Las escuelas de vanguardia llámense
futurismo, dadaísmo, surrealismo, creacionismo o ultraísmo no hicieron generación
en nuestra literatura; de ahí que Hugo Mayo no sólo es el abanderado por su fidelidad
a los emblemas codificadores, a sus estructuras iconoclastas, a sus tonalidades
lúdicas, sino el que con mayor responsabilidad, autocrítica y persistencia consiguió
dar al Ecuador un espacio dentro de las literaturas de vanguardia en nuestro continente
lingüístico. Carrera Andrade y Gonzalo Escudero nunca fueron vanguardistas como
aseguran ciertos “estudiosos de a la volanda”. Que la vanguardia rasguñó benéficamente
sus textos de vez en cuando y que en algunos aspectos nutrió de savias renovadas
sus estilos personales, es otra cosa. Gangotena en cambio es simbolista-vanguardista,
sus engranajes lexicales y su atmósfera creativa obedecen a sus luminosas simas
existenciales y a su formación cultural foránea.
Mihai Grünfeld, profesor de literatura
latinoamericana en Vassar College (Nueva York) incluye a Hugo Mayo en su libro de
tiraje internacional: Antología de la Poesía Latinoamericana de Vanguardia (1916-1935)
con un juicio crítico de reconocimiento tácito a su indiscutible valor: “La obra
inicial de Hugo Mayo –dice– muestra una preocupación por la disposición espacial,
una tendencia hacia la fragmentación y un interés por la nueva imagen vanguardista”
Desde muy niño Miguel Augusto Egas
Miranda (Hugo Mayo) y sus hermanos –José María, magnífico poeta modernista y Lola–
fue trasladado a Guayaquil donde hizo estudios secundarios en el Colegio Nacional
Vicente Rocafuerte, y luego los superiores en la Universidad de Guayaquil en la
carrera de Jurisprudencia, sin haberlos terminado.
Hugo Mayo tenía buen conocimiento
del idioma francés con el que pudo mantener correspondencia con personalidades del
mundo intelectual parisino como Apollinaire y Jean Cocteau, entre otros. Fue corresponsal
en el Ecuador de la revista peruana Amauta de Mariátegui y muy amigo de la poeta
vanguardista limeña Magda Portal. Tuvo dos matrimonios, primero con la Sra. Teresa
Orellana de quien enviudó en l935; de ese matrimonio le llegó un hijo: Miguel Augusto
Egas Orellana, muerto apenas cumplidos sus cuarenta años y también poeta. En 1944
contrajo nuevas nupcias con la Sra. Genoveva Hinostroza, quien falleció también
en 1947 y a quien cariñosamente la llamaba “Veva”. Procrearon un hijo: Gastón Egas
Hinostroza, único sobreviviente de la generación y familia del poeta.
Pese a su gran valor como poeta
de innovaciones profundas dentro de la lírica ecuatoriana, Hugo Mayo no tuvo la
sincronización ni el reconocimiento dentro de sus coterráneos a su debido tiempo.
Se hablaba de sus méritos, de su actitud subversiva en el caminar de nuestra poesía;
sin embargo, la falta de conocimiento histórico de nuestros tratadistas y “críticos”,
el quemimportismo investigativo y también el egoísmo, por supuesto, dieron paso
a todos los silencios que atentatoriamente se conjugaron en sus versos, pues recién
en 1970 dimos a conocer junto a una pequeña semblanza biobibliográfica suya, algunas
aproximaciones a sus niveles semánticos, estéticos y estilísticos, y una muestra
–la primera– con 17 textos vanguardistas– de su creación, en nuestro libro Siete
Poetas de Ecuador (Editorial Austral, Cuenca, 1970), que fue difundido
en USA a través de dos seminarios que dimos, el primero en la Universidad de Columbia,
gracias a las gestiones de nuestro amigo, el poeta cubano Eugenio Florit, en ese
entonces Director del Departamento de Lenguas Romances; y, el otro en la Universidad
de Minneapolis, Minnesota. (He aquí los testimonios)
Gracias por su cordialísima, y por los “7 Poetas…”
¡No sabe cuánto he gozado con los poemas de Medardo Angel Silva! Me creerá que no
tenía la menor idea de su muerte tan prematura. Qué tremendo maestro hubiera llegado
a ser. ¡Sencillamente formidable!
A Hugo Mayo claro
que lo conocí personalmente en Guayaquil, pero como no conocía su obra poco fue
lo que pudimos hablar. Es un antipoeta de tomo y lomo.
…A mediados de mes
estaré en Nueva York. Mi dirección permanente es c/o New Directions: 333 Sixth Ave.
New York, N.Y. 10014–
A ver si podemos
vernos. O.K. Un abrazo: (f) Nicanor Parra
Nueva York, 17 de
enero de 1971
Amigo Pesántez Rodas.
Solo unas breves líneas (cuya informalidad le ruego
me disculpe) para decirle, en medio de este ajetreo de exámenes y las complicaciones
de mi madre enferma, que he recibido con mucha alegría y gratitud su libro Siete
Poetas de Ecuador.
Con un poco de más
calma leeré detenidamente los dos poetas que Ud. amablemente me puntualiza: Mayo
y Carrera Andrade, aunque ya a éste lo conozco relativamente y le estimo mucho,
inclusive he leído últimamente, por aquí y por allá algunos estudios sobre su obra.
Muy cordialmente.
(f) José Olivio Jiménez
(Profesor de Hunter Collage, Universidad de Nueva
York)
Su obra en el Ecuador no tuvo la
difusión ni el estudio oportunos. Es posible que la despreocupación del mismo Hugo
Mayo por no recoger en algún libro o cuadernillo sus textos haya influido en parte
en esta tardanza prolongada. Sus poemas desparramados en revistas y periódicos de
aquí y de allá daban cuenta de su actividad transgresora con los estilos de sus
coterráneos, mas ningún estudioso o crítico se atrevió a encasillarlo dentro de
sus fúlgidas rebeldías. Isaac J. Barrera nuestro mayor historiador del proceso literario
no podía de ninguna manera hacerlo, dadas que su formación y convicción sobre las
estéticas literarias no simpatizaban ni sesgadamente con las de la vanguardia. Por
eso apenas si lo nombra y da noticias sobre su revista Motocicleta, lo medular no
entra dentro en su taller apreciativo.
Benjamín Carrión en su Índice de
la Poesía Ecuatoriana Contemporánea, Ediciones Ercilla, Santiago de Chile, 1937,
si bien registra su nombre y emite un acertado y corto juicio al decir que “insurgió
contra la supervivencia del son rubendariano”; en cambio ignora esa gran poesía
de abierta desmitificación y lo incluye con un poema vernacular: Canto al montubio.
En octubre de l942 en la Revista Iberoamericana, Jorge Carrera Andrade
escribe acerca del Destino de la Poesía Ecuatoriana de nuestro tiempo, donde
Hugo Mayo brilla por su ausencia. Carrera Andrade, no lo reconocía como poeta
en razón de no haber publicado ningún libro. “No creo en el eco sin voz” nos decía
en una esquela enviada desde Holanda.
En 1938 Vicente Moreno Mora publica
en Cuenca un Esquema de la Poesía Ecuatoriana, en cuyas páginas a Hugo Mayo
ni siquiera lo nombra Augusto Arias y Antonio Montalvo en 1944 al publicar la Antología
de Poetas Ecuatorianos, ediciones del Grupo América de Quito salvan su
nombre manifestando que es el “único ejemplar de poeta “dadaísta” pero caen en el
mismo vacío de Carrión al antologarlo con el poema vernacular al montubio. En 1959
Simón Latino en sus célebres y andariegos “cuadernos de poesía”, n. 24, Buenos Aires,
Argentina, en una muestra: Antología de Poesía Ecuatoriana, registra el nombre de
Hugo Mayo emitiendo un juicio que sin profundizar en sus análisis estilísticos sintetiza
de alguna manera la importancia del poeta en el panorama de la poesía nacional y
la singularidad de sus textos: “Hugo Mayo fue el primero que se afilió en el Ecuador
a la corriente dadaísta, y ha estado siempre atento a los movimientos de vanguardia
en la poesía”
El único juicio valedero por preciso
y objetivo, justo y valorativo es el de Alejandro Carrión en Diccionario de la
Literatura Latinoamericana –sección Ecuador– Unión Panamericana de Washington,
1962, aunque como así lo exigían las normas editoriales, no debí selección poética
alguna. Tenemos entonces un pasado a la vista, lleno de limitaciones, cobardías,
resentimientos e ignorancia en dirección contraria a los textos vanguardistas de
Hugo Mayo.
De alguna manera es digno de apreciar
también la sincronización que hizo de Hugo Mayo el notable historiador de las letras
continentales Enrique Anderson Imbert quien en sus clásicos tomos de Historia de la Literatura Hispanoamericana,
tomo II registra lo siguiente: Hugo Mayo (1898 sic) hizo algo de lo que los dadaístas
y creacionistas hacían. Aunque reacio a publicar en libro todavía se lo respeta
por su personalidad genial”.
Reacio a publicar, así fue, quizás
debido a que los originales de su primer libro “desaparecieron por encanto” de una
editorial debido a la mala fe, quizás egoísmo, o a lo mejor ignorancia de alguien
que privó a su autor del entusiasmo innato de ver a sus hijos rebeldes caminando
y a la literatura ecuatoriana del aporte oportuno hacia los nuevos caminos de la
lírica continental.
De ahí que comprendiendo que este
vacío atentaba contra la soberanía de la poética nacional, hicimos lo que teníamos
que hacer: Fuimos los primeros en dar a conocer un manojo de sus textos en el libro
que ya hemos reseñado, Siete Poetas de Ecuador y que fue motivo de un seminario
dictado en una universidad norteamericana en 1972. Posteriormente, en 1976, recogimos
lo que sería la primera suma poética de Hugo Mayo (63 poemas) en la colección “letras
del ecuador” que dirigía el poeta Rafael Díaz Ycaza, Casa de la Cultura Ecuatoriana,
Núcleo del Guayas. Publicación que se hizo bajo nuestra responsabilidad en la selección
de textos, así como su prólogo o estudio respectivo. Libro que fue comentado y valorado
desde algunas latitudes del país, como veremos en este juicio exaltatorio, pero
justo hecho por el poeta cuencano César Andrade y Cordero y que fue publicado en
diario “El Telégrafo de Guayaquil”, diciembre de 1978:
Hugo Mayo asustó
a los copleros. Hugo Mayo deslumbró a los
tejedores de esparto.
Encegueció a los propietarios de hornos de
ladrillos de donde extraían décimas y ovillejos.
Se hizo apostrofar
con los fabricantes de sonetos como sopladores
de totora. Y ¡oh
hermosa realidad!,
Hugo Mayo –que cumplirá ochenta años– es más
joven que algunos
ancianos de cincuenta, porque está entregando
poesía estupenda, verdadera poesía en el poema
y en la
estrofa, en la construcción
pigmaliónica de su canto. La
erudición oferente
con que acaba de presentar los POEMAS
DE HUGO MAYO, el
excelente poeta cañari Rodrigo Pesantez
Rodas, profesor de la Universidad Estatal de Guayaquil,
en esta
Navidad es un regalo
a las generaciones ecuatorianas del verso de
doble significado:
consagración en el libro de una antología de este
gran poeta ecuatoriano,
y seleccionamiento a esas mismas
generaciones de cómo
hay que poemar en intrínseca modernidad
Ya virando “el siglo de las luces”
como se le dio en llamar al tiempo inmediato que se fue, las publicaciones, estudios
y antologías sobre Hugo Mayo, han venido de manera satisfactoria y singular dándose
a nivel nacional e internacional, cubriendo esos vacíos imperdonables y por supuesto,
con creces. Nos complació sobremanera saber que ese amigo y colega en la cátedra
universitaria (Vassar College, USA Dep. of Hispanic Studies), Mihai Grünfeld, en
su libro de tiraje continental Antología de
la poesía latinoamericana de vanguardia – 1916-1935, poesía Hiperión, Madrid,
1995, lo había incluido a Hugo Mayo en la selección de Ecuador. Sí, Hugo Mayo
y Carrera Andrade. (¡Sorpresas del tiempo! El quiteño que en vida no lo reconoció
como poeta al manabita, ahora los dos juntos representando olímpica y soberanamente
al Ecuador en el panorama continental).
En ese mismo año en Quito y con
el auspicio del Centro Cultural Benjamín Carrión, el escritor Iván Carvajal publica
un libro con el título de “A la zaga del animal imposible”, con valiosos comentarios
y análisis sobre autores nacionales. En la página 143 dedica un ensayo a Hugo Mayo
con el título de “De la revuelta al silencio esencial”. Apreciaciones y aproximaciones
con notables aciertos, pero también con algunas imprecisiones bibliográficas. Así,
por ejemplo, cuando habla de las revistas Proteo y Síngulus, manifiesta que, “Hugo
Mayo, fundó dichas revistas con Falconí Villagómez y Aurora Estrada”. Esto no es
cierto. Proteo la fundó y capitaneó solo Aurora Estrada, siendo Hugo Mayo, un colaborador
como tantos otros. Luego Síngulus no lo dirigió con Falconí Villagómez sino con
Rubén Irigoyen actuando como secretario de redacción Leopoldo Benítez.
Pero, el mayor esfuerzo editorial
que se ha hecho sobre Hugo Mayo, su vida, su poética y su trayectoria nos llega
en el 2009 con la publicación de re/incidencias Nº 5, volumen 2 Anuario del
Centro Cultural Benjamín Carrión, entregas que no solamente cumplen una función
reivindicadora y potenciadora de nuestros más altos valores dentro de la literatura
sino que a través de su impecable presentación física dignifican a los autores tratados
y colman de gratas responsabilidades a quienes la dirigen, en especial a su culta
directora doña Hipatia Camacho Zambrano y su editor adjunto, el escritor Raúl Pacheco
Pérez.
En esta publicación, la más completa
que se haya hecho sobre Hugo Mayo, aparte de los estudios realizados por diferentes
autores y desde distintas ópticas apreciativas o críticas, encontramos mucho material
inédito; y. sobre todo, la presentación en reprografía de MOTOCICLETA que tanta
habladuría –sin sustento– causó a “nuestros estudiosos”.
El único mito de la revista
Motocicleta es que algunos improvisados tratadistas de nuestra literatura han
querido convertirla en mito.
Aseveraciones carentes de toda
factibilidad, incluso la daban por su no existencia. Y esos infundios iban de boca
en boca, de libro en libro como eco malagüero, perjudicando la veracidad histórica-crítica
anotada, además de su autor, por dos grandes registradores de la literatura: el
uno, nacional y el otro, español.
Don Isaac J. Barrera el mayor estudioso
de nuestra literatura hasta los años 60 en su clásica obra Historia de la literatura
ecuatoriana (1960), lo comenta en la pág. 1.159 de la siguiente manera: “En enero
de 1927 se publica en Guayaquil una hoja que era manifiesto de comprobación. Se
titulaba Motocicleta y era el índice de la poesía vanguardista en que se
registraba el nombre de los nuevos poetas que debían levantar el pendón de la reforma
literaria. Hugo Mayo está a la cabeza”.
Luego el notable crítico e historiador
de los procesos literarios de vanguardia a nivel mundial, Guillermo de Torre, que
visitó a Hugo Mayo cuando estuvo de paso por Guayaquil en 1950, en su voluminoso
libro “Historia de las literaturas de vanguardia”, (Edit. Guadarrama, Madrid, 1965)
dice textualmente: “En Ecuador, un reflejo directo del ultraísmo se manifiesta con
Hugo Mayo y su revista Motocicleta”.
Pero la inconsistencia crítica
de unos, o la mala fe de otros, va más allá, al extremo de no aceptar que nosotros
–el autor de este ensayo– habíamos localizado un ejemplar cuya reprografía la dimos
a conocer por primera vez en nuestros dos volúmenes de Visión y revisión de la
literatura ecuatoriana (Frente de Afirmación Hispanista, México, 2006). Estudiosos
serios y otros risueños del fenómeno de las vanguardias en el país han dicho, dicen
y repiten esta cantaleta: “Nosotros no hemos tenido fortuna en localizar la revista”.
Otros van más allá y rasguñan de la siguiente manera: “Alguien que presume haberla
ojeado”. Pues bien: no presumimos, ni hemos tenido suerte. Simplemente hemos investigado
como ha sido nuestra obsesión en bibliotecas y archivos dentro y fuera del país.
Vale consignar lo que dicen al
respecto los editores de re/incidencias n. 5, volumen 2: “Pese a
todos los presagios y las conjeturas que pusieron en duda la existencia de Motocicleta,
en este número de Re/incidencias presentamos un facsímile del primer número
de la revista ecuatoriana. Localizada en alguna biblioteca o centro de investigaciones
de Latinoamérica, debemos este hallazgo y primicia editorial a la acuciosidad investigativa
de Rodrigo Pesantez Rodas, crítico y profesor universitario que se ha consagrado
a la recopilación de la obra poética de Hugo Mayo”.
RODRIGO PESÁNTEZ RODAS (Ecuador, 1937-2020). Poeta, historiador, ensayista. Desde 1970 actuaba como funcionario de la UNESCO en Europa. En 1994 ha recibido el premio nacional de mérito cultural de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Fue maestro en la Universidad de Guayaquil por casi 40 años. En los últimos años fue integrado a la Academia Nacional de Historia en su país. Uno de sus trabajos más reconocidos fue la Antología de Poesía Cósmica del Ecuador, libro con que ha ganado el premio internacional José Vasconcelos, de México. Estudioso de la vanguardia, ha dejado varios libros relevantes, entre ellos Panorama y revisión de la literatura ecuatoriana, Descripción general del ensayo en Ecuador y Presencia de la mujer ecuatoriana en la poesía.
CHRIS BUENO (Brasil, 1974). Fotógrafa y artista visual, su producción se centra en fotografías digitales, imágenes, apropiaciones de archivos antiguos resignificados a través de inteligencia artificial. El hilo conductor de la investigación es su experiencia subjetiva como mujer/artista/madre neuro-divergente. Sus investigaciones artísticas están asociadas a lo extraño y lo inconsciente, mediante el uso de técnicas fotográficas experimentales con filtros, luces y distorsiones. Con este tipo de intervenciones, la artista busca un paso hacia su universo íntimo y personal, arrojando luz sobre cuestiones sobre la salud mental y los tabúes que tal tema implica. Chris Bueno es el artista invitado en esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Número 244 | novembro de 2023
Artista convidada: Chris Bueno (Brasil, 1974)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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