segunda-feira, 20 de novembro de 2023

YOLANDA HACKSHAW | Elsie Alvarado de Ricord o el triunfo de la humanidad

 


Elsie Alvarado Moreno de Ricord fue poeta, filóloga, crítica literaria. Se graduó de doctora en Filología Románica en la Universidad Complutense de Madrid en 1963. Era especialista en Lingüística, título que obtuvo en el Primer Instituto Lingüístico Interamericano de la Universidad de Montevideo, Uruguay, también se consagró como Investigadora Lingüística por la Escuela de Investigación Lingüística de OFINES en Madrid, España.

Ejerció el cargo de Directora de la Academia de la Lengua desde 1991 hasta el 2004, y fue miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Nacional de Letras de Uruguay y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

Fue directora del Círculo Lingüístico de Panamá (CILPÁN) y representante por Panamá y Centroamérica en la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL). Ejerció por 4 décadas la docencia en la Universidad de Panamá, como catedrática de Lingüística, Teoría Literaria y Fonética.

Publicó catorce títulos, entre poemas y ensayos. Las obras poéticas son: Holocausto de rosa (México, 1953); Entre materia y sueño (Panamá, 1966); Pasajeros en tránsito (Panamá, 1973); Es real y es de este mundo (Panamá, 1978); Siempre el amor, poesía completa (Panamá, 2002). Fue ganadora de muchos premios y galardones nacionales. Apasionada lingüista y defensora incansable del idioma español.

En general, la obra de Elsie Alvarado de Ricord tiene en sus raíces el tono erótico de la literatura hispanoárabe, que a su vez era heredera del Mester de Clerecía. Observamos en su obra Holocausto de Rosa un tema recurrente de la poesía hispanoárabe: el encuentro amoroso. En este sentido, Antonio Alatorre nos señala: “La escena erótica que … era frecuente en la literatura hispanoárabe: el enamorado se da maña para meterse de noche, cuando todos duermen, en casa de su amada, y ella se le entrega gozosamente, aunque la perturba el temorcillo de que el padre, la madre, los hermanos se despierten.” [1] En el libro en mención, hay un apartado exclusivo a este tema; pero sin la mojigatería citada por Alatorre, es un encuentro en gozosa pasión, sin temores, sin testigos inoportunos.

En cuanto a la presencia histórica en la poesía de Elsie Alvarado de Ricord, podemos afirmar que se da de tres formas, a saber:

 

1. Lexical

2. Por oposición

3. Alusión directa

 

La primera se percibe por medio de los campos semánticos relacionados con aspectos históricos; por ejemplo en Holocausto de rosa, primer poemario de la autora, escrito en 1953, en el poema “La juventud palpita”, podemos apreciar el uso de los siguientes vocablos que lexicalmente nos refieren, por su sentido alusivo a la muerte, al dolor, al abuso, a la historia más reciente de la época: el término de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Sublevación en Alemania del Este con la movilización y represión de más de 500 comunidades, en Camboya hubo secuelas post Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea, sangrienta y cruel, así como la Guerra Fría. Todos estos eventos dejaron un saldo de jóvenes muertos, en especial, la Segunda Guerra Mundial donde murieron entre 40 a 45 millones, según los registros más optimistas; pero todos cuantos hayan sido, era juventud que debió palpitar, no morir. Por eso el poema se arma semánticamente con términos que reflejan una antítesis entre los impulsos innatos de la vida y la muerte. Palabras como: violencia, llamas, amenaza, avasallando, ráfagas, libertos, imperio de la sangre, sangre y fuego, rojo sin término, ceniza, adicional a esto refuerza el concepto de la hecatombe el término HOLOCAUSTO, en el título que nos ocupa. En este sentido, podemos calificar de construcción irónica la alusión a la historia, con este proceder busca demandar la atención hacia el componente léxico para poder hacer germinar la idea: la juventud debe vivir.

        

¡LA JUVENTUD PALPITA!

 

¡La juventud palpita

 con la violencia de un volcán ardido!

 ¡La voz en llamas amenaza al cielo!

 Avasallado

por ráfagas de histeria

 se desprende el azul del firmamento.

Sin cáliz las estrellas,

danzan en remolino los pétalos libertos.

 

Bajo el imperio de la sangre, el ansia

rebasa las celdillas de las horas,

supera el espejismo que nutre la inocencia,

cruza los horizontes de la idea.

 

Es el reino del hombre con la mano elevada

 sobre su colección de números y formas

en la entrega sin límites al frenesí del tacto.

 

Amor, desde la arteria fuente de todo impulso,

proclama tu dominio

sobre el azul que llueve su monótono ritmo.

 

Es la hora del beso,

diminuta ventana de pasión donde asoma

 la materia al supremo deleite del espíritu.

Sangre y fuego resuelven en un rojo sin término

 el ser y la ceniza: la realidad del hombre.

 

Con la violencia de un volcán ardido

la juventud palpita,

y desde el trono del amor predica

el triunfo inexorable del deseo.

 


Ubicada en la década de los años 50, la selección de vocablos alude a la violencia, el crimen, el terror generados por las recientes pasadas guerras, pero la idea construye las características propias del impulso adolescente: la fuerza, el afán de libertad, el derroche hormonal que transporta al beso, al deseo. Significa entonces que el mecanismo en este poemario es lexical y por oposición.

En el libro Entre materia y sueño, el poema “Voz de la madre desvelada” nos induce a la historia. El poema se desdobla en dos voces que aluden al paratexto: una parte para el sueño y otra para la materia; la materia responderá a la estridencia de la vida en sociedad, a los resultados de la deshumanización. Es como si la autora orquestara en dos movimientos el poema: entre la materia y el sueño.

 

VOZ DE LA MADRE DESVELADA

 

¿Se habrá dormido sin arrullos

 o no despierta aún a la vida?

Cuando sus ojos soliciten

los panoramas interiores,

¿qué puerta habrá de responderle?

 

Por las riberas del recuerdo

 va desfilando la existencia,

múltiple y varia como un coro

de cotidianos espejismos,

y de fracasos asfixiados

 en las murallas del silencio.

 

Si por las tácitas hogueras

que alimentó la fantasía,

 alguien pregunta en esta noche,

¿qué contará la inteligencia?

¿Podrá el sosiego levantarse

de las innúmeras caídas?

 

¿De los deseos que se frustraron,

de las palabras hechizadas,

y sobre todo del torrente

que desde fuera nos acecha?

 

En este imperio de dos fases,

 de hambres desviadas hacia el cielo,

 de ángeles raudos, fabricados

 en los talleres del suplicio

para volcar desde los aires

el credo vil del exterminio,

¿bajo qué luna en desconcierto

 irán los novios a sus citas?

 

En este reino de las piras,

hombres y libros inmolados

por la barbarie, que aún conserva

azules ojos de racismo

y largas uñas de codicia,

¿qué magisterio dará cauce

a la esperanza de los niños?

 

En el umbrátil escenario

sólo el amor muestra el semblante:

cálidos labios para el beso,

frente turbada en la amargura,

 puños arriba en solidaria

liberación de los hermanos,

violento ardor de Prometeo

para el fecundo sacrificio,

y voz que sale como un hijo

resquebrajando las entrañas.

 

(En el amor, alba perenne,

 la madre encuentra la esperanza).

 

Las tres primeras estrofas, la voz de la madre reflexiona sobre el futuro del hijo, estos versos representarían “el sueño”, a partir de ese momento, una ráfaga material se asoma a la voz y la reflexión se ubica en elementos como: el hambre, imperio, talleres, suplicio, credo vil, exterminio, barbarie, racismo, codicia… Este campo semántico, donde todos sus elementos apuntan hacia significados negativos, que reflejan muchos males de nuestra humanidad; pero que varios de ellos han marcado nuestro devenir histórico. Justo en el año de la publicación de Entre materia y sueño se funda el Partido Pantera Negra, una organización política afroamericana de los Estados Unidos. El poema hace otras alusiones al “black power” cuando alude al puño cerrado y arriba, clásica expresión de esta etnia que luchó y lucha por sus derechos. El poema cierra nuevamente con el “sueño”, con la voz, que como arrullo (por el uso del paréntesis que abarca a los dos versos finales), levanta la esperanza del amor como solución a una humanidad alejada de su esencia.


Pasajeros en tránsito, publicado en 1973, coincide con las luchas nacionalistas por la recuperación del área canalera. Justo en ese año se reúne en Panamá el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sus miembros firman una carta solicitando con prontitud la redacción de nuevos tratados, hecho que se verificaría cuatros años después. Las luchas estudiantiles por la soberanía son continuas en este período. Las gestas patrióticas lideradas por los estudiantes se han convertido en una tradición que nació desde décadas anteriores. Entre estos jóvenes se encuentra José Gabriel Carrillo Bruz, estudiante que había sido militante del Frente de Reforma Universitaria, parte importante de la Federación de Estudiantes de Panamá; luego formó parte del MUR, Movimiento de Unidad Revolucionaria, organismo estudiantil dirigido por Floyd Britton y Federico Britton. Carrillo fue un hombre patriota, valiente y revolucionario. Fue parte importante del movimiento de 1958. Era institutor. Participó activamente del heroico movimiento de enero de 1964. Dirigió el periódico Voz Universitaria. Estudiaba en la Escuela de Español. Muchas veces fue apresado y golpeado, producto de estos golpes sufre serias lesiones en el riñón que lo llevan a la muerte. Uno de los poemas de Pasajeros en tránsito se titula Como manda la ley, dedicado a José Gabriel Carrillo. El título de este poema hace alusión a una frase muy utilizada en Panamá y que en su sentido figurado significa cuando algo se hace de manera correcta; de esta forma se construye un espacio irónico en el texto que evidencia que lo “correcto” es esconder la realidad y justificar lo más terrible con excusas banales como el clima, por eso: Me puse el rostro sereno,/ eché al bolsillo las llaves,/los saludos y las gracias./Con anteojos oscuros/me protegí contra la realidad quemante,/porque en el clima nuestro/hace daño mirar las cosas cara a cara;/produce irritación/ y puede provocar hasta las lágrimas.

Es un poema iconoclasta que rescata los agravios y las humillaciones que sufren los que no claudican sus ideas ante la bota militar o la pólvora, así solo así como manda la ley.

 

COMO MANDA LA LEY

 

A José Gabriel Carrillo Bruz

Líder estudiantil

 

Al clausurar el sueño,

cuando cerré la carta

y volví a la rutina,

descolgué el corazón

para no recibir nuevas llamadas.

 

Me puse el rostro sereno,

eché al bolsillo las llaves,

los saludos y las gracias.

 

Con anteojos oscuros

me protegí contra la realidad quemante,

porque en el clima nuestro

hace daño mirar las cosas cara a cara;

produce irritación

y puede provocar hasta las lágrimas.

 

Todo estaba en su sitio,

como manda la ley;

la lisonja, alfombrando los pisos burocráticos

y avivando las piras de las inquisiciones,

en los cuartos oscuros de miseria

y una existencia sórdida que, jadeante y atada,

entre angustias y drogas sostiene

el lujo señorial de las mansiones.

Además, el consuelo:

por el ojo de una aguja

no caben los que van llenos;

así es que a la partida

tendrán que dejar todo el sobrepeso.

Pero no lo reparten

ni lo pierde el heredero;

lo protegen los códigos;

y es claro, tanto capital ganado

con el sudor

ajeno.

 

La serpiente que acecha

al amparo del árbol de la ciencia;

no se resistió Adán,

no resisten sus hijos.

Para qué resistirse

si se puede vivir la dulce vida

vendiendo la mentira y hasta el nombre

con el sello oficial,

si de un golpe de pecho

se borra todo el daño perpetrado.

No quiero describir las interioridades

porque yo no acostumbro

decir malas palabras.

 

Esta es la realidad, bajo censura,

fragmentada y descrita desde la superficie.

No conozco otros sitios

donde la muerte tiene

sus agentes del año.

La vez que los armados

sitiaron a los jóvenes rebeldes

hasta hacerlos bajar las escaleras

arrodillados,

desde el tercer piso,

como bomba mortífera me estalló el corazón.

Maldito mundo y nos llamamos hombres.

Después, por un instante llegué a ver a un amigo

y tuve que cerrar los ojos.

Quien no ha sentido nunca la mirada

humillada y febril de un hombre en una jaula;

no podrá comprender

cómo los ascensores del amor

escalan, piso a piso, la violencia.

 

Yo regreso al refugio

con la mordaza puesta,

pues no sé hablar con pólvora.

8 horas laborales en el mundo

son más traumatizantes

que estos años de ausencia

en el indeclinable papel de pasajeros

en tránsito.

Porque para enfrentarse con la crueldad humana

sin lanzar alaridos

hace falta tener un corazón más fuerte.


 

Otros poemas de este libro que espejan lo social e histórico son: Amor ausente, Pasajeros en tránsito, Compás del soldado anónimo y Todos subimos al avión.

En el poemario Es real y es de este mundo, nuevamente surge la constante de su obra: el amor, pero un amor temeroso a la pérdida, temeroso del adiós, de la separación momentánea o definitiva. Hay destellos sobre la realidad social en poemas como: La calle está vedada; Tu voz; Programa de tiempo completo; Amándote, viviéndote.


En Es real y es de este mundo, la realidad se sobrepone al amor. Esta viene vestida de pasos apurados, horarios, trabajo, industrialización, negocios y todo aquello que nos roba el tiempo y nos aleja de la pareja. Al decir de Armando Roa: “La modernidad ha enriquecido al hombre con la conquista de las ciencias y simultáneamente lo ha empobrecido porque lo ha deshumanizado en cuanto al amor, la imaginación, los sentimientos, los deseos, las ambiciones.” [2] En “Amándote, viviéndote” está la queja sobre el efecto de la modernidad en los seres humanos: hay muchos rascacielos, pero poco cielo; aviones ultramodernos, pero solo para seres muy importantes; las cosas reemplazan la belleza, la humanidad; no obstante, a pesar de todo esto, la voz final del poema es optimista; porque vence la solidaridad, la autenticidad. Estos valores surgen y quitan la máscara, borran lo superfluo, lo ufano.

 

…también los rascacielos grises,

que en un exilio recurrente en ascensores

aíslan de la tierra

sin la menor compensación de cielo;

y los aviones ultramodernos donde cada centímetro

 consigna un lujo detonante

 bajo el disfraz de la importancia.

 

Pero tú caminas por las faenas de la tierra;

laboras con los hombres, por los hombres;

llevas el mismo signo de la lucha;

las cicatrices de algunos sueños;

 la marca del desvelo

 que aureola a los que trabajan sobretiempo,

y la autenticidad que no prescribe

ni bajo la mordaza persistente

ni en la maraña de un clima inhóspito.

 

En su último libro, Siempre el amor, poesía completa, se concentran la mayor cantidad de poemas con denuncia social y política, pues aparecen, adicional a la intención original, un grupo de poemas dispersos que su tono es la voz indignada y dolida ante hechos históricos panameños que desgarraron el alma de una nación. Los poemas de este libro que podemos rescatar para este estudio son: “Sueño invernado”, “El tiempo es el invento más hermoso”, “Llamada a Rubén Darío”, “A la madre de un mártir”, “Siempre el amor”, “La rosa, siempre”, “De edades y de sueños”, “Lunerías”, “Tú concientizas, ella concientiza, nosotros concientizamos”.

La concentración de temas históricos-políticos de este último libro indica que la voz lírica de Elsie Alvarado de Ricord también tenía un giro hacia el compromiso ideológico.

En cuanto a los mecanismos para trasladar la historia al verso, en este libro la alusión es directa. Por ejemplo, en el texto “A los héroes panameños”, escrito el 11 de enero de 1964, es un poema testimonial, escrito dos días después de la masacre juvenil más grande de nuestra historia, los versos se construyen y cincelan al golpe duro de la historia. Los términos son usados de manera denotativa, directa, el lector reconoce en las palabras la circunstancia; pero eso no le resta belleza y fuerza. La poeta se identifica con los mártires, los siente sus iguales y los llama “compañeros”; admira su incalculable valor, valor que nace de pensar en la debilidad del pecho de un niño enfrentado a pura carne a la terrible ráfaga de la metralla gringa. Interpela la ignominia de acallar con balas las bocas que cantaban el Himno Nacional en nuestra tierra, de arrasar con la vida de nuestra juventud, e identifica a los asesinos y los califica: zoneítas (así eran llamados los estadounidenses que habitaban el área canalera) soberbios, zoneítas injustos, zoneítas asesinos, zoneítas apestosos, zoneítas destructores, zoneítas desleales inquilinos, zoneítas asesinos, esclavistas, codiciosos, zoneítas inmisericordes…

El poema avanza con conmovedoras y plásticas imágenes de la muerte: frentes ya para siempre reclinadas con el gesto rendido de la muerte: ¡cómo mirar con ojos apacibles el silencio cuajado en vuestros labios!

Imágenes que reclaman la presencia del héroe, porque los héroes piensan y gritan la injusticia.

Al reflexionar en la desaparición física de estos jóvenes y niños, su pensamiento se concentra en el dolor de la madre de los caídos. La fría interrogación retórica paradójicamente nos conmueve, nos arranca duras lágrimas, porque para una madre, la muerte de un hijo es una herida incurable y siempre sangrante, lo seguimos acunando y cuidando en nuestras almas, porque la tierra y el tiempo no pueden sepultar el amor de una madre.

Luego, llama uno a uno a los caídos que hasta ese momento habían empeñado su sangre por la patria (recuérdese que el poema fue escrito dos días después del inicio de los enfrentamientos), en algunos casos generaliza. Cierra el poema con unos versos lapidarios: Los héroes no yacen en la tumba: remueven la conciencia de los pueblos.

 

A LOS HÉROES PANAMEÑOS

 

Mártires de mi Patria, compañeros

que enfrentasteis el pecho a la metralla,

maduros de valor, como maduran

los niños pobres, ay, desde la infancia.

En vuestras manos firmes, la bandera

era una nueva llama de esperanza,

del amor a la tierra y al idioma,

del derecho a la paz, y sobre todo

a la equidad en nuestro noble suelo.

¿Quién ha osado segar este prodigio

de corazones jóvenes, colmados

por más de medio siglo de injusticia,

vivas antenas que captar sabían

los acentos más hondos de la Patria?

¿Quién responde con pólvora a las notas

de nuestro Himno Nacional, quién pudo

infestar nuestra atmósfera de gases,

qué soberbia ancestral mueve esas manos

que destrozan así nuestra bandera?

¿Por qué regáis la muerte en nuestro suelo,

desleales inquilinos zoneítas?

No descendéis de Washington, de Lincoln;

vuestra mano no es mano libertaria;

es la mano esclavista, que asesina,

la que codicia, la que ruge armada

por tierra y mar y cielo; vuestros pasos

siembran la indignación en nuestro Istmo;

por vuestros labios hablan solamente

los Teodoros, los Truman, los MacCarthy,

y vuestros corazones no conocen

la esencial hermandad de los humanos.

Mártires panameños, inmolados

en pleno florecer, llamas enhiestas

que un vaho de impiedad ha derribado

al amparo cobarde de los tanques.

Mártires panameños, niños-hombres

que el hogar y la escuela modelaban,

frentes ya para siempre reclinadas

con el gesto rendido de la muerte.

Cómo mirar con ojos apacibles

el silencio cuajado en vuestros labios.

¿Quién mirará sin estremecimiento

el rostro de dolor de vuestras madres?

¿Tiene la patria alguna recompensa

comparable a la vida de los hijos?

¿Acaso el llanto unánime del pueblo,

la protesta del mundo, el grito airado,

llenarán esa ausencia, esa honda herida

que nunca cicatriza: un hijo muerto,

y aquel rincón del alma en que la madre

sigue acunando, aunque en secreto, al hijo?

La sangre de los héroes no es estéril:

es río desbordado que fecunda

con dolor, las entrañas de los pueblos.

Rosa Elena Landecho –trece años–

del maternal regazo desprendida,

te ha acogido el regazo de la historia.

José del Cid, Ricardo Villamonte,

estudiantes, obreros, no habéis muerto:

crecéis en la Avenida de los Mártires

como banderas vivas de la patria.

 

Decir que Elsie Alvarado de Ricord es la poeta del amor, exige una ampliación del concepto; pues no solo dedica su creación al amor de pareja, sino, y sobre todo, el amor a la humanidad, a los hijos, a la madre, al padre, a la patria; en suma, el amor en la poesía de Elsie Alvarado es un semema con una diversidad de noemas. 


NOTAS

1. Alatorre, Antonio. El sueño erótico en la poesía española de los siglos de oro. México, D.F., MX: FCE – Fondo de Cultura Económica, 2003.

2. ROA, Armando (1995). Modernidad y Posmodernidad Coincidencias y diferencias fundamentales. Editorial Andres Bello, Santiago de Chile.




YOLANDA HACKSHAW (Panamá, 1958). Egresada de la Universidad de Panamá, estudió la licenciatura en español y el profesorado de enseñanza secundaria con especialización en español. Allí también obtuvo una maestría en literatura hispanoamericana y un posgrado en literatura panameña. Es docente de español en dicha universidad. Es autora de los libros Corazones en la pared (cuento, 2000); Las trampas de la escritura (cuento, 2000); La confabulación creativa de Enrique Jaramillo Levi (ensayo, 2000); De mar a mar (poesía, 2001); y Redacción: método y práctica (escrito conjuntamente con Ricardo Segura, 2000). Ha sido jurado del Premio Nacional de Cuento José María Sánchez (Universidad Tecnológica de Panamá), en el concurso de cuentos del Instituto Panameño de Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, del Concurso Nacional de Poesía Demetrio Herrera Sevillano y del Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán. Es asesora literaria de Editorial Norma en Panamá. Es miembro activa del Círculo Lingüístico y Literario Ricardo, J. Alfaro.




GLADYS MENDÍA (Venezuela, 1975). Poeta, ensayista, editora, artista plástica. Traductora del portugués al castellano, contando entre sus trabajos de traducción la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Ha publicado en diversas revistas literarias, así como también en antologías. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea, 2009; El alcohol de los estados intermedios, 2009; La silenciosa desesperación del sueño, 2010; La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila, 2011; Inquietantes dislocaciones del pulso, 2012; El cantar de los manglares, 2018, Telemática. Reflexiones de una adicta digital, 2021; LUCES ALTAS luces de peligro, 2022 y sus más recientes libros co-creados con Inteligencia Artificial: Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde el año 2004. Cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Como editora ha desarrollado más de veinticinco colecciones entre poesía, narrativa, ensayo y audiovisuales, publicando a más de 500 autores. Integra, con Floriano Martins y Elys Regina Zils, el equipo de traductores del “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, de la revista brasileña Acrobata. Gladys Mendía es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.




Agulha Revista de Cultura

Número 245 | novembro de 2023

Artista convidada: Gladys Mendía (Venezuela, 1975)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

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