No es poca cosa, ni es inocente, que Baquero elija un bolero para ejercer
una fina intertextualidad, por otro lado, bastante evidente. Sabedor de la
música de su tierra, y orgulloso de su identidad caribeña y latinoamericana, el
poeta sabe o siente lo que ya diversos estudiosos han dicho del bolero, como
summum de nuestra identidad:
"El bolero, en tanto resultado histórico, se construye a partir de
influencias variadas que provienen de España, con el aporte de la guitarra, el
cajón de madera, la zarzuela, también las entonaciones, giros e inflexiones del
cante jondo, la música flamenca y gitana en general. Los países de Europa,
particularmente Francia y Austria, aportan la influencia de violines y piano,
también se hace sentir la influencia del canto lírico italiano, la melodía de
la romanza francesa, la canción napolitana y los aires ingleses de la country
dance. El aporte de África y de comunidades autóctonas del Caribe, se expresa
con variados instrumentos de percusión, con cantos y danzas festivas y lúdicas
que tienen vinculación con la rogativa religiosa para mantener la memoria
histórica de sus lugares de origen".[1]
Precisamente lo último que se dice es lo que yo propongo que hace
Baquero: mantener la memoria histórica de los lugares de origen, en su caso
Cuba, ya que el bolero es, en realidad, una invención propiamente cubana,
habanera:
[…]
Aparecen en la época otros géneros musicales como el tango, el fado, el
jazz y el blues, que se mezclarán también con las melodías bolerísticas. El
bolero comienza a expandirse durante la década de los locos años veinte,
extendiéndose como una red desde el Caribe a todo lo largo del siglo xx y por
todo lo ancho de América Latina".[2]
Yo creo que «Magnolias para Betina” es un poema que busca establecer una
línea directa que va de su poesía y persona, ahora radicadas en Madrid, a su
origen e identidad cubanas. Todo poema (esta es una idea baqueriana) proviene
de la música. Este poema que ahora estudio proviene de eso y de Cuba, como el
mismo poeta. El texto es muy breve y me parece pertinente citarlo en su
totalidad, para luego ir explicando sus conexiones con el bolero:
Magnolias para Betina
El árbol de magnolia parece un hombre mudo.
Está vuelto hacia sí, metido en su hondo adentro,
y ni aún la luz más pura consigue que sonría.
La madera del barco de Caronte es negra y silenciosa
madera de magnolio: solo al ser luna estremécese y vibra
el árbol para el cual no existen las estrellas.
Cuando una niña llamada Betina, niña sin brazos, tristísima Betina,
eleva hacia el magnolio sus ojos pavoridos, sale de entre lo negro
como una estrella espesa, como una mascarilla de alguna extinta rosa
la
magnolia lunar; cae la magnolia
sobre el rostro impasible de Betina, borra su llanto,
y regresa hacia su soledad y su silencio el árbol del magnolio.
Creo que cualquier conocedor del bolero cubano ha de pensar, leyendo el
poema de Baquero, directamente en uno de los boleros más famosos de la isla,
titulado «¿Y tú qué has hecho?», escrito en los veintes (unas biografías dicen
que fue en 1921 y otras que en 1924) por el compositor igualmente cubano
Eusebio Delfín. La similitud de la anécdota de la canción y con la del poema es
innegable. Cito la canción:
En el tronco de un árbol una niña
grabó su nombre, henchida de placer.
Y el árbol, conmovido allá en su seno
a la niña una flor dejó caer.
Yo soy el árbol, conmovido y triste.
Tú eres la niña que mi tronco hirió.
Yo guardo siempre tu querido nombre.
¿Y tú, que has hecho de mi pobre flor?
El árbol triste, la niña, la flor que el árbol le deja caer. Los
elementos de la anécdota son exactamente los mismos. Las diferencias son
igualmente importantes: la niña de la canción no es triste sino alegre,
grabando su nombre en el árbol, hiriéndolo. Por su parte el árbol, tan callado
en el poema, en la canción toma la voz para preguntar a la niña qué ha hecho
con su flor. Baquero, pues, no ha copiado la anécdota sino sus elementos
constitutivos para hacer un poema silencioso, una escena muda, de lo que fue
canción. Incluso el acto de escritura de la niña queda completamente cancelado
cuando Baquero la describe no solamente triste, sino sin brazos.
Pero hay un detalle en que me parece todavía más evidente que estos dos
textos conversan, o bien, que Baquero ha hecho la continuación o contestación
de la letra de Eusebio Delfín. La clave, creo, es el nombre de la niña, que en
la canción el árbol declara guardar por siempre, y que la niña misma le ha
escrito en el tronco. Es un nombre mencionado, pero sin pronunciarse. El poema
de Baquero, respondiendo, pronuncia el nombre de la niña consolada con la flor:
Betina. Ese nombre ha llenado el vacío, develando el misterio plantado por la
canción que nunca revela el nombre de la niña, conservado por el árbol. El
poema, visto así, no solamente se basa en la canción, sino que la completa,
quedando enlazados estos dos textos no solamente por su contigüidad sino por su
estructura. Por supuesto, este enlace es el enlace de la altísima cultura
musical y literaria de Baquero con una parte evidentemente cubana de su
identidad. Este acto de intertextualidad, creo, aunque discreto, es una toma de
postura en el exilio. Baquero establece que parte de su poesía viene de allí,
de ese bolero. «Magnolias para Betina» es, como lo leo, una declaración de
identidad cubana, hecha en el estilo siempre discreto y fino de Baquero.
Sin embargo, los lectores de Baquero podrían preguntarse por qué, a
diferencia de otros momentos de su obra, el poeta no ha dejado clara, escrita,
la relación de este poema con la música. Creo que hay dos motivos fundamentales
para esta omisión. El primero es que casi siempre Baquero señala obras de
musicales de tipo sinfónico, sin letra, para escuchar mientras se lee el poema,
como para crear una atmosfera, para complementarlo, y en este caso la relación
no es propiamente con el bolero como género musical sino como género lírico
cubano: se ha interesado en la letra. El segundo motivo, que creo el más
importante, es la poca recurrencia de Baquero a la obviedad. Me parece que la
similitud de estos dos textos salta a la vista y que Baquero ha dejado esa
relación, ya de por sí clara, para aquellos que pudieran verla. Casi me parece
que ha reservado esa interpretación de poema para otros cubanos o conocedores
del bolero. Tal elección de su lector implícito me parece igual una toma de
postura encaminada a crear y señalar una identidad todavía propia en el exilio
o la diáspora. Es un modo de resistencia y de afirmación de una identidad y una
comunidad. Como siempre en Baquero un poema elegante y bello es todo, menos
inocente.
NOTAS
1 - Juan Arzubriaga Podestá, «Apuntes sobre el bolero. Desde la esclavitud
africana hasta la globalización», Revista
de Ciencias Sociales, nº 19, segundo semestre 2007,
p. 95.
2 - Ana María Baeza Carvallo, «“Sabor a mí”. Aura, bolero e identidad
en América Latina», Voz y
escritura. Revista de estudios literarios, nº 17, enero-diciembre
2008, p. 38-39.
MARIE DE VALON (Francia, 1948). Formada en la Ecole d’Art Martenot de París y ganadora de numerosos premios de exposiciones en Francia y en el extranjero, la mayor parte del trabajo de Marie de Valon encuentra su fuente en la naturaleza y su filosofía de vida. Inspirada por sus numerosas estancias en Florencia, Marie de Valon expresa la riqueza de la campiña toscana en sus primeras obras. En sus esculturas, Marie de Valon exalta su alegría por vivir; los cuerpos en volúmenes acurrucados parecen esperar la mano que los acaricie. Su arte profundamente humano nos conmueve, nos reconcilia con la Realidad. La pintura abstracta de Marie de Valon es un viaje sutil que parte de la Realidad. Marie de Valon combina un gesto de tradición con la creación contemporánea. Se produce un diálogo entre la materia y los gestos para dar forma a la emoción. Marie es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 232 | junho de 2023
Artista convidado: Marie de Valon (França, 1948)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
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