He ganado ser más lúcido
no para ser feliz
con mis noches de luna
sino testigo de la
masacre.
Estos versos del excepcional poeta palestino Mahmud Darwish
quizás sean la más clara representación de las páginas que siguen: páginas dolidas,
enojadas, nostálgicas. No hay felicidad posible en ellas, sólo el desgarrado testimonio
de la violencia en contra de un pueblo, de una cultura, de una memoria, de una sensibilidad,
de una historia.
La banalidad del mal. La misma
de la que hablara Hanna Arendt, pero ahora con cambio de roles y de actores. Como escribió Edward Said, lo que el Holocausto
es para los judíos es la Nakba para los palestinos. [1]
No pretendo hacer en estas líneas
un análisis político ni histórico de una barbarie innombrable, sino buscar las palabras
que nos lleven del horror a la empatía; las palabras con las que construir la tierra
simbólica que todas y todos necesitamos para vivir.
Como cuenta Luz Gómez en su hermosa
presentación a la obra de Darwish, al poeta le gustaba recordar que en árabe casa y verso comparten una misma palabra, bait. Hoy toda la literatura
palestina está marcada por la búsqueda de esa casa, de ese hogar que les ha sido
arrebatado. Los escritores reconstruyen en sus textos una nación.
En cada uno, el amor por su tierra
–tierra de naranjas y olivos, tierra de dioses y profetas- está atravesado por la
muerte y el exilio.
Si
la nueva literatura israelí –la que llega después de autores tan comprometidos con
la construcción de una paz real entre Israel y Palestina como David Grossman, Amos
Oz y Yehoshua, por mencionar a los más conocidos- ha dejado un poco de lado este
conflicto y es cada vez más diversa en temáticas y géneros, la palestina sigue priorizando
lo documental y militante. [2]
En
esta antología aparecen algunas de las principales voces contemporáneas de una literatura
que tiene un origen milenario.
Destaca,
por ejemplo, entre los mayores, Gassan Kanafani (Acre, Palestina, 1936). Reconocido intelectual y dirigente político, exiliado en 1948, y en cuya obra aparecen
las preguntas sobre la identidad palestina, la patria, los refugiados. Kanafani fue asesinado en Beirut por el gobierno israelí en 1972.
Sobre la literatura de los exiliados y refugiados palestinos
habría que recordar aquello que dice Carlos Martínez-Assad, uno de los principales
conocedores de la historia y la cultura árabes en México, cuando hablando de la
época clásica dice que el lugar más destacado
de la literatura árabe es el relato de viajeros. Rihla significa viaje, partida,
marcha, salida, periplo, itinerario, emigración, concepto este último vinculado
de forma particular a su cultura y que se aplica hasta ahora. [3] Así, viaje, memoria, resistencia y tradición tejen un entramado
en el que se sostiene la identidad del pueblo palestino.
Copio
un fragmento de La Tierra de la Naranja Triste:
Y
empecé a sollozar, tu madre aún miraba las naranjas en silencio, en los ojos de
tu padre estaba el reflejo de todos los árboles de naranja que le había dejado a
los israelíes en el camino... todos los árboles de naranja que él había plantado.
Fracasó al tratar de parar las lágrimas que le llenaban los ojos cuando estuvo en
frente del oficial de policía.
Al
llegar a Saida, nos convertimos en refugiados.
La
fecha en que se ubica el relato es clave. En una literatura tan antigua como la
literatura árabe, 1948 señala el fin de una época: se trata de la Nakba que significa literalmente la catástrofe y marca el momento en que
los palestinos debieron abandonar sus hogares, sufriendo así un nuevo tiempo de
persecución y muerte.
Ha escrito el diplomático Saeb Erekat, Nakba es la negación
sistemática a cada palestino del derecho a vivir en su tierra y al pueblo palestino
del derecho a su identidad nacional y política. [4]
Históricamente la poesía ha sido fundamental en la cultura
árabe; especialmente una poesía oral y performativa. Ésa es una herencia presente
en los poetas del siglo XX y el XXI que abrevan en sus fuentes, pero le dan al mismo
tiempo una fuerte carga al tema de la lucha ante el invasor israelí. Versos como
éstos de Zayyad forman parte ya de la memoria colectiva:
No nos iremos
Aquí
sobre vuestros pechos persistimos,
como
una muralla,
hambrientos,
desnudos,
provocadores,
declamando
poemas.
Somos
los guardianes de la sombra,
de
los naranjos y de los olivos,
sembramos
las ideas como la levadura en la masa...
cuando
tengamos sed
exprimiremos
piedras,
y
comeremos tierra
cuando
tengamos hambre,
pero
no nos iremos
aquí
tenemos un pasado,
un
presente
aquí
está nuestro futuro.
Nacida algunos años después que Zayyad y Kanafani se
encuentra Liana
Badr (Jerusalén, 1950), una de las dos mujeres presentes en la selección. Es novelista, periodista, poeta y directora de cine.
Vivió en Jordania y Beirut, ahora vive nuevamente en Palestina. El cuento incluido,
“Una huerta sólo se riega con agua del cielo”, relata un episodio de los tantos
que suceden en los territorios ocupados: el asesinato de un hijo a manos del ejército
israelí y el llanto de una madre ante el cuerpo sin vida. Una imagen que en América
Latina nos resulta dolorosamente familiar. Antígona nos hermana.
Hussein Barghutti (Ramallah, 1954) pasó su infancia
entre el pueblo de Kobar donde nació y vivía su madre, y Beirut, donde trabajaba
su padre. Estudió
en Budapest y en Washington DC, y está considerado uno de los más completos escritores de su generación: ensayista, crítico, letrista,
dramaturgo y filósofo. Regresó a Palestina poco antes de morir
de cáncer en el año 2002. “Así las cosas” es uno de los dos poemas de Barghutti
que se incluyen. Cito estos versos que hablan al mismo tiempo de memoria, de soledad,
de suma de tradición y modernidad –ciudades antiguas y jazz–, temas que se repiten
en la literatura que nos ocupa:
…un nuevo frío muerde
en el aire
y me inclino
por donde me derriban
las fuerzas: hacia la memoria
hecha de ciudades antiguas,
o hacia una bodega
hecha de palabras que
son cantina iluminada
donde retumba el jazz
Sólo Jericó carga en
silencio el peso de la historia.
En Jericó aprendí el
alfabeto
y conté una por una las palmeras.
No tengo nada de Jericó,
sólo el sentimiento de soledad
como una palmera que
alcanza el cielo.
El
siguiente es Mazen Maarouf (Beirut, 1978) que
nació en el seno de una familia palestina refugiada en Líbano. Se ha dedicado a
la militancia en el pacifismo; es un permanente invitado a foros por la paz, y vive
actualmente en Islandia. Su libro más conocido es Chistes para milicianos, traducido a varias lenguas. Cito unas pocas
líneas:
A veces, cuando los
enfrentamientos se intensificaban y los milicianos empleaban la artillería pesada
como el mortero y el RPG, mamá y mi hermano, asustados, se echaban en el suelo del
corredor que pasa entre la sala, la cocina y el baño. Yo, en cambio, me quedaba
de pie, al lado de la tele —que era la ubicación más expuesta a los francotiradores—
con la vela en la mano. Impávido, arrojaba luz a la mata de chile. Creí que nuestras
almas —la mía y la de mi hermano, la de papá y la de mamá— vivían adentro de los
chilitos. Creía que así ninguno de nosotros moriría, y sobre todo que no moriría
papá, que no volvía a casa hasta la noche.
Asrad Fayadh (Abha, Arabia Saudita,
1980), por su parte, reside en Arabia Saudita donde se ha dedicado a la escritura
y a las artes visuales, participando incluso en la Bienal de Venecia. Sin embargo,
allí en 2015 fue condenado a muerte, acusado de "apostasía" por su libro
Instrucciones en el interior. Un fuerte movimiento internacional encabezado
por organizaciones de derechos humanos logró que se conmutara la pena a ocho años
de prisión y 800 latigazos.
Estos versos pertenecen al libro
en cuestión:
Refugiado: el último
de la fila, esperando tu pedazo de patria.
Esperar: ya lo había
hecho tu abuelo, sin saber porqué.
El pedazo: eres tú.
Patria: un carnet para
colocar en la billetera.
Billetes: papeles que
llevan el retrato de los jefes.
Retrato: ocupa tu lugar
hasta que vuelvas a tu país.
El Retorno: un ser mítico,
de los cuentos de la abuela.
Se acabó la primera
clase.
Vamos a la segunda:
tú... ¿qué significas?
Ver cuerpos quemándose
sin poder acercarte, porque bien sabes que el próximo bombardeo es en 40 segundos,
y que será puntual.
Ver a tus hijos en la
cara, sus ojos clavados en la tuya, pero volteas el rostro hacia el otro lado.
Medir la distancia entre
la ventana que va hacia la calle y el baño.
Cuando siempre decías
que ibas a tapar ese pequeño agujero en la pared del salón, y fue él quien creció
para salvarte la vida.
Cuando la diferencia
entre una silla y una mesa es la misma que entre la vida y muerte. Cuando el sueño
de conseguir un cigarrillo es tan lejano como el sueño de liberar Palestina. Cuando
un minuto es un día y medio.
La guerra es todo esto,
y mucho más.
Traer
las voces de los escritores palestinos hoy a México es seguir celebrando la resistencia
y la memoria. Es hermanar nuestras luchas. Es hacer de la búsqueda estética un ejercicio
que suma ética y política.
¿Dónde deberíamos ir después de
la última frontera;
dónde debieran volar los pájaros
después del último cielo?
Nos
pregunta Mahmoud Darwish: estas páginas buscan
las respuestas, aun sabiendo que son inasibles.
Por
ellxs. Por nosotrxs. Por lxs que vendrán.
NOTAS
1. Edward Said, La cuestión palestina,
Madrid, Debate, 2013 (primera edición 1979, inglés).
2. Ver “Literatura ocupada”,
reportaje de Maribel Marín Yarza, en El País,
Madrid, 29 de junio de 2016.
3. Carlos Martínez Assad, “Viaje por las letras árabes”, Revista de la Universidad de México, UNAM,
número 110, abril de 2013.
4. Saeb Erekat, “La Nakba palestina”, en El País, España, 16 de mayo de 2018. Saeb Erekat es el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina y un colaborador frencuente del periódico español.
SANDRA LORENZANO (Argentina, 1960). Narradora, poeta y ensayista argentina-mexicana. Doctora en Letras por la UNAM, se desempeña como Directora de Cultura y Comunicación de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM y como Coordinadora del Proyecto «Cultura y migración» (UNAM-Unesco-Universidad Autónoma de Madrid). Sandra radica en México desde 1976, como parte de la ola de exilio debido a la dictadura argentina de 1976-1983, cuando tenía dieciséis años. Creó y condujo durante seis años el programa “En busca del cuento perdido”, primer taller literario radiofónico del país, en el Instituto Mexicano de la Radio. Su obra Escrituras de sobrevivencia. Narrativa argentina y dictadura (2001) obtuvo mención especial en el Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas. Sus obras han sido traducidas al inglés y al italiano. En 2012, escribió Fuga en mí menor, obra que fue presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y que, a diferencia de otros textos de la autora, no toca el tema de la dictadura argentina y desarrolla como temas la música y la memoria. Fue vicerrectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Es parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte en México. Entre sus libros, las novelas La estirpe del silencio (2015) y El día que no fue (Alfaguara, 2019), y el ensayo Escrituras de sobrevivencia. Narrativa argentina y dictadura (UAM, 2001).
IO ANGELI (Grecia, 1960). Estudió pintura en la Escuela de Bellas Artes de Atenas y continuó sus estudios de maestría con una beca en Londres en el Royal College of Art y Central – Saint Martin’s School of Art & Design (1988-1991). Ha presentado su trabajo en 17 exposiciones individuales y ha participado en muchas exposiciones colectivas en Grecia y en el extranjero y ha colaborado con la Galería Zoumboulakis desde 2013. Entre las muestras individuales más recientes se encuentran: Boundaries (2015); Is it a trap? (2019); y Slalom (2023), todas ellas en Zoumboulakis Galleries, en Atenas. Sus obras se encuentran en colecciones públicas y privadas. Trabaja como profesora en la Universidad de West Attica. Io Angeli es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 233 | julho de 2023
Artista convidada: Io Angeli (Grécia, 1960)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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∞ contatos
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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