Es fácil caer en lugares comunes cuando se habla de los movimientos de
los años 60, de los autores y artistas que plantearon al calor de esos tiempos de
ruptura y de utopía, visiones paralelas de lo que pasaba en lo político y lo social.
Sería simple ponerse a numerar cosas, y situarse -sin querer- tan lejos de la esencia
de aquello que se lista como el objeto que se deseaba trascender y, capaz, de implosionar.
A menudo se habla de la música pero no de la musicalidad,
de la irreverencia pero no de las ideas, del pacifismo pero no de la dialéctica,
de la píldora anticonceptiva y se olvidan de las camadas de niños muertos por hambruna
en lugares alejados de los centros donde se suelen “documentar” los acontecimientos
“importantes”.
Se editan recuentos de películas, se publican apologías
de automóviles y locomotoras; se dice una y otra vez que mataron a Malcom X debido
a la estupidez y maldad sin restricciones del ser humano. La repetición cansa la
emoción, agota la inteligencia.
Firmar una antología poética sobre el contradictorio
Caupolicán Ovalles, compendiar obra y fotografiar al hombre, ser rigurosos y plasmar
un registro crítico completo sobre uno de los movimientos más resonantes, por la
causa que haya sido, de la literatura y el arte nacionales, como fue el caso del
Techo de la Ballena, significa una apuesta hermosa e irresponsable.
Asoma la posibilidad escabrosa de poner esta pieza como
referencia en la biblioteca de ahora en adelante. Se materializa la tentación negligente
y postergada del intento loable. Convoquemos al morbo. Quizás sea el potencial y
estrepitoso fracaso de la empresa lo más emocionante que encierre la aparición de
En (des)uso de razón. A partir de este momento, el volumen queda sometido a prueba.
¿Y cómo intentarlo tan siquiera, cuatro o cinco décadas
de polvo más tarde? ¿Resultará una forma más de homenaje, otra necrofilia rendida
a la contrarevolución -de un modo poco sofisticado- traicionando así el espíritu
de aquellos artefactos ideológico-políticos-estéticos? ¿Un bluff? ¿Una estafa a
los principios contra-hegemónicos del arte, con todo su salvajismo en la alforja?
Al margen de cuestionamientos a priori, edificados sobre
los despropósitos potenciales presentes en cualquier obra que revise una época,
sin detenernos en la traición que cubre todo endiosamiento, surge también como punzón
reivindicador la intención primaria de los artistas.
Si el clamor que despertó en estos hombres la necesidad
casi fisiológica de producir arte al margen de los cánones fofos aceptados mayoritariamente
en la época (años 50-60), consigue impregnar asimismo el volumen que compendia,
ahí chillará, como furioso animal mítico, herido pero dispuesto de nuevo a combatir,
ese origen devastador de anaqueles y telaraña. Ese detonador de la cultura chatarra,
símbolo de la brutalidad y la barbarie histórica.
Sin muchos embargos que atender hoy, salta enorme frente
a este tiempo el potencial de una antología poética como En (des)uso de razón para
erigirse en abrebocas de una generación actual que, acaso, cree exclusivas sus pretensiones
de echar abajo preceptos alabados o simplemente decrépitos.
El devenir de Caupolicán Ovalles y sus secuaces de fechorías
está densamente empacado en el tomo. Un prólogo del escritor amigo J.J. Marcelo
Armas, antecedido por una nota bene a cargo de Manuel Ovalles, el séptimo hijo del
poeta, integra al lector de un tono cercano, baña al estudioso y arrima al que se
acerca casualmente, a un alma: la pulsión de un artista que quiso fabricarse a sí
mismo como epítome de una generación, y podría afirmarse, lo logró.
Fuera del escándalo que suscitó entre la mojigatería
de un país desacostumbrado a las rabietas que experimenta el arte ante la mediocridad
del entorno; más allá de las pataletas generacionales de un grupillo de auto nombrados
enfants terribles, mete el pie en el pantano la verdadera propuesta. Una que tenía
que levantarse justo desde las precariedades, el estudio, la intuición y la propia
vocación de la realidad por momificase prematuramente.
Entonces, quizás como ahora en la época que vivimos,
con la irrupción, sin pretensiones pero indetenible, de un pueblo que fragua revolución
desde las bases, era imprescindible que un comando de artistas y escritores, ajeno
a la inmediatez y al establecimiento que proponía el puntofijismo, cargara con metralla
sobre la pudrición. Insólitamente, esa putrefacción, traía en su bolsa frescura
poética. Lo rancio estaba en lo acomodado. Era el mensaje, la pólvora.
Esta antología poética de Caupolicán Ovalles nos recuerda
que lo vetusto, la inacción, se enmascara con los parámetros más bellos. Que la
fealdad se siente incólume una vez que es aceptada como norma. Y allí, al dejar
de asombrar, al trastocar la belleza, se dedica con obscenidad e impunemente a procrear
los hijos de su visión. Por esa causa, antes y ahora, bienvenidos los gritos de
terror, de alerta roja, de los poetas y artistas de Sardio, del Techo de la Ballena,
la proclama de stop ante el advenimiento de esa masa informe, gelatinosa, que amenazaba
con patentar y legitimar entre nosotros la regla política degenerativa y rapaz del
adeco-copeyanismo.
No intenta este escrito describir los logros estéticos
y desnudar de nuevo la urdimbre con que ató su obra Caupolicán Ovalles a una época
y un país-contexto. Las referencias a eso, a sus hazañas en el terreno de lo lúdico,
de lo atemporal y de la bohemia; lo paradójico de sus alcances, más allá del tiempo
transcurrido, de lo que se vivió en poesía durante los años 70 y 80, ya en boca
de otra generación, están en los documentos.
Tampoco quisiera atender lo inter-genérico de su trabajo
literario; su desdoblamiento en miles de seres; su hacerse mimético con la historia.
En la desmesura y el egotismo se balanceó el paladín Ovalles, rayano en la indecencia,
pero no por su arte, sino por dejarse ver en su contradicción de bisagra entre el
mundo de lo viejo y de lo por venir.
Todo eso está en sus poemas, antologados en En (des)uso
de razón. Más el puñado de textos críticos, anecdóticos y de densidad variable que
intentan atrapar los fundamentos de una existencia inatrapable.
Tal vez lo que nos toca a nosotros es dejar constancia.
Ser testigos. A través de este volumen que nos acerca al personaje, al artista,
y da cuenta de lo intangible de su paso por la Tierra, por sus cercanos, nos movemos
en un palpo de terreno: nosotros mismos. Vemos el transcurrir veloz de la sociedad
venezolana, que como progenie roedora, eclosionó muy rápido en los últimos cincuenta
o sesenta años, desde una mentirosa y aparente tranquilidad, hasta el quehacer de
vértigo, de cosa ininteligible y siempre en construcción, que nos ha caracterizado
y ya no nos ha abandonado más.
El poeta viaja en páginas irreverentes por el exotismo
y el cosmopolitismo; incluso por -y con- el nuevo-riquismo de un país y enseña sus
entrañas nauseabundas. Se burla del pasado, pero echa mano de él por vías de la
nostalgia; aun de la anticipada. Es un visionario de su propia muerte, la cual avizora
con horror de documentalista o científico siniestro.
Sus especies de diarios y apuntes de viaje, en versos
libres, van regando migas para que no se nos olvide el camino que perdimos desde
el advenimiento de la american way of life y otras pacotillas que dejara entre nosotros
la irrupción de la modernidad. Sus juegos de palabras marcan el camino creativo,
estilístico, de poetas que aun hoy persisten en ser juguetones, y les sale medianamente
bien. Pero más allá de eso, en la comentada antología poética, sobresale la necesidad
del autor por no encasillarse, de -más allá de las influencias- temerse como predecible,
y retar lo pre-fabricado.
Pero, a sabiendas de que para el ser humano es totalmente
imposible inventar algo propio, sabiéndose heredero de culturas y tradiciones, sigue
intentando robar bocanadas al aire enrarecido de su época, que es por poco la nuestra.
Ese extraordinario paladeo vital, esa imperiosa y terca compulsión por salirse de
lo esperado, tierna, patética y exuberante, cae y rebota como pelota de bowling.
Resuena. Entonces se refugia en las sentencias, desparrama imágenes y alegorías.
Incluso raya en lo mítico, tira su espray de memoria sobre paredes enteras.
La República del Este, sus ansias de totalidad, los amigos,
las francachelas, orgías y coqueteos con el poder. La ironía, la necesidad de amor,
la extraordinaria verbalidad, la urgencia de ser reconocido, la faceta familiar,
el inmenso puerto que fue para los suyos, su incapacidad para la existencia dócil
o la conducta rectilínea, lo fundamental está retratado acá.
Caupolicán Ovalles, Edmundo Aray, Juan Calzadilla, Carlos
Contramaestre, tantos otros balleneros, forman parte de un registro. Configuran
un mito. Quizás son de esa clase de signos con los que las épocas se sientan -y
hacen sentir- entre otras para, tranquilas, ocupar junto a ellas los grandes mesones
esperando el juicio final.
De seguro, con su exceso, la temporada de infierno que
produjo una masa crítica de talento y piezas irrepetibles, guarda algo de inocencia
para los atisbadores. Se para lejos de una post-modernidad llena de miedos e incertidumbre,
de una inmediatez y vocación espantosa por lo desechable signada por la caída de
los archivos, de los rótulos y de los nichos inalterables.
Visto así, un libro como la antología poética En (des)uso
de razón es una inapreciable herramienta, un sentimental dejavú, un visor hacia
la raíz perturbadora de lo que somos actualmente, la cual se vale de la experiencia
y la obra de un artista integral y un ser humano complejo.
Agradecimentos especiais a Manuel Ovalles, filho
do poeta, que generosamente nos encaminhou todos os textos. Página ilustrada com
obras de Nicolau Saião (Portugal), artista convidado desta edição.
*****
Agulha
Revista de Cultura
Número
108 | Março de 2018
editor
geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor
assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo
& design | FLORIANO MARTINS
revisão
de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
equipe
de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
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os
artigos assinados não refletem necessariamente o pensamento da revista
os
editores não se responsabilizam pela devolução de material não solicitado
todos os direitos reservados © triunfo produções ltda.
CNPJ 02.081.443/0001-80
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• ÍNDICE DESTA EDIÇÃO
ADRIANO GONZÁLEZ LEÓN |Investigación a las basuras.
Prólogo de ¿Duerme usted, señor presidente?
DAVID TORTOSA | La posibilidad fulminante de escribir
de Caupolicán Ovalles
ESTHER
COVIELLA Y NELSON DÁVILA | Entrevista a Caupolicán Ovalles
FRANCISCO ARDILES | Caupolicán y la gente del Techo de la Ballena
GABRIEL
JIMÉNEZ EMÁN | Vanguardia y exaltación vital en Caupolicán Ovalles
J.
J. ARMAS MARCELO |¡Qué grande eres, Caupolicán!
JUAN CARLOS SANTAELLA | Caupolican Ovalles
y la rebelión silenciosa
LUIS LAYA | Rayar los muebles en (des) uso de razón
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com.br/2018/03/luis-laya-rayar-los-muebles-en-des-uso.html
MANUEL
OVALLES | Mi padre, Caupolicán Ovalles
MIYO
VESTRINI | El acertijo de las dos máscaras
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