En
el Preámbulo del libro Para contribuir a la confusión general, se
dice de la dificultad que podemos enfrentar quienes intentemos esclarecer las ideas
que permean nuestro tiempo, y el problema que significa la densidad contradictoria
de éstas, no solo “en mentes distintas sino en una misma mente”. Y es justo en ese
cruce confuso donde Aldo Pellegrini propone cuestionar y allanar el viejo orden
de ideas establecido, un orden cuyas ideas se han vuelto inoperantes, se han fosilizado.
Allanamiento que permitiría aprehender las ideas contradictorias necesarias para
un nuevo tiempo. Dice Pellegrini que: “No se trata de un desorden contra el orden,
sino más bien de un nuevo desorden contra un viejo desorden. El desorden, al envejecer,
se fija, se fosiliza y adquiere así la apariencia del orden, pero sólo porque está
inmóvil, porque está muerto”. Y agrega: “Pero no cualquier desorden, sino uno que
consuma lo viejo y purifique la vida: un desorden creador, por el cual circule la
sangre siempre renovadora de lo vital”. Con esto Aldo Pellegrini nos propone leer
su libro como quien mira y ve las realidades vitales de una época surgiendo de las
tenciones creadoras y desde las contradicciones que surten la conciencia humana,
haciendo así visible cómo las nociones establecidas sobre seguridades fosilizadas,
requieren del uso de un desorden lustral.
Con
esta puntual reflexión en el Preámbulo
de su libro, Aldo Pellegrini nos dice cómo cada época de la humanidad establece
las coordenadas necesarias para la realidad de su tiempo, acudiendo para ello a
sus contradicciones fundamentales. Entonces, es así como de la confusión de cada
época surge un orden para sus contradicciones, el suficiente para vivir su tiempo.
Lo otro es cuando se quiere perpetuar una época acudiendo al sostenimiento del estado
fósil en el cual se convierte cuando se agota.
Aldo
Pellegrini es un magnífico poeta, su actitud y su poesía lo hacen uno de los renovadores
del hacer poético en idioma español en el siglo XX, y es un ensayista que desde
sus reflexiones sobre la poesía busca el esclarecimiento de un tiempo como el suyo
y el nuestro, tiempo donde no ha dejado de confluir lo abrupto, confuso, ofuscante
y fascinante de la condición humana a través de sus historias e imaginarios, y donde
cunden las paradojas y analogías en metáforas que visibilizan lo luminoso y lo oscuro
de la poesía como acción para adentrarse en lo maravilloso, revelado a través del
asombro y lo azaroso vital. Un tiempo donde suceden y se nutren los ideales humanos
por una vida no sometida a la usura de la miserabilidad íntima y común. Por una
vida encarnada en la revelación, no en la miserabilidad usurera.
Aldo
Pellegrini fue próximo al Surrealismo, movimiento que lo atrajo por su capacidad
contestataria con cuanto atenta contra la dignidad humana y su capacidad creadora,
vital. Sus inicios literarios están abiertamente ligados con este movimiento. Para
él el Surrealismo significaba vivir en la eclosión de la realidad, en su ser revelador
de lo maravilloso y lo coloquial humano, de lo misterioso universal. Pellegrini
encontraba en el Surrealismo la capacidad necesaria para la renovación de la poesía
y de la existencia en lo íntimo y en lo común. En idioma español fue uno de sus
apasionados representantes, como también lo fue el poeta César Moro, contribuyendo
con una obra poética de un aliento creador poderoso.
El
libro Para contribuir a la confusión general,
se divide en dos apartados, el primero nombrado Ensayos persuasivos, y el segundo Ensayos apersuasivos. En el Preámbulo
nos dice Pellegrini que: “El tono persuasivo usado por el autor en algunos trabajos
y el apersuasivo usado en otros se complementan, y constituyen la verdadera manera
de provocar una comprensión viva, de arrancar al interlocutor de su cómoda poltrona
de indiferencia”.
En
el ensayo “La universalidad de lo poético”, que junto con el texto “Sobre la decadencia
del arte contemporáneo” compone el apartado Ensayos
persuasivos, nos encontramos con las reflexiones dadas por Aldo Pellegrini sobre
el ser y el lugar del acto poético. Así, nos dice: “Todo lo que nos rodea está pleno
de una poesía que quiere ser descubierta, y esa poesía encuentra inmediata repercusión
en nuestro espíritu cuando éste está alerta”. Para descubrirla el poeta debe ir
al encuentro de esa poesía que lo acecha hasta lograr su posesión, es decir, hasta
ser poseído y poseer esa súbita realidad que se ve revelada en el acto poético,
entonces la realidad se presenta a través de las exaltaciones instintivas que el
poeta propicia desde sus percepciones, como individuo y como ser universal cuando
entra en relación con ese instante poético único en su permanencia, empero mutable,
pues como bien dice Pellegrini: “Lo permanente no significa lo inmóvil, sino simplemente
lo que no cesa”. El poeta aprehende la estela de ese instante que no cesa y lo revela.
Las
formas y las maneras de lo poético son variables en el tiempo y están sujetas a
las combinaciones posibles vivenciadas en cada época, dando salida a expresiones
y significados diversos. La poesía es mutación como la universalidad misma de la
que procede y es expresión. Y por paradojas de su propia mutación lo luminoso de
un poema puede ser su mayor oscuridad, entonces la nitidez o lo críptico en un poema
suceden en ese punto donde el día y la noche del conocimiento humano se confunden.
Según Pellegrini la materia poética “tiene algo que la particulariza y la convierte
en documento: el arte es resultado de una experiencia vivida en común por el hombre
y las cosas, una experiencia que, fijada en el acto de la creación, trasciende del
tiempo”. Así, el poeta da forma creadora a las captaciones que ha vivenciado a través
del don comunitario de la poesía. En este ensayo Aldo Pellegrini alerta sobre el
artificio que produce “una falsa sensación de lo poético”, pues hay quienes creen
que “en un mundo construido en base a la mentira también la poesía debe ser mentira”.
Mentiras que dan pie a los falsos poetas maquinadores del ornato puntilloso con
el cual pretenden ocultar que “la voz del poeta, al expresarse a sí mismo, es también
expresión auténtica de su tiempo, en lo que tiene de más profundo, en lo esencial”.
El
segundo apartado, Ensayos apersuasivos,
se inicia con el texto “La acción subversiva de la poesía”. Aquí es necesario detenernos
en el empleo que hace Aldo Pellegrini de la palabra subversiva, pues se ha hecho usual verla vinculada con las acciones
de individuos y grupos fanatizados que confunden su significado con la palabra terrorismo. Lo subversivo relacionado con
las acciones de la poesía es revelador, busca el esclarecimiento de los malestares
que afligen y someten la condición humana a la indignidad, mientras que las acciones
terroristas solo contribuyen para exacerbar estos malestares, creando más infecciones,
más enconos en la condición humana. Lo subversivo desvela los síntomas que nos someten
a través de los sistemas de poder a vivir en los mecanismos de su usura y su miserabilidad.
El terrorismo contribuye a la infección de esos síntomas hasta hacerlos incurables,
por ende, más beneficiosos para los sistemas de poder.
Queda
claro que para Pellegrini lo subversivo
es desobedecer lo que somete y reprime la condición y la existencia humana, buscando
convertir lo humano en una entidad mutilada, óptima para la usura y la pornografía
social. Con sus reflexiones nos dice cómo es silenciada la lucidez poética cuando
lo subversivo es condicionado por ideologías cuyas máximas se amparan en la represión.
Es entonces cuando nos urge a la necesidad de “vivir hacia lo ilimitado”, incitándonos
a lo subversivo, a la realidad ilimitada donde sea posible realizar el acto creador
de vivir. Acto vedado para aquellos que no quieren ver y esclarecer las maniobras
de quienes desde el poder encubren la realidad y obstruyen la libido de esa realidad
en la vida.
Cabe aquí insistir que reflexionar
y comportarse tal como lo hace y propone Aldo Pellegrini, no crea simpatías. Empero,
es necesario asumir ese reto, más hoy cuando se pretende exhibir la poesía como
un fetiche lúdico, desactivado de su poder subversivo, de su capacidad de crear
pensamientos y propiciar comportamientos contrarios a los designios catárticos de
la obediencia. Así resulta inevitable vivir en la asombrosa marginalidad que nos
permite creer en el poder subversivo de las palabras, en su capacidad reveladora
para enfrentarnos a quienes promueven un mundo maquinado en los esplendores de la
miseria y la impotencia humana.
“El misterio de lo real” no se
encubre, se desvela en su fuente inagotable. No se trata de agregarle misterio al
misterio, sino de aprehenderlo. He ahí la razón de la poesía, su permanencia vital
huellando las mutaciones humanas y universales, y tras ellas, el ser del poeta entregando
de esas huellas la comunión solitaria de quien permanece alerta y dado al asombro.
Lo anterior para adentrarnos en el ensayo “La soledad del artista”. En este texto
Pellegrini desnuda el patético sentimiento sobre la soledad que se suele adjudicar
al poeta y al artista y al hacerlo, inevitablemente deja en evidencia cómo la soledad
es el mayor padecimiento sufrido por la humanidad en comunidad, la soledad como
uno de los males de la humanidad en su vida en sociedad. Nos dice: “¿Qué mayor soledad
que la existente en los gigantescos departamentos modernos? Cientos de personas
viven allí codo a codo como extraños”. Ya antes, en “La universalidad de lo poético”,
nos había dicho: “Pero por todo lo que hemos visto, no es la soledad el destino
de la poesía sino la comunidad con los otros hombres. El lenguaje poético es el
lenguaje de la verdadera comunicación, el lenguaje corriente es, en cambio, el de
la incomunicación. En el fondo, no corresponde al poeta la calificación de solitario
sino al hombre corriente, al hombre-masa”.
Y llegamos al ensayo “El ilustre
desconocido”, donde Pellegrini nos aproxima la presencia de ese lector desconocido
que en un momento indeterminado es tocado por una obra que le resulta tan esclarecedora
para su vida que se convierte en su receptor y al mismo tiempo, en el guía para
franquear la “enorme muralla sólida” que busca impedir el conocimiento de esa obra.
Aquí ese Ilustre Desconocido es la puerta a través de la cual una obra inicia su
reconocimiento y su recorrido hacia otros lectores. Nos dice Aldo Pellegrini que:
“Esta es la gran satisfacción con la que sueña el poeta auténtico: la posibilidad
de provocar una explosión en el espíritu de un ser humano que lo arranque de su
vivir indiferente, que lo lleve a ese estado en que la vida se impregna de fervor”.
Ese Ilustre Desconocido puede encarnar
en cualquier ser humano, pues lo azaroso de su presencia solo lo determina su estado
de alerta para esclarecer las necesidades y los interrogantes vitales en su vida.
La fuerza de ese Ilustre Desconocido se
establece en su capacidad para elegir por sí mismo, más allá de las imposiciones
que rigen el gran gusto de todos en masa.
Y es en ese momento cuando “se acaba el hechizo de la estruendosa farsa” que buscaba
impedir el conocimiento de una obra.
En los últimos textos del libro
Aldo Pellegrini despliega un sentido del humor negro tal como lo celebraba André
Breton, un humor que logra encajar directo en el lector una mueca verbal ácida,
una mueca que lo saca de su comodidad rutinaria. También son textos donde se muestra
una drástica pugna contra la domesticidad de la poesía, contra la oficialización
que de ella buscan quienes ejercen el poder usurpando la vitalidad y la dignidad
humana para después usufructuarse de la miserabilidad que así han producido. Ante
estos la posición de Pellegrini es fuerte, áspera, sin tapujos. En otro de estos
textos nos da un alto testimonio de las palabras como sustento creador, en el titulado
“El poder de la palabra”, donde nos dice: “El poeta descubre en la palabra la vibración
imperceptible que han dejado todos aquellos que han volcado en ella su sufrimiento
o su pasión desde que por primera vez fue lanzada hasta que atravesando la historia
y las generaciones la encuentra en su interior”. Y en “Fundamentos de una estética
de la destrucción”, agrega: “Todo cambio implica destrucción, y la naturaleza es
esencialmente cambio. Este cambio se nos revela como tiempo. Así el tiempo resulta
el gran destructor. A la materia que consideramos inmóvil la recorre una lenta ola
de destrucción. El tiempo corroe la materia y en el transcurso de esa corrosión
surge la belleza. La belleza es el rostro del tiempo, es la luz del cambio que nos
hechiza”. Magnífica manera de dejarnos próximos al tiempo sin tiempo donde suceden
las mutaciones, al vacío da la página donde es posible ver y aprehender la carga
poética de uno de esos instantes donde no cesa de prender la vida.
Entonces
es preciso recordar una de las observaciones hechas por Aldo Pellegrini en La poesía surrealista, texto escrito para
presentar su Antología de la poesía surrealista
de lengua francesa (Buenos Aires, 1961), observación que sigue siendo oportuna
para quienes se atreven al encuentro con la poesía: “Quizás sea necesario insistir
que la defensa de los valores humanos mediante la poesía no es nueva y que, en alguna
medida es visible en los poetas auténticos de todos los tiempos: aparece en Dante,
en Villon, en Blake, en Swift (en cuanto pertenece a la poesía por su humor negro
y sus creaciones fantásticas), se acentúa en los románticos, y encuentra sus grandes
rebeldes a partir de Baudelaire, especialmente en Rimbaud y Lautréamont, verdaderos
dioses lares del surrealismo. En realidad, en toda verdadera poesía está latente
o manifiesta una protesta del hombre contra su condición”.
En una época donde la realidad social es propiciada por la usura y la miserabilidad, y en la que prevalece el fácil entretenimiento doméstico como la expresión de una cultura, extraña uno creadores como Aldo Pellegrini. Poetas como él cuyas actitudes y obras nutren esa estirpe de creadores que como olas sobre el vacío imprevisible se presentan súbitas, recordándonos con su estampida el necesario estado de alerta que debemos mantener para vivir lo maravilloso de la vida, aun en sus más extremos abruptos y hundimientos.
OMAR CASTILLO | Colombia, 1958. Poeta, ensayista y narrador. Algunos de sus libros publicados son: Huella estampida, obra poética 2012-1980 (2012), Tres peras en la planicie desierta (2018), Limaduras del sol y otros poemas, Antología (2018) y Jarchas & Escrituras (2020). Su obra también incluye el libro Relatos instantáneos (2010) y los libros de ensayos: En la escritura de otros, ensayos sobre poesía hispanoamericana (2014 y 2018), Al filo del ojo (2018) y Asedios, nueve poetas colombianos (2019). De 1984 a 1988 dirigió la Revista de poesía, cuento y ensayo otras palabras, de la que se publicaron 12 números. De 1989 a 1993 dirigió la colección Cuadernos de otras palabras, de los que se publicaron 10 títulos. Y de 1991 a 2010, dirigió la Revista de poesía Interregno, de la que se publicaron 20 números. En 1985 fundó y dirigió, hasta 2010, Ediciones otras palabras. Poemas, ensayos, narraciones y artículos suyos son publicados en libros, revistas y periódicos impresos y digitales de Colombia y de otros países. Contacto: om.castillo58@gmail.com.
ENRIQUE DE SANTIAGO | Chile, 1961. Artista visual, poeta, investigador, ensayista, editor, curador y gestor cultural. Ha dictado charlas en diversas universidades, museos y centros culturales. Estudió Licenciatura en arte en la Universidad de Chile y en el Instituto de Arte Contemporáneo (Chile). Desde el año 1984, que expone en muestras individuales y colectivas en diversos países, contando a su haber alrededor de más de 120 exhibiciones. Tiene a su haber 6 libros de poesía. Ha participado en variadas antologías de poesía, tanto en Chile como en el extranjero. Colaboró en el diario La Nación con artículos de arte de los nuevos medios, y en revistas como Derrame, Escaner Cultural y Labios Menores en Chile, Brumes Blondes en Holanda, Adamar de España, Punto Seguido de Colombia, Sonámbula de México, Agulha Revista de Cultura de Brasil, InComunidade de Portugal, Styxus de Rep. Checa, Canibaal de Valencia, España, Materika de Costa Rica y otras publicaciones impresas y digitales. www.flickr.com/photos/enriquedesantiago/
Série SURREALISMO SURREALISTAS # 10
Número 209 | maio de 2022
Artista convidado: Enrique de Santiago (Chile, 1961)
Traduções: Agathi Dimitrouka, Allan Vidigal, Wolfgang Pannek
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
concepção editorial, logo, design, revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS
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