MARTÍN JAMIESON |
MARTÍN JAMIESON | Se suele considerar que la publicación del poemario Onda (1929), de Rogelio Sinán marca el
inicio de la vanguardia poética en Panamá. Antonio Isaza (después publicó el
poemario Sed) también escribía poemas
del mismo corte por aquella época. En el año 1933 Roque Javier Laurenza
pronunció una famosa conferencia, "Los poetas de la generación
republicana", varias veces reproducida, que aspiraba a derribar los ídolos
de la poesía panameña de entonces, una lírica todavía entre Romántica y
Modernista en muchos aspectos. Si bien la lírica de entonces era reducida en
sus temas y artificios, y el gusto del reducido público no reclamaba la
experimentación, la creencia de que las letras panameñas se encontraban
notoriamente rezagadas no es necesariamente cierta. Rogelio Sinán también
renovó en cuento, y "el sueño de serafín del carmen", con título en
minúsculas, es el hito de la entrada del vanguardismo en ese género.
JOSÉ CARR | El punto
inicial de la vanguardia en Panamá sería el año de 1929, fecha en la que
regresa a nuestro país, procedente de Roma, el poeta Rogelio Sinán con su libro
Onda, obra iniciadora de la
Vanguardia. Sin embargo, esa afirmación admite una precisión que es válida,
para los efectos de fijar una discusión más rica y precisa del tema: ¿tratamos
de fijar el punto de inicio de la vanguardia en Panamá o el nacimiento de la
vanguardia panameña?
Esa discusión la inició
el poeta, narrador, dramaturgo y crítico panameño Pedro Correa Vásquez
(1955-1996) en su ensayo Revelaciones
(Mención de Honor en el Premio Ricardo Miró 1976). Planteaba en dicho texto Pedro
Correa V. que el poemario Onda, de Rogelio Sinán, nos permitía fechar la
llegada de la vanguardia a las letras panameñas en el año de 1929, pero que la
vanguardia panameña se iniciaba con Demetrio Korsi (1899-1957) y su libro Bloc (1934), obra en la cual el panameño
y sus preocupaciones entran con derecho propio a la literatura nacional con las
formas y concepciones vanguardistas.
JOSÉ CARR |
El ambiente cultural de
entonces era como suele ser en los países que comienzan a andar su historia con
un legítimo deseo de ser modernos y de formar parte de la contemporaneidad: con
un vivo interés por lo nuevo, pero sin referentes actualizados para pasar por
la criba del juicio bien informado lo que nos llegaba de afuera.
Panamá no tenía ni 30
años de haberse convertido en república independiente, tras un proceso
traumático, cruzado por intereses foráneos en pugna que alinearon a las clases
dominantes y subalternas en tres bandos: el hegemónico que colocaba al país
bajo la tutela neocolonial USA; el conservador que aspiraba a continuar bajo el
status quo del dominio colombiano y
el derrotado por la traición de los liberales, que terminaron pactando con un
sector del conservadurismo y con los intereses estadounidenses para construir
el canal interoceánico.
Ese país culturalmente
conservador, atrasado y ansioso de ser moderno, por una parte miraba hacia
Europa (París, más que Madrid) y por la otra a Estados Unidos. Las
preocupaciones culturales eran de carácter secundario, teniendo como dirección
de la nación panameña a una burguesía movida por el consumismo y que se sentía
a ratos bogotana, otras veces francesa y que, la mayor parte de las veces,
estaba deseosa de uncir al país al carro de las colonias norteamericanas.
Desde el punto de vista
de las adhesiones literarias, el Panamá literario era romántico en cuanto a la
concepción y el gusto, pero aceptaba el modernismo como la forma más avanzada
del quehacer literario, aun cuando el mismo ya tenía certificado de defunción
extendido desde 1914 (dos años antes de la muerte de Rubén Darío).
Panamá, país cuyo signo
siempre fue el de servir como ruta y plataforma de servicios para mover
mercancías y valores extranjeros hacia las metrópolis (ayer hacia Europa
–España fundamentalmente– y hoy hacia Estados Unidos de América y Asia) ha sido
mayoritariamente consumidor y, excepcionalmente, productor.
Esa "ley de hierro
de la economía" también se cumple en la producción y consumo de bienes
culturales. Por lo tanto, y toda vez que Panamá nunca ha sido un mercado
importante, el consumo de bienes culturales siempre fue residual y su
producción escasa.
Los grandes movimientos
culturales siempre llegaron tarde y fueron asimilados o comprendidos con todas
las cargas del atraso con el que llegaban.
La Estrella de Panamá (también conocida como
The Star & Herald por su parte
redactada en inglés) animó el ambiente cultural de la época con publicaciones
de poemas, versos o reseñas literarias y notas sobre música o bel canto, que ya
se cultivaba en Panamá, toda vez que el Teatro Nacional se inauguró en 1908.
FLORIANO MARTINS | Los movimientos
locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las vanguardias europeas
correspondientes o acaso agregaban algo distinto?
MARTÍN JAMIESON | Los movimientos locales fueron tributarios de los
movimientos foráneos. Hubo adaptación. No se puede pensar en iniciadores de
movimientos que sean propiamente panameños.
JOSÉ CARR | La irrupción
del vanguardismo en Panamá vino a ser como una declaración de guerra a la
sensibilidad en boga. Panamá todavía era modernista en sus expresiones
literarias de mayor desarrollo: la poesía y la narrativa. Y lógicamente que la
"inteligentzia orgánica" de las clases dominantes reaccionó muy
duramente contra lo que consideraba un contrasentido literario y un ataque a
"su buen gusto".
El diferendo quedó
zanjado cuando en enero de 1933, en el Aula Máxima del Instituto Nacional de
Panamá (fundado en 1909 y primer colegio secundario de la República), se
realizó la velada cultural en la que el poeta Roque Javier Laurenza (1910-1984)
leyó su ensayo "Los poetas de la generación republicana" que pasó a
convertirse en el certificado de defunción de la poesía modernista y post
romántica en boga y fue una especie de "manifiesto de la vanguardia
panameña"; quizás el único producido, no por lo que declaraba sino por lo
que negaba de la poesía nacional en boga.
Ya dije (y creo haber
explicado) que por las especialísimas condiciones de nuestro país, y por la
conformación de la nación panameña y de su Estado, Panamá siempre ha mostrado
un atraso en cuanto a la llegada, aceptación y aclimatación de los grandes
movimientos artístico-culturales y sus estéticas. Con la vanguardia no fue
distinto. Como ejemplo de lo que afirmo, hacia 1950 encontramos las primeras
influencias ultraístas en nuestra poesía (ver poemas de Demetrio Herrera
Sevillano) cuando dicho movimiento había surgido en 1922 en Argentina y, hacia
el año 1928, Borges ya empezaba a poner distancias con sus postulados.
FLORIANO MARTINS | ¿Qué relaciones
mantenían estos mismos movimientos con las corrientes estéticas de los demás
países hispanoamericanos?
MARTÍN JAMIESON | Aunque a primera vista no pareciera, porque no se dio
el fenómeno de manera integral, y lo hacían de manera individual, varios
autores panameños sí estaban informados sobre lo que se hacía en otros países.
JOSÉ CARR | Lo que voy a
afirmar resulta curioso y puede mover a la duda, pero Panamá en lo cultural ha
sido más insular que Cuba, Puerto Rico y República Dominicana.
Las explicaciones para
ese fenómeno son muy variadas. Yo pienso que se debe al hecho de que nuestra
literatura siempre careció de temas fuertes bien tratados y en forma oportuna
(excepción hecha del tema reivindicativo del Canal de Panamá, cuya eclosión
ocurre a finales de los años '50, mediados de los años '60 y que tiene su punto
más alto en los años '70 cuando logramos firmar los tratados Torrijos-Carter) y
no ha tenido escritores de talla continental, excepción hecha de Rogelio Sinán,
Joaquín Beleño y de Tristán Solarte que, en momentos muy coyunturales, tuvieron
ciertas proyección y brillo.
Ha sido necesario
asimilar críticamente las experiencias de la vanguardia europea y Latinoamericana,
acercarnos más a la experiencia de literaturas regionales muy fuertes, tales
como la mexicana, la cubana, la colombiana y la argentina fundamentalmente,
para que se vaya dando una comprensión que alimenta nuestra propia historia: si
Panamá ha sido el mundo, históricamente, por su condición de lugar de paso y
confluencia de muchas y diversas culturas en su territorio, entonces el mundo
nos pertenece y es legítimo que nos apropiemos de lo mejor de sus producciones
culturales y, para este caso, de sus aportes estéticos y conceptualizaciones
literarias.
FLORIANO MARTINS | ¿Qué aportes
significativos de las vanguardias fueron incorporados a la tradición lírica y
cuáles son sus efectos en los días de hoy?
MARTÍN JAMIESON | Muchos de los experimentos literarios dieron fruto
entre los poetas, quienes a veces los ligaron a formas muy tradicionales, y los
depuraron.
JOSÉ CARR | Yo diría que
muchos. Entre ellos, y para mí el más presente, el Surrealismo como concepción
y visión artística en la poesía, la pintura y la narrativa.
Igual ocurre con
algunas técnicas del vanguardismo, que aún perduran en la lírica nacional,
tales como el verso libre, el conversacionalismo, la experimentación y ruptura
con la estructura tradicional del poema, la incorporación del lenguaje del
hombre común al texto poético, el fotograma como forma de capturar el momento y
devolverlo como texto poético etc.
FLORIANO MARTINS | Los documentos
esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es posible tener acceso a
ellos?
MARTÍN JAMIESON | Son poquísimos y los fundamentales son accesibles.
JOSÉ CARR | Creo que lo
fundamental realizado por la vanguardia panameña está recogido en los textos
artísticos que nos legó en libros y en poemas; muchos de ellos, dispersos en
periódicos de variada existencia y revistas de efímera duración.
Los manifiestos, que es
muy probable que hayan existido, habría que rastrearlos en periódicos y
revistas archivados en La Hemeroteca Nacional. Esa tarea está pendiente, como
lo está la tarea de salvar muchos textos publicados en periódicos que están por
destruirse, dada las precarias condiciones que existen para su conservación.
*****
Martin Jamieson (Panamá, 1952) | José Carr
(Panamá, 1958)
Capítulo XIII do
livro Espelho Inacabado – Imaginário das vanguardas
na América Hispânica, de Floriano Martins © 2016 ARC Edições. Artista
convidado: Adriano Herrera Barría (Panamá, 1928)
*****
Organização a cargo
de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Imagens © Acervo
Resto do Mundo
Esta edição integra
o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim
estruturado:
1 PRIMEIRA
ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO
SURREALISMO, I
3 O RIO DA
MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO
SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO
EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO
SURREALISMO, II
8 O RIO DA
MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA
ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
A Agulha
Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial
de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de
Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua
espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas
de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a
coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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