La dictadura franquista impuso en España una obstrucción férrea del funcionamiento
de las editoriales del país. Así, todo texto impreso debía pasar obligatoriamente
por un procedimiento de censura previa y los censores trabajaban duramente para
controlar todo tipo de comunicación social. Durante el primer franquismo,[1]
no se publicó ninguna traducción oficial del surrealista y marxista André Breton,[2]
aunque el cambio llegó a partir de 1962, cuando Manuel Fraga accedió al puesto de
Ministro de Información y de Turismo. La ligera apertura de este Ministerio modernizó
la industria editorial, adaptándola a los nuevos tiempos que se vivían en el resto
de Europa. En esa misma época se promulgó la Ley de Prensa de 1966, que anuló la
previa de 1938, y se caracterizó por el paso de la evaluación obligatoria –la llamada
“consulta previa”– de los textos originales a “la consulta voluntaria”. Es decir,
a partir de ese momento, las editoriales ya no estaban obligadas a enviar los documentos
al Ministerio para que este diera su visto bueno. Desafortunadamente, la realidad
fue otra y la censura siguió manteniéndose, obligando a que “los editores fueran
más precavidos que antes y censuraran previamente manuscritos o galeradas so pena
de ser considerados cómplices de los delitos en los que la obra publicada pudiera
todavía incurrir” (Abellán, 1982: 173). Asimismo, las editoriales continuaron viéndose
obligadas a enviar los textos a los censores, puesto que estos escritos podían ser
perseguidos posteriormente. No obstante, gracias a la ligera apertura de dicho departamento,
los libros considerados subversivos, como los de Breton, comenzaron a publicarse
en España.
El objetivo de este artículo
es, pues, presentar brevemente Entretiens
(1952) y los cambios que esta sufrió durante la dictadura franquista para que pudiera
publicarse en España en 1972. El único expediente de censura relativo a la traducción
de la obra, consultado en el Archivo General de la Administración (AGA) de Alcalá
de Henares, nos ayudará a aclarar qué tipo de información no fue aceptada por los
censores. Esto nos permitirá validar nuestra hipótesis, según la cual, en los años
60 y 70, dichas evaluaciones eran cada vez más permisivas y tolerantes con los autores
considerados enemigos del franquismo, como fue el caso de Breton.
1. Características de
Entretiens y de su traducción al español
El libro Entretiens es una recopilación de entrevistas radiofónicas que el periodista
francés André Parinaud realizó a Breton entre 1913 y 1952. La publicación salió
a la luz en Francia en 1952 y la editó Gallimard. En estas dieciséis conversaciones,
el autor surrealista explica la historia del movimiento artístico, sin por ello
esconder sus crisis internas y sus contradicciones durante todos esos años.
Además de estas transcripciones,
aparecen también distintas preguntas realizadas por otros periodistas de diferentes
periódicos. Gracias a esta obra, el lector puede conocer más en profundidad las
ideas de Breton relacionadas con temas muy variados, puesto que este no esquiva
las cuestiones espinosas de manera franca y clara.
Las primeras preguntas
abordadas en el libro están relacionadas con los comienzos de la corriente surrealista
y de sus premisas filosóficas, que hicieron posible que este movimiento no fuera
solamente artístico, sino también conciliador de necesidades sociales relacionadas
con la justicia. Es aquí donde comprobamos que el surrealismo surgió claramente
como un intento de liberación de todos los problemas que tenían estos artistas en
lo más profundo del alma. Asimismo, Breton reconoce su importancia dentro de este
grupo y el esfuerzo que tiene que hacer para preservar la coherencia de la agrupación.
Por esa razón, el escritor se muestra muy intransigente con los que no aceptan comprometerse
de forma política o artística, lo que le llevará a excluir a muchos de sus miembros.
No hay que olvidar que
las relaciones que mantuvo Breton con el Partido Comunista tienen igualmente una
gran importancia en estas entrevistas. Así, su viaje a México en 1938 le permitirá
conocer a Diego Rivera y a Trotsky, cuyas personalidades le fascinaron. A partir
de ese momento, y debido a una serie de acontecimientos como los procesos de Moscú
o el acercamiento de la URSS a la Alemania nazi, condujeron a Breton a aborrecer
claramente a Stalin y a la civilización occidental en general. Estas entrevistas
son igualmente ricas en anécdotas, fuertemente reveladoras de la personalidad de
los surrealistas.
En 1972, la editorial
Barral publicó la traducción de Entretiens,
realizada por Jordi Marfà y titulada El surrealismo.
Puntos de vista y manifestaciones. Barral se fundó en Barcelona en 1911 como
negocio de artes gráficas, pero, en 1955, Víctor Seix y Carlos Barral refundaron
la empresa y se convirtió en uno de los sellos más conocidos del país. Cabe señalar
la importancia de Carlos Barral en el mundo editorial, quien estuvo “respaldado
por una sólida cultura cosmopolita, encarnó la vanguardia literaria de aquellos
años y fue maestro y guía de editores más jóvenes” (De Diego, 2008: 4). Además,
en ese momento, Seix-Barral publicaba “la narrativa considerada de calidad” (Vila-Sanjuán,
2003: 187). Hay que tener en cuenta, pues, que a partir de la década de los sesenta,
el fenómeno editorial más llamativo fue la heterogeneidad
presente en el mercado entre las editoriales tradicionales y de marcado carácter
comercial y la irrupción de editoriales (a menudo muy minoritarias) pero en las
que contaban más los intereses culturales (y en ocasiones políticos) que la rentabilidad
económica, buscando siempre un compromiso con el lector (Núñez, 2012:
12).
También es importante
destacar las opiniones que tenía el Ministerio de Información y de Turismo respecto
a Barral a la hora de entender mejor la recepción de sus obras en España durante
los últimos años del franquismo. El 28 de junio de 1974, dos años después de la
edición de El surrealismo. Puntos de vista
y manifestaciones, el Director General de Cultura Popular de este Ministerio,
Ricardo de la Cierva, decidió crear un informe en el que apareciera una lista con
las editoriales más conflictivas de la época y en el que se tildó a Barral de “marxista
e izquierdista” (Martínez, 2011: 137). Dicho comentario nos hace pensar que las
publicaciones de Barral podían generar tal desconfianza a los censores que estas
acabaran por analizarse más en detalle que otras.[3]
En lo que se refiere
a la distribución capitular de dicha traducción, comprobamos que la repartición
coincide con la de la versión original, a excepción de la presentación de René Bertelé,
que no aparece en el índice de la traducción, pero que sí se encuentra en las páginas
interiores del libro. Además, parece que el traductor realizó el índice de manera
rápida y sin releerse, ya que existen múltiples errores tipográficos y de comprensión,[4]
lo que demuestra que ningún responsable de la editorial releyó minuciosamente la
obra traducida antes de publicarla.
2. Estudio de los expedientes
de censura oficial de El surrealismo. Puntos
de vista y manifestaciones
Cuando Entretiens se tradujo por Jordi Marfà, la editorial tuvo que enviar
el manuscrito a la Administración encargada del control de libros. Al buscar el
título de la traducción en la base de datos del AGA, encontramos la siguiente entrada
referida a esta obra:
Título | El surrealismo. Puntos de vista y manifestación.
Conversaciones 1913-1952
Nombre | Bretón, André
Expe_n° | 6755
Expe_año | 70
SignAGA | 66/05805
Editor | Barral
En el caso de dicha publicación,
solamente existe un expediente de censura: el 6755. Carlos Barral presentó dicho
libro el 25 de junio de 1970 (expediente núm. 6755-70) bajo la opción de “consulta
voluntaria”. En un principio, la traducción se titulaba Conversaciones (1913-1952),
tenía 315 páginas, se preveía una tirada de 11.000 ejemplares y se pretendía vender
a 75 pesetas.[5] No se sabe
muy bien quién fue el evaluador de este texto, ya que aparecen tachados dos números
(el 12 y el 27) e inmediatamente después aparece el número 40. En general, los lectores
se mantenían en el anonimato, se les identificaba solamente por un número y a menudo
sus firmas eran ilegibles. Lo más seguro es que fuera el censor 40, dado que es
el único número que no aparece tachado en la portada del expediente. En su firma
se puede descifrar el nombre “María Concepción”, pero no se distingue muy bien su
apellido; quizá sea “del Pino”. El 11 de julio de 1970, dicha lectora escribió a
máquina esta extensa observación:
El libro contiene diez y seis[6] conversaciones con A. Breton, fueron transmitidas por radio
en los meses de marzo a junio de 1952. En – ellas, por orden cronológico A. Breton
expone en inicio y desarrollo del surrealismo, tras la separación del grupo Dada
inicial. La vida del grupo, la unión y separación de sus miembros, entre ellos Aragon
Los acontecimientos históricos y la postura adaptada por el grupo surrealista hasta
el compromiso político con el partido comunista y su separación radical de él ulteriormente.
Bajo el título “respuestas a otras preguntas”, se recogen entrevistas periodísticas
de Breton entre los años 1,941-1,952. Un libro ameno nada popular por lo cerrado
del mundo surrealista y curioso por ser el germen de un movimiento, cuyas derivaciones
informan el arte actual en muchos de sus aspectos. Por el compromiso comunista del
grupo y su expresión en A, Breton deben ser tachados los párrafos entre corchetes
señalados en las paginas 111, 124, 134, 174, (177-178), 188, 190. Se hace la aclaración
de que en página 260 261 y 264 (2º línea) se contienen violentas manifestaciones
sobre la fe cristiana.
AUTORIZADO con tachaduras.
Madrid, 11 de julio de 1970
El lector,
M. Concepción ¿del Pino?
En el escrito, la censora
resumió el contenido de la obra y explicó que no era un libro popular, debido a
“lo cerrado del mundo surrealista”. Con esta aclaración, dio a entender que el documento
no iba dirigido a cualquier clase de público y que solamente los más eruditos serían
los que leerían este tipo de texto. Como afirma Ruiz (2004: 238),
Esta oposición entre lo culto y lo popular se traducía, en
el terreno de la lectura, en la formación de, al menos, dos castas lectoras con
características, posibilidades y necesidades propias. Los lectores cultos estaban
familiarizados con el medio, su formación les permitía enfrentarse al texto escrito
con ciertas garantías, discernir entre el oro y el oropel, entre la verdad y las
añagazas que los malvados, corruptores y los manipuladores escondían bajo la vistosa
hojarasca de las palabras. Los lectores populares, por el contrario, adolecían de
un notable infantilismo, resultaban influenciables y fácilmente impresionables.
Así, dado el carácter
culto de esta publicación, no todos los lectores españoles, en su mayoría populares,
estaban preparados para leerlo. En general, el lectorado español prefería adquirir
una novela popular, puesto que esta
[…] debe su popularidad a los temas que aborda (aventuras,
romances, misterios…), al modo que los aborda (con tramas sin complejidades y lenguaje
simple y directo), a su baratura, merced a su formato reducido y las deficiencias
de los materiales empleados, a una estética inconfundible que permite su identificación
con la sola visión de sus portadas y a su homogeneidad como producto […] (Ruiz, 2004:
241).
Sin embargo, en el segundo
franquismo, las nuevas editoriales comenzaron a difundir libros eruditos en colecciones
de bolsillo y a precios reducidos. Estos textos seguían interesando a una población
culta y pudiente de la sociedad, pero también a un sector más reivindicativo quien,
gracias a la relativa modernidad económica, pudo adquirir más fácilmente este tipo
de obras.
Además, la falta de libertades
básicas provocó tensiones políticas y sociales, así como una intensa movilización
social durante esta última etapa de la dictadura. De esta manera, surgieron, paulatinamente,
agrupaciones que tomaron posturas claramente opuestas al discurso dictatorial, como
ocurrió con los grupos más progresistas de la sociedad (intelectuales, estudiantes,
trabajadores, etc.), que se decantaron por una ideología marxista, la cual gozaba
de una amplia difusión en estos círculos (Barreiro, 2014 y 2017). Por esta razón,
los adeptos a estas tendencias políticas se sentían más atraídos por libros de izquierdas
como El surrealismo. Puntos de vista y manifestaciones. Según Bernecker (2009: 62),
El cristianismo progresista, que en los años sesenta todavía
desempeñaba un papel sobresaliente, cedió al interés creciente por el psicoanálisis
y por el pensamiento marxista. Si bien este marxismo no siempre era muy profundo
o analítico, sí se puede decir que representaba la cultura dominante de la oposición
democrática en la izquierda.
Esta nueva situación
influyó seguramente en la actitud de la censora, quien decidió suprimir precisamente
fragmentos políticos que guardaban relación con el marxismo y con la lucha revolucionaria.
Así pues, la primera
parte que la evaluadora quiso censurar, pero que al final no se eliminó en la traducción
publicada, está relacionada con la lucha de clases:
Dans le texte liminaire nº 4 dont nous parlons figure une
phrase dans laquelle, aujourd’hui, je me retrouve assez bien. Permettez-moi de la
citer : “ Dans l’état actuel de la société en Europe, nous demeurons acquis au principe
de toute action révolutionnaire, quand bien même elle prendrait pour point de départ
la lutte des classes et pourvu seulement qu’elle mène assez loin “ (TO p.
111).
En el prólogo al nº 4 al que nos estamos refiriendo, figura
una frase con la cual hoy me siento totalmente identificado. Permítame que se la
cite: “En el estado actual de la sociedad europea, permanecemos adictos al principio
de toda acción revolucionaria, incluso cuando ésta tome como punto de partida la
lucha de clases y mientras la lleve lo suficientemente adelante” (TM p. 115).
El segundo fragmento,
que tampoco se censuró en la publicación de 1972, es un inciso (“dominait tous les
autres”) en el que Breton explica que el proyecto marxista es superior a cualquier
otro:
Des hommes, au cours des âges, avaient tiré des plans à
cet effet, mais un de ces plans dominait tous les autres, c’était le plan marxiste.
Nous l’avions déchiffré peut-être en trop grande hâte, du moins très avidement (TO p.
124).
Algunos hombres, en el curso de las edades, habían elaborado
planes a este respecto, pero uno de estos planes se destacaba por encima de los
restantes; se trataba del marxismo. Tal vez nosotros lo habíamos descifrado demasiado
apresuradamente, pero al menos lo habíamos hecho con avidez (TM p. 128).
La tercera parte que
la censora quiso suprimir se encontraba en la página 55 de las galeradas de la traducción
y estaba relacionada con el marxismo, aunque tampoco se tachó en la versión final
traducida:
Il en est ainsi, non pas sans doute parce que la démarche
de notre esprit nous a conduits irrésistiblement à retrouver et à vérifier les thèses
marxistes par nous-mêmes, mais parce qu’il est indubitable que le marxisme porte,
au moins jusqu’à l’époque qui nous occupe, la plus grande chance de libération des
classes et des peuples opprimés (TO p. 134). Y esto era así no porque el camino emprendido por nuestro espíritu nos condujera
irresistiblemente a reencontrar y verificar las tesis marxistas personalmente, sino
porque es indudable que el marxismo asumía, al menos hasta la época de que estamos
hablando, la esperanza de liberación de las clases y los pueblos oprimidos (TM p. 138).
La cuarta frase que se
pretendió suprimir, pero no se eliminó finalmente, consiste en un texto llamado
“Appel à la lutte”, en el que se solicitaba a las organizaciones sindicales y políticas
pertenecientes a la clase obrera que se unieran y apoyaran una huelga general. La
evaluadora solamente quiso que se censurara la segunda proposición de la frase,
pero esta tampoco desapareció de la versión española:
[Cette réunion – elle devait durer la nuit entière – aboutit
à la rédaction d’un texte intitulé “ Appel à la lutte “] qui conjurait les organisations
syndicales et politiques de la classe ouvrière de realiser [sic] l’unité d’action
et acclamait la grève générale (TO p. 174).
[Esta reunión – que duró toda la noche – desembocó en la redacción
de un texto titulado “Appel à la lutte”,] que hacía un llamamiento a las organizaciones
sindicales y políticas de la cla se obrera a realizar la unión de acción y a proclamar
la huelga general (TM p. 178).
La siguiente parte que
se pretendió censurar, la correspondiente a las páginas 74 y 75 de las galeradas,
está relacionada con el estalinismo y la revolución española. Este fragmento sí
se censuró y no aparece en la traducción publicada en 1972. La parte traducida debería
haber aparecido en la página 181 del texto meta:
La lutte n’a été, au départ, plus circonscrite entre les
forces d’obscurantisme et d’oppression, d’une part, et d’autre part, tout ce qui
pouvait être volonté de libération, d’émancipation de l’homme à l’état pour ainsi
dire natif. A ce moment où le stalinisme n’avait pas encore eu le temps de poser
sa griffe sur le prolétariat espagnol et catalan, la situation était admirablement
claire. Nous pouvions applaudir sans réserves, indistinctement, aux victoires de
la F.A.I. ou du P.O.U.M, supputer journellement leur chance d’accomplir une révolution
qui fût la troisième des grandes révolutions des temps modernes et qui fût – qui
sait – la première à ne pas connaître de thermidor. On sait assez ce que l’intervention
stalinienne put faire de toutes ces illusions, de tous ces espoirs. Mais cela vit
encore, cela s’est même redressé, presque contre toute attente, en mars 1951, et
est loin d’avoir dit son dernier mot. L’imagerie mentale des premiers jours de la
révolution espagnole nous garde l’aspect d’un Benjamin Péret assis devant une
porte de Barcelone, fusil d’une main et, de l’autre, caressant un chat sur ses genoux. Dans mon livre L’Amour fou, qui devait paraître en 1937, je dis pourquoi je n’étais pas physiquement avec lui ou dans ses parages : c’était à cause d’une enfant, la mienne, qui venait de naître et qui n’eût eu aucun moyen de vivre sans moi (TO pp. 177-178).
porte de Barcelone, fusil d’une main et, de l’autre, caressant un chat sur ses genoux. Dans mon livre L’Amour fou, qui devait paraître en 1937, je dis pourquoi je n’étais pas physiquement avec lui ou dans ses parages : c’était à cause d’une enfant, la mienne, qui venait de naître et qui n’eût eu aucun moyen de vivre sans moi (TO pp. 177-178).
La lucha no había estado nunca anteriormente tan circunscrita
entre las fuerzas del oscurantismo y de la opresión, por una parte, y por otra,
todo lo que podía ser voluntad de liberación, de emancipación del hombre en estado,
por así decirlo, nativo. En ese momento en que el estalinismo no había tenido aún
tiempo de poner su garra sobre el proletariado español y catalán, la situación era
admirablemente clara. Nosotros podíamos aplaudir sin reservas indistintamente tanto
las victorias de la F.A.I. como las del P.O.U.M. y calibrar diariamente sus posibilidades
de llevar a cabo una revolución que habría sido la tercera de las grandes revoluciones
de los tiempos modernos y que fuera – quién sabe – la primera en no conocer su thermidor.
Ya es sabido lo que hizo la intervención estalinista con todas als [sic] ilusiones
y esperanzas. Pero aún están vivas estas ilusiones y esperanzas, e incluso se han
reavivado, casi contra lo que era de esperar, en marzo de 1951, y todavía no han
dicho su última palabra. La imaginería mental de los primeros días de la revolución
española nos ofrece el aspecto de un Benjamin Péret sentado frente a una puerta
de Barcelona, con el fusil en una mano y con la otra acariciando un gato que está
sentado en sus piernas. En mi libro L’Amour fou, que debía publicarse en 1937, explico por qué yo no estaba físicamente
junto a él: se debía a una niña, la mía, que acababa de nacer y que no tenía ninguna
posibilidad de vivir sin mí (TM p. 181).
En sexto lugar, cabe
citar una supresión relacionada de nuevo con la necesidad de una lucha revolucionaria.
Como se puede comprobar en la versión española, esta parte no se eliminó:
[Il me paraissait plus important de leur montrer chez Trotski
ce qu’il pouvait y avoir d’humain au sens le plus élevé du terme et, pour cela,
de mettre en valeur cette faculté – la sienne – comme j’avais pu l’apprécier au
cours de nos randonnées à travers le Mexique, cette faculté de relier tout menu
fait d’observation à une donnée générale, de le faire tourner – sans qu’il y eût
jamais là rien d’artificiel ou de forcé –] à l’espoir d’un réajustement des valeurs
de ce monde qui vînt encore fortifier le sentiment de la nécessité de la lutte révolutionnaire (TO p.
188).
[Entonces creí más importante mostrarles lo que podía haber
en Trotsky de humano en el sentido más elevado de la expresión y para hacerlo valoré
la facultad que poseía, y que pude apreciar durante nuestros paseos por Méjico,
de relacionar todo hecho insignificante de observación con un tema general, y darle
vueltas – sin que hubiera nunca en ello nada de artificial o forzado –] con la esperanza
de llegar a un reajuste de los valores de este mundo que fortificara aún más el
sentimiento de la necesidad de la lucha revolucionaria (TM p. 190).
Asimismo, Breton hizo
un comentario relativo a Trotsky, en el que ponía de relieve su elevado potencial
revolucionario. En este caso, tampoco se eliminó la frase en la versión final publicada
en España:
[Il est indéniable que la guerre de 1939 et ses suites
ont fait descendre un voile d’ombre sur elle]. Sans doute, les nouvelles générations
ne ressentent-elles plus ce qui passait d’électrisant dans ce nom: Trotski, longtemps
chargé du plus haut potentiel révolutionnaire (TO p. 190).
[Es indudable que la guerra de 1939 y sus consecuencias han
hecho caer un oscuro velo sobre ella]. Sin duda, las nuevas generaciones ya no sienten
el efecto electrizante de ese nombre, Trotsky, que durante mucho tiempo estuvo cargado
del más alto potencial revolucionario (TM p. 192).
En esa misma página,
el autor hace alusión al arte y a la poesía, puesto que considera que estas dos
pueden ayudar al pueblo a llegar a la llamada lucha emancipadora. Este fragmento
tampoco fue censurado en el libro traducido:
[Ce fut de parvenir avec lui à un accord touchant les conditions
qui, du point de vue révolutionnaire, devaient être faites à l’art et à la poésie]
pour que ceux-ci participent de la lutte émancipatrice, tout en restant entièrement
libre de leur démarche propre (TO p. 190).
[Fue el llegar a un acuerdo con él referente a las condiciones
que, desde el punto de vista revolucionario, deberían plantearse al arte y la poesía]
para que ambas participaran de la lucha emancipadora, quedando, no obstante, totalmente
libres de poder seguir su curso característico (TM p. 192).
Además, el Ministerio
consideró que se debía suprimir también el siguiente fragmento, perteneciente a
la página 115 de las galeradas, donde Breton criticaba ostensiblemente la religión
cristiana. En este caso, todo el párrafo se eliminó en la publicación traducida:
Rien ne me réconciliera avec la civilisation chrétienne.
Du christianisme je repousse toute la dogmatique masochiste appuyée sur l’idée délirante
du “ péché originel “ non moins que la conception du salut dans un “ autre monde
“ avec les calculs sordides qu’elle entraîne dans celui-ci. Cela ne m’empêche pas,
vous pensez bien, de porter à la mythologie chrétienne, aux spéculations auxquelles
elle a donné lieu, une partie de l’intérêt que je dispense également aux mythologies
égyptienne, grecque, aztèque, etc. Dans la mesure où cet intérêt fait jouer certains
ressorts sensibles, j’ajoute que, dans le cadre du christianisme, mon inclination
va tout droit aux hérétiques. Telles sont les dispositions que j’oppose une fois
pour toutes aux entreprises d’altération et de confiscation dont, après celles de
Baudelaire, de Rimbaud, plus récemment même de Sade, à son tour la pensée surréaliste
est l’objet. Quant à la civilisation chrétienne, est-il besoin de dire que les griefs
mortels que nous avons contre elle vont bien au-delà d’un désaccord fondamental
portant sur ses principes constitutifs? Nous la condamnons en raison de l’indignité
croissante dont elle a fait preuve par rapport à ses prémisses mêmes. Vieux reliquat,
absurde sé quelle, il y a plus de deux siècles – disons depuis la mort de Pascal
– que nous continuos a entretenir cette sorcière qui n’a plus que quelque malignité
pour tout pouvoir. On ne s’en débarrassera
à jamais qu’en […] (TO pp. 260-261).
Nada me reconciliará con la civilización cristiana. Del cristianismo
yo rechazo toda la dogmática masoquista basada en la idea delirante del “pecado
original” así como también el concepto de salvación en “otro mundo” con los sórdidos
cálculos que provoca la salvación. Esto no impide, como comprenderá, que muestre
hacia la mitología cristiana y hacia las especulaciones a que da
lugar, una parte del interés que dispenso igualmente a las mitologías egipcias, griegas, aztecas, etc. En la medida en que este interés hace mover algunos resortes sensibles, y debo añadir que, en el marco del cristianismo, mi inclinación se dirige directamente hacia los heréticos. Estas son las disposiciones que opongo de una vez para todas a los intentos de alteración y confiscación, que después de Baudelaire, Rimbaud y más recientemente incluso a Sade, de que es objeto a su vez el pensamiento surrealista. En cuanto a la civilización cristiana, es necesario decir que los perjuicios mortales que tenemos en contra suya van mucho más allá de un desacuerdo fundamental que afecta a sus principios constitutivos. Nosotros la condenamos debido a la indignidad creciente de que ha dado pruebas en resecuela, hace más de dos siglos – digamos desde la muerte lación con sus propias premisas. Vieja reliquia, absurda de Pascal – que seguimos manteniendo a esa bruja que por poder sólo tiene la malignidad.[7] Sólo nos desembarazaremos para siempre de ella (TM p. 269).
lugar, una parte del interés que dispenso igualmente a las mitologías egipcias, griegas, aztecas, etc. En la medida en que este interés hace mover algunos resortes sensibles, y debo añadir que, en el marco del cristianismo, mi inclinación se dirige directamente hacia los heréticos. Estas son las disposiciones que opongo de una vez para todas a los intentos de alteración y confiscación, que después de Baudelaire, Rimbaud y más recientemente incluso a Sade, de que es objeto a su vez el pensamiento surrealista. En cuanto a la civilización cristiana, es necesario decir que los perjuicios mortales que tenemos en contra suya van mucho más allá de un desacuerdo fundamental que afecta a sus principios constitutivos. Nosotros la condenamos debido a la indignidad creciente de que ha dado pruebas en resecuela, hace más de dos siglos – digamos desde la muerte lación con sus propias premisas. Vieja reliquia, absurda de Pascal – que seguimos manteniendo a esa bruja que por poder sólo tiene la malignidad.[7] Sólo nos desembarazaremos para siempre de ella (TM p. 269).
Es importante destacar
que, después de recibir el expediente con las observaciones, la editorial decidió
suprimir tanto la cuestión que se le planteó al escritor como su respuesta. La pregunta
que se le formuló fue la siguiente: “Quelle fut l’influence de cette rupture sur
l’activité du surréalisme, et quelle attitude prit-il au moment où éclatait la guerre
d’Espagne?”.
Por último, en la página
116 de las galeradas, Breton hace un comentario en el que critica la existencia
de Dios. Los censores consideran de nuevo que esta frase debe suprimirse en la traducción
final, pero comprobamos que en la publicación final traducida no se eliminó: “(pour
être mort vous m’accorderez qu’il faut avoir existé)” (TO 264); “(para morir, estará
usted de acuerdo conmigo en que hace falta haber existido)” (TM p. 272).
Sin embargo, cabe subrayar
que dicho libro no lo evaluó solamente un lector, sino dos. Así, el día 20 de julio
de 1970, nueve días después de la primera evaluación, el censor número 12 escribió
una extensísima observación sobre la traducción, en la que explica detalladamente
la relación que había entre los surrealistas y el comunismo:
Dieciseis[8] entrevistas
radiofónicas con André Breton hechas por André Parinaud y relativas todas ellas
al nacimiento, formación, desarrollo, estética, problemas, pasado, presente y futuro
del surrealismo. Otras entrevistas hechas por otros entrevistadores, asimismo en
relación con el surrealismo pero de temas dispares. Las importantes son las 16 primeras.
En ellas, André Breton hace una exposición detenida del ideario surrealista y de
la composición de los diversos grupos surrealistas franceses y extranjeros. La mayor
parte del libro la ocupa el examen de las relaciones entre el surrealismo y el comunismo.
Es también la más interesante. Sabido es que muchos surrealistas, empezando por
Breton, fueron comunistas y que más tarde rompieron con el comunismo. Probablemente
la intención del editor es demostrar el hecho conocido de que entre surrealismo
y comunismo existió una fusión total o casi total. Aun así, el libro merece ser
publicado, ya que de la exposición de Breton (sin dejar de ser marxista y antiespañol)
se saca la consecuencia de que el comunismo es enemigo de toda libertad de expresión
y que servirle como artista o intelectual es convertirse en un lacayo suyo. Así,
pues, casi todas las entrevistas tratan de la infiltración del comunismo en el movimiento
surrealista, que culmina en el viaje a la URSS de Louis Aragon y Philippe Soupault,
donde se les exige obediencia ciega al comunismo. Breton protesta y publica el Segundo
Manifiesto Surrealista, pero ello hace que el comunismo – y sobre todo Aragon y
Eluard, – le consideren traidor. Otros surrealistas importantes abandonan el PC:
Dalí [tachado]. Los métodos de chantaje comunistas están bien descritos por Breton
con motivo del Primer Congreso por la Defensa de la Cultura (Paris, 1935), donde
se niega la palabra a Breton y se lleva al suicidio a su amigo Crevel, así como
con motivo de la guerra civil española. Tras la caída de Francia en 1940, Breton
emigra a Estados Unidos y cuando regresa a Paris en 1946 ve que todos los puestos
culturales están en manos de comunistas y que a los surrealistas no comunistas (Breton
se hizo trotskista entre tanto) se les niega el pan y la sal. Pese a ello, mantiene
su fe en el marxismo no soviético y en el futuro del surrealismo (1952), entonces
prácticamente muerto. Tachaduras: págs. 134, 177-178.
AUTORIZADO
Madrid, 20 de julio de 1970
El lector,
(firma ilegible)
Al comparar el primer
juicio de valor con el segundo, comprobamos que este último sugirió menos supresiones
que el primero y que el segundo estaba más interesado en que se eliminaran solo
dos pasajes relacionados con el marxismo y la revolución. Es también paradójico
que el segundo lector criticara el comunismo por ser éste enemigo de toda libertad
de expresión, a la vez que exigía las supresiones de los fragmentos de las páginas
134, 177 y 178 de la versión francesa.
De todas formas, gracias
a esta segunda observación, confirmamos que los censores se mostraban cada vez más
benévolos a finales del franquismo, especialmente con los libros dirigidos a un
público minoritario. Según Rojas (2006: 60-61),
El Servicio de Orientación Bibliográfica, órgano encargado
de la censura de publicaciones unitarias, recibirá nuevas disposiciones sobre censura
de libros, según las cuales, a grandes rasgos, los censores debían juzgar con mucha
mayor benevolencia los libros “de minorías”, es decir, aquellos cuya complejidad
de lectura y elevado precio restringiesen su acceso a una minoría intelectual económicamente
solvente.
En cuanto a las dos partes
que el segundo evaluador consideró censurables, es importante señalar que estas
seguían teniendo relación con el marxismo y con la lucha revolucionaria que hemos
observado en los ejemplos analizados anteriores. Esto vuelve a demostrar la arbitrariedad
con la que actuaba la censura franquista y que continuaba en los últimos años del
régimen, puesto que no se sabe con certeza por qué los evaluadores consideraban
que unos fragmentos de la misma temática debían ser censurables y otros no. Según
De Blas (1999: 286),
la tantas veces aludida arbitrariedad o ambigüedad de la censura
confirma precisamente este hecho: la imposibilidad de fijar una norma precisa, es
decir, un espacio de separación definido entre lo prohibido y lo permitido.
El contenido de todos
estos fragmentos, tanto los suprimidos como los no suprimidos en la versión final
traducida, nos recuerda precisamente los cuatro criterios de censura enumerados
por Abellán (1980: 88), dado que fueron los que, según él “resistieron más que otros
a la erosión del tiempo y fueron la piedra de toque hasta la desaparición física
de Franco y la terminación del período de transición suarista”:
1. Moral sexual: entendida como prohibición
de la libertad de expresión que implicara, de alguna manera, un atentado al pudor
y a las buenas costumbres en todo lo relacionado con el sexto mandamiento y, en
estrecha unión con dicha moral, abstención de referencias al aborto, homosexualidad
y divorcio.
2. Opiniones políticas: no se admitía ninguna
oposición al régimen.
3. Uso del lenguaje: considerado indecoroso,
provocativo e impropio de los buenos modales por los que se ha de regir la conducta
de las personas que se autodefinen como decentes.
4. La religión como institución y jerarquía:
depositaria de todos los valores divinos y humanos e inspiradora de la conducta
humana arquetípica.
En este caso, los dos
contenidos censurables en la obra según los dos lectores fueron las “opiniones políticas”
y “la religión como institución y jerarquía”.
Unos meses más tarde,
el 20 de abril de 1971, la editorial volvió a mandar un correo al Ministerio en
el que solicitaba de nuevo la consulta voluntaria de la publicación, puesto que
la obra iba a publicarse en una edición de bolsillo por la misma casa. Además, el
editor le había cambiado el título: a partir de ahora, se llamaría El surrealismo:
puntos de vista y manifestaciones. En este caso, el 3 de mayo de 1971, un censor
anotó lo siguiente a máquina: “tachaduras en las páginas 55, 74, 115, 116. Lo demás
AUTORIZABLE. 3-mayo-1971”. Estas páginas se referían a las galeradas traducidas
que recibió el Ministerio y que se añadieron al expediente. Además, se explicaba
que este libro “fue presentado en consulta voluntaria con el título Conversaciones
1913-1952 y ya se hicieron las tachaduras correspondientes”.
No obstante, de esas
cuatro páginas que citó el último evaluador, solamente se censuraron dos en la versión
final publicada en España. Este hecho viene a confirmar que la decisión de los censores
no era vinculante y que
El informe de los censores o lectores, como se les suele designar,
sea cual sea el tono o la rotundidad del mismo, no es vinculante y la decisión final
depende de una autoridad superior, bien del Director General correspondiente, o
incluso en ocasiones, del propio Ministro (Santamaría, 2000: 216).
Tras recibir las observaciones
por parte del Ministerio, Barral mandó de nuevo una carta el 17 de febrero de 1972
en la que comunicaba el depósito de seis ejemplares de la obra corregida, como lo
exigía el artículo 12 de la Ley de Prensa e Imprenta del 18 de marzo de 1966.
El 19 de febrero de 1972,
casi dos años después de su primer paso por la Administración, El surrealismo: puntos
de vista y manifestaciones se registró en el Ministerio de Información y Turismo
para que la traducción pudiera finalmente publicarse en España.
3. A modo de conclusión
Gracias a la relativa apertura política
de los años 60, las editoriales españolas empezaron a ser cada vez más productivas
y se fundaron otras nuevas, más interesadas en publicar obras de interés cultural
o político. Efectivamente, como hemos constatado en el expediente de censura relativo
a la traducción titulada El surrealismo. Puntos
de vista y manifestaciones (1972) del escritor surrealista y marxista francés
André Breton, uno de los dos censores consideró el texto “nada popular por lo cerrado
del mundo surrealista”, lo que confirma que la editorial Barral publicó la obra
por razones políticas y/o culturales con el fin de atraer a un público más erudito
y contestatario.
Asimismo, cabe destacar
que en esa época la traducción representaba un papel importantísimo en la industria
del libro: de 1962 a 1968, la traducción ocupaba más del 38% de la producción global,
un porcentaje muy alto en relación con otros países. El momento culminante apareció
en 1965, justo antes de promulgarse la nueva Ley de Prensa (1966), en el que el
55% de la producción total eran traducciones (Godayol, 2015: 17-34).
Dado que André Breton
era considerado como un autor extranjero controvertido y difícil de leer en ese
momento, los dictámenes de censura se delegaron a miembros intelectuales del régimen,
seguramente a profesores universitarios que leían perfectamente el francés, puesto
que en un primer momento solo recibían la versión original del libro, como en el
caso de Entretiens.
Los dos evaluadores que
analizaron la obra tenían puntos de vista diferentes sobre la obra de Breton y no
se fiaban de lo que escribía, puesto que era marxista y hostil al franquismo. Por
esa razón, juzgaron oportuno eliminar algunos fragmentos relacionados con la lucha
revolucionaria y la religión.
No obstante, es interesante
señalar que, en el segundo franquismo, seguía existiendo arbitrariedad sobre lo
que se debía o no se debía censurar. Como el propio Barral (2001: 399-400) afirmó,
“los criterios de cada censor eran absoluta y salvajemente personales, dictados
por las manías y las frustraciones de cada uno”. En el caso de Entretiens, por ejemplo, la primera censora
suprimió más partes del texto que el segundo censor. Además, al final de la evaluación,
se decidió eliminar menos fragmentos de los recomendados por ambos censores, lo
que demuestra la progresiva tolerancia de estos últimos años de dictadura respecto
a las publicaciones “cultas” o “de minorías”. No debemos olvidarnos de otro evaluador
que, casi un año después de las opiniones vertidas por los dos censores previos,
consideró que se debían suprimir cuatro partes del libro, aunque finalmente se le
hizo caso omiso. Así, de las diez partes censurables según los criterios de estas
tres personas, solo dos se censuraron realmente. El contenido de las dos supresiones
estaba relacionado con la civilización cristiana en general y con la lucha revolucionaria
en España en particular.
Dicha transigencia se
debe también a la apertura de la sociedad española en el segundo franquismo, producida
por el turismo, el éxodo rural, la emigración, etc. Estos cambios provocaron, pues,
una evolución de las mentalidades y, con ella, un retorno a las teorías marxistas
por parte de la oposición democrática de izquierdas, lo que facilitó la generalización
de comportamientos “modernos”: apertura frente a la religión, mayor laxismo en las
costumbres, pluralismo político etc., aspectos que se encontraban precisamente dentro
de los criterios de censura definidos por Abellán (1980). En este sentido, podemos
inscribir la traducción de las obras de Breton dentro de un conjunto más amplio
de cambios acaecidos al final de la dictadura, lo que anunció el fin del régimen
autoritario y la apertura del país.
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[1] El primer
franquismo (1939-1959) se extendió desde el final de la Guerra Civil Española
hasta el abandono de la política económica autárquica gracias al programa de
estabilización de 1959. Este período dio paso al segundo franquismo
(1959-1975), que terminó con la muerte de Franco.
[2] Las
primeras traducciones de Breton llegaron al Archivo General de la
Administración (AGA) en 1964, teniendo en cuenta la tabla facilitada por el
personal de dicha institución.
[3] Como
explica Alonso Campos (2017: 189) en su tesis doctoral titulada Carlos Barral, la edición en la España
franquista (2017), “lo que sí parece evidente es que determinados editores,
como fue el caso de Barral, eran observados mucho más minuciosamente, ya que se
les presuponía una tendencia a publicar obras condenables”.
[4] En cuanto a
los errores tipográficos, podríamos señalar un error en el número de página en
el índice, ya que el capítulo XIII no empieza en la página 117, sino en la 177.
En lo que respecta a errores de comprensión, el traductor escribió “azar
colectivo” en el capítulo X en lugar de “azar objetivo”.
[5] AGA
66-05805, exp. 6755 (1970).
[6] Se
mantienen los múltiples errores ortográficos y tipográficos del texto original.
[7] La
editorial ha transcrito incorrectamente el fragmento y las últimas partes no
tienen sentido. Lo correcto sería: “Nosotros la condenamos debido a la
indignidad creciente de que ha dado prueba en relación con sus propias
premisas. Vieja reliquia, absurda secuela, hace más de dos siglos –digamos
desde la muerte de Pascal– (…)”.
[8] Mantenemos
los errores tipográficos del original.
Este artículo fue publicado por primera vez en el nº 15 (abril de 2019) de /Çédille, revista de estudios franceses/: http://cedille.webs.ull.es/.
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Dr. José M. OLIVER
Director de /Çédille/
Universidad de La Laguna (España)
Coincido con José M. OLIVER, director de la revista /Çédille/. A mí tampoco me han pedido permiso para reproducir este artículo, así que les pido por favor que lo eliminen de su revista lo antes posible. Gracias.
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