quarta-feira, 15 de janeiro de 2025

ALEJANDRO MÉNDEZ | Como la cierva sedienta, de Graciela Perosio

 


La cierva busca corrientes de agua con la misma intensidad con la que lo hacían los zahoríes detectando pozos subterráneos con una vara de madera. Así, cada poema del último libro de Graciela Perosio indaga, duda, encuentra, avanza, retrocede, dialoga en un momento histórico específico, aquel de encierro que nos infligió la pandemia.

 

en el balcón se ilumina de color

el proscenio de las flores

y más allá al fondo a lo lejos

el coro del barrio

el mundo a coro

conjetura

¿tendrá fin esta pandemia?

 

Esa foto sincrónica no es estática, tiene múltiples reverberaciones que se desplazan metonímicamente por fuera de ese corte temporal y aparecen como actualizaciones fantasmáticas de otros dolores, otras ausencias.

 

la bruma sola de las lindes

da en ofrenda

un silencio sabio

como el alba

 

El yo poético es un yo múltiple que se engarza en una voz común, la del encuentro y la reciprocidad. La poeta es una rabdomante que cataliza el entre nos.  No en vano, aparece el epígrafe de La peste, de Camus. Una novela donde dos médicos, en medio de una epidemia de peste en Argelia, desentrañan el sentido de la solidaridad humana.

 

no hubo el menor contacto de una sola yema de los dedos

solo ese relámpago de risa

que se les ocurrió dorado en la mañana

como el perfume de una retama en flor

 

Las imágenes multisensoriales que pueblan Como la sierva sedienta son hondas, no sólo por lo profundas sino por la dirección de éstas hacia el interior del yo lírico en lugar de fuera de él. Un sentido intensificado de los contornos emocionales de los objetos.

Como bien señala Jerome Rothenberg: el poder de la imagen honda es su habilidad para representar dos mundos en uno, directamente, sin concepto que venga entre la experiencia interna y su significado. Con esto viene un ataque al misterio de lo real, en el cual todas nuestras percepciones habituales son continuamente cuestionadas.

Además, estás imágenes son abiertas, refractarias al cierre. Hay una interrelación expresiva, un camino de doble vía entre sujeto y objeto unidos por una percepción particularizada, singular.

 

solo oquedad mi cuerpo

en él la juventud fue violín

de donde la música crecía

como cresta de agua y cristal

 

Antes que una voz (un estilo), en este libro hay una visión. Uso este término refiriéndome concretamente a la contemplación inmediata y directa sin percepción sensible, más que a un punto de vista particular sobre un tema, un asunto. Esta visión se corresponde a un lenguaje donde coinciden palabra y efecto: el poema hace lo que dice.

Aunque pareciera una contradicción, lo cierto es que en el libro de Perosio operan las dos fuerzas: por un lado, una batería de imágenes con alta eficacia, consteladas y desplegadas por una percepción fina y paciente y, por el otro, una visión muy potente, que elide la instancia sensorial, y es pura presencia: directa e inmediata.

Esas dos fuerzas replican de alguna manera la construcción de Las moradas de Santa Teresa, donde la mística ponía el ejemplo de dos fuentes: una recibe el agua de muy lejos, traída trabajosamente por diversos conductos. La otra está sobre el mismo nacimiento de un manantial, y recibe el agua de su mismo origen.

 

algún día vendrá como brisa

y al besarme así

quedaré iluminada

porque al fin

la habré conocido

 


El título del libro refiere al Salmo 41, que es la súplica de un israelita que vive desterrado lejos del templo de Jerusalén: Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

En efecto, la cierva sedienta es el símbolo de quien reza tendiendo con todo su ser, cuerpo y espíritu, hacia Dios, al que siente lejano pero a la vez necesario. El término hebreo nefesh en el Antiguo Testamento, indicaba a la vez el alma y la garganta. No es de extrañar que una larga tradición describa el rezo como respiración: es originario, necesario, fundamental como el aliento vital, como la poesía.

En este entramado se despliegan los poemas que respiran sutiles y corpóreos a la vez, sometidos al inexorable ritmo circadiano del día y la noche. Los versos reponen una prosodia coloquial y cercana, invitando a atesorar el momento de la escucha.

Por otra parte, esa sed tantálica se magnifica en el presente del libro: la pandemia, y se modula, especialmente, a través del tono elegíaco.

Pérdidas, heridas, ausencias, lo que falta, son mucho más que el himno insidioso de un lamento, también representan la fe hacia un retorno, un volver a unir -o al menos intentarlo- esas piezas dispersas, como ese relincho de oro que relampaguea en el aire, tal como nos recuerda la poeta.

 

 


ALEJANDRO MÉNDEZ. Poeta. Trabaja en la UNA como jefe de trabajos prácticos en el Taller de poesía 1. Publicó los siguientes libros de poesía: Variaciones Goldberg (Ediciones del Dock. Buenos Aires. 2003); Medley (Suscripción. Larga distancia. Barcelona. 2003). Tsunami (Crunch! editores. México. 2005). Chicos índigo (Bajo la luna. Buenos Aires. 2007). Cosmorama (Accésit del I Premio Internacional de poesía El Buscón. Ediciones Liliputienses. Cáceres. España. 2013). Pólder (Bajo la luna. Buenos Aires. 2014). Para arder (Bajo la luna. Buenos Aires. 2021). Creó la primera curaduría autogestionada de poesía contemporánea argentina (2006-2016): Las afinidades electivas/las elecciones afectivas. Fue editor en Deshielo (editorial digital de poesía). En la actualidad se encuentra cursando la Maestría en Historia del Arte Moderno y Contemporáneo (UNA), además de coordinar talleres de poesía y clínica de obra.




TARŌ OKAMOTO (Japão, 1911-1996). Filho do cartunista Ippei Okamoto e da escritora Kanoko Okamoto. Estudou na Sorbonne nos anos 1930 e criou muitas obras de arte, após a II Guerra Mundial. Foi um artista e escritor prolífico até sua morte. Entre os artistas com os quais Okamoto se associou durante a sua estadia em Paris estiveram André Breton e Kurt Seligmann, este último uma autoridade surrealista em magia e que conheceu os pais de Okamoto durante uma viagem ao Japão, em 1936. Okamoto também se associou com Pablo Picasso, Man Ray, Robert Capa e sua parceira, Gerda Tarō, que adotou o primeiro nome de Okamoto como seu próprio sobrenome. Em 1964, Tarō Okamoto publicou um livro intitulado Shinpi Nihon (Mistérios no Japão). Seu interesse em mistérios japoneses foi provocado por uma visita feita ao Museu Nacional de Tóquio. Depois de ficar intrigado com a cerâmica Jōmon que encontrou lá, ele viajou por todo o Japão para investigar o que entendia como o mistério que se encontra sob a cultura japonesa e, em seguida, publicou Nihon Sai hakkenGeijutsu Fudoki (Redescoberta do JapãoTopografia de Arte). Tarō Okamoto é o artista convidado desta edição de Agulha Revista de Cultura, e sua presença entre nós se deu graças à generosidade do bailarino e tradutor Daniel Aleixo. Sugerimos visitar o Museu de Arte Tarō Okamoto: https://taro-okamoto.or.jp.

 



Agulha Revista de Cultura

Número 259 | janeiro de 2025

Artista convidado: Tarō Okamoto  (Japão, 1911-1996)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2025


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