terça-feira, 3 de setembro de 2019

LUIS FERNANDO CUARTAS | Surrealismos y el acto de no dejarse acomodar en algún “ismo”


Decir que el Surrealismo hoy en día es una “escuela” o una tendencia unilineal sería un exabrupto. En nuestras condiciones donde el mundo explora múltiples visiones y busca en verdadero cruce de estéticas, antes que formularse un dogma, vale la pena repensarse como un mundo abierto, cosmogónico, aleatorio, múltiple, un estado de pensamiento fractal donde todo se aborda de múltiples facetas, contornos, honduras y asechanzas.
Ya desde el Dadaísmo se intuía una postura crítica contra los convencionalismos estéticos, actos de anarquía poética, de lucidez anti marcos y anti definiciones estanco. El surrealismo con su postura de escritura automática, ofrece un antirracionalismo de lógicas pobres, de mentes escuetas y rígidas. Estas expresiones van más desde lo emocional, lo diverso, una apertura psíquica y un buceo hasta el fondo de lo onírico. Nada firme o estético, siempre plural y dinámico.
Cuando Guillaume Apollinaire, en 1917, acuña el término, en el musical “Parade”, con música de Erik Satie, con diseños de Picasso, con textos de Jean Cocteau, que resultó ser un escándalo memorable, inicia una apertura hacia una literatura nueva, en medio de las dificultades de la guerra. Muchos artistas se han sumado a ese mundo abierto, una súbita magia, una lámpara parlante, una plástica entre lo lúdico y las verdades no tocadas por la realidad plana y monda. Breton le da carta de presentación con su manifiesto en 1924. Más muchos seres como Duchamp le abren sus boquetes, lo experimentan hasta lograr una lógica hechizada.
Seres como Dalí, iniciadores de una fuerza imparable, aunque se haya convertido con el tiempo en la figura controvertida de Avila Dollars, como lo llamó posteriormente Breton. No podemos negar la influencia con su “método paranoico crítico” y su texto el “Asno podrido” (1929), que marcó una rebeldía contestataria en el arte en su momento. En la misma reunión de excomunión, no podría sentirse un clima más performatico, con sus trajes y sus ceremonias. La carta de expulsión por Bretón, Hérold, Hugnet, Oppenheim, Peret y Tanguy, situación que el mismo Dalí la convirtió en un acto a favor y en su creatividad desmedida también en su afán protagónico y su interés de negociante, creó un excentricismo comercial muy marcado.
Man Ray, Meret, Oppenheim o Masson, también son artistas fundamentales a la hora de entender este movimiento artístico que se hizo extensible no sólo a la pintura sino también a otros campos. De esta manera, hay que subrayar que al cine llegó de manos de ilustres directores. Unos creadores como Luis Buñuel, Miró, Max Ernst, Remedios Varo, Leonora Carrington, Dorothea Tanning, Pierre Naville, Georges Bataille, Louis Aragón, Roger Caillois, muchos de ellos persistentes y otros que se volcaron otras experiencias poéticas e intelectuales. Una inmensa relación entre literatura, artes plásticas, cine, danza y música, haciendo de esta experiencias algo revolucionario para su época y que sigue siéndolo en la medida que es un acto renovador por excelencia.
Es desde esa poli presentación, esa nube de actores del Surrealismo que no se puede hablar de un Surrealismo. En 1925, Bretón se inscribe al partido Comunista, eran épocas difíciles, crea una mirada poética surrealista muy infundida por la política y los compromisos con una actitud anti fascista. Más no faltaron quienes se opusieron, desde un punto de vista más estético que de una  línea de partido. Muchos otros intentaron hacer una relación entre la ciencia y el Surrealismo, algo donde había una exploración de temas no tocados por el racionalismo directo. Por ejemplo Georges Bataille, Caillois, Bachelard, Michel Leiris, que fundan en 1937 el Collége de Sociologie, de postura anti nazi, pero con un claro deslinde de partidos.
Luego aparece una pléyade exquisita de artistas pintores, fotógrafos, cineastas, poetas, músicos de gran valía en nuestro pasado siglo XX. Entre ellos algunas mujeres que son poco mencionadas. Y de las cuales tengo una bella lista para poder seguir y conocerlas más. Como Gertrude Abercrobie (1909-1977), de Chicago, entre el arte y el jazz, en una bella amistad con Charlie Parker. Elieen Forrester (1999-1991), argentina británica, artista entre el collage y las formas orgánicas. Rachel Baes (1912- 1983), pintora belga, que trabajó mucho alrededor del grupo de René Magritte. Emmy Bridgwater (1906- 1999), artista y poeta inglesa. La ya mencionada Leonora Carrington (1917-2011), británica amiga de Max Ernst, pintora y escritora. Ithell Colguhoun (1906-1988), surrealista también británica. Leonor Fini (1907-1996), nacida en Buenos Aires, vivió en Francia, gran pintora y fotógrafa. Valentine Hugo (1887-1968), ilustradora, casa con el escritor Jean Hugo, gran activista dentro del Surrealismo entre 1930 y 1936. Breton decía de Frida Kahlo que era surrealista mexicana, ella siempre rechazó dicha etiqueta, pero para muchos se tiene por una de ellas. Greta Knutson (1899-1983), sueca casada con Tristan Tzara, gran promotora del Surrealismo. Maruja Mallo (1902-1995), española influenciada por el Surrealismo. Margaret Modin 1927-1998, de Estados Unidos que pasó parte de su vida en España. Manon Potvin (2000), franco-canadiense, dedicada a una pintura fantástica con la naturaleza, Alice Rahon (1904-1987), franco mexicana que motivó el Surrealismo en México. Kay Sage (1898-1963), se casó con el surrealista Yves Tanguy, dedicada a paisajes oníricos. Eva Syankmajerová (1940-2005), ceramista, cineasta, de origen checo. Dorothea Tanning (1910-2012), escritora, poeta, pintora, escultora, grabadora, norteamericana, del círculo de surrealistas de Nueva York, compañera de Max Ernst. Bridget Bate Tichenor (1917-1990), nacida en Paris de familia británica, dedicada a un arte fantástico sorprendente. Elisa Breton (1906-2000), escritora, artista, tercera esposa de André Breton, franco-chilena. La inconfundible Meret Oppenheim (1913-1985), germano suiza, sus esculturas en pequeño formato se hicieron famosas. Mimi Parent (1924-2005), famosa por sus objetos imagen, pintura collages y escultura.
Con esto quiero resaltar que no existe un Surrealismo sino Surrealismos, que hay vertientes, floraciones, híbridos, juegos y metamorfosis en un gran número de aristas, entre ellas unas grandes olvidadas como fueron las mujeres surrealistas.
Uno podría presentar en el mundo latinoamericano figuras como Olga Orozco, Enrique Molina, Aldo Pellegrini, Julio Linás, Francisco Madariaga, Raúl Henao, Floriano Martis, Alejandro Puga, Oliverio Girondo, Juan Antonio Vasco, María Meleck Vivanco, Carlos Latorre, Juan José Ceselli, junto con otros menos mencionados como León Gontran Damas, de Guyana, Margaret Randall de Estados Unidos, Thelma Nava de México, por sólo mencionar unos cuantos.
Amirah Gazel y Alfonso Peña proponen un Surrealismo múltiple y vivo carente de ortodoxias y militancias estáticas.
América es un continente surrealista, lo han dicho muchos de los más vitales participantes que han llegado a sumergirse no sólo en sus oceánicas formas, en sus selvas y en una geografía abrupta y llena de sorprendentes hallazgos. Desde la revista Qué, editada por el poeta Aldo Pellegrini, pasando hoy en día por la exposición Las Llaves de deseo, Costa Rica, 2016, ha pasado una enorme cantidad de experimentadores audaces y renovadores que hacen de nuestros surrealismos una experiencia estética no sólo bajo el automatismo que salta, se recompone y se hace como una experiencia casi chamánica y de comunicación con poderes naturales pocas veces frecuentados en Europa. Desde el inconsciente por donde navegan nuestras pasiones y deseos, pasando por la riqueza de lo mítico, el mundo onírico salvaje y natural, donde siempre existen otras realidades en esa inmensa capa hojaldre de geografías y personas.
Rayamos con la brujería, con las leyendas que se hacen vivas y se manifiestan en lo cotidiano, con un deseo de libertades y de anarquismos que se reinventan y se transforman en hacer visible lo invisible y de tocar lo intangible con lo orgánico, la carne, el erotismo, el humor y la fiesta, con un mundo rasgado entre violencias y hecatombes.
No hay surrealista que no procure un cambio, que no exalte sus delirios, que no se manifieste con furia y con amor con el planeta. Más no siempre están bajo la égida de un partido o una secta, por lo contrario se demarcan, se deslindan, se hacen libres y en América hemos tenido ese sentido cruzado entre la vida pasional, la libertad y la cercanía con una geografía deslumbrante.
Pensemos en Cuba con la revista Orígenes y el liderazgo de José Lezama Lima, sin ser abiertamente surrealista su escritura y la labor que iniciaron es de apertura, un sentido de búsqueda en profundidad cuando dice: “La grandeza del hombre consiste en que puede asimilar lo que le es desconocido”, integrarse como trasmutaciones libidinosas y sensoriales con el mundo del afuera, la belleza de lo común hecho azar de hallazgos poéticos.
Siguiendo ese misma línea está el poeta del Brasil Floriano Martins, director de Agulha Revista de Cultura cuando sostiene que el surrealismo no es una escuela… “es una obsesión vital, una exaltación de las condiciones radicales, y en ese marco se dieron actitudes que pueden asumir la máscara de un dogma”.
Muchas veces se ha confundido ese papel primigenio del carácter surrealista, con antiguas querellas, confrontaciones y debates donde se han puesto cicatrices y expulsiones, más el sentido intacto del hecho surrealista es lo menos dogmático sin ser tolerante con el oprobio, la desigualdad y la segregación, con una carga imaginativa vigorosa y nada acartonada.
El compilador Stefan Baciu, en su Antología de la poesía surrealista latinoamericana, 1974 y en Surrealismo: preguntas y respuestas, 1979, da claras muestras de apertura y establece como poetas surrealistas a personas que no estaban dentro del canon estricto de los manifiestos franceses.
Martins subraya muy bien el canto y la poética antillana, como algo proclive al surrealismo, como el poeta de Martinica Aimé Cesaire, entre el mundo mágico y los cantos profundos míticos de los afro-descendientes. Como Etienne Lero y León Gontran Damas, entre otros. Los surrealismos en este caso besan el amor y la vida integral de los humanos con la tierra.
En ese cruce indescriptible se suman la poesía beatnik, El techo de la ballena, en Venezuela, el Nadaismo, en Colombia, Opium, en Argentina, los integrantes de Eco Contemporáneo, también de Argentina, junto con El Corno emplumado y City Lights de México, la poética de Roberto Piva y Claudio Willer, en Brasil, unas manifestaciones estéticas con gran influencia surrealista, existencial y a la vez bajo la sombra del mayo del ‘68 francés. Profundamente antibélicos, anarquistas, contestatarios y desbordados en una literatura expandida que va más allá del libro y se entrelaza con el performance, el graffiti, la música, el cine y la plástica.
La grandeza de las propuestas poéticas de Juan Sánchez Peláez, Emilio Westphalen, Humberto Díaz Casanueva, César Dávila Andrade, Eunice Odio, Juan José Ceselli, Braulio Arenas, César Moro y Marosa di Giorgio, nos dan una muestra de esa plurivariedad surrealista de nuestro continente.
La obra de Roberto Matta, de Chile, que estuvo en Francia y fue aliado de los surrealistas, es indiscutible su generosidad y fuerza. Un extraño hibrido cultural entre afro-cubano y cultura china, Wilfredo Lam, es una síntesis entre occidente y tradiciones afro míticas. Agustín Lazo Adalid, de México con su obra entre cotidiana y mística, entre lo popular y la magia, hace un surrealismo pionero en su país.
Todo esto, desde luego, sigue siendo un concepto abierto, insisto no de escuela, sino de signos de vitalidad y apertura mental, no existe un surrealismo sino surrealismos. En este entretejido de vivencias cotidianas, en ese caleidoscópico mundo del arte, no podríamos decirnos que existe una sola realidad como una sola surrealidad, para ser algo más perplejos con el concepto.
En Colombia, aparte de una picaresca historia narrada por Carlos Lozano actor Colombiano, que estableció una amistad poco usual con Dalí, desde 1969, en el hotel Meurice de Paris, que duró 20 años y que lo narra en un libro escrito por él, poco se sabe de contactos directos con surrealistas en Europa con Colombianos.
En una hacienda de pura raigambre campesina típica de la colonización antioqueña, nace Luis Vidales, Rio Azul en Calarcá, Quindío, 1904 un 26 de julio. Un poeta que revolcó la literatura local, que tiene un gran parentesco con algunos surrealismos, en medio de la revolución industrial e intensas guerras fratricidas, saca un libro detonante. Suenan Timbres, rompe con la parsimonia y el modernismo decadente, con un falso romanticismo decimonónico, su libro fue desconocido por la crítica ultraconservadora y sólo hasta el año de 1976, le dan su debido reconocimiento y valor. Es tal vez un acercamiento al experimento europeo más afín y más contemporáneo a ellos, que se da en Colombia. Una obra donde se rescata la lúdica y el verso irónico y el humor como propuesta, donde rompe con el lloriqueo y una falsa melancolía de versos de salón.
Para algunos poetas como dice Ramón Cote Baribar, el legado de Álvaro Mutis es de un surrealismo a lo americano, una americanización surrealista, que él conoció sus raíces cuando estuvo en Bruselas y en Francia. Donde hechos normales parecen extraordinarios, las intensas lluvias sobre los techos que parecen naufragar y los ríos caudalosos y las tierras húmedas, descritas con profundo sentido poético que raya con lo fantástico y lo inverosímil, pero que son esas realidades ocultas, existentes que abundan en nuestras geografías.
Indudablemente un poeta experimental y trasgresor fue León de Greiff, pero merece caso aparte, en tanto que su afán no era tan surrealista, hacia más bien un énfasis en la quiebra del lenguaje, en la renovación y trasgresión de los vocablos, en una suerte de invención paisajística de su realidad entre la musicalidad y la ironía, lo bufo y lo trascendental, en un rico tejido verbal.
Más proclive a un dialogo con las nuevas propuestas fue Gaitán Durán, que bebió de fuentes originales tanto de poetas como Bretón así como Valéry, Rimbaud y otros, más su búsqueda era la de un clasicista comprometido con su historia, un intelectual independiente y lúcido, era un perfeccionista, con una calidad de autocrítica audaz, “pulía, organizaba y desechaba” con gran escrúpulo como escritor comprometido con su época.
La revista Mito nos abrió cantidad de ventanas a una nueva literatura que poco circulaba en nuestro medio. Junto con sus amigos Eduardo Cote Lemus y Hernando Valencia Goelkel, más épicos, más de la imagen objetiva y el sentir histórico, aunque nos enseñaron mucho por su carácter internacional y su apertura con muchos poetas del mundo.
Raúl Henao se ha declarado abiertamente surrealista, poeta caleño que nació en el año 1944, gran viajero por varios países, y residente en la ciudad de Medellín. Con su poesía y sus ensayos ha defendido las puertas de la percepción mágica, más allá del diablo y dios, es la reivindicación de poeta a través del Samadhi, el verbo y la pesadilla, una declaración de estrategias poéticas y espirituales, con una gran carga surrealista.
En el caso de Jhon Sosa, yo diría que es no sólo poeta, su vida es surrealista, entre cometas al viento, excursiones para hablar con los árboles, las exposiciones de escultura en el aire, proyecto como Labios del Cielo, la revista Punto Seguido. Nacido en el año de 1953, en Medellín, Colombia, su poesía de un corte urbano total, desarraiga fonemas, deconstruye dichos de uso diario y los coloca en un mundo fascínate entre la música y la palabra descarnada, directa y a la vez poliforma, con connotaciones diversas.
En el caso de Oscar González, profesor universitario y crítico de arte, partícipe de la revista surrealista Punto Seguido, nos alcanza a decir en una entrevista reciente:

–Ya no se trata– o por lo demás, para mí, nunca se ha tratado de saber o determinar si el Surrealismo existe o no; o de saber con exactitud si ha sido o no un movimiento. Ya el hecho principal no es la historia del movimiento. […] Tenemos una historia del Surrealismo que todavía no “poseemos” y es la que se realiza constantemente; la interminable construcción del Surrealismo. Yo diría que los principios bretonianos, nunca requirieron una obediencia total […] Dentro de esa ortodoxia había libertad, […] necesidad de escándalo, de crítica, de irreverencia, y de contradicción. Todos los principios surrealistas son el resultado de una necesidad inalienable de cambiar el mundo, de transformar la realidad, de construir una sensibilidad, un orden sensible y un “ordenamiento sublime” como lo llama Buckminster Fuller”. Otro escritor que su vida misma ha sido surrealista, con sus alumnos y con sus amigos, siempre con una postura crítica sagaz, no carente de humor e irreverencia.

El poeta Carlos Bedoya es un juego de acertijos y entramados con la música y el eros, entre la experiencia sicotrópica, alucinatoria, la lúdica y un humor corrosivo y delirante, ha abordado el ensayo filosófico, la traducción, la poesía y una poderosa empatía con el sarcasmo como filium poético, hacen de su surrealismo un entrañable amigo siempre sorprendente.
Fernando Cuartas, en mi caso soy surrealista por encantamiento y lúdica creativa. Desde infancia mi casa fue un festín de imágenes, donde hubo circo y misas, libros y niños, mi madre fue educadora, mi padre un amigo de “todos” recogía perros y gatos, circos en quiebra, algunas personas medio enajenadas. Mi vida se metió entre libros y poteros entre un laicismo consecuente nada dogmático de mi abuela y unas amistades medio anárquicas de juventud. Mi poesía es un reflejo de vivencias, más hay mucho componente onírico, muchas sombras y alucinaciones por donde ya he pasado.
El surrealismo en Colombia sigue siendo inclasificable como todo surrealismo. Uno podría llegar a pensar que el mismo Juan Manuel Roca, es afín a unas ciertas maneras de ser surrealista, su capacidad de hacer una apuesta por las libertades desde lo imaginario, que lo hacen superar el remoquete de generación desencantada y estar entre los poetas de una lucidez inconfundible y una mirada sobre su país cargado de contrastes y obsesiones entre la guerra y la paz. No deja de ser un ejemplo fehaciente de lo afirmado anteriormente.
Lucia Estrada, junto con su hermano Pedro Arturo Estrada tiene una evocación surrealista, con creación de imágenes poéticas fascinantes y profundas, exploraciones entre los valores ocultos de las palabras, los resquicios donde la mirada aparentemente no llega, el sentido oculto de las cosas.
La mayor parte del grupo Nadaísta, no era propiamente surrealista pero si encarnaban posturas similares en cuanto su capacidad contestataria y su crítica a lo establecido.
Gonzalo Arango era más un publicista y un desenfadado locuaz, con una poética algo panfletista, pero con una gran capacidad de convocatoria y opciones de armar grupos. Más cercano al surrealismo fue Amílcar Osorio Gómez, conocido como Amílkar-U, con sus poemas más cercanos a las imágenes oníricas y centelleantes, libres y cargadas de un lirismo diferente a lo conocido hasta el momento. Revela y oculta, expresa lo esencial, poemas breves, cargados de amores en destierro, en oquedades nocturnas, en fiebres de abandono y rechazo.
En Raúl Gómez Jattin, se reúne el loco y el poeta, el desorden altivo y el dramaturgo existencial deambulando por su presencia fragmentada y alucinante. Parece despojarse de sus vestiduras conceptuales, de los ropajes del lenguaje convencional, salir desnudo, escueto y libre, hablando solo, desnudo solo, deambulando solo en las ciudades más represoras y crueles, su biografía es la marca de un malditismo con la que fue coronado después de ser vilipendiado como un vagabundo estelar. Su obra es un canto a la muerte y a la resurrección, siempre agobiado y desertor, un exilado de sí mismo, atribulario y agónico pero feroz y compulsivo, su obra más que una manera de buscar en las hondonadas de la existencia, es un acto existencialista para sumergirse en sí mismo, para buscar ese otro yo interior que le amenaza y lo discrimina, un poeta angustiado, cercano a el mundo precario de un Antonin Artaud a lo criollo, silenciado y lleno de alaridos, bello y fascinante, pero atravesado por la muerte, como una constante entre lo erótico y la perturbación de los ocasos.
La lista siempre será desigual y complicada. A los cien años del surrealismo hoy en día sólo reivindicamos su soltura, su magia sobre la vida cotidiana, la linterna esperanzadora sobre los recovecos más oscuros de la existencia, la lucidez para hablar desde lo insondable, la capacidad de amor sobre el planeta, y el ejercicio constante de la imaginación, el humor y el eros como una liberación.


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EDIÇÃO COMEMORATIVA | CENTENÁRIO DO SURREALISMO 1919-2019
Artista convidada: Rachel Baes (Bélgica, 1912-1983)


Agulha Revista de Cultura
20 ANOS O MUNDO CONOSCO
Número 143 | Outubro de 2019
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
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