El interés de Hahn por los colores proviene de varias fuentes. Por un lado,
de la alquimia de Rimbaud, [1] y por el otro, de la violencia colorida de Góngora . Hahn ingresa a los
dominios de Góngora a través de los colores. Góngora se caracteriza por intensificar
los colores. En el soneto CLXV los colores adquieren un cromatismo casi violento:
“…antes de lo que hoy es rubio tesoro/venza a la blanca nieve su blancura:/goza,
goza el color, la luz, el oro” (Poesía lírica del siglo de oro). También
la primera estrofa del “Polifemo” comienza: “…en las purpúreas horas” (Poesía
lírica). Hahn en un soneto “O púrpura nevada o nieve roja” escribe: “Soñando
está la novia del soldado/ con aguas y más aguas de dulzura/ y el rostro del amado
ve pasar/ Y luego pasa un río ensangrentado/ de blanca y hermosísima hermosura/
que va arrastrando el rostro hacia la mar”. Este soneto fúnebre evoca el fin del
“Polifemo” y su río de sangre (Zapata).
En los poemas del chileno descubrimos su preferencia por una variedad de
colores que son emitidos por la energía de la naturaleza, las ciudades, y la pintura.
Por tal motivo, su poesía sobrevive en su complejidad y transparencia, debido a
que se desdobla en sus variadas formas, buscando el tono preciso para la elevación
propicia. Desde su primer libro de poemas, Esta rosa negra (1961) se puede
apreciar la presencia fundamental de los colores: el enigma del negro, y su fondo
rosa, como antítesis de la muerte. En una entrevista que le hice hace varios años
Hahn, dijo refiriéndose a su primer libro:
En este caso la flor, la rosa negra, y el negro, que no es un color en sentido
estricto, se asocian con la muerte. Pero quizás en los versos del libro llamado
“Esta rosa negra” yo quería que la impresión general del lector fuera lo negro,
pero sobre un fondo rosa o rosado… un rosado más oscuro y ominoso. Podemos advertir
que el autor tenía ya en mente un cuadro, el libro como una tela sugestiva, y por
supuesto, su predilección por dos colores: el negro y el rosado ominoso.
Muchos poemas de Hahn están bañados de colores, desde los títulos hasta sus
sugerentes contenidos. Por ejemplo, el poema “Gladiolos junto al mar”: “Gladiolos
rojos de sangrantes plumas/lenguas del campo llamas olorosas:/ de las olas azules
amorosas/cartas os llegan: pálidas espumas” (Estrellas fijas en un cielo blanco).
Surge entre el paisaje del texto el color rojo sangre como perfil intenso de las
flores. El fondo es azul océano, acomodado en su textura por un perfume que denota
un ambiente impresionante de las aguas marinas y la blancura de las espumas. “Sangrantes
plumas” sugiere una descripción violenta, antiromántica, una nueva manera de apreciar
la belleza de los gladiolos que también son aves, tienen plumas, y podrían volar
por el azul del mar. El poema fue motivado por una experiencia arquetípica con los
colores. Hahn comenta al respecto:
Yo iba
en un bus, por la costa de San Francisco, en California, y vi una casa en la que
había un jardín lleno de largos gladiolos rojos; pero lo que vi también, al mismo
tiempo, fue el mar azul como trasfondo de los gladiolos, y esa imagen: lo rojo contra
lo azul, se me quedó grabada, y muchos años después fue a parar al poema… El problema
es que hablar de los colores es muy difícil. No se puede describir un color. Porque
si tú dices “rojo”, “rojo” ya es una abstracción; “verde” es otra abstracción. Lo
que yo estoy buscando es una relación de luminosidad entre estos colores primarios
y secundarios y mi mundo interior. Quizás los colores, tal como los percibimos,
son estados del alma de cada uno.
La música
con frecuencia, puede traducir muy directamente un poema… y cuando Lucrecio (en
los versos 31 al 40 del Primer Libro) se inspira en una estatua; o cuando David,
en muchos de sus cuadros, se inspira en bajorelieves antiguos, o Delacroix en poemas;
o Víctor Hugo, Gautier… en cuadros…. la inventiva de la correspondencia puede perfectamente
equipararse a una traducción… Debussy ha escrito “La muchacha de los cabellos de
lino”, inspirándose en un poema del mismo título, de Leconte de Lisle, pero Leconte
de Lisle, en este poema, traducía, o adaptaba, a Robert Burns”. [2]
Todo nace a partir de un estado de contemplación de una obra, aceptándola
como una maravilla del universo. Etienne Souriau cree que lo que se produce es un
material expresivo totalmente distinto, una invención de efectos artísticos, antes
paralelos que literalmente análogos. Hay, indudablemente, una confrontación entre
la palabra poética y el cuadro, cuya resultante es otra obra de arte: el poema.
“El arte como poner-en obra-la-verdad es Poesía” dice Heidegger. Y agrega que “no
solamente es poética la creación de la obra, sino que también lo es a su manera
la contemplación de la obra; pues una obra sólo es real como obra cuando nos arranca
de la habitualidad y nos inserta en lo abierto por la obra, para hacer morada nuestra
esencia misma en la verdad del ente”. Oscar Hahn en “La Anunciación” logra interiorizar
los colores del cuadro del pintor florentino, continuando con la profundización
alquímica de sus colores predilectos. El color oro, la luz y todo lo luminoso es
materia prima principal en el poema:
La Virgen de rosado en una esquina
con manto azul: un pájaro se eleva
Un ángel de oro y rosa el cuerpo inclina
y le da con unción la buena nueva
Desde lo Alto un haz de luz divina
que en el extremo una paloma lleva
el vientre de la Virgen ilumina
cayendo oblicuamente
Adán y Eva
al destierro caminan entre flores
Con mano alada son iluminados
Íconos de la Virgen en colores
Azules rosas verdes y dorados
Preñó a la Virgen una luz divina
y a toda la pintura florentina
Es sabido que una de las orientaciones del Barroco fue la elaboración del
poema descriptivo, muchas veces exagerado por cultismos y sin la presencia de lo
humano en su apoyatura argumental. Así, se recrearon ciudades, claustros, monumentos
y también obras de arte. Esta tradición antigua es retomada por Hahn para meterse
en el cuadro, y el cuadro en el poema. Lo comprobamos en este soneto de quince versos
(que a la vez son catorce), en el que el hablante se recrea con el colorido y el
poder de los contrastes, y el elemento aéreo que lo da un pájaro elevándose. El
cuadro entra al poema: “La Virgen de rosado en una esquina/ con manto azul” y pierde
su inmovilidad con la acción que permiten los verbos que aluden una “elevación”
y un “dar” la buena nueva. Alturas y caídas (oblicuas) dan movimiento a este poema,
que en medio del cuadro goza entre íconos de colores: azules, verdes, y dorados.
El cuadro en el soneto, el lector dentro del cuadro (Zapata).
En cambio, en el poema “Autorretrato de Van Gogh” la proyección es más amplia,
ya que cubre todo el espectro de la pintura de Van Gogh: el color y su representación
de acuerdo a las tonalidades del paisaje y de la vida misma. Los estados anímicos
prevalecen como una fuerza creadora y un proceso de interiorización del sujeto poético
a través de un intercambio de energía. Bachelard dice que “un Amarillo de Van Gogh
es un oro alquímico, un oro de botín sobre mil flores, elaborado como miel solar.
Nunca es simplemente el oro del trigo, de la llama o de la silla de paja: es un
oro que individualizan para siempre los interminables sueños del genio… Con Van
Gogh se nos revela de pronto cierto tipo de ontología del color”. Como se sabe,
una de las características de la pintura de Van Gogh es la yuxtaposición violenta
de los colores. El amarillo posee una energía extraña que varía según las circunstancias.
En el poema de Hahn, titulado “Autorretrato de Van Gogh” hay un monólogo del mismo
pintor:
He empezado a hablar con mi propio espejo
Mi espejo me contradice y no me dice lo que yo quiero oír
La puta que lo parió
Hay una serie de cosas que giran en el mundo
cosas que giran en torno a su eje
Algo está girando girando y no deja nunca de girar
Los demonios se ponen mi oreja contra el oído
y escuchan el ruido de mis pensamientos
Un vaso de vino se vuelca y tiñe de rojo el mantel
Esta es la hora de los cataclismos celestes
cuando los muertos salen de los espejos
y el cielo estalla en remolinos de fuego
Veo unas vacas rojas con la piel pegada a los huesos
La noche choca contra el interior de mi cráneo
y se rompe en millones de estrellas
Mi pincel es un instrumento de tortura
Mis cuadros están llenos de flagelaciones
Veo dos mariposas blancas sobre un fondo verde
Una gota de sangre se desliza por el espejo
Mojo el pincel y pinto heridas en mi cara
Mi cabeza es un girasol en llamas.
El lirio azul el lirio fucsia el lirio
de color colorado el lirio triste
con pétalos de cera se reviste
y va a la fiesta convertido en cirio
En cirio gris en cirio negro en cirio
de las aguas sin luz en cirio triste
que al llegar a la fiesta se desviste
y vuelve a ser en el jardín un lirio
O este espejo se está poniendo viejo
o lo que estoy mirando es un delirio
dice la flor hablándole al espejo
Adentro del azogue brota un cirio
y al tiempo que se enciende su reflejo
al fondo del jardín se apaga un lirio.
Como admirador de la pintura de Van Gogh y Fra Angelico no es gratuito que
existan varias interrelaciones entre la poesía de Oscar Hahn y diversos pintores.
En una entrevista que me concedió Oscar Hahn comentó lo siguiente:
Me gusta
el mundo de los colores. No me gusta el mundo en blanco y negro. Por eso los pintores
favoritos míos son siempre aquellos que utilizan una cierta gama cromática que hace
juego con ciertas zonas de mi imaginación, supongo: los prerrafaelitas ingleses,
los simbolistas europeos y Henry Matisse. Ahora se me vienen a la mente ciertos
azules que he visto en la pintura medieval, y un azul maravilloso que vi en las
murallas del Monasterio de Santa Catalina, en Arequipa, Perú. Me fascinan los pintores
florentinos del siglo XV: Masaccio, Fra Angelico, Paolo Uccello, Piero de la Francesca,
Mantegna. Hay un cuadro atribuido a Domenico Veneziano, “Retrato de una niña”, que
tiene unos colores muy hermosos. También “Caza de noche” de Paolo Uccelo, que aunque
ocurre en la oscuridad, se las arregla para que vibren algunos colores muy nítidos.
Uno de mis sonetos, “La expulsión del Paraíso”, está inspirado en un cuadro de Masaccio”.
El poema vuelve a ser el espejo de otro cuadro, y el cuadro espejo del poema.
También es espejo del artista y del poeta, ya que ambos se amalgaman y se rompen
en millones de estrellas, como el verbo poético de Oscar Hahn.
NOTAS
[1] Enid Starkie en Arthur
Rimbaud explica una posibilidad, entre varias, de la elaboración y significación
del poema “Vocales”: “The colours here used are in the correct alchemical sequence
during the process of producing the philosopher’s gold, the elixir of life. The
first color to appear in the retort is black. That is the color of dissolution,
of putrefactions- as the alchemists say- when the chemicals are broken down into
their several component parts, so as to obtain the elements in an unadulterated
state, for without this is not possible to produce the gold.” En Hahn pervive una alquimia
similar: el poeta ensaya diversos efectos, y el dorado, en varias ocasiones es el
color que simboliza no sólo la luz, sino el oro perfecto: una metáfora de la recuperación
de la poesía como obra de arte.
[2] Para una mayor profundización
de la influencia y la interpretación en el arte y la literatura, véase Influence
in Art and Literature de Goran Hermerén. El crítico indica: “If one poet
is influenced by another, he always to some extent transforms the work of the other
poet. This is also true when an artist borrows a detail, a figure, or a pose from
another: he puts it into a new context, and he changes it in variety of ways…” Hermerén
está en desacuerdo con la teoría de Harold Bloom, que dice: “Poetic Influence-when
it involves two strong, authentic poets-always proceeds by a misreading of the prior
poet, and act of creative correction that is actually and necessarily a misinterpretation”
(citado por Hermerén). No sé hasta qué punto un poema sea transformado por otro poema, lo mismo
que una obra de arte, el efecto puede ser negativo como positivo. Las Meninas
en el caso de Picasso es una transfiguración positiva de Velásquez. Uno podría citar
el caso de Góngora y la Generación del 27, Quevedo o Borges en el contexto hispánico,
y T. S. Eliot y Pound en el ámbito anglosajón. Por eso Borges no creía en la gran
originalidad.
[3] Josephine Cutts and James Smith
describen este fascinante cuadro de la siguiente manera: “The use of bold, complementary
colors is particularly impressive. Here it involves placing two similar colors-red and
orange-on top of each other behind his head, and contrasting them with, respectively,
his green greatcoat below and two toned blue hat above the dividing line. . . The
two halves of the picture are further united by the wispy, smoke emitting from Van
Gogh’s pipe” (166).
OBRAS
CITADAS
Bachelard, Gastón. El derecho
de soñar. Trad. Jorge Ferreiro Santana.
México: Fondo de Cultura Económica, 1997.
Cutts Josephine & James Smith. Van Gogh. Introduction by Lucinda
Hawksley. London:
Parragon Publishing, 2000.
Hahn, Oscar. Ed. Miguel Ángel Zapata.
La Muerte es una Buena Maestra. Antología selecta. Lima: Ed. El Santo
Oficio, 2000.
___. Estrellas fijas en un cielo
blanco. México: Ediciones El Tucán de Virginia, 1996.
Heidegger, Martin. Arte y poesía.
Trad. y prólogo de Samuel Ramos. México: Fondo de Cultura Económica, 2001.
Hermerén, Goran. Influence in
Art and Literature. New Jersey: Princeton University Press, 1975.
River, Elias L. Poesía lírica
del Siglo de Oro. Madrid: Ediciones Cátedra, 1996.
Siebenmann, Gustav. Poesía y
poéticas del siglo XX en la América Hispana y el Brasil. Madrid: Gredos, 1997.
Souriau, Etienne. La correspondencia
entre las artes. Elementos de Estética Comparada. Traducción de Margarita
Nelken. México: Fondo de Cultura Económica, 1965.
Starkie, Enid. Rimbaud. New York: New Directions,
1968.
Zapata, Miguel Ángel. “Oscar Hahn,
el vero artista de la palabra”. Estrellas fijas en un cielo blanco. México:
Ediciones El Tucán de Virginia, 1996.
MIGUEL ÁNGEL ZAPATA (México, 1955) Poeta y ensayista. Ha publicado, en poesía: Cancha de arcilla (2021), Los canales de piedra. Antología mínima (2008), Un pino me habla de la lluvia (2007), Iguana (2006), Los muslos sobre la grama (2005), A Sparrow in the House of Seven Patios (2005), Cuervos (2003), El cielo que me escribe (2002), Escribir bajo el polvo (2000), Lumbre de la letra (1997), Poemas para violín y orquesta (1991), Imágenes los juegos (Lima, 1987), entre otros. En crítica literaria destacan: Mario Vargas Llosa and The Persistence of Memory (2006), Tigre de la sed. Antología de poesía mexicana contemporánea (2006), Asir la forma que se va. Nuevos asedios a Carlos Germán Belli (2006), El hacedor y las palabras. Diálogos con poetas de América Latina (2005), Moradas de la voz. Notas sobre la poesía hispanoamericana contemporánea (2002), Metáfora de la experiencia. La poesía de Antonio Cisneros (1998), El bosque de los huesos. Antología de la nueva poesía peruana (1995), entre otros. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, polaco, italiano y portugués. Reside en Long Island, Nueva York, donde se desempeña como catedrático de literaturas hispánicas en la Universidad de Hofstra.
MANOEL D’ALMEIDA E SOUSA (Portugal, 1947). Poeta e artista visual. Sua obra possui um acento valioso na esfera do humor. Fazedor de coisas (simples) e criador de canídeos. Passou por vários sítios incluindo a Escola Superior de Teatro e Cinema. É fundador do projeto associativo Mandrágora onde encenou e atuou como figurante. Já pintou, desenhou e fez revistas – entre elas a Bicicleta. A seu respeito escreveu Nicolau Saião: Almeida e Sousa acentua mais ou menos conscientemente o contraste entre a reposição parcial da antiga legibilidade e o exterior atmosférico a que usa chamar-se passado. É, obviamente, um exilado da tal pintura de tradição. Os seus quadros assemelham-se a violentas sacudidelas na sua vida de pessoa que intervém mediante os materiais, os traços, a cor ou a ausência de cor, na sequência do quotidiano. É o acaso que o motiva ou, pelo contrário, é uma deliberada atenção a tudo o que o rodeia? Que possui bons olhos de pintor e independência de espírito – e de razão conceptual – não sofre dúvida. Ele subverte – e nas suas colagens isso é muito perceptível – muito do tempo presente. Mas isso é evidentemente uma busca lúcida do futuro. Manoel d’Almeida e Sousa é o artista convidado da presente edição de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
CODINOME ABRAXAS # 01 – REVISTA ALTAZOR (CHILE)
Artista convidado: Manoel d’Almeida e Sousa (Portugal, 1947)
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