quinta-feira, 18 de outubro de 2018

ARMANDO ROMERO | El Nadaísmo, así pasen cincuenta años


Se puede aseverar, sin lugar a dudas, que el nadaísmo fue el movimiento literario más importante en el siglo XX colombiano. Ahora, cuando se cumplen 50 años de su fundación, es preciso volver a recapacitar en lo que fue este grito de protesta contra la sociedad colombiana desde la literatura y el pensamiento. Protesta contra una sociedad que había instaurado la violencia política y social como forma de acción, la cual favorecía los intereses de las clases políticas dominantes, ya fuesen liberales o conservadores. El nadaísmo es así una respuesta violenta contra la violencia, que en 1948 se había desatado sobre todo el país. Sin embargo, el hecho de que este movimiento haya perdurado por todos estos años, y todavía encuentre miembros activos y simpatizantes, es síntoma de que las causas que lo originaron todavía están vigentes, y que la endémica violencia colombiana, que hoy día ve en los secuestros, los asesinatos, el narcotráfico, las guerrillas y los paramilitares,  una realidad  casi tan cruel y violenta como la que  vivió en la décadas pasadas.

FUNDACIÓN DEL NADAÍSMO | De Andes, un pueblo en lo alto de la montaña antioqueña, Gonzalo Arango bajaría a los 17 años a Medellín, siguiendo los pasos de una migración de habitantes del campo que, gracias a la violencia desatada, irían a engrosar las ciudades.
Había nacido en 1931. Pero Arango no era un cam­pesino, era hijo de un telegrafista de pueblo que, aunque pobre, se las ingenió para mandar a su hijo a estudiar en la Universidad de Antioquia, donde cur­sará hasta el tercer año de derecho. Es indudable que el fenóme­no de la violencia causó un profundo cambio en la vida de Gon­zalo Arango,  especialmente desde el momento en que se desató con más furia debido al asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948:

9 de abril: la misteriosa madeja del destino. La muerte de este hombre altera mi vida (…). La belleza de la revolu­ción se revolcaba en el lodo de la demencia y el crimen: el aborto era bautizado por el diablo. Esa tarde, la Revo­lución se resbaló y cayó en el infierno de la violencia. Des­pués supe por qué. Aquella tarde no lo comprendí. Mi pa­dre nos encerró en un cuarto oscuro y nos rezó como siempre que había tormenta: Aplace Señor Tu ira, Tu jus­ticia y tu rigor…- Y también: Señor Dios de los Ejércitos, llenos están los Cielos y la Tierra de la Majestad de vues­tra Gloria…- Para mí esas oraciones eran el fin del mun­do, el diluvio y la guerra. Yo rezaba y lloraba de espanto al mismo tiempo. [01]

La conformación social andina colombiana, de donde Arango es origi­nario, es cerrada, católica y tradicional hasta el fondo. La vio­lencia, y todo el agrietamiento estructural de la sociedad que ella significó, conllevó una quiebra en las instituciones fundamenta­les, una nueva ordenación de los valores. La institución políti­ca, religiosa, cultural, familiar, judicial, etc., en que se basaba la sociedad colombiana de ese entonces hizo crisis, perdió con­fianza en sí misma, y frente al fracaso de los partidos políticos, institucionalizó la violencia que iba a producir un tipo de con­ducta criminal que se convertiría en norma. El enemigo estaba en todas partes porque los grupos en el poder le habían hecho creer al colombiano que el enemigo era él mismo, que debía auto-destruirse a fin de encontrar su salvación: no hay códigos ni le­yes que puedan contener el genocidio. Y este es el comienzo del Nadaísmo, pregunta y respuesta a una sociedad amordazada, a la cual no se le habían permitido escapes liberadores, erupcio­nes de la subconciencia, y esto no solamente al campo raso de la vida de todos los días sino en el área de la cultura, y en espe­cial de la literatura, donde a pesar del esfuerzo de unos pocos,  todavía los rezagos del neo-clasicismo, del parnasianismo y de un tradicionalismo clerical y académico, seguían asustando a los atisbos vanguardistas que lastimosamente no florecieron a su de­bido tiempo.
Es claro que la muerte de Gaitán vino a frustrar el empeño creador de la masa colombiana y a reordenar la historia del país:

Si Gaitán no hubiera muerto, yo no sería hoy Gonzalo Arango. ¿quién o qué sería? No lo sé. No juego a la nos­talgia ni a la profecía. Pero sí tengo la certeza de que sí Gaitán viviera, el Nadaísmo nunca habría existido en Co­lombia. Entonces, ¿dónde estaríamos y qué estaríamos ha­ciendo los escritores nuevos? Es casi seguro que hoy esta­ríamos al lado de Gaitán, con Gaitán a la carga, defendiendo sus banderas revolucionarias. [02]

Una inclinación suya a torcerlo todo, como él mismo diría, lo lleva a Arango a dejar la carrera de derecho luego del tercer año y hacerse profesor de literatura, bibliotecario y colabora­dor del Suplemento Literario del diario conservador El Colom­biano. En 1953 se une al “Man”, grupo político fundado por el General Gustavo Rojas Pinilla como una tercera fuerza en el país que representaba el binomio pueblo-fuerzas armadas. Allí permanecerá hasta 1957 cuando luego de ser nombrado miem­bro suplente de la Asamblea Nacional Constituyente que se en­cargaría de reelegir a Rojas Pinilla, la dictadura cae y él tiene que refugiarse en Cali mientras una muchedumbre pide su ca­beza en las calles de Medellín.
Ya en Cali, donde pasa su asilo político, sus ideas y opiniones se radicalizarán profundamente. Allí redacta, en 1958, su primer Manifiesto Nadaista, que leido una noche en un café de la Avenida Sexta despierta inquietud y adhesión en un grupo de muchachos inconformes, hijos y desterrados de la violencia. Ese mismo año lo editará en Medellín:

El Nadaísmo, en un concepto muy limitado, es una revo­lución en la forma y en el contenido del orden espiritual imperante en Colombia. Para la juventud es un estado esquizofrénico-consciente contra los estados pasivos del espíritu y la cultura. [03]

El escándalo corre velozmente y junto con sus amigos deci­de quemar todos los libros de su biblioteca en el parque Berrio de Medellín, lee un discurso escrito en papel toilette donde ya predica la nueva oscuridad. Sin embargo, desde un principio se niega a dar una definición precisa del movimiento, lo cual se convertirá en caballo de batalla para desconcierto de críticos, gramáticos y dueños de enciclopedias o diccionarios. “El Na­daísmo es un estado del espíritu revolucionario, y excede toda clase de previsiones y posibilidades”, escribe como introducción al Manifiesto. [04]
Esto posibilitó que la coherencia y cohesión del movimiento estuviera más allá de las consignas y de los dogmas, y se afincara en una actitud frente a la vida y a los medios de expresión, llámense estos literatura o arte, mediante una activi­dad subversiva en el plano del espíritu y en relación directa con la sociedad del momento. Los nombres de Sartre, Breton, Kierkegaard, Kafka, Gide, Mallarmé, entre otros, vienen a dar soporte a sus planteamien­tos, pero no desde el punto de vista formal de la literatura sino desde los ángulos de fricción con la vida. No obstante, y como suele suceder en casi todos los grupos que aspiran a entrometer­se en la vanguardia, es la poesía el arma predilecta:

Trataré de definir la poesía como toda acción del espíritu completamente gratuita y desinteresada de presupuestos éticos, sociales, políticos o racionales que se formulan los hombres como programas de felicidad y justicia.
Este ejercicio del espíritu creador originado en las po­tencias sensibles lo limito al campo de una subjetividad pura, inútil, al acto solitario del Ser.
El ejercicio poético carece de función social o mora­lizadora. Es un acto que se agota en sí mismo, el más inú­til del espíritu creador. Jean Paul Sartre lo definió como la elección del fracaso.
La poesía es, en esencia, una aspiración de belleza solitaria. El más corruptor vicio onanista del espíritu moderno. [05]

Si la violencia había arrasado con los viejos valores de la sociedad colombiana no se trataba pues, aquí, de restituirlos, sino de forjar, a costa de una profunda rebelión, nuevos valores que opuestos a los anteriores frontalmente abrieran perspecti­vas diferentes para encarar la vida. Sin embargo, Arango era consciente de que este proyecto de escándalo y desorden no se­ría fácil de lograr:

La lucha será desigual considerando el poder concentra­do de que disponen nuestros enemigos: la economía del país, las universidades, la religión, la prensa y demás ve­hículos de expresión del pensamiento. Y además, la de­primente ignorancia del pueblo colombiano y su reveren­te credulidad a los mitos que lo sumen en un lastimoso oscurantismo (…). Ante empresa de tan grandes propor­ciones, renunciamos a destruir el orden establecido. So­mos impotentes. La aspiración del Nadaísmo es desacre­ditar ese orden. [06]

Es importante señalar aquí que, como lo dejara bien claro Arango, el Nadaísmo no surge como un movimiento hacia la vic­toria sino como una expresión del fracaso de una generación que hará de ese mismo fracaso su arma de batalla; de allí la dialécti­ca quemante del Manifiesto y su fe en una poesía sembrada en sí misma, inútil como arma redentora. Al concluir, Gonzalo Arango, El Profeta de la Nueva Oscuridad, como se autodeno­minará desde ese entonces, bosqueja el programa de lucha del movimiento:

En esta sociedad en que la mentira está convertida en or­den, no hay nadie sobre quien triunfar, sino sobre uno mis­mo. Y luchar contra los otros significa enseñarles a triun­far sobre ellos mismos.
La misión es ésta:
No dejar una fe intacta, ni un ídolo en su sitio. Todo lo que está consagrado como adorable por el orden impe­rante será examinado y revisado. Se conservará solamen­te aquello que esté orientado hacia la revolución, y que fundamente por su consistencia indestructible, los cimien­tos de la sociedad nueva.
Lo demás será removido y destruido.
¿Hasta dónde llegaremos? El fin no importa desde el punto de vista de la lucha. Porque no llegar es también el cumplimiento de un destino. [07]

En esa contradicción o paradoja se movería el Nadaísmo, desconcertando y desubicando a sus adherentes y contrincantes.

GENIALES, LOCOS Y PELIGROSOS | En Medellín. y en 1959, se organiza por la curia un Con­greso Nacional de Escritores Católicos, cuyo discurso de inau­guración estaba a cargo de Eduardo Carranza. Arango redacta un Manifiesto al Congreso de Escribanos Católicos, el cual es distribuido entre los asistentes y los no asistentes. El Manifiesto aclaraba por qué los Nadaístas no eran católicos:

no somos católicos:
porque dios hace quince días que no se afeita
porque el diablo tiene caja de dientes.
porque san juan de la cruz era hermafrodita.
porque santa teresa era una mística lesbiana.
porque la filosofía de santo tomás de aquino está fundada en dios
y dios no ha existido nunca. porque somos fieles descendientes
de los micos de darwin.
porque en los infiernos no hay fogones “westinghouse” sino pailas
trogloditas de la edad de piedra re­mendadas
por lo gitanos. Y a nosotros nos gusta condenarnos confortablemente al estilo yanki.
no somos católicos por respeto a nosostros mismos. [08]

Y con el mismo tono irrevente y sacrílego continuaba im­pugnando a estos intelectuales que se habían reunido para pe­dirle al Señor Todopoderoso salvara a Colombia de los males en que estaba sumida:

… ustedes fracasaron. ¿Qué nos dejan después de 50 años de “pensamiento católico”? Esto: un pueblo miserable, ignorante, hambriento, servil, explotado, fetichista, crimi­nal, bruto. Ese es el producto de sus enormes sermones sobre moral, de su metafísica bastarda, de su fe de carbo­neros, ustedes son los responsables de esta crisis que nos envilece y nos cubre de ignominia. [09]
Y advertía severamente:

En nombre del NADAISMO les impedimos defecarse una vez más en esta pobre alcantarilla que se llama Colom­bia. Y les manifestamos que los delitos que se cometen contra el espíritu no quedarán impunes.
Irrespetuosamente a los escribanos católicos:
SOMOS GENIALES
LOCOS,
Y PELIGROSOS. [10]

El escándalo se había instituido. La policía detiene a Arango y lo manda al tercer patio de la cárcel de La Ladera, entre los asesinos y criminales más peligrosos. Experiencia que cano­nizará en vida al Profeta y que se reflejará posteriormente en muchos de sus escritos.
Pero había que continuar bombardeando la institución re­ligiosa, con más saña y furor. Un domingo por la mañana, y en plena misa mayor en la Basílica de Medellín, un grupo de nadaístas comulga pero en vez de tragarse las hostias las tiran al suelo o las meten en libros que llevan en la mano mientras prenden gloriosos cigarrillos. La multitud al grito horrorizado de ¡Sacrilegio! los persigue a fin de lincharlos. Darío Lemos es capturado por la policía quien lo salva así de una muerte segu­ra. Sólo será liberado mediante un acto de contricción pública, que se organiza en el Estadio Atanasio Girardot, en presencia, por supuesto, de los integrantes del grupo Nadaísta, previo dis­fraz. Los nadaístas de Cali amenazan con repetir el mismo acto sacrílego en la Catedral de Cali y ésta permanece custodiada du­rante meses por el ejército.
Una hoja volante, titulada “El Alacrán”, anónima, pero rea­lizada por los integrantes del grupo de Cali (Jaime Jaramillo Es­cobar, quien firmaba como X-504, Alfredo Sánchez, Jota Ma­rio, Dukardo Hinestroza, entre otros), circula por calles y oficinas, regando improperios e impugnaciones contra las altas autoridades eclesiásticas. La reacción de la prensa y de las Da­mas de Acción Católica pide al gobierno que reprima, con todo el peso de la ley, semejantes desatinos. Sin embargo, el miedo cunde por todas las parroquias colombianas. El presbítero Rai-mundo Alvarez, de la iglesia de los Dolores de Manizales, escri­bía así al diario El Espectador de Bogotá:

MANIZALES, julio 12.—Estimado Señor: En esta cató­lica ciudad de Manizales se ha venido rumorando con gran insistencia, un hecho que ha causado hondo desconcierto y sorpresa por la osadía y desvergüenza que mora en el espíritu del algunos jóvenes que dicen llamarse nadaístas. Es el caso que existe una carta dirigida al Excmo. y Rvdmo. Obispo de la Diócesis de Cali, Monseñor Francisco Ga­llego Pérez, que en paz descanse, por los nadaístas cale­ños, en términos que riñen con la sana moral y las buenas costumbres en tono altanero e irrespetuoso con la autori­dad eclesiástica de esa ciudad; dicha carta fue dirigida en los días en que el Excmo. Señor Obispo guardaba cama por sus quebrantos de salud; y que a mi parecer motivó el desenlace fatal en su ilustre persona. [11]

Y aunque los nadaístas sabían perfectamente que era muy difícil que ellos fueran los causantes de la muerte de este sacer­dote, nada podía hacerlos más felices que este tipo de sospecha, porque los revestía de un tinte de maldad que les encantaba, además de que impulsaba y ponía en movimien­to lo que sería su primer arma de combate: el escándalo, y su consiguiente propagación por la prensa, lo cual representaba pu­blicidad, y por lo tanto vida, acción.

A CORTAR CABEZAS | El Nadaísmo reconocía en Fernando González, el filósofo colombiano de Viaje a pie y El hermafrodita dormido, a un “gurú” o maestro. González, en uno de sus artículos laudato­rios del movimiento había dicho: “Voy a orar por estos jóve­nes, que se están desnudando “y en uno de sus libros: “Mucho ojo a esto, jóvenes, que cuando se habla de Nadaísmo se está hablando de sucediendo o Vida”. También se veía en Vargas Vila, otro resucitado por el Nadaísmo, una libertad anárquica y ro­mántica, en Luis Carlos López al destripador de las almibara­das rosas del Parnaso colombiano, en León de Greiff al búho peripatético y estático que había cambiado su vida por cualquier cosa; pero eran pocos, dentro de los poetas e intelectuales que se salvaban de la crítica devastadora del Nadaísmo. La diatriba violenta se lanzó entonces contra todos los que representaban un mito nacional o defendían una tradi­ción conservadora y clasista. Y así fueron cayendo cabezas a ha­chazo limpio: “Hay más poesía en 50 KPH que en toda la obra completa de Guillermo Valencia”, maquinaba Jota Mario en una de sus conferencias.
En un reportaje al diario El Tiempo de Bogotá, a fines de 1959, el poeta Rafael Maya declaraba, entre otras cosas, que el Nadaísmo le parecía “algo muy oscuro” y dejaba ver su desdén por este Movimiento. Nada mejor para que, desde Medellín, se lanzaran los integrantes del grupo contra quien representaba la mejor retórica cultural colombiana. En sus apartes la carta acu­satoria decía:

¿Conque le parece “muy oscuro” el Nadaísmo? Es que usted tiene miopía en el cerebro y canas en el corazón. ( … ) Abreviamos: El Nadaísmo es todo lo que no es usted. En consecuencia, es una cosa buena. La próxima vez que se lo pregunten diga: “El Nadaísmo es todo lo que no soy yo”. Y le habrá dicho a la juventud una verdad, la prime­ra en este proceso de tergiversaciones sobre la falsedad de que usted es un maestro de la juventud.
Maya: Deseamos su silencio de todo corazón. No publi­que más libros. No contribuya más a la corrupción de los espíritus. Sus libros han contribuido grandemente al des­prestigio de la literatura y de la decencia colombiana. [12]

Poco tiempo después, y también redactado por Gonzalo Arango en colaboración con los nadaístas de Medellín aparecerá el Mensaje Bisiesto a los Intelectuales Colombianos (1960), una especie de tarjeta de nuevo año con puntillazos mordaces. Veamos algunos:

Eduardo Carranza: Usted es un caso perdido: todavía cree en la poesía y en las mujeres… ¡Oh, Teresa! en cuyo culo el cielo empieza.
Arturo Camacho Ramirez: ¿usted cree que Baudelaire fu­maba marihuana en la televisora?
Fernando Botero: ¿usted se cree el salvador de la pintura moderna porque tiene barbitas de nazareno? usted es un católico plástico porque funda los dogmas de la belleza en el misterio.
Andrés Holguín: poeta tortuguez: si sabe tanto de retóri­ca, díganos cuantos piojos tiene un soneto.
Eduardo Mendoza Vareta: usted le da mucha importan­cia a los académicos de paraguas y cajas de dientes. Como se ve, usted no cree en el nadaísmo ni en la guillotina. Pero le aconsejamos no sea tan incrédulo.
Luis López de Mesa: viejo sardina: si dios tuviera noti­cias de su existencia estaría arrepentido de crear al hombre. [13]

Este sería el comienzo de toda una serie de polémicas ca­nalizadas a través de panfletos, manifiestos o artículos de pren­sa, en las cuales se enjuiciaba a los intelectuales colombianos, sin discriminación de orden, escuela o principio: Eduar­do Caballero Calderón, Jaime Mejía Duque, Manuel Mejía Va­llejo, Eduardo Gómez, Oscar Collazos, Jorge Padilla, Marta Tra­ba, Jorge Zalamea, Gabriel García Márquez, y por supuesto muchos escritores de provincia.
Gonzalo Arango, quien conocía bastante bien las artima­ñas de la política colombiana, tal vez por ser él mismo un polí­tico a su manera y por haber participado en ella, condujo al Na­daísmo a una posición de crítica intransigente e irreconciliable con los patrones establecidos por los partidos tradicionales y más aún contra disidencias liberales como la de Alfonso López Mi­chelsen y los partidos de izquierda. En el Mensaje Bisiesto se lee:

Alfonso López Micheisen.- nosotros somos pasajeros de la revolución, pero gracias, no viajamos en tercera. [14]

Pero era fácil arremeter contra los partidos tradicionales, no así contra la izquierda que, lógicamente, por su carácter an­tigubernamental, anticlerical, etc., encontraba simpatías en los militantes del Nadaísmo. Es por esto que desde un comienzo el Nadaísmo mostró su adhesión firme con la revolución cubana y sus principios de cambio. En mensaje enviado a Fidel Castro y firmado por todos los integrantes del grupo, decía:

Nosostros nos identificamos con Cuba, respaldamos su pensamiento político de izquierda y vemos en su Revolu­ción la imagen de nuestro porvenir. [15]

Por lo general ésta será la posición política que el Nadaís­mo defenderá frente a la revolución cubana, con los altibajos que otorgará el suceder político y con las paradojas y contra­dicciones que caracterizan al Movimiento. No obstante, los di­rigentes intelectuales de la revolución cubana siempre fueron muy escépticos con respecto al Nadaísmo, y en esto debe verse la mano de los escritores y artistas de la izquierda colombiana que se oponían frontalmente al Movimiento.
Lo que hemos destacado hasta aquí recoge parcialmente el período de fundación del Movimiento. Las circunstancias posteriores, que lo convertirán en un movimiento literario por encima de otras cosas, marcarían otros rumbos, que si bien eran controvertidos, ya no tendrían a la violencia como respuesta directa a la realidad colombiana, sino a la literatura y al juego de las ideas. Sin embargo, ya para aquel entonces el Nadaísmo había logrado su cometido. Esta actitud redentora, si podemos decirlo así, del pensamiento y la vida nacional, sólo verá sus frutos en las décadas posteriores, cuando los poetas y escritores jóvenes vuelven sus ojos con inmenso afec­to y solidaridad hacia los logros del movimiento, hacia esa res­puesta violenta a la violencia colombiana.

NOTAS
1. Gonzalo Arango, Obra negra (Buenos Aires: Ediciones Carlos Lohlé, 1974), p. 59.
2. Gonzalo Arango, Obra negra, p. 61.
3. Gonzalo Arango, Primer manifiesto (Medellín, Tipografía Amistad, 1958), parte IV.
4. Gonzalo Arango, Primer manifiesto, parte 1.
5. Gonzalo Arango, Primer manifiesto, parte III
6. Gonzalo Arango, Primer manifiesto, parte III.
7. Gonzalo Arango, Primer manifiesto, parte III.
8. Gonzalo Arango, Obra negra, p. 24.
9. Gonzalo Arango, Obra negra, p. 24.
10.  Gonzalo Arango, Obra negra, p. 26, 27.
11. El Espectador, Bogotá, 13 de julio, 1959, p. 5.
12. Esquirla, Cali, 8 de noviembre de 1959, I época.
13. Hoja volante. Archivo del autor.
14. Hoja volante, Archivo del autor.
15. Esquirla, Cali, 8 de mayo de 1960, 1 época.


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ARMANDO ROMERO (Colômbia, 1944). Poeta, ensaísta. Edição preparada por Floriano Martins. Agradecimentos a Omar Castillo, Óscar Jairo González Hernández e José Ángel Leyva. Página ilustrada com obras de Jacques Callot (França, 1592-1635), artista convidado da presente edição.


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Agulha Revista de Cultura
Número 121 | Outubro de 2018
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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