terça-feira, 18 de agosto de 2020

ACTO VIII | La misma cosa

EL MUSEO DEL VISIONARIO, de Floriano Martins y Berta Lucía Estrada

 

La pintura es la imagen amada que entra por los ojos y corre por la punta del pincel, ¡y el amor es lo mismo! 

SALVADOR DALÍ

 

Escenario vacío, solo dos actores caminan de derecha a izquierda y regresan.

 

ANÍBAL VIOLA

Las noches son para el teatro lo que los bailarines son para la luz. El teatro es para la comedia lo que la vida es para la tragedia. ¿O es al revés? Donde la realidad pone su mano, el mito olvida su nombre. Lo que nos hace pensar en los peligrosos márgenes que dejamos al descubierto en cada historia que inventamos. Este teatro se pierde en el torrente de sus lágrimas fugaces. Aunque en algunas escenas son lágrimas de risa. El dolor es por el triunfo de la imaginación como los corderos por el pecado. ¿Qué podemos hacer cuando los cerdos rechazan las perlas? Teatro. Eso es todo lo que podemos hacer.

 

JOSEPE NABO

¿No crees que las noches también se preocupan por las migajas de nuestros actos desfigurados? ¿Cuántas veces tenemos que representar aquí esta agonía errante que sigue destruyendo nuestros sueños? ¿Cuántas escenas necesitamos para convencer a la audiencia de que todo está bien? Esta ha sido mi vida, escondido en el teatro, resguardando el ardor a veces incongruente de la imaginación.

 

ANÍBAL VIOLA

Todos somos actores de esta farsa que es la existencia, vivimos cuando creemos soñar y soñamos cuando creemos vivir. La vida es un laberinto de espejos donde nos extraviamos en las innumerables imágenes que reflejan nuestros rostros y nuestros gestos. Ariadna se perdió con Teseo, o mejor aun, Teseo la abandonó en una isla inexistente; por eso ella no puede mostrarnos la salida del tunel.

 

JOSEPE NABO

Y el Minotauro acecha. Lo último que supe es que en un descuido de Dédalo la terrible bestia se comió la miel con la que pensaba pegar las plumas para sus alas y para las de Ícaro. Mi informante me aseguró que en su desespero atrajo con astucias a su hijo hasta el borde del precipicio; y cuando él miró hacia el horizonte, creyendo que por fin habría una evasión, su padre lo lanzó al vacío.

 

Una gran pantalla desciende del techo en la parte trasera del escenario y cuando está a la altura adecuada, comienza a mostrar un video con las olas del mar, en permanente moto continuo.

 

ANÍBAL VIOLA

De hecho, muchos de los personajes que representamos se apresuran a declarar que se sentían muy cercanos a nosotros. Los espejos confabulan sus tramas confundiendo la naturaleza de nosotros, sus espectadores. ¿Quién eres tú? Tú eres yo. Y retocamos el maquillaje listos para ser otros.

 

JOSEPE NABO

La vida es una trampa infinita, y el crepúsculo un abismo que ruge como olas embravecidas así no lo escuchemos nunca. Un abismo que nos atrae como si fuese un imán. Nos dirigimos a él como si fuésemos una manada de búfalos huyendo de una turba de cazadores.

 

Mientras los dos personajes caminan de un lado a otro del escenario, los actores entran por todos los lados, y se sientan en el suelo. Algunos escuchan atentamente el diálogo; otros se deleitan con el video de las olas del mar ondeando en un eterno vaivén.

 

ANÍBAL VIOLA

Un laberinto es una flor. Las líneas de una flor son como una espiral. O como las líneas en nuestras manos, que no van a ninguna parte. O abusamos de la creencia de que algún día podremos volver al pasado o sucumbimos a la obsesión de que el futuro llamará a nuestra puerta.

 

JOSEPE NABO

Las noches son como pequeñas piedras arrojadas a la superficie del lago. Los círculos que aparecen en el espejo del agua chocan entre sí y hacen imposible tocar el centro invisible de cada uno. Esta noche tuve un sueño con el mar dando la espalda a la tierra. Las olas crecieron hacia el centro de los océanos, formando grandes cadenas montañosas. Era posible ver todo eso, pero no había forma de tocarlo. También lo es nuestra relación con el tiempo.

 

ANÍBAL VIOLA

El tiempo no solo es efímero sino inexistente, como en los sueños. Navegamos a través de él como si fuesen las olas que mencionas para luego darnos cuenta que nunca nos hemos movido; que seguimos anclados como si fuésemos las raíces de una secuoya tan antigua como el universo. Aquí estamos desde hace milenios, sentados bajo un sol calcinante y siempre sedientos; ignoramos que estamos a mil vidas de la fuente del agua que calmaría nuestras gargantas.

 

JOSEPE NABO

Anoche me visitó alguien que amé desde mi infancia; yo estaba en la cocina, en esa labor pueril y doméstica de lavar platos, mientras miraba todo el tiempo por la ventana; y de pronto, él se aparece ante mí con el sombrero que se ponía siempre que montaba a caballo para protegerse del sol; sonreía, y yo estaba fascinado con sus palabras; estaba suspendido al otro lado de la ventana; había subido hasta mí como si en vez de brazos tuviese alas; se veía muy cómodo, y yo lo miraba como si nunca se hubiese ido. En ese momento me desperté y ya no pude volver a dormirme. Ya sabes, el sueño es el único país donde podría volver a encontrarlo.

 

ANÍBAL VIOLA

Como ya ha dicho Einstein, el tiempo aplanado no es más que una reliquia que acabaríamos olvidando en una pequeña caja sino fuera por nuestra obsesión por controlar la ilusión de nuestra existencia.

 

JOSEPE NABO

¿Einstein dijo eso?

 

ANÍBAL VIOLA

No tengo ni idea. Posiblemente no. Pero veamos cómo cobra importancia si pensamos que salió de la boca de un hombre irrefutable. Terminamos creyendo no en el mensaje, sino en el mensajero. La firma vale más que el texto. Gracias a esto, la academia ha ido engordando sus pavos navideños.

 

JOSEPE NABO

¿Como si una cosa fuera siempre otra?

 

ANÍBAL VIOLA

No, como si todas las cosas fueran siempre la misma cosa.

 

Todos los actores se ríen y el público también. Por unos momentos, el video emite el sonido del mar ondulado a un volumen muy alto. Hasta que la risa amaina, el silencio vuelve y los dos personajes siguen hablando, como si nada.

 

JOSEPE NABO

Es cierto, en este mundo fatuo, en que solo las apariencias cuentan, no importa si lo que alguien dice haber leído o haber escuchado o haber visto es cierto o no. Vivimos y recreamos la sociedad del espectáculo, como diría Bourdieu. En otras palabras, y eso lo saben muy bien los dramaturgos o los hombres como nosotros –eternos actores de la nada–, que la vida es un teatro permanente. Shakespeare lo entendió muy bien; una cosa eran sus obras escritas y otra muy diferente cuando eran representadas en el teatro donde todos los espectadores interrumpían las escenas y los diálogos; dependiendo de la emoción de la que fuesen presa.

 

ANÍBAL VIOLA

Si, recuerdo la puesta en escena de 1789 de esa gran mujer que es Ariane Mnouchekine. Los actores se mezclaban con los espectadores; todos terminaban siendo parte de la Revolución francesa. Por algo ella dice: – El teatro, durante algunas horas, es una utopía. Lo que la mayoría de la gente ignora es que todos formamos parte del gran teatro que es la existencia humana; y que este mundo en el que vivimos, nuestra única y verdadera casa, es el único sueño posible. Todo lo demás se lo llevó el huracán.

 

JOSEPE NABO

Solo en el teatro la gente puede ser parte de las revoluciones. Sin embargo, incluso en el teatro, el público tiene que pagar para divertirse con la verdad que, lejos del escenario, no quiere aceptar. Quizás la humanidad todavía cree en la física tradicional donde hay un lado interior y otro exterior. La humanidad solo aprendió a considerar la ambigüedad en el abismo que creó entre discurso y acción. Pero esto no es ambigüedad, sino hipocresía.

 

ANÍBAL VIOLA

La pobre humanidad que se apoya en anatemas vulgares. La cuerda siempre se rompe en el lado más débil. / Dios protege a los honestos. / El peor ciego es el que no quiere ver. ¡Cuánta pobreza espiritual!

 

JOSEPE NABO

¿Hablas en anatemas?

 

ANÍBAL VIOLA

Por supuesto, porque las cosas terminan siendo iguales en orden inverso. El problema no es que el mal siempre regrese, sino que nunca salió de donde está.

 

JOSEPE NABO

El bien y el mal, el yin y el yang. Los griegos lo entendían muy bien, anatema era el excluído, el maldito. La religión judeocristiana lo retoma como un posible sinónimo de condenación; por eso hablan de excomunión o anatema. Todo lo que se salga del rebaño es excluido. Lo que me hace pensar en los tejidos de las mujeres Navajo, siempre dejan una imperfección; ellas entienden algo que los cristianos niegan, no hay perfección sin imperfección. Los griegos sabían que no hay existencia sin el lado oscuro; o sea, sin el exilio que cada uno de nosotros construye a todo lo largo de su vida.

 

ANÍBAL VIOLA

Paulo inventó el mito de la vida por la mitad. Los cristianos solo aceptan la mitad del átomo, su propio Dios es un Dios al que le falta una parte. El diablo, su otra mitad, es el gran anatema de la religión. Es el mundo del principio de aislamiento existencial. Una especie de cuarentena que no necesita virus, un exilio de sí mismo. El mayor pecado cristiano es no reconocer la imperfección como parte de su propia existencia.

 

JOSEPE NABO

¿Pero qué diablos es eso? ¿Estás repitiendo lo mismo que dije?

 

ANÍBAL VIOLA

Sí, pero todo es igual. Incluso si digo algo diferente, seguirá siendo lo mismo.

 

JOSEPE NABO

¡Eres un cínico! Cada persona tiene sus propios pensamientos y, naturalmente, nos decimos cosas diferentes.

 

ANÍBAL VIOLA

Quizás esa es otra palabra. Quizás la pequeña exposición de un concepto. Los diccionarios están llenos de sinónimos y esto nos lleva a creer que las cosas cambian.

 

Mientras los dos personajes se miran el uno al otro, en una especie de desafío mental, los demás personajes que estaban sentados en el suelo comienzan a recitar diversos parlamentos, una especie de coro polifónico, aunque no necesariamente ligados los unos con los otros.

 

– Parece que Aníbal Viola y Josepe Nabo ignoran los secretos que se esconden en los tulipanes de lapizlázuli

 

– Ellos se esconden del tercer ojo del huracán; le dan la espalda a la morada de la deidad de la nada

 

¡Silencio! Me impiden escuchar el canto de los insectos

 

– Y yo no puedo escuchar la caída lenta de la nieve

 

– Por eso hemos olvidado descifrar el canto de los gorriones

 

– Nuestros pulmones no recuerdan el aire del Himalaya; olvidamos los cánticos de los bonzos del Tíbet

 

– El silencio parece huir de nuestros oídos y el ruido de la hecatombe es un taladro en medio de nuestra frente

 

– Creemos habitar espacios insondables cuando el verdadero espacio, la verdadera distancia, está entre un petálo y otro pétalo, entre una ola y otra ola, entre una nube y otra nube, entre un árbol y otro árbol

 

– Hemos olvidado que la sombra de Bárbol nos da cobijo; por eso tenemos mala sombra

 

– Si no conoces el nido de un cóndor no puedes comprender el universo

 

– Los caballos corren raudos por valles y montañas; en sus melenas galopa la primavera; ignoran que sus disputas le cierran las puertas a la eternidad y los precipita al vacío

 

– Las aguas del vientre de mi madre me sirvieron de hidroscopio; allí aprendí a descifrar el enigma de la existencia y conocí los secretos de mi destino

 

Las frases se sustituyen por murmullos, susurros, gemidos… Los dos personajes, sin embargo, continúan gesticulando, en silencio, como si no percibieran nada. La pantalla se oscurece hasta que el mar desaparece por completo. Luego va al techo. Los dos personajes salen a un lado del escenario. Los actores continúan con su galimatías y se tumban en el suelo. El escenario se oscurece mientras están en silencio.

 

*****

 

Agulha Revista de Cultura

UMA AGULHA NO MUNDO INTEIRO

Número 156 | Agosto de 2020

Artista convidado: Franz Sedlacek (Áustria, 1891-1945)

editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com

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ARC Edições © 2020

 

 

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