ALFONSO PEÑA | Todo aconteció como una
alucinación o como el argumento escalofriante de un filme distópico… Las palabras habituales son pánico, histeria, enemigo invisible, confinamiento. Al principio nos resistíamos a aceptar la palabra nefasta:
Pandemia… De pronto todo el planeta se
cubrió de ese hálito y es tema de conversación reiterada por los diversos medios
disponibles. Los estamentos fueron torpedeados, y quedaron al desnudo, ¡tan gráfico
como eso…! En nuestro encaje ritual, el
arte, la poesía, la edición de libros en sus diversos formatos, se vio derribado.
No obstante, el daño mayor es para las pequeñas editoriales, artesanales y alternativas.
¿Modos e invenciones y estrategias para enfrentar el desafío?
CARLOS BARBARITO [ARGENTINA] | Aquí,
aislado. Cuento con los dedos de una mano los días en los que me alejé dos o tres
cuadras de mi casa. Apenas comprar alimentos en el almacén, donde los empleados,
con barbijos, atienden detrás de una tela plástica. Vivo en Muñíz, en el Gran Buenos
Aires, y, sobre todo de noche el silencio es apabullante. Los colectivos –en Argentina
se llaman así los ómnibus– van en su gran mayoría vacíos. Viajar, sin permiso, en
tren hacia Buenos Aires es imposible. Fui al consultorio de mi dentista hace poco.
Me atendió vestida de astronauta, luego
de que su secretaria me cubriera la cabeza con una cofia, me protegiera el calzado,
me hiciera lavar las manos con jabón durante un minuto. Cuanto te vayas, me dijo, debo limpiar todo –consultorio y sala de espera–
con agua con lavandina. Así el panorama. Uno a dos metros del otro. Afortunadamente
tenemos Internet. Trabajo en línea durante horas. El encierro que a otros silencia
a mí me produce lo contrario, escribí textos para catálogos de muestras que serán,
claro, virtuales; di punto final a dos libros con dibujos de Victor Chab y collages
de Sergio Bonzón. Claro, el libro dedicado a Norma Bessouet, en el que hice la investigación,
se presentará cuando todo esto pase. ¿Cuándo? Pregunta sin respuesta. Todo se volvió
virtual, desde la literatura, la música hasta las relaciones. El sexo ahora es sexting, entre otras novedades.
ENRIQUE DE SANTIAGO [CHILE] | Sin
duda que el golpe que ha significado la pandemia no tan sólo para las editoriales,
sino qué para toda la cultura, es de proporciones enormes. Claramente esta crisis
sanitaria traerá consigo una segunda ola o rebrote, y quizás una tercera, sin saber
aún o sospechar su magnitud, pero lo que sí podemos visualizar en términos de crisis
económica, es que a la postre termina golpeando a la parte más frágil de la sociedad,
la cual es la cultura. Mientras no exista una vacuna, no tendremos certezas del
alcance de la crisis, ni en lo temporal, ni en los recursos perdidos, por lo que
hasta el momento contamos con que tenemos un escenario actual muy adverso. Es posible
que la solución sanitaria comience a llegar en unos 12 a 18 meses, lo que daría
pie al inicio de una recuperación de la actividad económica, la cual tomaría quizás
uno a dos años, siendo el segundo el tiempo en que la cultura comienza a sentir
esos signos de recuperación. Entonces para la primera parte o período de confinamiento
sanitario, la táctica es trabajar mucho con los e-books, imitando las entregas de
contenidos por internet que han adoptado la gran mayoría de los centros e instituciones
culturales, como bibliotecas, museos y otros, quienes han abierto masivamente sus
archivos, sus libros digitalizados e incluso las visitas ahora son vía internet.
Revistas culturales electrónicas, las cuales hay muchas y que ya tiene largo tiempo
en las redes y cuentan con un prestigio, pueden ser los arietes para empujar y difundir
el consumo de e-books en alianza con las diversas editoriales. Estas tácticas promocionales
deben ser pensadas lo menos por unos 12 meses, que es el tiempo pensado en que duran
las medidas sanitarias –cuarentenas–, las cuales pueden volver a re-instalarse en
caso de rebrotes. Pero fundamentalmente este primer período será de carencias económicas
y las condiciones monetarias para adquirir libros impresos serán limitadas, a pesar
de que seguirán ofreciéndose los libros físicos como explico más adelante. Pero
con todo, el ser humano es un ente muy resiliente y sabe reponerse a este tipo de
situaciones, lo ha hecho con otras pandemias como el sarampión, la viruela o la
Gripe Española en la segunda década del S.XX, al igual que con las dos guerras mundiales
y otras emergencias o catástrofes, por lo que el Covid19 será dentro de un tiempo
un recuerdo triste, donde toda la atención se situará en ese presente distinto que
el futuro traerá en su momento.
AMIRAH GAZEL [COSTA RICA] | La
vida pareció ser extraída de repente de un relato de una vieja película, atemporal
Metrópolis… o tantas otras de los 60s,
70s, 80s, que habíamos visto una y cien veces creyendo el acontecimiento para otra
vida, aunque algo en nuestro inconsciente nos anunciaba la llegada de los encuentros
del tercer tipo. Sin duda el sistema tiró ventajas reduciéndonos a un banal estereotipo
fantasma de inteligencia mínima, no lejos de lo que es la mayoría de la humanidad,
cosa fácil para los impostores y nos tasó como los autores de una nueva forma de
visión totalizadora. ¡Hijos de perra! ¡Desgraciados! ¡Esquizofrénicos, psicópatas!
No
me quedó otra que agarrar mi sentido por el cuello y vomitar la realidad para exorcizar
y no morir en el combate contra el enemigo que se hace el invisible pero que todos
conocemos y nos hacemos los idiotas.
Sabemos
pero preferimos ignorarlo, eso es lo más terrible de esta raza que desde siempre
solo destruye todo ser vivo excluyéndose ella de la cadena y al mismo tiempo autodestruyéndose,
como cosa aparte, por el ejemplo: El hombre y la naturaleza, por favor… y las ¿abejas?
Y
si morir fuera por ti…
Una
vez desencadenado esto no hay más marcha atrás, simplemente cállese y siga su camino
si puede. Me quedé sin trabajo, mis amigos están lejos, no tuve hacia quien volverme,
vi hacia arriba que era igual que abajo y le grité a Dios ¿qué es lo que quieres?
No
puedo aguantar la idea de vivir sin contacto físico, entonces me puse a pintar y
a pintar. El entusiasmo había desaparecido pero un silencio sereno se instaló encantando
mis sentidos y rápidamente, desusadamente, los animales asomaron sus bigotes. Me
lavé las manos con repugnancia y me las lavo una y otra vez.
Examiné
mi ojo molesto de tanta ironía y me enteré que había una gota de dolor que ya yacía.
Que
multitud de tristes recuerdos, continuo con la tela de araña, sin arañas, con poetas.
Pues ahora más que nunca necesitan de nosotros, somos la evidencia, el camino. Cierto
el poeta estudia, pero lo mágico e inexplicable es que se reinventa e inventa la
realidad. Y poetas somos todas y todos los que encendemos el bosque de oro y de
cristal.
¿Alternativas?
Imagínate si el incremento tecnológico pretendía ofrecernos una mejora de confort,
entonces nuestra definición de confort es problemática, equívoca. Hemos solo derrochado
a costas de muchos inocentes.
¿Entonces
cuál es el desafío? ¿Una mutación de valor? Algo imposible, no podemos separar los
acontecimientos y reducirlos a un problema exclusivamente político, económico, ecológico…
Por ejemplo, el Movimiento Surrealista, a parte de algunos necios o necias, mantiene
una complicidad que genera una relación internacional sonora, ¡Magnífico! pero la
explotación, la manipulación en nombre de Dios y de otros continúa en otros grupos
y sectores. La creatividad es nula, el bienestar es nulo.
Debemos
abandonar inmediatamente el ver pasar los autos de lujo y de una vez por todas parar
la sobre producción de basura literaria. Hoy cualquiera se viste de poeta.
¡Y
como dije anteriormente, SABEMOS y tratamos de ignorar lo que SABEMOS!
El
símbolo mismo es material no va a cambiar y todavía hay algunos signos positivos
que nos dan un poco de esperanza. Miremos la revuelta mundial alrededor de nuestro
hermano negro asesinado.
No dejaremos de leer, ¿papel?, ¿digital? Los dos.
Mientras haya poetas habrá evidencias, pintadas, compuestas, escritas…
BERTA LUCÍA ESTRADA
[COLOMBIA] | Es
indudable que estamos ante un nuevo paradigma jamás enfrentado en la Modernidad
y Postmodernidad; y no porque no hubiesen ocurrido otras pandemias, como la de la
Gripe Española hace 100 años, inmediatamente después de la 1ª Guerra Mundial –otra
pandemia que no era sino el preámbulo
de la 2ª y del horror del Holocausto que la caracterizó–, sino porque es sólo ahora
que hablamos de globalización; y que dicho
concepto es una realidad.
La
sociedad actual no es la misma de los años 40’ del siglo pasado, ni siquiera es
la misma de los 70’ u 80’; cuando ya los efectos de la globalización comenzaban
a hacer mella en la mayoría de los países del orbe. Es indudable que la pandemia
que nos tiene doblegados, arrodillados,
y que ha puesto al planeta Tierra en Off,
en silencio, a la espera de…, está cambiando los hábitos de consumo; sin embargo,
no creo que la condición humana cambie ni siquiera un ápice. Por otra parte, para
lograr cambios radicales en los comportamientos de las sociedades se requiere no
de semanas ni de meses sino de años, décadas. Una sociedad no cambia de un día para
otro; los cambios se gestan en silencio y despacio. Lastimosamente el neoliberalismo
salvaje, que se impuso en los años 80, con lo que yo llamé en ese momento Triunvirato del Mundo (me refiero a Margaret
Thacher, Ronald Reagan y Juan Pablo II), no ha hecho sino afianzarse en todos los
países y en todas las ideologías.
Ya
en esa época los Movimientos Verdes comenzaron a prender las alarmas sobre la depredación
sistemática de la naturaleza, un grito de alarma que ya los grupos indígenas habían
tratado por todos los medios que fuese escuchado.
El
Covid-19, una bacteria que arrodilló al Hombre contemporáneo, y que pareciera sacado
de un libro de terror o de una película de ciencia ficción, sólo es el prefacio
de lo que va a venir en los años que vienen con el proceso irreversible del descongelamiento
de la capa de permafrost. Esto implica mayores efectos invernaderos, al mismo tiempo
que podrían liberarse millones de bacterias para los que la especie humana no tiene
defensas.
Los
políticos han hecho oídos sordos al clamor de los pueblos originarios, han menospreciado
su sabiduría ancestral; y al mismo tiempo han hecho a un lado a los científicos
y ambientalistas que denuncian la destrucción de nuestro único hábitat, la Tierra.
Y no
sólo menosprecian el conocimiento científico, también lo hacen con los intelectuales
que han denunciado el capitalismo salvaje. Tanto los científicos como los intelectuales,
que osan alzar su voz y que denuncian la destrucción del planeta, son vistos y tratados
como una piedra en el zapato. Una piedra que los gobiernos, las multinacionales
y la banca no están dispuestos a tolerar. Incluso, y a modo de anécdota, habría
que recordar que en el 2019 Greta Thunberg (una niña de apenas 16 años que abandonó
la escuela) fue invitada por el Parlamento francés mientras que ningún investigador
del CNRC (Centro Nacional de Investigación Científica de Francia) había tenido ese
honor; un gesto que dividió a los partidos y que polarizó aun más la ya bastante
tensa relación de grupos políticos franceses.
Tampoco
hay que olvidar que nunca antes este planeta había tenido tanta población humana.
Según la ONU, al día de hoy, somos alrededor de 7700 millones personas; eso es algo
para lo cual no estaba preparado ningún sistema, incluyendo, por supuesto, los sistemas
políticos y económicos.
Es
importante recordar que los Estados son los directos responsables de la educación
de los pueblos. Un mundo como el actual que privilegia el fútbol, que le paga a
sus jugadores millones de euros al año, mientras que un científico o un médico a
duras penas gana su sustento diario, no puede ser un mundo equitativo. Este es un
mundo que invisibiliza la importancia de la cultura y de la educación; y por lo
tanto no les otorga el lugar privilegiado que merecen. Eso sin hablar del trabajo
de los artistas, de los intelectuales y de los escritores. Un trabajo que es visto
como un oficio marginal, no productivo. La crisis del libro ha venido acentuándose
más y más en los últimos treinta años. En Colombia, por ejemplo, siempre hay dinero
para una botella de aguardiente semanal, pero en las casas no hay libros, y por
supuesto no hay bibliotecas. Y no hablo de familias de escasos recursos económicos,
hablo de todas las capas de la sociedad. Si un niño crece con la televisión y la
consola de juegos como única compañía para pasar su tiempo libre, si nunca ve a
sus padres leyendo y escribiendo, si sus profesores le ponen como tarea la lectura
de libros difíciles que ellos mismos a veces ni siquiera han leído en su totalidad,
entonces esperar que ese niño sea lector es bastante difícil. Un niño debe nacer
en un ambiente donde haya libros, y si no es en casa al menos debe ser llevado una
vez por semana a la biblioteca municipal. En vez de darle regalos con los que va
a jugar media hora hay que darle libros, hay que enseñarle a regalar libros a su
familia y a sus amigos. A los niños, sin importar su edad, hay que leerles, cantarles,
ponerles música de diferentes épocas y géneros, hay que llevarlos a los museos,
a los conciertos de música clásica. Un niño que visita bibliotecas y museos, en
su edad adulta será un asiduo visitante de esos lugares. En el caso específico de
Colombia quisiera resaltar el papel fundamental que tiene la Biblioteca del Banco
de la República; no sólo es la biblioteca más importante del país sino que por una
suma irrisoria anual puede pedirse en préstamo domiciliario hasta cinco libros mensuales;
incluso si no están en la biblioteca de la ciudad ellos se encargan de traerlo de
la sede donde esté el libro solicitado. Y esto es válido para películas, entrevistas
con autores o música.
El
conocimiento no se improvisa, no hablo por supuesto de la sabiduría ancestral, el
conocimiento es una enorme pirámide que se construye día a día; por lo tanto, es
el Estado, a través de la familia y de la educación, el que debe velar para que
sus bases sean firmes.
Ahora
bien, ¿qué pasa con las pequeñas editoriales? Primero que todo repetiría lo que
acabo de decir, el Estado está en la obligación de protegerlas para que no desaparezcan.
También es cierto que muchas de ellas han estado re-inventándose ante la avalancha
que significa Internet; lo han venido haciendo incluso antes del Covid-19.
Una sociedad que no lee, que no escribe, difícilmente
puede entender el tiempo que le toca vivir.
FERNANDO CUARTAS [COLOMBIA] | El
planeta ya presentaba sus fisuras. Un mundo resquebrajado y arisco, lleno de desigualdades
horrorosas, sin lograr buscar el equilibrio. Y de repente esta pandemia, nadie estaba preparado para un
huracán de bichos casi invisibles, acomodado en agujeros y resquicios. No sólo las
editoriales sufren ahora por esta situación inédita. El mundo entero es un in-mundo
pandemonio, crujen las estructuras y se decaen muchas de las libertades conquistadas.
Artistas varados con sus obras inéditas y funciones inconclusas. Hambre, desasosiego
y miedo. Una explosión tecnológica virtual, filas de usuarios comunicados por internet,
presentaciones virtuales, charlas, conferencias, poemas, videos, en una continua
proyección que no deja de ser novedosa, pero llega a la saturación y hasta el cansancio.
¿Será que tendremos un sistema de conexiones virtuales que aún no hemos sabido explorar
y dinamizar en su verdadera dimensión? Lo interior mostrado en una superficie de
imágenes y de consumo hipertrofiado de exhibiciones, más es a su vez un mundo de
solitarios confinados. La frase que palpita ahora es “tenemos que reinventarnos”,
lo cual no ayuda mucho al profundo entendimiento de la creatividad entre humanos
gregarios y socialmente comunicados y fraternos. Ahora más que nunca, creo necesario
volver a las fuentes más íntimas, al pensamiento chamánico, a las filosofías underground, a ciertas maneras de lo silvestre
y lo aparentemente arcaico. Recuerdo una reflexión de Cioran, que planteaba el retorno
de la oralidad. La conversación y el intercambio de palabras sobre el gran cafetín
del mundo. El pensamiento, y con ello la poesía, no dejará de circular como un bien
de la humanidad. Hay que buscar volvernos topos, sumergirnos en las profundas concavidades
del cerebro, bucear en las aguas profundas del sueño.
EDUARDO MOSCHES [MÉXICO] | Estoy
radicado en mi domicilio desde hace casi dos meses. La rutina existe, al despertar,
realizo como unos 5 minutos de movimientos corporales de cintura y flexiones, a
los que se les puede denominar gimnasia, doy de comer a la perra y a la gata, recojo
el periódico del buzón de la puerta de la casa, para impregnarme de noticias pandémicas
nacionales y extranjeras, algo de cultura, políticas y los consabidos etcéteras.
La lectura del periódico me lleva dos horas y entre noticia voy desayunando. Veo
películas, converso vía teléfono con los amigos, atiendo y respondo los mensajes,
entrada la noche me acerco a escribir. Cuando es indispensable salgo al exterior,
en mi barrio, donde los pequeños negocios a medias funcionan, para realizar las
compras indispensables, pan, tortillas de maíz, frutas, verduras, carne y pollo.
La tercera parte de la gente que visualizo, no usan cubrebocas, y así seguimos entre
el cambio que el temor ante la infección se crea u el despropósito de un sector
de la población que no le da importancia a lo que pueda ocurrir, en mi caso, cumplo
bastante bien los señalamientos oficiales
BEATRIZ HAUSNER [CANADÁ] | Mi
último libro de poemas, Beloved Revolutionary
Sweetheart, que es la culminación de ocho años de trabajo salió publicado por
Book•hug el 16 de abril. Se habían planeado varias lecturas, presentaciones, tanto
en Toronto como en Montreal. En Canadá se declaró el confinamiento el 18 de marzo
y en forma veloz se cancelaron todos los actos públicos, se cerraron bibliotecas,
librerías, los dos medios fundamentales de difusión de impresos, y fueron tomando
vigencia todos los medios virtuales de promoción del libro.
OTTO APUY [COSTA RICA] | Revelaciones
[20 de mayo, 7 pm] Así es Alfonso, lo vivo en mi taller multimedia que es una caja
de proyectos. No ha cambiado nada del ritmo trabajo-creativo, al contrario, los
mecanismos siguen sin trabarse. Aunque no lo creas mi amigo, siento terror de volver
al ruido tonto, a la prisa desbocada de la competencia de ventas, al mandato con
que han ungido a los milenials sin trabajo profesional, una locura de competencia
que es un contraste con los ideales, la libertad estriba ahora en formar parte del
ser productivo del entretenimiento, el sentido de emprendeduría es lo que vale para
ser bien visto. El ruido forma parte de esta afección que no solamente es acoso.
Somos un producto de la diversidad de recursos molestos.
ALFONSO PEÑA | Sin
embargo, los emporios (con la krisis) se han beneficiado de un modo monstruoso,
sus plataformas encontraron el filón de oro. (Ellos) Argumentan que invertirán buena
parte de sus ganancias en reafirmar y asegurar sus plataformas. Los libreros, las
pequeñas editoriales, deben poner atención, ¿crees que se pueda tener respuestas
más inteligentes y reinventarse para recuperar el mercado del libro?
CARLOS BARBARITO | Aquí,
las editoriales y librerías envían a domicilio, previo pedido por Internet. Y muchos
sellos liberaron sus catálogos. Lo que sucederá luego de la pandemia no lo sé, aunque,
como acontece a menudo, estimo que las ganancias serán para los de siempre. Ahora,
es evidente, la situación hizo que mucha gente volviera al libro en papel. Leer
en línea, aunque a nuestra disposición haya innumerables materiales, se vuelve cansador,
hasta exasperante. Lo notable es la cantidad y variedad de lecturas de textos en
línea que hay cada día. Recién terminé de ver en una plataforma de teatro de mi
ciudad natal, Pergamino, una obra basada en algo de Arlt –hay una docena más para
ver–. Los pulpos viven de los bestsellers.
No cambiarán de negocio. El resto, con las limitaciones del caso, seguirán trabajando
a pulmón.
ENRIQUE DE SANTIAGO | Como
decía anteriormente, todo pasará en este tiempo por la internet y el mayor éxito
dependerá del tamaño y la calidad de la plataforma oferente. En ese sentido, como
lo es también en el mercado de los impresos,
las grandes empresas o corporaciones tienen un mundo de ventaja y poseen una logística
de soporte y difusión significativos en contraste con las editoriales independientes.
Pero así como pequeños libreros y editoriales han sido capaces de entrar y crecer
en los últimos años en el mercado de las editoriales, una rápida gestión, sobre
todo buscando sociedades estratégicas con otras pequeñas editoriales pueden conseguir
levantar una plataforma que sea consistente para difundir y mantener sus ofertas.
Acá en Chile, las editoriales pequeñas e independientes se han organizado desde
hace años para hacer frente a la tremenda maquinaria de las grandes editoriales,
y para esto han formado Ferias de Editoriales
Independientes donde participan no menos de 50 de ellas. Su amplio número, y
la posición que cada una tiene en las redes como Instagram, Facebook etc., logran
una resonancia no menor para difundir estas ferias o cualquier otro evento promocional.
Esa misma estrategia se está usando para colocar las publicaciones electrónicas
y su correspondiente difusión. La venta de libros por mano, no ha cesado, e incluso
en plena cuarentena, editoriales independientes siguen vendiendo, y entregando vía
delivery –o moto boy, como se denominan acá– quienes entregan el pedido dentro de
la ciudad. El libro ha sabido adaptarse a estos tiempos de cuarentena.
AMIRAH GAZEL | Recuperar
es ya una palabra obsoleta, yo diría: despertar, reinventar, crear… pareciera que
estamos en una posición publicitaria, deberíamos de ser más pragmáticos. Nosotros
mismos alimentamos a los emporios con nuestros yoes destructores, no trabajados,
ignorados por conveniencia y ambición.
Dentro
de una realidad masiva de hambre y sangre creo que podríamos hacer un esfuerzo para
ser escuchados, poetas, todo inicia por los pequeños valores. No estamos frente
a la Ciencia ficción. Justamente es aquí
en donde la literatura y el arte juegan un roll importante, porque son revisables,
porque entre medio de esta negación que tenemos ante los discursos de cambios de
temperatura que solo le hablan a los científicos, porque para mí, cambios de 5 grados
10 grados no significa nada, mientras que si escribimos, pintamos, hablamos de los
bosques incendiados y del hambre y la sequía ahí iniciamos a apropiarnos del problema.
Y ahí podemos comenzar a movilizarnos y decirnos: de eso no quiero más.
Estamos
frente a uno de los más grandes desafíos de la humanidad. Necesitamos textos y obras
que hagan ¡clac!
Se
trata de un fenómeno Universal, nuestro inconsciente es un pozo de automatismos,
una vez que aprendemos algo y lo integramos se vuelve automático. Progresivamente
debemos transformar la educación. Estamos en la obligación de hacerlo. Sin eso no
podremos apropiarnos de ningún mercado ni siquiera de nuestra propia sobrevivencia.
BERTA LUCÍA ESTRADA | En
la medida en que el trabajo virtual se afiance, y creo que esa es la vía que vamos
a seguir de ahora en adelante, las editoriales y los escritores encontrarán cada
vez más soluciones nuevas para publicar y difundir los trabajos. Los videos de conversatorios
y de presentación de libros así lo han demostrado en los últimos días. Plataformas
como Zoom y Classroom (de Google) van a desarrollarse cada vez más; máxime que las
empresas ya se dieron cuenta que efectivamente el trabajo en casa puede ser incluso
mucho más productivo que en las oficinas. Y por supuesto, si hago mención de estas
plataformas es porque también son válidas en talleres literarios o en clases de
literatura, historia, sociología, lenguas, música… Incluso van a darse cuenta que
además baja costos de mantenimiento de infraestructuras; y eso es válido para la
universidad virtual que va a desarrollarse mucho más; creo que aún no nos alcanzamos
a imaginar las posibilidades que van a ponerse en la nube en unos cuantos meses.
Por
otra parte, en lo que a mí concierne quisiera decir que desde hace más o menos 10
años compro muchos libros por Internet; y hablo de libros en papel; eso no excluye
que me encante ir a las librerías. Lo que pasa es que muchos libros que me interesan
no los ofrecen los libreros, así que ellos mismos me los consiguen y luego yo los
recojo en sus librerías o me los envían a la casa. La relación íntima librero-lector
no tiene porqué desaparecer. Otra cosa, en Facebook hay muchos pequeños libreros
y editores independientes que hacen una gran labor de difusión a través de esa red
social.
FERNANDO CUARTAS | Recuerdo
una bella frase que dice: los libros nos hacen
libres. Somos una cultura del libro, nos hemos sumergido en ella. Desde Gutenberg,
casi que es inevitable como un reservorio del pensamiento y con ellos, las bibliotecas,
los lectores, la academia y la literatura que hasta ahora conocemos.
Hoy
en día, desde antes de la pandemia ya existen circuitos de venta por Internet. Habrá
otras maneras, claro, todo está sujeto a nuestra capacidad creativa. En el libro
de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, aparecen
los hombres libro que en medio de un bosque
perpetuaban la literatura en su memoria. Volverán los amanuenses, las cartas y el
género epistolar, tan rico en posibilidades. El arte correo o arte postal como un
intercambio mundial de comunicaciones por el medio postal. Tenemos bibliotecas personales
con estanterías atiborradas de periódicos, revistas, libros y folletos, materiales
que poco circulan y que anidan muchas veces entre el olvido y vagos recuerdos. Qué
bueno volver abrir esos tesoros, compartirlos, difundirlos, entregarlos o hacer
trueques. Está bien, muchos queremos publicar, pero decir verdad poco de eso perdurará,
son glorias efímeras, orgullos personales loables o no, pero en un mudo enfermo,
devastado por enfermedad o por guerras, donde los lectores casi son un lujo, nos
toca cultivar la palabra en otras maneras de dar a conocer el pensamiento. Se dice
que hay que crear lectores, pero mucho más allá de eso, hay que ser actores que
vivifiquen el libro como parte de la vida. Marthe Robert en sus estudios sobre Kafka
logra comparar la literatura de Kafka y el Quijote, como libros que cobran vida,
una escritura que circula entre seres que se hacen libro, que su vida es un texto
abierto.
EDUARDO MOSCHES | Soy
casi un optimista o lo contrario. Creo que pasado cierto tiempo, en que las medidas
de coacción del Estado disminuyan, regresaremos a las librerías, y hojearemos los
libros, aunque al inicio, con el temor de dar vueltas a la hoja. Se incrementará
la compra por Internet y el envío a domicilio, lo cual convertirá a una parte de
la sociedad de lectores en confesos antisociales. El Castillo de cristal se hará
realidad.
BEATRIZ HAUSNER | Desde
hace muchos años el así llamado mercado del
libro está en manos de compañías multinacionales que han logrado dañar la ecología
del mundo editorial de manera muy corrosiva, desde la consolidación en grandes consorcios
como Bertelsmann, hasta la distribución y promoción de libros a través de librerías
y bibliotecas. Los sistemas de bibliotecas públicas canadienses, que es muy bueno
(100 sucursales en Toronto, por ejemplo), base principal de la diseminación del
libro y promoción de la lectura, han adoptado modelos y conceptos que han dañado
irremediablemente la producción editorial. Se suma al problema que en Canadá quedan
muy pocas librerías independientes. Las que sobrevivieron las medidas neoliberales
que tantos estragos han dejado en la ecología editorial, no pueden competir con
los grandes distribuidores virtuales como Amazon. En una ciudad como Toronto los
arriendos de sus locales son carísimos, y la competencia que suponen las grandes
librerías virtuales seguramente harán difícil su supervivencia tras la pandemia.
A mi parecer, la solución para las editoriales pequeñas es que funcionen como librerías
virtuales. Es decir que vendan sus propias publicaciones, y las de editoriales afines
a través de sus propios sitios. Y hay que boicotear a Amazon. Es decir, hay que
volver a el modelo de antaño cuando las editoriales funcionaban también como librerías,
o viceversa, solo que hay que aprovechar los medios digitales.
OTTO APUY | [22
de mayo, 4pm] Mi interés por el silencio generado por la pandemia no ha hecho más
que recordarme la afectación cotidiana que tengo con la contaminación sónica, (misofonía)
sobre todo los perifoneadores de variados productos, interminable mención de verduras
y vegetales excedentes, luego los recolectores que también mencionan una interminable
lista de chatarra, latas viejas, tubos, hojas de zinc… Para no seguir con ejemplos,
es una realidad: así somos, así se nos puede caracterizar. Una sociedad, una suerte
de aventura y competencia, feroz, porque quien
no corre no alcanza al venado, vendida y bendecida por el llamado a la emprendeduría, que si bien es cierto es una
actitud, no puede contemplarse jamás como una filosofía económica y de sustento.
Eso nos está llevando a la entropía. Cierto mi amigo, esa palabra que significa
caos, de muchos años contemplamos la misma calle, por eso es el resultado de lo
que definías en internet, en tu página, como el principio del caos, al describir a la gente en un supermercado, estando
vos un poco despistado de lo que estaba
aconteciendo allí: gente cubierta de mascarillas y con los ojos puestos en ciertos
productos. Claro, como tico no habías vivido. Es en cierta manera una post guerra.
[Intentar é volver pronto.]
*****
Agulha Revista
de Cultura
UMA AGULHA NO
MUNDO INTEIRO
Número 153 | Maio
de 2020
Artista convidado:
Teresa Sá Couto (Portugal)
editor geral |
FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente
| MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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| FLORIANO MARTINS
revisão de textos
& difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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