terça-feira, 13 de fevereiro de 2018

JOSÉ MIGUEL PÉREZ CORRALES | Infosurr



Infosurr intenta ponerse al día con la publicación simultánea de dos números. Lo primero que debe decirse es que el boletín ha conseguido superar el obstáculo casi insalvable que supuso la desaparición de Édouard Jaguer, gracias a los esfuerzos redoblados de sus firmas habituales y a la intervención en fuerza de nombres como Laurens Vancrevel, François-René Simon o Joël Gayraud. La información sigue siendo muy completa, e imprescindible para quien quiera seguir las novedades del surrealismo “et ses alentours”.
El n. 94 (julio-agosto de 2010) señala la partida de Jean Benoît con textos impecables de Simon y Gayraud. Ludvic Tac comenta el n. 1 de L’Or aux 13 îles, Vancrevel la actualidad portuguesa y Dominique Rabourdin recomienda una monografía sobre Julien Gracq –De Louis Poirier à Julien Gracq, de Dominique Perrin– y otra sobre Humphrey Jennings –Humphrey Jennings, le poète du cinéma britannique, de Elena Von Kassel Siambani. Benjamin Péret aparece por partida triple: Jerôme Duwa reseña la edición del inmortal Je ne mange pas de ce pain-là con la interesantísima encuesta de Heribert Becker, Gérard Roche el sólido estudio de Richard Spireti sobre Dernière malheur dernière chance y Richard Walter noticia la aparición del n. 26 de Trois cerises et une sardine.
El n. 95 registra dos bajas más: la de Ludvik Kundera y la de Corneille, este evocado por Vancrevel. France Elysées nos invita a vagabundear por una nueva recopilación de Jacques Lacomblez: D’ailleurs le désir; Dominique Rabourdin, con su sagacidad habitual, combate algunos tópicos sobre Jacqueline Lamba y André Breton, al tratar la obra sobre aquella de Alba Romano Pace; y Richard Walter comenta Los Granell de André Breton: sueños de amistad.

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Gracias a Infosurr, que ahora lanza en simultáneo los números 96 y 97, descubrimos muchas cosas que de otro modo se nos escaparían, amén de encontrarnos, por lo que se refiere a las publicaciones y exposiciones de que sí tenemos noticia, con reseñas competentes y enriquecedoras.
Dominique Rabourdin se ocupa por extenso de tres libros. El primero es una biografía de Philippe Soupault por Béatrice Mousli, poco interesante para nosotros, ya que el Soupault que concierne al surrealismo es el que va de 1917 a 1926 –el resto es literatura. En cuanto a un nuevo libro sobre Cravan, las referencias que tenemos de su autor (Bertrand Lacarelle), perpetrador previo de una obra sobre Vaché en que lo oponía a Breton, no lo hacen apetecible. Mejor releer a Cravan, ejercicio siempre saludable. En tercer lugar, Dominique Rabourdin se ocupa por fin de un gran libro: Memorabilia. Dada & Surrealism. 1916-1970 de Georges Sebbag, visto como un “paseo iniciático”. Llegamos a tiempo de ver y leer esta admirable obra, que pudo ser citada en varios puntos de Caleidoscopio surrealista. No ocurrió ya lo mismo con Potence avec paratonnerre. Surréalisme et philosophie, la tercera obra absolutamente extraordinaria de Sebbag, tras Le point sublime y Memorabilia. La reseña de Dominique Rabourdin es tan entusiasta como impecable. Memorabilia, un “beau livre”, ha sido editado en el Cercle d’Art.
Los magníficos Écrits de Adrien Dax son comentados por Jerôme Duwa, como siempre muy acertado (aunque a la vez machacando con la vulgata schusteriana). Una pequeña publicación sobre Joseph Cornell es recomendada por Gérard Durozoi, quien la distingue de las habituales disquisiciones universitarias: Alchimie de brocante. L’art de Joseph Cornell, del poeta Charles Simic, para quien gracias al surrealismo Cornell fue “más que un excéntrico coleccionista de curiosidades de todos los géneros”, dándole “un precedente y una libertad”, sobre todo por su descubrimiento de que “la poesía lírica puede surgir de las operaciones del azar”. Una página del n. 96 está dedicada a Jean-Claude Silbermann; señalemos la publicación de L’Énigmate précédé de Revenants, dos cortos textos, cuento el primero y reflexión sobre los aparecidos el segundo.
La reseña más enojada la hace Laurens Vancrevel, al ocuparse del diccionario surrealista de Keith Aspley. En efecto, se trata de una obra muy desigual, cuyo principal interés estaría en algunos datos que aporta. Vancrevel advierte lo mismo que había yo advertido: Aspley aprovecha el libro sobre las mujeres del surrealismo de Penelope Rosemont, y de manera tan abusiva e indiscriminada como para que –no sabemos si buscando la “paridad”...–, resulten auténticos dislates, tal la presencia de la primera mujer de Octavio Paz (¡!) y la ausencia nada menos que de Gómez-Correa, o la presencia de la episódica Leila Lima y la ausencia de una figura capital como Sergio Lima y su medio siglo de surrealismo.

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Richard Walter da cuenta de la edición alemana de Je ne mange pas de ce pain-là, con el dossier de respuestas a la encuesta formulada por Heribert Becker a fines de los 90, entre las que destacan las de Laurens Vancrevel, Franklin Rosemont, Rik Lina, Hervé Delabarre, Jean-Clarence Lambert, Alain Joubert y Guy Cabanel. La edición alemana, con respecto a la de Syllepse, suma una respuesta gráfica cómica de Fernando Arrabal y la de Zuca Saldanha, que lamentamos no poder leer. La principal aportación está sin duda en los tres dibujos que acompañaban la respuesta de Rik Lina, eliminados en Syllepse.
Y pasamos al capítulo de exposiciones, sobre todo cuando tienen publicación valiosa correspondiente. Michel Remy nos pone al día con dos catálogos que merecen considerarse, uno de la exposición de Leeds “British surrealism in context”, y otro sobre la de obras surrealistas en los museos de Escocia, “Another world”. Una de las amigas del grupo surrealista de Leeds, Kathleen Fox, ha realizado una serie de composiciones inspiradas en los objetos del Museo Freud, y la ha titulado “Los espacios del inconsciente”. Richard Walter comenta el pequeño catálogo, que lleva textos de Krzysztof Fijalkowski y Michael Richardson. Resaltemos también las fotos del País de Gales realizadas por John Welson, que las expuso el verano de 2009 en el museo Radnorshire de Powys.
Por último, Richard Walter hace una feliz nota a la exposición que hizo en la Fundación Eugenio Granell Guy Ducornet. Con el título de Retrovisions, el catálogo lleva un iluminador ensayo de Sergio Lima: “El vidente, el camino y el laberinto o las muchas artes del pintor-viajero Guy Ducornet”.

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Infosurr anuncia con sus números 98 y 99 la aparición muy próxima del que hará el 100, así como la conversión de la revista, para ganar algo de tiempo, en publicación trimestral.
Señalemos que en la página web existe un muy útil índice onomástico, de los números 1 al 91.
Estos dos últimos números incluyen tres necrológicas: Jorge Camacho, Don Lacoss y René Rougerie.
La de Jorge Camacho la hace Gérard Durozoi, a quien se debe una gran entrevista de 1998, que yo tuve el placer de traducir al español cuando el artista visitó Tenerife. En la foto que acompaña el texto, vemos a Camacho con Breton en 1964, durante la inauguración de la legendaria exposición parisina, que contó con un magistral texto del fundador del surrealismo. Vuelve a advertirse en esta foto que la figura de Breton nunca fue más impresionante como en sus últimos años. En cuanto a Camacho, aparece fumando un habano con toda distinción (el buen fumador sabe que el cigarro puro se sostiene entre el dedo índice y el pulgar), pero que no se vea en ello prepotencia o signo de bon vivant, porque para un muchacho cubano (o canario, por cierto), fumar puros, y saberlos fumar, era lo más natural del mundo. Ese fantástico artista y fantástica persona que fue Jorge Camacho, hubiera corroborado mis palabras.
La semblanza de Don Lacoss, extensa, la traza el Movimiento surrealista de los Estados Unidos, y la traduce Guy Ducornet, quien mucho lo apreciaba, y a quien veía como el verdadero sucesor, trágicamente malogrado, de Franklin Rosemont. Menos conocido, al menos por mí, es René Rougerie, editor artesano de poesía sobre quien hay el libro de Christian Viguié René Rougerie une résistance souveraine (2010).
El libro más importante reseñado es Invisible Heads, una obra fascinante que llegué a tiempo de incluir en Caleidoscopio surrealista. Hace la reseña Laurens Vancrevel, y entra en terreno polémico, al tejer algunas críticas al antiguo grupo de Chicago, que yo en particular no quiero de ninguna manera oponer a las figuras de Invisible Heads, llamadas por Vancrevel “disidentes”. Porque es una disidencia sin en ningún momento renegar del surrealismo (y que no se ha dedicado, por suerte, a alimentarse de rencores), y porque el grupo en torno a Franklin Rosemont me ha merecido siempre muchísima estima. Lo que sí he dicho y vuelvo a decir, es que discrepo de la goma de borrar retroactiva, como la que maneja Ron Sakolsky en Surrealist Subversions, obra no menos apasionante de 2003, pero de la que es extirpada toda presencia de Allan Graubard, Thom Burns, Stephen Schwartz, Jean-Jacques Jack Dauben, Timothy R. Johnson, Tom Burghardt, Ronald L. Papp o Lawrence Weisberg. Que ya es decir. Cuando Aldo Pellegrini, en 1961, asesorado por André Breton y Édouard Jaguer, hizo su maravillosa Antología de la poesía surrealista en lengua francesa, allí no faltaban Éluard, Aragon, Dalí y Tzara, quienes además, con respecto a los “disidentes” americanos, sí que habían renegado del surrealismo.
Dejando el lado polémico, señalemos la apreciación de Vancrevel en el sentido de que este libro (que “no debe faltar en la biblioteca de todos los que se interesen por el surrealismo internacional”­) pueda “servir de modelo para revelar otras aventuras colectivas surrealistas a lo largo del mundo”. Y merece apuntarse también algo que yo mismo eché en falta, y es que un libro de estas características debe llevar obligatoriamente un índice onomástico y un capítulo bibliográfico.
Los 21 cuadernitos de Brumes Blondes que ha ido editando el propio Laurens Vancrevel en siete meses frenéticos, cada uno con su ilustración, son objeto de una reseña de Her de Vries. Aparte los autores neerlandeses los hay de otras lenguas, traducidos siempre por Vancrevel; entre ellos tenemos a Édouard Jaguer, Guy Cabanel, Beatriz Hausner, Sergio Lima, Allan Graubard, Ludwig Zeller, Raúl Henao, Jacques Lacomblez, Mattias Forshage y Rodrigo Hernández Piceros –amigos, en fin, de esa vasta proyección surrealista mundial por la que se han movido desde sus orígenes estas brumas rubias.
Más lejos del surrealismo, Dominique Rabourdin hace una reseña larga de los Manuscrits de guerre de Julien Gracq, mientras que el catálogo Jacques Hérold et le surréalisme (Museo Cantini) recibe la atención de Richard Walter, quien lamenta algunos errores históricos como yo he podido lamentar (o más bien denostar) el absurdo cuadro cronológico del final, en que los escasísimos datos de los años 50 y 60 (acaba con la muerte de Breton) incluyen como notables las defunciones de Frida Kahlo y de Pierre Roy y la fundación del club situacionista. Un verdadero desastre, habiendo como hay aceptables fuentes a las que acudir.
Otras exposiciones anotadas: las de Jean-Claude Charbonel y John Welson “The Celtic Eye”, de la que yo mismo he hablado y que comenta Kenneth Cox; la retrospectiva de cajas y pinturas de Paul Duchein “Capteur de rêves”, por Richard Walter; la de Jacques Lacomblez “Rituels”, acompañada de la breve publicación, en la misma galería Quadri, de Un temps de courte paille, recopilación de textos breves dedicados a Guy Cabanel, exposición y publicación detallada y excelentemente comentadas por France Élysées; y por último la de objetos surrealistas en Alemania (“Surreale Dinge”), por Heribert Becker, quien señala las deficiencias y aberraciones académicas de costumbre (El amor loco considerado “novela”, las sandeces de las feministas universitarias, en este caso germánicas, sobre André Breton y los surrealistas), además de la presunción de presentar por primera vez “de manera verdaderamente panorámica las obras tridimensionales del surrealismo” y de abordarlas de un modo “seriamente científico” (no solo tenemos que aguantar este último cretinismo, sino que se olvida por completo el espléndido catálogo que hizo Emmanuel Guigon en el Ivam... cuya portada, con las gafas polifémicas de Marcel Marïen, es, encima, plagiada aquí).
Ya que acabamos de citar a Marcel Marïen, acabemos con la reseña que del dvd L’invention du cinéma hace Dominique Rabourdin. ¡Una película ineludible!

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Infosurr acaba de llegar a su número 100. Este número, de 28 páginas, cubre un semestre, en la difícil empresa de ponerse al día.
El capítulo de defunciones es sin duda demasiado grande, destacando el artículo que Gérard Durozoi dedica a Leonora Carrington y el de Dominique Rabourdin sobre Radovan Ivsic. Más breves son los dedicados al checo Prokop Voskovec y al belga Robert Willems, respectivamente por Richard Walter y Xavier Canonne.
Los vapuleos hacen de Infosurr un boletín alerta y bien vivo. Gérard Durozoi se encarga de la impostura titulada “Herencia del surrealismo”, celebrada hace un par de años en “El mercado de poesía” (sic) de Montreal, con subvención de un banco, el líder de un partido político y varios consejos de arte, pero a ella ya nos referimos en nuestra reseña de Le Bathyscaphe. Por su parte, Dominique Rabourdin ajusta cuentas con el despreciable libro antibreton de Jean-Paul Török, pero también nos hemos referido ya a este largo texto, pues se encuentra disponible en la página arcane-17 y se ha publicado también en el número inicial de los Cahiers Benjamin Péret.
Más moderada es la crítica que hace Laurens Vancrevel al libro sobre Émile Van Moerkerken, ya que aquí son solo unas puntualizaciones a algunos falseamientos de sus editores, que no anulan la importancia de esta obra de Bruno Van Moerkerken y Minke Vos sobre un gran inventor.
Vancrevel reseña también dos publicaciones importantes: Sky*Boat, de Ronnie Burk, que le vale para hacer una interesante semblanza de este poeta y collagista de San Francisco, y And tell tulip the summer, de Allan Graubard, donde los poemas eróticos se codean con una serie de “estelas” dedicadas a conocidos amigos suyos (como Lawrence Weisberg, Enrique Molina, Mário Cesariny, Kathleen Fox, Beatriz Hausner) y seis poemas en prosa inspirados en fotos del gran Clarence John Laughlin.
Jerôme Duwa habla de una exposición de Isabelle Waldberg, Gérard Roche del citado sitio arcane-17 y Dominique Rabourdin (extensamente) del dvd dedicado por Phares a Wifredo Lam.
Por último (aunque, como siempre, haya muchas fichas de publicaciones, algunas de las cuales merecedoras de atención especial), solo apuntaré mi coincidencia absoluta con el breve comentario que Gérard Durozoi hace de una biografía novelada de Antonin Artaud, porque en efecto no puede reducirse a alguien como Artaud solo a lo biográfico. Y recordemos que a Durozoi debemos el magnífico libro Artaud, l’aliénation et la folie, que fue traducido en España el año 1975, y resultó de gran importancia para quienes entonces nos abríamos camino por el vasto y complejo mundo del surrealismo.

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La publicación simultánea de los números 101 y 102 deja ya Infosurr a solo un año del presente. Cada número, en 16 páginas, tiene ahora frecuencia trimestral.
Tras la desaparición de Édouard Jaguer, el problema del boletín era abarcar las numerosas ramificaciones internacionales del surrealismo por las que él se movía con toda seguridad y casi exhaustividad. Estos dos números muestran a Laurens Vancrevel como el nombre clave en esa difícil sucesión, aunque ella no pueda ser sino colectiva. Aparte ocuparse de Caleidoscopio surrealista, lo hace de las ediciones Sonámbula, Will Alexander, Jacques Abeille, Jan G. Elburg, João Rasteiro, una exposición sobre dadá y surrealismo en Rumanía y Simon Vinkenoog.
Téngase en cuenta que estos números ya coinciden con la existencia de “Surrealismo internacional”, por lo que algunos de los tema tratados ya lo fueron aquí mismo. Así, por ejemplo, las cuatro ediciones Sonámbula, por Bernar Sancha, Fernando Palenzuela, Susana Wald y Raúl Henao, o los libros de Will Alexander. De este traza una magnífica semblanza, como del Jacques Abeille narrador.
Al igual que Édouard Jaguer, tampoco deja pasar Laurens Vancrevel algunas imposturas, como la tesis doctoral leída en Utrecht contra Simon Vinkenoog, “un rebelde durante toda su vida” pero que se ve convertido aquí nada menos que en “modelo de manager en las organizaciones contemporáneas” (¡!). El nuevo doctor del cacao universitario “pretende dar un gran paso adelante al recomendarle a los jefes de organización imitar las maneras y las expresiones de los surrealistas, con el fin de triunfar en el mercado capitalista. Se trata de una ofensa infame a los principios del surrealismo y también a la memoria de Simon Vinkenoog”. En el tinglado universitario, cosas veredes.
Con respecto a la exposición citada, que tuvo lugar en 2011, de título “Las vanguardias artísticas judías de Rumanía”, Laurens Vancrevel cuestiona, con razón, la propia idea de la exposición, lo “delicado (o erróneo) de clasificar el arte moderno según las nacionalidades de los artistas, lo que es más cierto aún para movimientos internacionales como el dadaísmo y el surrealismo. Y aún más arriesgado es clasificarlo según las religiones o los orígenes étnicos”. Por otra parte, “muchas obras de estos artistas se encuentran hoy en museos de la cultura judía, cuando ellos no tuvieron nada que ver con el judaísmo”. Esta exposición dio un copioso catálogo, en el que Vancrevel destaca los textos de Radu Stern.
A la reseña que en el n. 100 hizo Laurens Vancrevel de Invisible Heads responde ahora Guy Ducornet, rechazando en particular al uso del término “disidentes” para referirse a quienes se distanciaron de Franklin Rosemont. Es un asunto del que ya he hablado aquí mismo, no queriendo por mi parte tomar posición con uno u otro bando, ya que no se trata de eso. En lo que sí coincidimos todos es en el rechazo terminante de lo acontecido a fines de los años 60, cuando se intentó, como dice Ducornet, “hacer del surrealismo histórico un cadáver que los «especialistas» patentados preferían ver enfriarse sobre sus mesas de disección universitarias”, y digo esto porque en otras páginas de estos dos últimos números aún nos topamos, dentro de la reseña de las cursilerías de un ex surrealista, con la vieja melopea del “fin del movimiento en 1969”, lo que me hace preguntarme en qué cuento de hadas vive esta gente.
En los enfoques amplios, nos falta anotar el de Stanislas Rodanski, por Hervé Girardin en el n. 101 y por Dominique Rabourdin en el 102, motivados por la aparición el año pasado del volumen colectivo Stanislas Rodanski. Éclats d’une vie. Las dos espléndidas páginas de Rabourdin se suman a otras muchas suyas, siempre en una posición lúcida y valiente, por lo que mucho agradaría verlas algún día reunidas.
El capítulo necrológico incluye notas de Ben Durand sobre Joseph Noiret, Richard Walter sobre Michael Bullock (más bien un pequeño homenaje, ya que esta figura tan interesante del surrealismo canadiense falleció en 2008) y Guy Girard sobre Jean-Pierre Guillon. Guy Girard anota poemarios de Hervé Delabarre (Le plumier de la nuit) y Raúl Henao (de nuevo los bellos Poèmes  de l’amour-rose), Laurens Vancrevel de João Rasteiro (Tríptico da súplica y Elegia de Afonso) y Bastiaan Van der Velden de Eugène Brands (Las constelaciones en la arena y La fiesta de la defunción, ambos en las ediciones de Brumes Blondes).
Una página de sitios en la red ha hecho Guy Roche, siendo la más interesante la del blog de Ghérasim Luca.


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Página ilustrada com obras de Singwan Chong li (Chile), artista convidada desta edição.

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Agulha Revista de Cultura
Número 107 | Fevereiro de 2018
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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