Quienes lo conocen de vista recelan de sus barbas provocadoras, de su aire de bucanero
extraviado en el tiempo o de su estampa de monje benedictino -ascético, sabio y solitario- meditando siempre en cómo abolir los males
del mundo o, al menos, en el bien morir; o lo perciben como un hombre demasiado adusto que no tolera a aquellos que no piensan como él. Los que lo conocen poco vacilan ante el torrente de su personalidad, su inteligencia
sutil como un escalpelo para penetrar
en lo más hondo de las cuestiones
sobre las cuales versa, su proverbial honestidad intelectual, sus pasiones
y decisiones fulminantes. Quienes
somos sus amigos admiramos su vida y su obra: poesía, ensayo, magisterio, cine, su vocación de justo, su lucha incesante en contra de todo lo
opuesto a su acendrada eticidad, la
entrega puntual de su existencia a las causas más nobles de los
seres humanos.
El Ulises homérico es, por sobre todo, el
arquetipo del sobreviviente; encarna, entre
otros valores, la dignidad y la generosidad, la inteligencia y la
mordacidad, pero más es el héroe errante que
sale airoso de la muerte y del roñoso corazón de los dioses y los humanos
Y ésa es la impronta de la vida de Ulises Estrella. Peregrino de sí mismo, viajero
contumaz del corazón humano, infatigable transeúnte por ciudades y
libros, genuino contradictor de las convenciones
sociales, soñador empedernido, recio
y tierno, serio y risueño, libre y noble, insobornable y leal. Sí, Ulises es uno de los pocos sobrevivientes
de ese amasijo de utópicos valores que caracterizaron a la generación de los años sesenta.
Por otro lado, Ulises es
un crítico, pero más un maestro. El maestro es quien procura frecuentar la razón de ser y
la esencia de las cosas en su infinidad y del mismo ser en especial. Léanse sus
páginas sobre cine, pero también sobre otras artes: poesía, música, pintura -allí están sus estupendas prosas poéticas sobre el Quito colonial-, erigiéndose en un creador de prontuarios de apuntes sobre variados enigmas, y en
cuanto a las vertientes artísticas, autor de enunciados cuya génesis se asienta
en el principio de la vida y cuyo
final posiblemente se sitúe en ese mismo lugar. Por lo demás, de las pródigas manos de este maestro han salido mujeres y hombres
talentosos y perspicaces, autores de
textos trascendentes de cine, música,
artes visuales.
LOS TZÁNTZICOS, UN
REFERENTE INDISPENSABLE
Por 1962 aparece en Quito el movimiento Tzántzico. Su principal mentor, Ulises
Estrella. Los jóvenes poetas y escritores
que lo fundan reniegan de la tradición
literaria y sus iconos sagrados, y
cuestionan, enardecidos, la irresolución de los partidos políticos
de izquierda. Una levadura ideológico-política, cuya sustancia cardinal era la libertad,
agitaba esta corriente. Más allá
de los dogmas, tituló
Fernando Tinajero, otro de los
ideólogos del Tzantzismo, un
ensayo cuyo solo título me releva de cualquier comentario. Izquierda antidogmática, entonces, en la
que militaron -y han seguido haciéndolo- las
dos cifras mayores de este
movimiento: Estrella y Tinajero.
Los recitales tzántzicos
eran piñatas donde estallaban banderitas tricolores -aludiendo a la ecuatoriana-, que iban a
las manos de los concurrentes con el lema de “ésta es su patria, cómansela, si quieren”, o se resolvían en
papeluchos con versos escritos a mano. Un tiempo y un sitio. Quito, beata y novelera, cabía en el cuenco de una mano.
Mito, provocación y leyenda. Historia de una revuelta, de una eclosión
intelectual más bien, que convulsionaría a una generación (Convulsionario tituló Ulises a uno de sus libros en 1974),
pero que no cambió la faz de un
sistema de oprobio y de explotación, tampoco transformó las
convenciones sociales que, en vez de atenuarse
al menos, se han raigalizado más en
el vacío que vivimos. Iracundia espectacular,
explosión de coraje represado, de rebelión contra el statu quo que hastía hasta la rabia, que condena
a la estupidez de por vida. Vivir es combatir a la sociedad burguesa, contestar, desde una actitud antidogmática, sus
valores, métodos y objetivos.
Una triple influencia se advirtió en
la gestación del Tzantzismo: la
revolución cubana, el existencialismo sartreano y los movimientos iconoclastas argentinos. Como quiera que fuese, más tarde, el Tzantzismo se abrió al
debate riguroso, articulado en el
compromiso con la libertad y formuló una proposición transformadora de nuestra problemática cultural
a través de los frentes culturales esparcidos por todo el país. Creo que el ensayo profundo y esclarecedor
sobre diversos temas de nuestro ser nacional partió de este movimiento, por lo
que no es válida aquella alusión -si se quiere tendenciosa- de que fue tan sólo una estampida de actitudes
irreverentes que no dejó ningún aporte
de fondo.
La figura mayor del
Tzantzismo fue, sin duda, Ulises Estrella. Infatigable trabajador de la cultura, fundador de la Asociación de Escritores y Artistas Jóvenes
del Ecuador, del Frente Cultural, de la Escuela de Educación Sindical, de la Asociación de Cineastas
del Ecuador, de grupos de teatro y talleres de cine y literatura; poeta, cinéfilo, ensayista, instigador, dirigente sindical, ¿qué más…? La avasalladora personalidad de este maestro arranca
desde el decenio de los sesenta y
se mantiene enhiesta, inclaudicable -¡qué difícil empresa humana conservarse así!- incesante, “objetora”, creativa. De acerado y altivo carácter, Estrella es un formidable sus-citador,
complejo y sensible, fanático de la honestidad y el esfuerzo creador y
constante, perpetuo fustigador de postizajes
y puerilidades, cáustico con todo lo que le parece obstáculo a
la edificación de una nueva sociedad,
crítico inflexible de él mismo, única práctica que autoriza a los seres humanos a ejercer esa grave tarea con los demás.
“Lo peor que puede
pasarle al hombre es el vacío”, dice Ulises en uno de
sus memorables poemas. Él
superó desde hace rato ese trance, pues su vida está colmada de empresas y
realizaciones culturales, en pertinaz
beneficio de nuestro destino histórico inmediato. Sin embargo, jamás está inmóvil, siempre
el paso siguiente, el otro, el otro. Agustín Cueva sentenció: “Mucho le debemos
a Ulises Estrella, algún día tendremos que hacerle justicia”. Ojalá la
publicación de su Antología poética esencial y mi palabra, que
no trata de ser sino un modesto prefacio de la misma, hayan contribuido en algo
al llamado de Cueva.
LA CINEMATECA NACIONAL
Una de las realizaciones culturales de
mayor trascendencia de los últimos años en nuestro país es la Cinemateca
Nacional. Todo empezó por 1964 cuando Ulises fundó el primer cineclub en el
cine Granada en la plaza de La Merced y, a partir de 1967, en la Universidad
Central: los dos, raigones históricos
de la Cinemateca Nacional. En
1980 Ulises llegó con su proyecto a la Casa de la Cultura
Ecuatoriana Benjamín Carrión, presidida
por Edmundo Ribadeneira, a quien se debe la construcción del
complejo de la Institución, el más significativo de América. Ulises organizó la Sección de Cine
de la Casa y un inolvidable encuentro de cineastas andinos. Este hecho aceleró
la creación de la Cinemateca Nacional,
en la cual se ha escrito lo mejor de
la historia del cine nacional:
la integración del archivo fílmico ecuatoriano, su difusión en el
cineclub, el desarrollo de una revista especializada, festivales del más
alto nivel sin fines de lucro, y, quizá
lo más fecundo, la formación de un público le todas las edades-, que se inició en el buen cine como vehículo de cultura. Hablar de la Cinemateca Nacional es hablar de uno de los segmentos culturales que más beneficios sigue dando
a Ecuador. Esa Cinemateca
Nacional de Ulises Estrella
resuma historia y ha puesto en alto el nombre de nuestro país en
el mundo.
Ulises Estrella publica su primer poemario
en 1966: Ombligo del mundo. Dueño de un poderoso acervo cultural, el poeta, en toda su travesía literaria,
mira y remira el mundo para rehundirse en él, y desde ese espacio elucidar sobre otros temas, incluida su Quitología, entrañable y hondo ensayo sobre nuestra
ciudad -historia y personajes-. “Hemos sido
esperados aquí en la tierra”, exclama Walter Benjamín. Así es.
Precedencia del mundo y advenimiento del ser. Ulises contempla el mundo y delata su crueldad o
desbroza portillos de luz a sus zonas
ominosas. Intimidad del tiempo y alfabeto del espacio. Compromiso,
encarnación del tiempo y poesía del espacio abierto: “No es la vida que
te espera / sino que se esperanza la
voz, / se columpia la canción,
/ te entusiasma el sendero pleno de primates…”. Pero hemos sido
esperados y hallamos un mundo
devastado, Ulises revela y acusa: “Hay niños que juegan juntos / entre mil y cien, / pero juegan a la guerra; / se esconden de sí mismos, / buscan
bajo tierra la paz, / cavan y no hallan
sino el miedo…”
Los pasos iniciantes de
la poesía tzántzica tienden al manifiesto efectista, al discurso arrebatado, al
panfleto político,
obturador de la validez estética. Ulises
sale bien librado de esta propensión. Ombligo
del mundo es una conclusiva separación de usos y
pretextos. Crepitación de palabras
fraguadas desde el asombro.
Sacrificio del ritmo por versos
largos, morosos, inacabables, para
configurar exhortaciones urgentes.
Desligadura de las impresiones.
Exacerbado juego entre el poeta y el
mundo.
Luego vino Convulsionario, 1974,
en el que
la palabra aparece despojada de las adherencias que pudieron hallarse en el poemario anterior. Se ha adelgazado hasta
mudarse en sonido, vibración, eco de susurros íntimos y de otras voces
presentidas en la lejanía. Si sobre su primer libro se habló de su “hermetismo”, en éste, en nombre del “compromiso”
de los intelectuales de izquierda,
se reclamó desgarramiento y ambigüedad.
Nada de eso. Ulises buscó
siempre la esencia de la palabra (Antología poética esencial 1960-2006 ha nombrado a este volumen), su sustancia,
su nervadura última, su raigón, en donde turba todo su fulgor y su sombra para tramar su poética. “… adentro / siempre / vive una pasión / toda palabra / busca un acto / cada imagen / es proyecto / de cambio / poesía: / convulsionario”.
Fuera de juego, 1983, es otro punto
alto de
su poesía. Cada perplejidad tiene su coartada y la palabra surge desnuda y
limpia para desentrañar los pensamientos. El
lenguaje explora los abismos, los
nexos que a veces inventamos los mortales para separarnos del continente de los otros. “El infierno son los demás”,
dijo Sartre. No existen los excesos; sólo el verbo noble y libre para la confesión y el aviso. Hombre y poesía
caminando hacia la libertad -ficción y
acaso epopeya-. “Antes / tendido
al sol / dudosos pensamientos / estallaban en mí / lo desconocido /
hincaba en las alturas / el más allá / surcaba entre el aire puro / ahora, /
encontrando al sol / tras un tajo en la montaña, / sustento el empeño / de
tomar por asalto / el cielo presente, / con
rumor y grito / del mundo futuro”. Refrendario de su época.
Obstinado y tenaz portador de la esperanza, registrador de las fundaciones del
ser humano, negador de determinismos, intrépido recreador de fábulas
donde imperan la paz y la justicia,
conjurador de soledades, la escritura de Ulises Estrella es un
testimonio vivo de su tiempo. La única
manera de rescatar el pasado e inventar el porvenir es vivir un
presente cambiante y perpetuo, pero en ininterrumpido movimiento.
En 1986 Ulises Estrella publica Interiores. Como
en ningún otro libro anterior, en éste, la verdad restalla, nítida, soberana, y
la poesía aparece, como “la verdad del arte”, y ésta, para los seres humanos, no es sino la reciedumbre
ante el dolor de ser y estar aquí en la tierra durante la vida cumplida. Cada
quien con su verdad a cuestas. Pero ésta -sin excepción- es la
hebra inasible e inaudible del tiempo que teje sin pausa lo que vemos: lo
tangible, real, objetivo; sin importar que sea nítido o nebuloso. Por esto, la creación poética no se concibe
en la conciencia del poeta, sino en su brío para encarar el tiempo y
subordinarlo o, al menos, soportarlo y cruzarlo.
Y la verdad en este libro reluce, más que como un fulgor, como un
reflejo -los bordes de una herida abierta, originaria, inalterable, fundacional-. Única raíz de la historia personal y
colectiva, la verdad nace, crece y discurre en el dolor. Pero la
verdad de Ulises -su dolor- no invalida, no petrifica, no anula, sino que se
torna una y otra vez horizontes,
aflictivos sí, pero remozados, distintos, que devienen en una
sucesión de armisticios. “CÓMO / agarrar el mundo / con las dos manos / si la premura / desgarra / y estando separados y juntos / las manos nos
delatan / ante nosotros mismos. / Comamos pues, / maíz, / ahora, / y retrocedamos el tiempo.”
Para el retorno hacia nosotros mismos es preciso el éxodo y el refugio liberador
en los distintos. La poesía de Ulises: búsqueda de todos y de todo, hallazgo de la otredad. Ulises sale de él y
apremia la verdad, tornándola en guía
y raíz de su palabra. En Interiores la extrema: demuele los signos heredados, se confiesa a sí mismo, se purifica, se
redime -sin nada que se parezca a ritual religioso alguno-. Y en ese ámbito forja
una conciencia, y ahí donde empieza la conciencia de un lenguaje, se inicia la recreación de una nueva escala de sentidos y pulsaciones, preludio
del silencio, es decir, de la más alta
poesía.
La mayor virtud de
la poesía se resuelve en la convocación del propio ser.
La conciencia
de un discurso poético conduce a la esencialidad de uno mismo, a su
reconocimiento, a su despertar conmovedor y único. La palabra del poeta, permutada por su
conciencia, lo transfigura en espejo de su entorno. Toda señal suya -conflagración o
ventisca-, por fecundada que sea en los meandros más escondidos de su
ser, pertenece a los demás. “TODA TIMIDEZ / es voluntad / quebrada”. O esto otro: “EN / un abrir / y cerrar / de ojos, / transcurrimos. / Los cuerpos conocidos / envejecen. / Las ideas / desconocidas
/ afloran. / Asidos / a la tierra, / quedamos, apenas entreabiertos”. O, por fin, de su Vientre del tiempo: “¿estos techos,
/ paredes, / camas, / mesas y ventanas, / serán / en verdad, / nuestras casas? / o, / quizás / tan sólo / vivimos / la sombra / de esas cosas?”
OTROS
TITULOS
En 2001 Estrella
publica Digo, mundo. A este título, deben agregarse otros,
al menos, los más importantes: Cuando
el sol se mira de frente, 1989; Poemas del Centenario,
1895-1995 -que consta en esta antología, al igual que su Quitología y Vientre del tiempo-. Pero sería absurdo no referirnos, si
quiera de paso, a su ensayo, y en este género, a dos de sus mejores logros: Reflexiones de
fin de siglo, 2000 y La revolución necesaria, 2003. En ambos, la densidad reflexiva y la fuerza
creadora de Ulises, intrínsecamente imbricadas, ajustan un riguroso instrumento en la divulgación de la sustancia misma de los asuntos sobre los cuales versan. En la línea crítica
que sugería Barthes, es decir, incluyendo en el discurso, aunque sea del modo más velado y púdico, un discurso
implícito, Ulises resuelve estos sugestivos
materiales. Pero ésta es la hora de
su poesía. Juicio y reconocimiento no exentos de estupor. Soberbio testimonio -nunca despojado
de fidelidad- de su insumisa disidencia. Proclama de un espíritu que, con
proverbial e incorruptible pertinacia, no ha dejado de afirmar su oposición al status quo, la obra poética de Ulises Estrella, una de las más vitales
de su generación en América Latina, es,
por sobre todo, exploración y demanda de su verdad. Aproximarse a la histórica
figura de Ulises Estrella, por tanto, no puede consistir en
aplicarle una parda capa de elogios, sino en excavar en esa verdad suya, diversa y múltiple, y
arrastrarla a la nuestra. Sólo así su esencia, divergente y discorde, nos
aproxima -¿fusiona?- a la nuestra. No digo que sea ineludible convenir con él; declaro que, si de verdad
apreciamos la poesía de la mejor ley,
debemos oír lo que Ulises nos dice. Su palabra no nos conmina a una
ferviente mediación, aguarda lo único perentorio:
nuestro juicio.
Organização
a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista
convidado: Jorge de Lima
Imagens ©
Acervo Resto do Mundo
Esta
edição integra o projeto de séries especiais da Agulha
Revista de Cultura, assim estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO
3 O RIO DA MEMÓRIA
A Agulha
Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial de
Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de
Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua
espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas
de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a
coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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