Desde muy joven (años setenta), se trasladó
junto a su familia: los artistas Ludwig Zeller y Susana Wald, y sus hermanos, a
la ciudad de Toronto.
Desde entonces su vida transcurre en esa metrópoli
norteamericana. Desde adolescente fue persuadida y “contaminada” por el tráfago
poético y artístico que sus padres llevaban a cabo: exposiciones, traducciones,
ediciones de libros y revistas, e intercambios y complicidades con muchos artistas
surrealistas.
Pronto se engarzó –desde
su hogar– a las conversaciones, experiencias y rituales para compaginar, abordar,
vislumbrar la magia desde una dimensión cotidiana y poética en el amplio prisma
azaroso, onírico, maravilloso.
El repertorio de Hausner
es cuantioso: transita por la organización de eventos literarios, escribe su poesía
rica y distinguida y lidia en el destacadísimo segmento de la traducción. En este
contexto Beatriz despliega un trabajo infatigable; durante muchos años vertió al
idioma inglés poemarios capitales y textos de autores trascendentes como Rosamel
del Valle, Enrique Gómez-Correa, Aldo Pellegrini, Ludwig Zeller, o César Moro, entre
una brillante lista de referentes latinoamericanos… En este campo de acción la poeta
configuró diálogos efervescentes, y poco a poco edificó un lenguaje preciso y diáfano…
Fue como un alumbramiento encarar poetas como Jorge Cáceres o la magia erótica y
llameante de César Moro… A propósito de lo señalado, recordamos la sentencia de
Aldo Pellegrini: “La indiscriminación entre lo real y lo imaginario crea el pensamiento
mágico…”.
La mayor parte de la
poesía de Beatriz está escrita y editada en inglés. Sin embargo, su antología bilingüe
La costurera y el muñeco viviente (The seamstrress and the Living Doll), fue
editada en México por el prestigioso sello Mantis
Editores (2012).
Al pasar revista al
volumen nos encontramos con una creación llena de destellos preciosos. Sus palabras,
igual que sus imágenes poéticas son cultas y refinadas. Por momentos percibimos
una luz particular, la alquimia sobresale, lo mismo que los tintes primigenios.
Como la Beatriz de Dante, la nuestra desciende a los “cenotes” y de súbito emerge
en un manto bordado mágico y surreal:
Mi hermano gemelo hecho
de piel hecho de lujuria
hecho de lengua.
AP | Parafraseando
al poeta Enrique Gómez-Correa: “Nuestra posición frente al surrealismo está determinada:
incorporamos a nuestro favor todas sus conquistas admirables, no obstante, la Mandrágora
no cierra puertas ni ventanas. Las deja abiertas para que entre la luz de otros
astros, quizá, los soles negros, malditos, sin embargo, al fin y al cabo utilizables
en la captación de lo real, en el conocimiento, en el profundo conocimiento de la
realidad escabrosa”
BH | Desde un principio
el surrealismo chileno mantuvo una posición independiente, lo que le permitió tanto
a los integrantes de Mandrágora, como
a los artistas y poetas surrealistas de la generación siguiente, explorar a su manera,
a menudo hasta sus últimas consecuencias, los preceptos que propusieron Breton y
el primer grupo de París. Creo que a eso se refiere Enrique Gómez-Correa. Yo de
alguna forma heredé esa actitud hacia la creación. Para mí no existen barreras,
ni límites en la creación poética, ya sea a través del verbo, o en los hechos de
la vida cotidiana misma. Tampoco me aferro a una u otra interpretación estricta
de sus ideas fundamentales. El surrealismo propone la posibilidad de libertad total.
Es un enfoque que siempre me ha permitido explorar la realidad en su verdadera dimensión:
todo está a mi disposición.
Al principio, cuando empezada a familiarizarme con la estupenda obra de
Gómez-Correa me preguntaba cual sería ese “sol negro”, ¿qué forma tendría? Lo entiendo
ahora, tras haber indagado más allá de los referentes modernos, al adentrarme un
poco en los textos antiguos, ciertos clásicos latinos, y posteriormente a textos
que hacen referencia a la alquimia. A veces me pregunto: ¿si ese “sol negro” al
que se refiere EGC no era esa piedra negra y brillante que trajera Heliogábalo consigo
a Roma? ¿Quizás fuera la piedra alquímica de la alquimista María, judía de Alejandría,
quien inventara el “baño María”? Lo que me preocupa en este momento es poder entrar
y salir, volver a entrar, volver a salir por esas ventanas a las que alude Enrique
Gómez-Correa para tocar ese sol negro, que de fondo no es sino lo maravilloso insondable
que emite energía e ilumina. Es una fuerza transformadora a la que me aferro porque
mi existencia depende de ella.
AP | El crítico canario
José Pérez Corrales, en su blog “Surrealismo internacional”, te dedica un ensayo
elogioso: “Beatriz Hausner: la llama surrealista en Toronto”. ¿Cómo llegás a
esa ciudad (después de salir de Santiago) y de qué modo te activás y te entregás
con pasión a organizar exposiciones, hacer traducciones y sobre todo a escribir
tu refinada poesía, que algunos críticos la emparentan con la creación de André
Breton…?
BH | Yo llegué a Toronto
como inmigrante con mi familia en 1971. El cambio de país, el destierro, la desconexión
con lo conocido, causó que yo buscara raíces dentro del mundo familiar, el mundo
de mis padres (mi madre es Susana Wald, mi padrastro, Ludwig Zeller), mis hermanos.
Mis padres llevaban una actividad artística y literaria febril, organizaban exposiciones
para sus colaboradores dentro y fuera del movimiento Phases, publicaban libros, catálogos y la revista El huevo filosófico, todo alrededor del surrealismo,
idea central que ellos iban definiendo con sus actividades, y sus descubrimientos
a través de la creación artística y poética, intercambios con otros surrealistas,
conversaciones entre sí. Mucha gente dentro de ese mundo iba y venía a nuestra casa
en Toronto. Yo acepté ese ambiente y aprendí mucho de esa vivencia, un poco inusual
para una joven adolescente en Norteamérica.
Toronto nunca fue un centro cultural equivalente a Nueva York, o París.
Fue y sigue siendo, a pesar de ser increíblemente cosmopolita, una ciudad provinciana
en cuanto a las artes se refiere. De ahí la urgencia que yo siempre sentí de crear
un entorno que se aproximara a esa imagen que yo tenía de otros lugares. Al igual
que la creación literaria/artística, que es una forma de transformar el mundo, el
organizar eventos, publicar libros, abogar por los derechos de los artistas, son
actividades hasta cierto punto creativas. Es decir, tanto el quehacer poético, que
en mi caso es una actividad solitaria, como el generar actividades colectivas funcionan
como los dos lados de un mismo espejo: son intentos de activar la realidad, darle
una forma más dinámica al medio de que formo parte. En mi opinión, es una extensión
de la idea de la familia, tal como la siento yo, que no es la idea tradicional cristiana
de la familia, sino la idea de una comunidad centrada en el amor por los seres que
a una la rodean.
Entendí de muy joven que mi modo de expresión sería literario y no la plástica.
Siempre me gustó escribir poemas, y publiqué en la editorial de mis padres, Oasis Publications, una pequeña plaquette en español (Poetisa con balcón y vista al mar). Durante
mi juventud publiqué traducciones y poesías usando el apellido Zeller. Con el paso
de los años volví a mi apellido Hausner, por ser mi origen (mi padre, José Hausner
es el único en su familia que sobrevivió el horror nazi).
Resulta un poco raro hacer surrealismo en Toronto, incluso ahora que hay
mayor apertura hacia el arte que produjera el movimiento surrealista de entre-guerras.
Hasta hace muy poco aquí se consideraba el surrealismo como una especie de afectación.
El surrealismo es quizás demasiado subversivo para la cultura anglosajona que domina
esta ciudad.
AP | A la par de tu
poesía vos haces una labor espléndida en el campo de la traducción. ¿Cómo te sentís
haciendo traducciones de poetas como César Moro, Gómez-Correa, Aldo Pellegrini,
Ludwig Zeller, Rosamel del Valle, Álvaro Mutis, solo para citar unos cuántos?
BH | Empecé traduciendo
a poetas surrealistas como Aldo Pellegrini, Ludwig Zeller, Enrique Gómez-Correa,
porque sentía que era imprescindible que se dieran a conocer en lengua inglesa,
en el mundo al que me integré, los grandes valores de la literatura surrealista
en lengua hispana.
Para mí traducir a los escritores que tu mencionas significó una educación
literaria de primera clase. Siento que me formé como artista y como persona a través
de la traducción (lo primero que publiqué fue una traducción al inglés de un ensayo
de Pellegrini, “Poesía es todo aquello que cierra la puerta a los imbéciles”). Traducir
implica entregarse a la realidad del creador del texto que uno traduce, vivir con
él/ella y su imaginario durante el tiempo que te dedicas a traducirlos. Traducir
a Rosamel del Valle, por ejemplo, me significó adentrarme en un mundo órfico, un
mundo poético puro. Enrique Gómez-Correa me enseñó a ver la realidad con pasión
libertaria, y al mismo tiempo amorosa; he descubierto una especial afinidad con
Jorge Cáceres, a quien considero un genio, una especie de Rimbaud: fue como una
llama que súbitamente se apaga. A César Moro lo traduje ya bastante adulta. Siento
una hermandad profunda con su obra y el ejemplo de su persona. Me encanta su forma
de expresar lo sexual, a la vez cósmico y enteramente material.
Me doy cuenta, al contestar a tu pregunta, Alfonso, que el traducir al
inglés a escritores surrealistas de habla hispana me sirvió para inventar mi propia
forma de escribir poesía en inglés. Me explico: no existen equivalentes en inglés
a lo que yo estaba traduciendo. En gran medida tuve que inventar en inglés una poética
a menudo extraña al discurso poético anglo-americano, y eso me sirvió para llegar
a un lenguaje en inglés que me calzara perfectamente. Mis referentes son la poesía
del barroco, la poesía latinoamericana y española del siglo veinte, el simbolismo
francés etc., y no los poetas anglosajones que informan a mis contemporáneos en
lengua inglesa.
AP | Algunos escritores
y poetas no quedan muy conformes con las traducciones de sus obras; Borges, siempre
categórico, tenía sus propias opiniones:
No soy de aquellos que juzgan que místicamente
toda traducción es inferior al original. Muchas veces he sospechado, o he podido
comprobar, lo contrario. (...) Así también, las prolijas versiones literales de
las 1001 noches (Lane, Burtoun, Mardrus, Littmann) insinúan e imponen la sospecha
de que el resumen de Galland es harto superior al texto árabe. No nos asombren tales
hechos; presuponer que toda recombinación de elementos es necesariamente inferior
a un arreglo previo es presuponer que el borrador 9 es necesariamente inferior al
borrador H ya que no puede haber sino borradores. El concepto de texto definitivo
no corresponde sino a la superstición o al cansancio. (...) Joyce dilata y reforma
el idioma inglés; su traductor tiene el deber de ensayar libertades congéneres.
¿Tu apreciación?
BH | ¡Concuerdo enteramente
con Borges! Que me perdonen los traductores y los editores de literatura en traducción:
yo juzgo la traducción literaria tal como juzgo un texto original, por su calidad.
Hay buenas y hay malas traducciones. Hay textos importantes que merecen ser traducidos,
y hay textos malos que no debieran ser publicados en ningún idioma. Al igual que
Borges, yo considero que un texto, ya sea en el original, o en traducción es algo
inconcluso mientras está en vida su autor, por la simple razón que el texto es algo
vivo, maleable, algo que se puede seguir trabajando. Considero también, y en esto
agradezco que cites esas frases de Borges, que el traductor es el autor del texto
en el idioma al que traduce. Esa autoría implica grados de creatividad e invención
que todo buen traductor puede asumir.
AP | Precisamente hace poco tiempo se festejaron los 100 años del nacimiento
de Enrique Gómez Correa. Conforme transcurre el tiempo, se reafirma la importancia
del grupo La mandrágora, timoneada por el poeta chileno, para vos ¿cuál es el alcance
de su legado?
BH | No existió antes
de La Mandrágora nada igual, por lo menos
no en Chile. Ese primer acto en julio de 1938, en el Salón de Honor de la Universidad
de Chile significó un sacudón sin precedente en la cultura chilena, causando un
cambio profundo y duradero. Y es que Gómez-Correa, Arenas, Cid, y a partir de ese
día, Cáceres, pudieron articular una visión del mundo completamente transformadora:
todo lo que tocaron, la política, las artes, incluso el sistema jurídico, pudo cambiar.
Ese cambio lo hicieron por medio de la poesía como útil de indagación y compromiso
con la filosofía surrealista.
A mi parecer los integrantes del grupo Mandrágora pudieron llevar ideas y preocupaciones claves del surrealismo
muy lejos, en ciertos casos más allá de lo que pudieran lograr en su momento Breton
y el grupo de París. Me refiero en particular a las indagaciones sobre la locura
(tema que informa la tesis doctoral de Gómez Correa, Sociología de la locura) que llevaran a cabo Enrique Gómez-Correa y
Braulio Arenas en el antiguo manicomio de Santiago. De esas investigaciones salen
dos poemas extraordinarios: “A las bellas alucinadas” de Arenas y “Las perezosas”
de Gómez-Correa. Los mandragóricos se
entregaron enteramente a la aventura surrealista, asumiendo de manera muy libre
y abierta los preceptos que propone el surrealismo. Experimentaron con las formas
poéticas, hicieron collages, pintura, fotografía, danza, organizaron actos y exposiciones
(inclusive una de las grandes exposiciones surrealistas internacionales, en 1948),
tradujeron obras importantes dentro del desarrollo de la vanguardia latinoamericana,
publicaron tres revistas extraordinarias (Mandrágora,
Leitmotiv, Ximena) y fueron grandes editores. Son una gran inspiración para mí.
Curiosamente, y a pesar de que me encanta la poesía de Gómez-Correa y la de Braulio
Arenas, es en Jorge Cáceres donde he descubierto una gran afinidad poética.
AP | Vayamos a tu poesía, que en su mayor parte está publicada en inglés. Conversemos
de tu libro en edición bilingüe: inglés/español: La costurera y el muñeco viviente, Mantis Editores, Puebla, 2012. Es un libro de gran factura, mixto, con
poemas llenos de vértigo, intertextual, homenajes y prosas poéticas. ¿Su gestación,
su recorrido y la conexión con los interlocutores?
BH | Esta es la parte difícil de esta conversa, Alfonso, porque me cuesta hablar
de mi obra… La
costurera y el muñeco viviente fue
concebida como antología. La tradujo Julio César Aguilar a pedido del gran editor
Luis Armenta Malpica. Seleccioné poemas de mi primer libro, The Wardrobe Mistress (2003), y del segundo, Sew Him Up (2010), además de un par de poemas inéditos que corresponden en ánimo al
segundo libro.
Los poemas de The Wardrobe Mistress (“La amante del ropero”, sería la traducción literal) se gestaron al terminar
yo la traducción de los poetas que conforman The Invisible Presence. Hay referencias conscientes de muchos poetas, pero la gran influencia
en ese primer libro es la música popular norteamericana. Ese libro se concentra
en la idea del quehacer diario, el trabajo remunerado, la vida doméstica. Me sentía
yo prisionera y deprimida en mi trabajo. Y es un libro en el que empecé a explorar
el tema del ser amado, el otro, a través de un sistema metafórico relacionado a
la costura, la ropa. Para expresar todos esos aspectos me vino la idea de adentrarme
en la terminología técnica, tanto de la costura, como de la biblioteconomía, pero
lo hice en forma muy experimental. A lo largo del libro prevalece mi preocupación
por la relación entre los seres y las máquinas, la tecnología. Hay varios poemas
que tratan de eso. Llevé el asunto a su conclusión obvia, que es la idea de seres
mecánicos, construcciones a partir de elementos artificiales. En “Copelius y su
muñeca” es el hombre el que construye a su amante, es decir me interesaba adentrarme
en el concepto de que una no es sino la construcción, el invento de un hombre, pero
que cobra vida: la muñeca se convierte en un ser de carne y hueso.
Las prosas a las que te refieres, hasta ahora inéditas en el original inglés,
se originan en un proyecto que me propusieron Rik Lina y Miguel de Carvalho en 2008,
cuando asistí al festival y exposición “O reverso de olhar” en Coimbra. Es una obra
en colaboración donde yo escribo un texto basado en imágenes de Rik Lina, una serie
de dibujos automáticos muy bellos que el tituló “The Secret Life of Plants”. Yo
me entregué a ese proyecto en forma muy libre, improvisando, aplicando la técnica
que usan los músicos de jazz, “riffing”. De un modo natural se dio la idea de una
narración, los sucesos, la magia, las transformaciones que se dan en una casa: se
trata de un domicilio en París donde vivieron varios artistas y escritores surrealistas
entre 1928 y 1935 (Tanguy, los hermanos Prévert) en la calle du Chateau. Está maravillosamente
descrita en un libro que yo leí siendo muy joven, Révolutionnaries sans révolution, de André Thirion.
AP | Cito a Jean Cocteau: “La poesía es como una casa que recibe a pocos, y a
veces a nadie…” En tu poesía, podemos reafirmar la cita de Cocteau: es culta, llena
de incógnitas, al abordarla se puede transitar por zonas ocultas, subterráneos llenos
de resquicios, balcones surrealistas, dosis de humor negro y erotismo… Es un espeso
brebaje:
“Se montó en el muñeco incompleto./ Puso cuidadosamente su sexo sobre/el
vacío donde el de él estaba/sin forma y empezó a conjurar./ Cual vestal adoradora
de verga/ pujó hasta que/lo sintió surgir/ creando vasta tierra. /Gimió en lo profundo
de sí./Irguiéndose de dolor/y exhausta cayó/en momentáneo sueño.”
BH | Siempre me pareció
curioso a lo que aludiera Enrique Molina cuando hablaba de la insatisfacción inherente
que existe en la creación. Para mi escribir poesía significa vivir en un estado
liminal. En ese sentido es como el sexo: hay en el acto poético en sí un perpetuo
intento de llegar a la satisfacción. Más que el cumplirse de la satisfacción, lo
que me interesa y me motiva es el proceso mismo de la escritura, que no es sino
una aproximación a la satisfacción. Es
una sensación que a menudo se parece a la felicidad total.
El poema que tu citas y que le da título al libro en traducción española,
es el poema central del libro Sew Him Up (2010),
y lo concebí como el reverso de “Coppelius y su muñeca”. Se trata de crear un hombre
ideal, construirse para sí un amante. En ese poema, así como en “Cache-coeur” (que
es un tipo de corsé) amplié el uso de terminología relacionada a la confección y
costura. A diferencia de “Coppelius y su muñeca”, sin embargo, aquí hay referencias
a textos antiguos, griegos y latinos, como Teogonía
de Hesíodo, que trata de la creación del mundo. En suma, ese “brebaje” al que tú
te refieres no es más que un intento de inventar una realidad plena, completa.
AP | En La costurera y el muñeco viviente, hay
varias prosas poéticas; una escrita a la manera de Rosamel del Valle (Se percibe
como un homenaje) y otra provocadora y que hace “clic” en la figura del poeta peruano
César Moro: “Mi gemelo poético”. ¿Flechazo y sugerencia?
BH | Efectivamente,
en La costurera hay varios homenajes:
A Rosamel del Valle que escribiera poemas en prosa como “Visita”, “Nacimiento”,
“Escritura” en un libro espléndido suyo que se titula Fuegos y ceremonias. A Olga Orozco le rendí homenaje con un poema en
Sew Him Up (no lo incluí en La costurera) titulado “From This Heart”.
No sólo tengo deudas con los surrealistas. La lectura de Vallejo para mí ha sido
fundamental: en La costurera incluyo “Louis
Riel anda por aquí”, poema en el que hago una equivalencia, una especie de hermandad
entre César Vallejo y el gran antihéroe de la historia canadiense, Louis Riel, líder
del pueblo mestizo canadiense y aliado de la nación Cree y otros pueblos indígenas,
vencidos y victimizados en forma brutal a finales del Siglo XIX.
Con la imagen y la obra de César Moro, mi relación es aún más profunda.
Traducir su “Lettre d’amour”, “El fuego la poesía” y otros poemas de La tortuga ecuestre fue una revelación para
mí. Pero no fue hasta que traduje las cartas a Antonio, que informan “Lettre d’amour”
que comprobé hasta que punto su poesía, su sensibilidad, la forma en que expresa
el amor erótico significan una afinidad sin igual para mí.
AP | Simbólicamente los muñecos (los maniquíes,
las marionetas etc.) son vistos como “objetos” inanimados pero con matices mágicos,
con destellos maravillosos… En tu poemario encontramos sueño, vértigo, alquimia...
¿Forman “ellos” parte de tu inconsciente…?
BH | En el quehacer
poético hay un constante verterse de lo real y lo imaginario, la consciencia y el
inconsciente. Los objetos inanimados adquieren vida para mí, existen enteramente,
los veo, me acompañan. Es algo que he podido comprobar y trabajar con mucha eficacia
en mi último libro Enter the Raccoon (2012),
en el cual un mapache con las dimensiones y características de un amante humano,
lleva una relación erótica con la protagonista. Al mismo tiempo el mapache tiene
elementos mecánicos cuyo fin es satisfacer las exigencias eróticas de su amante.
Tienes razón, se da una especie de alquimia en que elementos contrarios, estáticos
y artificiales cobran vida en seres mágicos que voy inventando…
AP | Tus poemas tienen mucho de la transgresión
del lenguaje: “Cuando el hombre se acerca a la máquina/imagina a la mujer hecha
de cuadrados/y dígitos, su boca silenciosa y húmeda/ o “Una vida de gritos oscuros
dentro del tambor/donde alguien coloca a diario la soga alrededor/de tu cuello.
Zumba en frío el canto fúnebre/a la hora del trigo y el dolor/. ¿Me parece que para
el lector inteligente y sensible supone un mirar “entre líneas”… Viaje a otra dimensión…
Como una esfera…?
BH | Si, reconozco
que me interesa y me motiva el usar el lenguaje como instrumento de transgresión.
Quizás sin transgresión no me sería posible conseguir la expresión deseada. Digo
“deseada” porque siento que toda escritura no es más que una aproximación a lo que
se quiere expresar. Tienes razón, es un mirar “entre líneas”. Aún más, es la expresión
(no consciente) de imágenes, sensaciones, ideas que se van dando simultáneamente
en un poema.
AP | ¿Cuál es la tarea del surrealismo en el
mundo actual, caótico, lleno de crueles migraciones, al borde del colapso total…?
BH | La tarea del surrealismo sigue siendo la misma que propusieran Breton y sus contemporáneos: lograr que los seres humanos vivan la realidad en todas sus dimensiones, para así transformarla, y crear un mundo libre, justo, feliz.
ALFONSO PEÑA | (Costa Rica, 1950-2022). Foi narrador, ensaísta e editor. Autor de livros como Noches de celofán (1996), La novena generación (1991) e Labios pintados de azul (2004). Fundou e dirigiu as Ediciones Andrómeda e a revista Matérika. Ao lado de sua companheira Amirah Gazel produziu a mostra “Las llaves del deseo”, 2016, a primeira exposição internacional surrealista realizada na América Central, que reuniu 350 obras realizadas por 107 artistas representantes de 26 países.
ENRIQUE DE SANTIAGO | Chile, 1961. Artista visual, poeta, investigador, ensayista, editor, curador y gestor cultural. Ha dictado charlas en diversas universidades, museos y centros culturales. Estudió Licenciatura en arte en la Universidad de Chile y en el Instituto de Arte Contemporáneo (Chile). Desde el año 1984, que expone en muestras individuales y colectivas en diversos países, contando a su haber alrededor de más de 120 exhibiciones. Tiene a su haber 6 libros de poesía. Ha participado en variadas antologías de poesía, tanto en Chile como en el extranjero. Colaboró en el diario La Nación con artículos de arte de los nuevos medios, y en revistas como Derrame, Escaner Cultural y Labios Menores en Chile, Brumes Blondes en Holanda, Adamar de España, Punto Seguido de Colombia, Sonámbula de México, Agulha Revista de Cultura de Brasil, InComunidade de Portugal, Styxus de Rep. Checa, Canibaal de Valencia, España, Materika de Costa Rica y otras publicaciones impresas y digitales. www.flickr.com/photos/enriquedesantiago/
Agulha Revista de Cultura
Série SURREALISMO SURREALISTAS # 10
Número 209 | maio de 2022
Artista convidado: Enrique de Santiago (Chile, 1961)
Traduções: Agathi Dimitrouka, Allan Vidigal, Wolfgang Pannek
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
concepção editorial, logo, design, revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS
ARC Edições © 2022
∞ contatos
Rua Poeta Sidney Neto 143 Fortaleza CE 60811-480 BRASIL
https://www.instagram.com/floriano.agulha/
https://www.linkedin.com/in/floriano-martins-23b8b611b/
Nenhum comentário:
Postar um comentário