terça-feira, 3 de outubro de 2017

OSCAR JAIRO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ | En la muerte de Germán List Arzubide (1898-1998)


Ya nada de creacionismo, dadaísmo, paroxismo, expresionismo, sintetismo, imaginismo, suprematismo, orfismo, etcétera, etcétera, de “ismos” más o menos teorizados y eficientes. Hagamos una síntesis quinta-esencial y depuradora de todas las tendencias florecidas en el plano máximo de nuestra moderna exaltación iluminada y epatante, no por un falso deseo conciliatorio, -sincretismo.- sino por una rigurosa convicción estética y de urgencia espiritual (…) (1). De esta manera, absolutamente revulsiva y revolucionaria se expresaba el principal “teórico” del movimiento mexicano llamado Estridentismo (1921-1926), Manuel Maples de Arce. Principios de “fascinación estética”, más que de formatos y fórmulas teóricas, a las que se adhirio y anexo Germán List Arzubide (1898-1998). Y con él Arqueles Vela, Luis Quintanilla, Germán Cueto, Leopoldo Mendéz y Salvador Gallardo, en la ciudad fantástica de Xalapa. Movimiento que entre cosas, del que Octavio Paz nunca quiso saber nada, y del que ellos tampoco, pero que en cambio un vidente  como Xavier Villaurrutia, inmenso teórico, lleno de lo teatral, sí poseyo. Quizá de esa forma, se oculta para uno la trascendencia  que tiene y la revelación que constituye para el otro, el movimiento Estridentisa.
Tanto Arzubide como los otros miembros del nuevo movimiento tenían y sentían una inmensa proximidad sensible, intuitiva y crítica a las propuestas y a las tentativas del Futurismo (1909) cuyo teórico había sido F. T. Marinetti. Es evidente que el “etcétera” allí mencionado, involucra y relaciona otros movimientos modernos no mencionados, y de
la misma manera y en la misma dimensión, sí nos dice con exactitud y en forma más concreta de su crítica iconoclasta e irreverente contra todos los “ismos” que se formaron y se construyeron en ese momento. Y que en un cierto sentido, contribuyeron a obstruir cualquier estética y estilo nuevo, que no obedeciera a esa estructura y a esos formatos, que de por sí no eran más que un invento no muy trascendental y tampoco decía mayor cosa sobre todo, de aquellos que no establecieron sus principios, excluyendo a los adherentes. Como lo decía irónicamente Jacques Vaché contra el exceso de simbolismo, promovido y propiciado por los “imitadores”: nada más simbólico que los símbolos, era su manera de criticar radicalmente a estos. 
List Arzubide, escuchó entonces aquel tumulto y turbulencia de las sensaciones estridentistas (sensacionismo lo llamo Fernando Pessoa); y leyó en los textos de Maples de Arce aquello de: “Me ilumino en la maravillosa incandescencia de mis nervios eléctricos”, y en la misma ilación, con la misma intensidad y tensión lo hizo en y con los textos Futuristas, en sus invenciones modernistas y en sus invectivas a toda la oxidación, la caducidad, la muerte de lo clásico; como decía Marinetti: “Nosotros cantaremos (…) a las locomotoras de ancho pecho que piafan en los raíles como enormes caballos de acero embriados con tubos, y el vuelo deslizante de los aeroplanos cuya hélice ondea al viento como una bandera y parece aplaudir como una muchedumbre entusiasta” (2). Todo esto, más los movimientos de la naturaleza, los de su naturaleza y sus obsesiones, realizaron esa transformación nueva, que es la que hace y adquiere relievancia y sentido dentro del Estridentismo mexicano. Temas que cada uno de ellos, como lo hace Arzubide, abordan y en los que hallan su estilo, su forma de invención, sus hilos conductores, sus principios y la huella del fantasma. En Arzubide son más íronicos, más llenos Umor, más, si se quiere estridenciales.
Y que no solamente hacen relación a un texto, a un ensayo, a una memoria sino también a la realización de eso que soñaba, de eso que quedaba sin decirse, de eso que era su intención de transformar el mundo, y que se lo hizo saber y se lo dió a conocer a Baciu, quién siempre expuso su interés por el movimiento Estridentista. Intención la de Arzubide de realizar el ideal revolucionario, por medio del cambio de la relación estética entre los hombres, haciendo que la realidad se vea, que la realidad sea examinada hasta el exceso, inclusive, si es necesario, nombrarla desde lo absurdo. Técnica “estructurada” por Alfred Jarry, la del absurdo, que es medio para transparentarla y poder transformarla.









La realidad en sí misma, o lo que ella es, o lo que nos dicen que es; puede transformarse cuando se lleva al teatro del absurdo, al extremo. Es invertirla, lo que hace List Arzubide, para allí poder conocerla y saberla, con la intención de cambiarla. Ya lo decían ellos: la nueva estética, la nueva meditación sobre la estética, no es para darle más cabida al esteticismo -la retórica hermeneútica- sino para cambiar el orden establecido. Desde su libro  inicial “Esquina” -A Ella que esta siempre a XV minuttos del Zócalo- (1923), observamos ya su intención de transformación de la sensibilidad, de quebrar el formalismo, lo academizante, y por eso mismo, podríamos decir, le es necesario hacer una mezcla de las formas nuevas y perturbadoras del futurismo, con las del dadaísmo (Tzara), el cubismo (Reverdy) y del creacionismo (Huidobro).
Es verdad: se odian y se critican los “ismos”, pero sin duda, para abordarlos en la proximidad de su esencia ó no; y no para obedecerlos fanáticamente sino para destruirlos y en esa destrucción crear una forma nueva: para él, la arzubideana. Ha muerto un estridentista. Eso es nada y todo. Habrá en la ciudad de Estridentópolis -la que realizó la verdad estrindentista: ciudad absurda, desconectada de la realidad cotidiana, corrigió las líneas rectas de la monotonía desenrollando el panorama. Borroneada por la niebla, está más lejos en cada noche y regresa en las auroras rutinarias (…)”-, y aquí entre nosotros, ruidos no de Trompeta sino de claxones.

NOTAS
1. SCHNEIDER, Luis Mario. El Estridentismo, México, 1921-1928. México. Universidad Nacional Autónoma de México. 1985.
2. DE MICHELI, Mario. Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid, Alianza Editorial; Col. Alianza Forma. Undécima reimpresión. 1994.

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OSCAR JAIRO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ (Colombia, 1957). Poeta, ensayista, uno de los editores de la revista Punto Seguido. Página ilustrada com obras de Valdir Rocha (Brasil, 1951), artista convidado desta edição de ARC.


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● ÍNDICE # 103

Editorial | Os horizontes não param de brotar

ESTER FRIDMAN | Como tornar-se uma obra de arte - a escultura de si mesmo

GABRIEL JIMÉNEZ EMÁN | Algunas variaciones  sobre la metamorfosis de Franz Kafka

HAROLD ALVARADO TENORIO Piedra y Cielo 1936-1942

LILIAN PESTRE DE ALMEIDA | O teatro de Aimé Césaire: Une saison au Congo

LILIAN PESTRE DE ALMEIDA | Pier-Paolo Pasolini et l’anthologie de Mario Pinto de Andrade sur la poésie nègre de langue portugaise

MARIA LÚCIA DAL FARRA | Florbela Espanca e Ada Saffo Sapere: Alentejo e Reggio Calábria no feminino

OSCAR JAIRO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ | En la muerte de Germán List Arzubide (1898-1998)

OSCAR JAIRO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ | Meditaciones antimetafísicas

PIER PAOLO PASOLINI | La Résistance nègre

ROXANA RODRÍGUEZ | Rubén Sicilia y el Teatro del Silencio

ARTISTA CONVIDADO | VALDIR ROCHA | ELVIO FERNANDES GONÇALVES JUNIOR | Valdir Rocha, um olhar sobre o abismo

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Agulha Revista de Cultura
Número 103 | Outubro de 2017
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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