segunda-feira, 20 de novembro de 2023

GLADYS MENDÍA | Ana Enriqueta Terán: el canto lúcido de la inteligencia en el corazón

 


Usted, isla; usted mangle; usted reina macaurel,

muy despacio y siempre con el girasol a la diestra.

ANA ENRIQUETA TERÁN

 

La poesía es un reflejo íntimo de la experiencia, y en el contexto de la literatura venezolana, Ana Enriqueta Terán destaca como una figura esencial. Su obra no solo es un testimonio poético de su propia vida, sino que también irradia luz sobre la presencia de las mujeres en la tradición literaria venezolana. En este breve ensayo compartiré algunas ideas en torno a la vida y obra de Ana Enriqueta Terán.

Ana Enriqueta Terán nació el 4 de mayo de 1918 en Valera, estado Trujillo, Venezuela. Escritora y diplomática. Trabajó como delegada de la Asamblea de la Comisión Interamericana de Mujeres de Buenos Aires en 1949. En el año 1952, se retira de su carrera diplomática para dedicarse a la poesía. En 1954 regresa a Venezuela, después de un periplo por Montevideo, Buenos Aires y París. En la década de los sesenta y setenta se destacará en actividades culturales que incluirán la presidencia del Ateneo de Valencia, donde residirá por un tiempo. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1989, y le fue otorgado el doctorado honoris causa por la Universidad de Carabobo en 1989.

La poesía de Ana Enriqueta Terán pertenece a la generación poética del 42, cuya influencia de El Siglo de Oro español es crucial. Se caracteriza por su lenguaje lírico, su profundo sentido de la observación estética, el uso magistral de la métrica y la versificación, su musicalidad y su iluminada visión. A lo largo de su carrera, publicó varios libros de poesía: Al norte de la sangre (1946); Presencia terrena (1949); Verdor secreto (1949); De bosque a bosque (1970); Libro de los oficios (1975); Libro de Jajó (1980-1987); Música con pie de salmo (1985); Casa de hablas (1991); Alabatros (1992); Antología poética (2005); Construcciones sobre basamentos de niebla (2006); en el año 2007 publica su Autobiografía en tercetos trabados con apoyos y descansos en don Luis de Góngora; Otros sonetos de todos mis tiempos (2014) y Piedra de habla (2014).

Terán a menudo nos comparte su diálogo con el mundo de los sentidos, Sus versos son ricos en metáforas y símbolos. En Al norte de la sangre, el poema “Sonetos del amor perenne y del amor fugitivo”, en el fragmento IV nos dice:

 

Aquí, donde tu ausencia desafía

los aromados pulsos de tu ausencia.

Aquí, donde doblega tu presencia

el recuerdo que gime noche y día.

 

Aquí, donde tu ausencia es menos mía,

el amarillo niega tu existencia.

Tierra vencida por tu vana ciencia;

aquí, donde agoniza mi alegría.

 

Con este fuego hiéreme tu fuego,

aquí de mar y noche siempre alzadas

y de inocentes astros detenido.

 

Aquí, donde perdiste tu sosiego;

donde tu lumbre niega tus espadas:

aquí, tierno amador de bien perdido.

 


Su poesía es canto de reflexión y de honda belleza. Su vigencia es indiscutible. Y esto es debido a los elementos constitutivos de su voz: símbolos y matrices en una danza íntima estremecida y llena de significados. El deseo, lo efímero, la muerte, la violencia, el misterio, son temas que poetiza con delicado ritmo y rima desde la diversidad de los arquetipos, entre ellos, la visión de la rosa. El en libro Presencia terrena, la “Oda VI” dice:

 

La soledad me envía mensajeros de llanto,

los recibo en los mares nocturnos de mi pecho,

en los hombros del agua que crece hasta mis sienes

y en el oscuro limo de la entraña y del beso.

 

Camino con las olas y con el árbol dado

a la corteza muda que me hiere y enciende,

camino con la tierra y un entreabierto goce

me lastima y conduce más desnuda la frente.

 

Alguien me dijo algo de bestias taciturnas,

de mares y tinieblas que azotaban mi rostro,

escuchaba su voz y buscaba su cuerpo

por altos corredores sin llegar a su lodo.

 

Existo. Me detengo para escuchar mi muerte

que viene por mi sangre como un hondo latido

mi muerte tiene en mí, cantos de mansedumbre

y secretas constancias del amor y el olvido.

 

Existo por mi muerte, para mi muerte y amo

libremente mi vida, libremente mi muerte

con su silencio en alas de ardientes mariposas

escucho, me detengo en sus frágiles sienes.

 

Y recuerdo la mar, siempre la mar echada

a la orilla de un árbol limpio como la vida;

el sueño con mesetas minerales y espumas

de soledad, la mar a ciegas por la orilla.

 

Puedo decir: “las rosas” y decir “estas rosas

son de umbrales nocturnos de secretas fogatas

abiertas en los llanos, o son rosas marinas

de sentidos azules, sin rumbos ni distancias”.

 

Yo escuchaba las rosas porque si desde el sueño

descontando matices y savias verdaderas,

el olvido me daba con su primer recuerdo,

memorias en la gracia de la sal y la tierra.

 

Que la ciudad entera viene de lo salobre

lo digo, por mis sienes y por mi voz primera.

 


Observamos en sus versos el uso de imágenes de la naturaleza entrelazadas a las emociones. La escena visionaria de la rosa es la más común en la experiencia metafísica (como Eliot y sus variaciones del tema de la rosa, o en Yeats con imágenes parecidas en la naturaleza). El modelo circular es la visión, los pétalos forman un círculo que se expande. Por eso “estas rosas son de umbrales nocturnos”. Un fino y delicado equilibro entre el pensamiento, los sentimientos, las emociones y la escena natural de la mujer sobre la tierra, con toda su intensidad y profundidad.

El escritor venezolano Ramón Palomares (1935-2016) en el prólogo al libro Música con pie de salmo nos dice sobre la poética de Ana Enriqueta Terán:

 

Al instante se remonta al espíritu más remoto y deambula y averigua para recoger como en palmas benditas las imágenes terribles y sagradas de un acontecer extraño, suyo tan sólo en la memoria de la especie.

 

La poética de Terán nos transmite sus visiones, aquellas que no cualquiera puede asistir. Ese territorio del misterio de la vida, de lo sagrado. Con una fuerte característica oracular. Se observa a lo largo de su obra poética una cohesión de estilo, incluso cuando escribió prosa poética no abandona la rigurosidad clásica.

 

LA POETISA CUENTA HASTA CIEN Y SE RETIRA

 

La poetisa recoge hierba de entretiempo,

pan viejo, ceniza especial de cuchillo;

hierbas para el suceso y las iniciaciones.

Le gusta acaso la herencia que asumen los fuertes,

el grupo estudioso, libre de mano y cerrado de corazón.

Quién, él o ella, juramentados, destinados al futuro.

Hijos de perra clamando tan dulcemente por el verbo,

implorando cómo llegar a la santa a su lenguaje de neblina.

Anoche hubo piedras en la espalda de una nación,

carbón mucho frotado en mejillas de aldea lejana.

Pero después dieron las gracias, juntaron, desmintieron,

retiraron junio y julio para el hambre. Que hubiese hambre.

La niña buena cuenta hasta cien y se retira.

La niña mala cuenta hasta cien y se retira.

La poetisa cuenta hasta cien y se retira.

 


El arquetipo femenino se despliega. Transforma lo experimentado y lo experimentado la transforma. Hay contemplación, hay integración. Los ritmos se acompazan. Hay una revelación y luego el silencio. Como escribió el escritor y filósofo alemán Jorge Federico Felipe, mejor conocido como Novalis (1772-1801), “El sentido poético representa a lo no representable, ve lo invisible y siente lo insensible”.

En el prólogo de Albatros, el Doctor en Letras y profesor venezolano Víctor Bravo dice:

 

Ana Enriqueta Terán, en su poesía, después de hacernos habitar la casa de la infancia y de los oficios, y de revelarnos en la naturaleza la extensión de la sensibilidad poética, inicia el vuelo con alas de albatros, por los cielos límpidos de su estremecido corazón de diosa, para regalarnos el testimonio más profundo de un poeta, cuando es heredero de las religiones del mundo: la integración de lo humano y lo estelar.

 

La poética de Ana Enriqueta Terán es un canto lúcido de la inteligencia en el corazón. Una capacidad de expresión allí donde los sentidos manifiestan sus mensajes, desde la sensibilidad, fuente inagotable de memorias que nutren su pluma. Y en su pluma el Sol y la Luna se unen. Aura que todo lo engloba y revive. En su poética, el símbolo no es una sombra de algo, sino una revelación instantánea de lo insondable que ilumina el arquetipo. Emily Dickinson decía que un poeta es un hierro al rojo vivo; así nuestra poeta. Terán logra levantarse sobre su psiquis sentimental y los condicionamientos del cuerpo, vislumbrar y escribir. Tal es su oficio:

 

PIEDRA DE HABLA

 

La poetisa cumple medida y riesgo de la piedra de habla.

Se comporta como a través de otras edades de otros litigios.

Ausculta el día y sólo descubre la noche en el plumaje del otoño.

Irrumpe en la sala de las congregaciones vestida del más simple acto.

 

Se arrodilla con sus riquezas en la madriguera de la iguana…

 

Una vez todo listo regresa al lugar de origen. Lugar de improperios.

Se niegan sus aves sagradas, su cueva con poca luz, modo y rareza.

Cobardía y extraño arrojo frente a la edad y sus puntos de oro macizo.

La poetisa responde de cada fuego, de toda quimera, entrecejo, altura

que se repite en igual tristeza, en igual forcejeo por más sombra

por una poquita de más dulzura para el envejecido rango.

 

La poetisa ofrece sus águilas. Resplandece en sus aves de nube profunda.

Se hace dueña de las estaciones, las cuatro perras del buen y mal tiempo.

Se hace dueña de rocallas y peladeros escogidos con toda intención.

Clava una guacamaya donde ha de arrodillarse.

La poetisa cumple medida y riesgo de la piedra de habla.

 

El escritor y docente venezolano Douglas Bohórquez, en el prólogo de Antología mínima publicado en el año 2003, dice:

 

La poesía de Ana Enriqueta Terán es un asedio constante del cuerpo y del deseo. Cuerpo de la lengua y cuerpo del deseo. Nombrar es en esta poesía un acto de transfiguración contra una lengua que se impone siempre como límite...

 

Donne explicó este proceso de transfiguración en su Oda: Nuestro sentido del pecado:

 

Pero nosotros nos conocemos menos; las meras presencias exteriores

que nuestras mentes tanto atesoran,

que nuestras almas, no más que nuestros ojos, descubren

y le dan forma y color.

Sólo aquel que se conoce a sí mismo conoce más.

 

La poeta se enfrenta con la misión de llevarnos más allá de las apariencias. Dando cuenta del bosque de símbolos que es el universo; se corresponde con él y conoce conociéndose. Siguiendo el aforismo griego de “conócete a ti mismo”. Haciendo que las palabras nos transmitan algo más allá de su sonido y significado: “Como quien escribe una oración y pide en la oración mucha humildad y un extenso aliento para resistir brillo y cercanía de la PALABRA.” (fragmento de poema “El nombre”, incluido en su Libro de los oficios, de 1975).

En su libro Casa de hablas, nos dice:

 

BALANCEOS DE DAMA OSCURA

 

Qué brisa o encendido fogón de conocimiento y maestría

incide en tus hábitos, costumbres, balanceos de dama oscura,

dama ciega a través de pasiones, rotura y conteo de copas,

………………………………………………inclinaciones y festejos.

Qué oficio o circular destreza (acaso gallos) puntean plaza mayor

para uso y fecha de próxima holgura: peleas y sederías abundantes.

Qué bestezuela de afecto se suma a trapos, fundas de apoyo,

sábanas orquestadas, luciendo junios en aposentos insomnes.

Qué preguntas a los que no te aman y gastas en ellos tu exigencia

por ser plumaje de quieto orgullo, ave quieta, abastecida de mitos,

lograda en luces y distorsiones del día,

señalada por los más nuevos como lenguaje tutelar

sin advertir fisuras, grietas de encono,

rostro breve en las alegorías del SILENCIO.

 

Con este maravilloso poema cierro el círculo de este breve ensayo y me quedo reflexionando en la “Dama oscura” y sus balanceos, entonces recuerdo el poema “La Diosa Blanca”, de José Emilio Pacheco (México, 1939-2014) y encuentro el arquetipo, la multiplicidad y la sabiduría femenina. 



GLADYS MENDÍA (Venezuela, 1975). Poeta, ensayista, editora, artista plástica. Traductora del portugués al castellano, contando entre sus trabajos de traducción la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Ha publicado en diversas revistas literarias, así como también en antologías. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea, 2009; El alcohol de los estados intermedios, 2009; La silenciosa desesperación del sueño, 2010; La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila, 2011; Inquietantes dislocaciones del pulso, 2012; El cantar de los manglares, 2018, Telemática. Reflexiones de una adicta digital, 2021; LUCES ALTAS luces de peligro, 2022 y sus más recientes libros co-creados con Inteligencia Artificial: Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde el año 2004. Cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Como editora ha desarrollado más de veinticinco colecciones entre poesía, narrativa, ensayo y audiovisuales, publicando a más de 500 autores. Integra, con Floriano Martins y Elys Regina Zils, el equipo de traductores del “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, de la revista brasileña Acrobata. Gladys Mendía es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.




Agulha Revista de Cultura

Número 245 | novembro de 2023

Artista convidada: Gladys Mendía (Venezuela, 1975)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


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