Cuando críticos y comentaristas
“aplatanados” se detienen a leernos y muestran en libros sus lecturas, regularmente
los menospreciamos o, dicho en criollo, “los tenemos al menos”, quizás por preocuparse
por esas cosas sin importancia que son nuestros versos y nuestras prosas.
Nadie nacido fuera de la isla
se ha detenido tan morosamente sobre nuestros escritores de diferentes tiempos y
estilos, como Alberto Baeza Flores y Giovanni Di Pietro.
Baeza era un poeta chileno del
círculo de Neruda que llegó en 1943 procedente de Cuba a la legación de su país,
con su esposa Elsita Pacheco que trajo en el vientre o aquí engendraron a Elsa,
la cantante internacional. Los volúmenes editados por la entonces UCMM, gracias
a la preocupación de Héctor Incháustegui Cabral, su gran amigo, demuestran un desatado
amor por la literatura dominicana que sólo la muerte ocurrida en Miami en 1998,
interrumpió.
Di Pietro, nace en Italia y
las circunstancias políticas y sociales lo traen a Norteamérica. Vive en USA y en
Canadá, donde termina de formarse intelectualmente. Es, pues, bilingüe y se convierte
en tri entre nosotros.
Su caso es todavía más dramático
que el de Baeza. Mientras el chileno detiene su mirada en la poesía, él se abisma
en la prosa. Se convierte en el más portentoso lector de narraciones criollas.
Tanto en un caso como en el
otro, la reacción general de los escritores ha sido la de aplaudir cuando los exaltan
y la de disentir cuando no los toman en cuenta o cuando no son generosos con ellos.
Aunque, en el caso de Baeza, diríamos que peca de exceso de bien mirar: Observa
lo que hay de valioso y omite criticar acerbamente lo que no lo es.
Di Pietro es diferente. Tiene
sus simpatías y sus amuletos, como todos. Sin embargo, no es el detalle de lo que
nos guste o disguste, de que estemos de acuerdo o no con los métodos o con los estilos,
lo destacable es esta preocupación y este esfuerzo continuado.
Ninguno de nuestros críticos,
y en esto soy tajante: Ninguno. Ni siquiera el mayor, Pedro Henríquez Ureña, tuvo
tal penetración en el quehacer literario nuestro.
Tanto para Baeza como para Di
Pietro no hay vacas sagradas en el sentido de ser las únicas. No escogen como modelos
a fulanos o fulanas y las obras estas o las otras. Ellos son omnilectores; leen,
escudriñan y analizan todo. Aunque, como es lógico, ya lo dijimos, tienen sus simpatías
y sus preferencias.
Las de Baeza son distintas.
Se trata de alguien que ama desaforadamente toda forma de escritura y que es generoso
con todos los escritores. No quiere decir que no haga, que hace, críticas oportunas
y puntuales.
En el caso de Giovanni, la cosa
es completamente diferente. Salvo un novelista que poco o casi nada se comenta en
los círculos literarios nacionales como Roberto Marcallé Abreu, un trabajador constante
y consistente de la novela, que para él es el modelo a imitar por coincidir plenamente
con su poética narrativa.
Tanto el chileno como el italiano
son mirados como si estas preocupaciones no fuesen relevantes. Podremos disentir
de uno o del otro. Podremos estar en guardia frente a sus preferencias o sus preocupaciones.
A Baeza le interesan demasiado las expresiones, el lenguaje y los primores de estilo;
en el italo-canadiense-dominico-boricua, el trasfondo moral o político, por encima
del estilístico. Los primores no son los que atrapan a este lector voraz de argumentos
y personajes.
El hecho de que al primero le
preocupen unas cosas y otras al segundo, no creo que sea lo más relevante, sino
el hecho mismo de estudiar y analizar nuestros textos, al detenerse sobre obras
y autores menospreciados o sencillamente olvidados y marginados, de nuestra cultura.
Respecto a Baeza, prometemos
escribir algo sobre él en un próximo artículo.
Y en cuanto al último libro
de Giovanni Di Pietro “La novela bíblica y el fin de la era (y otros escritos afines)”,
Editora Unicornio, San Juan, Puerto Rico, febrero 2010, bien merece un comentario
especial que prometemos a los lectores.
LA NOVELA BÍBLICA DOMINICANA SEGÚN GIOVANNI DI PIETRO | Hace mucho
tiempo (a pesar de algunas reediciones) que nadie en este país se recordaba del
ciclo de novelas bíblicas. Para las nuevas generaciones se trata de algo lejano
y difuso de lo que a lo mejor han escuchado o se han topado con alguna de ellas.
Recuerdo perfectamente aquellos
días. En 1957 Marcio Veloz Maggiolo había aparecido con un libro de poesía con elogiosas
críticas: ‘El sol y las cosas’. Era el escritor joven de quien más se hablaba. Los
provincianos como yo, que nos asomábamos a la calle El Conde como aquella vitrina
de la que habló Pedro Mir, ver a Marcio, a Ramón Emilio Reyes y a Carlos Esteban
Deive, flamante ensayista de la novela moderna que nos hablaba de Robert Musil y
otros autores que nos parecían de otras galaxias, en compañía de un brillante y
aureolado ganador del premio Adonais y Subsecretario de Educación, Antonio Fernández
Spencer, que entre otras misiones trajo la de darnos a conocer a José Ortega y Gassett
y a familiarizarnos con los nuevos teóricos de la literatura encabezados por Carlos
Bousoño, nos parecía una suerte envidiable y que estaba muy lejos de los simples
mortales del interior.
En 1951 Pär Lagerkvist el novelista
sueco había ganado el Premio Nobel de Literatura y se decía que había sido por su
novela ‘Barrabás’ de 1950, aunque devorábamos para el año 60 los libros suyos traducidos
al español, en especial El verdugo de 1933. Curiosamente encontré en la calle el
ejemplar de ‘Barrabás’ que perteneció a Marcio Veloz Maggiolo y pude ver hasta dónde
influyó en él por las frases subrayadas para ‘El buen ladrón’ (1960), precisamente,
que había sido el compañero del protagonista de la novela del sueco, sin que, por
ello, hablemos de calco.
Ramón Emilio Reyes, no tenía
fama de poeta que precedía a Marcio ni su nombre figuraba en los suplementos con
la asiduidad que el de éste. Por eso su novela ‘Testimonio’ (1961), no tuvo la misma
acogida en su momento.
De modo que antes de abordar
el tema bíblico, es preciso mencionar a ‘Barrabás’ de Lagerkvist, que fue la base
del ciclo nuestro. Se ha dicho que tanto en ‘El verdugo’, que es una novela de trasfondo
político, una especie de crítica al nazismo, como en ‘Barrabás, precisamente, la
novela que exalta al buen ladrón, pero ladrón al fin, es donde tenemos que ver la
paternidad del ciclo.
Los jóvenes escritores que eran
Marcio en 1960, recibido como el futuro novelista nacional, y Ramón Emilio en 1961,
como una promesa firme de nuestra narrativa, no fueron recibidos por todos de igual
forma. Ocurre que en los corrillos literarios capitaleños se hacen estos vaticinios
y no importa la calidad de la obra que en el futuro hagan los elegidos, ya están
consagrados de antemano. Marcio tuvo esa suerte. Ramón Emilio, no tanto, salvo por
la crítica de Spencer en su momento. Es más, en las malas lenguas literarias de
la ciudad, se hablaba de ellos como pupilos de Antonio y dejaban la duda si en las
correcciones no estaba la impronta suya. No hay cosa más cruel que las críticas
de los contemporáneos.
Pues bien, para Giovanni Di
Pietro las novelas bíblicas (incluye a ‘Magdalena’ de Carlos Esteban Deive de 1964),
no son inocentes relatos, sino medios de los que se valieron, sobre todo los dos
primeros, para realizar una crítica solapada del régimen trujillista.
Es posible que en el fondo,
como en muchos poemas de los poetas de ese tiempo, ya que bastaría revisar los suplementos
de esos años, se deslizaron, como en la poesía de Alberto Peña Lebrón (‘Órbita Inviolable’,
1953) desde el título mismo, críticas a veces tan directas que asusta pensar que
por ellas pudiéramos haber perdido algún talento promisorio como fue el caso de
Juan Carlos Jiménez. De modo que este hecho no es algo tan relevante, sino que aparecerá
en todos los relatos y en casi todos los poemas que no fueran amorosos.
Pero esa es la forma en que
Giovanni Di Pietro aborda la mayoría de sus lecturas. Lo relevante es que un lector
voraz como él, se haya detenido tan morosamente sobre estas novelas ignoradas por
la mayoría de los lectores actuales, sobre todo por su valoración del quehacer de
Ramón Emilio Reyes, no sólo en ‘Testimonio’ sino en ‘El cerco‘, y ‘El sendero’,
que está inédita.
‘La novela bíblica y el fin
de la era y otros escritos afines)’, Editora Unicornio, San Juan, Puerto Rico, febrero
2010, de Di Pietro, analiza además, a otro escritor olvidado injustamente, J. M.
Sanz Lajara; y su visión de la dictadura; y la rebelión de Franklin Domínguez en
‘Espigas Maduras’.
Trae además, un prólogo de Roberto
Marcallé Abreu y el epílogo de Carlos X. Ardavín Trabanco.
Sin duda alguna, estemos de
acuerdo o no con Di Pietro, que es absolutamente independiente en sus juicios, él
ha sido un formidable trabajador de nuestra narrativa y no se puede escribir nuestra
historia literaria sin incluirlo.
LA MIRADA COMPLACIENTE DE BAEZA FLORES | Lo que entendemos por “crítico”
en el sentido real de la palabra, no creo que le cabe totalmente a Alberto Baeza
Flores. Más bien, me parece que le cuadra lo de “cómplice literario” por su mirada
complaciente sobre nuestros textos.
Esos cinco tomos de ‘La Poesía
Dominicana en el Siglo XX’ que editó la hoy PCMM, con sus miles de páginas, son,
sin duda alguna, el más grande muestrario del quehacer poético de los criollos en
toda su historia, porque él penetra agudamente en el siglo XIX.
La labor de Baeza es todavía
más intensa. Mientras residió aquí colaboró en el periódico La Opinión y
se preparaba a recoger esa labor en libros cuando la enfermedad mortal que le aquejó,
tronchó esas y otras preocupaciones suyas sobre nuestra literatura.
Dispersos en revistas y periódicos
hay multitud de ensayos suyos, que ojalá algún día sean recogidos para hacerle el
homenaje que su trabajo tesonero y sin descanso, merece.
Además, Baeza Flores nos ha
dedicado un libro de poemas que fue editado en la Feria del Libro de 1981 por Editora
Taller con el título colombino de ‘La tierra más hermosa’, que ha sido, hasta hoy,
el único volumen poético (118 pp) escrito por criollo o extranjero a nuestro país.
Indudablemente, hay coincidencias
entre Baeza y Di Pietro al analizar lo que se escribía durante y al final de la
Era y son, como sabemos, las denuncias con sordina o con clarines de la opresión
y el escarnio al que fue sometido el país durante aquellos 31 años.
También es necesario destacar
que mientras Di Pietro es medio dominicano, ya que está casado con una conciudadana
nuestra, Baeza mantuvo ese amor, esa devoción por nuestro país y su cultura sin
haber sido más que un escritor; militante, eso sí, de la social democracia.
Es más, la opinión generalizada
(sin mencionar partes), que he escuchado, es la de considerar la labor de uno y
otro como ‘marginal’. Grave error o monumental mal agradecimiento criollo.
Ambos autores se detienen morosamente
sobre nuestros textos. Podemos estar o no de acuerdo con sus métodos o sus conclusiones,
pero no hay otras fuentes más potables para saber qué se ha hecho en verso y prosa
en los últimos años de vida de Baeza y en los últimos tiempos, de Di Pietro.
Ojalá alguna institución nacional
rescate del aparente olvido a las obras de Baeza, ya que su única heredera, Elsa
Baeza Pacheco, es tan generosa como su padre y autoriza cualquier reedición, y lo
mismo decimos sobre Di Pietro. Es hora de recoger toda esa labor académica suya
y editarla en un volumen con miles de ejemplares.
Y todo esto lo digo porque,
como dijo Baeza en el libro citado: “Necesitamos esa calle amiga,/ y la mano de
un niño./Si no, estamos perdidos.// Necesitamos la fraterna mesa/y un vaso de “bon
vino”./Si no, estamos perdidos.// El parque, casi hogar de la palabra,/este árbol
y este trino./Si no, estamos perdidos.”
Necesitamos que Giovanni Di
Pietro siga leyendo nuestros narradores y haciendo sus críticas y sus comentarios;
mostrándonos lo que él descubre debajo de las palabras y las pasiones; y necesitamos
reeditar a Alberto Baeza Flores para reconocernos, para leer ahora sin la inmediatez
del autor que ya está en el otro lado, lo que hemos dicho hermosamente en poesía.
Si no, estamos perdidos.
MANUEL MORA SERANO (República Dominicana, 1933). Poeta, ensayista, narrador. Ofrece un resumen del Modernismo y las vanguardias en República Dominica en el siglo XIX y a principios del siglo XX, en forma de Memoria Académica dividida en dos partes. La primera: Modernismo y vanguardia hasta el Postumismo, desarrolla la forma en que a partir del futurismo en Latinoamérica y en especial en República Dominicana, pudo influir en la aparición de ese movimiento de vanguardia y la Segunda: narrando la increíble novela del Vedrinismo. Correspondiendo al Doctorado Honoris Causa Mención Humanidades, que le ha otorgado la Universidad Católica Nordestana (UCNE) de San Francisco de Macorís, mediante la Resolución de la Junta de Directores el 6 de octubre 2022, Nº 010/2022, está en sus ensayos: Modernismo y Criollismo en Santo Domingo, en el siglo XIX, Universidad INTEC, 2018, Postumismo y vedrinismo primeras vanguardias dominicanas, Editora Nacional, 2010, y en Antecedentes de las vanguardias dominicanas en el siglo XX, inédita, con ampliaciones del presentado en el Seminario sobre literatura celebrado el 31 de octubre 2017, en la Escuela de Letras de la Universidad de Santo Domingo (UASD).
CHRIS BUENO (Brasil, 1974). Fotógrafa y artista visual, su producción se centra en fotografías digitales, imágenes, apropiaciones de archivos antiguos resignificados a través de inteligencia artificial. El hilo conductor de la investigación es su experiencia subjetiva como mujer/artista/madre neuro-divergente. Sus investigaciones artísticas están asociadas a lo extraño y lo inconsciente, mediante el uso de técnicas fotográficas experimentales con filtros, luces y distorsiones. Con este tipo de intervenciones, la artista busca un paso hacia su universo íntimo y personal, arrojando luz sobre cuestiones sobre la salud mental y los tabúes que tal tema implica. Chris Bueno es el artista invitado en esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Número 244 | novembro de 2023
Artista convidada: Chris Bueno (Brasil, 1974)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
Nenhum comentário:
Postar um comentário