Ejerció el cargo
de Directora de la Academia de la Lengua desde 1991 hasta el 2004, y fue miembro
correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Nacional de Letras
de Uruguay y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.
Fue directora
del Círculo Lingüístico de Panamá (CILPÁN) y representante por Panamá y Centroamérica
en la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL). Ejerció por
4 décadas la docencia en la Universidad de Panamá, como catedrática de Lingüística,
Teoría Literaria y Fonética.
Publicó
catorce títulos, entre poemas y ensayos. Las obras poéticas son: Holocausto de rosa (México, 1953); Entre materia y sueño (Panamá, 1966); Pasajeros en tránsito (Panamá, 1973); Es real y es de este mundo (Panamá, 1978);
Siempre el amor, poesía completa (Panamá,
2002). Fue ganadora de muchos premios y galardones nacionales. Apasionada lingüista
y defensora incansable del idioma español.
En general, la obra de Elsie
Alvarado de Ricord tiene en sus raíces el tono erótico de la literatura hispanoárabe,
que a su vez era heredera del Mester de Clerecía. Observamos en su obra Holocausto de Rosa un tema recurrente de
la poesía hispanoárabe: el encuentro amoroso. En este sentido, Antonio Alatorre
nos señala: “La escena erótica que … era frecuente en la literatura hispanoárabe:
el enamorado se da maña para meterse de noche, cuando todos duermen, en casa de
su amada, y ella se le entrega gozosamente, aunque la perturba el temorcillo de
que el padre, la madre, los hermanos se despierten.” [1] En el libro en mención, hay un apartado exclusivo a este tema; pero
sin la mojigatería citada por Alatorre, es un encuentro en gozosa pasión, sin temores,
sin testigos inoportunos.
En cuanto a la presencia histórica
en la poesía de Elsie Alvarado de Ricord, podemos afirmar que se da de tres formas,
a saber:
1.
Lexical
2.
Por oposición
3.
Alusión directa
La primera se percibe por medio
de los campos semánticos relacionados con aspectos históricos; por ejemplo en Holocausto de rosa, primer poemario de la
autora, escrito en 1953, en el poema “La juventud palpita”, podemos apreciar el
uso de los siguientes vocablos que lexicalmente nos refieren, por su sentido alusivo
a la muerte, al dolor, al abuso, a la historia más reciente de la época: el término
de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Sublevación en Alemania del Este con la
movilización y represión de más de 500 comunidades, en Camboya hubo secuelas post
Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea, sangrienta y cruel, así como la Guerra
Fría. Todos estos eventos dejaron un saldo de jóvenes muertos, en especial, la Segunda
Guerra Mundial donde murieron entre 40 a 45 millones, según los registros más optimistas;
pero todos cuantos hayan sido, era juventud que debió palpitar, no morir. Por eso
el poema se arma semánticamente con términos que reflejan una antítesis entre los
impulsos innatos de la vida y la muerte. Palabras como: violencia, llamas, amenaza,
avasallando, ráfagas, libertos, imperio de la sangre, sangre y fuego, rojo sin término,
ceniza, adicional a esto refuerza el concepto de la hecatombe el término HOLOCAUSTO,
en el título que nos ocupa. En este sentido, podemos calificar de construcción irónica
la alusión a la historia, con este proceder busca demandar la atención hacia el
componente léxico para poder hacer germinar la idea: la juventud debe vivir.
¡LA JUVENTUD PALPITA!
¡La juventud palpita
con la violencia de un volcán ardido!
¡La voz en llamas amenaza al cielo!
Avasallado
por ráfagas de histeria
se desprende el azul del firmamento.
Sin cáliz las estrellas,
danzan en remolino los pétalos
libertos.
Bajo el imperio de la sangre,
el ansia
rebasa las celdillas de las horas,
supera el espejismo que nutre
la inocencia,
cruza los horizontes de la idea.
Es el reino del hombre con la
mano elevada
sobre su colección de números y formas
en la entrega sin límites al
frenesí del tacto.
Amor, desde la arteria fuente
de todo impulso,
proclama tu dominio
sobre el azul que llueve su monótono
ritmo.
Es la hora del beso,
diminuta ventana de pasión donde
asoma
la materia al supremo deleite del espíritu.
Sangre y fuego resuelven en un
rojo sin término
el ser y la ceniza: la realidad del hombre.
Con la violencia de un volcán
ardido
la juventud palpita,
y desde el trono del amor predica
el triunfo inexorable del deseo.
En
el libro Entre materia y sueño, el poema
“Voz de la madre desvelada” nos induce a la historia. El poema se desdobla en dos
voces que aluden al paratexto: una parte para el sueño y otra para la materia; la
materia responderá a la estridencia de la vida en sociedad, a los resultados de
la deshumanización. Es como si la autora orquestara en dos movimientos el poema:
entre la materia y el sueño.
VOZ
DE LA MADRE DESVELADA
¿Se
habrá dormido sin arrullos
o no despierta aún a la vida?
Cuando
sus ojos soliciten
los
panoramas interiores,
¿qué
puerta habrá de responderle?
Por
las riberas del recuerdo
va desfilando la existencia,
múltiple
y varia como un coro
de
cotidianos espejismos,
y
de fracasos asfixiados
en las murallas del silencio.
Si
por las tácitas hogueras
que
alimentó la fantasía,
alguien pregunta en esta noche,
¿qué
contará la inteligencia?
¿Podrá
el sosiego levantarse
de
las innúmeras caídas?
¿De
los deseos que se frustraron,
de
las palabras hechizadas,
y
sobre todo del torrente
que
desde fuera nos acecha?
En
este imperio de dos fases,
de hambres desviadas hacia el cielo,
de ángeles raudos, fabricados
en los talleres del suplicio
para
volcar desde los aires
el
credo vil del exterminio,
¿bajo
qué luna en desconcierto
irán los novios a sus citas?
En
este reino de las piras,
hombres
y libros inmolados
por
la barbarie, que aún conserva
azules
ojos de racismo
y
largas uñas de codicia,
¿qué
magisterio dará cauce
a
la esperanza de los niños?
En
el umbrátil escenario
sólo
el amor muestra el semblante:
cálidos
labios para el beso,
frente
turbada en la amargura,
puños arriba en solidaria
liberación
de los hermanos,
violento
ardor de Prometeo
para
el fecundo sacrificio,
y
voz que sale como un hijo
resquebrajando
las entrañas.
(En
el amor, alba perenne,
la madre encuentra la esperanza).
Las tres primeras estrofas, la
voz de la madre reflexiona sobre el futuro del hijo, estos versos representarían
“el sueño”, a partir de ese momento, una ráfaga material se asoma a la voz y la
reflexión se ubica en elementos como: el hambre, imperio, talleres, suplicio, credo
vil, exterminio, barbarie, racismo, codicia… Este campo semántico, donde todos sus
elementos apuntan hacia significados negativos, que reflejan muchos males de nuestra
humanidad; pero que varios de ellos han marcado nuestro devenir histórico. Justo
en el año de la publicación de Entre materia
y sueño se funda el Partido Pantera Negra, una organización política afroamericana
de los Estados Unidos. El poema hace otras alusiones al “black power” cuando alude
al puño cerrado y arriba, clásica expresión de esta etnia que luchó y lucha por
sus derechos. El poema cierra nuevamente con el “sueño”, con la voz, que como arrullo
(por el uso del paréntesis que abarca a los dos versos finales), levanta la esperanza
del amor como solución a una humanidad alejada de su esencia.
Es un poema iconoclasta que rescata
los agravios y las humillaciones que sufren los que no claudican sus ideas ante
la bota militar o la pólvora, así solo así como manda la ley.
COMO
MANDA LA LEY
A José
Gabriel Carrillo Bruz
Líder estudiantil
Al
clausurar el sueño,
cuando
cerré la carta
y
volví a la rutina,
descolgué
el corazón
para
no recibir nuevas llamadas.
Me
puse el rostro sereno,
eché
al bolsillo las llaves,
los
saludos y las gracias.
Con
anteojos oscuros
me
protegí contra la realidad quemante,
porque
en el clima nuestro
hace
daño mirar las cosas cara a cara;
produce
irritación
y
puede provocar hasta las lágrimas.
Todo
estaba en su sitio,
como
manda la ley;
la
lisonja, alfombrando los pisos burocráticos
y
avivando las piras de las inquisiciones,
en
los cuartos oscuros de miseria
y
una existencia sórdida que, jadeante y atada,
entre
angustias y drogas sostiene
el
lujo señorial de las mansiones.
Además,
el consuelo:
por
el ojo de una aguja
no
caben los que van llenos;
así
es que a la partida
tendrán
que dejar todo el sobrepeso.
Pero
no lo reparten
ni
lo pierde el heredero;
lo
protegen los códigos;
y
es claro, tanto capital ganado
con
el sudor
ajeno.
La
serpiente que acecha
al
amparo del árbol de la ciencia;
no
se resistió Adán,
no
resisten sus hijos.
Para
qué resistirse
si
se puede vivir la dulce vida
vendiendo
la mentira y hasta el nombre
con
el sello oficial,
si
de un golpe de pecho
se
borra todo el daño perpetrado.
No
quiero describir las interioridades
porque
yo no acostumbro
decir
malas palabras.
Esta
es la realidad, bajo censura,
fragmentada
y descrita desde la superficie.
No
conozco otros sitios
donde
la muerte tiene
sus
agentes del año.
La
vez que los armados
sitiaron
a los jóvenes rebeldes
hasta
hacerlos bajar las escaleras
arrodillados,
desde
el tercer piso,
como
bomba mortífera me estalló el corazón.
Maldito
mundo y nos llamamos hombres.
Después,
por un instante llegué a ver a un amigo
y
tuve que cerrar los ojos.
Quien
no ha sentido nunca la mirada
humillada
y febril de un hombre en una jaula;
no
podrá comprender
cómo
los ascensores del amor
escalan,
piso a piso, la violencia.
Yo
regreso al refugio
con
la mordaza puesta,
pues
no sé hablar con pólvora.
8
horas laborales en el mundo
son
más traumatizantes
que
estos años de ausencia
en
el indeclinable papel de pasajeros
en
tránsito.
Porque
para enfrentarse con la crueldad humana
sin
lanzar alaridos
hace
falta tener un corazón más fuerte.
Otros poemas de este libro que
espejan lo social e histórico son: Amor ausente, Pasajeros en tránsito, Compás del
soldado anónimo y Todos subimos al avión.
En el poemario Es real y es de este mundo, nuevamente surge
la constante de su obra: el amor, pero un amor temeroso a la pérdida, temeroso del
adiós, de la separación momentánea o definitiva. Hay destellos sobre la realidad
social en poemas como: La calle está vedada; Tu voz; Programa de tiempo completo;
Amándote, viviéndote.
…también los rascacielos grises,
que en un exilio recurrente en
ascensores
aíslan de la tierra
sin la menor compensación de
cielo;
y los aviones ultramodernos donde
cada centímetro
consigna un lujo detonante
bajo el disfraz de la importancia.
Pero tú caminas por las faenas
de la tierra;
laboras con los hombres, por
los hombres;
llevas el mismo signo de la lucha;
las cicatrices de algunos sueños;
la marca del desvelo
que aureola a los que trabajan sobretiempo,
y la autenticidad que no prescribe
ni bajo la mordaza persistente
ni en la maraña de un clima inhóspito.
En su último libro, Siempre el amor, poesía completa, se concentran
la mayor cantidad de poemas con denuncia social y política, pues aparecen, adicional
a la intención original, un grupo de poemas dispersos que su tono es la voz indignada
y dolida ante hechos históricos panameños que desgarraron el alma de una nación.
Los poemas de este libro que podemos rescatar para este estudio son: “Sueño invernado”,
“El tiempo es el invento más hermoso”, “Llamada a Rubén Darío”, “A la madre de un
mártir”, “Siempre el amor”, “La rosa, siempre”, “De edades y de sueños”, “Lunerías”,
“Tú concientizas, ella concientiza, nosotros concientizamos”.
La concentración de temas históricos-políticos
de este último libro indica que la voz lírica de Elsie Alvarado de Ricord también
tenía un giro hacia el compromiso ideológico.
En cuanto a los mecanismos para
trasladar la historia al verso, en este libro la alusión es directa. Por ejemplo,
en el texto “A los héroes panameños”, escrito el 11 de enero de 1964, es un poema
testimonial, escrito dos días después de la masacre juvenil más grande de nuestra
historia, los versos se construyen y cincelan al golpe duro de la historia. Los
términos son usados de manera denotativa, directa, el lector reconoce en las palabras
la circunstancia; pero eso no le resta belleza y fuerza. La poeta se identifica
con los mártires, los siente sus iguales y los llama “compañeros”; admira su incalculable
valor, valor que nace de pensar en la debilidad del pecho de un niño enfrentado
a pura carne a la terrible ráfaga de la metralla gringa. Interpela la ignominia
de acallar con balas las bocas que cantaban el Himno Nacional en nuestra tierra,
de arrasar con la vida de nuestra juventud, e identifica a los asesinos y los califica:
zoneítas (así eran llamados los estadounidenses que habitaban el área canalera)
soberbios, zoneítas injustos, zoneítas asesinos, zoneítas apestosos, zoneítas destructores,
zoneítas desleales inquilinos, zoneítas asesinos, esclavistas, codiciosos, zoneítas
inmisericordes…
El poema avanza con conmovedoras
y plásticas imágenes de la muerte: frentes
ya para siempre reclinadas con el gesto rendido de la muerte: ¡cómo mirar con ojos
apacibles el silencio cuajado en vuestros labios!
Imágenes
que reclaman la presencia del héroe, porque los héroes piensan y gritan la injusticia.
Al
reflexionar en la desaparición física de estos jóvenes y niños, su pensamiento se
concentra en el dolor de la madre de los caídos. La fría interrogación retórica
paradójicamente nos conmueve, nos arranca duras lágrimas, porque para una madre,
la muerte de un hijo es una herida incurable y siempre sangrante, lo seguimos acunando
y cuidando en nuestras almas, porque la tierra y el tiempo no pueden sepultar el
amor de una madre.
Luego, llama uno a uno a los
caídos que hasta ese momento habían empeñado su sangre por la patria (recuérdese
que el poema fue escrito dos días después del inicio de los enfrentamientos), en
algunos casos generaliza. Cierra el poema con unos versos lapidarios: Los héroes no yacen en la tumba: remueven la conciencia
de los pueblos.
A
LOS HÉROES PANAMEÑOS
Mártires de mi Patria, compañeros
que enfrentasteis el pecho a la metralla,
maduros de valor, como maduran
los niños pobres, ay, desde la infancia.
En vuestras manos firmes, la bandera
era una nueva llama de esperanza,
del amor a la tierra y al idioma,
del derecho a la paz, y sobre todo
a la equidad en nuestro noble suelo.
¿Quién ha osado segar este prodigio
de corazones jóvenes, colmados
por más de medio siglo de injusticia,
vivas antenas que captar sabían
los acentos más hondos de la Patria?
¿Quién responde con pólvora a las notas
de nuestro Himno Nacional, quién pudo
infestar nuestra atmósfera de gases,
qué soberbia ancestral mueve esas manos
que destrozan así nuestra bandera?
¿Por qué regáis la muerte en nuestro suelo,
desleales inquilinos zoneítas?
No descendéis de Washington, de Lincoln;
vuestra mano no es mano libertaria;
es la mano esclavista, que asesina,
la que codicia, la que ruge armada
por tierra y mar y cielo; vuestros pasos
siembran la indignación en nuestro Istmo;
por vuestros labios hablan solamente
los Teodoros, los Truman, los MacCarthy,
y vuestros corazones no conocen
la esencial hermandad de los humanos.
Mártires panameños, inmolados
en pleno florecer, llamas enhiestas
que un vaho de impiedad ha derribado
al amparo cobarde de los tanques.
Mártires panameños, niños-hombres
que el hogar y la escuela modelaban,
frentes ya para siempre reclinadas
con el gesto rendido de la muerte.
Cómo mirar con ojos apacibles
el silencio cuajado en vuestros labios.
¿Quién mirará sin estremecimiento
el rostro de dolor de vuestras madres?
¿Tiene la patria alguna recompensa
comparable a la vida de los hijos?
¿Acaso el llanto unánime del pueblo,
la protesta del mundo, el grito airado,
llenarán esa ausencia, esa honda herida
que nunca cicatriza: un hijo muerto,
y aquel rincón del alma en que la madre
sigue acunando, aunque en secreto, al hijo?
La sangre de los héroes no es estéril:
es río desbordado que fecunda
con dolor, las entrañas de los pueblos.
Rosa Elena Landecho –trece años–
del maternal regazo desprendida,
te ha acogido el regazo de la historia.
José del Cid, Ricardo Villamonte,
estudiantes, obreros, no habéis muerto:
crecéis en la Avenida de los Mártires
como banderas vivas de la patria.
Decir que Elsie Alvarado de Ricord
es la poeta del amor, exige una ampliación del concepto; pues no solo dedica su
creación al amor de pareja, sino, y sobre todo, el amor a la humanidad, a los hijos,
a la madre, al padre, a la patria; en suma, el amor en la poesía de Elsie Alvarado
es un semema con una diversidad de noemas.
NOTAS
1.
Alatorre, Antonio. El sueño erótico en la
poesía española de los siglos de oro. México, D.F., MX: FCE – Fondo de Cultura
Económica, 2003.
2. ROA, Armando (1995). Modernidad y Posmodernidad Coincidencias y diferencias fundamentales.
Editorial Andres Bello, Santiago de Chile.
YOLANDA HACKSHAW (Panamá, 1958). Egresada de la Universidad de Panamá, estudió la licenciatura en español y el profesorado de enseñanza secundaria con especialización en español. Allí también obtuvo una maestría en literatura hispanoamericana y un posgrado en literatura panameña. Es docente de español en dicha universidad. Es autora de los libros Corazones en la pared (cuento, 2000); Las trampas de la escritura (cuento, 2000); La confabulación creativa de Enrique Jaramillo Levi (ensayo, 2000); De mar a mar (poesía, 2001); y Redacción: método y práctica (escrito conjuntamente con Ricardo Segura, 2000). Ha sido jurado del Premio Nacional de Cuento José María Sánchez (Universidad Tecnológica de Panamá), en el concurso de cuentos del Instituto Panameño de Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, del Concurso Nacional de Poesía Demetrio Herrera Sevillano y del Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán. Es asesora literaria de Editorial Norma en Panamá. Es miembro activa del Círculo Lingüístico y Literario Ricardo, J. Alfaro.
GLADYS MENDÍA (Venezuela, 1975). Poeta, ensayista, editora, artista plástica. Traductora del portugués al castellano, contando entre sus trabajos de traducción la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Ha publicado en diversas revistas literarias, así como también en antologías. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea, 2009; El alcohol de los estados intermedios, 2009; La silenciosa desesperación del sueño, 2010; La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila, 2011; Inquietantes dislocaciones del pulso, 2012; El cantar de los manglares, 2018, Telemática. Reflexiones de una adicta digital, 2021; LUCES ALTAS luces de peligro, 2022 y sus más recientes libros co-creados con Inteligencia Artificial: Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde el año 2004. Cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Como editora ha desarrollado más de veinticinco colecciones entre poesía, narrativa, ensayo y audiovisuales, publicando a más de 500 autores. Integra, con Floriano Martins y Elys Regina Zils, el equipo de traductores del “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, de la revista brasileña Acrobata. Gladys Mendía es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Número 245 | novembro de 2023
Artista convidada: Gladys Mendía (Venezuela, 1975)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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