LA CREACIÓN POÉTICA & SUS ESPEJOS
RB | Creo que estoy siempre abierto
a las dos cosas: Cuando estoy en modo escritural (algo que no sucede con frecuencia
pues soy profesor, organizador cultural en mi comunidad y en el mundo hispano [coordino
un festival de poesía en la zona de Washington en la que vivo desde hace casi 40
años con poetas de muchos países], padre de familia, cocinero y jardinero, entre
otros oficios domésticos, académicos o sociales), mantengo abiertas todas mis posibilidades
de absorber de la vida y la experiencia todo lo que puedo captar con el ojo y la
suma de los demás sentidos y persigo imágenes en cualquier situación que se me dé,
desde las más bajas de nuestra condición humana hasta las más sublimes.
FM | ¿Tienes una esperanza de vida
ideal? ¿Cuál? ¿De qué modo tu creación hace parte de ella?
RB | Para mí, la vida ideal es la
que tengo en el momento en que estoy vivo y viviendo. Incluso la interrupción de
la conciencia del vivir al llegar la noche y entregarme a la pequeña muerte que
es el sueño es parte íntegra de la experiencia de vivir, pues uno cree saber que,
una vez agotadas las horas que dedicamos al piloto automático del descanso, regresaremos
de nuevo a la conciencia de estar vivos (algo que no siempre es verdad, pero ninguno
de los que siguieron soñando despertó luego para venir a contarlo). Creo que mi
función creativa es consciente de esa doble manera de ser y estar en un aquí y hoy
siempre constante: vida ideal, ideal de vida.
FM | ¿Cómo percibes las diferencias
entre lo que pretendías crear y lo que realmente creas? ¿Te molesta este abismo
sutil de vez en cuando? Si se ha reducido (o incluso desaparecido) con el tiempo,
¿a qué atribuyes tal evidencia?
RB | Uno nunca sabe en qué dirección
le llevará la escritura y mucho menos qué va a hacer el lector con el texto que
le hemos entregado. Por eso no tiene uno que sentirse extraño por el rumbo que toma
su palabra una vez que se echa a andar. Escribir es un constante descubrimiento
de lo que queremos hacer en la lengua y por ella y de lo que al final llegamos a
hacer. No me molesta en absoluto este cambio de dirección; al contrario, me siento
realmente afortunado de que las palabras me escojan para hacerse vivas en el ojo
o el oído de los otros.
FM | Al visitar el templo de Zoroastro,
Italo Calvino descubre que el fuego real es el fuego oculto. ¿Cómo alimentas el
fuego de la creación en tu escritura? ¿Podríamos hablar de la existencia de algún
rito?
RB | El rito es tener los ojos abiertos,
pues el fuego poético puede estar oculto en una receta de cocina; en el cambio antirrítmico
de un movimiento del cuerpo de un bailarín o de una atleta que transforma esas centésimas
de segundos en el aire en un cronotopo experimental para avanzar causas estéticas,
geopolíticas o eco-sociales; en el inefable pincel de El Bosco o Botticelli; o en
una queja existencial de Nietzsche o de Vallejo. Leer el periódico todos los días,
observar la atención que pone mi perrita moviendo constantemente sus orejas para
captar el mundo, ver y escuchar el agua que corre y la naturaleza que me rodea en
el patio de mi casa son alimentos insustituibles para mi imaginación.
FM | ¿Crees que hay un exceso de ideas
en el mundo y que hay una especie de mal uso de esas ideas? ¿Es necesario minar
constantemente nuevas ideas o lo que falta en el mundo es orden y perseverancia
en las ideas existentes?
RB | Lo que nos hace falta en realidad
es buscar ideas que tengan que ver con una mayor exaltación de la realidad humana.
Hay demasiada ceguera ligada a la religión y a la política, los dos cultos más dañinos
que ha sufrido la humanidad en toda su historia, incluido este momento. Siempre
han existido los profetas nacionalistas que han buscado imponer su forma de ver
y actuar en el mundo en todos los demás. Por un tiempo logran su objetivo, hasta
que los que les seguían despiertan de su pesadilla ideológica e intentan regresar
al orden del mundo y de la vida. Muchos hombres y mujeres perdieron y siguen perdiendo
la vida en este proceso. Todas las artes –poesía, música, pintura, medicina, arquitectura–
tienen por necesidad que contribuir al rechazo total de las ideas que nos disminuyen
en nuestra humanidad.
FM | ¿Cómo has contribuido a mejorar
el mundo?
RB | De varias maneras y menciono
solo tres: enseñando a los que comparten conmigo la hora del vivir y a los que vienen
detrás de mí –y aquí tengo que volver a repetir lo que señalé en mi anterior reflexión–
a no dejarse engañar jamás por los espejismos que les ofrecen la religión y la política
que son, en realidad, la misma cosa; contribuyendo con mi obra a crear un espacio
vivo para la creatividad y la imaginación de todos los seres vivos, incluido el
árbol y sus pájaros, el monte con su nieve o su nube, el río con sus piedras; y
ofreciéndole a los demás poetas la oportunidad de encontrarse en los espacios que
he podido crear para compartir sus obras y sus sueños. Hay poetas de gran fuerza
que solo piensan o han pensado en ellos mismos toda su vida. Esto es inaceptable
para mí. La escritura no es un momento para brillar solo nosotros; es también y
sobre todo crear posibilidades imaginativas para los hombres y las mujeres que vienen
detrás.
FM | ¿Existe una realidad hispanoamericana
o el conjunto de sus 19 países aún no ha descubierto sus verdaderas perspectivas
culturales para la acción conjunta? ¿Cómo cree que debería funcionar esa América
tan deseada y a veces imposible?
RB | Claro que debería haber una común
realidad iberoamericana que no hemos logrado todavía delinear. He corregido el “hispanoamericano”
de la pregunta por el “iberoamericano”, pues los países que hablan la lengua de
Borges y Cervantes se han concentrado demasiado en sus raíces lingüísticas dejando
de lado una realidad geográfica irrefutable: compartir con Brasil un poquito más
de la mitad de todo el continente, por lo que todos los sueños culturales, artísticos,
sociopolíticos y económicos de Brasil deben también ser los sueños de Argentina,
Perú, Colombia y los demás países del sur del continente y viceversa. Regreso de
nuevo a lo afirmado en la última reflexión de mi respuesta inmediatamente anterior:
estamos en este viaje juntos y por tanto no debemos buscar lo que nos separa sino
lo que nos une.
FM | ¿Qué sueles leer fuera del español?
No me refiero sólo a la literatura, porque aquí me interesa evocar tu entorno de
lectura. ¿O crees que leer poetas es el único material imprescindible para tu creación?
RB | Este es uno de los males a los
que hay que enfrentarse en este oficio: creer que solo tiene validez para enriquecernos
intelectualmente la lectura de aquello a lo que estamos acostumbrados en la lengua
que nos pertenece. Entiendo que es imposible estar al día en lo que se produce en
España, Chile, Uruguay o en nuestro propio país (Dominicana, en mi caso) con respecto
a la literatura. Hay poesía que nos puede abrir puertas ecológicas hacia el entendimiento
de la realidad social del mundo, como hay cuentísticas, dramaturgias o narrativas
amplias que nos elevan poéticamente a la interpretación simbólica o metafórica del
mundo. Pessoa y Szymborska nos abren nuevas ventanas por donde penetran aires nuevos
de verdad humana en enriquecedores y novedosos sonidos lingüísticos que tenemos
que aprender a reconocer.
FM | ¿Crees en la existencia de la
sociedad?
RB | La sociedad es un bien que hemos
creado para aportar lo que cada uno ha recibido desde su lengua, su cultura, su
historia con el fin de repartirnos las utilidades que se generan de esta empresa
que es el vivir juntos en un tiempo definido, unos sueños simultáneos y un espacio
elegido desde los cuales nos definimos.
FM | ¿Quién eres de todos modos?
RB | Soy tan solo un hombre pequeñito
con unos dilatados ideales humanísticos abiertos hacia todas las direcciones del
presente, mis pasados o los futuros de mi historia humana.
FM | ¿Qué te parece la idea de incluir un poema propio, comentando algo que
motivó su creación?
RB | En marzo de 2008, con ocasión
de la celebración del IV Festival Internacional de Poesía de Izmir (Esmirna), dedicado
aquel año a América Latina, fui invitado a participar en el mismo junto con otros
seis poetas suramericanos y un montón de poetas turcos. Uno de los poemas que envié
para su traducción al turco fue “Gallo del alba”, que había escrito unos 30 años
antes en la buhardilla del Rastro de Madrid donde vivía con mi compañera de aquellos
años sobre un gallo que cada mañana despertaba a los vecinos con su canto esperanzador.
Un día no volví a escuchar a aquel profético gallo. Al repetirse su silencio en
los días que siguieron entendí lo que pudo haber pasado y escribí este poema que
los poetas turcos me pidieron que leyera todos los días durante mi visita a Izmir,
pues pensaron que había sido escrito pensando en la situación cultural de Turquía,
sobre todo luego de que, al segundo día de lecturas y discusiones, el periodista
turco Ilhan Selçuk, paradigma de lo que el humanismo turco quería para su sociedad
o para cualquier otra sociedad humana, fue puesto por su gobierno bajo arresto domiciliario
el 21 de marzo de 2008. Aquellos versos de mi “Gallo del
alba”, vibrando entre el humor y la fuerza metafórica, estaban llenos de esperanza
y denuncia y se convirtieron en un canto diario del festival, un canto que hacía
pensar en que iba a ser posible la alegría en la sociedad. La misma noche que llegué
a mi casa en Washington de regreso del festival, Ebru Yener, la joven estudiante
de doctorado de la Universidad de Estambul que había traducido el poema, me escribió
estas palabras: “Querido poeta: Hoy usted se convirtió en una de las personas más
buscadas por Wikipedia de Turquía, pues el Pen Club de Turquía publicó su poema
en muchos de los diarios del país, obligando así al gobierno turco a liberar a Selçuk.”
No me lo podía creer, y todavía hoy se me pone la carne de gallina al volver a relatar
esta historia, pues jamás en mi vida pensé que un poema que yo escribiera en mi
solidaria soledad a favor de un gallo cantor madrileño pudiera contribuir a la liberación
de un ser humano 30 años después en un remoto lugar del globo terráqueo. He aquí
el poema:
GALLO DEL ALBA
Lo
prendieron por exceso de futuro,
por
la furia de su cresta distinguida,
por
la vaina de su boca al hueso vivo,
por
sus piernas indecentes y agrietadas
y
el aplauso de la gleba enmudecida.
Lo
prendieron porque aireaba con su canto
que
el vacío de la noche terminaba,
que
la luz de un llanto sobrio establecía
sus
vibrantes espectros juveniles
en
la piel de la mañana.
Lo
prendieron por exceso de alegría,
por
hacer que el hombre tienda a su estatura
y
cruce a cada paso nuevos puentes,
y
levante polvaredas de guitarras
sobre
el musgo desprendido del camino.
Lo
prendieron, ya se sabe, a todas horas,
le
violaron su aparente inocencia florecida,
le
mordieron sus bordes impacientes, su rocío,
mas
tuvieron que dejarle repetir el hechizo de sentirse
pregonero
de la luz en el corral de las pestañas.
REI BERROA (República Dominicana, 1949). Premio Internacional Trieste Poesía por el conjunto de su obra poética (2011) y Mihai Eminescu (Rumanía 2012). Ha publicado más de 50 libros de versos, antologías y ensayos, entre ellos: El cuerpo hendido: Poéticas de la m/p/aternidad (Monterrey, 2020); Son palomas pensajeras (Guatemala, 2016); De quites y querencias: Antojología de poemas y poéticas (1974-2014) (Santo Domingo, 2014); Eufemistica per vivere tranquilli (Trieste, 2011). En 2014, le fue dedicada la VIII Feria Internacional del Libro de Nueva York.
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