Los escritores de la década de los
cuarenta se habían inclinado por ciertas posturas cercanas a la autonomía estética
y se habían adherido a los lineamientos del existencialismo. Rilke, y su manifiesto
lirismo melancólico, fue para estos poetas una figura central de su quehacer literario;
la soledad y la muerte, dos temas omnipresentes en la obra del autor citado, atravesaron
el horizonte poético de esta generación.
La última aparición de ese agrupamiento
generacional anterior se da con la revista El
40, dirigida por Dora S. de Boneo. Las páginas de sus seis entregas,
desde la primavera de 1951 hasta el invierno de 1953, albergan firmas de poetas
y escritores reconocidos como León Benarós, César Fernández Moreno, Alberto Ponce
de León, José María Castiñeira de Dios, María Granata, Juan Rodolfo Wilcock y otros.
En el otro extremo aparecían los jóvenes,
que postulaban una tarea intelectual y/o artística que tuviera en cuenta la realidad
local y su devenir político-social. En ese sentido la revista más importante, y
que marcó una tendencia hacia el futuro, fue Contorno,
dirigida, en su primer número, por Ismael Viñas; se le sumaría en el segundo su
hermano David. Su primera entrega data de noviembre de 1953, la última, el número
doble 9-10, de abril de 1959. Su intención de reconfigurar el mapa de la literatura
nacional fue clara; más allá de la disputa entre la centralidad de la figura de
Mallea, vinculada al suplemento del diario La
Nación y la revista Sur,
y la postulación de Roberto Arlt como eje de lectura de la tradición nacional por
parte de estos jóvenes, todo fue revisado por los integrantes de la revista. Entre
los que transitaron sus páginas cabe mencionar a intelectuales como Ramón Alcalde,
Noé Jitrik, Adolfo Prieto, Oscar Masotta, Adelaida Gigli y Juan José Sebrelli.
A partir de cero surge en esos años, donde todavía algunos sostienen cierto lirismo formal y
otros sacan a relucir la cuestión del compromiso intelectual con la realidad circundante,
de clara raigambre sartreana. La crítica de los contornistas por la prescindencia
política de A partir de cero es
un claro ejemplo del clima de la época y sus polémicas.
Lo primero que llama la atención en
esta publicación es su diseño oblongo. De dimensiones más reducidas en el único
número de su segunda etapa que apuesta por diversos collages y páginas desplegables, cumple con esa intención
de renovación en los lenguajes y en los formatos propia del mundo surrealista y
su apuesta por lo onírico. Desde su entrega inicial, en noviembre de 1952, se lee
un subtítulo, Revista de poesía y antipoesía,
que marcará, entre otras cosas, la tendencia de una revista preocupada por la actividad
poética y por su lenguaje. En la portada aparece el nombre de quien sería su director:
Enrique Molina. La segunda entrega de esta primera época sale a la calle un mes
después, es decir, en diciembre de 1952. Existe una segunda época, en la que una
única entrega de septiembre de 1956 completa los números que hacen la vida útil
de A partir de cero. En
su portada ya no aparece el subtítulo que marcamos más arriba y la cantidad de ilustraciones
crece; asimismo el papel del director deja paso a un grupo de redacción integrado
por Carlos Latorre, Julio Llinás, F. J. Madariaga, Aldo Pellegrini, J. A. Vasco
y el antiguo director Enrique Molina.
Los textos publicados en esta revista
explicitan, en gran medida, la estética surrealista; las firmas del exterior responden
a la tradición del movimiento postulada desde sus orígenes, tanto en Francia como
en Argentina. Nombres como Lautréamont, Artaud, Baudelaire, Paul Éluard, Benjamin
Péret y el mismo André Breton exhiben el anclaje estético de lo que puede leerse
en las distintas entregas.
El número inicial cierra esa apuesta
con la antología de André Breton. El rescate de algunos fragmentos del primer y
el segundo manifiesto surrealista y de algunas líneas del texto titulado “Alta frecuencia”
reivindica el carácter revolucionario del surrealismo.
En el segundo número vuelve a retomarse
la idea de una defensa de la poesía, en el texto que abre la entrega y corre a cargo
del director. Se llama “Un golpe de su dedo sobre el tambor”, y en él Molina sostiene
la importancia del rescate de lo inconsciente a la hora de la creación poética.
Se completa esa reflexión sobre el quehacer del poeta con el texto posterior, “La
poesía debe ser hecha por todos”, que apuesta por una producción poética en tanto
actividad del espíritu que busca ennoblecer la vida, y con el artículo de Pellegrini
“El huevo filosófico”, donde el trabajo poético se asocia con una forma de conocimiento.
En este número se rescatan dos poetas:
Paul Éluard y Antonio Porchia, de quien se dice que es poco reconocido en el ámbito
local, pero fue descubierto por Caillois y rescatado por intelectuales franceses
como Breton y Bataille.
La tercera entrega en lo que sería
el derrotero de A partir de
cero, el único número de la segunda etapa, completa esa adscripción
de la revista al universo de la estética surrealista. La presentación que Aldo Pellegrini
hace de Artaud y el texto de este que lleva por título “La taba tóxica” ratifican
ese rumbo. También sigue la reflexión sobre la labor poética y el uso del lenguaje
que los hacedores de esta publicación habían emprendido. El texto inicial, “Cambio
de domicilio (segunda época)”, marca un poco desde su título cómo fue asumida esta
segunda etapa, es decir, se piensa más en la ratificación de lo dicho que en una
nueva concepción del quehacer estético; se trata solo de una mudanza, de un cambio
de lugar de residencia. Tal vez la madurez del grupo y lo que sería la conformación
de una sociedad intelectual haya que leerlas en la desaparición de la figura del
director. Sin embargo, es Enrique Molina quien abre textualmente la etapa, quien
sigue pensando la poesía como aquello que está en todas las esferas de la vida y
lo que va a permitir la renovación de los vínculos instalados por el mundo burgués.
Cabe destacar el ataque que reciben tanto Neruda como la Sociedad Argentina de Escritores
de Argentina, un dato de que la crítica de la revista apuesta aún más enconadamente
por denunciar a los actores del mundo que la rodea.
Merecen nuestra atención, en lo referido
al vínculo de esta revista con el debate intelectual de la época, dos textos. Uno
de ellos se llama “¿Arte nacional?” y lleva la firma de Julio Llinás, miembro del
comité de redacción de esta segunda etapa que además publica en la misma entrega
un texto teatral fechado en París en 1954, lo que permite presuponer que es una
reflexión que representa el espíritu de la revista. En sus líneas se critica la
idea de un arte nativo, a lo que se agrega que la idea de que un arte nacional tenga
su base en el arte popular es absurda, ya que este último es parte de la libertad
de los pueblos. El texto, que acusa a los que se piensan como poetas nacionales,
ergo como herederos de una tradición, se cierra diciendo que solo los artistas internacionales
pueden adueñarse del arte popular, adscribiendo a una lógica muy propia del imaginario
de las vanguardias, El otro texto que instala la revista en las polémicas de esos
años aparece sin firma y se llama “Respondiendo a la encuesta de Contemporánea nº 1”.
Obviamente la respuesta de A partir
de cero a la pregunta ¿Qué actitud
deben asumir los escritores, editores o lectores para solucionar definitivamente
el problema del escritor nacional? no puede ser otra que una burla ácida sobre
la cuestión. Una muestra acabada de ello podemos verla en el ítem donde se responde
sobre los editores, ya que para nuestra revista dicho colectivo de actores de la
escena literaria pueden contribuir a solucionar
definitivamente el problema del escritor nacional
negándose total y furiosamente a publicar sus libros, pues así los autores se dedicarán a sus tareas específicas.
ARMANDO MINGUZZI (Argentina). Ensayista. Autor/Organizador de libros como Contra toda autoridad – Literatura anarquista rioplatense (1896-1919) (con Daniel Vidal), Entre el fuego y la rosa: Pensamiento social italiano en Argentina. Utopías anarquistas y programas socialistas (1870-1920) (con Hugo Mancuso), La Novela Semanal (1917-1926) (con Margarita Pierini, Pedro Orgambide y Paula Labeur), y Martín Fierro: revista popular ilustrada de crítica y arte: 1904-1905 (estudio preliminar e índice bibliográfico por Armando V. Minguzzi).
ANTONIA EIRIZ (Cuba, 1929-1995). Se graduó de la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro en 1957. Participó en la II Bienal Interamericana de México en 1960 y en la VI Bienal de Sao Paulo en 1961, donde su obra recibió una mención honorífica. De 1962 a 1969 impartió clases en la Escuela de Instructores de Arte y en la Escuela Nacional de Arte, ambas en La Habana. En 1963 ganó el Primer Premio en la Exposición de La Habana, organizada por la Casa de las Américas. Al año siguiente, la Galería Habana presentó su importante exposición “Pintura/Ensamblajes”. En 1966 expuso su obra junto a Raúl Martínez en la Casa del Lago de la Universidad Nacional Autónoma de México, y un año después en el 23 Salón de Mayo en París, Francia. Eiriz tenía una forma muy particular de captar su entorno, optando por retratar las situaciones más dramáticas y grotescas de la condición humana, lo que provocó que su obra fuera incomprendida por el gobierno revolucionario, lo que la llevó a jubilarse anticipadamente. A finales de los años sesenta abandonó la pintura y se dedicó a la promoción de formas de arte popular, transformando su casa en un taller donde enseñaba técnicas como el papel maché y los trabajos textiles a la comunidad local. En 1989 recibió la Orden Félix Varela del Consejo de Estado de Cuba, la más alta distinción del país en el ámbito cultural. En 1991 se realizó una exposición de su obra titulada “Reencuentro” en la Galería Galiano de La Habana y en 1994 recibió una beca de la Fundación John Simon Guggenheim. Después de su muerte en 1995, el Museo de Arte de Fort Lauderdale organizó una retrospectiva de su obra: “Antonia Eiriz: Tributo a una leyenda”. Ahora ella es nuestra artista invitada, en esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 255 | setembro de 2024
Artista convidada: Antonia Eiriz (Cuba, 1929-1995)
Editores:
Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com
Elys Regina Zils | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2024
∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
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FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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