JAL | Alexis, la primera pregunta
que deseo hacer nace del color de tu isla y su contexto marino, de tu gente y su
mestizaje, de tu condición insular y la ambición de ir y venir a tu Itaca caribeña
¿Cómo imaginabas el mundo exterior de niño y cómo lo has vivido? Es decir, cuéntame
un poco de esa conciencia infantil de tu persona y de tu entorno.
AGR | Una vez, las Antillas se separaron de tierra firme y en su lento peregrinar
de tiempo muerto quedaron suspendidas. Haití: tierra de altas montañas, Babeque
o la Hispaniola (actualmente República Dominicana), con su largo linaje de sotanas
sepultaron su nombre aborigen para llevar el católico Santo Domingo en el marco
de la Orden de los Dominicos. Siempre me ha dolido y molestado la cuestión esa del
nombre. Un bautizo que le salió a Juan Pablo Duarte como el tiro por la culata.
Si te fijas, el nombre conlleva un error mayúsculo, falso, porque arrastra y anuncia
una forma de gobierno que no siempre se corresponde con el drama vivido históricamente.
Haití nos robó el trueno porque se llevó el nombre (aunque del lado nuestro están
las cúspides de mayor altura), al liberarse de Francia, que había legitimado su
presencia en la parte oeste de la isla por el Tratado de Ryswick. España nos abandonó.
A pesar de ser “la tierra que más amó Colon”; tener la primera ciudad, primera catedral,
primera universidad y primera Real audiencia, España nos abandonó y, en este cálido
terrible abandono, se fue gestando y perfilando una comunidad mulata de la cual
se hace y se publicita orgullo. Color de piel, labios, piernas y glúteos en el son,
la bachata y el merengue combinados. A diferencia de Cuba y Puerto Rico, en la primera
etapa de la Colonia y por efecto del nefasto abandono, indios, negros y blancos
pobres se dieron cita en un mismo palenque entretejiendo hábitos y costumbres con
fabuloso resultado. En la comida, sin temor a equivocarme, la más rica y variada
del Caribe por las múltiples invasiones procedentes de ambas orillas del Atlántico.
Es típico ver en la mesa dominicana, con dulce y con sal, un amplio menú de frecuente
consumo, que hacen imposible hablar de un plato nacional. 48 442 kilómetros cuadrados
representan un mapa gastronómico sui generis
por denominación de origen. En lo musical, ¿Qué decir? Una pista que hizo causa
común con todos los ritmos caribeños y, en lo particular, los ritmos anteriormente
mencionados más la mangulina y el carabiné. Un mundo de gran sensualidad para deleite
y mortificación de los sentidos. En mi caso, el de un niño rodeado por cinco hermanas,
busqué hacer equilibrio en el campo militar que, desde 1959, se pobló de guerrilleros
y una constelación de líderes como Fidel, Lumumba, Manolo Tavárez, Ben Bella, Nasser,
Che Guevara y Caamaño. En el orden deportivo fueron mis héroes peloteros y boxeadores.
Dos ángulos complementarios, dos enfoques de vida.
Al salir del bachillerato, el primogénito y único
varón se inclina por “las delicadas letras” entre láminas y frasecitas bonitas.
Láminas y reproducciones pictóricas que me permitieron apreciar la luz del Caribe
con esa fuerza estremecedora y triunfal que posteriormente vi en los pintores Ramón
Oviedo, Candido Bidó y Guillo Pérez.
AGR | En lo formal, el Departamento de Letras de la Universidad Autónoma
de Santo Domingo: un refugio para el resabio de leguleyos y tribuna de ángeles desterrados.
La otra cara de la moneda un largo lamento: Pedro Henríquez Ureña, entre México
y Argentina; Juan Bosch y Pedro Mir en el exilio. ¿Qué nos quedó entonces? Labrar
nuestro propio camino en talleres literarios y tertulias. Tiempo después el horizonte
se abrió y nos propusimos viajar. En un país de pobres librerías se me ocurrió visitar
las embajadas de países acreditados con la finalidad de actualizarnos. Mientras
tanto, iba construyendo el árbol genealógico de la poesía accidental, más Japón.
Ese árbol, con la ayuda de Miguel Alfonseca y René del Risco, por ejemplo, se fue
poblando de nombres y títulos de la más variada estirpe. Me costó muchos años hacer
de él un arbolito de navidad que mostrarara sus excelencias y grandes ramajes; su
poder encantatorio y su poderosa verdad de asombro y sorpresa. Conocer la poesía
y estudiarla críticamente se impuso como un imperativo del momento que nos llevó
a intercambiar publicaciones; subscribirnos a revistas que nos remitían a otras
y así sucesivamente. Recuerdo que Miguel Alfonseca publicó en El corno emplumado y de la mano de Margaret
Randall y Sergio Mondragón, pasamos a Pájaro
Cascabel y Thelma Nava (México); en Venezuela, Imagen, en la época de Gloria
Stolk y Rayado sobre el techo, del grupo “El techo de la Ballena” que
previamente habíamos conocido en la Antología de la Poesía Viva Latinoamericana,
de Aldo Pellegrini; como a Ulises Estrella y los poetas tzantzicos de Ecuador y su revista La bufanda del Sol. Años
duros aquellos, de iluminación y esperanza
que recorrían las vértebras enormes de Los Andes (Darío). Otros nombres, otros títulos:
Armas y Letras (Guatemala); El Pez y la serpiente (Nicaragua); Repertorio Americano (Costa Rica); Casa de las Americas (Cuba) y, con posterioridad a 1973, Araucanía (Chile); Balcón; Revista Atlántica
(España); Plural; la Gaceta del FCE; Casa del Tiempo, Tierra Adentro
(México); Poesía de Venezuela y Poseía
(Venezuela) y en Estados Unidos: Inti,
De azur; Caronte, Hispaméica, entre
otras. Esta efervescencia político cultural,
¿tenía en mi estrategia particular la búsqueda de
quién soy? Tras ese propósito eché muchas páginas para la izquierda procurando respuestas
a interrogantes existenciales. Eran los años de La Antorcha en compañía de Mateo Morrison, Enrique Eusebio, Fernando Vargas y Soledad Alvarez,
cuando descubrimos a T.S. Eliot, Ezra Pound, William Carlos Williams, Wallace Stevens
y E.E. Cummings; los años de hacer nichos en la Biblioteca Municipal de la calle
Padre Billini detrás de El Muro de Jean Paul Sartre y contagiados por La peste de Albert Camus; años en que comencé a coleccionar palabras como se coleccionan monedas y estampillas
de correo. Jacques Viau Renaud (poeta dominico-haitiano muerto en la guerra patria
del 1965), me dejó la idea de un diccionario como instrumento de trabajo. Ese diccionario
temático compendiaba la vida en grandes áreas que, al trabajar una de ellas, sentía
cómo se organizan sus elementos en un complejo léxical propio de relojería suiza.
En mi propósito, palabras, libros, cultura e historia se juntan en una dinámica
laboral y en un momento específico que no diferencia el escritorio de la mecedora;
el asiento en la guagua del banco en el Parque Colón; la butaca en la biblioteca
de la gradería en el estadio de béisbol. De un lugar a otro vivía (vivo) el accionar
y el reclamo de la poesía que no tiene horarios ni miramientos de ninguna especie.
Te hablo de Alexis Gómez Rosa con 18, 19, 20, 21 años encima. Hecho hombre, la responsabilidad
de la poesía alcanzó en devoción y estudio también su mayoría de edad.
JAL | Llama la atención la formalidad
de los dominicanos, el uso del traje en un medio tórrido lo dice casi todo. Me parece
que tú eres un caso aparte, hay un humor abierto y sin ataduras, un gusto por reír
y romper con la solemnidad del tiempo, al menos así lo refiere tu breve autobiografía
y el conocimiento que alcanza uno a tener de tu persona. Hay humor en tu poesía,
algo extraño en los versos de la mayoría de los poetas. ¿Qué significa para ti la
risa, la fiesta, el juego, el ocio ante la necesaria disciplina para forjarse un
bagaje intelectual que permita el desarrollo de una obra literaria? ¿Tienes algunos
modelos intelectuales en mente?
AGR | Cierto. Impostura de la colonia española primero; luego la reimpostura
de numerosas ocupaciones militares: orden del día y reglamento. Mimesis de tal,
que no es mímica ni congelado maniquí: modestos modistos made in England. El dominicano viste de modelo importado. De la vitrina
en Londres a la Boutique en Paris, el dominicano confirma un gusto, una disposición,
no importa el clima o la clase de tejido si de vestimenta se trata. Son las reglas
del juego. Vestir formal, lucir un buen corte de pelo acogido a las maneras del
“si señor; cómo no”: eso vende y encanta. La disyuntiva es clara. Si eres visionario,
progresista, respetuoso de las normas, un futuro te aguarda: eres un hombre Calvin
Klein; Lo contrario: atreverse a ser en libertad cuesta y hace peligrar tú bienestar:
tú eliges. Para que te hagas una idea de la importancia del traje, José Francisco
Peña Gómez, famoso dirigente político en época de represión, exclamó al salir de
una redada: “¿Tú crees que un sargento puede llevar preso a un hombre con un Bottany
500?”. El dirigente se sentía blindado. En cuanto a mi forma de vestir, de ser,
te puedo asegurar que no me aparto del conjunto y no me disgusta un traje. Diferencia:
visto como me sale del forro de los timbales y me río de las solemnidades impositivas
y de la camisa de fuerza de lo establecido. Me gusta la nota de los juerguistas-jaraneros-jodedores:
tres buscavidas y un sólo jodón verdadero. “Cada palabra muerde ingenio, sabor,
prosodia de la memoria. Chulería pura, tabernícola, en la frase con bigotes y zapaticos
de dos tonos”. (AGR/En transito de pie quebrado).
Con ellos la palabra es un dentífrico que identifico y me planifico para salir a
desgranar la carcajada más franca en el cariado salón de las cariátides. ¿Viste?
Del apartamento al colmadón; de la calle, al taller, al colmadón, a la oficina se
gesta la poesía, la sacrosanta poesía por indulgencia de los gurues del Parnaso
y ya esto es para desternillarse de la risa. El poeta dominicano (joven o viejo)
escribe con un corsé de domesticadas palabras y solo habla en lo profundo. Yo he
querido poner distancia de por medio porque ya tengo muchas responsabilidades de
ceño fruncido. Me pregunto: ¿Qué hubiera sido Atenas sin el ocio? Como se preguntaba
el poeta dominicano Manuel Llanes a principio del decenio de 1960. Y la respuesta
se cae de la mata: un registro de aburridas heroicidades.
JAL | Me parece que no es, o no fue
en épocas recientes, poco común entre los escritores y artistas dominicanos verse
obligados a salir al extranjero para formarse. ¿Puedes hablarme un poco de esa relación
entre el ser dominicano y tu vida en Estados Unidos? ¿De qué manera crees qué ha
influido en tu manera de pensar, de actuar, de escribir? ¿Compartes estas circunstancias
y estas causas y efectos con los escritores de tu generación?
AGR | Caer en New York y despertar en Manhattan supuso a penas mudarme de
barrio con el océano de por medio. Nunca me sentí estraño en New York. Periódicos,
variedades TV, plátanos, yautía, ñame, yuca, longaniza, mondongo, chicharrón y toda
la menudencia que pudiera significar nostalgia, se encontraban a mano en la próxima
esquina. Salí a estudiar (bueno…, mis padres me sacan del país por cuestiones políticas),
el 20 de diciembre del 1972 y alcancé mi propósito 18 años después: una maestría
en literatura hispánica en New York University, 1991, pasando por oficios inimaginables
y mudando periódicamente de geografía y lugar. Viví en Manhattan, en Queens y el
Bronx (New York); Dorchester, Jamaica Plain, Watertown y Boston (Massachusetts),
por espacio de 15 años. Experiencia brava, aleccionadora, rica en matices que me
permitieron afinar la puntería para sobrevivir, pero con muy malos resultados. Definitivamente
como tirador soy excelente boy scout. Es
que en mi vida pesa más el cristianismo de mi casa y el marxismo de mis años de
bachillerato. Tremenda combinación que hace de mí una víctima de altruismo y la
buena acción diaria. Algo así como un pobre Padre Billini sin sotana, un pendejo
de tomo y lomo, un bobalicón de dos mundos. Volviendo atrás, La Gran Manzana me reveló un universo en
permanente movimiento; violentos cambios en mi percepción de las cosas y en mi gusto
artístico; multiculturalismo y aceptación de la diferencia en lo político, lo sexual,
y lo religioso. De aquí en adelante mis amigos fueron otros. Otros los músicos,
pintores y cineastas que frecuentaba; otra la fiesta. Esa nueva relación, como habrás
de suponer, modificó mi manera de actuar y concebir el acto creador. Cambiaron mis
hábitos, modelos y manera de trabajar. En la factoría entraba a las 12:00 de la
noche y salía a las 8:00 de la mañana. Dormir, escribir, leer, vivir, eran tareas
que alternaba indistintamente dependiendo de las necesidades del día. Sin diálogo
con el mundo exterior, me refugiaba, con el espíritu de Lope, en mí universo, en mí, En tres lustros
que permanecí en New York no hice vida comunitaria ni participé de las actividades
culturales de mis compatriotas. Allí no tenía nada que buscar. Los dominicanos del
ghetto, duchos en el juego de dominó y el pintintín, seguían en la barahúnda y en
la cháchara de la isla. Sus poetas: químicamente puros, permanecieron al margen
de la modernidad que se expresaba en los clubes de jazz, los museos y los grandes
pintores y el buen cine, destilando ignorancia de la buena, “patriotismo” y una
miseria espiritual para rajarse a dar gritos. Te repito: daba más aceite un ladrillo
que uno de esos bergantes buena poseía. Al año de residir en la ciudad ya me había
matriculado en New York University para validar mi condición de “hispanoparlante
digno”, puro, no contaminado con la jerga de bola y strike. Es increíble que nosotros
tuviéramos que avanzar demostrando siempre capacidad de diálogo. Silvia Molloy (Argentina,
al fin) y Jacobo Sefamí (mexicano-estadounidense), me dieron la impresión de estar
haciéndonos concesiones, el favor plus… ¿Qué había detrás de todo esto? La ausencia
de una tradición poderosa que se explicara por sí misma. Decir Alexis Gómez Rosa,
dominicano, y arrastrar ipso facto a
Franklin Mieses Burgos, Héctor Incháustegui Cabral, Aida Cartagena Portalatin, Freddy
Gatón Arce y Manuel Rueda, tendría mucho sentido si fuera imponente nuestra tradición
y ampliamente conocida. Al no decir esto nada, pronunciar mi nombre resultaba tan
hueco como la tambora del merengue en el poema miesesburguiano. “Es que somos muy
pobres”, había dicho Pedro Henríquez Ureña al marcharse del país, confirmado este
aserto más tarde por Juan Bosch, Manuel del Cabral y Pedro Mir que habían vivido
en el exterior, pero igualmente desconocidos como quienes permanecieron en la isla.
Confirmé, a partir de aquella realidad, que solamente a través del trabajo solitario
y sistemático se puede salir del aislamiento, porque, al fin y al cabo, como en
el poema Hermandad de Octavio Paz, alguien
en nuestras palabras podría sentirse interpretado.
JAL | Antes de pasar a hablar de tu
obra y de tu poética, cuéntame un poco de esos homenajes que haces en tu libro High Quality, Ltd. Hablas de Tablada, Paz, Borges, Juárroz, Reverdy, Apollinaire, Carlos
Williams, Cummings, Frost. ¿Qué otras figuras literarias, paradigmáticas en las
Antillas, han sido determinantes para ti?
AGR | Mi obra es diálogo en emergencia; historia revisitada. Escribo entre
las líneas de otros escritores completando lo que olvidan en un largo gerundio:
ampliando, modificando, corrigiendo. Escribo con ellos (los clásicos); contra ellos
(los nuevos clásicos), con la tijera de Milton. Armado de tan necesario instrumento
comencé a practicar su consejo cuyo atrevimiento escalofriaba: “Tomar a Shakespeare
y podarlo? Se imponía leer, críticamente, a los escritores mayores de la lengua
despojándolos de todo lo superfluo e innecesario. El ejercicio, extendido hasta
los editoriales de los periódicos, reportó grandes beneficios. Tijera en mano, me
acerqué al árbol genealógico de la poesía occidental y comencé a podar, a dialogar,
a (re)conocer. Música de espejo (High
Quality Ltd), es homenaje de admiración-critica-reconocimiento a aquellas voces
de la poesía contemporánea que han definido formas propias generadoras de múltiples
caminos. Paradójicamente, una poética de tierra firme intervenida por fuertes temporadas
ciclónicas. De sur a norte, en la ruta de los huracanes y de mayor a menor, cabe
citar a Saint John Perse, Aimé Cesarie, Derek Walcott y Kamau Brathwaite. Mención
aparte merecen los poetas dominicanos Domingo Moreno Jimenes, Vigil Díaz y el Ramón
Francisco de Odas a Walt Whitman.
JAL | La tregua de los mamíferos (2005)
es a todas luces un poema épico, un poema mural, donde uno puede hallar trazos a
la manera del Guernica de Picasso y acentos de un expresionismo abstracto,
para poner dos símiles plásticos. Allí están presentes la intertextualidad y el
collage para conformar un discurso donde hay una anécdota, una historia, una gesta,
con una dinámica que la desfigura hasta donde sea posible reconocer y sentir las
emociones y figuras de ese episodio patrio, la invasión de Estados Unidos. Además
de la plástica, tu poema lo hace a uno pensar en el jazz, pero me queda la duda
¿por qué un poema extenso y no pequeñas piezas como te gusta hacer, por ejemplo,
en tus haikus? ¿Cómo se gestó el poema en cuestión, escrito en 1977 y publicado
casi 30 años después?
AGR | Poema épico, en efecto, La tregua
de los mamíferos es el poema del niño escrito por un adulto. Testigo presencial
de los hechos, fui acumulando con los ojos del asombro, episodios, situaciones,
curiosidades y anécdotas de la guerra de abril de 1965, convertida en guerra patria
por la segunda invasión yankee del siglo 20. Poema extenso y ambicioso, lo concebí
como un poema total: rizomático, abarcador, diverso. La tregua de los mamíferos
antes se llamó “Aullido” y figura en la 2da. edición de mi primer libro, Oficio de post-muerte. Las dos versiones
responden a una intención vanguardista, experimental, donde intervienen técnicas
y recursos de otras disciplinas y artes que hacen del poema una caja china o una
cámara que pone al descubierto lo que transcurre ante ella. La escritura del poema
me tomó un verano en un proceso inquisitorial que incluye búsqueda de información,
narraciones, lecturas puntuales acerca del conflicto bélico y testimonios de combatientes
a quienes consulté, contrapunteado por el recuerdo y la mirada de un niño que a
diario se presentaba en la llamada zona constitucionalista, la zona de los rebeldes.
Una vez pasado en claro el poema hice muchas lecturas con espíritu de taller. Advertí
el vínculo que los oyentes establecían con la pintura mural, el collage y la cinematografía.
Poco tiempo después encontré un texto del poeta Roque Dalton, titulado “Taberna
y otros lugares”, donde sentí el eco de un coro similar al que se manifiesta en
La tregua de los mamíferos. Reverso del
salvadoreño, el estadounidense William Burroughs y su técnica del cut-up que despliega en El almuerzo desnudo y que yo había incorporado
a mi sistema desde mi época de diagramador recortando palabras para el paste-up final. Además de los recursos (grabadora para la simultaneidad; intertestualidad
y superposición), el poema se fue escribiendo por acumulación de sucesos y ofensas
como esa deuda contraída por la familia que por dignidad uno asume como propia.
Necesariamente tenía que ser un poema que respirara con el pulmón del país. Abierto,
aleatorio, plural, su versión gráfico auditiva se puede visitar en http://www.alexisgomezrosa.com en la voz de Armando Almánzar Botello; fotografías
de Juan Pérez Terrero y pinturas del maestro Silvano Lora.
AGR | Contra la pluma la espuma es un libro emblemático en mi producción poética.
Dos libros en uno o uno en equilibrio entre dos estéticas, dos miradas. Es libro
de acopio y síntesis de mi experiencia creativa e intelectual en New York como aspirante
al doctorado en filología y literatura hispánicas (New York University) y como poeta
que trabajó en fábricas y oficinas y caminó calles, parques y subway de la ciudad
recogiendo las piezas de un rompecabezas interurbano. Cabeza de alquiler y Opio territorio
se complementan en sus aspiraciones. Estas dos biografías líricas definen caminos
poéticos contrapuestos por cuanto uno (Cabeza
del alquiler) pretende hacer tesis conceptualizando la experiencia creadora,
como se puede apreciar en Noción mayor de
lo breve: Misión del poeta:/ atreverse a morir / en cada página.
Opio territorio es de una personal, cruda y falsa biografía. En él
nos encontramos con una poesía vitalista, testimonial, que da cuenta del paso de
mis días y de mi relación con los paseantes en las calles neoyorquinas. Es evidente
la diferencia con respecto a La tregua de
los mamíferos: poema épico que traduce la experiencia bélica de Santo Domingo
el 24 abril de 1965, con sus 42 000 invasores yankis que finalizaron dramáticamente
en Vietnam. Diferencia temática, política, mas no poética. En términos escriturales
no existe mayor diferencia, pues el hilo conductor en el tratamiento del lenguaje
es el mismo, como en los recursos técnicos empleados. Claro está, el sentido multitemático
y polifónico La tregua de los mamíferos
(pese a su condición de cuerpo único), se
distancia del carácter lírico, intimista,
de Contra la pluma la espuma: refugio
de las obsesiones de un ojo que se desplaza por una ciudad que duerme y me delata
en la superficie y, por otro lado, una ciudad que gime, se arrastra, solloza y goza
en sus galerías subterráneas.
JAL | Advierto, entre los tres libros
de poesía que he leído: Ferryboat de una noche invertebrada, High Quality, LTD,
y La tregua de los mamíferos, una distancia estilística, una divergencia temática
y una poética poco familiar. Son tres libros distintos entre sí, como si hubiesen
sido escritos por autores diferentes. ¿Qué representan estos y otros libros hechos
con motivaciones diversas y registros diferentes? Haz el ejercicio también de hablarnos
desde el ángulo del lector que eres.
AGR | Exactamente, de un título a otro hay una gran diferencia, se cuela
todo un abismo. Como poeta siempre me he planteado el fenómeno escritural en términos
de pasión y desafío. Si he de sumar nuevos títulos con el viejo ropaje de lo establecido
dejaría de escribir poesía. El acto creador, en tanto lucha con la palabra y la
tradición, lo asumo con las armas del guerrero condenado en su ordalía. Caminar
sobre lo seguro, de frente a las puertas del prestigio, generadoras de aplausos,
no me interesa. Tampoco me interesa engordar la bibliografía que justifique un tenure de futuro seguro. En mi producción
cada obra supone un cambio y eso explica, en parte, una visión distinta de las cosas,
un cambio de ruptura en el decir, una atmósfera enrarecida, de nuevo tipo. Desde
Oficio de postmuerte (poemario que contiene
a La tregua de los mamíferos en su primera
versión titulada Aullido), hasta Ferryboat de una noche invertebrada, mi poesía
es un violento caminar todo terreno: versos libres, epigramas, poemas en prosa,
poesía concreta y haikus. Cada una de estas modalidades tienen su presente-lejano
interlocutor que constituye una gran familia de iluminados. A ellos me remito permanentemente
en mi deambular insomne por los libros.
JAL | Me llama mucho la atención el
uso de recursos como la nota a pie de página, el intertexto, el collage ¿qué significan
para ti a la hora de la escritura y del diseño, por decirlo de algún modo, del poema?
AGR | Te digo, con una frase de la cual gusto mucho, que mi poesía es el
resultado de un tránsito sobre el filo de la navaja. Escribo arriesgando la diadema
en un combate sin límites de caídas. Me corrijo: arriesgando “reconocimiento y prestigio”
en una lucha por validar (¡Oh Tristán Tzara!). La maquinaria inusual de la imagen
y el sueño. Pluróscopo, exposición y plaquette
de poesía concreta publicada el en 1977, pasó a mejor vida en medio de un absoluto
y pesado silencio. Nadie comentó nada. Los críticos de artes y literatura se anudaron
las lenguas en un silencio cómplice que sólo arroja ignorancia. A otro nivel, un
tanto convencional de la vanguardia, ascendí a la extraña y curiosa categoría de
“interesante”: vocablo con el cual despacharon
mis propuestas que vienen desde Oficio de
postmuerte y aún no terminan. En este libro encontramos poemas que a través
del pie de página modifican o amplían la visión central del mismo como sucede en
Crónica gris IJ4 -1959 y Ego enamorado.
Crítica del poema, crisis del gusto y los sentidos. Otro detalle, igualmente curioso,
es el empleo de una bibliografía que ilumina el ejercicio crítico señalando las
voces que sostienen el discurso poético, y a quienes debo la conformación propedéutica
acerca del arte y la literatura. Igualmente, esto ha sido una forma de crear un
santoral (homenaje a los poetas de mi devoción), que ilumine y proteja a muchos
poetas desamparados. Sin salir de este, mi primer libro, llama la atención de la
crítica Estado de sitio o emergencia, poema
en el que se anula la primera versión empleando un sello gomígrafo, para engendrar
otros poemas que alteran la versión original. Estilo de un ejercicio que reflexiona
y hace la crítica del poema, su historia, poniendo de manifiesto los mecanismos
de su construcción.
JAL | Por último, Alexis, ¿qué encuentras
y que esperas de la poesía dominicana, latinoamericana con respecto a tu propia
escritura?
AGR | A mayor lectura y conocimientos, mayor la dificultad para escribir. En línea opuesta te digo que a mayor conocimiento de la poesía latinoamericana mayor se hace su espejismo. Nombres de realce y relumbrón que vienen a confirmar el lugar común y la reiteración de una poética opaca que se agotó en sí misma. Estos poetas en una época eran los pupilos del Partido apoyados por la Revolución Cubana o fundamentalista del stablishment gays. Su presencia en el acontecer poético latinoamericano se debe a sus vínculos con el poder mencionado, que es también el poder que tienen las academias universitarias norteamericanas. Hay mucho de chercha en este carnaval que goza de prensa especializada y que tiene altoparlantes locales, loros criollos que defienden las políticas de los nuevos zares. A nosotros nos ha tocado la periferia del centro, pero en feria se soporta porque el poema es la gran fiesta. Vlía, de Freddy Gatón Arce; Rosa de tierra, de Rafael Américo Henríquez; Yelidá, de Tomás Hernández Franco, para seguir en el margen con los grandes dominicanos. En Latinoamérica, del canon de sus poetas vivos, me interesan los chilenos Nicanor Parra y Gonzalo Rojas; los brasileños Ledo Ivo y Ferreira Gullar; los venezolanos Rafael Cadenas y Eugenio Montejo. Con respeto a Dominicana, se me hace difícil y espinosa la respuesta. Me atrae mucho esa línea femenina que parte de Jeannette Miller, continúa con Soledad Álvarez y encarna con fuerza en Rita Indiana Hernández y Ariadna Vásquez. En el frente masculino sigo de cerca la poesía de Miguel Aníbal Perdomo, reverdecido en cada título; Cayo Claudio Espinal (creador del movimiento poético contextualista) y autor de libros paradigmáticos de la nueva poesía dominicana; José Enrique García, Armando Almanza Botello: poeta de luces vanguardistas y atinados hallazgos expresivos, y los ochentistas José Mármol, Plinio Chahin, César Zapata y León Félix Batista, en quienes la poesía dominicana tiene su antídoto y resguardo. Una nueva trilogía, más joven aún, la constituyen Homero Pumarol, Frank Báez y Juan Dicent: poetas celebrantes de la calle y el despelote urbano que recorre y une las dos orillas del Atlántico, en un trasiego cultural de pronósticos reservados.
ALEXIS GÓMEZ ROSA (República Dominicana, 1950-2019). Poeta de la llamada generación de Post Guerra, o del 60, es una de las figuras más representativas en el mapa de la poesía actual de su país. En su adolescencia, vive y atestigua la guerra contra Estados Unidos, de donde nace un sentimiento de indignación e incredulidad que habrá de recorrer su escritura años más tarde, cuando, al igual que muchos intelectuales dominicanos se ven obligados por las circunstancias a emigrar a Estados Unidos buscando nuevos horizontes universitarios. En 1967 funda, junto con los escritores Mateo Morrison, Enrique Eusebio y Soledad Álvarez, el grupo literario La Antorcha. Luego de una estancia de 17 años como estudiante y profesor en Nueva York, Alexis retorna a Santo Domingo. Libros: Oficio de postmuerte (1973, segunda edición, 1976); Pluróscopo (1977); High Quality, Ltd. (1985); Contra la pluma la espuma (1990); New York City en tránsito de pie quebrado (1990); Tiza & tinta (1991); Si Dios quiere y otros versos por encargo (1997); Self service poems (Ahora disponible en su versión castellana) (2000); Adagio cornuto (2000); Lápida circa y otros epitafios de la torre abolida (2003) y La tregua de los mamíferos (2005).
JOSÉ ÁNGEL LEYVA (México, 1956). Poeta, narrador, periodista, editor y promotor cultural. Fundador y director de la editorial y la revista literaria La Otra. Responsable de Publicaciones de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Ha publicado más de 25 libros de poesía, narrativa, divulgación de la ciencia, periodismo y ensayo. Sus obras más recientes son Voz que madura, entrevistas a poetas iberoamericanos (tres volúmenes), BUAP, 2018; Luz y cenizas, FOEM, 2019, Enrique Arturo Diemecke. Biografía con música de Mahler, 2020, Exorbitant, Francia, 2020 y Anacrónicas, FCE 2021. Libros suyos han sido traducidos íntegros al francés, italiano, serbio, polaco y parcialmente al sueco, portugués, inglés y al rumano.
Agulha Revista de Cultura
Número 231 | junho de 2023
Artista convidado: José Ángel Leyva (México, 1956)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
∞ contatos
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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