sexta-feira, 23 de dezembro de 2022

ANNA APOLINÁRIO | Lujuria y aniquilamiento: eros corrosivo en poemas de Joyce Mansour

 



alas heladas

dedos rotos

sexo cruzado

corazón de león descompuesto.

 

JOYCE MANSOUR

 



La génesis y la sangre de la lengua mansouriana

Joyce Mansour (1928-1986), nacida en Bowden, Inglaterra, reconocida como una poeta egipcia de expresión francesa, en sintonía con el surrealismo. Poco después de su nacimiento, su familia se mudó a El Cairo, Egipto, donde se creó. Cuando era adolescente, Joyce se destacó como atleta en salto de altura y velocidad. En 1944, a la edad de quince años, su madre muere de cáncer, y en 1947, a la edad de diecinueve años, su primer marido, también sucumbe al cáncer, seis meses después de su matrimonio.

En 1949 se casa por segunda vez con el judío egipcio Samir Mansour, procedente de la colonia francesa de El Cairo. Su idioma nativo era el inglés, con motivo de su matrimonio, Joyce estableció un conocimiento más profundo del idioma francés y comenzó a escribir sus poemas en esta lengua. Tras una vida de intensa creación artística e intelectual, acaba corriendo la misma suerte que su madre y su primer marido, y muere de cáncer en 1986, a los 58 años.

Su extensa obra incluye dieciséis títulos de poesía y cinco de prosa, además de una obra de teatro, entre los que se encuentran los poemas Cris (1953), Rapaces (1960), Les Damnations (1967), Pandemonium (1976) y Flamme immobiles (1985). Su obra completa se publicó en 1991, Prose et poésie, œuvre complète, (Actes Sud, París). Algunos de sus libros cuentan con ilustraciones de los pintores Pierre Alechinsky, Enrico Baj, Hans Bellmer, Jorge Camacho, Lam, Matta, Pierre Molinier, Max Walter Svanberg y Reinhoud.

Hacia 1956, Joyce y su marido abandonan definitivamente Egipto, en el exilio, instalándose en París, momento en el que la autora se une al grupo surrealista francés liderado por André Breton, y participando en las reuniones y actividades del grupo, se consolida como poeta francesa de habla egipcia enredada en el surrealismo. Su primer poemario titulado Cris (Gritos), escrito en francés, fue publicado por Ediciones Seghers en 1953, incluso antes de unirse al grupo, sus poemas ya habían llegado a manos de Breton, quien quedó encantado con su brío salvaje, porque Joyce había enviado una copia de su primer libro al poeta, incitándolo a comentar sobre la obra: Me encanta, señora, el olor a orquídea negra, ultranegra, en sus poemas. A partir de entonces, Breton y Mansour mantuvieron una correspondencia frecuente y se conocieron desde finales de la década de 1950 hasta su muerte. En el ensayo “Joyce Mansour, la mujer maldita”, Maite Noeno Caraballo nos trae apuntes sobre la génesis poética de Mansour y su devenir:

 

Sus primeros poemas, Cris (1953) llegan en un momento en que el erotismo se considera propio de la esfera masculina, pero a pesar de ello, esta inquietante mujer que no pasó desapercibida para el grupo surrealista, con su físico hipnótico y superioridad lingüística, fascina con su capacidad infinita para penetrar en el centro de sus obsesiones: la muerte y el erotismo. El propio Breton le escribe a Cairo agradeciéndole estos poemas, y reconociéndola dentro del grupo surrealista, ya que se reconocen los temas claves del surrealismo: el amor, la poesía, el humor negro, así como toda la imaginación de los crueles y el erotismo. (CARABALLO, 2009)

 

En Brasil existe una sola colección con poemas traducidos, se trata de Gritos rasgos e rapinas: 23 poemas de Joyce Mansour, publicados por la editora Lumme en 2011, con traducción de Eclair Antonio Almeida Filho y prólogo de Claudio Willer. Además de esta colección, destaque las traducciones y publicaciones sobre la autora realizadas por el poeta, ensayista y traductor Floriano Martins, también editor de Agulha Revista de Cultura y estudioso del surrealismo y la tradición lírica hispanoamericana.


De una manera esencialmente subversiva, Mansour explora la fusión abrasadora del amor y la muerte y celebra la rebelión femenina, una expresión genuina de la codicia y la transgresión. Sus versos muestran las entrañas de cuerpos atravesados ​​por una erótica desconcertante y desafiante. En su libro Historia de la literatura erótica (1993), específicamente sobre el tema La revuelta de las mujeres surrealistas, Sarane Alexandrian se refiere a Joyce, destacando la furia de su poética, y la erupción de su sexualidad volcánica:

 

El surrealismo, al haber exaltado mucho a la mujer y la libertad, era normal que animara a las poetas a expresar libremente su sexualidad. La más audaz de todas es Joyce Mansour, quien en 1954 se reveló con Cris, una plaqueta que contenía poemas de un tono completamente nuevo. Sexo y muerte, Eros y Tánatos, eran los dos temas mezclados en una sola obsesión aulladora y gruñona, los versos de Joyce Mansour eran como los rugidos de una pantera negra, de la que ella misma tenía el porte y el empuje salvajes. (ALEJANDRIAN, 1993)

 

El lirismo mansouriano emerge impregnado de la voluptuosidad poderosa y transformadora de los cuerpos disidentes, el poeta instaura nuevas formas de poder a través del lenguaje, apunta al derrumbe del orden falocéntrico de los discursos, la ruptura de los tabúes y el dominio libertario de la sexualidad. En su reino de las Bacantes, ruge insolente, Lilith indómita, hembra devoradora, […] Joyce Mansour nunca dejó de ensalzar la revuelta femenina integral (ALEXANDRIAN, 1993). Su texto revela la alegre insurgencia de voces y cuerpos que no están al servicio del patriarcado, los preceptos y las convenciones sociales. Poesía corpórea que grita y desgarra el potencial de las experiencias afectivas, explora y desvela zonas oscuras del afecto humano, enciende llamas en la arena donde se baten el amor y la muerte. En el prólogo del libro Julio César – Historia Nociva (1987), novela de Joyce Mansour publicada en Portugal por Hiena Editora, Aníbal Fernandes discute la diégesis poética del autor:

 

[…] La poesía de Joyce Mansour es un monólogo vagina dentada (Dejaré devorado a quien viole mis flancos / con pulsaciones bárbaras) (y mi cuerpo profundo, ese pulpo que no piensa / se traga tu sexo agitado), con momentos de cansancio heterosexual donde el repudio del hombre da paso a la elección de la mujer (…Atraigo a las muchachas/a la mayor violencia de mi turno) (…en el terciopelo rojo de tu vientre/en la negrura de tus gritos secretos/yo penetrado (… …)/ y la tierra se balancea cantando (…)/ yo soy el torbellino de Gomorra), opciones de un mismo juego que se resuelve con la vida y la muerte, para desgarrar soledades. (FERNANDES, 1987)

 

Los lazos libidinosos de la poética mansouriana repercuten en la glotonería deletérea de su verbo, verbo efervescente por la concupiscencia humana, regocijándose en el aliento furioso de las pasiones. Mansour nos regala una vida creadora vociferada en la inmensidad de los placeres disolutos, sus poemas están habitados por figuras hambrientas, carne codiciosa en confabulación con la angustia de un desenfreno destructivo, llama que se consume en su propio ardor. Observamos en su palabra poética, la expresión erótica regida por el choque continuo entre las fuerzas instintivas de la vida (Eros) y la muerte (Thanatos), poder bacante de los cuerpos que buscan frenéticamente la fusión y la continuidad, mientras avanzan, lánguidamente, hacia la descomposición. En su prefacio a la antología poética Gritos, lágrimas y presas – 23 poemas de Joyce Mansour (2011), el poeta Claudio Willer identifica las líneas de fuerza y ​​los elementos dominantes en el repertorio estético de Mansour:

 

el surrealismo intenso y visceral está presente; el lirismo ambivalente, transformando cada poema en un escenario de confrontación entre Eros y Thanatos; la violencia atacando la moral, las buenas costumbres y las ideas recibidas; religiosidad pagana y blasfema; la equivalencia verbal de la desnudez; a la exposición total, porque, citándola, “el amor no tiene nada que ver con el anonimato”; por lo tanto, debe ser proclamado con énfasis. (WILLER, 2011).

 


La poesía de Joyce Mansour revela los rostros abismales del amor, la sangre de su lenguaje brota de los calderos incandescentes en los que se agitan y desbordan fuerzas primigenias instintivas, aventuras afectivas viscerales, excesivamente humanas. En su ámbito imaginístico brillan principalmente las potencias brutales del amor y los horrores del goce, carnalidad de una lírica devoradora, desvergüenza de una poeticidad que centellea en la antesala incandescente de las fábulas lascivas.

En Gritos, Desgarraduras y Rapaces (2009) se reúnen los tres primeros libros de Mansour traducidos al español por Eugenio Castro, la obra fue publicada en España por Edições Igtur. El volumen incluye un epílogo escrito por Eugenio Castro, titulado “Joyce Mansour: el grito y la carne consumados”, en el que el autor señala sus consideraciones sobre la esencia de la arquitectura poética de Joyce:

 

De esta forma, así como el inconsciente físico recubre el cuerpo del deseo, el inconsciente psíquico interviene cualitativamente en el surgimiento y construcción de esta escritura que se conduce según el desencadenamiento de ese “deseo de deseo sin fin” que caracteriza la poesía de Mansour, siendo uno de sus prerrequisitos ineludibles y, por supuesto, desafiantes, para mirarlo cara a cara como sólo se puede hacer frente a Eros, infinitamente más temible que frente a la Realidad. Joyce Mansour lo hace. Se entenderá, por tanto, que cualquier acercamiento a esta poesía se hace bajo la total aceptación de este desafío. (CASTRO, 2009)

 

La violencia de la palabra mansouriana engendra un cuerpo convulso guiado por el deseo de amar y aniquilar, explorando un léxico que talla en la piel el paroxismo mortal. La poeta celebra el imperio de la interdicción, levantando capas sinestésicas, rítmicas, semánticas y sensoriales, cuestionando el potencial del placer en la transfiguración verbal y la fusión alquímica.

 

Buceando en el torbellino: tejiendo eros en versos

En el tejido poético de Mansour hay elementos que expresan comunión con el erotismo. Su obra explora el territorio del insidioso Eros, refleja la magnitud de la experiencia orgiástica en continuo coqueteo con la muerte y el aniquilamiento, la ingenuidad poética en movimiento por los terrenos de la transgresión, por la violación de los interdictos. La figuración del impulso erótico en conflicto con la talla tanática impregna todo el cuerpo poético del autor, las fuerzas de la vida y la muerte pulsan entrelazadas en una construcción emblemática. Frente a los vigorosos matices eróticos mezclados con la muerte en la obra de Mansour, nuestra aportación teórica se centrará en los escritos del filósofo Georges Bataille, concretamente en el libro El Erotismo (1987).

En su largo ensayo, Georges Bataille habla del erotismo como una experiencia esencialmente humana, distinta de la actividad sexual de los animales, por lo tanto, una experiencia esencialmente interior, singular y subjetiva. Experiencia permeada por la fabulación y marcada por la interdicción y la transgresión, el erotismo involucra formas múltiples y complejas. En la lectura batailliana, aprehendemos el carácter límite e indeleble del erotismo, cuando el autor nos revela su pensamiento así: Del erotismo se puede decir que es la aprobación de la vida incluso en la muerte (BATAILLE, 2020).

El poema citado aquí es parte del primer libro de Mansour, Cris (Gritos) publicado en 1953. El poema traducido al portugués presentado en este artículo fue tomado del libro de Alexandrian História da Literatura Erótica (1993). En el corazón del poema, la experiencia erótica emerge con virulencia, a través de la voz lírica voluntariamente abrumada por los tormentos de la pasión:

 

Ella me ama egoístamente

Le encanta que beba su saliva nocturna

Le encanta que ande mis labios de sal

Por tus obscenas piernas por tu cuerpo desmoronado

Le encanta que llore mis noches de juventud

Como ella agota mis músculos que se indignan

Con tus caprichos abusivos

(MANSOUR, 1953, apud ALEXANDRIAN, 1993)

 


Los versos desencadenan modulaciones de un erotismo salvaje, visceral y subversivo, y delinean deseos saciados a través de una lujuriosa inmolación. La escena lírica abre de par en par la sexualidad disidente de los cuerpos femeninos, los crímenes de lascivia corrosiva de amantes embriagados por los embrujos de una voluptuosidad lacerante, en Bataille encontramos la raíz de esta sombría puesta incorporada en los versos, El erotismo se abre a la muerte. La muerte se abre a la negación de la duración individual. ¿Podemos, sin violencia interna, asumir una negación que nos lleve al límite de todo lo posible? (BATALLE, 2020). En el poema, la fusión de los amantes se alimenta a través del enredo erótico marcado por el flagelo, el goce y la agonía se mezclan en una profunda tensión corporal y psíquica en busca del éxtasis total. El texto surge como escenario para la vociferación de la amargura de una joven, cuya voz es dominante en el texto, en relación a su amante senil y libertino, presentándonos el núcleo de una relación homoerótica cubierta por el carácter abusivo y ambiguo de sus compañeros.

Evidenciando el deseo de experimentar el amor y el placer a través de la exploración de los límites, los cuerpos se embrutecen para continuar violenta y desesperadamente vivos. En la perspectiva batailliana, el erotismo respira en los precipicios más íntimos y bárbaros del ser, Esencialmente, el dominio del erotismo es el dominio de la violencia, el dominio de la violación (BATAILLE, 2020), dicho esto, a través de la exploración de su erotismo potencialidades ostensibles, el ser alcanzará su más imperiosa experiencia interior, la tempestuosa plenitud de sus más íntimos deseos.

 

Pensamientos finales

El camino poético de Mansour esparce la furia de las subjetividades en una erupción catártica, su escritura avanza impregnada de gritos, alegrías y laceraciones, hacia la inmersión en los abismos psíquicos y oníricos de lo humano. Su letra erótica y surrealista esculpe fascinantes espirales que se deslizan veloces como cortocircuitos en la retina del lector, Joyce construye una red lírica de abrumador voltaje y así seduce, captura y devora a sus oyentes.

Por eso, en el Diccionario de amor del psicoanálisis (2019) de la historiadora y psicoanalista francesa Elizabeth Roudinesco, encontramos la entrada amor: Entonces, en su fuerza primordial, y cualquiera que sea su objeto, el amor es un acto incondicional, un acto de libertad. (ROUDINESCO, 2019), más adelante nos encontramos con la entrada Eros: El amor es el compañero de la muerte, decía Freud, juntos gobiernan el mundo. La psique, por lo tanto, es un campo de batalla en el que dos fuerzas primordiales, Eros y Thanatos, se enfrentan, destinadas a amarse y odiarse para siempre. (ROUDINESCO, 2019). Percibimos en el poema de Joyce Mansour la urdimbre lírica tejida a través de la díada de elementos poderosos y antagónicos (amor y muerte, éxtasis y violación, júbilo y destrucción), mientras comprendemos el texto poético de la autora, separado del amor romántico y confluente con el erotismo. y la reconfiguración de las reverberaciones sobre la sexualidad, denotando una sensación de liberación total del deseo erótico y sus ramificaciones.

En la escritura de Mansour late el encuentro ineludible con el erotismo, a través de la creación de enunciados e imágenes que convergen a la insurgencia de la poética voluptuosa de los cuerpos femeninos, que aparecen no como simples objetos erotizados producto del patriarcado, sino como seres empoderados por su sexualidad. Cuerpos y corazones: constructos subjetivos verdaderamente liberados para la totalidad de la lujuria, de la experiencia y escritura del sexo, ligados al placer y al dolor, a la vida y la muerte, efigies del deseo irrumpiendo en fisuras existenciales.

 

NOTA

Traducción al español de Floriano Martins.

 

Referências

ALEXANDRIAN, Sarane. História da literatura erótica. Rio de Janeiro: Rocco, 1993.

BATAILLE, George. O Erotismo.Belo Horizonte: Autêntica, 2020.

BERRIOS, G. E.; BERLINCK, M. T. Erotomania. São Paulo: Escuta, 2009.

CARABALLO, Maria Teresa Noeno. Joyce Mansour, la mujer maldita – Texto Y Sociedad En Las Letras Francesas Y Francófonas, Departament de Filologia Clàssica, Francesa i Hispànica Universitat de Lleida, 2009. Disponível em: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3707210.

CASTRO, Eugenio. In: MANSOUR, Joyce. Gritos, Desgarraduras y Rapaces. Traducción: Eugenio Castro. Espana: Edições Igitur, 2009.

DURIGAN, Jesus Antônio. Erotismo e literatura. São Paulo: Ática, 1985.

FERNANDES, Aníbal. In: MANSOUR, Joyce. Júlio César – História Nociva – Trad. Aníbal Fernandes. Portugal: Hiena, 1987.

KERNBERG, Otto F. Psicopatologia das relações amorosas. Jones & Bartlett, 2004.

NOEL, Jean Bellemin. Psicanálise e literatura. São Paulo: Cultrix, 1978.

PAES, José Paulo. Poesia erótica em tradução – seleção, tradução, introdução e notas de José Paulo Paes, São Paulo: Cia das Letras, 2006.

PAZ, Octavio. A dupla chama: amor e erotismo. São Paulo: Siciliano, 1994.

ROUDINESCO, Elisabeth. Dicionário amoroso da psicanálise. Rio de Janeiro: Zahar, 2019.

WILLER, Claudio. A lírica selvagem de Joyce Mansour. In: MANSOUR, Joyce. Gritos, rasgos e rapinas – 23 poemas de Joyce Mansour, Trad. de Eclair Antonio Almeida Filho. São Paulo: Lumme Editor, 2011.

 

 


ANNA APOLINÁRIO (Brasil, 1986). Poeta, pedagoga y productora cultural independiente, organizadora de Sarau Selváticas, cofundadora de Cia Quimera – Teatro e Poesia. Ha publicado siete libros, los más recientes son: A Chave Selvagem do Sonho (2020), Furor de Máscaras (2021), Brujas susurran mi nombre, libro premiado con el Prémio de Literatura Políbio Alves, por publicar pronto.

 

 


PIERRE MOLINIER (França, 1900-1976). Fue pintor, fotógrafo, diseñador y creador de objetos. En 1955, Pierre Molinier se puso en contacto con André Breton y en 1959 se exhibía en la Exposición Surrealista Internacional. En ese momento, definieron el propósito de su arte como para mi propia estimulación, indicando la dirección futura en una de sus exhibiciones en la muestra surrealista de 1965: un consolador. Entre 1965 y su suicidio en 1976, hizo una crónica de la exploración de sus deseos transexuales subconscientes en Cent Photographies Erotiques: imágenes gráficamente detalladas de dolor y placer. Molinier, con la ayuda de un interruptor de control remoto, también comenzó a crear fotografías en las que asumía los roles de dominatriz y súcubo que antes desempeñaban las mujeres de sus cuadros. En estas fotografías en blanco y negro, Molinier, ya sea solo con maniquíes de muñeca o con modelos femeninos, aparece como un travesti, transformado por su vestuario fetiche de medias de rejilla, liguero, tacones de aguja, máscara y corsé. En los montajes, un número improbable de miembros enfundados en medias se entrelazan para crear las mujeres de las pinturas de Molinier. Declaró: En la pintura, pude satisfacer mi fetichismo de piernas y pezones. Su principal interés con respecto a su sexualidad no era ni el cuerpo femenino ni el masculino. Molinier dijo que las piernas de ambos sexos lo excitan por igual, siempre que no tengan pelo y estén vestidas con medias negras. Sobre sus muñecas dijo: Si bien una muñeca puede funcionar como un sustituto de una mujer, no hay movimiento, no hay vida. Esto tiene cierto encanto si se está ante un cadáver hermoso. La muñeca puede, pero no tiene que convertirse en el sustituto de una mujer.

 



Agulha Revista de Cultura

Número 220 | dezembro de 2022

Artista convidado: Pierre Molinier (França, 1900-1976)

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