segunda-feira, 15 de fevereiro de 2021

MANUEL F. MEDINA | Identidad territorial y postmemorias en Manzanilla del insomnio (2002) de Ivonne Gordon



La identidad de Ivonne Gordon [1] le permite movilizarse por diferentes secciones del espectro cultural a través de los cuales circula, o convendría más decir deambula. [2] Su poesía, difundida a través de diez colecciones que empezaron a aparecer en 1987, revela su tendencia de re-inventarse cada vez de una manera deliberada en todo libro nuevo que ha entregado al público lector. Sus textos representan una progresión en la mirada introspectiva que se observa en Diosas prestadas del 2019 o El tórax de sus ojos aparecido en el 2018, al compararlos con su obra más temprana como Nuestrario de 1987 o Colibríes en el exilio de 1997 en donde hablantes líricos emplean el lenguaje como herramienta para transmitir las sensaciones de frustración provocadas por el tener que lidiar con el constante re-localizarse y sentar raíces en lugares en donde viven pero que no les pertenecen. Los hablantes líricos expresan su frustración por sentirse atados a los estereotipos que los amarran como cadenas y que les impiden sentirse en su lugar propio, no obstante donde se encuentren.

La obra de Ivonne Gordon le ha merecido muchos reconocimientos, especialmente en los últimos años. Además de haber sido incluida en antologías de gran prestigio aparecidas en América Latina, Europa, África, Asia y Estados Unidos, se ha convertido en invitada frecuente del círculo de escritoras representativas de su generación. Así mismo, ha participado en festivales internacionales de poesía en una multitud de países a lo largo del globo y ha recibido reconocimientos a manera de premios en los que ha sido nominada o quedado como finalista en diversos lugares del mundo. Destacamos el premio Nacional de poesía Jorge Carrera Andrade y, de manera más reciente, el prestigioso Poet in New York en el 2020. Sus poemas se han traducido al inglés, belga, griego y polaco. Su obra acaba de ser incluida en la prestigiosa antología 101 Jewish Poems for the Third Milennium. [3] Las audiencias de lectores parecen sentir una atracción especial por su versión propia de la identidad y su manera de expresar su condición de moradora de espacios heterotópicos entre los que se desenvuelve con la mayor naturalidad. El presente ensayo de manera específica, explora la representación lírica de la experiencia del exilio a través de textos originados a partir de la postmemoria y el desarrollo de una identidad territorial forjada en espacios fronterizos tales como la diáspora, el desplazamiento espacial y la hibridez cultural.

Los críticos de la obra de Ivonne Gordon observan esa presencia de los viajes y la búsqueda de un espacio propio en el espacio ajeno al que la voz poética se debe incorporar. Simultáneamente se menciona que Ivonne Gordon se re-inventa por medio de la poesía a fin de poder convertirla en una morada apropiada para vivir, no solo existir:

 

Los poemas de Ivonne Gordon son de un cuerpo encendido por desplazamientos vitales, jornadas audaces, alforjas imprescindibles. Ivonne es otra poeta ecuatoriana que se marchó a buscar fuego más allá del equinoccio y en esa búsqueda se encontró con las dagas del exilio, allí se negó a sucumbir a sus filos (desolación, angustia, desesperanza, extravío). [4]

 

David Cortés Cabán, en una reseña de El tórax de tus ojos, nota la presencia de la preocupación geográfica, pero más que nada ve en la poesía más reciente de Ivonne Gordon una preocupación por descubrir mediante la reinvención del lenguaje o la reinserción de las sensaciones: “Lo simple y profundo arroja un nuevo esplendor sobre las cosas que retiene el lenguaje. No sólo el de las experiencias que ratifican el sentido de los textos, sino también el sentido de nuestro caminar por el mundo”. [5] René Gordillo y Fercho Cuartas, en otra reseña de El tórax de tus ojos, mencionan la preocupación de Ivonne Gordon por usar el lenguaje para construir. Según los autores, Gordon procura una lírica que nombre o dé significado a lo que se le escapa a las limitaciones de la palabra: “Cuando uno lee poesía lo que en realidad está haciendo es construyendo un mundo de significaciones que no es habitual en el propio pensamiento, de ahí que lo poético utilice diferentes figuras retóricas para nombrar lo que no puede asirse con una sola palabra”. [6] Roberto Ponce Cordero, al analizar Meditar de sirenas (2013), encuentra un enlace entre la invención del significado y el afán de los hablantes líricos de Ivonne Gordon de moldear las palabras para poder diseñar mundos donde puedan vivir el exilio que los atrapa:

 

El suyo es un exilio voluntario, por supuesto, un exilio que, afortunadamente, obedece a motivos menos trágicos que los de otros exilios (el de Brecht, por ejemplo). Es exilio al fin, no obstante, y como tal contribuye a ese aire indeterminado de su obra que es, al mismo tiempo, el aire de la ubicuidad, el aire del aire, el aire del mar en el que viven, o no, las sirenas, el aire de lo liminal. Esta es, pues, una poesía ubicada entre el silencio y la palabra y en ningún lugar más. [7]

 

Por su parte, Pilar Melero extiende el comentario de Ponce Cordero para concluir que Ivonne Gordon reinventa el lenguaje a fin de nombrar sensaciones para las que no existen palabras: “Ésta es la poesía de Meditar de sirenas, una evocación elocuente y voluptuosa de lo que se puede hacer con el mito, con el lenguaje, y con sensaciones que nos habitan, ‘desde antes del alfabeto’”. [8]

El presente estudio agrega sus comentarios a la conversación cultural sobre el significado y relevancia de la poesía de Ivonne Gordon, extendiendo los niveles de interpretación a lo que se ha expresado sobre dos aspectos latentes en la obra de la poeta: el rol preponderante del lenguaje como elemento creador de nuevos espacios en donde habitar y la manera de mencionar o expresar lo que asumimos como innombrable. Se traslada la discusión critica al cruce de espacios fronterizos empleando un marco teórico que se origina a partir de aspectos relacionados con el concepto de identidad territorial y de las postmemorias.

Geannina Moraga López partiendo de los postulados de geógrafos culturales al definir la identidad territorial explica que cada cultura fomente un concepto de identidad basado en un sentido de pertenencia al lugar que habitan, que se expande más allá del mero espacio geográfico:

 

La identidad territorial es un sentido que se construye en el tiempo y el espacio habitado, la cual está en gran medida ligada al afecto que cada individuo o grupo logre desarrollar con el entorno, ya sea local, municipal o nacional. La identidad se crea en la conjunción entre el medio físico, la continuidad histórica y la continuidad social; pues el territorio también se puede percibir en términos de temporalidad, y es en esta línea de tiempo donde se construye la identidad territorial, por la condición de habitante. [9]

 

La identidad territorial incluye una mezcla de componentes culturales gestados a partir de valores y costumbres en determinado espacio a lo largo de un cierto periodo y se han estructurado e insertado en la fábrica misma de cada sociedad. Entre los diversos componentes que afectan directamente la identidad territorial constan la presencia de sentimientos de pertenencia, y los tipos de relaciones sociales que se entablan cotidianamente; ambos enfatizan la conexión estrecha entre una persona y su entorno cultural, social y físico. En general, la poesía de Ivonne Gordon se concentra en estos marcadores de identidad territorial notables por la negociación de diferentes espacios físicos. Nos referimos a los lugares donde ha vivido pero de manera especial a las fronteras metafóricas que culturalmente separan sus identidades de, por ejemplo, judía y católica ecuatoriana.

Simplemente examinando los nombres usados por Ivonne Gordon a lo largo de su carrera profesional de escritora, rápidamente se observa el proceso de negociación con su identidad territorial en su trayectoria personal. No sorprende que la poeta haya escogido manipular el lenguaje como la manera más apropiada para autodefinirse. Ha escogido servirse de la herramienta más eficaz que conoce, los juegos lingüísticos y su gama inmensa de significados y figuras retóricas. Los nombres y apellidos que ha adaptado la conecta con una versión de sus identidades. Este detalle no ha pasado desapercibido por los críticos de su obra que al referirse especialmente a sus colecciones más recientes, comentan este aspecto de su obra. En un detalle autorreferencial, también lo expresa una de las propias voces poéticas de Gordon en “Las ocurrencias del porvenir”, texto de la colección homónima (2018):

 

La mujer de muchos nombres carece de apellido en la claridad del desierto.

 

Muchos nombres sin signos comprensibles, sin lenguaje que exista

en los incendios vespertinos. [10]

 

La hablante lírica parece conectar la identidad de la mujer con solo sus nombres y asume al apellido como elemento que la desliga de la claridad que de otra manera ofrece el desierto. En el afán de inventar otros mundos o un mundo regido por otras leyes, la hablante intenta crear un nuevo idioma escrito con signos desconocidos y que por ende resaltan como incompresibles al lector. La hablante lírica ha logrado éxito al crear un lenguaje que permita nombrar seres y objetos con signos indescifrables. Se crea un lenguaje formado de signos también recién inventados y que le dan libertad de expresión a la mujer de muchos nombres cuyo apellido la atrapa al definirla y encajarla en los casilleros tradicionales cuidadosamente diseñados para las de su género. La idea de crear con el lenguaje y de inventar un lenguaje persiste a lo largo del poema entero. La hablante describe el poder mágico de la habilidad de inventarse un lenguaje que le permite cambiar su identidad, al “cambiar de rostro” y poder adoptar otra identidad que le atraiga más:

 

Qué nombre le dará la maga celta? Un nombre para inventarse el lenguaje

de las aves. Un nombre para mudar de rostro y cantar con los pájaros

al atardecer.

Los nombres nuevos liberan mientras que los apellidos atrapan.

 


Regresando al aspecto personal de la autora biográfica de los poemas, notamos un afán de conectar su identidad a combinaciones específicas de nombre y apellidos. Cada nombre intercala a Ivonne Gordon en un grupo con identidad definida, a menudo cargado de ideología semántica notable. Por ejemplo el apellido griego Vailakis agregado al paterno Gordon que emplea en las primeras colecciones de poesía la identifica como esposa, a la manera de dar etiquetas de los estadounidenses. En Meditar de sirenas aparece Ivón Gordon Carrera Andrade como nombre de la autora. Ivonne Gordon conscientemente emplea el “Carrera-Andrade” apellido de su tío materno que la coloca justo en las inmediaciones de la esfera literaria al conectarla con uno de los más importantes representantes de la lírica del Ecuador. La versión o invención más reciente de simplemente llamarse Ivonne Gordon, la transporta de regreso a la cultura judía que experimentó bajo un filtro sincretizado y que heredara de su padre. Y al cambiar la manera de deletrear Ivón con acento a la manera ecuatoriana o en español, adopta una identidad más global que le permite negociar más apropiadamente su lugar en muchos espacios territoriales y culturales.

Cada combinación de nombre con sus correspondientes apellidos se puede interpretar como una manera de sobrevivir por medio de adaptarse a un espacio propio de un exilio que en definitiva la marca. En el caso de la poesía de Ivonne Gordon, la discusión de la identidad se halla estrechamente ligada a la conversación sobre el espacio territorial y el concepto de la diáspora —que tradicionalmente se refiere a los judíos que habitan fuera de Palestina e Israel— para incluir una definición más vigente que la identifica como el movimiento, migración o dispersión de un grupo de personas de su territorio ancestral establecido. Al revisar la literatura de la diáspora, se debe de explorar la relación entre los que llegaron primero a cierto espacio y los que llegaron después y fueron obligados a migrar por razones tales como la esclavitud, persecuciones políticas, deplorables condiciones económicas y exilio culturales. Las diásporas, en este sentido, describen a individuos o comunidades “transnacionales” que viven en espacios donde se intercalan o se asientan a la periferia de diversas comunidades, especialmente las constituidas por gente que también ha abandonado su espacio de nacimiento. Los de una diáspora culminan restringiendo, expandiendo (y mezclándose y apareando) sus nuevas residencias con nuevas y viejas identidades y estilos de vida. Ser parte de la diáspora representa pertenecer a un grupo mayor en transición, parte de una comunidad alterna que vive dentro de una entera comunidad nacional, y ser un individuo que debe sentir los desafíos de sentirse parte de varias naciones y cultura. [11]

         Y la constante transformación de nuevas identidades adoptadas reflejan la sensación de la hablante lírica de “Un país extranjero” que hace eco de los conceptos que se debaten sobre espacios y territorios.

 

UN PAÍS EXTRANJERO

 

es como el árbol

 

del jardín vecino, es bello

pero no es tuyo

 

las raíces se cruzan a tu lado

 

pero no son tuyas

se han cruzado

 

no me siento ni feliz ni triste

ni ahogada ni desahogada

 

un país extranjero

siempre es un país extranjero.

 

Nótese la comparación figurativa del país extranjero que se asemeja a un árbol del jardín vecino (“es bello pero no es tuyo”), lo que revela la permanencia fluida de la posición ilusa de un espacio al que se ocupa pero solo transitoriamente, porque un forastero no puede tomar posesión de un lugar que siempre le resultará ajeno (“un país extranjero / siempre es un país extranjero”). La hablante lírica se refiere al espacio en términos de una diáspora porque lo capta o percibe como un lugar en transición donde, a diferencia del vecino, ella no puede sentar raíces. Se siente parte de una comunidad nacional, y sobrelleva los retos que representa pertenecer a las otras culturas y naciones que se caracterizan por no ser la dueña original del espacio que le otorgó el derecho de llamarse el yo y tildar y asumir a los demás como “otros” morando en un país extranjero.

Las hablantes líricas de los poemas de Gordon colocan la conversación en el ámbito de los espacios, las fronteras, y la definición de una identidad que posee múltiples elementos pertenecientes a diferentes culturas y por ende territorios en los que ha habitado. No obstante, en una de sus colecciones de poemas titulada Manzanilla del insomnio, publicada, temprano en su carrera, en el 2002 Ivonne Gordon añade una reflexión sobre su genealogía judaica. Manzanilla del insomnio, escrita bajo los auspicios de una beca Fullbright en la que Ivonne Gordon investigó la producción literaria judaica-ecuatoriana, la llevó a concluir que ella representa la única miembro de este grupo. En Manzanilla del insomnio se observa la alusión a memorias transmitidas a través de generaciones y de experiencias propias de los hablantes líricos de las poesías de Ivonne Gordon. En esta colección, Ivonne Gordon explora su ascendencia judaica y su lugar dentro de la identidad forjada creciendo a la par de los otros espacios contestatarios con los que se identifica. Ivonne Gordon escudriña de lleno su vínculo con la cultura judaica heredada de su padre. Dan Rogers nota la persistencia de ese habitar diferentes espacios identitarios entre los cuales los hablantes líricos de Ivonne Gordon entran y salen porque dominan los símbolos lingüísticos y culturales con la fluencia necesaria para navegarlos cómodamente: “La voz en esos dos poemas abre una zona de contacto textual que permite el flujo de signos y significados a través de dos distintos dominios culturales y lingüísticos”. [13] Así mismo, Nadia Grosser Nagarajan, en su breve reseña de Manzanilla del insomnio, refleja la genealogía de Gordon latente en los poemas, la cual la enlaza con sus raíces y simultáneamente la marca como proveniente de otra parte. No obstante, propone que eventualmente se sobrevive gracias al mero hecho de que pertenecemos a la raza humana, más allá del bagaje ancestral que llevamos y nos acompañará durante toda nuestra existencia:

 

We are all rootless despite the fact that we all have roots and come from somewhere, yet regardless of all this, we survive only thanks to being human, the rest is just part of our makeup. We are what we are, just as we were what we were in the past, and once again will be what we shall be in the future. [14]

 

José María Mantero percibe la búsqueda en la que se embarcan los hablantes líricos de Manzanilla del insomnio y la interpreta como un afán de Ivonne Gordon de entender las razones del exilio y de procurar encontrarlo en el pasado familiar: “Manzanilla del insomnio […] empieza a indagar retrospectivamente en las circunstancias/raíces del exilio y en cómo la historia personal llega a estar íntimamente enlazada a la historia colectiva a través de recuerdos, recuentos y objetos personales”. [15]


Ivonne Gordon le dedica el libro Manzanilla del insomnio a la memoria de Henry Klein y “También a todas las personas que tuvieron que salir de España por la Inquisición y a las personas que dejaron Europa por la persecución Nazi.” Esta declaración inicial coloca temáticamente a la escritora y nos prepara para el tema de la diáspora judía que sirve como referente lírico a la colección de textos. Se destacan tres aspectos sobresalientes entre las cavilaciones de la hablante lírica que recita los versos y poemas que componen la colección: búsqueda de sus raíces, meditaciones sobre su lugar intermedio entre dos religiones y dos culturas entre las que ha crecido y el rescate de la imagen de su padre por medio de la palabra escrita que lo eterniza al convertirlo en objeto de escritura, inspiración y memoria. El texto evoluciona a lo largo de las tres secciones que lo componen: “I. Reloj de arena”, “II. Un par de armonías” y “III. Manzanilla del insomnio”. La hablante lírica parece crecer en su entendimiento de la materia a tratar como que si descubriera usando su focalización de niña que crece en un espacio habitado por dos culturas representadas por la manera de observar la fe de sus abuelos. La hablante lírica oscila entre mirar al mundo a través de un ser actuante, que se observa a si mismo en interacción con sus familiares judíos, especialmente su padre. Y se percibe como ser contemplativa que medita en lo que re-descubre entre las escenas que apreció de niña creciendo en ese espacio fronterizo, representado por los judío y lo católico.

El primer poema de la sección I, “Como árbol sin raíz” hace referencia al Aleph, intercalando el texto en la cultura hebraica al llamar la atención a su edad milenaria, que en el poema de apertura se lo presenta como espacio sin principio ni fin, como lo alude el título mismo de la sección, “Reloj sin arena”. El verso “Empezamos otra vez con Aleph.” sugiere la naturaleza cíclica de la cultura, lo que podría significar también la persistencia de un sufrimiento que cabe dentro de esa repetición constante del tiempo que se pinta como eterno o infinito en su constante duplicar de eventos como expulsión de espacios, abuso, maltrato y rodar errante por tierras ajenas. El poema propone que la palabra posee el poder de la creación y representa la esperanza de un futuro mejor:

 

La causa de la raíz y de la duda eterna

se disipa

en la creación de la palabra.

 

Todo es uno y uno es todo.

 

La búsqueda de la identidad territorial a través de identificar características que provean detalles que ayuden a definirla persiste por muchos de los poemas iniciales en que la hablante lírica, una niña que crece en el espacio intermedio entre las dos religiones, la judía y la católica, comenta sobre lo que observa. En “Comienzo a salir de mí misma” se aprecia la curiosidad de la niña que intenta entender las señas conflictivas de su identidad cultural: “La duda relincha.”. Y opta por no indagar más allá de lo que intuye pero no puede cuestionar: “Me hundo sin reflexión / me hundo sin pasado”. Mas la voz de la niña en su rol de ser actuante pinta la escena en que la dos culturas comparten el territorio a través de la celebración de ritos que la hablante no puede cuestionar pero que su naturaleza de ejemplo de negociación de espacios e identidades resulta obvia. La niña habita en la frontera de un área que la divide, la borrosa línea que delimita dos culturas, dos fes, dos experiencias de vida:

 

Me hundo más allá de la luz

y en el Kol Nidrei.

 

Antes del gran ayuno

la abuela reza el rosario

no come carne, ni huesos, ni silencio

solo mastica cada mullo del rosario.

 

. . .

 

ondas humildes

y mi abuela reza el rosario.

 

En el mismo territorio se ora el Kol Nidrei, la oración recitada en la sinagoga antes del inicio del servicio nocturno cada Yom Kippur, día de la expiación, el día más sagrado del año judío. Y que marca el inicio del ayuno que comienza al caer el sol y dura hasta el anochecer del siguiente día. La abuela, de fe y cultura católica, reza el rosario en lo que se dibuja como una ceremonia que precede a la celebración judía. Este rezo insinúa el compartimiento del espacio que ocurre como un ejemplo de sincretismo religioso que incorpora la religión nueva de la diáspora que llega al Ecuador con los judíos. Los niños adaptan y adoptan ritos de las dos religiones que los circundan. Este evento de incorporar y mezclar ritos y ceremonias relevantes para dos culturas aparecen como ocurrencias comunes entre judíos que llegan a América como partes de pogromos u otras circunstancias y que forman la diáspora judía en Latinoamérica. No obstante, la hablante lírica de “Un hueso quemado” en un poema que aparece más adelante en el poemario, presenta este rito propio de la familia que amalgama lo judío con lo católico como una manera de borrar o diluir la magnitud sagrada de la ceremonia milenariamente sagrada de las celebraciones religiosas judías y la presenta como una parte de su identidad que se debe igualmente olvidar:

 

Herencia de olvidar su carácter sagrado

en el ayuno de rezar el rosario y bendecir la Torah.

 

La búsqueda de la identidad de la hablante lírica de Manzanillas del insomnio incluye elementos de la conversación de los críticos que cabe dentro de un fenómeno observado en los últimos años que define a la producción de los hijos de padres víctimas del holocausto como post-memoria. Postmemory describes the relationship of the second generation to powerful, often traumatic, experiences that preceded their births but that were nevertheless transmitted to them so deeply as to seem to constitute memories in their own right”. Manzanillas del insomnio cabe dentro de estas categorías porque el padre de Ivonne Gordon sobrevivió a la persecución despiadada antisemítica que tuviera su auge fatal en el holocausto y llegó al Ecuador escapando de la amenaza por su vida. Hirsh explica que al principio el concepto se originó del trauma transmitido a los hijos y nietos de los ejecutados en los campos de concentración de los nazis, cuando vieron fotografías de sus familiares que habían perecido en un campo de concentración. Aún más, Hirsh expone que aunque ahora se emplean numerosos medios de difusión al principio la poesía representó el medio de transmitir la conexión con las víctimas directas del genocidio o los sobrevivientes.

Poetry is now only one of many supplemental genres and institutions of transmission. The now numerous and better-funded testimony projects and oral history archives, the important role assumed by photography and performance, the ever growing culture of memorials, and the new museology—all are testaments to the need for aesthetic and institutional structures that might be able to account for what Diana Taylor (2003) calls “the repertoire” of embodied knowledge absent from the historical archive (or perhaps merely neglected by traditional historians).

Hirsh aclara que emplea el término para referirse a la producción artística de una segunda generación de escritores y creadores. El término “post” refleja la influencia que ejercen en la obra creativa las memorias de las historias transmitidas a estas descendientes de víctimas del holocausto y la persecución nazi: “Postmemory is the term I came to on the basis of my autobiographical readings of works by second generation writers and visual artists. The “post” in “postmemory” signals more than a temporal delay and more than a location in an aftermath.”.

El libro de Gordon representa una reconstrucción de la post-memoria de la experiencia de su padre, víctima directa del holocausto aunque no pasara tiempo en el campo de concentración, que tuvo que abandonar su tierra ancestral y marcharse a tierras ajenas; la definición perfecta de una diáspora. Cuando se lo forzó a abandonar su lugar de origen, tuvo que comenzar su peregrinaje en procura de un espacio para vivir y existir, condenado a buscar regresar a su territorio sin lograr éxito en su imposible empresa. Ivonne Gordon dedica el libro a la memoria de Henry Klein, a “todas las personas que tuvieron que salir de España por la Inquisición y a todas las personas que dejaron Europa por la persecución nazi”. La dedicatoria coloca a la colección en enlace directo con la expulsión de los judíos que se inició en 1492 y que desató la persecución provocada por el desplazamiento obligado de miles de personas en busca de lugares que las aceptaran, los cuales poco a poco se volverían más escasos. El libro se implanta en la experiencia horrible del exilio y el abandono de los lugares de origen para ser parte de una diáspora condenada a vivir en constante procura de regresar a un lugar al que no se podrá jamás volver.

El poema “Sin mostrar” reproduce con más exactitud el trauma transmitido hacia las segundas generaciones de víctimas del holocausto que menciona Marianne Hirsh en sus postulados teóricos de la postmemoria.

 

SIN MOSTRAR

 

bajo el lecho

oirás el sonido del viento susurrar

en tus oídos los cuentos de millones que salieron

bajo la fuerza del odio sin tregua.

 

Sentirás en las marcas

que llevas en los dedos y en las muñecas

 

la crueldad de la violencia

la limpieza de sangre

los huesos quemados

el sonido de las vitrinas rotas.

 

El nueve de noviembre, cae el muro de Berlín

y tú celebras el aniversario de tu escape.

 

Sesenta años antes

te escondiste en Prenzlauerberg.

 

Escucha las voces

del asilo que vibran del recuerdo

y te contarán las huellas del barro

que pasan por la corteza de los árboles.

 

Te morías de hambre en Londres

con la incertidumbre de tu futuro famélico

tu nariz está húmeda por el olor de cuerpo humano.

 

Recapacitas

y te das cuenta que has atravesado la mitad del mundo

te preguntas, dónde queda el Ecuador.

 

Alcanza la saliva

que cae en tu frente

y por fin respira.

 

Has llegado a un país de puerta abierta,

 

has abordado

el puerto de Salinas.

Las monedas de tu abuela

quedaron huecas entre los dedos

flexibles y largos.

 

Respira como la sabia

una vida perdida y recobrada.

 

La hablante lírica, por medio de una voz que recita en segunda persona, narra la historia que debe haber recibido de su padre. Los versos reflejan la sensación de repudio y frustración hacia la crueldad humana que se ensañó en victimizar a su padre por el único hecho de pertenecer a un grupo con una larga historia de persecución. El poema nos familiariza con una historia que se debe haber contado en el seno familiar muchas veces, pero que al oírla repetida por la voz de la hablante lírica —asumimos que su hija— se vuelve más personal y transmite el horror de la deshumanización amortiguada por la esperanza de la llegada a un lugar amigable.


“Sin mostrar” se inicia precisamente con versos que sutilmente muestran, aunque no describen con detalle, la destrucción provocada por el odio humano. El efecto desgarrador de las palabras escasas invitan al lector a colaborar activamente en el proceso creativo. La primera estrofa nos permite un acceso semántico una vez que entendemos el contexto histórico del que se habla en la quinta estrofa, que a su vez da pistas para entender la cuarta. Y el noveno verso, tercero en la tercera estrofa, se puede comprender mejor, al leer el poema “Un hueso quemado” que aparece después de “Sin mostrar”. Al leer la colección completa, se descubre que esta referencia a los huesos quemados, al igual que otras, constituyen leitmotiv colocados repetidamente como símbolos del sufrimiento de las víctimas del holocausto en un afán de quizá recordar que no se debe de olvidar la crueldad humana que incineró a personas en nombre de ideologías mal guiadas. Hacia el fin del libro, en el poema “Tu respiración desciende lujuriosa” el tema sigue apareciendo aunque con otra manifestación:

La carne de los cuerpos incendiados

dibuja la noche

El padre de la hablante lírica no puede escaparse del olor de los cuerpos incinerados. Y Gordon implanta estas alusiones en un afán de duplicar esta memoria que no abandona a los que tuvieron el infortunio de presenciarlas.

Lo que se perfila como una cronología de la odisea de la persona que partió de Europa, o de Alemania, y terminó en Salinas, en realidad se trata de una narración fragmentada e interrumpida por las voces de antepasados, familiares, amigos y miembros de la colectividad que quedaron en el camino, perecieron en los campos de concentración o por algún motivo no pudieron escaparse y seguir la suerte del sujeto del poema. El padre de la hablante lírica no puede cesar de escuchar sus voces y el texto replica esta sensación con su organización estructural.

Casi a la mitad del poema se menciona las voces del asilo, cuyo recuerdo persiste porque “vibran del recuerdo”:

 

Escucha las voces

del asilo que vibran del recuerdo

y te contarán las huellas del barro

que pasan por la corteza de los árboles.

 

Y luego el viento le traerá las voces persistentes de millones de judíos que tuvieron que marcharse en los progrom en búsqueda de lugares más seguros y propicios para vivir:

 

Bajo el lecho

oirás el sonido del viento susurrar

en tus oídos los cuentos de millones que salieron

 

La narración en segunda persona presenta la historia como si la voz lírica se la repitiera de vuelta a su interlocutor, como que si la hablante pasara un examen en que detalla lo que ha escuchado. Parece contar escenas muy visuales que simplemente resume:

 

La crueldad de la violencia

la limpieza de sangre

los huesos quemados

el sonido de las vitrinas rotas.

 

Los dos primeros versos se pueden fácilmente interpretar, aunque el segundo posee múltiple significado por aludir tanto a la limpieza de sangre que provocó que expulsaran a los judíos de España como a la limpieza literal de la sangre de los judíos derramada en las calles de Prenzlauerberg a la que se menciona muchos versos más adelante. Esta manera de entregar la información al lector sugiere el alto nivel de familiarización de la hablante lírica con la historia de su padre. Un lector nuevo o no familiarizado con los eventos precisa claves para entender el texto. Ella no, y por eso solo provee lo mínimo. El tercer verso (“los huesos quemados”) se puede entender a cabalidad solo leyendo el poema que sigue, lo que significa que la hablante lírica conoce la historia completa del libro — que trata del sufrimiento de la diáspora—, y no solo la del poema “Sin mostrar”.

Finalmente, el último verso de la estrofa alude a un evento al que se menciona sutilmente en la siguiente, donde se provee de tres indicios: el 9 de noviembre como fecha clave, el nombre de la ciudad de Prenzlauerberg y la fecha del escape de su padre.

 

El nueve de noviembre, cae el muro de Berlín

y tú celebras el aniversario de tu escape.

Sesenta años antes

te escondiste en Prenzlauerberg.

 

La hablante lírica menciona la caída del muro de Berlín para enfatizar la importancia fatídica de la fecha. Sí, el muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Pero la noche de los cristales rotos tomó lugar el 9 de noviembre de 1938, cuarenta nueve años antes. Se refiere a la Kristallnacht, la noche en que los nazis sembraron destrucción entre las familias judías incendiando ciudades de Austria y Alemania, incluyendo la ciudad de Prenzlauerberg donde estaba el padre de la hablante lírica (otra clave que se revela), incluyendo las sinagogas, por lo que al siguiente día la calle estaba llena del vidrío roto que había pertenecido a los vitrales. Se calcula que murieron por lo menos 91 personas, se destruyeron 7.500 negocios judíos y se quemaron 1.400 sinagogas. [16]

El olfato aparece como otro elemento que acosa constantemente al interlocutor de la hablante lírica y no le permite sosiego: “tu nariz está húmeda por el olor de cuerpo humano”. Ya antes se había mencionado “los huesos quemados”, cuyo hedor parece perseguirlo. Nótese que al llegar al Ecuador, país hospitalario, al fin puede respirar aire puro, un símbolo de que se ha salvado:

 

Recapacitas

y te das cuenta que has atravesado la mitad del mundo

te preguntas, dónde queda el Ecuador.

Alcanza la saliva

que cae en tu frente

y por fin respira.

Has llegado a un país de puerta abierta.

 

De hecho, el poema cierra con versos que enfatizan la idea de que en Ecuador puede finalmente respirar y celebrar que no ha perdido su vida, sino que la ha recobrado: “Respira como la sabia / una vida perdida y recobrada”.

 

En otra versión de la historia, presentada en el poema “La noche de los cristales rotos”, los lectores se familiarizan con la primera parte de la historia no incluida en Manzanilla del insomnio. El poema inédito, escrito después de la publicación de Manzanilla del insomnio, contiene un tono más desgarrador y emplea un lenguaje más emocional y sensorial que enfatiza mejor la experiencia de transmitir la deshumanización que condujo a la dispersión de todo un grupo de seres humanos provocados por el odio irracional enraizado en ignorancia y mala fe. El poema complementa la historia presentada en “Sin mostrar” pero da reflexiones más completas usando un estilo narrativo menos hermético que detalla los pormenores de la noche de destrucción del Kristallnacht.

Su adolescencia fue truncada por el odio que andaba suelto.

La Noche de los cristales rotos, un once de noviembre

del treinta y ocho, vinieron por el sastre, mi padre era su aprendiz,

tuvo que dejar el colegio, ya no se aceptaba a los judíos,

y mi abuelo dueño de una peletería en Charlottenburg, le consiguió

un trabajo con el sastre. La noche de los cristales rotos hicieron añicos

de su taller, y se lo llevaron al campo de concentración.

Mi padre se escondió bajo una mesa, y se salvó. Ahora las pesadillas

se han agravado. El odio anda suelto. Antes de abandonar el colegio,

el profesor le advirtió —no vuelvas mañana, se llevarán a todos aquellos que tengan una estrella de David en el anillo del agua.

 

En conclusión, la poesía de Ivonne Gordon analizada en el presente ensayo revela a hablantes líricas que se colocan justo en la conversación de espacios y fronteras, propia de los conceptos tratados en la teoría de la identidad territorial. Los textos se sirven de las voces líricas para ahondar en el tema de la búsqueda de la identidad de hablantes que deben habitar el espacio intermedio que separa culturas y territorios, tanto metafóricos como literales. La niña que medita, recuerda y conmemora la memoria de su padre evoca los momentos en su infancia cuando durante las celebraciones sagradas de la cultura judía, su abuela católica intercaló ritos de su religión a fin de poder negociar un espacio en donde las dos culturas pudieran convivir. Las hablantes líricas adultas observan cómo esa tendencia de vivir en espacios prestados o negociados nunca cesa de existir. Tal como ha sucedido con una larga tradición milenaria de judíos que han sido obligados a abandonar sus lugares en donde habían sentado raíces, las hablantes líricas reconocen que los territorios en los que habitan representan simplemente lugares prestados que no les pertenecen en realidad. Su transitar por lugares en donde se asientan, temporalmente, evocan las características de migraciones forzadas tales como el exilio y el establecimiento de diásporas. Los poemas de Ivonne Gordon enfatizan su destino de habitar las líneas fronterizas desde los cuales se puede opear en ambos lados de las fronteras metafóricas o literales de los espacios en donde se asientan. En Manzanilla del insomnio ese viaje por encontrar la identidad se lleva cabo hacia atrás en procura de las memorias del padre judío y su sufrida historia de exilio, expulsión y sobrevivencia. Los poemas de la colección sirven como postmemoria de una hija que, al asentar la historia de su padre en papel, se ha asegurado de que se la preserve para siempre. Y al mismo tiempo, le sirve como recuerdo de su genealogía y su larga herencia de un pueblo que ha sufrido pero que ha continuado a pesar de las adversidades que han encontrado. En Manzanilla del insomnio, el Ecuador sirve como lugar ideal de refugio. Las memorias y postmemorias de exilios y el consiguiente asentamiento de diásporas sirven como marcadores de identidades. Fronteras, colocadas como líneas borrosas en ambos lados de territorios separan aspectos culturales que terminan forjando identidades en constante proceso de gestación y re-invención.

 

NOTAS

1. La poeta cuya obra se estudia en el presente artículo ha empleado los siguientes nombres en sus publicaciones: Ivón Gordon Vailakis, Ivonne Gordon Carrera Andrade e Ivonne Gordon. Se emplea la versión última por tratarse de la empleada en sus poemarios más recientes. Se explica este fenómeno como parte del contexto de los aspectos de la identidad cultural de la autora explorados en este análisis.

2. El autor de este trabajo agradece muchísimo la generosa colaboración de Ivonne Gordon por su ayuda a localizar material clave para completar este artículo. Su asistencia facilitó grandemente mi labor como investigador especialmente en la época de la pandemia del COVID-19 que interfirió con mi acceso usual a la biblioteca de mi universidad y conseguir libros y artículos que no se encuentran en línea. Agradezco igualmente los acertados comentarios de Mónica Murga cuyas atentas y generosas lecturas permitieron que este ensayo evolucione hasta su estado actual. Nuestras animadas conversaciones ayudaron a aclarar mis ideas y más que nada a presentarlas más claramente. Igualmente expreso mi gratitud al dictaminador (lector ciego) por su lectura crítica precisa. Su evaluación me sirvió mucho para presentar mejor mis argumentos.

3. Silverman, Matthew and Nancy Noami Carlson, eds, 101 Jewish Poems for the Third Millennium, (Berkeley, CA: Ashland Poetry Press, 2021).

4. Blum, Ana Cecilia. “Lleva otro tiempo dentro”, Metafología, 20 Dec 2016.

5. Cortés Cabán, David "El placer de nombrar en ‘El tórax de tus ojos’, De Ivonne Gordon. Comentario De David Cortés Cabán." Crear en Salamanca. (10 Oct 2018 2018).

6. Gordillo, René y Fercho Cuartas, "El tórax de tus ojos. Ivonne Gordon.," Claroscuro, 2018.

7. "Presentación Del Poemario “Meditar de sirenas” De Ivonne Gordon Carrera Andrade." 2017.

8. Melero, Pilar, "Meditar de sirenas: una evocación de lenguaje y sensaciones que nos habitan ‘desde antes del alfabeto’," Astrid Fufellie, 2014.

9. Geannina Moraga López. “Geografía cultural e identidad territorial: el caso de la comunidad de Cabuya,

distrito de Cóbano, Puntarenas”. Revista Geográfica de América Central, n. ° 46, (2009).

10. Gordon-Vailakis, Ivón, Las ocurrencias del porvenir, 1. ed. ed. (Argentina: Ediciones Hespérides, 2018).

11. Gold, Steven J. The Israeli Diaspora, (Hoboken: Taylor & Francis Ltd., 2002).

12. Rogers, V. Daniel. “Lo sagrado y lo profano en la poesía de Ivonne Gordon,” Kipus: revista andina de letras y estudios culturales, no. 47 (2020).

13. Nagarajan, Nadia Grosser. “Manzanilla del insomnio by Prof. Ivonne Gordon Vailakis”.

14. Mantero, José María. “La poesía y la vuelta del tiempo,” Confluencia 19, no. 1 (2003).

15. Hirsch, Marianne. "The Generation of Postmemory." Poetics Today 29, no. 1 (2008).

16. "Remembering the November 1938 Pogrom ("Kristallnacht") "Shattered and Broken"." Yad Vashem: The World Holocaust Remembrance Center.



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Número 165 | fevereiro de 2021

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