JAVIER ALVARADO | Después de los objetos: poesía reunida de Giovanna Benedetti
SAINT
JOHN PERSE, Discurso del Premio Nobel
Abordar una obra poética es caminar de algún modo los mismos pasos por el mapa del lenguaje de ese sabio o de ese poeta o más osado aun la tentativa de descifrar las claves y llegar a la búsqueda de esas piedras filosofales que conforman el edificio semántico y lingüístico que nos propondremos a entrar y recorrer. Entrada abierta a la Mansión cerrada, hay posibilidad de entrar más no de salir, el tambor de la agonía, las palmadas lóbregas a la conciencia, música para las fieras o los artilugios para encantar, entonces ahora y luego y el juego seguido de T. S. Elliot:
El tiempo presente y el tiempo pasado
están quizá presentes los dos en el
tiempo futuro
y el tiempo futuro contenido en el
tiempo pasado.
Si todo tiempo es eternamente presente
todo tiempo es irredimible.
Después de los objetos (poesía reunida de Giovanna Benedetti
1978-2014) es ante todo, un suceso memorable para las letras panameñas: una autora
que ha ido pacientemente construyendo un edificio del lenguaje a través de todas
las herramientas posibles: las palabras más disímiles, más solidarias, más refulgentes,
más incisivas, más escogidas, más explotadas, se concatenan en magníficos poemarios,
tres de los cuales, han recibido el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró:
1992, 2005 y 2013. Hoy, ensayaré a desentrañar esta poética ubérrima en historia,
magia, alquimia, esoterismo, donde bulle como la onda, lo lúdico y lo trascendente.
El uso proverbial y prodigioso del lenguaje, me lleva
a ubicar a Giovanna Benedetti en la corriente del neobarroco. Góngora, desbocado
a su vez en el mesiánico José Lezama Lima, en el insular Virgilio Piñera y el colibresco
Severo Sarduy, todos ellos neobarrocos y extrapolando esta vertiente hasta el otoñal
José Carlos Becerra en México y hasta el Rìo de la plata con los neobarrosos Nèstor
Perlongher y Osvaldo Lamborghini y en Chile donde corre imponente el Mapocho se
funde con el neobarroco, llamando lo que Soledad Bianchi ha denominado como Neobarrocho,
donde encontramos a Pedro Lemebel y el trasvestismo del lenguaje. La Aparición de
la llamada Antología Medusario, supone la aglomeración de textos sobre esta corriente
tan plurisemántica como lo es Latinoamérica y de textos poéticos y experimentales
donde se suman las voces de Marosa di Giorgio, José Kozer, Reynaldo Jiménez, Tamara
Kamenzsain, entre otros. Mucha gracia me hace el recordar en cierto encuentro en
México, cuando después de haberle pedido a José Kozer me firmara Medusario, lo interpelé
para preguntarle si su persona, Jacobo Sefamì y Roberto Echavarren lanzarían la
continuidad de dicha antología con nuevos autores y me respondió que ya dicho privilegio
le correspondería a otros poetas más jóvenes. Medusario es un hito en cuanto a bibliografía
de la literatura latinoamericana se refiere. Existen otras antologías con poemas,
textos y transtextos como Un país imaginario de Maurizio Medo, que persiguen esta
vorágine idiomática y que ha sido muy polémica, pues hay autores que afirman de
la muerte del neobarroco, pero afirmar esto, sería negar la labor y la escritura
de varios poetas en nuestro continente como Ernesto Carrión, Héctor Hernández Montesinos,
Luis Manuel Pérez Boitel, Manuel Barrios, entre otros.
No olvidemos tampoco la tradición de la poesía brasileña
en el continente con Haroldo de Campos, el autor de Galaxias, afirma: “O Barroco,
pode-se dizer, é a marca característica da literatura das Américas.”
Severo Sarduy en su ensayo “Lo barroco y lo neobarroco”
aduce:
Lo
barroco estaba destinado, desde su nacimiento, a la ambigüedad, a la difusión semántica.
Fue la gruesa perla irregular —en español barrueco o berrueco, en portugués barroco—,
la roca, lo nudoso, la densidad aglutinada de la piedra —barrueco o berrueco—, quizá
la excrecencia, el quiste, lo que prolifera, al mismo tiempo libre y lítico, tumoral,
verrugoso
…
Nódulo
geológico, construcción móvil y fangosa, de barro,
pauta de la deducción o perla, de esa aglutinación,
de esa proliferación incontrolada de significantes, y también de esa diestra conducción
del pensamiento…
Y señala ciertas particularidades del barroco latinoamericano
como la intertextualidad, la intratextualidad, el espejo (reajustes de la imagen),
la revolución sintáctica, la proliferación, la exuberancia, la parodia, la condensación;
elementos que están en constante movimiento, en gran expansión cósmica.
El neobarroco como corriente literaria requiere de un
análisis profundo y de una mirada con sumo detenimiento. Roque Javier Laurenza en
su obra profiere su inclinación al neobarroco y alaba el credo poético de Rogelio
Sinán, donde sus obras Incendio y Semana Santa en la Niebla pueden enmarcarse:
Si cual Góngora y Lope sinanizas
con retóricos áspides mordientes,
si me clavas tus férreos fieros dientes
y en barroco soneto me eternizas,
Gracias te doy, Sinán, porque suavizas
mis duras soledades inclementes,
haciéndome murmullo de las gentes
por el asta verbal donde me izas.
y en pago de tan pródiga clemencia,
convoco a son de trompa las ligeras
legiones del moscón y el moscareto.
¡Y dejo con galana reverencia,
al pie de tus gongóricas banderas,
los catorce moscones de un soneto!
Dos neobarrocos confesos en nuestro Panamá lo son: Ricardo
J. Bermùdez, muy patente su poemario Con la llave en el suelo y el escasamente difundido
y estudiado Edison Simons Quirós, del cual el gran poeta español Pere Gimferrer
dijo “esta poesía es gemela, aunque no derive de ella, de la de Lezama Lima”. El
texto One Way de José de Jesùs Martìnez, podría ser situado dentro de esta vertiente.
Textos y transtextos de nuestra poesía panameña hay que ser bebidos y rebebidos
en los cálices actuales como el caso de Alexander Morales Cruz. En mi caso, lo hago,
desde mi neobarrocú. Giovanna Benedetti, está inmersa en este caudaloso Chagres
del idioma.
Los primeros poemas editados por Giovanna Benedetti
aparecieron en la Revista del Instituto Nacional de Cultura en el año 1978. El uso
del versículo, la metaforización y la profundización en el mensaje son los sesgos
primordiales que se ramificarán en publicaciones posteriores.
Su libro Entonces, ahora y luego, ganador del Premio
Nacional de Literatura Ricardo Miró, es la fascinación del lenguaje por el lenguaje,
su grado de experimentación y de poseer las cualidades de poesía antropológica,
dada la interconexión de referencias históricas, etnológicas, geográficas y simbólicas
de nuestro istmo y de los pueblos originarios de Abya Yala, como denominan nuestros
ancestros al continente americano, como reza el epígrafe de Arysteides Turpana,
utilizado por la autora, es una especie de bitácora de nuestro istmo. La primera
parte Entonces, posee recursos y alusiones propias del libro sagrado de los mayas,
El Popol Vuh y el origen de la tierra:
Madre/padre
Piedra continente.
Hermano de la selva
Hijo del río.
Compañero de sombra escucha.
La dualidad del sol y la luna, de la mujer y el hombre,
del macho y hembra en el origen. El jaguar, elemento recurrente en la poesía de
Giovanna Benedetti, nos encomendará la luz:
Hágase el jaguar
Dijo la luz
Y se hicieron las selvas.
…
Vénganos un dios
Gritó la sangre
Y fue el pájaro quetzal.
…y hubo en los
altiplanos
Pedernal de
fuego nuevo
y serpientes emplumadas.
Y fue Abya Yala y quedaron sus arcanos sellados para
siempre. Hay un comienzo rico en alusiones y alegorías. Se hermanan en estos comienzos
Entonces, ahora y luego y El mar de los sargazos de Manuel Orestes Nieto: un mar
dentro del mar y un país imaginado. En sus múltiples búsquedas e investigaciones,
la autora dio con una cita del oidor Antonio de Salazar, perteneciente a la Audiencia
de Panamá con una carta en relación al rey de 1589 donde se cita que “Panamá no
quedó condenada a no ser otra cosa que tierra de paso: camino de más allá.” En dos
poemas de esta sección, hay una declaración de amor y odio a la ciudad de Panamá
como lo son las declaraciones también del poeta Efraín Huerta a la ciudad de México.
El primer poema titulado 1519-1671, es un repaso de “la vieja y putañera ciudad
de Panamá, vieja y calurosa ciudad de Panamá, vieja y rica ciudad de Panamá, puerto
de carga y descarga, vieja y marítima ciudad de Panamá, vieja y rutilante ciudad
de panamá, vieja y picaresca ciudad de Panamá, vieja ya abusada ciudad de Panamá,
vieja y codiciada ciudad de Panamá y en segundo tiempo, el poema titulado 1850 donde
el juego lingüístico semántico con la palabra oro nos remite a la época de las minas
de oro de California y la simbiosis étnica entre la riqueza, la muerte, el embrujo,
el canto y el acertijo:
Oro
Oro de voces de tierra
Oro de calor y lluvia
Oro de todos los diablos
Oro de canto y tambor:
Oro oro
Yamborò
Ayombe ajè y ajà
Oro oro
Congorò
Ayombe ajè y ajà
Oro oro
Burundú
El poema “Cuando Colón venga a descubrirnos”, es una
honda reflexión sobre los sucesos e historia del continente. Las referencias al
quinto centenario 1492-1992 es una especie de brújula de buscar ejes temáticos y
porque no en las invasiones que masacran no solo la tierra sino nuestras culturas
hermanadas:
Yo volveré a sentarme a fin de siglo,
todo
Lleno de invasiones, encuentros
Y quintos
Centenarios.
Ándate y levanta, texto con cita de Simón Bolívar, es
la defensa física e ideológica del continente. Como buena bolivariana, Giovanna
incita al lector a través de la vestimenta de los héroes a galopar por los cerros
con pecho libertario. Loltum, la flor de piedra, nos remonta a la tradición maya,
este libro ahonda en lo indígena con gran destreza, entrega en este poema una perfecta
muestra del neobarroco en Giovanna Benedetti:
Como arterias sibilinas
Como venas recónditas por
Donde circula el tiempo por
Debajo de la tierra
Como sótanos inmensos por donde pasa
a sombra
La luz…
Como cálices prohibidos
Parece ser que el poema Formas de la tercera parte Luego,
es otro testimonio escritural; recordemos lo dicho sobre la perla y el barroco:
“las formas, toda mi vida me han intrigado las formas” llevan a Giovanna Benedetti
a una incansable búsqueda de la forma a través de la experimentación y lo visual
en cada texto. La disposición de las palabras en la página tiene una finalidad para
el lector y para la autora misma. ¿Y? Todo tiempo es ahora, estamos en una pausa,
suspendidos “cuáles son las rutas que llevan a otros retos” se pregunta una y otra
vez y al final del poemario, el epílogo brevísimo a destiempo y entre signos de
interrogación ¿el obituario? Agárrense del mar que se hunde el istmo:
Rondas de fulgor en palanganas, navegan
las apuestas canaleras
(silencio, más silencio, más silencio…)
A la velocidad occidental del diente,
se va al carajo el poco territorio que nos queda
(silencio, más silencio, más silencio)
Agárrense del mar que se hunde el
istmo}
Silencio, más silencio, etc…
Un gran libro en nuestra historia literaria, para el
neobarroco panameño. Y en ese devenir en Después de los objetos, está el después
de los sucesos. En esta poesía completa está el apartado El tambor de la Agonía
y otros poemas. El tambor de la agonía es la paradoja de El tambor de la alegría,
pieza conocida en nuestro país y cuyo estribillo le encantó a la chilena Gabriela
Mistral y lo que la indujo a escribir su poema Tamborito panameño, dedicado a Octavio
Méndez Pereira; pero este tambor de Giovanna Benedetti, es el repicar en los cueros
de la conciencia a través del dolor, con poemas que hacen alusión a la invasión
y a otros enfrentamientos dentro de nuestra patria. El poema ¿Qué hacías cuando
la furia caía sobre la tierra invade con su retórica:
¿Dónde estaban, a esa hora,
escondidos tus pretextos?
¿Qué pregunta feroz se perdía
entre tus dos cejas?
¿Cuántas víctimas hubo?
¿Quién contaba los muertos?
¿Cuántas toneladas de explosivos
detonaron en el istmo
en las seis primeras horas
de la madrugada del jueves?
¿Qué hacías —pregunto—
...aquella noche larga del
veinte de diciembre?
Y en el poema Ascanio redivivo, la historia es circular:
Y hubo un veinte de diciembre y El Chorrillo ardió en abismo;
y volvieron los galpones con sus bolsas y rodeos;
y el canal procreó consorcios que expatriaron las marismas;
y se alzaron los viandantes que hoy pregonan el olvido
y despintan los murales que figuran tu memoria.
Un gran ejercicio a la memoria, el poeta, cronista de
su tiempo y de todos los tiempos. Una poesía honda, ubérrima en su plasticidad con
el idioma español y con otras lenguas y referentes, musical en su esencia lorquiana,
multiétnica como nuestra América y sus mestizajes, visual y colorida como la biota
ístmica, heredera de grandes tradiciones e investigaciones y con un toque personal
que se convierte en un gran legado para nuestra poesía. Como nos dice la prologuista
del libro, la poeta española Raquel Lanseros:
La
pluma de Giovanna Benedetti se desenvuelve lúcida en una profusión de temáticas,
incluyendo el compromiso y la conciencia social de una autora alerta y crítica con
su época.
Como dijo Ferdinand
de Saussure “Las costumbres de una nación tienen
repercusión en su lengua y, a su vez, la lengua es la que en gran medida hace a
la nación” y también se puede añadir que los poetas hacen a la nación; remitámonos
una y otra vez a los poetas de la generación del 58; pero aquí también està esta
autora perteneciente a otra generación con esta similitud de hacer nación en lengua
y poesía.
Su poesía está aquí para quedarse. Agárrense de la poesía de Giovanna Benedetti
que se hunde el istmo o quizás se nos dé la propensión a flotar, ahí está su palabra y su verbo como una recurrente cascadura
en el espejo: Giovanna Loltum,
Como una flor consciente
Imaginada en piedra.
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