Antes que sus otros dos compañeros, él alcanzó un
dominio de su instrumento, un sello personal y al publicar El paraíso recobrado,
poema en tres escalas y un prólogo (1943) en Cuadernos del Taller San Lucas. La
admirativa nota de presentación decía:
Carlos Martínez Rivas, es el poeta más joven de Nicaragua…poseedor de un
admirable talento poético, de una exquisita conciencia de lo artístico, ha hecho
de sus experiencias creativas una expresión poética original y diáfana.
Argentina y España le han ofrecido sus universidades,
y aún no cumple veinte años.
Todos sus poemas –casi todos inéditos– deben citarse
y publicarse:
– Las Bienaventuranzas
– Elegía a Carola Lombard
– Una rosa para la niña que volvió por su muerte
– Poema a la novia de mi hermano ausente.
Martínez Rivas coronó su producción primigenia en
su plena mocedad.
Con una sedimentación española e inglesa, y bíblica
por inglesa, desde Garcilaso hasta San Juan de la Cruz, y desde Milton hasta la
Biblia, y aún con la impronta vanguardista en adjetivos, recursos y metáforas sorpresivas
(“como un río que se puso de pie/ para mirar de lejos el mar”), El paraíso recobrado
se adelantó a la poética conversacional o exteriorista que, bajo otros influjos
(Pound, los imaginistas y la poesía norteamericana deviene de ellos) retomarían
en los años sesentas muchos jóvenes poetas de América y de Nicaragua.
Me refiero a Las vueltas alrededor del parque
A tus vestidos con un barco bordado en la bolsa
Me refiero al tono coloquial y conversacional.
El Paraíso recobrado mostraba una nueva manera de
percibir la realidad la que enriquecería la realidad misma y la nueva poesía hispanoamericana:
Fue publicado en la antología Nueva Poesía Nicaragüense
(Madrid, Seminario de problemas hispanoamericanos, 1949) junto con “Haber estado
juntos” “Una rosa para la niña que murió por su muerte” “Canto fúnebre a la muerte
de Joaquín Pasos” datado Madrid, febrero de 1947. Ya casi para cerrar la década,
Martínez Rivas abría nuevos estadios expresivos y sensibles.
Cardenal, uno de sus críticos tempraneros en el estudio
de la citada antología afirmó entre otras atinadas observaciones: “Esta poesía de
juventud, el mismo poeta la oscurecerá más tarde, con una poesía mejor, seguramente”.
En efecto, Martínez Rivas se sumió en un tenebrismo
¿Adónde habían partido sus tremendos fulgores?
¿Qué ensuciaba su diáfana cosmovisión? Acaso el poeta,
haciendo la abstracción sugiera el itinerario de su viaje que lo ha devuelto a las
costas:
el horror del rostro voluble de Myriam, que al parecer no haría sino destruir…la
tenaz nodriza amamantándonos el aturdimiento de la mala música.
Aunque Martinez Rivas advierte circunstancias peores
no le hicieron lamentarse ni cambiaron su estilo.
Europa desbastada, confrontada y dividida; franquismo y stalinismo y el surrealismo
en su segundo aire. El existencialismo sartreano pretendía restituirle a Paris la
hegemonía cultural y al hombre su inquirida bohemia y su más cruda libertad que
desconocía o arrasaba con ideas, ideales, filosofías y religiones.
Es en esa Europa que Martínez Rivas redactó o al
menos concibió su Insurrección solitaria.
Este es uno de los poemarios datados en Europa, que
sostiene un diálogo y un debate con el viejo continente.
Desde entonces su poesía se tornó soberbia, magnificente
y suntuosa, pompa verbal, ira expresada en acciones descompuestas. Critica a los
hombres y rechaza al mundo inhumano e inmundo.
La soberbia le hace crecer las dos alas del demonio:
una de belleza y otra de fealdad.
Hoy por hoy se considera a Las Flores del mal como
una de las fuentes vivas del movimiento poético contemporáneo. Martínez Rivas llega
hasta Baudelaire y se reconoce en Él. Lo toma como modelo para dar su versión del
Neo-artista, del Neo-vidente. Reflejos superpuestos Baudelaire-Martínez Rivas.
ECCO HOMO
–ante una de
las últimas fotografías de Baudelaire–
…para que la estrecha solidaridad no se rompa
porque no se extinga la especie el linaje y sus rasgos perduren ejemplares
de esta fotografía tomada en Bruselas en 1867.
En el Canto fúnebre a la muerte de Joaquín Pasos
más que un trueno sobre el vanguardista nicaragüense fallecido a temprana edad,
es el “Ars Poética” de Martínez Rivas. Muestra más de él que de Pasos.
Es la poética del Neo artista
y reaparece la contradicción entre modernismo y clasisismo.
Todo esto lo escribían bien hasta muy tarde, corrigiéndolo
mucho.
Hay en La insurrección
Solitaria otros poemas que confirman y profundizan esta ars poética, tales como
“Pentecostés en el extranjero” “Ars Poética” y “Mecha quemándose”.
La Insurrección Solitaria y en su producción posterior reconoce una voluntad
plástica, táctil y visual. De imaginación, de figuración, de imaginería en la poetización.
Como Velázquez y Goya, es el poeta del claroscuro hispánico, sí él pinta como “el
pintor español”, “a un hombre con una linterna”, “una estatua de sal. Su poética
es plástica y suele rendir homenaje a la pintura, a los pintores a la fotografía
y al cine.
La mayoría de sus poemas están llenos de elementos
plásticos y alusiones al universo pictórico o visual.
Las clases dominantes no temen a este Neo-vidente.
El poeta ataca desde su bohemia combativa, más para
ellos no es más que una criatura extravagante.
Para Martínez Rivas el monstruo es la sociedad. No
es de extrañarse que la tercera parte de La insurrección solitaria se titula El
Monstruo y el dibujante.
El dibujante es la conciencia crítica de la sociedad.
Al igual que Goya, dibuja, burila, traza, graba sus planchas metálicas estudiando
y renunciando y declarando sus caprichos.
CAPRICHOS
Y donde es–
ataban mis enemigos
y sus muecas.
Me presenté yo con mi cuaderno to…
Cree con fe no exenta de cinismo.
Su voz era limpia y a diferencia de Mejía Sánchez
y Ernesto Cardenal, sus compañeros epigramistas, son de carácter político, antisomocistas
o amorosos. Sin embargo, nuestro poeta no se abstuvo de criticar la corrupción de
la sociedad nicaragüense.
La MUJER ha pasado a ser un leitmotiv, un símbolo
continuado. Es más decidor, por complejo, y representativo, por íntimo.
Su poesía es un descubrir contínuo de la mujer: la
deja y vuelve, la abandona y regresa, la crea, la inventa, la circunda. La dibuja,
la asedia, la retrata, la interpreta. Es su opuesto y su complemento a la vez.
En “Retrato de dama con joven donante” intenta fijar
el vértigo de “La ilimitada extensión del yo varonil”. Lola, la imágen española
de la muerte, Electra, de César Vallejo, las mujeres bíblicas, la Sulamita, la suicida.
Eunice Odio y Blanca Varela. Bestiario y galería de divinidades.
En la tradición de la poesía nicaragüense, existe
un mito que es símbolo también: se trata de Luisita Donahue, la heroína de José
Coronel Urtecho, joven, femenina, desdeñosa, amada y admirada.
Para Martínez Rivas, es “Miss Gay Tweenties” Revisited
Los Angeles, 1958. Aborda el mito al revés: anciana, alcohólica y rebelde, estéril,
de dentadura postiza.
La invierte sin reducirla al absurdo.
Nada en nuestro poeta hace literatura de y como la
literatura. Maneja con destreza tanto la forma y los elementos tradicionales, el
soneto, el romance y las coplas, la rima y los versos de arte mayor y menor, como
las formas modernas y experimentales: versatilidad admirable.
En su discurso sólo él posee las claves de su lenguaje
cifrado.
Como las abejas doradas que liban miel de la miel
de labios del joven Píndaro y hacen miel de y con la miel.
Nuestro poeta hace literatura de y con la literatura,
así como lo ha hecho con la pintura y la cultura en general, las sagradas escrituras,
las ciencias médicas a las cuales pide prestado su léxico especializado.
Mezcla en un solo texto palabras en varios idiomas,
indiscutiblemente son tramas extrañas y originales.
Innumerables son sus citas, glosas, versiones, traducciones,
epígrafes, traducciones y variaciones de varios autores entre otros: Lope de Vega,
Góngora, Whitman, Quevedo, Pound y Malcom Lowry con quien comparte “La introspección
y el estudio del alcoholismo” y fue el poeta Nicaragüense que se mantuvo en constante
exploración de la obra de Darío.
El soberbio Neo artista hace gala de la versatilidad,
manejando con deslumbrante destreza las formas y elementos tradicionales, el soneto,
el romance y las coplas, la rima y los versos de arte mayor y menor, como las formas
modernas experimentales, el verso libre, el poema en prosa abierto a la narrativa
(“Una llama en el bosque de Chapultepec”) las ya
mencionadas composiciones breves, escuetas, esquemáticas, el caligrama que avanza
al poema concreto para una nueva versión o posibilidad del tope a o del poema gráfico
(su serie inédita “Camina Figurata” que junto a “Los dos murales U.S.A.” y “Los
testigos oculares) culminan sus ideales y pasiones plásticas.
En el más tradicional de los sentidos, cultiva el
verso en una marcada unidad melódica. Su verso es verso incluso retórico. A veces
suprimiendo toda conjunción o signo de puntuación, hacen que las palabras tengan
en la unidad melódica, su correspondencia, una equivalencia sucesiva o refleja:
ESPECTRA
de Jamaica zona de tolerancia tela de
Joaquín Varquero óleo dibujo
Planos colores puros
azul añil amarillo desiertas
calles a mediodía negras…
“La puesta en el sepulcro” o “reverso de hoja de
álbum”.
Su principal posición anti-lingüística consiste en
marginarse del proceso histórico del español y estacionarse en una etapa anterior
y superada (Siglo de Oro) más bien la prosa del S. XVII. No se ubica al margen,
sino que arremete contra el idioma español.
En “Los testigos oculares” aprovecha el ritmo de
los gerundios y de los vocablos compuestos.
Es tal el juego de artificios que el rebelde logra
su lenguaje. Su lenguaje es el de un arcángel ofendido, el de un condenado al infierno
y no desea hablar con la peor de las razas, la de los hombres.
Carlos Martínez Rivas es el fundador de dos de las
corrientes de poesía hispanoamericana:
El paraíso recobrado desata temprano el Coloquialismo,
el Exteriorismo o Poesía Conversacional.
El Monstruo y su dibujante, de La Insurrección Solitaria,
perdona la vida a la Antipoesía de Nicanor Parra. A pesar suyo, CMR habla en su
época, cuestionándola. Escéptico y pesimista se aferra a sus aventuras: Legar a
la Especie un puñado de poemas sustentados en la experiencia más alta y más baja.
Lecturas
Prólogo de Pablo
Antonio Cuadra a la Antología de Ernesto Cardenal
Prólogo de CMR a
las Obras Completas de Azarías H. Pallais.Granada, Intecna, 1979.
Ernesto Mejía Sánchez.
Recolección a mediodía, México. Ediciones Mortiz, 1980.
Walter Muschg, Historia
Trágica de la Literatura, 1977.
Julio Valle Castillo,
1990.
Nicasio Urbina, Conferencia
sobre Rubén Darío y Carlos Martínez Rivas, Crear en Salamanca. Presentado por María
Ángeles Pérez.
Un acercamiento a
Carlos Martínez Rivas, 400 Elefantes, Managua, Nicaragua.
YELBA CLARISA BERRIOS MOLIERI (Nicaragua, 1957). Poeta. Pertenece a la generación de los 80, en la poesía nicaragüense. Es abogada y tiene una Maestría en Derecho Marítimo, 1982, Universidad de Tulane, Nueva Orleans, L.A. Escribe desde que tenía seis años. Libros: Mi vida en treinta lunas (2011, con prólogo de Nicasio Urbina); Del cristal al acero (2013, con prólogo de Edwin Yllescas); y Desde un tiempo futuro cercano (2015).
ZUCA SARDAN (Brasil, 1933). Erroneamente situado no casulo que a crítica achou por bem batizar de poesia marginal, sua obra é marcada por uma fusão de linguagens, onde poemas, fábulas, sátiras, desenhos, colagens, agitam as plateias mais dispersas e distintas possíveis. Entre seus livros, estão: Aqueles papéis, poesia (1975), Os mystérios, fábulas (1979), Visões do bardo, graffitti (1980), Ás de colete, poesias, desenhos (1994). Ao lado de Floriano Martins escreveu, a quatro mãos, inúmeras peças de um teatro automático, reunidas nos livros: O Iluminismo é uma baleia (2016) e A volta da baleia Beluxa (2022). Artista convidado da presente edição de Agulha Revista de Cultura.
Número 240 | setembro de 2023
Artista convidada: Zuca Sardan (Brasil, 1933)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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