domingo, 15 de setembro de 2024

LUIS BENÍTEZ | Sobre El mago de la soledad, De Mario Meléndez

 


Vastamente reconocido por el público lector y la crítica especializada, el poeta chileno Mario Meléndez fue hace tiempo consagrado como una de las mejores voces actuales de la poesía latinoamericana.

Su trayectoria –pese a su todavía presente juventud– abarca un nutrido arsenal de títulos que ratifican por derecho propio lo señalado en el párrafo anterior. Es un nuevo acierto de Ediciones Salvajes incluir en su catálogo una de las mejores selecciones de sus obras, El mago de la soledad, brindando así una edición argentina corregida y aumentada de esta antología realizada sobre la base de varios de sus poemarios, cuando ya han tenido cabida en prestigiosos sellos de Latinoamérica y Europa, en magistrales traducciones a lenguas extranjeras.

No en vano la obra poética de Mario Meléndez ha recibido el elogio de diversos y destacados autores, entre ellos el gran Nicanor Parra, quien a lo largo de su siglo de vida ha leído y escuchado una vasta gama de trabajos poéticos, pero quien ante la obra de Meléndez no dudó en manifestar, en su momento: ¡Caramba! Hace tiempo que no leía un texto que se sostuviera por sí solo, expresión que habla a las claras del impacto que espera al lector al recorrer las páginas de este volumen.

¿Qué sostiene erguida la poética de Mario Meléndez, tal como lo declara el admirado poeta chileno, autor de los famosos Poemas y Antipoemas? ¿Qué hará que siga de pie, según pase el tiempo, según será fácil de advertir ya desde la primera lectura?

Las razones son varias y entre las fundamentales, revista la innegable calidad de los trabajos que aglutina el autor bajo este título: se trata de una obra de impecable unidad estilística, una que ha sabido reunir en una voz inconfundible y ya propia de Meléndez las decantadas influencias de autores latinoamericanos, estadounidenses y europeos, actuando como una original síntesis de esa polifonía. El manejo maestro de los recursos literarios que exhibe el autor le permite trasmitir a la sensibilidad y al intelecto del lector, simultáneamente, el sentimiento y la idea, la emoción y el concepto, con una innegable capacidad por parte de Meléndez para encontrar la expresión justa y ubicarla sabiamente en el contexto, reforzando su intensidad particular al tiempo que potencia lo general del poema. Repetido este logro a lo largo de toda su obra, el conjunto posee una fuerza expresiva que se destaca por sí misma y, curiosamente, aparece como uniformemente distribuida en todo el continuo.

Señalable característica, pues no es habitual que una trayectoria de amplia extensión, como la que nos ocupa, acuse tan marcado equilibrio escritural. Se trata de una poética sin altibajos –los esperables incluso en autores de todavía más dilatada presencia y tiempo en el oficio que Meléndez y notoriamente consagrados– que sorprenderá, también por esta peculiaridad, a quienes se aventuren en las páginas de El Mago de la soledad.


Asimismo, creo que éste es el momento adecuado para hacer una salvedad: como bien sabemos, nadie puede definir cuál es, ni siquiera en dónde estriba, el innegable valor de una obra de arte poética. Es algo que se halla difuminado, esparcido por todo el conjunto, siendo inapresable para la palabra crítica. Podemos decir que El cementerio marino, de Paul Valéry, por ejemplo, es una obra maravillosa, pero al momento de pedírsenos que explicitemos en dónde radica su extraordinaria cualidad, nos será prácticamente imposible aislarla y someterla a examen. Invariablemente, la mayor parte de esa razón de ser poética de la citada obra se nos escapará y cuanto dejemos sobre el papel respecto de ella parecerá empalidecido, apenas referente, mero esbozo, ante la plena luminosidad de la obra a la que intenta vanamente describir o, siquiera, aludir. De modo semejante, ante lo alcanzado por Mario Meléndez en su sombría, riente, sarcástica, escalofriante, chispeante e irreverente (esto último, solamente para algunos y algunas) obra presente, se quiebra el lápiz y se atora el dedo en el teclado a la hora de particularizar sobre sus logros. Debo pedir disculpas por las torpezas de mi sola autoría que anteceden a esta necesaria aclaración, al referirme a algunos aspectos de El mago de la soledad.

Al leer el volumen al que nos referimos, comprenderá el lector por qué.

Muchas gracias.

 

 


MARIO MELÉNDEZ (Chile, 1971). Poeta y editor. Entre sus libros figuran: Vuelo subterráneo, El circo de papel, La muerte tiene los días contados, Esperando a Perec, Jardín de escombros y El mago de la soledad. Parte de su obra se ha traducido a diversos idiomas. En 2012 fija su residencia en Italia y al año siguiente recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fondazione Internazionale Don Luigi di Liegro. En 2015 es incluido en la antología El canon abierto. Última poesía en español (Madrid, Visor). En 2017 algunos de sus poemas aparecen traducidos al inglés en la mítica revista Poetry Magazine de Chicago. En 2018 regresa a Chile para asumir como editor general de la Fundación Vicente Huidobro. En 2022, RIL editores publica su obra poética reunida bajo el título Apuntes para una leyenda y la antología Réquiem para frutas suicidas. Es considerado una de las voces más originales de la nueva poesía latinoamericana.



LUIS BENÍTEZ (Argentina, 1956). Poeta, narrador, ensayista y crítico literario. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, (EE.UU.) con sede en la Columbia University, de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA), de Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA) y del PEN Club Argentino. Ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales por su obra literaria, entre ellos el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); la Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Tercer Premio Eduardo Mallea de Narrativa (Buenos Aires, período 1995-1997); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008). Sus 36 libros de poesía, ensayo y narrativa han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay.
 

 


ANTONIA EIRIZ (Cuba, 1929-1995). Se graduó de la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro en 1957. Participó en la II Bienal Interamericana de México en 1960 y en la VI Bienal de Sao Paulo en 1961, donde su obra recibió una mención honorífica. De 1962 a 1969 impartió clases en la Escuela de Instructores de Arte y en la Escuela Nacional de Arte, ambas en La Habana. En 1963 ganó el Primer Premio en la Exposición de La Habana, organizada por la Casa de las Américas. Al año siguiente, la Galería Habana presentó su importante exposición “Pintura/Ensamblajes”. En 1966 expuso su obra junto a Raúl Martínez en la Casa del Lago de la Universidad Nacional Autónoma de México, y un año después en el 23 Salón de Mayo en París, Francia. Eiriz tenía una forma muy particular de captar su entorno, optando por retratar las situaciones más dramáticas y grotescas de la condición humana, lo que provocó que su obra fuera incomprendida por el gobierno revolucionario, lo que la llevó a jubilarse anticipadamente. A finales de los años sesenta abandonó la pintura y se dedicó a la promoción de formas de arte popular, transformando su casa en un taller donde enseñaba técnicas como el papel maché y los trabajos textiles a la comunidad local. En 1989 recibió la Orden Félix Varela del Consejo de Estado de Cuba, la más alta distinción del país en el ámbito cultural. En 1991 se realizó una exposición de su obra titulada “Reencuentro” en la Galería Galiano de La Habana y en 1994 recibió una beca de la Fundación John Simon Guggenheim. Después de su muerte en 1995, el Museo de Arte de Fort Lauderdale organizó una retrospectiva de su obra: “Antonia Eiriz: Tributo a una leyenda”. Ahora ella es nuestra artista invitada, en esta edición de Agulha Revista de Cultura.



Agulha Revista de Cultura

Número 255 | setembro de 2024

Artista convidada: Antonia Eiriz (Cuba, 1929-1995)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2024


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