muy despacio y siempre con el girasol a la diestra.
ANA ENRIQUETA TERÁN
La poesía es un reflejo íntimo de la experiencia, y en el
contexto de la literatura venezolana, Ana Enriqueta Terán destaca como una
figura esencial. Su obra no solo es un testimonio poético de su propia vida,
sino que también irradia luz sobre la presencia de las mujeres en la tradición
literaria venezolana. En este breve ensayo compartiré algunas ideas en torno a la
vida y obra de Ana Enriqueta Terán.
Ana Enriqueta Terán nació el 4 de mayo de
1918 en Valera, estado Trujillo, Venezuela. Escritora y diplomática. Trabajó
como delegada de la Asamblea de la Comisión Interamericana de Mujeres de Buenos
Aires en 1949. En el año 1952, se retira de su carrera diplomática para
dedicarse a la poesía. En 1954 regresa a Venezuela, después de un periplo por
Montevideo, Buenos Aires y París. En la década de los sesenta y setenta se
destacará en actividades culturales que incluirán la presidencia del Ateneo de
Valencia, donde residirá por un tiempo. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura
en 1989, y le fue otorgado el doctorado honoris causa por la Universidad de
Carabobo en 1989.
La poesía de Ana Enriqueta Terán pertenece a
la generación poética del 42, cuya influencia de El Siglo de Oro español es
crucial. Se caracteriza por su lenguaje lírico, su profundo sentido de la
observación estética, el uso magistral de la métrica y la versificación, su
musicalidad y su iluminada visión. A lo largo de su carrera, publicó varios
libros de poesía: Al norte de la sangre (1946); Presencia terrena
(1949); Verdor secreto (1949); De bosque a bosque (1970); Libro
de los oficios (1975); Libro de Jajó (1980-1987); Música con pie
de salmo (1985); Casa de hablas (1991); Alabatros (1992); Antología
poética (2005); Construcciones sobre basamentos de niebla (2006); en
el año 2007 publica su Autobiografía en tercetos trabados con apoyos y
descansos en don Luis de Góngora; Otros sonetos de todos mis tiempos
(2014) y Piedra de habla (2014).
Terán a menudo nos comparte su diálogo con el
mundo de los sentidos, Sus versos son ricos en metáforas y símbolos. En Al
norte de la sangre, el poema “Sonetos del amor perenne y del amor fugitivo”,
en el fragmento IV nos dice:
Aquí,
donde tu ausencia desafía
los aromados
pulsos de tu ausencia.
Aquí,
donde doblega tu presencia
el
recuerdo que gime noche y día.
Aquí,
donde tu ausencia es menos mía,
el
amarillo niega tu existencia.
Tierra
vencida por tu vana ciencia;
aquí,
donde agoniza mi alegría.
Con este
fuego hiéreme tu fuego,
aquí de
mar y noche siempre alzadas
y de
inocentes astros detenido.
Aquí,
donde perdiste tu sosiego;
donde tu
lumbre niega tus espadas:
aquí,
tierno amador de bien perdido.
La soledad
me envía mensajeros de llanto,
los recibo
en los mares nocturnos de mi pecho,
en los
hombros del agua que crece hasta mis sienes
y en el
oscuro limo de la entraña y del beso.
Camino con
las olas y con el árbol dado
a la
corteza muda que me hiere y enciende,
camino con
la tierra y un entreabierto goce
me lastima
y conduce más desnuda la frente.
Alguien me
dijo algo de bestias taciturnas,
de mares y
tinieblas que azotaban mi rostro,
escuchaba
su voz y buscaba su cuerpo
por altos
corredores sin llegar a su lodo.
Existo. Me
detengo para escuchar mi muerte
que viene
por mi sangre como un hondo latido
mi muerte
tiene en mí, cantos de mansedumbre
y secretas
constancias del amor y el olvido.
Existo por
mi muerte, para mi muerte y amo
libremente
mi vida, libremente mi muerte
con su
silencio en alas de ardientes mariposas
escucho,
me detengo en sus frágiles sienes.
Y recuerdo
la mar, siempre la mar echada
a la
orilla de un árbol limpio como la vida;
el sueño
con mesetas minerales y espumas
de
soledad, la mar a ciegas por la orilla.
Puedo
decir: “las rosas” y decir “estas rosas
son de
umbrales nocturnos de secretas fogatas
abiertas
en los llanos, o son rosas marinas
de
sentidos azules, sin rumbos ni distancias”.
Yo
escuchaba las rosas porque si desde el sueño
descontando
matices y savias verdaderas,
el olvido
me daba con su primer recuerdo,
memorias
en la gracia de la sal y la tierra.
Que la
ciudad entera viene de lo salobre
lo digo,
por mis sienes y por mi voz primera.
El escritor venezolano Ramón Palomares
(1935-2016) en el prólogo al libro Música con pie de salmo nos dice
sobre la poética de Ana Enriqueta Terán:
Al
instante se remonta al espíritu más remoto y deambula y averigua para recoger
como en palmas benditas las imágenes terribles y sagradas de un acontecer
extraño, suyo tan sólo en la memoria de la especie.
La poética de Terán nos transmite sus
visiones, aquellas que no cualquiera puede asistir. Ese territorio del misterio
de la vida, de lo sagrado. Con una fuerte característica oracular. Se observa a
lo largo de su obra poética una cohesión de estilo, incluso cuando escribió
prosa poética no abandona la rigurosidad clásica.
LA POETISA CUENTA HASTA CIEN Y SE RETIRA
La poetisa
recoge hierba de entretiempo,
pan viejo,
ceniza especial de cuchillo;
hierbas
para el suceso y las iniciaciones.
Le gusta
acaso la herencia que asumen los fuertes,
el grupo
estudioso, libre de mano y cerrado de corazón.
Quién, él
o ella, juramentados, destinados al futuro.
Hijos de
perra clamando tan dulcemente por el verbo,
implorando
cómo llegar a la santa a su lenguaje de neblina.
Anoche
hubo piedras en la espalda de una nación,
carbón
mucho frotado en mejillas de aldea lejana.
Pero
después dieron las gracias, juntaron, desmintieron,
retiraron
junio y julio para el hambre. Que hubiese hambre.
La niña buena
cuenta hasta cien y se retira.
La niña
mala cuenta hasta cien y se retira.
La poetisa
cuenta hasta cien y se retira.
En el prólogo de Albatros, el Doctor
en Letras y profesor venezolano Víctor Bravo dice:
Ana
Enriqueta Terán, en su poesía, después de hacernos habitar la casa de la
infancia y de los oficios, y de revelarnos en la naturaleza la extensión de la
sensibilidad poética, inicia el vuelo con alas de albatros, por los cielos
límpidos de su estremecido corazón de diosa, para regalarnos el testimonio más
profundo de un poeta, cuando es heredero de las religiones del mundo: la
integración de lo humano y lo estelar.
La poética de Ana Enriqueta Terán es un canto
lúcido de la inteligencia en el corazón. Una capacidad de expresión allí donde
los sentidos manifiestan sus mensajes, desde la sensibilidad, fuente inagotable
de memorias que nutren su pluma. Y en su pluma el Sol y la Luna se unen. Aura
que todo lo engloba y revive. En su poética, el símbolo no es una sombra de
algo, sino una revelación instantánea de lo insondable que ilumina el arquetipo.
Emily Dickinson decía que un poeta es un hierro al rojo vivo; así nuestra
poeta. Terán logra levantarse sobre su psiquis sentimental y los
condicionamientos del cuerpo, vislumbrar y escribir. Tal es su oficio:
PIEDRA DE HABLA
La poetisa
cumple medida y riesgo de la piedra de habla.
Se
comporta como a través de otras edades de otros litigios.
Ausculta
el día y sólo descubre la noche en el plumaje del otoño.
Irrumpe en
la sala de las congregaciones vestida del más simple acto.
Se
arrodilla con sus riquezas en la madriguera de la iguana…
Una vez
todo listo regresa al lugar de origen. Lugar de improperios.
Se niegan
sus aves sagradas, su cueva con poca luz, modo y rareza.
Cobardía y
extraño arrojo frente a la edad y sus puntos de oro macizo.
La poetisa
responde de cada fuego, de toda quimera, entrecejo, altura
que se
repite en igual tristeza, en igual forcejeo por más sombra
por una
poquita de más dulzura para el envejecido rango.
La poetisa
ofrece sus águilas. Resplandece en sus aves de nube profunda.
Se hace
dueña de las estaciones, las cuatro perras del buen y mal tiempo.
Se hace
dueña de rocallas y peladeros escogidos con toda intención.
Clava una
guacamaya donde ha de arrodillarse.
La poetisa
cumple medida y riesgo de la piedra de habla.
El escritor y docente venezolano Douglas
Bohórquez, en el prólogo de Antología mínima publicado en el año 2003,
dice:
La poesía
de Ana Enriqueta Terán es un asedio constante del cuerpo y del deseo. Cuerpo de
la lengua y cuerpo del deseo. Nombrar es en esta poesía un acto de
transfiguración contra una lengua que se impone siempre como límite...
Donne explicó este proceso de transfiguración
en su Oda: Nuestro sentido del pecado:
Pero
nosotros nos conocemos menos; las meras presencias exteriores
que nuestras
mentes tanto atesoran,
que
nuestras almas, no más que nuestros ojos, descubren
y le dan
forma y color.
Sólo aquel
que se conoce a sí mismo conoce más.
La poeta se enfrenta con la misión de
llevarnos más allá de las apariencias. Dando cuenta del bosque de símbolos que
es el universo; se corresponde con él y conoce conociéndose. Siguiendo el
aforismo griego de “conócete a ti mismo”. Haciendo que las palabras nos
transmitan algo más allá de su sonido y significado: “Como quien escribe una
oración y pide en la oración mucha humildad y un extenso aliento para resistir
brillo y cercanía de la PALABRA.” (fragmento de poema “El nombre”, incluido en
su Libro de los oficios, de 1975).
En su libro Casa de hablas, nos dice:
BALANCEOS DE DAMA OSCURA
Qué brisa
o encendido fogón de conocimiento y maestría
incide en
tus hábitos, costumbres, balanceos de dama oscura,
dama ciega
a través de pasiones, rotura y conteo de copas,
………………………………………………inclinaciones
y festejos.
Qué oficio
o circular destreza (acaso gallos) puntean plaza mayor
para uso y
fecha de próxima holgura: peleas y sederías abundantes.
Qué
bestezuela de afecto se suma a trapos, fundas de apoyo,
sábanas
orquestadas, luciendo junios en aposentos insomnes.
Qué
preguntas a los que no te aman y gastas en ellos tu exigencia
por ser
plumaje de quieto orgullo, ave quieta, abastecida de mitos,
lograda en
luces y distorsiones del día,
señalada
por los más nuevos como lenguaje tutelar
sin
advertir fisuras, grietas de encono,
rostro
breve en las alegorías del SILENCIO.
Con este maravilloso poema cierro el círculo de este breve ensayo y me quedo reflexionando en la “Dama oscura” y sus balanceos, entonces recuerdo el poema “La Diosa Blanca”, de José Emilio Pacheco (México, 1939-2014) y encuentro el arquetipo, la multiplicidad y la sabiduría femenina.
GLADYS MENDÍA (Venezuela, 1975). Poeta, ensayista, editora, artista plástica. Traductora del portugués al castellano, contando entre sus trabajos de traducción la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Ha publicado en diversas revistas literarias, así como también en antologías. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea, 2009; El alcohol de los estados intermedios, 2009; La silenciosa desesperación del sueño, 2010; La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila, 2011; Inquietantes dislocaciones del pulso, 2012; El cantar de los manglares, 2018, Telemática. Reflexiones de una adicta digital, 2021; LUCES ALTAS luces de peligro, 2022 y sus más recientes libros co-creados con Inteligencia Artificial: Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde el año 2004. Cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Como editora ha desarrollado más de veinticinco colecciones entre poesía, narrativa, ensayo y audiovisuales, publicando a más de 500 autores. Integra, con Floriano Martins y Elys Regina Zils, el equipo de traductores del “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, de la revista brasileña Acrobata. Gladys Mendía es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Número 245 | novembro de 2023
Artista convidada: Gladys Mendía (Venezuela, 1975)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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