quarta-feira, 23 de dezembro de 2020

CONEXÃO HISPÂNICA | Magdalena Camargo Lemiezsek

JAVIER ALVARADO | El impreciso camino hacia Magdalena Camargo Lemiezsek

 


En mi vida ha habido

Palabras de despedida

Y palabras de odio

Y después palabras de amor

Y después he visto

Grabadas

En los muros de la prisión

Palabras de esperanza

Todas ellas serán

Inequívocas

No había entre ellas

Comparaciones ni metáforas

Perífrasis o hipérboles

Pero tenían en sí la fuerza de los juicios

Y la fuerza del crecimiento

Y tenían el poder de crear.

TADEUSZ RÓSEWICZ

 

Hay episodios o experiencias en la vida de los poetas que pueden apresar o no las palabras y es a veces, donde esos recuerdos son un poema sólo en su memoria sensorial u otros quedan destinados a estar sobre una página que dé vida a la literatura. Con Magdalena Camargo Lemieszek he recorrido geografías conocidas y desconocidas: he mirado las piedras, las enormes de ciudades europeas, los guijarros pequeños del camino, las florecillas, escuchado cantos de pájaros, contemplado días en nuestra campiña, el mar al borde de la ciudad de Panamá y al fondo el archipiélago de perlas hundidas y perlas arrebatadas, la canción de la hierba seca y vuelta a renacer en Aguadulce, el céfiro en la cara en carreras en bicicleta por el valle de Antón, el frío de Boquete supurado por los poros de las fresas y otras remembranzas. Hace poco compartimos el asombro de caminar por la antigua Salamanca en España, evocar lecturas en el jardín de Calixto y Melibea y también el de recorrer algunas salas del Museo del Prado en Madrid. Muchas pinturas llamaron nuestra atención y nos han marcado para siempre: el Jardín de las Delicias de El Bosco, los cuadros de la época negra de Goya (los trazos en el lienzo queríamos descifrarlos) y nuestro estremecimiento ante el cuadro La extracción de la piedra de la locura de Jan Sanders van Hemessen (los personajes grotescos, apoyados en la frente del personaje al cual le intentaban arrancar la piedra, los gestos, las miradas, el movimiento, los colores.) Fue un cuadro que en particular nos llamó la atención y también nos evocaba la presencia de Alejandra Pizarnik con su maleta de piel de pájaro. Todo eso se puede traducir o verter en palabras que tienen la fuerza de los juicios, del crecimiento y el poder de crear como afirma el poeta polaco Tadeusz Rósewicz en el largo epígrafe que he utilizado para este escrito. El impreciso camino hacia Magdalena Camargo Lemieszek haciendo al mismo tiempo perífrasis y paradoja del título de su libro que hoy presentamos. ¿por qué? Ella poéticamente traza un recorrido hacia la Nada. Una nada poética, una nada total que es una búsqueda espiritual y mística, una nada que se concreta en un respirar de la conciencia. La negación lleva a algo concreto y a partir de esa imagen personalizada, se niega, valga la redundancia y se le concede una existencia. Ella habla desde la precisión de su palabra bella, alucinante e inquietante, adjetivos de los cuales, ella nunca creo se va a poder separar. Impreciso, pues su hermosa y gran poesía tendrán muchas más interpretaciones que esta que hoy brindo en este recinto.

Su poesía siempre ha estado en ascenso y siempre ha perseguido la exactitud y la perfección. De nuestra generación es quizás la poeta que en cada poema nos brinda una talla en madera o un pulimento de gema que puede ser atravesado por la luz y el agua. Evoco dos de sus libros La doncella sin manos (con un accésit en el Premio Adonais de España) y el Espejo sin imagen (premiado con el Gustavo Batista Cedeño para poetas jóvenes) y siempre la imagen cuidada, los versos definidos, la musicalidad pausada. Ella es una criatura al filo de la belleza. Inquietante atmósfera, lluvia de cristales, flora con espinas, metáforas exquisitamente delineadas. En ella hay un escudriñamiento de las poéticas de Europa (Polonia Szymborska, Herbert, Milozs, España Gamoneda, Hierro, Rodríguez, Atencia), la inglesa (Plath, Sexton, Levertov), Argentina (Pizarnik, Orozco) y la de Panamá. Su libro La Doncella sin manos posee una belleza deslumbrante, partiendo desde un cuento de la tradición europea y el manejo de lo onírico y El espejo sin imagen, evocaciones y poemas de gran destreza como La fábula del caballo y el río y ahora esta colección de poemas donde el uso de epígrafes de poetas panameños está muy marcado (Díaz Blaitry, Pedro Correa, Korsi, etc). La autora siempre ha sido partidaria de que se le llamen por sus dos apellidos: tiene presente sus raíces panameñas y polacas y este mestizaje no sólo sanguíneo, también es cultural. Alejo Carpentier, Lezama Lima, Demetrio Korsi y Rogelio Sinán, se maravillaban y se fabulaban con el mestizaje. En las novelas de Alejo Carpentier es visible y en sus entrevistas. Alejo Carpentier en uno de sus pasajes exuberantes de El Reino de este mundo:

 

Representaba algo así como un almirante o un embajador francés recibido por un negro rodeado de plumas y sentado sobre un trono adornado de figuras de monos y de lagartos.

—¿Qué gente es ésta? —preguntó atrevidamente al librero, que encendía una larga pipa de barro en el umbral de su tienda.

—Ése es un rey de tu país.

 

 Con José Lezama Lima es evidente en sus poemas:

 

No respetaban que tú le habías encristalado la terraza

y llevado el menguante de la liebre al espejo.

Tus disfraces, como el almirante samurai,

que tapó la escuadra enemiga con un abanico,

o el monje que no sabe qué espera en El Escorial,

hubieran producido otro escalofrío en Baudelaire.

Son sombríos rasguños, hexagramas chinos en tu sangre,

se igualaban con la influencia que tu vida

hubiera dejado en Baudelaire,

como lograste alucinar al Sileno

con ojos de sapo y diamante frontal.

 

[Oda a Julián del Casal]

 

O Korsi:

Este eslabón del Continente

es mi tierra natal,

es el Istmo por donde se filtran las razas

para ver los dioramas del Canal…

 

[Panamá]

 

O Sinán:

Zamba, zambé, zarabanda!

¡Mi perro, la luna y tú!

¿Por qué te pones tan brava

cuando te llaman

Chombita del Curundú?

 

[Candombe]

 

Es decir, estos escritores desde Las Antillas y desde Tierra Firme, apuntan a esa mescolanza étnica que enriquecen los valores culturales actuales. Una radiografía crítica o un testimonio de esos intercambios son visibles en la literatura. Algunos escritores son producto de ese criollismo cultural y en los poemas de Magdalena Camargo Lemieszek podemos hallar algunos sesgos de esa multiculturalidad. Muchas de nuestras escritoras han tenido el signo de ser hijas o nietas de inmigrantes: Giovanna Benedetti, bisnieta de italianos, Consuelo Tomás. Acracia Sarasqueta de Smith y Stella Sierra de padres españoles, Moravia Ochoa de padre colombiano, Gloria Guardia de madre nicaragüense y nuestra autora, de madre polaca. El sustrato cultural de lecturas, vivencias y tradiciones acondiciona el modus vivendi y su escritura. Detengámonos en esta estrofa de su poema Cruzando el río Leteo:

 

Algunos reconocerán las señales de la calma

en el vapor que se deshace encima del paisaje

mientras un manojo de grullas migra hacia lo ignoto.

Al agitarse la sombra del abeto en la corriente,

el yo que somos irá mutando

en el antifaz que cubre el rostro del vacío.

Un turbio alfabeto se revelará ante nosotros

y dejaremos atrás las antiguas pertenencias

junto al mismo miedo que hace siglos

tuvimos la osadía

de dejar abandonado

frente al fuego

 

Hay una marcada reiteración por el mundo griego. Sabemos de algunos viajes epopéyicos: la figura de Odiseo, Jasón y los argonautas, el recorrido de Teseo por el Laberinto, el descenso de Orfeo a los Infiernos: el preciso camino es metafórico y repleto de referentes. Según la leyenda, después que Orfeo regresó de aquel viaje lastimero donde no pudo rescatar a Eurídice, portaba con él grandes conocimientos y es reconocido como un gran poeta y músico y además profeta. Aquí el viaje es revela en los episodios anímicos en sintonía con la naturaleza. Un amanecer puede ser una apertura a la nostalgia; un anochecer un encarar los sentimientos y las situaciones familiares. Mujer y naturaleza se conjugan para convertir el dolor en arte. Un caso muy particular es La Vorágine de José Eustasio Rivera, donde la selva, el infierno verde nos transmite sensaciones de angustia, rabia, soledad, persecución y muerte. Son los ancestros que hablan desde el agua, desde las profundidades, desde el fuego y los metales, un pesado viaje, el adiós a las pertenencias, el tiempo que se empequeñece, se agiganta y se expande, la migración de todo lo posible y el paisaje que se reconoce desde las máscaras, las caras verdaderas, los antifaces y los eternos cambios y las inevitables mutaciones.

 

II.

El Preciso camino hacia la nada es un ejercicio depurado y decantado, un viaje en círculo, un libro donde se perfila la madurez de la poeta que inicia una travesía con su soledad:

 

Hay un día en el que le daremos un nombre perenne a la distancia,

cuando entendamos el comienzo, la gravedad,

y en la extensión del código toda su dinámica.

Oiremos el fluir de una turbia brisa

que proviene de un país cuya tierra cayó en el olvido,

porque el canto de una sangre espesa

se coaguló en los labios de sus habitantes

y los nidos permanecieron vacíos de estaciones

hasta que el propio sol abandonó la cara purísima del prado

y pronto los caudales de los arroyos se desviaron

y dejaron de llevar al mar

la voz de la montaña.

 

En muchos de sus poemas se habla de pueblos, de hábitos, tradiciones, costumbres, ferias con gritos y silencios, rituales, la saudade por lo perdido y lo que puede permanecer entre la melancolía y la realidad. Esa es la voz de ella, que se desvía y que a veces llega o no llega al mar. Es ella la que pierde su curso, su brújula o aparentemente nos muestra que es así. El poema el origen tiene esa magia de ubicarnos en el desasosiego, en el abandono y en el páramo de la belleza.

Retomando lo griego:

 

Reconozco,

cuando busco mi reflejo en el arroyo,

que aunque nunca sé qué día es

continúo envejeciendo

y que de mi costado se alimentan

las larvas que vino a poner un día

la locura.

 

Ella se reconoce en la figura de Narciso, pero no en su ego tras lo bello; sino que lo contradice ante el envejecimiento, lo inevitable. Hay un verso memorable del chileno Pablo de Rokha que dice:

 

Estamos muy cansados de escribir universos sobre universos

y la inmortalidad que otrora tanto amaba el corazón adolescente, se arrastra

como una pobre puta envejeciendo…

 

Hay un reclamo de poetas y escritores por el tiempo, por su arrasar y su arrastrar. La poesía en este caso es una protesta hacia lo corpóreo que reverdece y envejece, al igual que todas las cosas de la tierra; pero a su vez posee el misterio. El título del poema remarca La Identidad Inaccesible, es decir que estamos allí ante el tiempo y la locura y en la agitación de los credos, diferencias e ideologías. No en vano dice:

 

En todo caso, está decidido.

Pronto volverá a rugir la noche.

Enviemos los arqueros a los muros.

Cantemos

esa

antiquísima

canción

que

habla

de

la

guerra

 

El gran César Vallejo escribió:

 

Amorosa llavera de innumerables llaves,

si estuvieras aquí, si vieras hasta

qué hora son cuatro estas paredes.

 

Magdalena Camargo Lemieszek, empleando un epígrafe de Giovanna Benedetti de su libro Entrada Abierta a la mansión cerrada (“porque así como es arriba, así es abajo/y así como es afuera, así es adentro” nos dice en su poema El Cerrajero:

 

Narran los antiguos que hay una torre que aparece

solo cuando coinciden un eclipse y un cometa.

Es tan imponente como aquella serranía aún ignota

y en la cima, en el centro de su almena,

custodiado por exactamente tres arqueros,

se encuentra sentado el cerrajero de la vida.

Con el arte de su mano y el acero,

las llaves se maduran como frutos

y con ellas ha de hacer manojos,

que les entrega a las almas

antes de que se hagan con sus cuerpos.

Luego las almas bajan a los llanos

y creen que pueden escoger senderos y ciudades,

pero solo se abrirán las puertas

escritas en la forma de la llave

como el destello que conoce su lugar en el silencio

 

El poema con excelentes imágenes posee una narratividad que lleva al lector a contemplar aquella torre del eclipse y el cometa y el revoloteo de las almas y el tintinear de las llaves. Es imposible no evocar el rezo de las mujeres en la Casa de Bernarda Alba de García Lorca: “con la mano del que todo lo abre y la mano del que todo lo cierra). El cerrajero en su condición de elector de los destinos entrega las llaves y las almas creen que pueden habitar otros espacios, pero el juego está echado y sólo se abrirán las puertas escogidas previamente por él.

Talita Cumi es un poema acompañado por unos versos de Tobías Díaz Blaitry, del cual celebramos este año su centenario: «A quién le debo/esta herida sangrante/que llevo en el corazón/y que me pertenece todavía». Magdalena Camargo Lemieszek evoca el sabor de las cerezas. Otro poeta, de un lenguaje poético lúcido y que evoca la figura del cerezo es José Guillermo Ros Zanet que dice: “es la humana comunión bajo el cerezo”, los antepasados y las familias reunidas bajo la sombra del árbol y sus ramas con sus rojos prodigios. En el poema de la autora hay un desasosiego ante la fruta:

 

Sobre mi regazo han madurado las cerezas,

pero son amargas incluso en el centro de su hueso

y su carne es un mineral rojo

de donde una savia incierta se desprende.

 

¿Qué debo hacer con un puñado de cerezas?

 

Muchos recordarán el pasaje bíblico de Mateo 21, versículos 18-19, donde Jesús maldice la higuera:

 

18 Por la mañana, cuando volvía a la ciudad, Jesús sintió hambre. 19 Vio una higuera junto al camino y se acercó a ella, pero no encontró más que hojas. Entonces le dijo a la higuera:

—¡Nunca más vuelvas a dar fruto!

Y al instante la higuera se secó.

 

Jesús hablaba en parábolas y la evocación de este episodio de la higuera y la cereza tiene esa pertinencia ante el reclamo:

 

Quizás debo dejarlas ir con la corriente

y aprendan a ser eternas en el agua

y vuelvan a inventar sus raíces en el fondo

y crezcan en la corriente líquidos cerezos

y sus hojas se apoderen del movimiento de las olas

y dancen transparentes y en misterio

y vuelvan sus frutos a ser dulces.

 

El adverbio “quizás “condiciona el tono del poema. No hay certeza, no hay el sabor dulce, permanecen las utopías y sigue esa permanencia de la incertidumbre y de la nada.

 

III.

El poeta español José Hierro en un maravilloso soneto dice:

 

Llegué por el dolor a la alegría.

Supe por el dolor que el alma existe.

Por el dolor, allá en mi reino triste,

un misterioso sol amanecía.

 

Por el dolor se sabe que el alma existe. Por el dolor se da a luz, se da al nacimiento. Por el dolor se da el renacer. Después de un crudo invierno, donde muchas cosas mueren, viene un tiempo donde todo retoña. ¿Qué es el dolor para la gente? ¿Qué es el dolor para los poetas? En El preciso camino hacia la nada hay un texto contundente, íntimo, y muy particular. Nuevamente, la cita de una respetada poeta panameña, Moravia Ochoa: “«Es mejor ir marcada por un loco dolor/ que no tener sino silencio/es mejor ir profunda/que ser plana tierra sin rosal» . El dolor como una permanencia de la belleza, de las rosas, de las palabras. El poema de Magdalena Camargo Lemieszek, Fenomenología del dolor, posee esa carga material y espiritual que es el agobio, el cansancio, la sed del espíritu, su agonía, la herida que se abre y que se cierra, lo que se puede ver con ojos abiertos y cerrados:

 

En ella un día desterraron a la dama que dio rostro a la tristeza.

Una piedra de locura llevaba ardiendo en una mano

y en otra el temblor de una siempreviva:

ella, la vergüenza de su madre

ella, la vergüenza de su padre,

ella, la vergüenza de su hermano.

¿Acaso podrían las fuentes incesantes de la casa

remediar esa herida que sin sangrar se abre

o separar los eslabones en cada uno de los signos

que al unirse dan forma a la nostalgia?

 

Nuevamente la tristeza y la piedra de la locura, y otra vez, el cuadro contemplado en una sala del Museo del Prado. La emotividad y el desgarro son evidentes en versos de mucha fuerza, de gran nostalgia y a la vez la figura de la casa, donde se acumulan las experiencias de vida, los recuerdos y la soledad y el abandono y el sentido de la expatriación de la familia. El dolor acude como un ente lastimero y es a través de las palabras donde se puede hablar de la redención o expiación del mismo.

 

IV.

 

Entre nosotros hay un tablero de ajedrez.

En cada extremo, un autómata:

dos formas distintas de vivir,

uno es la aspiración, el intento

y el otro es la cabalidad, el acto.

 

M.C.L.

 

El ajedrecista de Maezel es un poema antológico para el juego de la concentración. Dos jugadores, una batalla, un abismo que es el tablero, las diminutas plataformas en blanco y negro, los oponentes, nada es gris; todos son peones, todos son reinas, todos son torres, todos son reyes, todos son alfiles y al final: un ganador y un derrotado. El juego, sin lugar a dudas, uno de los más difíciles en cuanto a su conformación y jugadas, desprende imágenes poderosas:

 

Todo esto sucede en el pasar de un mosaico a otro

sobre el tablero, marcados con letras y con números

como coordenadas de la vida,

negros o blancos, como la tonalidad de las jornadas

que transcurren una tras otra con un delgado movimiento.

 

Ha pasado el tiempo y no te has dado cuenta,

y el autómata frente a ti sentencia:

jaque mate

 

La sensación al leer estos versos con asimilada maestría y muy bien pensados como la táctica del ajedrez nos deja en la fabulación, la cólera, el desenfreno y la batalla con piezas que se restan del tablero y pierden su postura erguida para estar acostadas, cercenadas, quizás decapitadas y que renacerán de nuevo ante los jugadores autómatas que se enfrentarán en una nueva batalla. Este poema es una evocación de las guerras, de nuestro pasado y presente y del futuro que cada día es inminente ante la intolerancia.

Estamos ante un libro poderoso, ante una voz firme que se destaca y se mantiene como una de las más prodigiosas, talentosas y fieles a la poesía del Parnaso Panameño. Hay mucho que decir de este libro de madurez de Magdalena Camargo Lemieszek que, de seguro, nos seguirá sorprendiendo con sus palabras ubérrimas y cinceladas. Una criatura desamparada en la belleza que estará escribiendo sobre papel o piedra sus metáforas de angustia, sus símiles de rayo, sus resplandores de jaspe, sílice, cuarzo, antracita, obsidiana que seguirán delineando innumerables caminos hacia esas aldeas donde conversan los hombres y mujeres sobre historias de barro y arcilla, magia, río océano, poderío y majestuosidad. Yo sólo trazo algunas coordenadas, quizás imprecisas, sobre este bloque de basalto que se incorpora más a su templete donde las sacerdotisas y efebos rinden culto al verbo que nos domina. Yo sólo puedo manifestar mi regocijo ante tanta belleza, ante su poesía que ya es un prisma donde nos podemos contemplar en su dolor que también es nuestro.

 


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§ Conexão Hispânica §

Curadoria & design: Floriano Martins

ARC Edições | Agulha Revista de Cultura

Fortaleza CE Brasil 2021



 

  

 

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