Introducción al Futurismo
Fillipo Tomasso Marinetti (1876-1944), hijo de italianos,
nacido en Alejandría, Egipto, educado en colegios franceses, en 1904 con su poema
en versos libres Los viejos Marinos ganó
el premio Les Populaires Samedis con un
jurado compuesto por Gustave Kahn (1859-1936), que se auto designaba creador del
verso libre, y Catulle Mendès (1841-1909), el cual fue recitado por Sarah Bernhardt
(1844-1923). A partir del 5 de febrero de 1909 en la Gazzette dll’Emilia a partir del 5 de febrero de 1909 en la Gazzette dll’Emilia de Bologna con Il Manifesto del Futurismo; da Il Pungolo, di Napoli il 6 febbraio; dalla Gazzetta di Mantova l'8
febbraio; dall' Arena di Verona, il 9 febbraio; a Il Piccolo di Trieste
il 10 febbraio; da Il Giorno di Roma il 16 febbraio, e dalla rivista settimanale
di Napoli Tavola rotonda il 14 febbraio. No satisfecho con ello, conocedor del impacto que las cosas culturales
tenían si se tomaba a París como base, obtuvo que el importante periódico Le Figaro publicara el 20 de ese mes en primera
plana Il Manifesto iniziale del Futurismo
convirtiéndolo a él y a su movimiento en un acontecimiento mundial.
Se ha sostenido que este Manifiesto, los otros del propio Marinetti
y los de artistas como Umberto Boccini (1882-1916), Giacomo Balla (1871-1957), Luigui
Russolo (1885-1947) Carlo Carrá (1881-1966), y Gino Severini (1882-1966) suscribieron
un año después, y los que otros difundieron, amén de la campaña sostenida en su
revista Poesia acerca del verso libre.
Respecto a la difusión de textos europeos, recordemos que la
marítima era la única comunicación con Europa en 1909. érea no existía, en consecuencia,
lo más temprano que en Latinoamérica se conoció la existencia de esa bomba literaria
fue en Argentina. El pionero fue Juan Más y Pi
(1878-1916) que en El Diario Español, el
21 de marzo, reseñó el movimiento con elogios, bajo el título: Una tendencia de vida: El futurismo.
Empero, el segundo, que
por su calidad podría considerarse el primero, fue Rubén Darío (1867-1916), en la
plenitud de su fama. Aunque estaba destacado en España, se encontraba en París en
ese momento, y naturalmente, reaccionó frente a este muchacho irrespetuoso. Además,
al leer el Manifiesto se daría cuenta de que este nuevo movimiento podía liquidar
el Modernismo, enviando un artículo a La Nación
de Buenos Aires, el cual se publicó el 5
de abril de ese año.
En Latinoamérica, el tercero fue el
6 de abril. El escritor portugués Manuel de Sousa Pinto (1860-1934) corresponsal
del Correio da Manhã, ofreció la primera noticia en Brasil sobre el Futurismo,
presentado por el escritor como una provocación extravagante de artistas principiantes.
A fines de 1909, Almaquio Diniz (1880-1937) publicó en el Jornal de Noticias de Bahía la traducción del texto
italiano del Manifiesto y los sucesivos comentarios, que evidenciaban una
cuidadosa lectura del documento, remarcando varios principios positivos y subrayando
la “beleza da velocidade”, mientras discordaba con la mayor parte de los postulados
del Futurismo, en el cual veía ansia de novedad y fuente de extravagancias; la oposición
del presente al pasado, el desorden y el repudio de la tradición, de la mujer y
del amor. (Mario Sartor, El futurismo italiano y sus ecos Latinoamericanos,
del Seminário
Internacional de Conservação de Escultura Moderna).
Tomado del libro de Jorge Schwartz, Las vanguardias latinoamericanas.
Textos programáticos y críticos, México, FCE, 2002, pp. 403-408, está el texto
completo de la publicación de Darío, que consideramos tan importante que lo reproducimos
textualmente.
El manifiesto del Futurismo comentado por
Rubén Darío
Marinetti es un poeta italiano de lengua francesa. Es un buen
poeta, un notable poeta. La “élite” intelectual universal le conoce. Sé que personalmente
es un gentil mozo y es mundano. Publica en Milán una revista políglota y lírica,
lujosamente presentada, Poesía. Sus poemas han sido alabados por los mejores
poetas líricos de Francia. Su obra principal hasta ahora: Le roi Bombance,
rabelesiana, pomposamente cómica, trágicamente burlesca, exuberante, obtuvo un éxito
merecido, al publicarse, y seguramente lo obtendrá cuando se represente en L’Oeuvre
de París bajo la dirección del muy conocido actor Lugne-Poe. Su libro contra
d’Annunzio es tan bien hecho y tan mal intencionado que el Imaginífico –¿la pluma
en el sombrero, Lugones?– debe estar satisfecho del satírico homenaje. A este propósito, el conde Robert de Montesquiou
le dice conceptos que yo hago míos: “Le temps et le verve que vous lui donnerez
sont des beaux éloges, dénués de la fadeur des cassolettes et de ’écoeurement des
encensoirs. La louange n’est pas une ; et, surtout, pas forcément suave
: elle peut être acidulée ; ce n’est pas la pire. Et le «toujours Lui, Luis
partout !» de votre brillante critique, représente une salve d’applaudissements
qui a bien son prix. La gentiane est amère, le pavot empoisonné, la belladone, vénéneuse
: elles n’en sont pas moins des fleurs salutaires, belles, entre toutes, que plusieurs,
non des moins difficiles, préféreront au jasmin. Et leur gerbe, déposée au socle
d’un buste, l’honore autant que le ferait la flore étoilée ».
(“El tiempo y el entusiasmo que le darás son bellas alabanzas, desprovistas
de la suavidad de las cassolettes y el disgusto de los incensarios. La alabanza
no es una; y, sobre todo, no necesariamente dulce: puede ser agrio; no es lo peor
Y el “¡siempre él, Luis en todas partes!” Su brillante crítica representa una ronda
de aplausos que tiene su precio. La genciana es amarga, amapola envenenado, la belladona,
venenosos: No son flores menos beneficiosas, hermosas, de todo lo que muchos, no
menos difícil, prefieren jazmín. Y su gavilla, depositada en la base de un busto,
la honra tanto como lo haría la flora estrellada).”
Los poemas de Marinetti son violentos, sonoros
y desabridados. He ahí el efecto de la fuga italiana en un órgano francés. Y es
curioso observar que aquel que más se le parece es el flamenco Verhaeren. Pero el
hablaros ahora de Marinetti es con motivo de una encuesta que hoy hace, a propósito
de una nueva escuela literaria que ha fundado, o cuyos principios ha proclamado
con todos los clarines de su fuerte verbo. Esta escuela se llama El Futurismo. Solamente que el Futurismo
estaba ya fundado por el gran mallorquín Gabriel Alomar. Ya he hablado de esto en
Dilucidaciones, que encabezan mi Canto
errante.
¿Conocía Marinetti el folleto en catalán
en que expresa sus pensamientos de futurista Alomar? Creo que no, y que no se trata
sino de una coincidencia. En todo caso, hay que reconocer la prioridad de la palabra,
ya que no de toda la doctrina.
¿Cuál es ésta? Vamos a verlo.
1. “Queremos cantar el amor al peligro,
el hábito de la energía y de la temeridad.”
En la primera proposición paréceme que el futurismo se convierte
en pasadismo. ¿No está todo en Homero?
2. “Los elementos esenciales de nuestra
poesía serán el valor, la audacia y la rebeldía.”
¿No está todo eso ya en el ciclo clásico?
3. “Habiendo hasta ahora magnificado la
literatura, la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño, queremos exaltar el
movimiento agresivo, el insomnio febriciente, el paso gimnástico, el salto peligroso,
la bofetada y el puñetazo.”
Creo que muchas cosas de esas están ya en el mismo Homero, y
que Píndaro es un excelente poeta de los deportes.
4. “Declaramos que el esplendor del mundo
se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un automóvil
de carrera, con su cofre adornado de gruesos tubos semejantes a serpientes de aliento
explosivo… un automóvil rugiente, que parece que corre sobre metrallas, es más bello
que la Victoria de Samotracia.”
No comprendo la comparación. ¿Qué es más bello,
una mujer desnuda o la tempestad? ¿Un lirio o un cañonazo? ¿Habrá que releer, como
decía Mendès, el prefacio de Cromwell?
5. “Queremos cantar al hombre que tiene
el volante, cuyo bello ideal traspasa la Tierra lanzada ella misma sobre el circuito
de su órbita.”
Si no en la forma moderna de comprensión, siempre
se podría volver a la antigüedad en busca de Belerofontes o Mercurios.
6. “Es preciso que el poeta se gaste con
calor, brillo y prodigalidad, para aumentar el brillo entusiasta de los elementos
primordiales.”
Plausible. Desde luego es ello un impulso de juventud y de conciencia,
de vigor propio.
7. “No hay belleza sino en la lucha. No
hay obra maestra sin un carácter agresivo. La poesía debe ser un asalto violento
contra las fuerzas desconocidas, para imponerles la soberanía del hombre.”
¿Apolo y Anfión inferiores a Herakles? Las fuerzas
desconocidas no se doman con la violencia. Y, en todo caso, para el Poeta, no hay
fuerzas desconocidas.
8. “Estamos sobre el promontorio extremo
de los siglos… ¿Para qué mirar detrás de nosotros, puesto que tenemos que descerrajar
los vantaux de lo Imposible? El Tiempo y el Espacio han muerto ayer. Vivimos
ya en lo Absoluto, puesto que hemos creado la eterna rapidez omnipotente.”
¡Oh,
Marinetti! El automóvil es un pobre escarabajo soñado, ante la eterna Destrucción
que se revela, por ejemplo, en el reciente horror de Trinacria.
9. “Queremos glorificar la guerra –sola
higiene del mundo–, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas,
las bellas ideas que matan, y el desprecio a la mujer.”
El poeta innovador se revela oriental, nietzscheano,
de violencia acrática y destructora. ¿Pero para ello artículos y reglamentos? En
cuanto a que la Guerra sea la única higiene del mundo, la Peste reclama.
10. “Queremos demoler los museos, las bibliotecas,
combatir el moralismo, el feminismo y todas las cobardías oportunistas utilitarias.”
11. “Cantaremos las grandes muchedumbres
agitadas por el trabajo, el placer o la revuelta; las resacas multicoloras y polifónicas
de las revoluciones en las capitales modernas, la vibración nocturna de los arsenales
y los astilleros bajo sus violentas lunas eléctricas; las estaciones glotonas y
tragadoras de serpientes que humean, los puentes de saltos de gimnasta lanzados
sobre la cuchillería diabólica de los ríos asoleados; los paquebots aventureros
husmeando el horizonte; las locomotoras de gran pecho, que piafan sobre los rieles,
como enormes caballos de acero embridados de largos tubos, y el vuelo deslizante
de los aeroplanos, cuya hélice tiene chasquidos de bandera y de muchedumbre entusiasta.”
Todo esto es hermosamente entusiástico y, más que todo, hermosamente
juvenil. Es una plataforma de plena juventud, por serlo, tiene sus inherentes cualidades
y sus indispensables puntos vulnerables.
Es muy difícil la transformación de ideas
generales; y la infiltración en las colectividades humanas se hace por capas sucesivas.
¿Que los museos son cementerios? No nos peladanicemos demasiado. Hay muertos de
mármol y de bronce en parques y paseos, y si es cierto que algunas ideas estéticas
se resienten de la aglomeración en esos edificios oficiales, no se ha descubierto
por lo pronto nada mejor con que sustituir tales ordenadas y catalogadas exhibiciones.
¿Los Salones? Eso ya es otra cosa.
La principal idea de Marinetti es que todo
está en lo que viene y casi nada en el pasado. En un cuadro antiguo no ve más que
“la contorsión penosa del artista que se esfuerza en romper las barreras infranqueables
a su deseo de expresar enteramente su ensueño”. Pero ¿es que en lo moderno se ha
conseguido esto? Si es un ramo de flores cada año, a lo más, el que hay que llevar
funeralmente a la “Gioconda”, ¿qué haremos con los pintores contemporáneos de golf
y de automóvil? Y ¡adelante! Pero ¿a dónde? Si ya no existen Tiempo y Espacio, ¿no
será lo mismo ir hacia Adelante que hacia Atrás?
Los más viejos de nosotros, dice Marinetti,
tienen treinta años. He allí todo.
Se dan diez años para llenar su tarea, y
enseguida se entregan voluntariamente a los que vendrán después. “Ellos se levantarán
–¡cuando
los futuristas tengan cuarenta años!– ellos
se levantarán alrededor de nosotros, angustiados y despechados, y todos exasperados
por nuestro orgulloso valor infatigable, se lanzarán a matarnos, con tanto mayor
odio cuanto que su corazón estará ebrio de amor y de admiración por nosotros.”
¡Y en este tono la oda continúa con la misma
velocidad e ímpetu! ¡Ah, maravillosa juventud! Yo siento cierta nostalgia de primavera impulsiva al considerar que sería
de los devorados, puesto que tengo más de cuarenta años. Y, en su violencia, aplaudo
la intención de Marinetti, porque la veo por su lado de obra de poeta, de ansioso
y valiente poeta que desea conducir el sagrado caballo hacia nuevos horizontes.
Encontraréis en todas esas cosas mucho de excesivo; el son de guerra es demasiado
impetuoso; pero ¿quiénes sino los jóvenes, los que tiene la primera fuerza y la
constante esperanza, pueden manifestar los intentos impetuosos y excesivos?
Lo único que yo encuentro inútil es el manifiesto. Si Marinetti
con sus obras vehementes ha probado que tiene un admirable talento y que sabe llenar
su misión de Belleza, no creo que su manifiesto haga más que animar a un buen número
de imitadores a hacer “futurismo” a ultranza, muchos, seguramente, como sucede siempre,
sin tener el talento ni el verbo del iniciador. En la buena época del simbolismo
hubo también manifiestos e jefes de escuela, desde Moréas hasta Ghil. ¿En qué quedó
todo eso? Los naturistas también “manifestaron” y la pasajera capilla tuvo resonancia,
como el positivismo, en el Brasil. Ha habido después otras escuelas y otras proclamas
estéticas. Los más viejos de todos esos revolucionarios de la literatura no han
tenido treinta años.
Cómo y cuándo se conoció el Futurismo en Santo Domingo
Si el gran modernista dio a conocer a sus lectores, como hemos
visto el 6 de abril; en Santo Domingo, una modesta Revista Cómica, literaria e ilustrada, con el nombre de Mefistófeles, en su No. 98 del 30 de mayo
de 1909 publicó el Manifiesto del Futurismo
con observaciones directas de su director Luis Eduardo Betances (1873-….?), firmado
con el seudónimo de Mephisto.
Lamentablemente no tenemos
el No. 97 para saber si había indicado que en el siguiente publicaría el Manifiesto
con los nombres de Marinetti completos; quién era Gómez Carrillo, y de dónde había
tomado los datos. La ausencia de estos detalles para informar a los lectores de
un acontecimiento nuevo, indican que ciertamente era un dilettante, como diría el historiador Néstor Contín Aybar (1909-2001),
en el Tomo III de su Historia de la Literatura
Dominicana, UCE, (1984), después de señalar que nació en la capital en 1873,
sin más datos sobre su muerte; que era “un espíritu inquieto, ingenioso, un verdadero
dilletante, que probó su talento y su
disposición, en las letras, en el teatro, en el periodismo, en la música y en la
oratoria”. Sin embargo su nombre ha sido borrado en la historia literaria nacional,
hasta que lo incluimos en nuestro libro inédito Antecedentes de las Vanguardias en Santo Domingo, del cual hemos tomado
la mayor parte de los datos de este artículo.
Indudablemente, no podemos
comparar a este modesto periodista de una ciudad casi desconocida como era ese Santo
Domingo a principios del siglo XX, con la eminencia de Rubén Darío, y las primacías
culturales de Argentina y Brasil. Por eso hemos considerado importante reproducir
el Manifiesto con las anotaciones del señor Betancies, como hicimos con Rubén Darío,
para tener una idea del posible impacto en los jóvenes poetas dominicanos de entonces.
El
manifiesto del Futurismo en la revista Mefistófeles
Marinetti es un joven poeta, de cepa italiana, que
a semejanza de Moreas, el fundador del Simbolismo, trata de fundar en plena primavera
de vida una nueva escuela literaria que habrá de revolucionar el mundo de las letras.
Con la fe del visionario,
la esperanza del triunfo y la tenacidad del luchador enamorado de su obra, lanza
Marinetti su Manifiesto al mundo, no queriendo imponer su escuela a un grupo sino
a todos los intelectuales del orbe; y ante la incrédula y desdeñosa sonrisa o la
acerba burla de los críticos, exclama con entereza: «El arte no tiene fronteras,
el genio es universal; todos los que sienten la belleza de la lucha son mis hermanos.
Conozco vuestras objeciones…
¡Qué importa! De pie en la cima del universo lanzo una vez más mi desafío a las
estrellas”.
¿Es
Marinetti un loco o un visionario?
¿Habla
tal vez como dice Gómez Carrillo, un nuevo Zaratustra?
Toda
suposición es aventurada.
Todo
dicterio, una calumnia.
Sería mejor estudiar el
credo de la nueva escuela, espulgarlo, sanearlo si necesario fuese, y seguir la
estela de las bellezas que en él se encierran, para aprovecharlas. He aquí lo que
me atrevo a llamar El Endecálogo del «Futurismo».
1. Queremos cantar el amor al peligro, el hábito
de la energía y de la temeridad. En la primera proposición paréceme que el futurismo
se convierte en pasadismo.
2. Los elementos esenciales de nuestra poesía serán
el valor, la audacia y la rebeldía.
El segundo sobre todo me
encanta. El vendrá a salvar la poesía de esa vulgaridad, de esa monotonía en que
generalmente cae. Sin desdeñar la dulzura ni la armonía, quiere que el alma poética
sea, valiente, audaz, rebelde.
3. Habiendo
hasta ahora magnificado la literatura, la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el
sueño, queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febriciente, el paso
gimnástico, el salto peligroso, la bofetada y el puñetazo.
Hay algo aventurado y hasta
un tanto de exageración que no me atrevo a llamar grosería, en este precepto que
cuadraría muy bien al alma sajona, pero nunca a la oriental o latina, artística
por excelencia. La bofetada humilla y esto de exaltar lo que humilla me parece una
paradoja inaceptable.
4. Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido
con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un automóvil de carrera, con
su cofre adornado de gruesos tubos semejantes a serpientes de aliento explosivo…
un automóvil rugiente, que parece que corre sobre metrallas, es más bello que la
Victoria de Samotracia.
No me convence. Perdone
el insigne Marinetti que no piense como él. Cosa que debe importarle bien poco.
Pero aunque se me llame ignorante, sigo y seguiré que el torno de la Victoria de
Samotracia o la Venus de Milo son más hermosos que el carapacho de un automóvil,
y que el seno de una mujer huele mejor que la gasolina que consumen estos aparatos
modernos.
El automóvil será más práctico
pero no tan hermoso. Mucha palabrería
brillante y poca verdad mantiene este mandamiento.
5. Queremos cantar al hombre que tiene el volante,
cuyo bello ideal traspasa la Tierra lanzada ella misma sobre el circuito de su órbita.
6. Es preciso que el poeta se gaste con calor, brillo
y prodigalidad, para aumentar el brillo entusiasta de los elementos primordiales
7. No hay belleza sino en la lucha. No hay obra
maestra sin un carácter agresivo. La poesía debe ser un asalto violento contra las
fuerzas desconocidas, para imponerles la soberanía del hombre.
Menos mal el quinto. No
hay pecado en cantar al manejador del volante, aunque sea mejor a la mujer que hace
saltar una de las repletas pomas a la de sus senos y la ofrece a la tierna boca
del niño, para dar vida a un futuro ciudadano, tal vez a un futuro genio que abra
al mundo nuevos horizontes.
Lo no tiene uno mata lo
otro.
El sexto no tiene nada de
particular. Podría suprimirse.
8. Estamos sobre el promontorio extremo de los
siglos… ¿Para qué mirar detrás de nosotros, puesto que tenemos que descerrajar los
vantaux de lo Imposible? El Tiempo y el Espacio han muerto ayer. Vivimos ya en lo
Absoluto, puesto que hemos creado la eterna rapidez omnipotente.
Tiene este mandamiento mucho
de apocalíptico, aquí de otros que desenreden la madeja.
9. Queremos glorificar la guerra –sola higiene del
mundo–, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas,
las bellas ideas que matan, y el desprecio a la mujer.
Tengo el honor de remitir
para su estudio, a los conferencistas de La Haya el presente precepto.
La última frase o no quiero
o no puedo entenderla,
10. Queremos demoler los museos, las bibliotecas,
combatir
el moralismo, el feminismo y todas las cobardías
oportunistas utilitarias.
Este mandato destructor
de bellezas, hijo legítimo del anterior, se destruye a sí mismo y tal vez destruya
a todo el edificio.
11. Cantaremos las grandes muchedumbres agitadas
por el trabajo, el placer o la revuelta; las resacas multicoloras y polifónicas
de las revoluciones en las capitales modernas, la vibración nocturna de los arsenales
y los astilleros bajo sus violentas lunas eléctricas; las estaciones glotonas y
tragadoras de serpientes que humean, los puentes de saltos de gimnasta lanzados
sobre la cuchillería diabólica de los ríos asoleados; los paquebots aventureros
husmeando el horizonte; las locomotoras de gran pecho, que piafan sobre los rieles,
como enormes caballos de acero embridados de largos tubos, y el vuelo deslizante
de los aeroplanos, cuya hélice tiene chasquidos de bandera y de muchedumbre entusiasta.
El último y el más extenso.
Mucha pedrería literaria.
La falsa mezclada con la legítima, mucha verdad útil, algo que huelga, algo que
huelga y sobre toda esa explosión de sincero entusiasmo flota el alma soñadora y
optimista del joven luchador.
No vienen estos comentarios
a imponerse, ni traen ínfulas de crítica. ¡Líbreme Dios de tal! Son simples reflexiones,
o mejor dicho, mis creencias a ese respecto.
¡Puede que un mañana distante
me convenza de que en alguna apreciación anduve errado!
Creo, sin embargo, lo que
dice Gómez Carrillo:
Claro está que no hay nada más fácil que reír de
todo esto. Pero quizás ante tanta sinceridad juvenil y entusiasta, sería preferible
resistir a toda tentación de burla para buscar en el fondo del fárrago natural y
de la necesaria truculencia, la parte de belleza útil que se nos ofrece.
Indudablemente el Futurismo
tendrá su gran época, pero como el Romanticismo, el Decadentismo, el Modernismo
y el Simbolismo, será relajado por los escritorzuelos que sin reservas aceptan cualquier
escuela para poder crearse una falsa fama literaria como el náufrago que se agarra
a cualquier leño para ganar la orilla.
Son estos escritorzuelos
la desgracia del arte, los mutiladores de bellezas literarias, alguna habrá seguramente
que, siendo la primera vez que oye hablar de El Futurismo, lo haga suyo y pretenda
imponerlo brutalmente, con tal de captarse las simpatías o un bombo de Marinetti.
El Futurismo le dará nuevo
brío a la poesía, es cierto, pero desgraciadamente para anular el pasado que es
el alma mater de ella.
Ha dicho en cierta ocasión
Ángel Guerra:
Vivir el culto del pasado es de hidalgos, pero no
de luchadores.
No me atrevo a aceptar el
absolutismo de esa frase.
Encasillarse en el pasado
puede que no sea de luchadores; pero muy bien se le puede rendir culto al pasado
y cantar sus misterios, y luchar en el presente y para el porvenir.
Creo que el alma humana
es muy grande y puede apreciar y estudiar las bellezas de Praxíteles junto a las
de Marconi; la doctrina de Sócrates junto a la de Lombroso, y puede vivir en la
antigua Grecia, en Londres o París, las modernas Babilonias.
¿Cuáles son los escultores
modernos que no copia en algo a Ciciones o Pérgamo?
¿Que arquitectura moderna
no tiene rasgos de Olimpia o del Partenón?
¿No es toda la belleza actual,
hija legítima a veces, degenerada otras, de la belleza de ayer?
Puede decirse que hay que
mirar al porvenir, que hay que cantar al alma moderna con sus automóviles y aeroplanos,
sin que para esto sea necesario matar el pasado bello.
Mephisto
¿Influyó
el Futurismo directamente en los poetas hispanoamericanos y en los poetas dominicanos?
Tomado de El Liberal de Madrid, traducido y comentado
por el eminente crítico E. Gómez Carrillo, ofrecemos a nuestros lectores el manifiesto
de la nueva escuela literaria que su autor, el distinguido escritor y poeta F. T.
Marinetti, sustenta desde las columnas de su magnífica revista Poesía, bella publicación
que se edita en Milano (Italia), escuela que su creador ha bautizado con el nombre
del Futurismo.
Indicando el articulista
bajo el título: Una nueva escuela literaria:
El Futurismo:
Alentado por el glorioso ejemplo de Moréas que vino
de Grecia para fundar, a los veinte años, el Simbolismo, el poeta Marinetti, italiano
de origen, acaba de publicar el manifiesto de una nueva escuela literaria. Pero
más orgulloso que su predecesor no quiere contentarse con formar un grupo francés.
A todos los escritores del mundo les pide su adhesión. Porque a su entender, ya
hoy no pueden existir fronteras estéticas, ni localismos artísticos, ni nacionalismos
poéticos. Todos los que sienten intensamente la belleza de la energía y de la lucha,
parecen sus hermanos.
Pasando a publicar el manifiesto
que ofrecimos in extenso, comprobando que reproduce el mismo texto. Que así fueron
leídos en mayo y en agosto de 1909, en aquella Santo Domingo encerrada en sus murallas,
gobernada reciamente por Ramón Cáceres (1886-1911).
Sin embargo, es doloroso decirlo, del mismo modo
que nadie le había hecho caso a esta publicación ni a los demás detalles que aparecían
en la prensa, el crítico más importante residiendo en el país, Federico García Godoy
(1857-1924), publicó en su De aquí y de allá,
impreso en La Cuna de América, 1910, un comentario que había publicado en algunas
revistas, de la página 109 a la 117, a un libro de Marinetti titulado Le Futurisme, que en la segunda parte, manifiesta
su amistad con el autor, comentando su novela Mafarka le Futuriste, que aquel le había enviado. Buscando en las bibliografías
de Marinetti, no aparece el título del libro comentado. Lástima que la biblioteca
de García Godoy desapareciera en un incendio en 1924, hecho trágico que le causó
una pena tan grande que al poco tiempo murió. De modo que viviendo en el interior
del país, en La Vega, tuvo contacto con el líder, pasando a comentar este primer
movimiento literario de vanguardia que se había proclamado un año antes en Francia,
señalando este detalle en sus comentarios críticos, después de una conferencia donde
se leyó el manifiesto en Torino o Turín:
“Convirtióse la inmensa sala repleta de gente, en
un verdadero pandemónium”. “La propaganda futurista levantó iguales o mayores tumultos
en otras ciudades de Italia”.
Manifestó su preocupación
por el cambio, incitando a la juventud dominicana con expresiones que debieron asumir
los jóvenes escritores de entonces:
A mi ver, algo de la propaganda futurista dejará
huellas en el movimiento progresivo de la civilización moderna. Como rumores de
tempestad que se aleja pasarán los ruidos del tumulto que actualmente levanta el
futurismo, dejará huellas en el movimiento progresivo de la civilización moderna…
Como rumores de tempestad que se aleja pasarán los ruidos del tumulto que actualmente
levanta el futurismo quedando de él únicamente lo que merezca vivir, lo humano más
alto y noble sentido, lo que represente de alguna utilidad en el necesario devenir
de la humanidad… Con todas sus tremendas extravagancias, con todo lo que pueda haber
de pose, de efecto estudiado, de escándalo cómico o burdo en su propaganda, el futurismo
es un movimiento juvenil de espíritus caldeados por aspiraciones caldeados por aspiraciones
en gran parte quiméricas, pero que tienen el mérito de poseer de creer en lo que
afirman, de consagrar toda todas sus energías una convicción; de creer en lo que
afirman, de consagrar todas sus energías a un empeño que más o menos equivocadamente
califican de salvador y fecundo. Luchar es vivir… Y nuestra época es de pugna constante.
Aplaudo a la juventud que labora, que lidia, que espera, que tiene un ideal así
sea extravagante y desorientado.
En la segunda parte comentando
a Mafarka Le Futuriste, novela africana
por F. T. Marinetti, entre las cosas que critica y comenta está su protesta por
el afán destructor de museos y ciudades, sobre todo le duele la exigencia de la
destrucción de Venecia. Luego pasa a comentar la novela de cuyas extravagancias
tanto se ha escrito.
Ahí no termina todo, el
27 de julio de 1910, en el número 166 de la citada revista Mefistófeles, sin firma, en la columna Crónica. Lamentando que del No. 98 al 166, solo aparece el 159 en el
Archivo General de la Nación, por lo que en este interregno pudo volver a hablar
de Marinetti y del futurismo, ya que él vivía atento a lo que se dijera en cualquier
sitio, y al saberlo enviaba libros manifestándos amigo de quien lo citara. Lo decimos.
porque comienza así:
Nuestro querido Marinetti, el príncipe del Futurismo,
acaba de obtener un nuevo, resonante triunfo en pleno Palacio de Justicia de Milán.
El ingenioso autor de Mafarka le Futuriste compareció ante los jueces inculpado de un delito
imaginario, de un delito creado por fantasías calenturientas que parece haber tenido
el deseo de ver aherrojado al valiente poeta que honra a su patria y a su época.
El día del juicio, la sala de la audiencia plena
estaba de hermosas damas, de jóvenes músicos, pintores, y poetas, admiradores del
acusado, cuya defensa estaba a cargo de tres famosos abogados y oradores italianos.
El poeta respondió a su interrogatorio con sinceridad,
entereza y valor y con grandes rasgos de elocuencia que le valieron la admiración
del auditorio, hizo la defensa de su ideal y de su bello romance Mafarka.
Luigui Campuana profesor de la Universidad de Catana,
nombrado perito legal hizo un experticio literario de Mafarka, y en el expresó la profunda admiración de esa
obra de tanto valor literario como moral.
La defensa fue soberbia y los aplausos rebosaron
las salas de audiencias, así como llenó de indignación la requisitoria del Ministerio
Público.
Marinetti fue absuelto, y en medio de vivas formidables
y delirantes, fue sacado en triunfo y acompañado por las calles de Milán en medio
de delirantes ovaciones.
Nos congratulamos con el nuevo triunfo del gran
Marinetti.
Hemos copiado textualmente
la nota de prensa, porque todo esto ocurre, como dijimos, en 1910. En 1912 se publica
el libro Góndolas de Vigil Díaz (1880-1961)
con el cual se ha dicho que proclamó el Vedrinismo, que hubiera sido el primer movimiento
de vanguardia, no solo en el país, sino en toda Latinoamérica, sin que hasta la
fecha se hubiera aportado ninguna documentación que la sustentara, por lo cual loa
hemos desmentido con pruebas. Pero ni la admiración de Betances, ni la de García
Godoy y quién sabe de quienes más, que no pudimos contactar, motivaron a los poetas
dominicanos para que se ocuparan del futurismo, hasta el inicio de la tercera década
del siglo. Los jóvenes poetas dominicanos más avanzados permanecieron fieles al
modernismo, tanto el citado Vigil Díaz, como Federico Bermúdez (1884-1921) y Ricardo
Pérez Alfonseca (1892-1950. La vanguardia andaba lejos de sus propuestas. A propósito,
el 11 de mayo de 1912 se publicó el Manifiesto
técnico de la literatura futurista (F.T. Marinetti, Manifesto tecnico de la litteratura futurista, Direzione del Movimento
Futurista, Milán), que entre otras cosas abre las puertas a los interesados en crear
novedades literarias:
1 .- Es necesario destruir la sintaxis, disponiendo
los sustantivos al azar, tal como nacen.
2.- Se debe usar el verbo en infinitivo para que
se adapte elásticamente al sustantivo y no lo someta al yo del escritor que observa
o imagina. El verbo en infinitivo puede sólo dar el sentido de la continuidad de
la vida y la elasticidad de la intuición que la percibe.
3.- Se debe abolir el adjetivo para que el sustantivo
desnudo conserve su color esencial. El adjetivo, que tiene en sí mismo un carácter
matizador, es incompatible con nuestra visión dinámica, porque supone una pausa,
una meditación.
4.- Todo sustantivo debe tener su doble, es decir
el sustantivo debe ir seguido, sin conjunción, de otro sustantivo al que está ligado
por analogía. Ejemplo: hombre-torpedero, mujer-golfo, multitud-resaca, plaza-embudo,
puerta-grifo.
Como la velocidad aérea ha multiplicado nuestro
conocimiento del mundo, la percepción por analogía se hace mucho más natural para
el hombre. Por lo tanto hay que suprimir el como, el cual, el así, el parecido a.
Mejor aún, hay que fundir directamente el objeto con la imagen que evoca, dando
la imagen abreviada mediante una sola palabra esencial.
5.- Abolir también la puntuación. Al suprimirse
los adjetivos, los adverbios y las conjunciones, la puntuación queda lógicamente
anulada, en la continuidad variada de un estilo vivo que se crea por si mismo sin
las pausas absurdas de las comas y los puntos. Para acentuar ciertos movimientos
e indicar sus direcciones se emplearán signos matemáticos: + - x = ( ) y signos
musicales.
6.- Los escritores se han entregado hasta ahora
a la analogía inmediata. Han comparado, por ejemplo, el animal al hombre o a otro
animal, lo que casi equivale, más o menos, a una especie de fotografía. Han comparado
por ejemplo un fox-terrier a un pequeñisimo pura sangre. Otros, más avanzados, podrían
comparar ese mismo fox-terrier trepidante a una pequeña máquina Morse. En cambio
yo lo comparo con el agua hirviendo. Hay en ellos una gradación de analogías cada
vez más amplias y unas relaciones cada vez más profundas y sólidas, aunque muy distantes.
La analogía no es más que el amor profundo que une
las cosas distantes, -aparentemente diversas y hostiles. Sólo por medio de analogías
amplísimas se logrará un estilo orquestal, al mismo tiempo policromo, polifónico
y polimorfo capaz de contener la vida de la materia.
Leyendo este segundo manifiesto,
tan avanzado en esos tiempos, comprendemos mejor lo que sucedió con los tenidos
por más avanzados que no alcanzaron plenamente el total de propuestas señaladas
por Marinetti a partir de 1912.
De 1913 a 1915 los jóvenes interesados
tuvieron noticias del pancalismo
(todo es bello) y el panedismo (todo
es verso) del puertorriqueño Luis Lloréns Torres (1876-1944). Sobre
todo, después de difundirlos en 1913 en “Visiones de mi musa” en la Revista de las Antillas que circuló en nuestro país. En el artículo que sustentas
estos ismos no cita a Marinetti ni al futurismo sino que LLoréns aparece como creador
del versolibrismo y del uso de cualquier palabra como poética. Pensando nosotros
que si en Santo Domingo, más desvinculado de España, donde publicaron lo de Gómez
Carrillo y casi al mismo tiempo lo de otro escritor más popular. Ramón Gómez de
la Serna (1888-1963), desde principios de 1909 tradujeron el Manifiesto, es imperdonable
que el boricua lo ignorara; aunque nos da la razón plenamente acerca de la forma
olímpica en que actuó la mayoría de vanguardistas en el mundo.
No solo eso sino que el 27 de abril
de 1917 en la revista Letras,
apareció un artículo del venezolano
Napoleón Acevedo (1896-1961) titulado “La Poesía Futura”, en el cual, entre otras
cosas, señala claramente:
Ante el maravilloso adelanto de la
poesía en nuestro siglo, más de una vez me asaltó esta idea: ¿Cuál habrá de ser
el porvenir de la poesía?
Esa poesía arbitraria y, extravagante
iniciada por Marinetti, tiene algo de la gran poesía que triunfará, sin que por
esto crea yo merezcan la celebridad.
Del verso actual no se puede pasar
sino a la prosa. El porvenir de la poesía será ella. Los oídos ya están cansados
de tanto verso bien medido y de tanta música discreta.
El consonante ha comenzado a decaer,
y dentro de poco veremos que ningún buen poeta se cuidará de él.
La rima es una cosa inútil. Los griegos
no la conocieron y sin embargo Teócrito y Anacreonte escribieron poemas que todavía
están palpitando dentro del corazón de la humanidad.
Hay más detalles, empero,
con los señalados hemos visto que aunque desde el 1909 los dominicanos y los de
casi todos los países latinoamericanos conocían el movimiento y aunque aparecieran
avanzados como Vicente Huidobro en Chile y Luis Lloréns Torres en Puerto Rico, el
primero lo negó y el otro no lo reconoció, siendo los inspiradores mayores del versolibrismo
en sus países. En el nuestro, los fundadores del Postumismo primera manifestación
de vanguardia documentada, con proclama y una serie de manifestaciones de los tres
fundadores: Andrés Avelino (1900-1974), autor del Manifiesto Postumista, omingo
Moreno Jimenes (1894-1986), la figura principal y de Rafael Augusto Zorrilla (1872-1937),
teórico importante, no citan tampoco al futurismo para justificar la aplicaron el
versolibrismo, Moreno, por lo menos señala haber leído los Sonetos Sinfónicos de Lloréns Torres.
En conclusión, a pesar del
mucho Futurismo, de Marinetti publicando en libros, revistas y periódicos, fue muy
poco lo que directamente reconocieron los vanguardistas latinoamericanos. Los que
los han citado lo han admitido con reservas o lo han rechazado u omitido. Sin embargo,
sin ese loco aviador, enamorado de los motores, no se explicarían los llamados grupos
de vanguardia a lo largo del planeta tierra. Paradojas de la historia.
__________
MANUEL MORA SERRANO (República Dominicana, 1933). Columnista, narrador, ensayista
y poeta. Mora Serrano es abogado de profesión, que no ejerce para dedicarse totalmente
a la literatura. Vive en Santo Domingo desde 1984. Ha representado el país en el
Tercer encuentro de escritores latinoamericanos celebrado en Caracas en 1970 a la
que asistió Pablo Neruda; junto a Cayo Claudio Espinal fue al encuentro de escritores
Iberoamericanos de Israel en 1987; Invitado especial al Estado Ceará, Brasil, 2007
y a la Feria del libro de Fortaleza, Brasil, 2008; fue Asesor cultural del Gobierno
Dominicano de 1987 a 1992; ha ido a encuentros y conferencias, además en Mami, y
San Juan, Puerto Rico. Fundó la Sociedad Literaria Amidverza y fue miembro directivo
del Grupo del Cibao. Pertenece a la Generación del 50 de la literatura dominicana.
Asiste a encuentros culturales y ha recibido el Premio Caonabo de Oro en 2013. El
26 de enero del 2021 recibió el Premio Nacional de Literatura. Ha publicado Juego
de dominó (noveleta, 1973 y 2005), Historia de la literatura dominicana e
hispanoamericana (1977), Goeíza, novela, ganadora del Premio Siboney, 1980;
Decir Samán, novela, 1985; El Ángel Plácido, novela escénica, 2009),
Cuando Dios oye al pobre (fabulilla, 1987) Cucarachas (fabulilla,
1993), El precio del fervor (prosemas, 1999), Antología de Domingo Moreno
Jimenes (2000), Celebración del vino oscuro (poesía, 2006), ¿Ha sido
valorado justamente Joaquín Balaguer como literaro? (Conferencia, 2006), Revelaciones
de Pimentel (artículos, 2008), Sinfonía
en Miedo Mayor versión español portugués (traducción de Cristiane Grando) (poemas,
2009), El Magisterio lírico de Domingo Moreno Jimenes, (Conferencia, 2009),
Antología amorosa de Domingo Moreno Jimenes (2010), Postumismo y vedrinismo
primeras vanguardias dominicanas (ensayo 2011); La Luisa, novela, 2016
y Modernismo y criollismo en el siglo XIX (La turba letrada y los mitos literarios),
ensayo, Intec, 2018, Sinfonía en la primavera (Poema), Editora Búho, 2921.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 191 | dezembro de 2021
Curadoria: Soledad Alvarez (República Dominicana, 1950)
Artista convidado: José García Cordero (República Dominicana, 1951)
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