el n. 7bis hay unos dibujos de Georges-Henri Morin y una de mis fotos favoritas de todos los tiempos, que vi por primera vez en De l’éperdu de Annie Le Brun: la del falsificador de moneda Fortino Sámano, en el momento en que lo van ejecutar los enemigos de Zapata, con las manos en los bolsillos, un habano en los labios y una sonrisa de total indiferencia.
Alain Joubert firma un artículo titulado “El arte y la manera”, contra la “pintura-pintura”, “esa triste inutilidad”, y celebrando el poder de los títulos. Es una pena no traducir íntegramente este artículo soberbio. Me limito al párrafo en que polemiza con un crítico para quien la pintura de Max Neumann “se basta a sí misma, intensa y extraña, sin propuesta de interpretación”: “Proclamar esto es operar un desolador retorno al arte por el arte, es pretender que la sola manipulación de los colores y de las formas puede constituir un «acontecimiento», es aislar la pintura en el corazón de un mundo vacío de sentido donde virtuosismo, oficio y satisfacción retiniana ocuparían el lugar del contenido, es descuidar la importancia del ser que pinta y rechazar todo aquello que la fuerza y el deseo le conducen a sacar a la luz”. En cuanto a Alain Joubert, añadamos que en el n. 2 de l’impromptu nos ofrece otro gran texto, reseña del formidable Danser sur la corde de Maurice Blanchard.
Uno de los suplementos del n. 8 está dedicado a los amerindios. Su autor es Stéphane Maignan, y sus páginas nos evocan las que Roger Renaud escribió en los años 70 en el Bulletin de Liaison Surréaliste.
Ya abreviando, apuntemos en el n. 9 las “ambimages” de Philippe Lemaire y la preciosa colaboración de Jean-Pierre Paraggio y Anne-Marie Beeckman en el suplemento titulado Los tréboles subterráneos. En el n. 10 irrumpe con 4 collages Miguel de Carvalho.
Poco es lo dicho –hay muchos poemas e ilustraciones que merecerían resaltarse–, pero sirva para dar una idea de la gran riqueza de esta aventura que aún prosigue y a la que esperamos seguir bien atentos.

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“Boletín profano y confidencial del umbo”, l’impromptu, ya por su n. 4, nos pone al día, en una veintena de páginas, de muchas pequeñas publicaciones de las que, de otro modo, no tendríamos noticia. Ello va, además, acompañado de ilustraciones de su alma mater (Jean-Pierre Paraggio), Richard Greaves (la foto de una casa de madera alucinante, de puerta angosta y ventanas torcidas y con multitud de cachivaches en la pared), Philippe Lemaire (un collage titulado Estos lugares nos llaman, donde el reflejo en el agua de un paisaje de árboles lacustres nos brinda la sorpresa de unos edificios misteriosos), Marcel Miracle (una página de su “Pequeño manual de mineralogía profético”, donde relata una aventura suya en el Sáhara) y Jiri Kolar (un collage con imágenes medievales o renacentistas en las alas de tres mariposas). El collage de Jiri Kolar anuncia la aparición del libro La liberté est un collage, homenaje de un centenar de páginas a este gran artista checo, con 64 reproducciones a todo color de 64 collagistas.
Aparte la de este libro, resaltemos la noticia de un largo poema de Alain Joubert dedicado a Pierre Peuchmaurd (Parce que c’était lui, en La Morale Merveilleuse); más textos de Joubert en las revistas Pièces à conviction y La Quinzaine Littéraire; Les nouveaux jeux de la poupée de Joyce Mansour en las Éditions des corps; números de las revistas L’Oeuf Savage, L’Art du Jazz, Le Pique-Feu y Empreintes.
Completan el breve pero rico boletín un poema de Jean-François Rousseau, unas declaraciones de Odysseas Elytis sobre el lenguaje y sobre la poesía (“He aquí por qué yo escribo. Porque la poesía comienza allí donde la muerte no tiene la última palabra”), siete ráfagas de temática zoológica de Olivier Hervy (“Le rêveur efficace”) y una bibliografía de Jean-Yves Bériou.
Por desgracia, muchos de los cuadernos de la Collection de l’umbo llevan entre paréntesis un fatídico “agotado”. Son en total 41, desde 1996. Los próximos serán Le poirier de Laurent Albarracin y Je t’emmènerai en enfance de Roberto San Geroteo.

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He aquí el n. 5 de l’impromptu, boletín “fotoblefarántropo” del umbo que de nuevo, pese a que solo consta de poco más de una docena de pequeñas páginas, nos aporta muchas novedades y algunas bellas improvisaciones.
Lo ilustran su director de orquesta, o sea Jean-Pierre Paraggio, y Georges Lem, Guy Bodson, Laurent Seroussi, René Appalec, Rik Lina y Antonio Ramírez.
“Collagista visionario en el secreto” nos da a conocer a René Appalec, de quien se descubrió en 2007 una centena de collages en el desván de una casa de Tolosa, remitiéndosenos a la página reneapallec.com.
De Antonio Ramírez, componente del grupo surrealista de Madrid conocíamos siete dibujos y sus escritos en los números 13-14, 15-16 y 17-18 de Salamandra, siempre incisivos: el magnífico Regreso al subterráneo, o el erotismo reconquistado, El objeto robado, El tiempo muerto y, con María Santana, la propuesta de acción subversiva Extrañamiento en el centro comercial. Sus laberínticos dibujos en tinta china, que componen la serie “La habitación negra”, se anuncian para una inminente publicación, con un texto de Lurdes Martínez, figura vital de Salamandra. En l’impromptu se reproduce Ángel de la electricidad, y nosotros conocemos ya El domador de gallinas, El jesuita, La gran orgía, La presa, Misterios de la oficina, Reunión de vecinos y Huesos.
La ilustración de Rik Lina da a conocer su reciente libro con Raúl Henao. Otra ilustre “colaboradora” es Dorothea Tanning. Se señala su partida, informándonos de que ha aparecido en 2011 su segunda antología poética, titulada Coming to That, y la ilustración que la homenajea es su Canapé en tiempo de lluvia, que nos lleva en línea directa a los ultramuebles pasionales de Susana Wald.
Entre los textos anotemos: el collage de citas (François-René Simon, Joël Gayraud, Reverdy, Dorothea, Artaud, Breton y otros) de Paraggio; un poema publicado en 1993 de Pierre Peuchmaurd; un adelanto de La main de glace, la main de foudre de Jean-Yves Bériou; una muestra de Le poirier de Laurent Albarracin, publicado este mismo año en la Collection de l’umbo, y una nota sobre él de Christian Ducos; un extracto del artículo de François-René Simon en el n. 1053, enero de 2012, de la Quinzaine littéraire, con un retrato de Artaud como el “rebelde absoluto”; sendas citas de Breton, Reverdy y Claude-Henri Chouard tomadas de Annie Le Brun en La matricule des anges; una nota de Jean-Yves Bériou sobre la imagen como “corazón de la poesía”; un fragmento de la entrevista a Georges-Henri Morin sobre Peuchmaurd publicada en el n. 12 de Contretemps, diciembre de 2011, aludiendo a Maurice Blanchard y su idea de la poesía como una propiedad de la materia, y recordando cuando Peuchmaurd, con gracia y verdad, respondía a la pregunta sobre si el poeta razona que no, que el poeta no “razona” sino que “resuena”.
Por este número de l’impromptu nos enteramos de la aparición de la revista Mirabilia, cuyas 151 primeras páginas van dedicadas a “Lo maravilloso”, seleccionándose aquí las consideraciones de Anne Guglielmetti, Laurent Albarracin y Joël Gayraud, uniformemente interesantes. En otra página, una frase de Peuchmaurd: “Hay la maravilla y no el misterio”, evoca “Lo maravilloso contra el misterio” de André Breton, por lo que sigue una cita de este: “Es la más bella de las noches, la noche de los relámpagos; el día, a su lado, es la noche”.
En el apartado de las “apariciones” de que se hace recibo, asterisquemos un Maldoror de Guy Bodson, compuesto de doce citas de los Cantos y doce dibujos; el intercambio Laure Missir-Jacques Lacomblez, con Laure Missir escribiendo “en eco” a obras de Lacomblez en La lumière change de robe e ilustrando Presque rien (Mélanges légers) de Lacomblez; La voie sèche de Johnny Lebigot, en testimonio de una exposición, con presentación de François Leperlier y una contribución de Joël Gayraud; y la “pieza de convicción” de Georges-Henri Morin Entre deux points de distance inégale.
l’impromptu sigue pues en su tónica de captar algunas de las mejores vibraciones que emiten los tiempos presentes, atando en un hilo de luz ebulliciones dispersas.

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Tan solo tres meses después del número 5, he aquí que vuelve, con nuevas improvisaciones, l’impromptu, el “boletín confidencial de las cuestiones previas” que dirige desde Tolosa Jean-Pierre Paraggio.
Este número incluye textos en castellano, como el prólogo de Pierre Peuchmaurd a la edición francesa del Libro del frío de Antonio Gamoneda y dos poemas de Anne-Marie Beeckman traducidos por Ildefonso Rodríguez.
La gran novedad de este número es el cuaderno de cuatro páginas a todo color, con una magnífica pintura (1998) de Karol Baron; Quieren volver los sueños de Paraggio, en su modo inconfundible; cuatro imágenes (2008) de Premysl Martinec; y Tarot VI (2012) de Elena Almau, con la carta de la carreta y apeteciéndonos conocer más de esta finísima artista que ha hecho la serie completa de esta fuente inagotable de inspiraciones plásticas y poéticas.
Se anuncia la aparición, en Flammarion, de Le secret secret, de Laurent Albarracin, con dibujo de cubierta de Georges-Henri Morin, de quien leemos en el boletín una prosa de Zone franche (Lyon, 2010) y de quien se nos da la nota de aparición de Carnet oublié d’un voyage dans le temps, Albanie 1987. Otras novedades que nos parecen destacadas: el n. 1 de L’Échaudée, “revista de crítica y utopía” que sucede a L’Oiseau tempête, con el manifiesto “Occupy Wall Street” y colaboraciones, entre otros, de Alain Joubert, Guy Cabanel y Georges-Henri Morin; los Éclats d’une vie de Stanislas Rodanski; y Les Arcs-en-ciel du noir: Victor Hugo, de Annie Le Brun, en Gallimard.
Muy de agradecer es la reproducción de la cubierta del número 0 y único de la revista L’Ekart. Recordemos el surgimiento en Lyon, año de 1966, de este estupendo grupo surrealista fundado por Robert Guyon, Louis Gleize, Bernard Caburet, Claude Allibert y Elsbeth Ach. Es la primera vez que vemos esta portada, añadiéndosenos que en el interior nos esperan “juegos tipográficos muy complejos”.

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El n. 7 de l’impromptu, dinámico boletín “trágico y pulsátil” del umbo, como de costumbre, ofrece en unas pocas páginas un ramillete de poemas, imágenes y reflexiones, a la vez que da cuenta de novedades aparecidas en pequeñas ediciones. En el sumario, poemas y prosas de Jean-François Rousseau, Ildefonso Rodríguez, Anne-Marie Beeckman, Jean-Yves Bériou, Roberto San Geroteo, Louis-François Delisse y Bertrand Schmidt. Hay también una semblanza de Jean-Pierre Le Goff, desaparecido en febrero, por Joël Gayraud, de quien, por cierto, leemos estos días las gratificantes estampas ambulantes de Passage public, con un magnífico “Vive le catch!”, visto este –en su umor y desmesura– como la única excepción a “la definitiva imbecilidad de la competición deportiva”, en unos tiempos en que reina por las noches del mundo “la paz de los televisores, más fatal que la de los cementerios”.

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De nuevo nos actualizamos con el boletín “metamorfo” y “antiteísta” del umbo, cuyo título aparece esta vez –n. 8– despojado de sus tres vocales.
En su lista de novedades, destacamos dos publicaciones de Guy Cabanel: Chants d’autres mémoires, con dibujos de Lucques Trigaut, y Le revenant, a partir de dibujos de Michèle Grosjean. Guy Cabanel está además aquí muy presente, ya que traduce un poema de la poetisa antigua Li Ts’ing Tchao y a sus propias Fêtes sévères dedica unos versos Christine Delcourt. Este nuevo L’mprmpt se caracteriza por su toque oriental, ya que hay además una prosa de Sei Shōganon y un poema de Han Shan.
En la serie Passage du Sud-Ouest, la colección del umbo acaba precisamente de publicar, de Guy Cabanel, Cent haïkus. Les dédicaces de Maliduse –y de Ana Tot L’amer intérieur. Luca l’irascible.
De Cent haïkus –ya Guy Cabanel publicó veinte en el número 2 de La Brèche, allá por 1962, por lo que no son ninguna novedad en su poesía– deja claro el poeta que no son haikus ni desde el punto de vista formal ni en su contenido, sino solo en su brevedad y en el hecho de sacar “de una observación banal una visión de las cosas que permanecería oculta si no se expresara sobre ese tono que es como un golpe de sable cuya hoja fuera el espejo que nos incita a atravesar”. Y recordemos que el mítico poema Maliduse fue editado en 1961 con ilustraciones de Robert Lagarde, Mimi Parent y Adrien Dax (y luego reeditado en 2009 por Les Loups sont Fachés)
L’amer intérieur puede verse como un homenaje a Gherasim Luca, anticipador de su centenario, que tendrá lugar en 2013
Una brisa de océano portugués hay también en este número, con dos dibujos de Rik Lina y la caja de Miguel de Carvalho en homenaje a Mariana Alcoforado, la monja portuguesa amada de los surrealistas. Destaquemos también la pintura de Mireille Cangardel El espíritu del chamán, las fotos del estudio de esta artista por Clémence Cabanel y dos documentos, plástico y escrito, de la vieja demencia cristiana. Hay, en fin, textos de Jean-François Rousseau, Matthieu Messagier, Alfonso Jiménez y Olivier Hervy.
De Anne-Marie Beeckman se nos establece una útil bibliografía (1989-2010), con algunas de sus numerosas plaquettes ilustradas por Jean-Pierre Paraggio y por Marie-Laure Missir.
“La sombra eclipsa al sol varias veces cada mil años, y lo hace desaparecer algunos minutos. Pequeño orgullo, pero perfectamente legítimo: todopoderoso como es, el sol nunca ha logrado hacer desaparecer a la sombra.” (Stéphane Maignan).

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Acaban de ver la luz, en la serie “Passages du sud-ouest” de la “Collection de l’umbo”, sendos cuadernos de poemas de Georges-Henri Morin y Jean-Yves Bériou. El primero se titula Les lits clos, y lleva dibujos del propio Morin, quien, como es sabido, se inició en el surrealismo allá por los últimos años 60 y continúa, poética y críticamente, en la cresta de la ola.
El cuaderno de Bériou lleva por título Le sanglier étourdi par la tombée du jour, tratándose en este caso de un solo poema, en prosa. Jean-Yves Bériou es presencia habitual en las filas del umbo, y como siempre su poesía hace justicia a su visión de la imagen como el “corazón de la poesía, pues solo la imagen, a diferencia del concepto, puede anudar la universalidad y la singularidad sensible del sujeto en una misma expresión, en el seno del lenguaje”. A lo que añade: “Pues solo la imagen puede, a diferencia de la idea, servir de conductor a la energía poética. Y mientras más pasa la energía, más las imágenes se agrupan en constelaciones, se llaman y se rechazan, se metamorfosean y se cuajan”. Se trata del automatismo reconocido, en palabras de André Breton, como “la materia prima (en el sentido alquímico) del lenguaje”.
Le sanglier étourdi par la tombée du jour, poema que nos hace pensar en las Iluminaciones de Rimbaud, ha sido traducido por Ildefonso Rodríguez en las Ediciones Animal Sospechoso (Barcelona), bajo el título El jabalí aturdido por la caída del sol (ed. bilingüe).

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El n. 9 del boletín universal y confidencial l’impromptu vuelve a combinar poemas e imágenes con ráfagas de noticias editoriales. Hay textos de asiduos como Olivier Hervy, Christine Delcourt, Daniel Giraud, Anne-Marie Beeckman, Louis-François Delisse, Joël Gayraud.
De Delisse es también una nota sobre el poeta y rebelde nigeriano del siglo XIX El Fellan’Ag Hawal, quien en 1847 (fecha del poema) animó una revuelta de los tuaregs contra los misioneros islamitas Peuls procedentes de la actual Mali, revuelta que se extendió al Hoggar argelino y al Aïr nigerian. El poema, verdadera belleza, es un canto encendido a la vida y a las mujeres, contra los rezos y los infiernos.
Joël Gayraud hace un divertido recuento de los potingues químicos que le han infligido desde su infancia, seguido de este párrafo final: “Recuerdo con delicia y melancolía toda esa química actualmente proscrita un poco en todas partes, o juzgada ineficaz, y que al menos tuvo la virtud de protegerme de toda forma de canibalismo ecorresponsable”.
Entre las novedades anotadas, atención a Robert Lagarde, du geste à la parole, de Alain Joubert, y, del propio Lagarde, a Le masque de l’aveugle, ambos en las Éditions des Deux Corps. Gran amigo de Lagarde, Alain Joubert le dedicó una bella prosa en el n. 7 de Phases (mayo de 1961) y unas emocionadas palabras el día de su incineración, reproducidas en el n. 13 de Le Cerceau (verano de 1997).

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La serie Passage du sud-ouest de la Collection de l’umbo se enriquece con dos nuevos cuadernos que tienen en común llevar ilustraciones de Jean-Pierre Paraggio.
Los poemas de Jean-Yves Bériou se inspiran en los característicos dibujos de Paraggio, con sus misteriosas aves picudas y una atmósfera penumbrosa en que dominan, según, el verde, el azul, el rojo.
Este que tenemos aquí origina los siguientes versos:
En el fondo de los bosques, el mar, sus zorros invisibles, la espuma sangrando,
Y el pájaro lira, su cabeza enfurruñada de rata, sus manías, sus Manilas.
Su corona de aquí abajo, sus silencios del más allá: la rabia no tiene nombre.
“Pulpo azul del corazón, viajero que da vueltas y vueltas en la jaula de los días.
No he hecho yo la traducción, porque los cinco poemas los ha traducido en las mismas páginas Ildefonso Rodríguez, siguiendo una apertura hacia la lengua española habitual en el umbo, y rara en áreas francesas. El título del poemario es Et on s’en va, o sea Y allá vamos.
Para el poema de Louis-François Delisse, À Gambo enterrée au cimetière de Thiais depuis le 3 janvier 2011, Jean-Pierre Paraggio ha elaborado cuatro estelas a partir de un herbario anónimo. El poema se une a otras muy bellas evocaciones de amadas arrebatadas por la muerte –las primeras que se me vienen a la memoria son Fernanda de Ernesto Sampaio y Une goutte d’éternité de Alain Joubert. Poesía de pura emoción, por encima de toda valoración, en 76 pequeñas estrofas sacadas de una serie de carnés.
Ce ciel d’été presqu’infini
descendra-t-il dans ta tombe
recolorer enfin tes yeux ?

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El verano comienza intensamente, con diversas publicaciones del umbo. A la espera de la hojilla Soapbox, “nuevo suspiro del umbo”, aquí tenemos el número 10 de l’impromptu y dos nuevos cuadernos de la serie “Passage du sud-ouest”, nada menos que por Guy Cabanel, Georges-Henri Morin y Jacques Abeille.
Les esquilles es una serie de dibujos del segundo a los cuales hacen eco los poemas del primero, con el subtítulo “Mais lesquelles?” En formato mayor, ya apareció en mayo de 1999, con una tirada de 20 ejemplares, por lo que se agradece que podamos ahora acceder a estos ocho poemas de Cabanel con los dibujos tan inspirados como inspiradores de Morin.
L’origine des images también tiene un origen recóndito, ya que lo publicaron Michel Dubret y Gilles Dunant en el número 9 la revista ginebrina Le La, año de 1980. Además, la publicación del umbo se ve enriquecida por una serie de signos encontrados en las paredes del Vallée des Merveilles. En su relato genético, Jacques Abeille nos refiere el origen de las imágenes a través de las aventuras y desventuras del viejo Inilio, que fue con quien todo comenzó.
Sorprendente es la analogía de los remotos signos referidos con los recentísimos dibujos en tintas mánticas de Jean-Philippe Moutte, ya en el número 10 de l’impromptu. Este número abre el fuego con un breve texto de François Morel (tomado de su revista LeRouge&leBlanc), donde se habla de las desdichas de la moral y la virtud tal y como se cuecen actualmente, con la obsesión de la “salud” y el “bienestar” y sus correspondientes “restricciones y prohibiciones”. Morel es autor de Le vin au naturel, en las ediciones Sang de la Terre.
La presencia internacional puramente surrealista es amplia: Alex Januário (poema, collage y dibujo automático), Ludwig Zeller (poema y dibujo de Femme en songe, publicado recientemente tanto en Sonámbula como dentro de A Phala), Sergio Lima (poema) y Rik Lina (su Coral heart, de 1998).
Hay textos  de Ghislain Mirkus, Rainald Cany, Jean-François Rousseau, Claude-Lucien Cauët, Olivier Hervy y Louis-François Delisse (incluidos unos versos que concluyen el bello poema “a Gombo”). De Alice Massénat se notifica que acaba de salir La vouivre encéphale; tres breves reseñas en la red y unas líneas de Pierre Peuchmaurd sobre su poesía, que compara al “viento sobre las plazas fuertes”, exaltan a esta poetisa que una de las reseñas acerca a Joyce Mansour.
Una muy útil página nos da noticias de Cécile Reims, magnífica artista del grabado y compañera de Fred Deux, sobre quien  han aparecido en la última docena de años Cécile Reims graveur, Une vie (de ella y Fred Deux), Peut-être y el catálogo razonado de su obra grabada. Cécile Reims fue desde 1968 la grabadora de Hans Bellmer, y sobre ella y Fred Deux habla bellamente Pieyre de Mandiargues en su Ultime belvèdère.
Más ilustraciones hay, de Geneviève Berg, Antonio Ramírez y Pascal Ulrich. De la primera es la foto de un rostro esculpido, pero ya roído por el tiempo. Del segundo, otro de sus dibujos, y sin duda uno de los más complejos e impactantes: La rebelión, pieza admirable que no se encuentra incluida en La habitación negra, pero que sí puede verse en su blog la-habitación-negra. Y de Ulrich, un ejemplo de su “mail art”, tomado de Cher Robert, que han publicado las Éditions du contentieux.
l’impromptu, como siempre, es un modelo de riqueza de contenido en un espacio mínimo, y ello es mérito incontestable de Jean-Pierre Paraggio. Sus referencias bibliográficas son muy atractivas, como ocurría allá por los 90 en Le Cerceau y como ocurre, aunque a otra escala, en Infosurr.


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Página ilustrada com obras de Singwan Chong li (Chile), artista convidada desta edição.

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Agulha Revista de Cultura
Número 107 | Fevereiro de 2018
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revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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