Primary among correlations between the sacred and
the secular forms is the exaltation of a silent, removed, “superior woman”, whose
distance and absence suggests to the lover/worshipper a space in which his soul
might be reflected and articulated (Lander 2007).
La mujer como un ser superior,
ideal, que potencia las cualidades creativas del hombre es una idea muy antigua.
La relación entre el confesor y la santa, que puede después ser considerada bruja,
entre el testigo y la mujer fascinante, o luego loca, es clave en este reparto de
papeles. La ambigüedad que se da en su consideración oscila entre polos opuestos
de adoración o condena, e incluso puede poner en peligro la integridad del hombre
que se relaciona con ella si resulta también inculpado (Lander 2007). Concerniente
al surrealismo, el término de “mujer automática” es acuñado por Katherine Conley
para referirse a la idea de la mujer como musa y a la vez como metáfora de la escritura
automática y del inconsciente, que también son representados por la noche, la muerte
o un exótico viaje por agua o por tren (1996). En las representaciones surrealistas
la luz en forma de vela o candil sostenido por una mujer simboliza el amor, y el
choque de trenes, el efecto convulso, impactante, como si se tratara de un shock
o un cortocircuito, que provoca la contemplación de la belleza deslumbrante:
When the surrealists sought to metaphorize the experience
of automatic writing, as in the photograph L’Écriture automatique, they used a woman’s body as a methaphor for the automatic text, which
itself is also a tangible “médium” between the poet’s concious and the unconscious
thoughts (Conley 1996).
Otro tema al que André Breton
dio mucha importancia desde los orígenes del movimiento surrealista es el de la
locura. Médico de formación, Breton había prestado servicios en centros psiquiátricos
durante la Primera Guerra Mundial, y en su Primer
Manifiesto Surrealista cuenta cómo de su experiencia con pacientes extrajo la
idea de anteponer la escritura al pensamiento e inició sus primeros experimentos
lingüísticos con la escritura automática. Se inspira, además, en la obra de Pierre
Janet, El estado mental de los histéricos,
y en la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud. Del primero toma la idea del amour fou, esencial en su poética y en su
concepción del erotismo, y del segundo el papel del inconsciente como componente
clave de la creación artística, al que convierte, podríamos decir, en aliado del
amor. Los sueños, el azar, las premoniciones inconscientes, siempre en relación
con el amor son motivos recurrentes en sus obras. En Los vasos comunicantes, cuyo título hace referencia a la comunicación que se establece entre el mundo
de la vigilia y el del sueño, la mujer aparece como un ser enigmático y evasivo,
envuelto en la melancolía y la soledad. Gracias al sueño, los objetos, los lugares
y las personas cobran sentido auténtico al animarse a través de la capacidad evocadora
e irracional del poeta. La idea bretoniana del amor como una puerta giratoria que
trae la posibilidad de iniciar la búsqueda de una nueva aventura cuando la anterior
se acaba lleva a Breton a escribir un libro cada vez que se enamora. Así Nadja (1928), El loco amor (1937) y Arcano 17
(1947) son obras dedicadas respectivamente a Nadja, Jacqueline Lamba y Elisa
Bindhoff (Conley 1996).
Amor, mujer y locura se dan cita
en Nadja. En esta obra André Breton relata
en primera persona su aventura con una joven que se hacía llamar Nadja, palabra rusa que significa esperanza, cuyo
verdadero nombre era Léona-Camille-Ghislaine-Deharne, denominada como “la dama errante”
al inicio del texto, a quien conoció causalmente en la rue La Fayette el 4 de octubre de 1926. Dejando a un lado el motivo
del “azar objetivo”, que comentaremos luego, Nadja, a través de
su caracterización en esta obra, se convierte en el paradigma de la femme-enfant: bella y muy joven, enigmática,
inocente y con capacidad de sorpresa, un tanto vagabunda y extravagante, con aptitudes
artísticas y un talento que la acerca tanto a la genialidad como a la locura, y,
sobre todo, enamorada de su mentor. Nadja representa
la mediatriz por excelencia en la praxis moderna (Lander 2007). Breton relata que las últimas noticias sobre ella, una
vez terminada la relación entre ambos, son que ha sido internada en un manicomio.
Parece que, en la vida real, Nadja trabajaba como empleada, bailarina y actriz,
y además dibujaba y escribía poemas, algunos de los cuales están incluidos en la
obra bretoniana de la que hablamos; y, en efecto, fue internada en un psiquiátrico
a petición de su familia en 1929, y luego trasladada al norte de Francia, donde
murió en 1940 sin haber recobrado su libertad. La obra de Breton termina con al
anuncio de una nueva relación, X, y la famosa sentencia “La belleza será convulsiva
o no será”. [1] X se refiere a Susanne Muzart, otra mujer muy admirada
por el grupo surrealista, que llegó a acusar al escritor francés de haberla llevado
hasta el límite de su mente.
Sebbag, en André Breton. L’Amour-Folie, establece la
diferencia entre el “amor locura” y el “loco amor”. Las aventuras citadas arriba,
anteriores a Jacqueline Lamba, quien se convertirá en su segunda esposa, serían
ejemplos de amor locura, entendido como pasión en contra de las convenciones y la
moral burguesa; tras el final de la última, X, expresa su deseo de encontrar el
loco amor, el amor absoluto. Breton en L’amour
fou cuenta el inicio de su relación con Jacqueline, a quien nombra como “la
muchacha” o “la dama sin nombre”, cuando la conoció el 29 de mayo de 1934 en un
café de Montmartre:
Era una persona muy joven […].Y puedo decir que en este
lugar, el 29 de mayo de 1934, esta mujer estaba escandalosamente bella […] no sé
que sensación de estremecimiento de hombro a hombro que llegaba […] (Breton 2012).
El escritor asegura haber anticipado
este día, la “Noche del Girasol”, en un poema profético escrito en 1923 con el título
de “Girasol”, que considera que “le fue inspirado”:
La viajera que atravesó Les Halles a la caída del verano
caminaba de puntillas
la desesperación enroscaba en el cielo sus grandes y
bellos aros
y en la bolsa de mano se hallaba mi sueño ese frasco
de sales
que solo ha aspirado la madrina de Dios […] (Breton 2012). [2]
Como es característico de Breton,
la narración se interrumpe con digresiones sobre temas esenciales del surrealismo,
como que esta casualidad es en realidad una causalidad
que revela la coincidencia entre lo real y lo imaginativo, lo objetivo y lo subjetivo,
el cumplimiento del deseo inconsciente, el llamado “azar objetivo”. El capítulo V, donde cuenta un viaje a
Tenerife con su flamante esposa, es una verdadera exaltación del amor absoluto,
las posibilidades que ofrece al poeta de encontrarse con lo insólito, “intercambios
misteriosos entre lo material y lo mental”, y su carácter revelador, en el sentido
de llegar al misterio de las cosas, a aquella parte de la realidad que aun no es
conocida. Tanto Jacqueline Lamba como Nadja son jóvenes musas que inspiran al poeta.
Sin embargo, de acuerdo con Juncal Caballero, el tema de la “mujer-niña” fue tratado
por primera vez por Paul Éluard, y es a lo largo de los años treinta cuando esta
imagen va cobrando importancia en el surrealismo. El mito de la “mujer-esfinge”
precedió al anterior, según Sarane Alexandran, al introducir en lo femenino el elemento
desazonador, lo irracional, en un mundo tradicionalmente racional como el masculino.
La edad difícil de precisar se halla en la base de su misterio (Caballero 2008).
El final de la relación con Max
Ernst, como le había ocurrido a Nadja con Breton, influye en el desequilibrio de
su estado psíquico. El viaje a la locura es el tema de un relato de carácter autobiográfico
titulado Down Below, en la versión original
en francés, En bas, y traducido al español
como Memorias de abajo. Carrington relata
en primera persona la crisis que sufre en 1940 desde que, en el sur de Francia,
unos gendarmes se llevan a su amante al inicio de la Segunda Guerra Mundial hasta
que recobra la lucidez unos meses después en el sanatorio de Santander donde es
recluida. Juncal Caballero y Julia Salmerón atribuyen también a las circunstancias
históricas la alienación de nuestra autora, calificándola de psicosis de guerra. En este descenso al infierno
Carrington experimenta en su propia carne el paso por la locura y el internamiento
en un manicomio. En más de una ocasión dice que una de las razones de escribir estas
memorias es liberarse de los recuerdos obsesivos.
Memorias de abajo pasará por diferentes
versiones en distintas lenguas que irán de lo escrito a lo oral y de lo oral a la
escritura. Según Marina Warner, existió una primera versión escrita en Nueva York
durante el exilio, que se perdió al trasladarse la artista a México D.F. En esta
ciudad, refugiada en la Embajada Rusa con otros exiliados, es animada por el médico
Pierre Mabille a volver a escribir la historia. Carrington la narra oralmente a
Jeanne Megnen, la mujer del médico, cuya transcripción constituye la primera versión
escrita en francés. [5] Por lo tanto,
Memorias de abajo es un texto en forma
de diario que se corresponde con la narración oral que la autora realiza a lo largo
de cinco días, desde el lunes 23 hasta el viernes 27 de agosto de 1943, tres años
después de los hechos. La autora evoca los recuerdos de una experiencia traumática
que la sigue obsesionando, y que, según se ve en los reportajes y entrevistas a
lo largo de su vida, no acabará de olvidar nunca. El narratario a quien se dirige
es Pierre Mabille, quien la animó a reconstruir el episodio, como hemos dicho:
Después de conocerlo a usted por casualidad, a quien considero el más lúcido
de todos, empecé hace una semana a reunir los hilos que pudieron llevarme a cruzar
el umbral inicial del Conocimiento. [6] Debo revivir toda esa experiencia porque, haciéndolo, creo que puedo serle
útil, igual que creo que me ayudará, en mi viaje más allá de esta frontera, a conservarme
lúcida y me permitirá ponerme y quitarme a voluntad la máscara que va a ser mi escudo
contra la hostilidad del conformismo (Carrington 2013).
Estos recuerdos siguen un orden
cronológico, pero no están secuenciados de una manera lógica, es decir, parece que
la autora se expresa impulsivamente hasta quedar agotada o agotarse el día. El proceso
dura más de lo que ella había calculado y, además, revivir aquella época le resulta
angustioso:
Llevo tres días escribiendo, aunque esperaba exponerlo todo en unas horas;
me resulta doloroso porque estoy volviendo a vivir este periodo, y duermo mal, inquieta
y preocupada por la utilidad de lo que estoy haciendo (Carrington 2013).
Como consecuencia de esta escritura
convulsa, casi automática, el orden del discurso no es lineal y el tiempo interno
resulta borroso (“Unos días después”, “a los dos o tres días”); además, la imprecisión
aumenta al llegar a lo sucedido en Santander porque la protagonista no sabe dónde
está ni el tiempo transcurrido desde que abandonó Madrid. Así, no se acotan las
fechas, se salta de unos momentos a otros con deixis temporales muy generales y
que se repiten constantemente: “Un día”, “Una mañana”. Esta desorientación temporal
y espacial se debe a su estado mental y a que no le han dicho realmente dónde está.
El desdoblamiento entre la voz de la narradora en el momento presente y la voz de
la protagonista reviviendo los acontecimientos del pasado puede llegar a confundir
al lector a la hora de diferenciar qué es realidad y qué corresponde a las alucinaciones
y fantasías de una mente enferma:
All of the distortion of reality to which she testifies
seem almost understandable, given the pressure she was under. What she describes
coincides with of “liminal psychological state” that leads to the familiar surrealist
notion of the marvelous, describes by Dr. Pierre Mabille in his Miroir du merveilleux, and which is situated “beyond consciousness,
in dreams, or even beyond, in a state of superrational, hyperconscious lucidity,
if one may indeed describe our interior geography in such a fashion” (Conley
1996).
Por ejemplo, en el segundo día
del diario, la voz inicial de la narradora va transformándose en una voz que se
identifica con la protagonista del pasado:
En esos momentos me adoraba a mí misma. Me adoraba a mí misma porque me veía
completa: yo era todas las cosas y todas las cosas eran en mí (Carrington 2013).
La intención de Carrington al
escribir esta obra va más allá del simple testimonio, de hecho Memorias de abajo no puede ser leído como
una autobiografía solamente. Como explica Conley, autoras como Carrington o como
Unica Zürn desmontan el mito de la musa en sus textos:
They recognize that the characteristic of madness
attached to Woman in surrealism is viewed as positive by the men, and they seek
to redifine it as a real, painful, and physical experience. They put a human face
on the muse, showing how a woman, too, has an unconscious in surrealism, and that
it is no less troubling than a man’s ( Conley 1996).
Memorias de abajo es un texto surrealista
en el que aparecen motivos recurrentes de esta vanguardia pero desde la voz y la
perspectiva de una mujer automática que
se ha desplazado de su lugar y se sitúa como sujeto y no como objeto de una experiencia
que abandona lo racional para entrar en lo irracional y llegar a otras esferas de
conocimiento. Así, realismo y fantasía, subjetividades diferentes, la voz de la
narradora y la voz como protagonista, lucidez y locura se alternan, consiguiendo
que el hibridismo sea uno de los aspectos más sobresalientes del relato. La propia
naturaleza del texto, escrito o narrado oralmente en diferentes lenguas, es un híbrido
(Conley 1996). En realidad, la locura le abre un abanico de situaciones, por ejemplo,
las diferentes personas o entidades que cree ser la protagonista cuando está en
Santander (el Espíritu Santo, la Luna, una figura andrógina, una gitana, la reina
Isabel de Inglaterra etc.); la pérdida de identidad y disolución que experimenta
bajo los terribles efectos de la droga Cardiazol que le suministran tres veces;
los sueños anticipatorios; el poder que piensa que ejerce sobre los demás o que
los demás ejercen sobre ella; la crisis de locura que cree descubrir en su médico,
don Luis… También contradice a Breton al invertir el orden de arriba y abajo porque
su aspiración es llegar al pabellón de Abajo para poder salir del lugar donde está.
Lander señala como otro rasgo distintivo de la experiencia femenina la importancia
que adquiere el cuerpo, a través del que se manifiesta todo lo que está pasando
en su mente. En Memorias de abajo la corporalidad
de Carrington está presente desde los primeros síntomas que padece en Saint-Martin:
Esperaba aliviar mi sufrimiento con estos espasmos que me sacudían el estómago
como terremotos… Mi estómago era el lugar donde se asentaba la sociedad, pero también
el punto por donde me unía con todos los elementos de la tierra. Era el espejo de
la tierra, cuyo reflejo es tan real como la cosa reflejada.
La autora describe con detalle
los procesos que ocurren en su cuerpo a causa de estados depresivos seguidos de
otros de excitación y euforia: ganas de vomitar, inmovilidad, fuerza increíble,
saltos intrépidos y otras acciones que le sobrepasan. Una vez recluida en Santander,
a donde es llevada drogada y engañada, la protagonista piensa que se curará cuándo
pueda resolver su problema: “a saber: ¿dónde estaba y por qué estaba allí?”. Al
final del relato recupera la cordura gracias a Echevarría, un amable desconocido
con quien habla en la biblioteca, quien la trata cortésmente y como a una persona
normal:
Y comprendí que Cardiazol era una simple inyección y no un efecto de hipnotismo;
que don Luis no era un brujo sino un sinvergüenza; que “Covadonga” y “Amanchu” y
“Abajo” no eran Egipto, Jerusalén y China, sino pabellones para dementes, y que
debía marcharme de allí cuanto antes.
Carrington o Nadja son mujeres
atrevidas, dispuestas a llegar hasta donde las lleve la búsqueda de una libertad
absoluta. El alejarse del nivel racional y acercarse a la irracionalidad con el
propósito de abrir la mente y acceder a un nivel superior de conocimiento (la superrealidad
que da nombre al movimiento artístico) puede poner en riesgo el equilibrio mental.
Según Lander, para Breton es el instinto de conservación el que hace regresar al
artista al mundo racional como forma de protegerse de la locura (2007). Mujeres
como las citadas traspasan el umbral y pasan al otro lado del espejo, encontrándose
con el sufrimiento y el rechazo. Breton abandona a su musa cuando ella enloquece,
como cuenta al final de Nadja. Carrington relata en Down Below las reacciones de rechazo que su comportamiento anormal provoca
en las personas que la rodean, tanto conocidos como desconocidos:
Es evidente que, para el ciudadano normal, debía de parecer bastante extraño
y extravagante: una joven inglesa bien educada saltando de roca en roca, divirtiéndose
de manera tan irracional: no podía por menos que despertar inmediatas sospechas
sobre mi equilibrio mental. Yo pensaba muy poco en el efecto que mis experimentos
podían tener en los seres humanos que me rodeaban, y al final ganaron ellos.
Esta es la lección que ha aprendido
Carrington de su experiencia de la locura, no es nada agradable sino todo lo contrario;
atravesar la frontera cruzando al lado irracional, exponer la integridad física
y mental conlleva mucho dolor y desesperación:
Antes de abordar los hechos concretos de mi experiencia, quiero decir que
la sentencia que la sociedad pronunció sobre mí en esa época fue probablemente,
e incluso con seguridad, una bendición del cielo, porque yo no tenía idea de la
importancia de la salud, o sea de la absoluta necesidad de contar con un cuerpo
sano, para evitar el desastre en la liberación de la mente […]. Yo no tenía en esa
época suficiente conciencia de su filosofía para comprender. No me había llegado
el momento de comprender.
[…]
En Madrid, aun no había conocido yo el sufrimiento “en su esencia”: vagaba
por lo desconocido con el abandono y el valor de la ignorancia.
A modo de conclusión podemos
decir que, al escribir Memorias de abajo,
Leonora Carrington supera el lugar de musa, femme-enfant
o femme-fatal, distanciándose de estos
tópicos y situándose como protagonista de una experiencia interesante e incluso
fascinante desde el punto de vista de los surrealistas. Además, puede contarlo y
fabularlo porque no ha sucumbido a las peligrosas y cuestionadas instituciones que
velan por la salud mental, tan denostadas por Breton. El viaje que comienza con
su contacto con los surrealistas de la mano de su mentor y la conduce a la histeria,
ya sea a causa de la pérdida de identidad desencadenada por la separación de su
amante o por el impacto de la violencia debida a la guerra, ha culminado, ella ha
llegado hasta el final y ha regresado. Esto la convierte en una superviviente y
en una mujer fuerte. En el exilio, vuelve a encontrarse con su grupo y es incluso
una artista femenina muy admirada por Breton. Triunfa en Nueva York entre los surrealistas
exiliados. Sin embargo, Carrington finalmente rompe con el grupo y, sobre todo,
con Max Ernst, al irse a vivir a México D.F. Tras el paso por la locura ya no es
la misma persona, pues conoce las consecuencias y el sufrimiento de llegar hasta
el final, el no tenerle miedo a nada, ni a perder la razón, algo a lo que le había
alentado Breton al conocer su naturaleza rebelde y atrevida. En cambio, en Nadja, André Breton, cuya posición en contra
de las instituciones mentales había expuesto en sus Manifiestos, explica que difícilmente la joven saldrá del centro donde
ha sido ingresada porque estos lugares hacen al loco, y si ella no lo estaba antes
totalmente o podría haberse evitado su empeoramiento habiéndola tratado adecuadamente,
lo acabará estando y para siempre, como así fue. El artista no hizo nada por ayudarla
ni fue a visitarla, tratándola como si fuera simplemente una víctima. En Los vasos comunicantes vuelve a recordarla
y a lamentar su suerte, sin más.
Memorias de abajo, esta breve obra
de apenas cien páginas, representa, por un lado, un testimonio muy interesante desde
el punto de vista psicológico al anticipar los llamados “relatos de cura”, testimonios
de pacientes que narran su propia experiencia. Por otro, se sitúa dentro de la literatura
surrealista como una obra importante escrita por una mujer. Además, plantea el problema
de cómo clasificar los textos que venimos analizando (también Nadja y El amor loco), ya que no pueden considerarse totalmente textos ficticios,
pero tampoco autobiografías; participan del ensayo, pero también de la auto-ficción.
Son textos híbridos o mixtificaciones, como llamó Walter Benjamin a las obras de
los surrealistas en sus orígenes, que borran las fronteras entre los géneros (2007).
No obstante, el aspecto más interesante
de este texto es, como venimos diciendo, la transgresión de los tópicos surrealistas
de la “mujer-niña” y la “mujer-fatal” como musas o mediadoras en la inspiración
de los artistas, al desplazarla del lugar de objeto al de sujeto. No solo Carrington
va respondiendo a cada uno de los clichés situándose como protagonista y burlándose
de ellos: cierra los ojos, se pregunta “¿Quién soy yo?”, se provee de lápiz y túnica
blanca hecha de sábanas a modo de diosa inspiradora, se convierte en descifradora
de códigos y en creadora de sistemas crípticos que desvelan el conocimiento del
mundo, sino que es el sujeto de la experiencia trascendente de cruzar la frontera
hacia lo irracional en un viaje al Conocimiento provocado por su locura, es decir,
experimenta en la vida real los estados de trance y enajenación a los que aspiraban
los artistas del surrealismo por medio de los sueños, las drogas, la escritura automática,
el amor, las musas. Como demente, tiene acceso privilegiado al más allá, al otro
lado del espejo, pero unido a ello van fuertes dosis de sufrimiento que vienen a
demostrar que no merece la pena, que la cordura es preferible a la inspiración a
cualquier precio.
Carrington reivindica en esta
obra la independencia de la mujer como creadora y como sujeto, capaz de crear un
texto surrealista a la altura de sus compañeros y de vivir las experiencias que
parecían reservadas solo para ellos. Ella encarna la valentía de llegar hasta el
final en la búsqueda de libertad y en el desafío a los convencionalismos.
NOTAS
1. El sentido de esta expresión está explicado más arriba: la
belleza tiene que provocar una convulsión en el poeta, un shock, el efecto que provoca
un choque de trenes.
2. Este poema, producto de la escritura automática, no le gustaba
mucho, por eso no lo incluyó en sus poemarios en un principio. Después aparece en
la edición de Claro de Tierra (Breton
2012).
3. Ver la biografía novelada de Elena Poniatowska, Leonora, ya citada, o las anécdotas que cuenta
sobre ella su amigo Alejandro Jodorosky en El
maestro y las magas.
4. Ver: Jiménez de la Fuente, M, “La joven Leonora Carrington
y el movimiento surrealista”, en 1616: Anuario
de Literatura Comparada 6 (2016).
5. Esta versión se titula En bas. Después Victor Llona la traduce al inglés y se publica en el
periódico surrealista VVV en Nueva York
como Down Below. En 1944, se edita con
otros relatos de la autora (Warner 1989).
6. “Conocer” es un término muy utilizado por los surrealistas para referirse a la experiencia que traspasa los límites racionales. En la película El testamento de Orfeo (1959), de Jean Cocteau, un tribunal juzga al poeta y lo acusa de “querer penetrar en un mundo que no es el suyo”. La defensa que hace el poeta de sus ideas en el juicio es toda una poética del pensamiento surrealista. Por otra parte, en otro momento del film, un científico le pide “conocer”.
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MERCEDES JIMÉNEZ DE LA FUENTE | Doctora en Literatura Española por la Universidad Complutense de Madrid (1998) y profesora de Lengua Castellana y Literatura de Enseñanza Secundaria en la misma ciudad. Desde 2011 forma parte del grupo de investigación SIIM (Studies of Intermediality and Intercultural Mediation), dirigido por Asunción López-Varela, y actualmente colabora con el grupo de investigación de mitocrítica AGLAYA, dirigido por José Manuel Losada, ambos de la UCM. Ha contribuido en el volumen Cityscapes. World Cities and Their Cultural Industries (Common Ground, 2014) y ha publicado artículos sobre literatura modernista en la revista digital Ángulo Recto (2011, vol. 3) y sobre las vanguardias en diferentes revistas (1616, SELGYC), centrándose sobre todo en la autora intermedial Leonora Carrington.
ENRIQUE DE SANTIAGO | Chile, 1961. Artista visual, poeta, investigador, ensayista, editor, curador y gestor cultural. Ha dictado charlas en diversas universidades, museos y centros culturales. Estudió Licenciatura en arte en la Universidad de Chile y en el Instituto de Arte Contemporáneo (Chile). Desde el año 1984, que expone en muestras individuales y colectivas en diversos países, contando a su haber alrededor de más de 120 exhibiciones. Tiene a su haber 6 libros de poesía. Ha participado en variadas antologías de poesía, tanto en Chile como en el extranjero. Colaboró en el diario La Nación con artículos de arte de los nuevos medios, y en revistas como Derrame, Escaner Cultural y Labios Menores en Chile, Brumes Blondes en Holanda, Adamar de España, Punto Seguido de Colombia, Sonámbula de México, Agulha Revista de Cultura de Brasil, InComunidade de Portugal, Styxus de Rep. Checa, Canibaal de Valencia, España, Materika de Costa Rica y otras publicaciones impresas y digitales. www.flickr.com/photos/enriquedesantiago/
Agulha Revista de Cultura
Série SURREALISMO SURREALISTAS # 10
Número 209 | maio de 2022
Artista convidado: Enrique de Santiago (Chile, 1961)
Traduções: Agathi Dimitrouka, Allan Vidigal, Wolfgang Pannek
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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