Ésta no es cualquier historia de los años sesenta, es una armada con trozos
de poesía y de esperanza: El corno emplumado, recuperada por Anne Mette y Nicolenka Beltrán
en un documental.
El corno emplumado: una historia de los sesenta inicia con imágenes del
entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz en un discurso en el que resume el plan que
seguiría en adelante:
(…) pero todo tiene un límite y no
podemos permitir ya que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico,
como a los ojos del mundo ha venido sucediendo; tenemos la ineludible obligación
de impedir la destrucción de las fórmulas esenciales, a cuyo amparo convivimos y
progresamos…
El documental continúa con un repaso de la generación
beat, como antecedente de esta historia
y, después, rearma la de El corno, revista
mexicana editada en inglés y español que se dedicó a la poesía.
“Hacemos un viaje para reencontrarnos con los pensamientos,
sueños y visiones de aquellos poetas que hicieron posible la revista, empresa literaria
que durante ocho años ininterrumpidos (1961-1969) fue un puente cultural entre el
norte y sur de América y en una de las revistas de poesía más significativas y vanguardistas
de su época”, señala Nicolenka.
LA HERENCIA | Para la hechura
de este documental bastó el encuentro entre Anne Mette y Robert Schweitzer en la
selva de Chiapas. Ya con la idea de hacer una investigación para recuperar la memoria
de la revista El corno emplumado, ambos conocieron a Nicolenka Beltrán.
Beltrán y Anne Mette tardaron tres años en culminar este
trabajo cinematográfico que reúne 25 entrevistas a poetas mexicanos, estadunidenses
y uno argentino. El próximo mes saldrá a la venta en DVD y se distribuirá a través
del Conaculta.
“Nuestro trabajo contribuye a no olvidar y también propone
un análisis: ¿a qué se parecen la época de los 60 con la que vivimos actualmente?”,
señala Nicolenka Beltrán.
De acuerdo con Beltrán, especialista en animación, la
propuesta de quienes hicieron la revista “me toca muy fuerte en el sentido de que
veo que a muchos de jóvenes artistas que no tienen la intención de mirar hacia Latinoamérica.
Después de la exhibición del documental el jueves pasado
Nicolenka sostuvo una charla con los espectadores que llegaron a la Sala José Revueltas
del Centro Cultural Universitario.
Flanqueado por los poetas Sergio Mondragón, Joaquín Sánchez
MacGregor y José Vicente Anaya, Beltrán explicó sus motivaciones para armar el documental,
los dos primeros poetas mencionados escarbaron en sus recuerdos.
“Se tuvo entonces mucho impacto causado no sólo en el
ámbito poético de la lengua española sino en el ámbito social en general. La década
que aborda el documental fue de una renovación multitudinaria con grandes movimientos
de masas en el mundo entero.
En México leíamos a Herbert Marcuse porque había desplazado
al actor principal de la historia a las clases marginadas. Decía, entonces, en los
estudiantes está el nuevo agente de renovación mundial”.
Esta es una de las razones, dice, por las que Díaz Ordaz
hablaba de los filósofos de la destrucción, cuando se refería a la influencia ideológica
de los jóvenes mexicanos.
Para Mondragón la ruptura también fue artística. Se marcó
el fin de una era, del despertar con nuevo ánimo, un ánimo antiautoritario, de decir
no a las feroces dictaduras militares, de ver en la Revolución cubana como si saliera
el sol.
“Los poetas no querían ni podían escribir como sus venerables
abuelos que los antecedieron como Villaurrutia o Gorostiza. En la pintura también
se inició una búsqueda para no continuar con aquello de ‘no hay más ruta que la
nuestra’
“Algunos de quienes vivimos el 68 no sabíamos que también
habían matado una revista de tan grandes esfuerzos internacionales. Ojalá que se
pueda recuperar esta iniciativa para, entre otras cosas, seguir denunciando a los
asesinos de nuestro país que siguen matando gente y por lo que se ve también ideas,
ideas que pudieran mejorar el mundo”.
Las palabras son de una mujer menuda, que por el llanto
y posiblemente por el terror que vivió hace 37 años, se escucha un poco apagada,
lejana. La audiencia comparte la misma sensación en la garganta, un nudo que no
estalla ni desaparece. Es el luto por una gran idea.
Una idea cuyo inicio Mondragón recuperó así: “Comenzamos
casualmente a fines del año 1961. Era octubre y acababa de entrevistar en la cárcel
al pintor David Alfaro Siqueiros.
“Me hallaba inmerso en la redacción y documentación de
esa entrevista cuando mi compañero el poeta Homero Aridjis, que acababa de publicar
su primer libro, me invitó a conocer al poeta beat,
Phillip Lamantia”.
Aquella presentación derivó en constantes reuniones de
poetas y lecturas de poemas entre amigos como Ernesto Cardenal, Ernesto Mejía Sánchez,
Juan Martínez, el pintor Felipe Ehrenberg y Ray Bremser. Luego Lamantía acercó a
Mondragón con la escritora Margaret Randall recién llegada de Nueva York.
“El resto sucedió vertiginosamente. El grupo ‘descubrió
la necesidad, y “vio” en el azar que nos había reunido, la oportunidad de editar
una revista que mostrara “los dos mundos”: de la poesía hispanoamericana y de la
norteamericana”, recuerda Mondragón.
Y como toda buena historia, ésta no tiene final.
JAZZ Y LITERATURA | Se bautizó a la
revista con el nombre de El corno emplumado / The plumed horn (aludiendo al “horn” norteamericano
del jazz, y a la serpiente emplumada, Quetzalcóatl, el dios tutelar de las culturas
prehispánicas mesoamericanas).
“Aunque ninguno de los tres teníamos experiencia previa
en la edición de revistas, se nombró encargados de la edición a Margaret Randall
y Harvey Wolin -otro poeta beat- por la parte
norteamericana, y a Sergio Mondragón por la de español”, dice el propio Mondragón.
En un reciente texto que ha escrito especialmente para
publicar en Quito, dentro del libro Los años de la fiebre, Margaret Randall recuerda
que los poetas norteamericanos en los años 60, buscaron hermanarse con Latinoamérica.
Todos escribieron poemas que eran una especie de testimonios
que se abrían al conocimiento y que se sumaban al movimiento que, con pasión, se
llamó La nueva solidaridad, acuñando una frase
del poeta argentino Miguel Grinberg.
En una red laboriosa de comunicación a la que se denominó
“caracol-correo” circulaban los poemas con gran rapidez, sin presumir que la poesía
cambiaba inmediatamente el mundo sino con el convencimiento de que aportaba los
elementos de conciencia para poder cambiarlo.
Originalmente
publicada em Milenio, México,
04/06/005. Edição preparada por Floriano Martins. Página ilustrada com obras de
Arshile Gorky (Armênia, 1904-1948), artista convidado da presente edição.
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Agulha Revista de
Cultura
Número 124 | Dezembro
de 2018
editor geral | FLORIANO
MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente
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revisão de textos
& difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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