Como contradefensa a esta crítica que hago, muchos colegas
y académicos señalan que la arquitectura sostenible se basa principalmente en aspectos
tecnológicos que no necesariamente atienden el discurso cultural y estético de la
arquitectura. Mi contestación: “Para atender
las múltiples complejidades de lo que supone ‘ser bello’, debemos postular como
válido que la belleza de un edificio sostenible trasciende su mera apariencia”.
Consideremos el siguiente escenario: si un edificio sostenible
(¿”soste-noble”?) puede reducir sus
emisiones de carbono, utilizar fuentes renovables de energía y reducir sus consumos
de agua, entre otros, mediante estrategias de diseño (tecnológicas o no), estas
estrategias permiten (a nivel mundial) preservar bosques, conservar ríos, proteger
hábitats... propiciar el que un pajarito tenga un árbol para construir su nido.
Esa belleza natural que conservamos forma parte de la
estética (¿remota?) de la obra arquitectónica sostenible que se ejecuta a nivel
local.
Y es que, cuando diseñamos edificios sostenibles (y resilientes),
nuestro cliente no es solo quien nos contrata; nuestro cliente es el planeta y el
resto de la humanidad. Bajo esa óptica, el criterio cultural y estético debe ser
suficientemente elástico para que considere la belleza remota que permite, conserva
y propicia un edificio sostenible en alguna otra parte del planeta. Con esta introducción,
presento a continuación algunas reflexiones y episodios de nuestra práctica profesional
sobre la Arquitectura Sostenible que espero pueda impulsar una estética (aunque
embrionaria) de la sostenibilidad.
FACHADA AL CIELO
¿Qué es? ¿Para qué sirve? y ¿Por qué es importante en
la discusión sobre sostenibilidad? Aún con poco entrenamiento o conocimiento sobre
arquitectura, sabemos de qué hablamos al referirnos a las fachadas de un edificio.
En su expresión más simple, son las caras que el edificio presenta al ojo público.
En zonas históricas,
como el Viejo San Juan, hablamos de edificios tipo pintura porque es, típicamente,
una sola fachada o cara pública (o pintura) la que el edificio presenta al espacio
público (la calle, la plaza). La mayoría de las estructuras residenciales y comerciales en nuestra zona
histórica de San Juan corresponden a esta tipología. Los edificios de carácter cívico
o institucional, como los teatros, iglesias o el Antiguo Casino, son edificios tipo
escultura porque ocupan un espacio de mayor prominencia urbana que los otros, podemos
caminar a su alrededor obteniendo visuales de sus diferentes caras o fachadas. En
estos edificios se presenta más de una cara a la vista del ciudadano.
Las fachadas se caracterizan por su importancia urbana,
destacándose las más elaboradas y articuladas, donde se ubica, comúnmente, la entrada
principal del edificio. Las fachadas pueden responder a múltiples criterios de diseño,
incluidos criterios de sostenibilidad; aspectos climáticos —como el paso del sol,
las lluvias, la vegetación circundante, las brisas predominantes, las nubes, la
luna y las estrellas— junto a consideraciones de materialidad, funcionalidad de
usos, imagen, estructura, sistemas de confort y salubridad, entre otros.
También se estudian consideraciones sobre la tipología
edilicia de uso y el contexto donde ubica. El presupuesto y la imagen que se desea
comunicar sobre el edificio y sus usuarios o propietarios son consideraciones adicionales.
Resultará evidente y fácil de entender que un edificio de oficinas tenga un vocabulario
de fachada diferente al de un hospital o al de una iglesia. Estas articulaciones
que hacemos son parte de nuestro lenguaje de comunicación con el entorno físico
y la cultura.
Más recientemente, se han desarrollado tecnologías que
apuntan al diseño estudiado de los techos de los edificios. Hasta hace poco, estos
eran esencialmente espacios remanentes donde se ubicaban de forma casi aleatoria
equipos de acondicionamiento de aire, generadores eléctricos para emergencias y,
en ocasiones, cisternas para el almacenamiento de aguas.
Hoy día, los techos han adquirido una importancia adicional
desde el punto de vista de la sostenibilidad porque es en ellos donde pueden desarrollarse
estrategias que afectan su uso de una manera fundamental. Los techos contemporáneos
son en efecto la fachada al cielo de un
edificio sostenible. En ellos podemos desarrollar áreas naturales con espacios verdes
—en ocasiones vegetados para la cosecha de comestibles—, estanques de agua para
la contemplación, entarimados de madera y glorietas para brindarnos un cómodo y
necesario espacio con sombra para el desarrollo de actividades de recreación pasiva;
sistemas fotovoltaicos de generación eléctrica solar para posibilitar la autonomía
energética de la estructura; cisternas para la cosecha de aguas de lluvia, calentadores
de agua solares, áreas de almacén, cuerpos de escaleras y otras.
Antaño, cuando visitábamos algún lugar, pedíamos direcciones
escritas de cómo llegar al sitio o mapas abstractos que indicaran la ruta a tomar
en los que destacaban calles y avenidas en su representación gráfica. Hoy, a través
de herramientas como Google Earth, podemos ubicar el edificio e identificarlo viendo
su FACHADA AL CIELO. Con frecuencia, las generaciones X y los "milennials"
utilizan estas herramientas para ubicarse y dirigirse a diferentes lugares, incluidos
espacios naturales y urbanos. Siendo esto así, deberíamos prestar tanta atención
a la fachada al cielo como hacemos con las restantes fachadas. Esta es la nueva
y quizás más importante fachada de los edificios sostenibles y a la que debe dársele
una nueva mirada desde la perspectiva estética.
EL MEJOR EDIFICIO SOSTENIBLE
Imaginémonos el siguiente escenario: se le comisiona
a un joven arquitecto (que despunta como uno que comienza a destacarse por sus principios
de sostenibilidad y ambientales) diseñar un lugar para practicar la observación
de aves (“bird watching”). En su afán de demostrar sus capacidades como un buen
arquitecto que practica la sostenibilidad, este tratará de crear un espacio público
(¡Hay que relacionarse con la comunidad!) con una plataforma de observación para
ver el paisaje (¡Hay que relacionarse con el ambiente!), a manera de terraza abierta
y elevada sobre el suelo con postes para evitar (siguiendo el discurso de sostenibilidad)
alterar la topografía existente y las escorrentías naturales de la lluvia. Para
continuar y mantener este discurso, se preocupará por especificar madera de plásticos
reciclados (“plastic lumber”). Sobre la plataforma de observación y con el objetivo
de ampliar las vistas, podrá argumentar la creación de una torre de observación
que funcionará como un hito y elemento vertical que complete la composición arquitectónica
sobre el dosel vegetativo.
Hasta el momento todo parece estar bien, pero ¡CUIDADO!...
De salida resultará evidente que, si vamos a practicar la observación de aves,
el contexto donde se ubicará la instalación probablemente sea uno densamente arbolado.
Quien tumba un árbol... tumba un nido...
Para ubicar la plataforma de observación propuesta nos veremos casi en la obligación
de derribar varios de los árboles, que es, precisamente, donde las aves construyen
sus nidos. Con el pasar del tiempo, se acercarán varias personas con carritos para
la venta, algunos de refrescos, otros de frituras y, los más atrevidos, de cerveza.
El calendario se acelerará para incorporar casi por obligación personajes que de
forma enajenada y de poca conciencia ambiental iniciarán un tipo de recreo centrado
en música a altos niveles de volumen. Más adelante, según el lugar va ahuyentando
las aves, perdiendo el atractivo natural y ganado en atractivos seudoturísticos,
a alguien se le ocurrirá que, para manejar las cantidades cada vez mayores de usuarios,
se hace imperativo la construcción de un área de estacionamiento para facilitar
el acceso al lugar... el lector ya se podrá imaginar el ambiente que hemos creado
sin ni siquiera habernos percatado del daño que al final habremos causado. Una
idea que parecía muy buena en principio y que incorporó componentes de sostenibilidad
termina siendo una contradicción ambiental con los resultados opuestos a los que
se perseguían con el proyecto original (de
buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno...): poder disfrutar
en un ambiente natural y tranquilo la observación de aves en su entorno.
Quizás, la solución menos evidente, pero más sabia, al
problema de diseño presentado era organizar grupos acompañados de algún especialista
o aficionado a este pasatiempo, repartir varios binoculares que pudieran compartirse
entre los asistentes y una hoja suelta (impresa en papel reciclado, por supuesto)
donde se explicaran los elementos básicos y necesarios para observar aves. A esto
le llamo, “Diseño sostenible inteligente”.
NAVIDAD SOSTENIBLE
I'm dreaming of a white christmas es la primera línea de la letra de la canción White Christmas. Esta es una de las canciones
más populares que se escuchan durante el periodo de festividades navideñas en Estados
Unidos y en muchos otros países. La letra y su hermosa música fueron escritos por
el afamado y prolífico compositor Irving Berlin en el año 1942 y popularizada por
el cantante Bing Crosby. La canción tocó una fibra emocional y nostálgica en los
soldados (estadounidenses) y sus familias durante la Segunda Guerra Mundial.
La referencia de su título apunta a la belleza del blanco
de la nieve que cubre el paisaje natural durante el invierno y que en primavera
desea ansiosamente reventar en verde. Esta referencia blanca apela a los sentidos
de aquellos que viven en países templados donde la diferencia en estaciones es marcada.
Aquí no solo se percibe la luminosidad del blanco de la nieve sino, además, sus
efectos acústicos que absorben gran cantidad de ruidos ambientales, creando un silencio
ambiental que invita a la introspección. Es en estos paisajes norteños donde se
pueden ver, tocar, sentir y oler los pinos que forman parte substancial del imaginario
popular de su invierno, que coincide con la Navidad y que se traduce en la colocación
de un arbolito de pino (¡un pinito!) en el interior de la casa. Una expresión cultural
que pasa como algo natural y sobre la cual nadie se cuestiona, ¿de dónde vino el
pinito?
En Estados Unidos se talan aproximadamente 33 millones
de árboles anualmente para satisfacer esta tradición de la temporada navideña. Esta
cantidad de árboles sería capaz de atrapar 825,000 toneladas de CO2 si no fueran
"asesinados en el paredón de la Navidad". Recordemos que el CO2 es uno
de los principales gases que ocasionan el cambio climático. Con un promedio de cuatro
toneladas por persona a nivel mundial, esta cantidad de árboles podría neutralizar
las emisiones equivalentes de 206,250 habitantes.
La pregunta obligada es, ¿por qué adornamos nuestra Navidad
tropical, en Puerto Rico (y otras islas del Caribe), con pinos talados en otros
países? ¿Por qué, si no tenemos un clima templado, no tenemos una Navidad blanqueada
en nieve, no tenemos las referencias culturales que justifiquen tal acción...? Sin
embargo, continuamos con la práctica, que ya en nuestra isla ¡¡¡se acerca a un siglo!!!
Soñar con una
navidad verde (I’m dreaming of a green christmas) tiene
más sentido en países tropicales. Con la gran cantidad de árboles que adornan muchos
de los paisajes naturales y patios suburbanos en nuestra isla caribeña, no hay la
necesidad de importar pinos, ni matarlos, ni botarlos, ni quemarlos… Salvémosles
la vida a estos arbolitos del norte celebrando una navidad verde con nuestros árboles
nativos y endémicos. ¿Qué mejor gesto estético que la conservación de estos árboles?
ESCRITURA SOSTENIBLE
Una de los conceptos fundamentales en la discusión de
la sostenibilidad es el principio de la eficiencia. Este sienta las bases para el
mejor uso de los recursos a nuestra disposición. En la medida en que logremos más
resultados con menos recursos, más eficiente será la actividad, el producto o sistema
en cuestión. Así, por ejemplo, un acondicionador de aire que remueva más unidades
de calor (Btuh/hora) con menos unidades de potencia eléctrica (vatios) será más
eficiente.
Si aplicamos este mismo concepto a los géneros literarios,
llegaremos a la conclusión inevitable de que la poesía deberá ser el género más
sostenible. La poesía es el género literario que más información comunica o transmite
con menos recursos de palabras. La novela, por consiguiente, será la menos eficiente,
aunque probablemente la más eficaz (que produce el efecto deseado).
Como disto mucho de ser poeta, siguiendo este principio
de eficiencia me aventuro a proponer las siguientes 12 reflexiones de sostenibilidad
en formato de aforismos, una para cada mes del año. La brevedad de los aforismos
cumple con nuestro objetivo de ser sostenibles aún con el uso de la palabra.
A continuación 12 aforismos de alta eficiencia y, por
lo tanto, ¡sostenibles!:
ENERO: Diseñemos
grandes espacios de pequeñas dimensiones.
FEBRERO: La
negación del problema amplifica sus peligros.
MARZO: El
mundo está conectado; no nos desconectemos.
ABRIL: La
guerra no es una actividad sostenible.
MAYO: Pensemos
en el paisaje como un elemento urbanizador.
JUNIO: Los
ambientes naturales reducen la agresividad humana.
JULIO: Todos
tenemos derecho a tener menos.
AGOSTO: Protégelo
y consérvalo, aunque no esté en peligro de extinción.
SEPTIEMBRE: Ser
tan eficientes que podamos hacerlo casi todo con casi nada.
OCTUBRE: Optimista
ante la pandemia, porque es buena para el ambiente.
NOVIEMBRE: La
velocidad es inversamente proporcional al disfrute de la ciudad.
DICIEMBRE: Si
es solo sostenible, hazlo bello. Si es solo bello, hazlo sostenible.
LÁMPARA LUNAR
Entre las estrategias más importantes del diseño sostenible
en la obra arquitectónica la iluminación natural es una ellas. ¿Cómo iluminamos
un espacio sin tener que recurrir a sistemas artificiales que consumen energía y
recursos?
Una de mis pasiones de investigación profesional es el
uso de la luz de la Luna llena como un recurso de diseño para iluminar paisajes
nocturnos, naturales y construidos. Muchos colegas no hacen la distinción sobre
el uso de la iluminación natural; se da por sentado que se trata de la iluminación
diurna cuando en realidad tenemos todo un mundo de posibilidades con la iluminación
natural nocturna.
Durante varios años hemos explorado el tema de la iluminación
natural... (puntos suspensivos a propósito) ¡Nocturna! y experimentado con ella
en nuestros proyectos emblemáticos de sostenibilidad.
En el Patio del Sol y las Estrellas de la Casa Ausente
(1999) construimos unas paredes con altura de 17 pies (5.2 metros) para evitar la
contaminación luminocturna (término de nuestro cuño) creada por los postes de alumbrado
en la calle. Las noches dentro del patio son más obscuras que fuera de él. Esta
condición fuerza que nuestras pupilas se dilaten buscando más luz para poder ver,
lo que, a su vez, permite una mejor percepción de las estrellas y la Luna. En las
tres escuelas ecológicas que hemos diseñado y construido (Caguas, Culebra y Dorado),
mantuvimos las provisiones necesarias para poder utilizar parte de sus patios como
áreas de observación estelar durante las noches.
En un curso electivo que sobre el tema ofrecí en la Escuela
de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras, hace 11 años,
estudiamos los conceptos básicos de contaminación luminocturna. Investigamos, además,
el trasfondo histórico sobre la iluminación y la electrificación del mundo moderno.
Estudiamos las representaciones que de la luz natural nocturna se hace en la obra
pictórica (pinturas, carteles, litografías e ilustraciones, entre otros), la literaria
(poemas, cuentos y novelas) y musical (madrigales, nocturnos, coros, etc.) evidenciada
a través de los tiempos. El proyecto final, que acordamos con el aval y consenso
de los estudiantes, consistió en el diseño de una lámpara lunar que cada estudiante
puso a prueba una noche de Luna llena en un área obscura del Jardín Botánico en
Río Piedras. Los estudiantes prepararon maquetas a escala utilizando diversas estrategias
de captación, reflectividad, orientación, color y uso de materiales para el diseño
de la lámpara. Ellos como estudiantes y yo como profesor, quedamos atónitos con
los impresionantes y exitosos resultados poéticos de las soluciones y la tenue luz
lunar que emanaba de cada lámpara.
No abundaré mucho sobre el diseño de La Casa del Horizonte,
proyecto que completamos en el 2016 y en la cual incorporamos diversas estrategias
de sostenibilidad. Sí deseo hacer hincapié en la terraza y lámpara lunar que forman
parte de la solución arquitectónica con el fin de explorar esos intangibles del
diseño y la belleza que nos permiten desarrollar una estética propia de la sostenibilidad.
Esta es una eco-casa de 480 pies cuadrados (146 metros
cuadrados) en la cima de una montaña a 400 pies (122 metros) sobre el nivel del
mar en un lugar muy seco en Lajas, pero con uno de los mejores cielos oscuros en
la costa suroeste. El lugar está bendecido con magníficas vistas del Mar Caribe
en el Sur y hermosas montañas al Norte. La casa es un volumen de 12 'x 40' (3.66
x 13 metros) construido con paneles aislantes para minimizar las ganancias de calor.
Cuenta con autonomía de agua y energía mediante un pozo y un sistema fotovoltaico.
Las aguas grises se utilizan para el riego de plantas; inodoros de composta convierten
los excrementos en abono. La ubicación del volumen de cocina/baño, crea un área
para dormir y otra para la sala (con sofá cama) en el extremo opuesto. Un pequeño
comedor se ubica frente a la cocina.
Como parte de la solución arquitectónica incorporamos
una "Terraza lunar" con piedras ciclópeas recogidas del lugar, que, en
efecto, se convierte en el espacio protagónico de la solución de diseño y proporciona
el escenario para una "Lámpara lunar". Ésta consiste en un mandala (de
forma circular) que en el hinduismo y el budismo representa las fuerzas que controlan
el universo y que sirve como apoyo a la meditación. Este mandala está formado por
un círculo de piedras blancas que reflejan la luz de la Luna llena y otro concéntrico
de piedras que libera la luz solar (acumulada durante el día) en noches de Luna
nueva. La lámpara lunar es un elemento arquitectónico pasivo y sostenible. Su magia
se revela en noches de luna llena y en noches de luna nueva sin ningún tipo de mecanismos
que no sean las fuerzas de la naturaleza.
La fachada principal se abre completamente haciendo de
la casa un gran balcón con vistas espectaculares, iluminación natural y buena ventilación
cruzada propiciada por las constantes brisas costeras que imperan durante la mayor
parte del año.
La lámpara lunar es un hermoso y sutil recurso que amerita
que nuestros amigos diseñadores y otros interesados se entusiasmen a hacer sus propias
aportaciones. Si meditamos un poco sobre el tema, nos percataremos de que la naturaleza
misma nos ofrece una plétora de lámparas lunares de las cuales aún no nos hemos
hecho conscientes. La blanca espuma del romper de las olas en la costa queda evidenciada
como una lámpara natural bajo la luz de una Luna llena. ¡Hermoso y fenomenal espectáculo
que no apreciamos en su justa dimensión!
La sostenibilidad es necesaria, pero no suficiente para
crear la obra arquitectónica que perseguimos en el mundo contemporáneo. Exploremos
los intangibles del diseño sostenible y descubramos un nuevo mundo estético natural.
FERNANDO ABRUÑA. Es Catedrático retirado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico. Es arquitecto practicante, conservacionista y auditor de energía. Bautizado como el Padre de la Arquitectura Sostenible en Puerto Rico, Abruña es la autoridad reconocida en el país pues practica lo que predica desde hace más de 40 años. Es Fellow del American Institute of Architects y ganador del Premio Henry Klumb, el más alto honor que otorga el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico. Es autor de numerosos libros de arquitectura y sostenibilidad utilizados en la academia y la industria en su país y el Caribe. Su obra arquitectónica ha sido premiada en múltiples ocasiones, tanto en Puerto Rico como internacionalmente. El documental sobre su obra, The Absent House, abrió el ciclo de Cine Ambiental en el Green Build del 2014, el evento de arquitectura sostenible más importante del mundo. Practica la profesión junto a su esposa, la arquitecta Margaret Musgrave, desde un vetusto edificio en el Viejo San Juan.
*****
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 168 | abril de 2021
curadoria: Vanessa Droz (Puerto Rico, 1952)
artista convidada: Dhara Rivera (Puerto Rico, 1952)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC Edições © 2021
Visitem também:
Atlas Lírico da América Hispânica
Nenhum comentário:
Postar um comentário