terça-feira, 5 de janeiro de 2021

MARIO RUBÉN ALVAREZ | José Asunción Flores, genio creador de la Guarania

 


Un rasgo inequívocamente parte de la cultura –entendida como manifestaciones humanas paraguaya es su música. Si bien, casi en su totalidad, sus raíces son europeas, no hay que descartar que también tenga alguna influencia de ritmos indígenas de acuerdo a algunos investigadores.

En tiempos de la Colonia Española, en las comunidades de pueblos originarios guaraníes y en el proceso de mestizaje, el repertorio musical estaba muy vinculado a lo religioso proveniente de las misiones jesuíticas y franciscanas.

Aunque casi nada queda de aquellos casi tres siglos del periodo colonial, un rastro visible de ese tiempo son las canciones de los estacioneros que perviven hasta hoy. Son textos en guaraní paraguayo o español que van acompañados de una música muy elemental, arrastrada, lastimera, que se cantan en las 14 estaciones del Vía Crucis de la Semana Santa. De ahí la denominación de estacioneros dada a los cantores.

A mediados del siglo XIX, durante el gobierno de Carlos Antonio López –tras la dictadura de José Gaspar Rodríguez de Francia, ya en la época independiente, irrumpe en el Paraguay la música europea. El gobernante, deseoso de abrir las puertas del país a la cultura universal, contrata maestros de música europeos que forman las primeras bandas militares. Junto a esos músicos llegan también los sones y las danzas del Viejo Mundo ya en proceso de adaptación en el Río de la Plata pasando luego al territorio paraguayo.

 



 


 

 Uno de los ritmos arribados de Europa era la Polca. Oriunda de la región de Bohemia, pronto se popularizó en diversos países europeos, anclando también en España. De ahí pasó al continente americano. En el Paraguay se popularizó muy pronto y, con el correr del tiempo, desde su matriz original, fue adquiriendo variantes y matices propios hasta caracterizarse, con propiedad, como Polca Paraguaya.

La hecatombe de la Guerra Grande o Guerra de la Triple Alianza donde el Paraguay, de 1864 a 1870, luchó contra Argentina, Brasil y Uruguay, truncó el incipiente progreso de una Nación que estaba inscribiéndose de a poco en la línea de la modernidad de la civilización de entonces.

Al finalizar la contienda bélica, desde el dolor, las cenizas y la pobreza, con los restos de esperanza que no habían sido sepultados, el país se sumergió en un difícil itinerario de reconstrucción.

En todo ese tiempo de angustias, durante la misma guerra y después de ella con más razón, la forma musical de la polca había pervivido. La polca Campamento Cerro León es una de las más antiguas de ese género. Nació durante la guerra. Su letra narra un episodio de la misma.

A comienzos del siglo XX la polca y sus ligeras variantes van cobrando personalidades más definidas. Todas ellas se afianzarán definitivamente cuando los músicos paraguayos grabaron sus primeros discos en Buenos Aires.

La década de 1920 es trascendente para la música paraguaya pues en el transcurso de la misma José Asunción Flores (nacido en Asunción en 1904 y fallecido en Buenos Aires en 1972) creó el género musical que denominó Guarania. Si bien se desprendió de la polca paraguaya, fue la primera forma musical de raíces propiamente locales aun considerando su ascendencia mestiza.

Flores se había formado como músico en la Banda de Policía. Interpretando un repertorio de música clásica y de origen local, percibió que el ritmo alegre y vivaz no reproducía la totalidad de los sentimientos de los paraguayos. Faltaba que tanto el ritmo y la melodía, así como la poesía, describieran también en sones su alma taciturna y nostálgica.

Para el joven músico no fue fácil llegar a la meta que se había propuesto. Tuvo que recorrer un largo itinerario tomando como patrón inicial la polca Marãpa reikuaase (Para qué quieres saber), de Rogelio Recalde. La volvió más lenta y cuando vio que la ejecución de sus compañeros de la Banda de Policía se ajustaba a su idea, lo pasó a la escritura.


En lo que atañe a la aceptación de su propuesta entre sus colegas músicos, tampoco le fue del todo un camino allanado. Era comprensible: lo nuevo despierta suspicacias y temores. Sin embargo, con el correr del tiempo, las barreras se irían desmoronando.

El musicólogo Juan Max Boettner (Música y Músicos del Paraguay. Asunción, edición privada, 1977) dice que el mismo José Asunción Flores escribió la Guarania “en 3/4, 3/8, 6/8”. Agregaba: “Es fundamentalmente un ritmo ternario. La melodía es ternaria y por momentos binaria”.

La primera guarania fue Jejuí y fue creada en 1925 ya con las características que luego acompañarían al género. De esa pieza primigenia solo se conservan los primeros cinco compases. El resto se ha perdido para siempre.

Ya seguro de la matriz musical que había ideado, en la siguiente etapa Flores se dedicó a componer. Así, fueron apareciendo Arribeño resay, Ñasaindýpe, Ka’aty, Kerasy, Nde ratypykua, India, Ne rendápe aju, Panambi vera, Paraguaýpe y otras obras. Rigoberto Fontao Meza, Félix Fernández y Manuel Ortiz Guerrero fueron los poetas que escribieron las primeras letras de sus composiciones.

La Guerra del Chaco (1932-1935) en la que Paraguay se enfrentó en los campos de batallas a Bolivia, fue otro duro golpe para el país. Flores se alistó en el ejército, pero sus amigos lo rescataron del frente. El argumento fue que él siendo un hombre valioso para la cultura nacional no podía ser expuesto a la muerte.

Tras su regreso a Asunción y luego la muerte de su entrañable amigo el poeta Manuel Ortiz Guerrero, en 1933, partió a Buenos Aires. Llevaba consigo el claro proyecto de elevar la Guarania a nivel sinfónico. Partía de la concepción de que la música popular debía estar a la altura de la producción clásica universal.

Para alcanzar ese propósito, además de darle vuelo sinfónico a algunas de las creaciones que le había acompañado desde el Paraguay, compuso el poema sinfónico Pyhare pyte, el ballet sinfónico-coral Ñanderuvusu y el poema sinfónico-coral María de la Paz, entre otras obras.

Flores militaba en el Partido Comunista Paraguayo. Por eso, lo que al principio fue un exilio económico, con el tiempo se convirtió en un exilio político.

A fines de la década de 1960 se grabaron en Moscú sus obras y María de la Paz fue estrenada por la orquesta y el coro del Teatro Bolshoi. También le rindieron un homenaje en la Casa de la Música de la capital soviética.

El maestro regresó a Buenos Aires donde falleció el 16 de mayo de 1972.

Su legado musical es la Guarania que se convirtió, desde la década de 1930, en un medio de expresión de numerosos compositores que, a través de sus obras, mantienen encendida la llama de su rica creación. 

 


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Agulha Revista de Cultura

UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO

Número 163 | janeiro de 2021

Artista convidado: Ricardo Migliorisi (Paraguai, 1948-2019)

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