Dicho lo anterior, dedico estos apuntes, por su exigencia
panorámica, a instituciones o estructuras que fomentan y posibilitan hoy la ejecución,
la difusión y, en cierta medida, la creación de música de concierto en Puerto Rico,
ofreciendo, a modo de introducción, una visión general y sincrónica de algunas —solo
algunas— de ellas y tomando en cuenta condiciones de carácter histórico, político,
institucional y económico. Si bien muy lejos de un enfoque totalizador del fecundo
y complejo campo cultural/musical puertorriqueño, histórico y actual, enfoco el
lente en estructuras que, por distintas razones, se han desempeñado al más alto
nivel y de manera continua hasta nuestros días en las categorías de educación musical
superior, música sinfónica, música de cámara y música coral.
Una nota sobre el Festival
Casals
Entre 1955 y 1956, tras
años de protesta por el régimen franquista y la ocupación militar en Cataluña, el
violonchelista Pablo Casals se estableció permanentemente en Puerto Rico. Su anticipada
llegada —y con ella la creación del Festival Casals de Puerto Rico— constituyó el
mayor esfuerzo de diplomacia cultural en el país de cara a la Guerra Fría. Ahora
bien, fuera de las implicaciones políticas del proyecto Casals y del impacto, positivo
o negativo, que tuvo la presencia del músico en la comunidad musical local en su
momento, no podemos negar que, además de generar un movimiento artístico/musical
de carácter internacional en el país, marcó un punto de inflexión decisivo en la
institucionalización de la música de concierto
en Puerto Rico. Bajo el Festival Casals Inc., adscrito a la Compañía de Fomento
Industrial de Puerto Rico, también se creó en 1958 la Orquesta Sinfónica de Puerto
Rico y, en 1959, el Conservatorio de Música. Dado que desde su primera edición el
Festival Casals presentó música sinfónica y de cámara, volveré a este proyecto,
aún vigente, en los contextos correspondientes.
Educación musical: El
Conservatorio de Música de Puerto Rico
Desde finales del siglo
XIX, incluso antes del cambio de soberanía tras la Guerra Hispano-Estadounidense
(1898) y el Tratado de París (1898), hubo en Puerto Rico varias tentativas de establecer
una institución superior de enseñanza musical subvencionada por el estado. Hasta
1946, cuando se establecieron por ley las primeras tres escuelas libres (públicas)
de música en el país, la enseñanza musical en todos los niveles operaba en su mayoría
a través del sector privado y los interesados en una carrera formal en ejecución
o composición debían irse a Europa o a Estados Unidos para hacer estudios especializados.
El plan para la creación de un conservatorio o escuela superior de música en Puerto
Rico no se implementó hasta 1959, tras la llegada del violonchelista catalán Pablo
Casals.
A sesenta
años de su creación, el Conservatorio de
Música de Puerto Rico (CMPR), corporación pública y única institución de
educación musical superior de habla hispana acreditada por la National Association
of Schools of Music en el continente americano, ha fungido sin interrupción como
principal organismo del país dedicado a la formación de ejecutantes, creadores y
educadores especializados. Aunque por muchos años la labor académica del CMPR estuvo
a la par con las expectativas tradicionales para un conservatorio (el estudio de
instrumentos orquestales, piano, canto y composición), hace más de una década que
se estableció el Departamento de Jazz y Música Caribeña, el cual, de hecho, atrae
el mayor número de estudiantes extranjeros al CMPR, sobre todo de Latinoamérica.
La
investigación musical en todas sus ramificaciones, un campo no típico en los conservatorios,
ha tomado cierto auge en el CMPR durante la última década. Aparte de las actividades
que con cierta regularidad coordina el personal de la Biblioteca Amaury Veray, el
Instituto de Investigación Musical de Puerto Rico y el Caribe (IMPCA) ha establecido
un foro oficial para la investigación musical con un enfoque particular en las músicas
de la región. Entre las actividades artísticas y académicas auspiciadas por el IMPCA
anualmente cabe destacar el Simposio de Investigación Musical y la revista digital
Musiké.
A la
par con su misión pedagógica y de investigación, el CMPR se ha convertido en uno
de los principales espacios artístico-musicales de la capital. Sus modernas salas
de concierto acogen a gran número de artistas y conjuntos locales e internacionales
que enriquecen el panorama musical de toda la zona metropolitana. Un excelente estudio
de grabación no solo permite documentar la actividad institucional sino también
la producción musical local. Este año, por ejemplo, se trabajó en la grabación y
publicación de los concertinos para orquesta de cuerdas del compositor Roberto Milano
(1936-2005).
Desde
la década del 1960, otras instituciones se han sumado a la labor del CMPR, no solo
en la preparación de ejecutantes, compositores o educadores e investigadores de
la música, sino también como importantes espacios comunitarios para la difusión
de la cultura musical. Entre ellas están el Departamento de Música de la Universidad
de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, el Programa de Música del Departamento de
Historia, Música y Artes de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico en
Ponce, el Programa de Música del Departamento de Bellas Artes de la Universidad
Interamericana de Puerto Rico, Recinto de San Germán, y el Programa de Música Popular
de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metro.
Música sinfónica
Durante la primera mitad
del siglo XX, tal y como sucedió con el proyecto para un conservatorio, hubo varios
intentos relativamente exitosos de establecer una orquesta sinfónica permanente
en Puerto Rico. Entre diversas razones, la difícil situación económica tras la Primera
Guerra Mundial y la falta de apoyo económico consecuente por parte del gobierno
condujeron a la cancelación de algunos de esos proyectos. Esta situación, al menos
en lo que respecta al apoyo gubernamental, cambió de manera drástica con la llegada
de Pablo Casals, ya que, a través de la Corporación del Festival Casals, se creó
en el 1958 la Orquesta Sinfónica de Puerto
Rico (OSPR). Desde entonces, y ahora adscrita a la Corporación de las Artes
Musicales (CAM), la orquesta ha desarrollado una sólida trayectoria que la sitúa
como una de las principales formaciones musicales del Caribe y Latinoamérica. En
sus inicios, la orquesta estuvo integrada en su mayoría por músicos que estudiaron
en el exterior. Hoy día, la mayoría son egresados del Conservatorio de Música de
Puerto Rico.
En
la actualidad, la OSPR ofrece un promedio de cuarenta conciertos al año a través
de sus distintos programas y series. Históricamente, el repertorio para la serie
de abono, en contraste con otras series, ha estado compuesto en su mayoría por obras
del repertorio centroeuropeo de los siglos XVIII y XIX. No obstante, durante los
últimos años, bajo la actual dirección del maestro Maximiano Valdés —y continuando
con la visión del maestro Roselín Pabón— se han hecho esfuerzos concretos para incorporar
sistemáticamente a la serie de abono obras de compositores poco conocidos, música
puertorriqueña de varios períodos y música contemporánea en general. También, a
través de la gestión del maestro Valdés, la OSPR ha incrementado el número de encargos
oficiales a compositores locales y ha promovido una mayor colaboración con artistas
y directores latinoamericanos.
A pesar
del admirable trabajo realizado a través de sus más de seis décadas de trayectoria,
la OSPR, tal y como sucedió en los años treinta y cuarenta, aún no ha podido asegurarse
un apoyo financiero recurrente por parte de entidades privadas o mecenas culturales
locales que garanticen su existencia fuera de los aparatos gubernamentales que la
sostienen. Por desdicha, la asistencia a los conciertos de abono sigue siendo limitada,
por lo que la institución tampoco puede generar un volumen considerable de ingresos
en taquilla. De hecho, al momento en que preparo este texto, la OSPR se encuentra
en medio de una enérgica campaña de cara a los recortes presupuestarios del gobierno,
en parte propuestos por una Junta de Control Fiscal impuesta en Puerto Rico por
Estados Unidos. Otro de los aspectos que aún dificultan el desempeño de la OSPR
y la CAM es la continua intervención política. Desde 2004, los dos partidos políticos
mayoritarios se han turnado el gobierno del país cada cuatrienio, por lo que, inevitablemente,
la visión gubernamental de desarrollo para la OSPR no solo ha sido a corto plazo,
sino que a menudo se ha construido bajo la vieja estrategia política de desestimar
las gestiones anteriores.
La
música orquestal/sinfónica ha tenido un papel prominente en el Festival Casals de Puerto Rico desde su
primera edición. La “Orquesta del Festival”, compuesta casi en su totalidad por
músicos extranjeros y amigos del maestro Casals y su asesor Alexander Schneider,
mantuvo por mucho tiempo en el país —aunque solo por varias semanas al año— una
actividad sinfónica independiente de la OSPR. A la larga, y ya fallecido Casals,
la función de esta orquesta ad hoc recayó en orquestas invitadas hasta que, en 2010,
por razones sobre todo económicas, la dirección de la CAM instauró a la OSPR como
orquesta “oficial” del Festival. Quizá debido al histórico conflicto entre la “institución
Casals” y el colectivo de músicos local, este cambio significó para muchos la legitimización
de la OSPR y sus músicos ante la comunidad musical internacional. Sin embargo, y
sin restar validez a esta interpretación, debemos admitir que, debido a nuestra
condición geográfica, la visita a Puerto Rico de orquestas extranjeras a través
del Festival Casals era, sobre todo para el gran número de estudiantes o ciudadanos
sin recursos para asistir a conciertos sinfónicos fuera del país, la única oportunidad
sostenida de acceso al arte sinfónico internacional.
Sin
sucumbir a la nostalgia, y en línea con lo antes dicho, cabe mencionar que en tiempos
pasados hubo una mayor actividad sinfónica local en Puerto Rico. Por ejemplo, desde
1982 hasta 2008, bajo el auspicio de la CAM, se celebró de manera continua el Festival
de la Orquesta Sinfónica Juvenil de las Américas (FOSJA). Este evento posibilitó
un beneficioso intercambio artístico y cultural al reunir en Puerto Rico a jóvenes
músicos provenientes de varias partes del continente en un proyecto sinfónico de
muy alto calibre. Tristemente, el proyecto dejó de existir por falta de fondos.
El caso de la Orquesta Sinfónica de Bayamón también merece mención. Llamada en un
principio Orquesta de Cámara de Bayamón, fue un proyecto educativo establecido en
1996 por el violista Guillermo Figueroa (miembro fundador del Quinteto Figueroa).
No obstante, con el pasar de los años la orquesta se convirtió en un taller formal
para jóvenes estudiantes y profesionales en su mayoría egresados del Conservatorio
de Puerto Rico. Es de lamentar que, en 2012, justo cuando la orquesta comenzó a
tener legitimidad como conjunto profesional ante la comunidad musical local, el
Municipio de Bayamón anunció la cancelación casi inmediata del proyecto.
Música de cámara
En parte por motivos
prácticos, la escena musical de cámara en Puerto Rico ha sido prolífera. Incluso
hoy día, entidades como Pro Arte Musical, el Festival Casals y la Fundación Musical
de Ponce, entre otras, auspician todos los años presentaciones de conjuntos de cámara
tanto locales como internacionales. En esta sección, y considerando las categorías
que se desprenden del conjunto sinfónico tradicional (cuerdas, viento-maderas, etc.),
comentaré el trabajo de cinco conjuntos que pudiéramos reconocer como representativos
de la actividad musical de cámara en el país: el Trío Sanromá, Camerata Caribe,
Borinquen Brass, ÁLEA 21 y el Quinteto Figueroa.
Conjunto
en residencia del Conservatorio de Música de Puerto Rico, el Trío Sanromá
(cuyo nombre honra la carrera y labor pedagógica del pianista puertorriqueño Jesús
María Sanromá [1902-1984]) fue fundado en 2015 por Francisco Cabán-Vales (violín),
Luis Miguel Rojas (violonchelo) y Diana Figueroa (piano), todos profesores del Conservatorio
de Música. El conjunto se ha presentado en salas de concierto y centros culturales
alrededor de la isla, y su repertorio incluye desde los tríos de J. Haydn, W. A.
Mozart, L. v. Beethoven y J. Brahms, hasta obras de compositores emergentes del
Caribe y otras regiones, tales como Johanny Navarro y Christian Quiñones (Puerto
Rico), Miguel del Águila (Uruguay) y Orville Everet Hammond (Jamaica). Cabe destacar
que, fuera de sus actividades en conjunto, los integrantes del Trío Sanromá realizan
una intensa labor pedagógica en el Conservatorio a través de festivales, concursos,
publicaciones y otras gestiones de gran impacto para la comunidad académica.
Camerata Caribe fue fundado en 1982 por Peter Kern (flauta), David Bourns (oboe), Kathleen
Jones (clarinete), Alan Brown (fagot) y Vanessa Vassallo (piano), todos para entonces
profesores del Conservatorio y, con excepción de Vassallo, también líderes de sección
en la Orquesta Sinfónica. El también conjunto en residencia del Conservatorio siempre
se ha caracterizado por el eclecticismo estético de su repertorio y su ferviente
compromiso con la producción musical puertorriqueña y contemporánea: desde su fundación,
Camerata Caribe ha interpretado más de setenta composiciones y/o arreglos dedicados
al grupo en sus varias formaciones. Actualmente, el profesor y flautista Josué Casillas
lleva la dirección artística. En su visión, Casillas ha procurado expandir las posibilidades
del conjunto incorporando con regularidad instrumentos de cuerda. Según ha comentado,
el nuevo enfoque busca fomentar una mayor colaboración artística dentro y fuera
de la institución.
Desde 2005, Borinquen Brass ha trabajado el repertorio de cámara para instrumentos
de viento-metal y percusión. La dirección musical está a cargo del profesor Rafael
Enrique Irizarry, director asociado de la Orquesta Sinfónica, y la dirección artística
es del profesor y primera trompeta de la Sinfónica, Felipe Rodríguez. Al igual que
el resto de los conjuntos que comento aquí, Borinquen Brass trabaja un amplio repertorio
de alto nivel, incluidas obras de arreglistas y compositores puertorriqueños como
Saviel Cartagena Acevedo, José M. Lugo, Tony Velázquez y Manuel Calzada. No obstante,
lo que lo distingue del resto es su encomiable misión de llevar su música a todos
los rincones del país de manera continua y el interés de trabajar géneros o estilos
musicales considerados “populares”. Borinquen Brass ha organizado decenas de conciertos
gratuitos en un gran número de municipios y desde 2007 sus conciertos de Navidad
se han convertido en una tradición.
Come he señalado, el repertorio que en general
presentan estos conjuntos abarca, en mayor o menor grado, varios siglos de tradición
musical. En cambio, ÁLEA 21, fundado
en 2005 y dirigido por el compositor Manuel Ceide, se dedica exclusivamente a la
música de cámara de los siglos XX y XXI, sobre todo la de línea vanguardista. A
través de sus quince años de existencia, ÁLEA 21 ha realizado más de cincuenta estrenos
en Puerto Rico y más de treinta estrenos mundiales, colocándose, sin lugar a dudas,
como el principal espacio para ejecución de música nueva en el país. Desde el año
2009 es conjunto en residencia del Conservatorio de Música y desde 2013 participa
con prominencia en el Festival de Música de Vanguardia Caribeña “Flores y Balas”
que también dirige el profesor Ceide.
Es
imposible terminar esta breve sección sin mencionar el trabajo que por varias generaciones
ha realizado el Quinteto Figueroa.
Este conjunto (cuarteto de cuerdas con piano), compuesto en su origen por cinco
hermanos, se presentó por primera vez en Puerto Rico en 1939 y durante décadas se
encargó de difundir una inmensa cantidad de repertorio para esa y otras formaciones,
incluidas obras inéditas de compositores puertorriqueños. Por ley, y bajo el auspicio
del Instituto de Cultura Puertorriqueña, el Quinteto Figueroa se convirtió en el
quinteto oficial de Puerto Rico en 1968. Hoy, los descendientes de sus fundadores,
Guillermo Figueroa y Narciso Figueroa (violines), Rafael Figueroa (violonchelo)
e Ivonne Figueroa (piano), continúan la labor del conjunto, aunque sus comprometidas
carreras impiden una actividad regular.
Con excepción de Borinquen Brass y el Quinteto
Figueroa, los conjuntos que aquí reseño han logrado mantener una actividad continua
gracias al amparo institucional del Conservatorio de Música. Por otra parte, los
músicos que los constituyen, casi todos ya miembros de la Orquesta Sinfónica (incluidos
algunos de los que colaboran con Borinquen Brass) casi nunca son remunerados por
ese trabajo, sino que aportan su arte con el sencillo propósito de crear espacios
para el desarrollo artístico continuo de sus miembros y los compositores/arreglistas
locales, así como de generar interés en el repertorio para sus respetivos instrumentos.
Sin duda, a través de los años ha surgido en Puerto Rico una variedad de conjuntos
que han sostenido o sostienen una misión similar, pero que lamentablemente no han
contado con un apoyo institucional constante o con una estructura que les permita
desarrollar otras vías de sustento.
Música coral
La tradición coral,
tanto secular como religiosa, ha ocupado por décadas un lugar preponderante en la
cultura musical de Puerto Rico. Hoy día la mayoría de las instituciones y los recintos
universitarios fomentan de manera oficial la actividad coral, razón por la cual
abundan los festivales y encuentros especializados, así como repertorio puertorriqueño
adaptado o compuesto en específico para coros en todas sus posibilidades. Al igual
que con otras categorías ya comentadas aquí, necesitaríamos mayor espacio para al
menos presentar un panorama actual con cierta redondez. No obstante, a continuación
comento el trabajo de tres instituciones corales cuya contribución a nuestro quehacer
cultural ha sido ampliamente reconocida dentro y fuera del país: el Coro de Niños
de San Juan, Coralia y el Orfeón San Juan Bautista.
El Coro de Niños de
San Juan (CNSJ), actualmente bajo la dirección de la profesora María Gabriela
Fernández, fue fundado en 1966 por su primera directora, Evy Lucío Córdoba. Desde entonces, se ha presentado en importantes salas de concierto
en América, Europa y Asia cultivando el prestigio que mantiene hasta nuestros días.
Desde sus primeros conciertos, el repertorio del CNSJ ha incluido obras desde el
Renacimiento europeo hasta la música popular y folclórica puertorriqueña. El conjunto
también ha colaborado en el estreno de obras contemporáneas de alta complejidad,
así como en producciones operísticas o de concierto junto a la Orquesta Sinfónica.
Ahora cuenta con cuatro coros
en varios niveles y una estructura académica que
se encarga de desarrollar y complementar las aptitudes musicales de todos los integrantes
en las categorías de instrumento, técnica vocal, teoría musical y solfeo.
Además del CNSJ,
una de las pocas agrupaciones corales en Puerto Rico que funciona con éxito fuera
de algún organismo oficial es el Orfeón
San Juan Bautista. El conjunto fue fundado en 2001 por el compositor y arreglista
Guarionex Morales Matos, quien ahora comparte la dirección artística y musical del
conjunto con el director y clavecinista Daniel Alejandro Tapia Santiago. Con más
de diez recitales al año, en un repertorio verdaderamente abarcador, el Orfeón hace
una enorme aportación al campo musical local. Este arduo trabajo, así como la excelencia
de sus ejecuciones, han sido plasmados en sus diecisiete proyectos discográficos
Es pertinente enfatizar asimismo su compromiso con la creación musical puertorriqueña:
el Orfeón no solo realiza estrenos en todas sus temporadas, sino que desde 2011
auspicia el Concurso de Composición Orfeón San Juan Bautista, abierto a estudiantes-compositores
universitarios a nivel subgraduado.
Desde
la Universidad de Puerto Rico, aunque no solo integrado por alumnos de dicha institución,
Coralia se ha posicionado como una de las principales agrupaciones corales
profesionales del Caribe. Llamado en sus inicios Coro de Concierto de la Universidad
de Puerto Rico, Coralia fue fundado por su actual directora, Carmen Acevedo Lucío,
como conjunto independiente del Coro de la Universidad, el cual también dirige.
De los coros activos en Puerto Rico, Coralia es quizá el que más participa, y con
éxito, en festivales corales y certámenes internacionales. En 2014 fue finalista
del Grand Prix Europeo de Canto Coral. Por muchos años, la profesora Acevedo Lucío
también fue directora del Coro de Niños de San Juan.
Para terminar
Como señalé al comienzo
de estos apuntes, he querido esbozar una breve introducción a algunas instituciones
que componen parte de la escena musical de concierto en Puerto Rico hoy día. Sin
embargo, es posible que el lector se haya percatado de mi interés en plantear las
condiciones que han permitido la prevalencia de muchas de estas instituciones y
conjuntos sobre otros y, por ende, las razones que ponen el peligro su futura existencia.
Por supuesto, el estatus colonial de Puerto Rico y el debate político que este suscita
complican la toma de decisiones de índole económico/fiscal con impacto en las instituciones
artísticas/musicales en el país, incluidas las que funcionan independientes del
estado. No obstante, somos conscientes de que dicha situación no es particular de
Puerto Rico, sino que en estos momentos es una constante en la mayoría de las naciones
latinoamericanas.
Está
claro que la época dorada para las principales instituciones musicales en Puerto
Rico ha pasado, por lo que el colectivo de músicos puertorriqueños enfrenta un gran
reto. Por primera vez en décadas, tenemos de vuelta en el país gran parte de una
generación de jóvenes con estudios graduados en ejecución instrumental/vocal, educación,
composición, dirección orquestal/coral, administración de las artes y musicología,
entre otras especializaciones, que lamentablemente no tiene cabida en las estructuras
existentes, mientras que la otra parte, por la misma razón, ha sido forzada al exilio.
Precisamente en estos momentos, el nivel musical/académico del Conservatorio de
Música y otros programas de música en el país, así como el de la Orquesta Sinfónica,
se encuentra en su punto más alto. No obstante, durante los últimos diez años, y
a pesar de la inflación, el apoyo financiero gubernamental destinado a estas agencias
se ha reducido de manera sustancial, hasta el punto de que ambas instituciones luchan
por apenas sobrevivir. Instituciones como el Coro de Niños de San Juan y la Orquesta
Filarmónica de Puerto Rico han perdido parte del apoyo financiero recurrente del
estado, el mismo apoyo que garantizó por décadas su funcionamiento. Asimismo, como
comenté antes, otras instituciones que servían de plataforma para el desarrollo
artístico de jóvenes músicos han dejado de existir.
Ciertamente,
en Puerto Rico siguen surgiendo interesantes iniciativas artísticas que, contra
viento y marea, intentan combatir y compensar la indiferencia gubernamental para
con las artes musicales. Esperemos que las reformas necesarias se den pronto y que,
en un futuro cercano, parte de lo mencionado en este escrito sea solo cosa del pasado.
NOEL TORRES RIVERA. Es un candidato doctoral en teoría de la música en The Graduate Center, CUNY. Su trabajo explora la relación entre música y política en Latinoamérica, y su disertación explora la formación musical y política del compositor puertorriqueño, Rafael Aponte-Ledée (b.1938). Noel también posee una Maestría en teoría de la música de la Universidad de Temple en Filadelfia, PA, y un bachillerato en ejecución del violín del Conservatorio de Música de Puerto Rico (CMPR). Desde el 2013, ha redactado las notas al programa para la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y el Festival Casals.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 168 | abril de 2021
curadoria: Vanessa Droz (Puerto Rico, 1952)
artista convidada: Dhara Rivera (Puerto Rico, 1952)
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