el
simple sport de los vocablos
VICENTE HUIDOBRO, Altazor
‘El más hermoso juego’ es uno de los
textos huidobrianos en prosa de mayor interés, que, sin embargo, ha pasado casi
desapercibido para
En el contexto de la
lucha dialéctica entre capitalismo y comunismo que había ido tensando la larga
década de los treinta, Huidobro propone un narrador en primera persona hastiado
del trabajo en una oficina salitrera que inventa un ‘hermoso juego’: el que
surge de las asociaciones arbitrarias y permite la entrada de la ‘libertad más
absoluta’, según sus propias palabras. [7]
Varias cuestiones
merecen ser resaltadas de inmediato: la primera a la que quiero referirme es la
presencia temprana del hombre alienado, fuera
de sí, que puede ser engullido por la feroz máquina de producción
capitalista (aunque sea un capitalismo periférico) y se rebela creando un
lenguaje disparatado.
Es precisamente el
lenguaje el que articula la rebeldía y su intensidad atraviesa todas las
esferas posibles: el empleo de la ironía, de modo que el capataz francés
necesariamente ha de llamarse Monsieur Dupont, los juegos de palabras que
permiten procesos de ambiguación y desambiguación (como cuando Dupont establece
relaciones sinonímicas entre ‘capitalista’ y ‘persona decente’ o cuando afirma
el narrador: ‘El peso de la decencia se medía por el peso de los pesos. La
altura de la decencia se medía por la altura de los cheques y su anchura por la
anchura de los billetes’), el uso de la sinécdoque y de la hipérbole (‘mis
bostezos tenían la dimensión de la oficina, único caso comprobado en que el
contenido ha igualado al continente. ¡Qué bostezos aquellos con ocho sillas,
tres mesas, libros, tinteros y mapas adentro!’), el empleo de la paronomasia, enfatizada
por la ausencia de puntuación (‘adiós naipes sucios adiós solitarios y
soliloquios’), la presencia de enumeraciones dislocadas y en especial, la
desautomatización del lenguaje, lexicalizado en el conocido dicho ‘Grattez le
russe et vous trouverez le tartare’, ‘raspad al ruso y encontraréis al tártaro’,
que el narrador transforma en dos larguísimas series a las que volveré más
adelante.
El
proverbio ‘Grattez le russe et vous trouverez le tartare’, atribuido al
político francés Joseph de Maistre (1753-1821) y a su coetáneo Napoleón
Bonaparte, [8] puede encontrarse
reformulado en diferentes términos: ‘Grattez le russe, vous trouverez le cosaque;
grattez le cosaque, vous trouverez l’ours’ [9] y también ‘Grattez le russe et vous trouverez le barbare’. [10] En el ámbito hispánico, Lucio
Victorio Mansilla lo empleaba en 1889, en Entre-nos:
Vivir es transformarse; pero la transformación,
en el hombre, no es nunca tan intrínseca que no sea aplicable a todas las razas
o pueblos el conocido dicho de: grattez le russe, vous trouverez le cosaque, o como si dijéramos, con el permiso de
ustedes, raspad al argentino, y encontraréis al gaucho, con camisa más o menos
almidonada, como decía Rivadavia. [11]
También lo empleará
Rodó en el mismo sentido [12] y su
presencia ha sido rastreada en numerosos títulos más a lo largo del siglo XX, [13] aunque resulta particularmente relevante
en aquellos contextos en los que la ideología comunista o anticomunista cobraba
fuerza. [14] Así precisamente es como
lo emplea Huidobro, pero dotándolo de la libertad sin límites y el ludismo
desacralizador con el que cimienta su interés:
Monsieur Dupont entró a la oficina más
taciturno que nunca. Se diría que adivinaba la alegría que iba a nacer aquella
tarde. Prorrumpió entre dientes y de mala gana: ‘Raspad al ruso y encontraréis
al tártaro’. Yo sentí un estremecimiento como un golpe eléctrico, una luz
súbita me llenó el cráneo y sin saber cómo ni por qué cogí un lápiz y escribí
automáticamente:
Raspad al ruso y encontraréis al tártaro.
Raspad al tártaro y encontraréis la salsa.
Raspad la salsa y encontraréis al buque.
A medida que iba escribiendo reía
nerviosamente, me mordía los labios al fondo de una selva encantada.
Raspad al ruso y encontraréis al tártaro.
Raspad al tártaro y encontraréis la salsa.
Raspad la salsa y encontraréis al buque.
Raspad al buque y encontraréis al inglés.
Raspad al inglés y encontraréis la langosta.
Raspad la langosta y encontraréis al americano.
Raspad al americano y encontraréis al ternero.
Raspad al ternero y encontraréis al alemán.
Raspad al alemán y encontraréis la flauta.
Raspad la flauta y encontraréis al mono.
Raspad al mono y encontraréis al fraile.
Raspad al fraile y encontraréis al banquero.
Raspad al banquero y encontraréis al perro.
Raspad al perro y encontraréis al amo.
Raspad al amo y encontraréis al lobo.
Raspad al lobo y encontraréis al general.
Raspad al general y encontraréis al conejo.
Raspad al conejo y encontraréis la luna.
Raspad la luna y encontraréis la tumba.
Raspad la tumba y encontraréis al mar. [15]
Raspad al mar y encontraréis al hombre.
Raspad al hombre y encontraréis la puerta.
Raspad al ruso y encontraréis al tártaro.
Raspad al tártaro y encontraréis al tiempo.
Raspad al tiempo y encontraréis la barba.
Raspad la barba y encontraréis al francés.
Raspad al francés y encontraréis al queso.
Raspad al queso y encontraréis al chino.
Raspad al chino y encontraréis al río.
Raspad al río y encontraréis al artista.
Raspad al artista y encontraréis al peluquero.
Raspad al peluquero y encontraréis al drama.
Raspad al drama y encontraréis la estrella.
Raspad la estrella y encontraréis la piedra.
Raspad la piedra y encontraréis al español.
Raspad al español y encontraréis la parada.
Raspad la parada y encontraréis al alemán.
Raspad al alemán y encontraréis la máscara.
Raspad la máscara y encontraréis al japonés.
Raspad al japonés y encontraréis al loro.
Raspad al loro y encontraréis la flor.
Raspad la flor y encontraréis el dúo.
Raspad al dúo y encontraréis al italiano.
Raspad al italiano y encontraréis el color.
Raspad el color y encontraréis al clima.
Raspad al clima y encontraréis la mariposa.
Raspad la mariposa y encontraréis la muerte.
Raspad la muerte y encontraréis la sonrisa.
Raspad la sonrisa y encontraréis al árbol.
Raspad al árbol y encontraréis el paraguas.
Raspad el paraguas y encontraréis la jirafa.
Raspad la jirafa y encontraréis al ogro.
Raspad al ogro y encontraréis las pirámides.
Raspad las pirámides y encontraréis al cielo.
Raspad el cielo y encontraréis al poeta.
Raspad al poeta y encontraréis la tierra.
Mucho más extensa que
la anterior, esta segunda serie acentúa la vocación absurdista y surrealizante
de la primera y propone imágenes imantadas estrictamente por su sonoridad (la rima
asonante en paraguas/jirafa, poeta/tierra, etc.) que debilitan o incluso anulan
los lazos semánticos que la primera serie había establecido, con lo que se
aproxima mucho más al espíritu altazoriano, en especial a su ‘Canto VI’, aunque
también establece intensos lazos con las comparaciones disparatadas del ‘Canto III’,
con la cuasi infinita serie del ‘molino
de viento’ del ‘Canto V’ de Altazor
y, como ha señalado Belén Castro Morales, [16] con ‘Ronda’, ‘Más allá y más acá’, ‘En’, ‘Canción del huevo y del
infinito’, ‘Fin de cuentas’ y algún otro poema de Ver y palpar, pues, en palabras de Cedomil Goic, el juego del
tártaro es una ‘letanía en forma de escritura salvaje que tiene antecedentes y
consecuentes ulteriores en su obra poética’ [17] y arranca, en palabras de Benjamín Rojas Piña, como ‘juego de
juegos en cadena’. [18]
Al tiempo, el texto
nombra este grito como ‘halalí’ [19]
de guerra, [20] como el mejor ataque
contra el sistema capitalista. Huidobro había publicado su particular Hallali en 1918, en el fragor mismo de
la primera contienda mundial. Si en ese libro ‘Todas las estrellas son agujeros
de obuses’ ante las que el poeta enciende su cigarro ‘para los astros en
peligro’ mientras ‘en el límite del mundo/ alguien entona un himno de triunfo’,
veinte años después, en la tensa experiencia de la década del treinta, propone
un nuevo hallali de corte
expresamente social en el que se entona el grito de triunfo porque la guerra la
harán las palabras en lugar de las bombas:
Una tarde, al caer el sol, Monsieur Dupont se
presentó en nuestra oficina. Yo no lanzaba al aire su consabida frase, ya sabía
que ella era la diversión de toda la pampa, ya se la habían robado, ya se la
habían asesinado en sus mismos labios, ¡los inmundos bolcheviques!
[…] Apenas Dupont había llegado al medio de la
oficina, le hice señas de acercarse a mi mesa, preparé mis cañones, abrí mis
trincheras, emplazé (sic) mis ametralladoras, le clavé los ojos en sus ojos y
rugió en los aires el gran Halalí de guerra:
Raspad al ruso y encontraréis al tártaro.
Raspad al tártaro y encontraréis al tiempo.
Si la cercanía con los
cortocircuitos de las frases que había propuesto Altazor es tan evidente, más agudo resulta sin embargo el paralelo
con las ‘Tres novelas ejemplares’ escritas en colaboración con el artista
dadaísta Hans Arp. Quiero detenerme en esta cuestión, porque en ‘El jardinero
del castillo de medianoche’ Charles Dupont, es decir, Monsieur Dupont, es el
arrendatario del departamento en el que se produce el asesinato que da pie a la
hilarante parodia de novela policial escrita a dos manos, y especialmente
porque en ‘La cigüeña encadenada’ asistimos a la desarticulación total del lenguaje
precisamente por la construcción de un conjunto de homologías que barren
cualquier posibilidad de sentido. Los dos narradores, aquí renombrados como ‘Vicente
Arp y Hans Huidobro’ o más adelante, como ‘Huidobro Arp y Hans Vicente’,
parodian las novelas de corte histórico –no en vano el subtítulo de la suya es ‘Novela
patriótica y alsaciana– y proponen un lenguaje cero que obliga a constantes
procesos de desambiguación.
No desatendamos el
hecho de que las Tres inmensas novelas (en
las que se incluyen las ya citadas novelas ejemplares y los ‘Dos ejemplares de
novela’) se publican al comienzo de este lustro intensísimo para la prosa
huidobriana. En el 39, al cierre del periodo y de la guerra española, se
publican sus ‘Cuentos diminutos’, un apasionante conjunto de tres microrrelatos
con los que Huidobro abre la ficción de mínima extensión para su país y en el
40 ‘El más hermoso juego’, cuya potencia todavía nos deslumbra.
En
ese mismo lustro Huidobro ha redactado numerosos artículos sobre la guerra de
España: ‘Conducta ejemplar del pueblo español’; [21] ‘El momento español’; [22]
‘España de la esperanza’; [23] ‘Jaime
Miravilles’; [24] ‘Con España, con
su gobierno y con su libertad están los intelectuales chilenos’; [25] ‘Es necesario crear una gran
movilización del pensamiento democrático en favor de España’; [26] ‘Por los leales y contra los
desleales’; [27] ‘Un planeta de
dinamita’; [28] ‘Carta a César
Vallejo’ [29] –que me interesa
porque supone la respuesta al artículo de Vallejo ‘Los intelectuales españoles
ante la insurrección fascista’ [30]
y en ella Huidobro sale en defensa de Miguel de Unamuno por considerar que su
temperamento contradictorio explica su adhesión a la causa del alzamiento
militar, aunque lo define como ‘el
primer muerto de la revolución española’–; [31]
‘La fuga italiana’; [32] ‘La
tragedia de Marañón’; [33] ‘Vicente
Huidobro habla desde Madrid’; [34] ‘Triunfo
de
Ha publicado también
los poemas ‘España’ [42] y ‘Pasionaria’
[43] en El mono azul y Hora de España
respectivamente. Su implicación en la contienda lo lleva a Valencia en 1937
para sumarse a la causa republicana: participó en el segundo congreso de intelectuales para la
defensa de la cultura y se trasladó a varios frentes: el de Madrid, el de
Aragón con las tropas de Líster, en un recorrido que sus biobibliógrafos han
seguido atentamente. El periodo, estudiado de manera expresa por Andrés Morales, [44] no está exento de interés para nosotros en este
momento porque en mi opinión, Huidobro articula una prosa rupturista con el canon realista-naturalista que ha dominado la década anterior de
modo que las declaraciones de corte revolucionario que ha estado expresando
incendiariamente en la prensa de la época movilizan el lenguaje narrativo y lo atraviesan
dando lugar a una propuesta estética revolucionaria que hace estallar los
corsés del lenguaje.
Este ‘agente viajero de la poesía’, como lo ha llamado de modo
sugerente David Bary, [47] que de algún modo aspira a ocupar simbólicamente el lugar dejado por Darío
tras su muerte en el 16 –año de su primer viaje a Europa–, establece además
relaciones importantísimas con la cultura española. Uno de sus momentos álgidos
es Mío Cid Campeador, la novela-film
que publica en Madrid en 1929 y cuyos elementos humorísticos son muy notables.
Éstos se acrecientan y cargan de sentido en ese texto lúdico y
arrasador para con el propio lenguaje, ‘El más hermoso juego’, en el que
Huidobro nos invita a repensar su relación tanto con el contexto europeo del
momento –en particular con la contienda española, en la que se está peleando
por la libertad más absoluta– como,
de modo especialmente complejo, con las propuestas dadaísta y surrealista. En ‘Manifiesto
tal vez’, del año 24, Huidobro había afirmado con rotundidad: ‘Nada de poemas
tirados a la suerte; sobre la mesa del poeta no hay un tapete verde. Y si el
mejor poema puede hacerse en la garganta, es porque la garganta es el justo
medio entre el corazón y el cerebro’.
Y en ‘Manifiesto de
manifiestos’, del año 25, había defendido el dadaísmo por hacer ‘un papel
absolutamente necesario y bienhechor en un momento determinado en que era
preciso demoler y luego despejar el terreno’ para después atacar con dureza el
surrealismo por considerar que ‘El automatismo psíquico puro -es decir, la
espontaneidad completa- no existe. (…) Sois víctimas de una apariencia de
espontaneidad’. [48]
Sin embargo, en la
década del 30 se produce la apertura de Huidobro hacia dadá y los temas y
formas surrealizantes: [49] cuando
en ‘El más hermoso juego’ leemos que el narrador ‘sin saber cómo ni por qué’
cogió un lápiz y escribió ‘automáticamente’, o más adelante, cuando el
oficinista rebelde nos cuenta cómo se va transformando el juego, la puerta que
cede paso al azar y la arbitrariedad (cadáveres exquisitos incluidos) se ha
abierto por completo:
Primero jugábamos al
Tártaro individualmente, cada uno por su cuenta y luego nos leíamos lo que
habíamos escrito. Más tarde lo jugamos los tres en compañía, dictando una frase
cada cual. Por último, lo jugamos escribiendo cada uno su frase y doblando el
trozo de papel con frase escrita, para que el otro no supiera el contenido de
la frase anterior. Así entraba la libertad más absoluta, metía su mano el azar
en medio de nuestro juego, y el resultado, que luego leíamos en alta voz, era
cada vez más maravilloso.
Antes me refería a la
redacción a dos manos de las ‘Tres novelas ejemplares’ junto con el dadaísta
Hans Arp. No quiero dejar de mencionar ahora que lo que singulariza ‘El más
hermoso juego’ es la articulación de una encrucijada finita para una cuestión que es infinita:
si en Huidobro toda la década del 30 articula en prosa la construcción de
sujetos totales (cerrábamos la década
anterior con Mío Cid Campeador y
recorremos la del 30 con títulos como Cagliostro,
La próxima, Papá o el diario de Alicia Mir y Sátiro o el poder de las palabras), lo que perfila un rostro propio
para el protagonista de ‘El más hermoso juego’ es que la lucha entre contrarios
(total/parcial, vida/muerte, creación/mimesis) se constriñe a las grandes
ideologías de la modernidad (capitalismo/marxismo, o en el texto
capitalista/bolchevique, capataz/oficinista, etc.) para hacerlas estallar a
través del lenguaje. Y creo necesario leer ese estallido precisamente tras la
guerra de España y en el inicio dramático de la segunda guerra mundial, en la
que Huidobro participará como corresponsal de los aliados.
Para ahondar en esa
tensión, propongo que nos permitamos una
pirueta tan arriesgada como el juego del tártaro huidobriano, que consiste en recordar
otro ‘hermoso juego’, el que detalla Borges en ‘La doctrina de los ciclos’, [50]
uno de sus ensayos sobre el Eterno Retorno de Nietzsche, de Historia de la eternidad (1936), en el
que remite al científico Georg Cantor y su ‘heroica teoría de los conjuntos’
para concluir que ‘el roce del hermoso juego de Cantor con el hermoso juego de
Zarathustra es mortal para Zarathustra’. [51]
El mismo calificativo elegido por Huidobro para el juego del tártaro lo había
propuesto Borges para el juego de Cantor. En este último, el juego implica la
fundación de la matemática moderna al formalizar la noción de infinito: serán las investigaciones de
Cantor sobre los conjuntos infinitos las que permitan proponer los números
transfinitos, y las que, en el ensayo de Borges, permiten cuestionar otro ‘hermoso
juego’, el de Zarathustra. Como dice el texto del argentino, ‘Si el universo
consta de un número infinito de términos, es rigurosamente capaz de un número
infinito de combinaciones –y la necesidad de un Regreso queda vencida’. A
Cantor le debemos precisamente el descubrimiento de que el infinito tiene
varios tamaños, o mejor dicho, que existen varias clases de infinitos y unos
son mayores que otros. Como ha comentado Stanley Burris, profesor emérito de
matemáticas en
Si bien no son
infinitas las combinaciones que podría proponer Huidobro en su juego del
tártaro, porque no son infinitos los términos que entran en juego (sustantivos que
designan personas, pero también animales, objetos, etc.), parecen querer agotar
todas las posibilidades de
significado al anular cualquier posibilidad
de significado. Apenas quedan hilachas de sentido y el salto de un término a
otro es un salto en el vacío, sin asidero alguno, como si el que emitiera ese
discurso fuese el ángel salvaje que cayó una mañana en nuestras plantaciones de
preceptos. [53]
Por otro lado, el texto
de Borges, publicado en Buenos Aires por Viau y Zona el año 36, pone además el
énfasis en otro ‘hermoso juego’, el de Zarathustra, de quien es hijo legítimo
el altazor huidobriano: ‘Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de
Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor’.
La filiación nietzscheana del poema de Huidobro ha sido trabajada en
profundidad por la crítica y dio lugar al genial discurso de (anti)homenaje con
el que Nicanor Parra quiso recordar el centenario de su compatriota: ‘Also
sprach Altazor’, [54] un ‘Así habló
Altazor’ que venía a reescribir el Also
sprach Zaratustra, Así habló Zaratustra de Nietzsche y a considerar los
vínculos estrechísimos entre estos dos protagonistas.
A mi parecer, será el
segundo lustro de los treinta el que sitúe esa vocación de infinito en una
encrucijada que me permito llamar finita:
la de
Y un año más tarde
escribía, también en
No logré el honor de ser un soldado español.
Cada vez que pedí y rogué ser enrolado como comisario en algún regimiento se me
respondió más o menos lo mismo. Enrique Lister, el jefe de
Me pregunto,
precisamente, si ‘El más hermoso juego’ no sería una respuesta literaria a esa
contienda dramática y, por tanto, la apuesta huidobriana por el estallido de lo
finito para alcanzar, al menos en el
territorio de la ficción, el infinito
perseguido.
NOTAS
1.
II, 3ª época, No. 33, (enero-marzo de 1940), pp. 102-105.
‘Respuesta
a la carta de Pablo de Rokha’,
‘A
Pablo de Rokha para siempre y hasta nunca’,
3.
Papeles para el Diálogo, No. 1, (marzo de 1988), pp. 114-115.
4.
Anales de Literatura Chilena, No. 4, (2003),
pp. 217-319.
5.
En esa ocasión, Navarrete lo incluye dentro de la sección ‘Artículos,
entrevistas y manifiestos’ (pp. 350-355), lo que impide atender a la naturaleza
narrativa del texto.
6.
De ellas quiero destacar su inclusión en el volumen que recopiló José
7. Cito por la Obra selecta arriba reseñada.
8. Citado en The
Travellers' dictionary of quotation: who said what, about where? de Peter
Yapp (London: Routledge, 1983, p. 712).
9. The Oxford
Dictionary of Proverbs, Oxford Reference Online, edición de Jennifer
Speake, en la dirección electrónica www.encyclopedia.com/The+Oxford+Dictionary+of+Proverbs/publications.aspx?pageNumber=7 (‘Scratch a Russian and you find a Tartar’) (fecha de consulta: 5 de
septiembre de 2010).
10. Véase de Pierre Legrand, Le Bourgeois de Lille: esquisses locales (Lille: Beghin, 1851, p.
82).
11.
Entre-nos. Causeries del jueves, Libro
III (Buenos Aires: Casa Editora de Juan A. Alsina, 1889). Cito por Buenos
Aires: Editorial Universitaria, 1963, p. 301.
12.
“La guerra a la ligera VI. La voz de la estadística” de “Escritos sobre la
guerra de
13.
En fechas próximas al texto huidobriano, en Prehistoria
e historia de la civilización indígena de América y su destrucción por los
bárbaros del este de Florencio de Basaldúa (Buenos Aires: La Baskonia,
1925).
14. Así lo
citará Alberto Falcionelli en El
licenciado, el seminarista y el plomero: glosario del comunismo en acción (Buenos
Aires: La Mandrágora,
1961).
15.
Recordemos que en la lápida de Huidobro, en Cartagena, puede leerse frente al
Pacífico: ‘Abrid la tumba; al fondo de esta tumba se ve el mar.’
16.
“Ver y palpar: en el hipertexto de la
escritura creacionista”, en Obra poética
de Vicente Huidobro, edición de Cedomil Goic (Madrid et al.: ALLCA XX,
2003, p. 1521).
17.
Anales de Literatura Chilena, No. 4, (2003), p. 247.
18.
En el libro Vanguardias y novelas en
Vicente Huidobro (Santiago de Chile: Cuarto Propio, 2000, p. 292 y ss.).
19.
Su primera acepción es como interjección: ‘Cri qui marque la victoire imminente du
chasseur sur l'animal poursuivi. La meute et le chamois traversent la prairie: Hallali, compagnons, la victoire
est à nous! (Musset, Coupe, 1832, II, 2, p. 284). Fontainebleau, avec les merveilles de sa
grande chasse à courre où deux cerfs, biche et meutes de chiens, dressés,
satisfont tout le rêve cynégétique de l'enfance, et certes le mien! Tayaut,
hallali: c'est-à-dire bravo! (Mallarmé, Dern. mode, 1874, p. 843).
− P. métaph. Toute la meute hurle de joie. Hallali! Curée chaude!
Picquart aux chiens! Les honneurs du pied à M. le Ministre de
En el ‘Centre National de Ressources Textuelles et
Lexicales’, www.cnrtl.fr/definition/hallali
(fecha de consulta: 10 de octubre de 2009).
20.
Hallali es el título de una revista
digital de estudios culturales sobre
21.
La Opinión [Santiago de Chile] (21 de
julio de 1936), p. 3; en el cartel mural Sobre
la marcha, Santiago de Chile, agosto de 1936.
22.
Bandera Roja [Santiago de Chile]
(cuarta semana de julio de 1936), p. 3.
23.
Frente Popular [Santiago de Chile]
(12 de octubre de 1936), p. 2. Leemos: ‘el pueblo español se alzó como un
volcán rugiente para defender sus derechos y la
libertad recién conquistada. Ese pueblo ha gritado por la más encendida de sus gargantas: España prefiere
morir de pie antes que vivir de rodillas’ (el subrayado es mío).
24.
Frente Popular [Santiago de Chile]
(30 de octubre de 1936), p. 2.
25.
Artículo firmado por Huidobro y otros autores, Escritores y artistas chilenos a la España Popular [Santiago de
Chile] (noviembre de 1936), pp. 1-2.
26. Frente Popular [Santiago de Chile] (13
de noviembre de 1936), p. 7.
27.
Frente Popular [Santiago de Chile] (4
de diciembre de 1936), p. 2.
28.
La Opinión [Santiago de Chile] (15 de
diciembre de 1936), p. 3.
29.
La Opinión [Santiago de Chile] (27 de
diciembre de 1936), p. 3.
30.
La Opinión [Santiago de Chile] (26 de
diciembre de 1936), p. 3.
31.
‘Castillos de palabras construidos sobre el aire (Acerca de las relaciones
entre Unamuno y Huidobro)’, Revista
Chilena de Literatura, No. 50, (abril de 1997), pp. 141-146. René de Costa
señaló, en el número de la revista Poesía
dedicado a Huidobro en 1989, el primer contacto entre ambos, que tuvo lugar
en París en 1924. Además, De Costa publicó en ese monográfico el borrador de
una carta escrita por Huidobro a Juan Larrea el 24 de septiembre de 1947, en la
que reflexionaba acerca de la figura de don Miguel. Por mi parte, completé esa
información en el artículo ‘Castillos de palabras…’.
32.
Frente Popular [Santiago de Chile]
(29 de marzo de 1937), pp. 3-4.
33.
La Opinión [Santiago de Chile] (25 de
marzo de 1937), p. 3.
34. Frente Popular [Santiago
de Chile] (10 de julio de 1937), p. 6.
35.
Frente Popular [Santiago de Chile]
(28 de julio de 1937), p. 6.
36. Crítica [Buenos Aires] (10 de septiembre de 1937); Frente Popular [Santiago de Chile] (15
de septiembre de 1937), p. 1.
37.
La Opinión [Santiago de Chile] (17 de
octubre de 1937), p. 3.
38.
Expresión [Santiago de Chile] 1
(noviembre de 1937).
39.
La Opinión [Santiago de Chile] (12 de
diciembre de 1938), p. 1.
40.
La Opinión [Santiago de Chile] (21 de
diciembre de 1938), p. 3.
41. La Opinión [Santiago de Chile] (30 de
diciembre de 1938), p. 3.
42. El Mono Azul [Madrid] 20 (17 de junio de
1937), p. 3.
43. Hora de España [Valencia] 7 (julio de 1937), pp. 47-48.
44.
‘Huidobro en España’, Obra poética de
Vicente Huidobro, edición de Cedomil Goic (Madrid et al.: ALLCA XX, 2003,
pp. 1409-1422).
Con
el mismo título había publicado Gloria Videla un artículo en el monográfico que
dedicó a Huidobro la Revista
Iberoamericana en 1979, pero en su caso, se centró en el periodo
comprendido entre 1916 y 1921.
45.
Citado por César González Ruano, ‘Vicente Huidobro’, en Vicente
Huidobro y el creacionismo, edición de René de Costa (Madrid: Taurus, 1975,
p. 69). Fue publicado en Veintidós retratos de escritores hispanoamericanos
(Madrid: Cultura Hispánica, 1952, pp. 71‑73).
46. César
González Ruano, ‘Vicente Huidobro’, op. cit., p. 69.
47. David
Bary, ‘Vicente Huidobro, agente viajero de la poesía’, La cultura y la
literatura iberoamericana, edición de Luis Monguió (México: De Andrea,
1957, pp. 147-153). Recogido en Vicente Huidobro y el creacionismo, op.
cit., pp. 355‑362.
48.
En todos los casos cito por las Obras
completas, prólogo, edición y recopilación ampliada de Hugo Montes
(Santiago de Chile: Andrés Bello, 1976, p. 752 y 722-723 respectivamente).
49.
Cfr. Emilio Barón, ‘André Breton y Vicente Huidobro: Las poéticas surrealista y
creacionista’, Anales de literatura
hispanoamericana, No. 10, (1981), pp. 67-83.
Ya en 1924 contaba, para el tercer número de
50.
Se publicó en Sur, No. 20, (mayo de 1936), pp. 20-29. Recogido
en Historia de la eternidad (Buenos
Aires: Viau y Zona, 1936, donde se da como fecha de ‘La doctrina…’ el año
1934).
51. Cito por Obras
completas, prólogo de Pere Gimferrer (Barcelona: Círculo de Lectores, 1992,
vol. I, p. 421).
52.
En www.maikelnai.es/2007/07/24/extrano-pero-cierto-el-infinito-tiene-varios-tamanos/
(fecha de consulta: 7 de noviembre de 2009).
53.
Tal como Altazor.
54.
Ha sido estudiado por Iván Carrasco en Nicanor
Parra: documentos y ensayos antipoéticos (Santiago de Chile: Editorial
Universidad, 2007).
55. ‘Un planeta
de dinamita’, op. cit.
56.
‘Optimismo’, op. cit.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 167 | março de 2021
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