terça-feira, 5 de janeiro de 2021

ESTHER GONZÁLEZ PALACIOS | La mujer víctima y transgresora de sistemas de poder en voces de la literatura paraguaya



La mujer víctima y transgresora de sistemas de poder es un disparador de creación literaria apasionante. Ella es víctima de sometimiento al hombre, pero conoce el poder de ser necesitada y el de su fortaleza, e intervino, casi imperceptible pero decididamente, en modificaciones sociales y políticas.

La actual situación en la economía mundial bastante crítica ocasiona a la mujer, si no penurias, bastantes dificultades, como la falta de trabajo. Esto es grave puesto que ella es con frecuencia quien mantiene a la familia, ya que muchas mujeres son el sostén de los hijos sin padre o con padre indiferente.

La mujer debe acrecentar esfuerzos para su preparación si pretende lograr una meta, seguir el impulso de su vocación, ser autosuficiente emocional y económicamente, alcanzar espacios de prestigio privativos de los hombres. Arduo es el camino, pero lo logra. Es ganadora en el desafío. Su transgresión es su victoria. En el universo literario del Paraguay algunos hombres se preocupan por denunciar abusos contra las mujeres reivindicando sus derechos.

Josefina Pla afirma que la liberación a través de la literatura es el ejercicio de un poder.

De la historia paraguaya surge Pancha Garmendia, una mujer extraordinaria, recordada por el pueblo, por la historia y por la literatura como en los versos de Rosicrán Pancha Garmendia, como en la novela Pancha de Maybell Lebrón, como en Crónica de una muerte de Renée Ferrer. En Solano López dice Arturo Bray que “en Villa Curupayty lanceada fue la bellísima Pancha Garmendia, símbolo desde entonces de la virtud martirizada”.

Cecilio Báez, en 1892, en el diario El Combate, dedica a la mujer paraguaya su homenaje: “También se sublimó en el dolor y en el sufrimiento. El amor al hijo, al esposo, a los padres, los sentimientos más delicados, en fin, del corazón, cedió en ellas su lugar al amor a la patria. Solo así se comprende tanto heroísmo, tanta abnegación, tanto desprecio por la muerte. Lo que más realza la virtud de la mujer paraguaya en esos días de tremenda prueba, lo que le asegura un lugar preferente en el templo de la inmortalidad, es el haber preferido el martirio a su deshonra. El trágico fin de Pancha Garmendia nos lo dice. (…) Pancha Garmendia es también la protesta contra la tiranía. Mientras todo un pueblo permanecía encorvado bajo el yugo del déspota soberbio y nefasto, y, a una señal de su mirar sombrío, obedecíale sumiso y mudo, ella, la tímida paloma que huía ante el cazador tenaz, desafiaba su furor lascivo y sus instintos felinos, optando por el sacrificio de su vida, antes que por el sacrificio de su honra”.

Augusto Roa Bastos descubre a la mujer que, acosada por la codicia lasciva del hombre, como Taní en el capítulo Éxodo y Salu’i en el capítulo Misión de la novela Hijo de Hombre, elige huir por amor.

La niña Gretchen en Los carpincheros es un símbolo: pertenecía al ámbito de la cultura, su vida ya tenía un itinerario de sujeción trazado, pero su decidida partida con los indígenas, con los “hombres de la luna”, cuando se incluye en el ámbito natural, es su opción por la libertad.

Guido Rodríguez Alcalá reprueba las injusticias de una situación impuesta, opresora, inevitable, contra la mujer en sus novelas Caballero y El peluquero francés, en ensayos y relatos.

Gloria, un clásico de la literatura testimonial de este escritor, presenta dos de las más implacables versiones del poder absoluto: la violación por la fuerza y la perversión de la inocencia. Las protagonistas Gloria y Josefina son dos arquetipos culturales. Gloria es víctima del régimen: una joven sometida con halagos por el sistema de poder y corrupción, en cuyo engranaje piezas gravitantes son el conformismo y la modificación de los valores. Josefina es una maestra que trata de salvar a Gloria; en inútil rebeldía, intenta reivindicar principios y sucumbe inevitablemente. Gloria es el pueblo que se somete sin resistencia y Josefina, la impotencia y la derrota; la autoeliminación de esta maestra humillada por la violación de los esbirros del déspota fue su opción por fin, pero se la reconoce como la defensa a la víctima, como la rebeldía contra el poder y el desprecio al peligro por una causa.

Mario Halley Mora, en toda su obra, vasta y valiosa, destaca lo que define a la mujer como complemento del hombre compañero, así la que opta con valor por el coraje de ser madre, como en su obra de teatro La pesadilla. También cuestiona la explotación de la mujer por el hombre, historia tantas veces repetida y denunciada, como en Calaíto Sosa y en su famosa novela Los hombres de Celina, sobre la que, en notable estudio crítico, reflexiona Josefina Pla: “Este personaje inescrupuloso que sube los peldaños sociales y económicos a costa del sacrificio de una mujer”.

Victorio V. Suárez es el poeta narrador en su novela El encantador de muñecas, un homenaje a la mujer al presentar la sensualidad con respeto y delicadeza en una sociedad de corrupción, codicia y ambición de poder. La protagonista llega a una ciudad inhóspita para personas de exiguos recursos, sobre todo si se trata de una mujer joven venida del campo como ella, que había creído dejar atrás sus amarguras y se encontró con todo el peso de la indiferencia urbana. Esa es la suerte que corren tantas jóvenes que sufren situaciones aberrantes y humillantes, en un destino signado por el estigma cruel, por el conformismo y por la ausencia de la esperanza. La recurrencia a un pasado de desenfreno y la desaceleración del ritmo narrativo para la descripción erótica constituyen la estrategia para que se destaque, deslumbrante, la redención del sentimiento sobre la sensación y los prejuicios. En esta historia la reivindicación de la mujer estigmatizada no es una conquista propia, sino le llega con el amor y el respeto de un caballero.

En este tiempo de arquetipos, consumismo y desencuentro existencial trasciende la pluma creadora de la mujer en el panorama literario del Paraguay dando testimonio de injusticias y declarando el vuelo a la reivindicación.

Marilyn Godoy, la antropóloga escritora e investigadora analítica, cuya preocupación por la condición femenina se demuestra en su tesis doctoral sobre La mujer paraguaya en las colectividades tribales, en la colonia y en las sociedades campesinas, es autora de una interesante y valiosa obra, La conquista amorosa en los tiempos de Irala, en la que estudia a las mujeres paraguayas en sus sociedades originarias, donde las encuentra en distintos estadios relacionados con la procreación, el paso del matriarcado al patriarcado, en mitos y leyendas guaraníes. A la mujer la registra como la que carga con la responsabilidad del cuidado y la educación del hijo, con la permanente ausencia del hombre que asume la búsqueda del alimento. Esa situación se proyecta durante el periodo colonial cuando era acusada por la religión como tentación al pecado y era utilizada por el amo como una esclava. Afirma la doctora Godoy: “Hay que admitir que la de las mujeres ha sido la gran revolución del siglo XX. Al menos han conseguido el reconocimiento de todos sus derechos”.

En esta obra, en un trayecto notable que propicia la comprensión de un proceso de cambios sociales del Paraguay en fases históricas distintas, siempre la mujer es señalada, principalmente, como un medio de procreación, mientras el hombre persigue su meta de conquista de poder en todos los espacios. Pero es ella quien sostiene la continuidad de la comunidad en todo tiempo.


Dirma Pardo Carugati da vida a la sumisión de la mujer, como en sus relatos de Simplemente mujeres y El final de la odisea en que el referente clásico propicia el espacio contextual para un drama local: la violencia y sometimiento de la mujer por la fuerza y el repudio de un mundo machista. En la obra creadora de Dirma, la transgresión es su denuncia, su testimonio, su reclamo.

En 1935, Katharina von Dombrowski, en su novela histórica Land der Frauen (El país de las mujeres), dice: “Lejos, en el corazón de un continente, existe un país que por muchos años fue llamado ‘el país de las mujeres’ por el hecho de que una guerra atroz casi exterminó a sus hombres. Esta denominación existía ya antes. En el Paraguay dominaban las mujeres desde tiempos inmemoriales. No es que mostraban tendencias emancipadoras, su poder radicaba en la particular suavidad de su manera de ser que alcanzaba extremos, sobre todo en el amor y el cariño materno. Un destino extraño siempre ponía a la mujer en el primer plano”.

Teresa Lamas de Rodríguez Alcalá presenta, con encanto romántico pero con visión e intuición de principio y firmeza, a esa mujer en Tradiciones del hogar, cuyo caudal de inspiración es vivencial, proveniente de datos y relatos, como la mujer de Junto a la reja, que enfrenta el infortunio con admirable dignidad y serenidad. La sociedad es un actante colectivo antagonista del proyecto, su intervención ocasionó el equívoco que separó definitivamente a dos jóvenes enamorados. En una fiesta ellos se encuentran y, aunque tarde para la realización de su vida compartida, se aclara la verdad y desde entonces, aunque vivan separados, saben que ninguno dejó de amar al otro. Esta mujer es una víctima, ciertamente, pero permanece firme en su decisión de no consentir un matrimonio sin amor. Preferir un destino de soledad y fidelidad a su amor de toda la vida es su opción.

Josefina Pla, la española paraguaya que dijo que “el Paraguay es una nación edificada, en más de una etapa, sobre el sacrificio multivalente de sus mujeres”, fue la primera feminista en la literatura de la patria que eligió por amor. En su obra denunció violencia contra la mujer, usurpación de sus derechos, especialmente el de libertad de opción de vida. Lo hizo en todos los géneros literarios que cultivó, en los que mostró la veta y un tesoro escondido. Ella fue el despertar de creación y en la expresión estética, la pionera de la literatura a favor de la mujer, a la que luego se sumaron otras voces que evaden la dependencia a los prejuicios en la composición literaria, pero sin empañar jamás la delicadeza.

En la estremecedora obra dramática Historia de un número, la eximia escritora Josefina Pla ubica en el centro del teatro del mundo al hijo despreciado por el padre, con toda la cruel consecuencia del abandono a una madre; la misma actitud, la misma decisión es presentada por Milia Gayoso en el impacto de su cuento En pedazos, por Neida Bonet de Mendonça en Fracaso anticipado, por Maribel Barreto en Hijo de la revolución, por Renée Ferrer en La visita, y en muchas obras de la literatura paraguaya en que, en desafiante paradoja, el respeto al principio de la vida, la negación al aborto en una sociedad cruel que enjuicia a la madre sola, es una transgresión a la norma cobarde y engrandece a la mujer. La mujer de Doña Josefina es víctima de la injusticia, de la incomprensión, pero también es la transgresora que impone su decisión.

Nila López, en su obra poética y narrativa, muestra a la mujer herida por la agresión social, por la violencia y humillación que sufre por parte del hombre, pero también la sitúa en el podio por derecho propio y por derecho y privilegio de ser mujer. La mujer de Nila es transgresora contra los prejuicios y la ignominia, es vitalidad torrencial, espontaneidad para enfrentar el destino humano, proclamar los derechos de la verdad, avanzar con arrogancia y belleza y trascender la pesadilla y la agonía.

Margot Ayala Michelagnoli fue la gestora de la transgresión al patrón lingüístico de la composición literaria del Paraguay que, hasta su Ramona quebranto se presentaba en guaraní o en español. Ella escribe su novela en jopara [yopará], fusión sintáctica y semántica de ambos idiomas, que es, verdaderamente, la realidad del habla paraguaya en registro coloquial, sin que el guaraní altere su morfología. Muchos lingüistas y literatos se refirieron a la combinación de las dos lenguas habladas en el Paraguay, guaraní y español; también a la fusión de ambas en la realidad del jopara, pero fue Margot quien la elevó al nivel literario.

Dice Wolf Lustig en Guaraní-Jopara en Paraguay: la obra “Ramona Quebranto” de Margot Michelagnoli: “Lo realmente innovador de Ramona Quebranto es que por primera vez el jopara no solo invade el texto literario en las intervenciones de los protagonistas, tal como lo podemos observar por ejemplo en las tempranas obras de Roa Bastos, sino que constituye propiamente el cuerpo del texto”.

Mario Halley Mora dice que la protagonista de la novela es: “Mujer elemental, alma compleja, ella sí hija de circunstancias, su comunicación con el mundo y con sus iguales transita sobre la palabra bárbara y bella, el jopara que pone un duende guaraní a la lengua española, o Ie quita su musicalidad al guaraní con el trallazo del verbo español, para conjugarse en lenguaje de pueblo que ha aprendido también la elocuencia del silencio; y cuando habla su lengua mestiza, intenta decir solo lo que el silencio no dice (...) El enorme mérito de Margot Ayala Michelagnoli es haber captado este modo de comunicación casi críptico en que el significado va mucho más allá de la palabra misma y el haber enfrentado con ponderable acierto la tarea de llevar a la palabra escrita aquello que es palabra huidiza, caprichosa, susurrada linealmente en las voces, atenuadas por ancestrales temores, del pueblo”.

Así define la autora a la protagonista de su novela: “Ramona es la encarnación de mil Ramonas, que silenciosamente, sin otra opción, han jugado a vivir una existencia anónima, sumida en el absurdo de lo cotidiano, en un rito milenario de sensaciones, miserias, cansancio y muerte, sin que nadie ni nada pueda modificar su fatídico destino”.

Así la ve Francisco Pérez Maricevich en su excelente prólogo: “El mundo de Ramona es el mundo de la pobreza, de la pobreza producida por la compulsión de formas productivas impuestas por una estructura socioeconómica ajena a los valores y destrezas culturales de los que ella proviene. Puesto que esto la somete a la necesidad constante de asimilar nuevos contenidos de experiencia a través de aprendizajes de nuevas prácticas, la cotidianidad de su vida no encuentra más valores significativos que la obediencia a la necesidad y a justificarla con referencia a creencias morales reinterpretadas: la conciencia de Ramona se abre a la generosidad, pero sin perder nunca sus vínculos con la conveniencia. Sin embargo, esta no se antepone a su autoimagen fraguada en la comprensión de la dignidad que ella siente como núcleo de su merecimiento”.


La transgresora representante del pueblo orillero, la Ramona de Margot, su vigoroso personaje femenino, es una mujer elemental, contraparte de la atrapada por prejuicios sociales, es sincera y auténtica, alguien que, con su sabiduría campesina va enfrentando a un mundo urbano hostil y distinto.

Maribel Barreto es en el Paraguay como lo fue en Galicia Rosalía de Castro denunciando injusticias contra la mujer en el abandono, en la subordinación, en la pobreza, en la discriminación y en el determinismo que marca su presencia.

En Desafío presenta y desarrolla una situación que refleja y denuncia una realidad, primicia en la literatura paraguaya: la defensa de los derechos de quienes se ven segregados por ser minusválidos, considerados diferentes, incapaces. La transgresión al esquema de la discriminación, que es la propuesta de la autora, se configura en la paradoja: la minusvalía se revela en fortaleza, en tanto que otro personaje que dispone de ventajas, de capacidades, se va destruyendo a sí mismo con signo trágico. La mujer que surge, increíble, imbatible, que se eleva de una desgracia hasta su reivindicación, es como María Gloria de Hijo de la Revolución, también de su autoría, joven víctima de una violación que logra perdonar y ese es su triunfo. A ella se refiere Inca Appleyard: “De María Gloria podríamos afirmar que el nombre propio representa el significante del personaje porque el cambio que experimenta la lleva a un estado de total paz interior”.

El efecto de compasión y admiración hacia la mujer que decide siempre enfrentar su destino, en la obra de esta novelista, reconocida por su literatura de tesis, es definitiva consecuencia de su hábil pluma que elabora un juicio de valoración implacable, como definitiva consecuencia de la presentación de las motivaciones y de los detonantes con gran talento.

La mujer, para la gran novelista Raquel Saguier, es a la vez víctima y transgresora de medios de dominación. Así se la ve en sus cuentos La carabela, Un llanto en la azotea; en sus novelas, como la emblemática La vera historia de Purificación, a la que se refiere Osvaldo González Real: “En densos capítulos, de sorprendente profundidad psicológica, la autora describe el largo y sinuoso proceso de condicionamiento moral al que es sometido el dúctil espíritu de Purificación. (…) Sin embargo, ella no se somete del todo a este entrenamiento sutil; se rebela sistemáticamente contra el adoctrinamiento falaz. (…) El duro oficio de ser mujer en una sociedad patriarcal, inficionada de hipocresía y autoritarismo, es el tema fundamental de la novela. La protagonista se liberará a través del amor verdadero y del arte: dos fuerzas que siempre han desafiado al despotismo”.

La Vera Historia de Purificación de Raquel Saguier es un juicio a las instituciones humanas que muchas veces se oponen a la ley natural. La protagonista es una mujer víctima de un esquema binario: represión y convencionalismos. La víctima deviene en transgresora, se enfrenta a la conciencia moral individual y a la social: asume el valor de la mujer ante al egoísmo de la sociedad. Como el contexto ubica a la mujer en una situación, no por opción, sino por imposición, se plantea la relatividad del juicio valorativo, ante la coyuntura de la transgresión.

Renée Ferrer muestra y denuncia en muchas de sus obras la violencia de que la mujer es víctima de sistemas de poder: del familiar en El ovillo, Helena, Los nudos del silencio, La exposición; de la cultura machista en Vagos sin tierra, La visita, Crónica de una muerte; del poder político en Dos rostros y un destino, Y… anda por ahí nomás, La sentencia, La querida.

En el monólogo interior con que se estructura El ovillo, una hábil conducción de núcleos retrospectivos logra internalizar al lector en el proceso sicológico de la protagonista. En una escena persistente se encuentra a Melina en su desolada circunstancia de marginación, reclamos, exigencias, desapego. Pero de la rutina familiar cruel, llega su decisión y se evade en un autismo deliberado, en un silencio que bloquea una existencia dolorosa, mientras los recuerdos justifican definitivamente su posición. Es su opción, por fin. No la marginan, ella se aleja. No la abandonan, ella los deja.

Helena, otra conmovedora creación de Renée Ferrer, es protagonista de una historia tantas veces repetida en la que aparece la violencia motivada por el alcohol, circunstancia cultural reiterada. Es resaltada de manera insistente la maternidad, que será la causa eficiente de la crisis que somete a Helena a la justicia relativa. Pero su prisión es la consecuencia del desafío al poder del hombre. “Cuanto más pensaba, menos se arrepentía de haber forcejeado con Ambrosio aquella noche, empujándolo con violencia hasta que cayó dando con la nuca en el bracero. A mis hijos, ni el propio padre les pega si vuelve borracho, se repetía. Por lo menos mientras ella estuviera cerca”.

Desde la prisión de Helena se proyecta a la crisis y resolución de Y… anda por ahí nomás y La sentencia, en los que Renée también muestra a la mujer víctima de la relatividad de la justicia en dos sistemas de represión política.

En Los nudos del silencio, la novela de Renée Ferrer que se encuentra entre las obras literarias paraguayas que mereció mayores estudios críticos internacionales, , la mujer víctima de la opresión y del abuso del hombre está representada por dos jóvenes de situación y culturas distintas: Malena, que se negó a sí misma, es la sumisa esposa de un acaudalado torturador de la dictadura en el Paraguay y Mei-Li, una joven vietnamita a quien la orfandad y la miseria convirtieron en prostituta.


El prestigioso escritor Carlos Villagra Marsal dice: “va enhebrando memorias andrajosas, retazos de vida, travesías, ignominias, curuvicas de gozo, renuncias. De tal modo, Renée conjura en su primera novela el hosco demonio de los sueños desbaratados y los fríos monstruos de la explotación, que anulan o martirizan a la mujer desde un lupanar de la Saigón de finales de la década del 70, pasando por la dulce Francia, hasta un “barrio residencial”, elegante por presunción, de la capital paraguaya”.

Entre ambas mujeres desconocidas entre sí surge un lazo invisible que las remonta a una revisión sus dolorosas existencias y en la revisión mental de sus realidades encuentran su destino similar, con la resignación de un sino trágico en Mei-Li, y en Malena la invasión absoluta de su libertad; la perversa imposición y el injusto egoísmo están representados en el recurrente recuerdo de su piano prohibido por el egoísmo del señor y dueño de su vida. Y en ese espacio sórdido, humillante, surge la epifanía que desata los nudos que aprisionaban a Malena, que correrá hasta su liberación.

En la novela Vagos sin tierra, el crítico Peiró Barco encuentra que “Paulina es una mujer que resiste con pasividad porque en la sumisión aparente está su fuerza. No claudica ante los requerimientos del Comandante, porque se siente poseída del orgullo de la gente humilde frente a la arbitrariedad de la autoridad. (…) Ella se mantiene firme a pesar de todas las circunstancias adversas y acaba siendo más fuerte que el hombre, porque es capaz de resistir mejor la adversidad”.

Renée Ferrer destaca a la mujer víctima de la opresión patriarcal y machista, de la explotación y de la violencia. Pero no significa que esa víctima sea derrotada por el poder, pues se eleva irreductible la fiel y valiente compañera del hombre desposeído en la colonización del norte del Paraguay. En su debilidad la mujer encuentra su fuerza, es la víctima que vence al despotismo.

La mujer de La exposición de Ferrer es uno de dos seres incomunicados emocionalmente, que aparentemente están juntos, y sin embargo tan lejanos, tan distintos, en paralelismo de oposición permanente. El esquema machista trata de encerrarla: “Si yo dejaba esas clases en aquel momento, nunca las hubiera podido reiniciar; me hubiera hundido como una botella abierta que se llena y se va al fondo. Las propias circunstancias te superan, se encargan de ahogarte; y un día por una cosa, y al siguiente por otra, lo abandonas todo porque te parece que no vale la pena. Cuando te das cuenta, ha pasado media vida y ya no tienes fuerza para más intentos, te refugias en tu trinchera de madre, de esposa, en las comisiones de beneficencia; y de los viejos anhelos solo te queda la frustración silenciada, el recuerdo de que eras diferente”. Pero ella es triunfadora cuando sigue el camino hacia su meta y logra la exposición de sus cuadros.

 La visita muestra a Marciana, víctima de la comunidad que señala con una falsa moralidad a quien, en algún momento equivocó el camino. Este relato remite a Sor Juana con su Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón de su Letrilla, a Manuel Acuña con La ramera, a Guy des Car con La impura. La protagonista de Renée Ferrer es un arquetipo de patetismo y desesperanza que, inmersa en su fatalidad, es rebelde cuando a veces surge su protesta y rescata su espacio, su pequeño espacio de libertad, siquiera para estar sola.

Crónica de una muerte de Renée Ferrer prestigia la cuentística paraguaya con la bella Pancha Garmendia que por haberse resistido mucho tiempo al acoso del presidente Francisco Solano López, fue ejecutada a lanzazos. El drama se configura en un esquema de oposición entre el asedio implacable y la firme y fiel resistencia. Con técnica impresionista se presenta a esta víctima de la soberbia, de la persecución cobarde que se enaltece transgresora valiente y admirada.

Dos rostros y un destino son Hannah y Gjulisca, dos muchachas, una judía y una gitana, víctimas de la locura sanguinaria nazi en el campo de exterminio Auschwitz-Birkenau, que se unen en una amistad basada en sus sueños de juventud, en su sensibilidad y en un destino compartido. Pero ellas cada noche son las valerosas transgresoras que evaden a los guardias para intercambiar pensamientos y sueños.

En palabras de Inca Appleyard, “Gjulisca, que tiene el don de predecir el futuro, sabe que va a morir en algún momento y que Hannah no solo la sobrevivirá, sino que saldrá con vida de aquel averno en el que morían cada día para volver otra vez a la vida, y le pide insistentemente que, ya libre, escriba sobre los gitanos, que serán olvidados por la historia”.

Cuando Hannah es liberada, logra un día otra victoria: vencer su miedo a los recuerdos y escribe la historia que le debe a su inolvidable amiga. Las dos así siguen juntas en un símbolo.

Mar Langa Pizarro, en su valiosa publicación crítica En la piel de la amante. Mujeres a la sombra del poder en “El peluquero francés”, novelas donde aparecen Elisa Lynch, mujer del Mariscal López (siglo XIX) y “La querida”, con el personaje femenino central Dalila, la favorita del dictador paraguayo (siglo XX): “Las protagonistas de estas novelas sufren la sumisión a las que las someten sus compañeros. La diferencia fundamental no estriba solamente en que Dalila y Madame Lynch vivan a la sombra del poder, sino en que no se resignan a la desdicha”.

La protagonista de la afamada novela de Renée Ferrer La Querida es la portadora del núcleo temático que propone una inquietante dialéctica que cuestiona de manera persistente la corrupción, la violencia, la autocracia. Dalila aparece privilegiada por la fortuna mientras acepta halagos y consiente

 el dominio, un rol de víctima, pero en cuanto a su oficio actancial, bien mirado, no es otro que el de transgresora, desde que se posesiona, en los distintos niveles de la diégesis, de un testimonio que denuncia y censura la soberbia, la hipocresía, el engaño del poder corrupto, así como la obsecuencia de los esbirros y aduladores.

En toda su obra, Renée Ferrer, abanderada de la mujer de amor y valor, proclama con Kierkegaard: “Lo que yo quiero es sinceridad. Y yo puedo estar en todo lugar donde hay sinceridad. Quiero correr riesgos por esta sinceridad”. Es por eso y así como son sus actores tan verdaderos.

Las mujeres maltratadas, contenidas en un círculo de opresión, suelen aparentar sin identidad propia, pero las mujeres de la literatura paraguaya son auténticas. Ellas, si bien víctimas de distintos tipos de poder, realidad a veces aceptada sumisamente, cuando se descubren, son también transgresoras.

La mujer dominada por el poder es, ciertamente, objeto de dominio hasta que llega un día en que deviene en la vencedora de su dominador. La mujer, en la pluma del Paraguay, es la víctima transgresora y en su gloriosa epifanía, ella es dueña de su destino.

Así ya quiso verla, en los primeros tiempos del siglo veinte, en ¡Arriba! Para Ellas, el primer poeta social del Paraguay Ángel I. González:

 

Levántate, mujer, y álzate digna,

Que un destino sublime en ti se encierra.

Yo quiero verte grande, venerable,

Y no como juguete miserable

De tantos miserables de la tierra

Que abusando de fuerzas superiores

Desde nefandos tiempos anteriores

Te sometieran en cobarde guerra.  

 


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Agulha Revista de Cultura

UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO

Número 163 | janeiro de 2021

Artista convidado: Ricardo Migliorisi (Paraguai, 1948-2019)

editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

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