no sé si el canto de los peces…
Uno de los epígrafes que preceden los poemas
de Apunte a lápiz (2007), [1] “Vuelvo a
tus ojos y en ellos te dejo / este apunte de lápiz que no dice nada”, del poeta
mexicano Carlos Pellicer, establece una afinidad con el título y el contenido
del poemario que comentamos: la idea de que la escritura es un ejercicio que
parece dejar en la mirada algo más profundo de lo que en la vida acontece. Pero
la escritura sentida aquí como un ejercicio de apuntes, no es
del todo real. René Rodríguez Soriano no ignora que la poesía aunque requiere
cierto grado de inspiración, también es producto de un trabajo que exige disponibilidad
y esfuerzo de parte del escritor. Por eso, Apunte a lápizno es un
simple contenido de intuiciones líricas, sino un poemario que llama la atención
por la fina y lúcida forma en que el poeta nos revela su mundo. Los recuerdos,
las experiencias y los secretos que llenan de ilusión la niñez, proyectan en
estas composiciones una emotiva memoria del pasado. Y es que la temática
fundamental de este libro es la memoria. Una memoria que sin aferrarse al
pasado elige y nombra lo que, de una u otra forma, trazó el camino de estos
versos. Sobre el sentido de cotidianidad, y los motivos que trata esta poesía,
ya nos ha indicado el crítico Roberto José Adames que “…el diario vivir es una
cantera de inconmensurable riqueza, donde (el poeta) [2] logra, al
observar su entorno y su propia particular historicidad, extraer las riquezas
que antes de habitar su memoria poblaron su sensibilidad…” [3] De
ahí que el pasado se convierta en la retrospectiva de un paisaje poblado de
imágenes y experiencias que marcarán la sensibilidad y la vida del poeta. Un
pasado lleno de ingenuidad y de una fantasía luminosa que nunca se sustrae del
asombro. Es en este sentido que la imaginación inventa lo inimaginable a la
hora de la creación. Desde la experiencia de la adultez el poeta torna su
mirada hacia el círculo más luminoso de su historia: su niñez y los seres que
la habitan. Por eso ha señalado acertadamente el crítico Miguel Ángel Fornerín
que “…la poesía de René Rodríguez Soriano funda esa nostalgia del tiempo y del
espacio. De las acciones humanas desde adentro, desde lo individual que convoca
a todos.” [4] Éste es el espacio donde la poesía se desprende como una
silenciosa lluvia caída del cielo. Del ámbito familiar parte el poeta, y la
casa se le transforma en una metáfora del mundo: “Era del tamaño del mundo la
sala de la casa, / y como el océano, poblado por sus peces, / sus algas y sus
rocas, / era el patio, / que terminaba donde pastaba el ganado / y algún
potrillo perseguía las mariposas…” nos dice, al evocar el hogar (“La vieja
casa”, p.11.). Es desde este entorno, y contra la tiranía del tiempo, que el
hablante proyecta una visión entrañable de la vida, y de esos pequeños actos
que otorgan a la cotidianidad un profundo sentido humano. Y es, también, a
partir de este poema que la imagen del pez adquiere una particular
distinción. Si dejamos de lado las descripciones de vecinos y amigos que asoman
en varios de estos textos, veremos la imagen del pez como un
símbolo importante entre los elementos de esta poesía. En el poema “Retrato de
papá”, aparece el pez en el marco de confianza que proyecta la figura del padre
en la mirada del hijo:
Sonríes y me reflejo en tu sonrisa
y de uno solo de sus rayos sale música,
la música que me remite al día
que juntos fuimos al río
y me dejaste nadar hasta donde se oye
no sé si el canto de los peces
o de los ahogados, y era hermoso
nadar de nuevo hasta tus brazos
y calentarse al sol de tu sonrisa.
El poema recrea una experiencia compartida y
un sentido de grata complacencia entre padre e hijo. El “nadar” representa una
acción de libertad, y el “canto de los peces” contrasta con la percepción que
pudiéramos tener de la palabra “ahogados”, si la tomamos, por ejemplo, en un
sentido estrictamente literal y no como una insinuación de “peligro”, que es lo
que en este verso parece sugerir. Hay que anotar, sin embargo, que la presencia
del “pez”, tanto en la poesía como en la literatura, y aún más en la literatura
infantil, ha estado revestida desde la antigüedad de cierta aura acogedora y
mágica. Pero detengámonos, por un momento, en el siguiente poema:
Tío Jude
Eran blancos tan blancos
y tan sucios esos primos río abajo,
antes de la
chorrera.
Relucía verde bosque en los ojos de la
Juda; [5]
eran ceniza o sepia sus rostros y sus
dientes.
Costaba casi nada la remonta:
un trago, una navaja
o una camisa
vieja;
y uno se iba por las nubes
con los zapatos nuevos
seguro de ser pez que no teme aguijones [6]
En este poema el niño y el pez se funden en
una sola imagen, es decir, una metáfora que encarna la voz del hablante en un
ambiente de afectiva interrelación entre éste y los primos. Aquí la imagen del
pez es una presencia capaz de contrarrestar los temores del niño: “…seguro de
ser pez que no teme aguijones”. La identificación del niño con el pez se
constituirá —pienso que algunos lectores estarán de acuerdo conmigo— en un
símbolo esencial de la poesía de Rodríguez Soriano. Esta sensación la he
sentido al releer su más reciente publicación, Rumor de pez (2009).
[7] En este libro el discurso amoroso predomina en la mayoría de
los poemas. El título mismo acusa una imagen emblemática del pez. Y si bien, el
pez no es la imagen central del libro, su análisis ayuda a establecer
conexiones que matizan el sentido de los textos. Por su parte, el “rumor”,
asociado al movimiento del pez, encuentra en esta poesía un depurado lirismo:
“Déjame que me pierda, / déjame que me encuentre, náufrago entre tus aguas, /
llenas de peces locos, mordidos por las olas”, nos dice en estos versos. Y en
el poema, “Callado rumor”, título por demás significativo, se proyecta un
ritualismo erótico de la imagen del pez:
[…]
Mientras oigo a Herbie Hancork,
tocar a Gershwin (Lullaby),
un piano se pierde entre tu corva y tu tobillo
y mis manos te tocan y ese piano dibuja
lo que mi lengua no dice y hace con la tuya
o lo que mi dedo busca en zonas donde, pez
cautivo,
pez deseado, vuela y
vuelve y vuela,
y es mi lengua, en mil traspiés que se aleja
o se acerca, como los dedos sobre el piano
que se pierde en un arpegio, suave
silabeo de dos o tres corcheas.
El tema del poema establece una dualidad que
se corresponde no sólo con la actitud del poeta ante el lenguaje, sino también
con la imagen del pez como parte integral del cuerpo y como elemento poético:
“…pez cautivo, / pez deseado, vuela y vuelve y vuela, / y es mi lengua, en mil
traspiés que se aleja / o se acerca…” La doble reiteración de la palabra “pez”
añade más fuerza a la imagen, y en la aliteración de los verbos “vuela” y
“vuelve”, más fluidez a la expresión.
El poema que transcribo a continuación surge,
al parecer, de un documental del Canal 13 basado en los
inquietantes efectos del calentamiento global en el Continente Antártico. Lo copio
completo, pues en los primeros versos reaparece la imagen del pez ligada a la
imagen del planeta y al cuerpo femenino:
Esta noche pasan un documental sobre la
Antártica en el trece
No quiero que te pase a ti,
Espero que llena de algas, de peces,
de arrecifes de corales, me puebles,
superficie.
No quiero verte en boletines ni en museos.
No quiero oírte en conferencias ni en la
radio.
Ansío todo, menos eso. Espero verte con mis
ojos
sucios de la ciencia de tu cuerpo, alquimia
de mis rabias.
Espero verte sal. Olerte sol. Quemarme con tu
risa.
Con tu ardor. Con tus vaivenes. No quiero que
te pase.
No quiero verte hundida. Ni quiero
vertelevisión [8]
La mención de los peces le sirve al poeta
para fundir esta imagen con las algas y los arrecifes de corales. En este poema
la belleza del universo contrasta con la realidad inquietante del planeta, con
su vulnerabilidad. El hablante reconoce que nada justifica las fuerzas nefastas
que asedian la vida. Su mirada se niega a aceptar lo que ve. Pero sabe también
que el leve resplandor de su poesía se vuelve desgarradoramente contra lo que
aniquila, y desde sí mismo clama: “No quiero verte en boletines ni en museos. /
No quiero oírte en conferencias ni en la radio. / Ansío todo, menos eso.”
Y exige ser allí materia viva que le permita reconocerse en el cuerpo que
nombra su palabra: “Espero verte con mis ojos / sucios de la ciencia de tu
cuerpo, alquimia de mis rabias. / Espero verte sal. / Olerte sol. / Quemarme
con tu risa”.
En “Indómito pez” se indaga el amor que quedó
atrás. Lo que la naturaleza misma de ese cuerpo femenino dejó en la vida de
quien permanece asediado por los recuerdos: “¿Cuál dios, cuál pez excomulgado /
en las azules furnias del olvido, / minó el sedal de tu voz, / menguó la daga
de tus labios / que ya no me nombran?”, dice la voz de estos versos en las
situaciones que afligen al hablante poético:
Sed de pez
Tu seno izquierdo navega hacia el olvido.
Enriquillo Sánchez
De tu silencio a mi silencio hay un abismo.
La angustia es un puente con las vigas rotas.
La sed, un cántaro ciego y al desgaire río
abajo.
Un pájaro sin rumbo vuela la noche honda.
Mudo y sordo un pez se pierde en la comisura
de tus labios.
Yo no soy si tú no me nombras.
De mis labios a tus labios hay una historia.
Un cuerpo que termina en la palabra
misma del comienzo.
De tu silencio a mi silencio hay un
reloj.
Una aguja que se clava en el silencio adrede.
Una daga herida por la ausencia de tu luz.
Desde el título mismo de este poema el
sentimiento amoroso nos revela su inconformidad y sus demandas: la “sed” como
la expresión de un erotismo que busca la esencia del amor en la intimidad del
cuerpo. Un cuerpo ausente, cuyas referencias quedan marcadas en una memoria que
no renuncia al olvido: “Mudo y sordo un pez se pierde en la comisura / de tus
labios”; señala en un vocabulario poético que resalta el sentimiento de
angustia que hallamos en el resto del poema, pues el pez no es sólo un reflejo
de esa experiencia amorosa, sino una imagen que también encarna la llama de ese
amor. Sin embargo, no siempre la imagen del pez encierra este sentimiento, es
decir, su presencia puede variar según el tema y las circunstancias. Esto lo
hemos notado, por ejemplo, en los poemas de Apunte a lápiz donde
el pez estaba asociado mayormente a imágenes de la infancia, y no tan
intensamente al cuerpo femenino y al erotismo que proyecta en Rumor de
pez. Y aunque el pez nos ayude a trazar conexiones entre el
contenido de ciertas imágenes, hay que montar los fragmentos de cada pieza para
ver qué es lo que sugiere, o por lo menos qué puntos de contacto establece
entre los elementos de cada texto.
En el poema “Passion fruit” la fruta se
asocia a la sensualidad. Se enfatiza el sentimiento erótico en la imagen del
pez, y ésta aporta nuevos matices a la estructura del texto. Su símbolo nos
permite contemplar el lado más vulnerable, pero también el más estremecedor y
profundo de ese erotismo: “…pez que danza en las baldosas de las aguas / donde
se advierte abierto el nudo del deseo…”, nos dice el poeta en estos versos. Hay
en este poema un tono hermético que notamos también en el contenido de otros
textos, y más acentuadamente en este libro, quizás por la misma
densidad lírica que posee.
Interpretar y develar el sentido de estos
poemas ha sido para mí una experiencia gratificante. En los años venideros,
¿cómo será la amorosa travesía del pez en otros cuerpos? Esperamos que sea
mágica e insistente como el oleaje del mar cuando resplandece la belleza o como
esos versos donde “…la brisa silba en un cristal”.
NOTAS
1. Apunte a lápiz (Constanza,
República Dominicana, Ediciones Paso Bajito, 2007).
2. El paréntesis es mío.
3. Roberto José Adames, “De lo
telúrico a la estética de Apunte a lápiz”, Ob. Cit., pp.
33-36.
4. Véase, “Poesía,
tiempo y memoria a propósito de Apunte a lápiz de René
Rodríguez Soriano, en Mediaisla, Resumen, 0019-Año VII.
5. Se refiere aquí a la
esposa del Tío Jude.
6. Éste es el único poema que
termina sin punto final.
7. Rumor de pez, Santo Domingo, Editorial Gente, 2008.
8. El verbo y es sustantivo
aparecen como una sola palabra. En algunos poemas, como en este caso, se ha
eliminado el punto final.
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Esta edição integra o projeto de séries
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1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
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