Es clave e influencia (en mayor o menor
medida) el movimiento que no puede abstraerse de los efectos de estas crisis, que
se han sucedido transversalmente, tanto en Europa como ahora en Latinoamérica, lo
cual ha permitido un enriquecimiento de los postulados surrealistas. Principalmente,
porque permite la revaloración de diferentes ópticas que confluyen en elementos
artísticos que se desplazan para hacer notar los cambios y la fuerza que se mantiene
y se disemina como un caleidoscopio por diferentes vías. Por ello, la visión de
estos artistas, poetas y escritores que se patenta en ensayos, poesía, narrativa,
fotografía, pintura, crítica literaria, entre otros, constituye una permanente eclosión
de significados que transmutan en significantes para hacernos ver esta estructura
como el juego soñado por los primeros surrealistas, en los que subyacen componentes
oníricos y ahora virtuales que cruzan de lado a lado cada una de nuestras creaciones.
Se puede afirmar que el movimiento surrealista,
embebido como dije por permanentes elementos de la modernidad, se ha ido reformulando,
tal como lo plantean los expositores de Barajar la poesía y asimismo, es
interesante entender su mirada como parte de la libertad total que asume cada creador
al enfrentarse con su obra. Muchos también se unen al llamado cósmico y ancestral
de nuestro continente Latinoamericano para plasmar en las obras la raíz de cada
pueblo aborigen y la reconexión con sus primeras palabras, esculturas y naturaleza
del hombre. Es así como la visión de este surrealismo tan rico en contenidos y juegos
se irradia a múltiples formas y vías de expresión tanto plásticas, visuales como
escriturales, que dan vida a un nuevo enfoque surrealista, que si bien no ha dejado
de latir, tal y como fue concebido, ahora promueve diversas vías multifacéticas
para entrar en la perspectiva de realidad o no realidad presente en nuestros días.
Es también necesario comentar acerca
de la expresión de transgresión que marca las obras de los expositores de este libro,
lo que conlleva a una necesidad permanente de juego y de rompimiento de esquemas
que amplía el concepto de libertad en la creación. Esto es un elemento en común
que distingue estas obras, las que son forjadas desde mundos interiores ricos en
contenidos oníricos y liberadores, donde la transformación es un eje permanente
de universos en constante movimiento, tal y como se representa en diferentes mundos
o universos paralelos. La creación, de este modo, se forja continuamente y se destruye
a sí misma, lo cual constituiría el objeto de su nacimiento y devenir constante:
mutaciones, evoluciones, cambios de forma, de contenido y de continente, que son
como oleajes permanentes que contribuyen al arte surrealista y a su continua reconstrucción.
Otro de los aspectos que se aprecia en
Barajar la poesía es la permanente transgresión hacia signos sociales conformados
en torno a un eje central que mira solo hacia una vía de expresión, lo cual permite
la constante reelaboración de otros signos y otras vías de escape hacia la liberación
de los hombres como seres sociales que habitan dentro de una comunidad. La alteración
de los significados, ya patentados, por un único mecanismo controlador, genera así
la capacidad de alteración de los códigos representados que (por un lado) se reflejan
en sus propios idiomas citadinos, además de la reelaboración de esquemas que se
reordenan en cualquier orden o figura y que desean más que nada encontrar en el
movimiento propio de la tribu una forma de subsistencia. Estas formas son apreciadas
y reconstruidas muchas veces, a partir del derrumbe de situaciones impuestas que
terminan por formularse desde otros variados puntos de vista.
Entonces, las vías que retoma el arte
surrealista para sobrevivir a las concepciones impuestas son variadas, en un intento
por lograr puntos disímiles que permitan la libertad de los hombres y la constante
reformulación de sus valores y normas, que coloca en jaque aspectos sociales, focalizados
en diversos tópicos, como por ejemplo: la moral, la educación, la libertad de expresión
del hombre que se ve enfrentado a sí mismo, pero que no es capaz de liberarse completamente
de un sistema opresor que lo coarta tanto en su raíz como en su fondo, y lo estrella
contra normas que son parte de un medio sociocultural asfixiante.
En este punto, el surrealista acoge distintas
vías de escape para acceder a sí mismo y desde ahí es factible encontrar vías de
liberación apropiadas para su propio medio de expresión. Se puede apreciar que los
artistas y expositores acá entrevistados nos enseñan diferentes modos de apropiación
hacia su propia visión de la realidad. De este modo, las creaciones surgen desde
mundos interiores que desbordan en múltiples significados y que se readecúan constantemente
al eco que se prolonga fuera de sí mismo, por ende, el misticismo propone una nueva
vuelta a la reelaboración de significados perdidos que se reencuentran una y mil
veces, que son muy necesarios en esta sociedad vacía, porque propone una vuelta
hacia el lugar perdido hacia el vórtice que se instala en cada uno de nosotros.
CLAUDIA VILA MOLINA. Poeta Chilena, profesora de lenguaje y comunicación y crítico literario, estudiante de Magister en Literatura Comparada en la universidad Adolfo Ibáñez.
Agulha Revista de Cultura
Número 252 | junho de 2024
Artista convidada: Ilca Barcellos (Brasil, 1955)
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