Con el advenimiento de la fotografía y el surgimiento del fenómeno
del turismo organizado, las referencias se multiplican para convertir el archipiélago
en un escenario visual altamente idealizado. De hecho, entre finales del XIX y principios
del XX hubo una verdadera riada, un sorprendente tejido de imágenes fotográficas
y textos literarios con visión foránea.
Es el momento en el que el escritor de guías turísticas Alfred
Samler Brown, autor de la Brown’s Madeira, Canary Islands and Azores, con unas 15 ediciones entre 1899 y 1932, propone al mundo su visión de
las Islas Canarias, y en el que Julio Verne imagina una odisea turística al archipiélago
que dejará huella en el imaginario de muchos lectores del momento. Es un espacio
de tiempo en el que miraron a las islas fotógrafos como el inglés Charles Nanson,
el madeirense Jordão da Luz Perestrello y el alemán Friedrich Kurt Hermann. Pero también escritores
de la talla del argentino Jorge Luis Borges, el francés Luc Durtain o el brasileño
António de Alcântara Machado, de quien nos vamos a ocupar a continuación por haber
dedicado a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria la primera parte de uno de los
libros más representativos de la vanguardia literaria brasileña: Pathé Baby (1926).
El modernista
brasileño Alcântara Machado: Pathé Baby (1926)
António de Alcântara Machado nació
en São Paulo en 1901. Mientras estudiaba Derecho escribía para diversas publicaciones
periódicas. Pronto llegó a convertirse, pese a su juventud, en uno de los representantes
más prometedores de la primera etapa del modernismo en Brasil, que se corresponde
con las vanguardias históricas del mundo hispánico.
Sus obras, profundamente
innovadoras, revelan una abierta y mordaz visión sobre la multiculturalidad brasileña,
especialmente desde la óptica interétnica de la sociedad en la que le tocó vivir,
gracias al crisol cultural de la gran urbe paulista donde nació, tal como apreciamos
en su obra más conocida, el libro de relatos Brás, Bexiga e Barra Funda (1927).
Su segundo libro de cuentos, Laranja da China (1929), profundiza en estas
relaciones mestizas, que pivotan entre lo portugués y lo italiano.
En 1929, Alcântara
Machado fundó con Oswald de Andrade la Revista de Antropofagia, siempre con
el ideario de la modernidad y participó, en su breve trayectoria vital, en otras
importantes iniciativas de vanguardia brasileña, como la codirección de la Revista
Hora, con Mario de Andrade. También prestó atención al fundador de la literatura
brasileña, el canario José de Anchieta, sobre quien escribió un notable ensayo (Alcântara Machado, 1929). Murió prematuramente en 1935.
En realidad, António de Alcântara Machado inició su carrera literaria
con la publicación de Pathé-Baby en 1926. El título alude a la popular cámara
cinematográfica portátil de 9,5 mm producida por Pathé Brothers Company, empresa
de sistemas y producciones cinematográficas que llegó a ser, además, la mayor editora
fonográfica de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Pathé-Baby se gesta
en 1925 durante un viaje que el autor realiza por Europa. De ahí surgen las crónicas
que inicialmente publica como notas de viaje literarias en el Jornal do Comércio
de São Paulo. Un año más tarde aparece en
formato libro una serie completa de esas notas, con ilustraciones del artista Paim
Vieira (1895-1988). Se trata de un libro considerado hoy, por su estética, como
un icono de la vanguardia brasileña de la década de 1920.
Los textos informan de la trayectoria del autor por ciudades
de Francia (París), Inglaterra (Londres), Italia (Roma, Milán, Florencia, Venecia,
Pisa, Lucca, Siena, Nápoles, Perugia y Asís), Portugal (Lisboa) y España (Madrid,
Barcelona, Sevilla, Córdoba, Granada y Toledo). Pero antes de pisar el continente
europeo, como no podía ser de otro modo en aquella época, pasa por las Islas Canarias,
en concreto por la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, adonde arriba el autor
en abril de 1925.
Pathé-Baby es literatura, crónica
de viaje, cine, todo en uno. Se trata de una joya de libro (“lata de celuloide para
coleccionistas”, como sugerí en otro lugar) en la que, inspirado en los
esquemas audiovisuales de las películas mudas de la década de 1920, el autor organizó
los veintitrés capítulos (correspondientes a las sucesivas ciudades europeas visitadas),
cuyos títulos, ordenados cinematográficamente e incluso anunciados en un cartel
inicial (que aquí reproducimos), remiten al montaje de una película. Además, los
capítulos están ilustrados con xilograbados en blanco y negro realizados por el
artista Antônio Paim Vieira. Todos ellos contienen un dibujo de la ciudad anunciada
en forma rectangular, que evoca una pantalla de proyección de cine, con una orquesta
de cámara que va acompañando los movimientos lingüístico-visuales de la obra.
Además de los paralelismos formales entre literatura y cine,
Pathé-Baby también revela importantes innovaciones estructurales. Desde la
presentación de la obra (que, como dijimos, reproduce un cartel de publicidad de
la “exhibición” del libro-película y anuncia la publicación de otro libros del autor),
exhibe distintas tipografías de fuentes, alternancia de minúsculas y mayúsculas,
uso rítmico de la puntuación, diseño vanguardista de la página, etc., muy en la
línea de los experimentalismos de la escuela modernista paulista.
La mirada de Alcántara Machado hacia la
ciudad atlántica de Las Palmas de Gran Canaria
El
primer capítulo, como dijimos, está dedicado a la ciudad de “Las Palmas en 6 partes”.
Junto a los músicos que amenizan el visionado, el xilograbado de Paim muestra en
la pantalla de proyección la catedral de Las Palmas de Gran Canaria. El recorrido
del escritor-viajero-guía es el lógico en aquel momento, y aún hoy si no fuera porque
prescinde de la parte balnearia (la playa de Las Canteras): Puerto de la Luz-Triana-Vegueta.
El ojo mordaz del brasileño detecta elementos contradictorios, pero distintivos
de la ciudad: multiculturalidad y provincianismo, hispanidad y anglicismo, sosiego
y trajín, todo ello con el telón de fondo de una arquitectura casi cúbica que aparece
apretada entre el mar y los riscos.
La observación cinematográfica, ágil y mordaz de Alcántara Machado,
podría chocar con la acartonada e idílica de las postales del momento. Pero, aunque
el texto sea tan creativo, la intención del autor no debía de tender al engaño.
¿Podemos comparar esta foto literaria con las de los fotógrafos del momento? Es
más, ¿hay alguna película cinematográfica que pudiera encajar con el texto del brasileño
como si de su propio guion se tratara? No es de extrañar que, con el tiempo, celuloide
aparezca en archivos desconocidos. Imaginemos por un momento que estamos en Las
Palmas de 1925 y que hacemos el mismo recorrido con los ojos bien abiertos. ¿Acaso
el habitante de esta ciudad de hoy podía pensar que era así en esa época? No es,
desde luego, lo que se ve en la mayoría de las postales del momento ni lo que se
apunta en la guía turística de Alfred S. Brown.
Nada sabemos sobre un posible encuentro del visitante con representantes
de la comunidad isleña. Y menos con Alonso Quesada, que fallecería apenas medio
año después del arribo del americano. Sin embargo, la visión de Alcântara Machado
coincide rabiosamente con las crónicas quesadianas en contenido, a veces incluso
en la expresión. Como aquí se trata de rescatar el texto del brasileño, y no de
profundizar en esta conjunción literaria, nos limitaremos a contrastar dos fragmentos,
uno de Alcântara Machado y otro de Quesada, para verificar esa relación imaginaria:
(Pathé-Baby,
1926)
De repente, uma inglesa de óculos, sapatões de sola grossa, chapéu no cocoruto,
cigarro nos lábios. As pombas arremessam-se contra os telhados. A praça estremece.
A hediondez britânica segue impassível, soltando
fumaça.
Alonso Quesada
Crónicas
de la ciudad y de la noche (1919)
La inglesita
ha pasado junto a aquellas caras arrugadas de sus compañeras que miraban a través
de unos lentes de sufragistas entre curiosas y molestas, el sol del Atlántico sobre
el mar. Ha leído, contenta, palmoteando casi, los anuncios de los bancos y de las
casas consignatarias británicas.
Proponemos a continuación una traducción del fragmento al español del texto de Alcântara Machado.
* * *
PATHÉ-BABY 1. LAS PALMAS
António de Alcântara Machado
1. presentación
Puerto
de la Luz es el vestíbulo arenoso. Comprometedor. La ciudad, bordeada por el mar
y la montaña, queda lejos.
MODERE
UD. LA MARCHA HASTA 15 KM. POR HORA.
Es
ella: Las Palmas de Gran Canaria. Ciudad bazar. El nombre es español. Solo. El resto
es cosmopolita.
Gente
de todas las formas y colores: indios, canarios, negros, españoles, morenos, alemanes,
escandinavos, ingleses a punta de pala.
Edificios
de todos los estilos: peninsulares, moriscos, venecianos, franceses, góticos.
Los
anuncios de las tiendas se leen en tres idiomas. O más.
Posesión
española de derecho; inglesa, de hecho. En ella el inglés manda, hace y deshace.
Cachimbando.
2. calle mayor de triana
Viejas
con mantilla negra. Jóvenes con mantilla blanca. Mantillas de encaje transparentes.
Hombres con gorro vasco.
Casas
de colores brillantes, como las corbatas domingueras de los jardineros portugueses.
—¡La
Jornada! ¡La Jornada!
Día
deplorable. Única noticia interesante: La esposa de don Pablo Cabrera dio a luz
un niño.
Seis
ojos azules y un balcón lleno de arabescos. En las aceras de las tiendas, indios
de metro y medio llaman a los que pasan:
—¡Caballero!
¡Señora! ¡Caballero!
Filas
de tranvías. Coches ruidosos. Soldados y oficiales por doquier. Guardias municipales
muy divertidos. Motocicletas. Carros. Casas de cambio. Mantillas. Gorros.
3. religión y pesetas
—¡Hay
que ver la catedral!
Rascacielos
de la ciudad. Sus torres aceitunadas sobresalen muy por encima de las viviendas
profanas.
A
la entrada, el monaguillo con gafas, oculto tras la columna, enciende un cigarrillo
en secreto. Dentro, un sacristán poco aseado enseña sus tesoros por pesetas.
—Para
ver las joyas debe pagar una peseta cada uno.
Enormes
columnas, revestidas de cemento, se alargan y cruzan en lo alto como palmeras. En
el centro el enorme órgano y el coro.
—La
Catedral tiene trecientos años.
No
lo parece.
Formidables
candelabros de metal aquí y allá. Delante del altar mayor, una lámpara de plata
brilla. Dos púlpitos abrazan las columnas. Un paso procesional de plata labrada.
—Para
subir a la torre debe pagar una peseta cada uno.
Es
semana santa. Viejitas silenciosas esperan a sus confesores. Los santos, en sus
altares, visten mantos púrpuras. A través de los vitrales multicolores la luz da
vida al Via Crucis.
Ahora
desde el coro resuena, ronco y monótono, el canto que veinte sotanas entonan con
voz tenebrosa.
—Para
ver las campanas debe pagar una peseta cada uno.
San
Cristóbal, barbudo, feo, gigante, apoyado en su grueso bastón, con el Niño Jesús
a hombros, sale de un caudaloso río que cubre parte de su enorme, pododerosa y santa
pierna izquierda. Todo en veinticuatro metros cuadrados de tela sobre la puerta
central.
4. aparición
El
museo mira a la Catedral. El Palacio Episcopal es de estilo árabe. Casas encaladas
de arriba abajo con balcones de madera labrada. Palomas blancas en el piso blanco
de la plaza. Y gente dormitando en los bancos.
De
repente, una inglesa con gafas, zapatos de suela gruesa, sombrero en la cocorota
y cigarro en los labios. Las palomas se lanzan contra los tejados. La plaza se estremece.
La
abominación británica sigue impasible, soltando humo.
5. vistas
Cada
cien metros, estampados de hojas. Calle estrecha de losas grandes que sube en caracol.
Rosas en las grietas de los muros. Un niño en un burro orejudo de pelo revuelto.
Una anciana. Otra anciana.
La
ciudad se aleja del mar y trepa por las colinas. Las casas son piedras blancas incrustadas
en las laderas.
Mantos
verdes de alegres plataneras. Chimeneas. Patios.
6. despedida
En
la Plaza Hurtado de Mendoza hay un monumento a Hurtado de Mendoza, parterres, baldosas
azules, vagabundos, un limpiabotas jorobado, un café al aire libre. Es pintoresco.
Niñas
anglosajonas, de largas trenzas, pasean en bicicleta. Un viejo sin cuello ofrece
billetes de lotería. Mujeres bonitas, cuando pasan los hombres, apartan la mantilla
del rostro.
Vista
desde el Puerto de la Luz, la ciudad es una cosa encalada que se lanza desde la
montaña y cae al mar, golpeada por la luz.
Una
lancha de policía tras dos contrabandistas.
—¡Que
tengan un buen viaje!
Abril de 1925
BIBLIOGRAFÍA
ALCÂNTARA MACHADO,
António de (1926): Pathé-Baby, São Paulo: Helios.
___ (1929): Anchieta
na Capitania de São Vicente Rio de Janeiro: Soc. Capistrano de Abreu.
___ (1982): Pathé-Baby
(ed. facsimilar), São Paulo: IMESP/DAESP.
CUNHA ZAMBERLAN,
Lucas de (2018a), «Pathé-Baby: a literatura como se fosse cinema»,
Ars, ano 16, nº. 34.
___ (2018b), «A
poética do iconotexto: um entre-lugar para texto e imagem em Pathé-Baby,
de António de Alcântara Machado», en Revista Graphos, Vol. 20 nº. 1, UFPB/PPGL.
GUERRA SÁNCHEZ, Oswaldo (2021): Mirones de libreta y carrete, en Miguel G. Morales (dir.), La mirada pasajera, Cabildo de Gran Canaria.
OSWALDO GUERRA SÁNCHEZ (España, 1966). Poeta, editor, ensayista. En 1991 obtiene el premio Esperanza Espínola de poesía (Teguise, Lanzarote) por el libro Teoría del Paisaje, que verá la luz al año siguiente, ilustrado con fotografías de Víctor M. Guerra. Empieza a dar clases en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, donde ejerce una constante labor en relación con la enseñanza de la lengua y la literatura y en particular en el ámbito de la lectura y la interpretación literaria. Fruto de ese trabajo son numerosos artículos publicados en revistas especializadas, así como algunos títulos colectivos e individuales, entre los que destaca Senderos de lectura. Memoria y hermenéutica literaria (2002). Entre 1992 y 1994, junto con Eugenio Padorno y José Juan Delgado Méndez, coordina la colección de poesía y ensayo “Pasos sobre el Mar”. Entre 2005 y 2008 fue director de publicaciones de Domibari Editores, empresa en la que ha coordinado distintas colecciones literarias (“Narrativas contemporáneas”, “Pensamiento y acción”, “Clásicos narrativos” etc.) con una veintena de títulos editados en ese periodo.
DAVIDE GALBIATI (Itália, 1976). Para el artista, el tema de la conexión Cuerpo-Espíritu existe desde el principio de los tiempos y probablemente continuará indefinidamente. En esta dirección, Davide Galbiati busca un lenguaje plástico con formas simples y singulares que evoquen tanto a pueblos ancestrales como a civilizaciones de un futuro sideral. Sublima el aura humana en materia para hacer visible lo invisible. Se inspira en el trabajo de escultores antiguos, como Tutmosis (escultor del faraón Akenatón) y en las esculturas griegas arcaicas. El artista alimenta el ardiente deseo de oponer el ruido del mundo al silencio vibrante del quieto. Huye, pues, de las contorsiones dinámicas de las esculturas barrocas o neoclásicas para pensar en la calma telúrica de los antiguos faraones. Galbiati nos lleva a la escultura por el camino del silencio. Gracias al cariño inagotable de nuestra colaboradora Berta Lucía Estrada, Davide Galbiati es el artista invitado de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 258 | dezembro de 2024
Artista convidado: Davide Galbiati (Itália, 1976)
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