La
literatura vinculada con la oralidad produce relatos de la cultura popular paraguaya
en los que el sincretismo mítico religioso de los relatos anónimos, los casos de
aparecidos o de fantasmas, o de amores prohibidos, los cantos religiosos o patrióticos,
en los versos de poetas que utilizan combinaciones lingüísticas en guaraní y en
castellano, tal el caso de Agustín Barbosa que alterna sus versos primero en castellano
y luego en guaraní, laten en sus cauces ancestrales, en ese caudal vivo y polifónico
de nuestra lengua hablada por millones de personas que reciben el universo mítico
de nuestra cultura mestiza, mediante el jopara que otorga un especial encanto
a las canciones y poesías, que, aunque escritas en español, conservan la estructura
y la sintaxis del guaraní o simplemente del castellano paraguayo con infiltraciones
semánticas y sintácticas típicas de nuestra lengua nativa, sobre todo cuando configuran
un relato de miedos, renuncias, rebeldías, anhelos de redención como en Casaccia,
en el marco de un Paraguay pintoresco en el que no podía faltar la lengua vernácula.
Lo
sorprendente de la época es que la crítica nacional ha venido sosteniendo con mucho
énfasis que la dicotomía lingüística del Paraguay ha sido un factor retardatorio
y entorpecedor de la narrativa.
Nos
referimos a Augusto Roa Bastos como el primer escritor que consiguió integrar las
dos lenguas nacionales en una atmósfera armónica que favorece a ambos idiomas.
El indigenismo literario surge en la novela hispanoamericana en la década del 20 al 30 con la presencia del realismo–naturalismo que mechó la escritura con expresiones indígenas orientadas por el exotismo modernista, como Horacio Quiroga que supo captar el aliento del guaraní que habla la mayoría de sus personajes con la carga profunda de las palabras míticas de los indios o en Miguel Ángel Asturias que penetra en la raíz de la cultura maya–quiché poniendo en evidencia la raíz mágica del verbo. Aunque de manera más directa, el peruano José María Arguedas la consigue con el quechua al recrear el mundo maravilloso del indio serrano.
Es así como llegamos a la obra de Roa Bastos de gran similitud con la obra de Arguedas por la aculturación lingüística. Roa nos enfrenta con la atmósfera que nace de las entrañas de la lengua nativa para sorprendernos con su reiteración lexical, la fraseología que altera los esquemas sintácticos del español con los modelos del guaraní de nuestro país; algo diferente al guaraní hablado en los países vecinos.
Se
constata que en la generalidad el escritor paraguayo escribe en español, la lengua
que encarna el prestigio cultural impuesto, pese a la vigencia mayoritaria del guaraní,
verdadera lengua nacional del Paraguay que según Roa Bastos “el novelista o cuentista
culto no puede prescindir de esta rica y oscura porción de nuestra realidad ambiental
y espiritual”.
Dice
acertadamente Bareiro Saguier que en la actualidad ambos idiomas, el castellano
y el guaraní, están en colisión sincrética, se han influido recíprocamente. Escritores
sobre la guerra del Chaco como Jorge Ritter y el mismo Rodríguez Alcalá utilizan
el guaraní como expresiones de soldados y jefes.
Por
último, sintéticamente me refiero al mundo poético, Emiliano R. Fernández, el poeta
bilingüe en que la transculturación hispánica–guaraní con su cosmovisión y ritmo
propios se introduce en la lengua dominante del colonizador y es ese aporte el que
al cabo le va a otorgar su identidad.
En Bareiro Saguier el proceso de incorporación del mundo subyacente no fue tan visible en su primer libro de poemas, Biografía de ausente, considerado con Ceniza Redimida de Herib Campo Cervera y El viejo fuego de Elvio Romero como lo más relevante de la poesía del exilio paraguayo. El mismo Bareiro Saguier expresa en su libro Camino de Andar: “Los expatriados paraguayos siempre han padecido un doble exilio: el de su lengua y el de su tierra”.
Por
ello, estoy de acuerdo con el sincretismo, gracias al cual tomamos conciencia del
proceso de integración cultural al aproximar los dos universos que se penetran y
erosionan recíprocamente en la expresión de nuestra lengua literaria del castellano
paraguayo; un fenómeno doble de aculturación y transculturación.
Sociólogos,
lingüistas, historiadores y antropólogos dan cuenta del complejo cultural formado
a lo largo de cuatro siglos y medio de integración que acerca dos universos o hemisferios
que se oponen, pero se invaden recíprocamente en la expresión de nuestra lengua
literaria; como en Roa, se ve en novelistas y cuentistas la resemantización del
castellano guaraní como tejido subyacente que el escritor paraguayo oye y siente
en la hondura de su ser, de su sensibilidad como un fuego que quema en la comunicación
colectiva, aun los que no hablan el guaraní, pero están sumergidos en la atmósfera
de nuestra lengua nativa y la sienten en el seno de nuestra cultura mestiza bilingüe.
En
las obras de Bareiro Saguier sobre todo en sus cuentos, como Solo un momentito
se alternan los ritmos y las estructuras sintácticas, semánticas y coloquiales del
castellano paraguayo saturado y remodelado por el guaraní y el guaraní hispanizado,
tal el caso de Emiliano Fernández cuyo logro mayor fue la fusión en la lírica y
en la épica con sus acentos, el del mundo del poeta con su lengua madre y el de
la colectividad mestiza con las inflexiones de un cantor trovadoresco sobre todo
en los poemas nacidos en los campamentos de la guerra del Chaco.
Julio
Correa y Manuel Ortiz Guerrero realizan la experiencia del jopara, la lengua
mezclada con predominio del guaraní que corresponde a un estadio de nuestra realidad
cultural mestiza. Los autores citados no la inventan, es un código social, no un
producto de elaboración individual.
Según
Osvaldo González Real en Mancuello y la perdiz de Carlos Villagra Marsal
“se amalgaman e interactúan la sintaxis de dos idiomas y las cosmovisiones del bilingüismo
paraguayo, en su relación de idioma dominante–idioma dominado para superar los códigos
lingüísticos de ambos”, para ir más allá de esta dualidad, base de nuestro mestizaje
cultural, hasta llegar a una creación estética para salvar ambos mundos a través
de la creación literaria en que, en las estructuras semánticas y coloquiales del
castellano saturado y modelado por el guaraní castellanizado o hispanizado, se observa
la fusión de estos dos mundos de nuestra cultura bilingüe.
En el juego de sutiles alteraciones y rechazos, incrustaciones, fecundaciones y simbiosis, se ha injertado al español la estructura aglutinante y polisintética del guaraní y se logró una escritura polifónica que salva la cadencia y música de la oralidad ancestral que contempla el mundo como un ente mágico.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 163 | janeiro de 2021
Artista convidado: Ricardo Migliorisi (Paraguai, 1948-2019)
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