Imito al ciruelo/ cuando hago un poema (La escritura del ciruelo)
y de la mano del poeta-escultor siguen la ruta que lleva al
otro lado del espejo; por eso a veces la lectura se hace como si fuese la imagen
invertida al otro lado de la luna.
La tormenta que ves afuera/ es la calma que llevas dentro./ La
quietud se alcanza por el movimiento y por el movimiento se llega a la quietud./ La quietud es un instante del movimiento./ La tormenta es el nombre de la paz/,
la lluvia es el nombre de la tierra seca,/ todas las cosas húmedas recuerdan el
sol/ que las iluminó y toda sombra es consecuencia,/ efecto, fruto de la raíz de
la luz. (El yan es ying)
Y por supuesto, ya sabemos que atravesar esa luna puede conducirnos
a mundos paralelos o a universos desconocidos para la mayoría de los mortales; al
menos para los que no hurgan en el poder de la palabra, la que conjura las imágenes
y los tiempos que no caben en ninguna cronología. Tal vez porque Cronos, al acariciarse
su luenga barba, juega con nosotros como si fuésemos marionetas. A veces hace daño,
a veces protege o nos contempla con conmiseración:
Cada relámpago es un parpadeo de Dios (El yan es ying)
O puede borrar las huellas que se han dejado
en la arena:
Porque me viste desnuda/ te encandilé y te confundiste/ durante el relámpago (Siempre otra)
Y cuando
se deja alguna impronta es solo el recuerdo de una cicatriz; y las cicatrices conducen
al engaño; es otra forma de encandilar:
La última línea /es una cicatriz. (Costurón)
Un guijarro de un salmo griego…/ se disuelve la canción/
de la tarde /en la punta
sombría de la lengua. (Mermelada
de duraznos ausentes)
Y de pronto aparece Rodrigo Cántaro para
cantarnos y arrullarnos con sus palabras:
Dos palabras que seca el sol del invierno …
…separa el lado oscuro del pensamiento/ de este lado donde vivo
en mí/ y enciendo
fuego/ unos palitos
nomás/ un ramo en
llamas para entibiarte
//la vida. (Abrigo)
Rafael Courtoisie nos recuerda que Rodrigo
Cántaro es un poeta que nos escribe desde el cercano y a la vez lejano año de 2096;
tal vez porque los cántaros son de arcilla y por lo tanto existen desde la noche
primigenia y seguirán existiendo más allá de nuestro efímero paso por el planeta
Tierra. El poeta Courtoisie, y por ende nosotros los lectores que vamos tras sus
huellas, somos los elegidos para escuchar, leer y descifrar esas palabras lejanas
que nos recuerdan que aunque el tiempo se caracterice por ser caprichoso y a veces
indescifrable todos somos contemporáneos y que la vida es solo una. El poeta es eterno. Homero sigue entre nosotros
y canta a través de Rodrigo Cántaro. Los poetas se ponen diferentes máscaras; y
sin embargo, el rostro oculto, el que apenas si conocen los dioses, sigue siendo
el mismo. Aunque a veces toma la forma de un enigma o de un salmo griego o nos llega con el viento del
futuro o con
… la rabia, las fauces, la mordida
para recordarnos que solo somos
… un hueso (Cave canem)
La poesía
también se viste de filosofía oriental; en este caso preciso se adorna con el Taoísmo,
e incluso, de una u otra forma, recordamos el devenir de Heráclito:
Tao es el río, no el agua. Tao es poesía, no palabra./ Tao es
ver el silencio /con los
ojos cerrados. (Leído en
una hoja de bambú. Firmado: Lao Tse)
Estos dos últimos versos anteceden al siguiente
poema titulado Sylvia Plath lee un poema de
Vallejo antes de cometer suicidio. Una hermosa forma en la que Sylvia Plath
se enfrenta al silencio, al suicidio, a la nada. Una enigmática forma de ver los
rostros de los poetas Lao Tse y Vallejo que la esperan al final del viaje; allí
donde todas las tardes son de aguacero y las aguas de todos los ríos se encuentran
en un mismo cauce. El río que sólo acepta un poema, el último poema, como tiquete
de ida. No hay poemas que permitan el regreso.
La deflagración/ podría quemar/ este poema.
Tú no me viste, Horacio, cuando bebí el mar de un trago. /
Te escribí un poema que un muerto no puede leer.
A veces el agua está represada en un pozo,
como en el poema firmado por Ludwig Wittgenstein.
el pozo de mí /mi agujero/ ahíto, prieto /sin carne /escombro
En Oil
on canvas esa misma muerte aparece vestida de blanco; como la osamenta de un búfalo donde un río/ apretado de luz/ atraviesa los ojos/ moja
el lecho/ calcáreo…
Y en Samsa boca arriba leemos: Viene
mi padre, /el padre del insecto/ con la muerte en la cara. Samsa no necesita poemas
para atravesar el río; a lo mejor los extravió en la minúscula habitación que ocupaba
su hermana al lado del laberinto del castillo. Por eso la muerte tiene el rostro
del padre, el padre del insecto que otrora fuera Kafka.
No todas las muertes están al otro lado
del río; las hay en los pueblos llenos de transeúntes, aunque pocas veces los visitantes
perciban que son fantasmas que caminan, aman y sobre todo odian; son los pueblos
de Rulfo; o simplemente Comala, su pueblo:
El hijo que tuvo Sara Luna de aquel hombre fue llamado Jacinto
Luna y a todas partes donde iba llevaba su rencor, la piedra espesa de una tiniebla. (La noche de Sara Luna)
Y en Endless nos percatamos que las mujeres son solo fantasmas, seres de humo, pedazos de retazos
hechos de recuerdos de otras vidas:
Esa misma sensación de desamparo, de orfandad,
de vacío, de mujeres de humo, la tenemos con la imagen de Itzel Xochitzin, poeta
nacida en 2036, cuando sale del mercado del pueblo.
abandono el mercado/ despojada, hambrienta/ desnuda como entré/
/descalza, sin huaraches/ plena/ así todo /va conmigo/ llevo/ una huerta/, un edén en mis adentros.
Y mientras la poeta Itzel Xochitzin abandona
el mercado, Rafael Courtoisie se pierde en las callejuelas de Chicago aniquilado
por un largo y duro invierno; aunque tal vez cabría decir que nunca se perdió sino
que siempre estuvo sentado en el fondo del mostrador de un bar mientras tomaba café
y veía caer una eterna y pertinaz lluvia. En realidad, le sirvió de modelo a Edward
Hopper para su cuadro East Rain; y ahí sigue, sentado e indiferente a las miradas
de los visitantes del Museo de Arte de Chicago.
La Antología
Invisible de Rafael Courtoisie es inquietante, déroutante,
muy original; es
un juego de espejos como los que amaba Jorge Luis Borges. En cierta forma es una Antología
Fantástica en la que todo puede ser real y al mismo tiempo debe ser imaginada,
soñada, vista a través de un caleidoscopio donde todo es susceptible de cambiar.
Entramos a su Antología como quien visita mundos desconocidos; y cuando salimos
no estamos seguros de haberlos abandonado del todo. Eso pasa con la buena poesía.
Chapeau, Rafael Courtoisie!
NOTA
1. Este artículo fue publicado
inicialmente en la revista Esteros, dirigida
por la poeta y editora Carolina Zamudio; a ella gracias por la invitación que me
hizo para formar parte de los colaboradores de tan prestigioso medio de difusión
poética.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 196 | dezembro de 2021
Curadoria: Floriano Martins (Brasil, 1957)
Artista convidada: Cecilia Vignolo (Uruguai, 1971)
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