sexta-feira, 17 de junho de 2022

ENRIQUE DE SANTIAGO | Vocales de pájaros en la poesía de Enrique Gómez-Correa

 


La influencia de Mandrágora como yo he dicho, es “secreta”, sus adeptos mantienen el secreto.

ENRIQUE GÓMEZ-CORREA

 

En un día 15 de agosto del año de 1915 nacía en la ciudad de Talca en Chile, una de las figuras más señeras de la poesía surrealista: Enrique Gómez-Correa, quien sería uno de los principales animadores de la poesía surrealista del cono sur. Primeramente, este poeta del siglo XX podría mencionarse como una de las piezas fundamentales del surrealismo chileno, pues junto a Braulio Arenas y Teófilo Cid, forman en el año 1938, el Grupo Surrealista “Mandrágora” (posteriormente se les uniría Jorge Cáceres en el mismo día que hacen su primera aparición pública en julio de 1938 en la Casa Central de la Universidad de Chile). En diciembre de ese año aparece el primer número de la revista del mismo nombre- Así él junto a sus compañeros de ruta serían parte de la publicación más prolongada en el tiempo, dentro del surrealismo latinoamericano durante el siglo pasado y que a todas luces sería un referente obligado para las nuevas generaciones de surrealistas.
Esta experiencia dentro de “Mandrágora” quizás no hubiese sido posible, si no es porque el azar quiso que estos amigos se conocieran mientras estudiaban el Liceo de Talca (1932-1933), lugar donde se forjó una amistad en torno a lo literario, relación que luego se trasladaría a Santiago, en el momento cuando decidieron emigrar a la capital a proseguir sus respectivos estudios superiores. Es allí donde conocen y participan de las tertulias de Vicente Huidobro, quien ha traído desde París las publicaciones que por esos años conmovían la escena cultural de Europa. Así es como leen y toman conocimiento de las ediciones surrealistas, como también del Primer Manifiesto escrito por André Breton.

No obstante, antes de “Mandrágora” ellos participaron previamente en otras publicaciones, como la revista Total de 1936, dirigida por Vicente Huidobro. Pero el caso más notable fue el de Enrique Gómez Correa que funda y dirige la revista Dirigible, editada en 1933 cuando este era aún un estudiante del Liceo de Hombres de Talca, una publicación dedicada esencialmente a la literatura local.

Hablar de este poeta, es hablar de la trascendencia del verbo alquímico, el cual se percibe de manera constante dentro de ese influjo revolucionario que sentía en lo que él denominaba como “Poesía Negra”, cuya intención primordial era revelar todo aquello que estuviese más allá de toda consciencia, motivación que lo llevó a lo largo de su vida a estar siempre atento a la búsqueda permanente de los elementos circundantes a lo real o conocido, específicamente el poeta se refiere a aquellos pasajes o umbrales que ofrecían acceso a las esferas adyacentes conocida como la surrealidad, dimensiones que con sus planos ignotos e inasibles se inscriben dentro del mundo de lo maravilloso, aquello externo desconocido, que además incluye el mundo interior eterno que en ocasiones se remecen entre fuertes temblores, y que vienen a ser como dos universos que colisionan, como nos dice en su poesía: Entonces la imaginación es sacudida por inevitables cataclismos. (1).

Sus primeros versos y libros apuntan a la noche, al refugio de la oscuridad, al amor nocturnal y a la mujer que se presenta luminosa solo en las sombras, pues es ahí donde el poeta se mueve a sus anchas y despliega su instinto salvaje, qué también es capaz de ser sutil y delicado al amar: Entonces ella pasa vestida de finos tules/ Con lujo de resplandor/ Y al punto me digo/ “Es ella mi amor la que camina/ Con la elegancia de las aves zancudas/ Y ya no nos atrevemos a desafiar la noche (2). Este tópico está frecuentemente presente en sus primeros escritos, y lo acompañará en gran parte de su primer periodo junto a Mandrágora, como cuando escribe Adoro esta sombra/ Esta proyección de mi cuerpo/ Que va en la noche hacia la mujer (3) Quizás uno de sus libros más reveladores sobre la significación de la noche con su suerte de “nigredo verbal” que condiciona gran parte de las letras allí expresadas. Poeta de un negro lenguaje, aparentemente frío, pero a su vez contenedor de un fuego interior e indómito, con su palabra que es amante de la raíz negra de la mandrágora (que se expresa en lo femenino) y que posee la virtud del éxtasis del placer soñado, pero que además contiene el veneno que destruye. Entonces el poeta usa el verbo a modo de sortilegios para alzar ese deseo deseado y así ser poseedor de sus virtudes inconmensurables. En este sentido, Gómez-Correa no evita los riesgos que conllevan el uso de un verso que se equilibra en el borde de un abismo, es entonces que además aplica como contrapeso el fuego del amor, aquel eros que renace multiplicado tras la tanatológica tragedia del ahorcado.

Es entonces, que junto con el deleite del delirio surge el misterio oculto de la noche y el amor desenfrenado, como si el abismo lo aguardara en el siguiente minuto, así se desenmaraña el alfabeto negro del eros, tal como “Holbein el Joven” hizo lo propio en el Renacimiento, pero tocando el tema del tánatos con sus “vocales de la muerte”. Es allí donde habita la lengua oscura en la perspectiva del poeta, y es en la década de los 40, cuando cita a este artista alemán en su adentramiento hacia el encuentro de la esencia misma de las vocales en su ensayo: “La idea de dios y las vocales” publicado en 1954 (aunque escrito en 1943). De ésta etapa suya surge el relámpago habitante de la locura y el sueño, pues para Gómez-Correa ambas instancias son primordiales para adentrarse en los misterios. Su búsqueda sin embargo estaría asociada también a la profundización del hermetismo, él mismo nos indica en una entrevista que ha estudiado las ciencias ocultas y la alquimia: He estudiado mucho: lo que son los fundamentos de la alquimia y lo que buscaban los alquímicos, tengo bastantes libros (4) Todo esto según se deduce en sus palabras en la misma entrevista, es para nutrirla (a la poesía) de mejor manera y no solo de aquello que proviene del inconsciente, sino que sumándole fuentes antiguas y arcanas, atreviéndose en cada intento y con mayor fuerza a transgredir los límites de la realidad, con ese amor, desde fuera y oculto de la sociedad, lo que podría denominarse como la poética del viajero onírico en las sombras.


En 1945 edita el libro Mandrágora Siglo XX donde se percibe una nueva búsqueda, la que es complementaria con los sentidos ocultos de su primera etapa más violenta y explosiva. Entonces aparece la poesía del que se adentra en los misterios del lenguaje de las aves: En la noche destapo la botella y soy un pájaro/ Que interroga a su alma” (5), así su poesía en algunos momentos comienza a querer descifrar el sentido arcano de las cosas, aunque estas se sigan manteniendo en las sombras. Allí también surge el verso: Una nube subida sobre mí/ Hace el efecto de una profecía/ Yo hablo entonces a la oreja del futuro (6).

Los años siguientes lo pasa viajando. Residió tres años en París donde compartió con los surrealistas y conoció personalmente a Breton, con quien se reunía en el Café de la Place Blanche, estando allí supo de la muerte de su amigo “madragórico” Jorge Cáceres en 1949.

En los años siguientes se alejaría de Teófilo Cid, los amigos se distanciarían, entonces se publica el AGC de La Mandrágora sin la presencia de Cid en ella.

(En sus años postreros también lo haría de Braulio Arenas)

A partir de 1963 merced de su trabajo de agregado diplomático, viaja bastante por diversas latitudes, en especial Asia, época en que se adentra aún más en los misterios de Oriente y en especial con su estadía en Egipto, donde profundizó sus conocimientos del hermetismo. Un libro especial y que apunta a nuevos puntos de vistas es La pareja real (1985), donde escribe: Cielo y tierra la pareja /separada por el abismo invisible. En esta nueva aventura poética nos recuerda el rol del gran andrógino, el matrimonio sagrado uránico-terráqueo, y el papel de lo femenino como fuerza motora y renovadora del mundo, al igual que como lo planteara Breton décadas antes en su libro Arcano 17. En aquellos años también nos plantea que su poesía debía ir más lejos e incluir aspectos que fueran nexos entre el consciente y el inconsciente, pues en cierta manera el automatismo se prestaba mucho para fraude (7)

Al margen de su notable trabajo poético, cabe mencionar su prodigioso ensayo que primeramente fue su tesis para su titulación de la carrera de derecho, titulado: Sociología de la locura. Obra que se ve editada a manera de extracto dentro de su antología titulada Poesía explosiva, del año 1973. Allí el poeta se expresa diciendo ¿Cómo detenerse, cómo desterrar el sueño de la cabeza del hombre? ¡Decídmelo! Ese mismo año se desempeñaba como Cónsul en Tegucigalpa en Honduras, momento cuando su carrera diplomática cesó tras los acontecimientos de aquel funesto 11 de septiembre, fecha del golpe militar en Chile. Pero sin embargo el surrealista, el poeta, siguieron con vida, y pese a los intentos de ocultarlo de la mirada pública, el Surrealismo seguía palpitando bajo el manto negro que el fascismo pretendía tender sobre su figura. Así sigue editando de una u otra forma, con medios propios o con la ayuda de amigos surrealistas como Susana Wald y Ludwig Zeller –que ya en ese entonces residían en Toronto, quienes fundarían Oasis Ediciones– donde le publican Mother-Darkness (Madre Tiniebla, en su versión en inglés). El mismo Gómez-Correa, posteriormente haría la presentación y prólogo de un libro de poemas inéditos de Jorge Cáceres también publicado por Wald y Zeller en esa ciudad. En ese prólogo es donde escribe: Han corrido décadas desde aquella memorable lectura de poemas y declaraciones de La Mandrágora y esta misma Mandrágora ha logrado mantener su brillo, su extraordinaria lucidez y su real fosforescencia (Santiago de Chile, mayo de 1978) (8).

Habría que agregar que ese resplandor zoharico se mantiene hasta nuestros días y lo seguirá siendo por todo el tiempo que nos queda por delante. Pues Gómez-Correa ya es parte fundamental del Surrealismo y de ese alfabeto que le es propio, y donde él es también pieza esencial de aquella vanguardia poética insumisa y consecuente, ya que este poeta pertenece a este mundo y otros mundos antes de llegar a este, pues su metáfora contenía el logos pulido bajo el buril de los eones. Lo estimó así en su prefacio al libro Poesía explosiva el estudioso del surrealismo Stefan Baciu, quien nos dice Los ojos del poeta chileno estaban abiertos con curiosidad y pavor. Aparentemente, esos ojos al poeta se le fueron concedidos en un momento pre-embrionario.


Sus publicaciones variadas y profusas, dan cuenta de su inagotable veta, inclusive en el periodo oscuro y brutal de la dictadura no cesa, y se esmera en seguir editando su poesía, la que se mantiene de manera sostenida hasta el momento de su muerte en el año 1995, alcanzando a revisar y corregir incluso su último libro que sería editado de manera póstuma; Las cosas al parecer perdidas (poemas). Editado por la Universidad de Valparaíso-Editorial, Valparaíso, Chile 1996.

Una suerte de persistencia de este nauta consciente del inconsciente, donde el poder y la resonancia de sus poemas habitan con fuerza en su eterna nave, la cual construyó en su incansable labor en favor de la poesía.

Entonces dejemos que hable Enrique Gómez-Correa:

 

III

 

Es que de tanto amar lo desconocido

Termina uno por disolverse en sus líquidos de colores palpitantes

Se sabe que un abismo corresponde a un cielo

El guante vacío a la mano más inaudita

La palabra nunca pronunciada al labio más ardiente.

Nos lamentamos en la noche

Cuando el sueño empieza a despojarnos de nuestras ligaduras

Cuando la hoja se separa del árbol como el color de las plumas de un pájaro

Cuando el ojo embriagado por el espacio

Emprende el viaje al país del olvido.

Yo me inclinaré ante este deseo

Que hoy oprime las capas profundas de mi corazón

Que ha sabido trastornarme a la hora en que el sol profanaba el misterio de los objetos

Para que yo pudiese despistarme

Y abandonar el alma al pavoroso designio.

Quien se haya bañado alguna vez en estas aguas negras de la soledad

Quien haya sentido el terror que nos infunde la caída total de los astros

El corazón que sangra en el silencio y la inocencia del niño que acaba de ser seducido por el bosque

(Fragmento de Lo desconocido liberado, 1949)

 


Enrique Gómez-Correa, surrealista, alquimista del verbo y de esa quinta esencia que vibra en la metáfora. Fue un poeta que nos recuerda que aquel que busca lo verdaderamente maravilloso y que no se extravía en su derrotero, logra acceder a la otredad, es allí y no en otra parte es donde se encuentra la verdad surrealista. Lo ratifica el poeta diciéndolo de esta manera: Por lo que respecta a la locura, la fría lógica que rige todas sus expresiones, debe ser ubicada igual que la del sueño, en el plano de las delimitaciones entre lo real y lo irreal. Ella entraña siempre un grado superlativo de grandeza y majestuosidad. ¡Por qué he visto yo esta noche a una mujer hermosísima lanzar injurias sobre el mar! No, precisamente no, no es el estado de cordura el que pone de manifiesto la lucha formidable ente el instinto y la razón. Por el contrario, es esta zona circundada por espantosos peligros, en ella, donde los problemas alucinatorios, el amor, la locura, el sueño, el mundo sobrenatural, sigue un torbellino horrendo, y en último término van a constituir la médula misma de la vida. (9)

Hoy este poeta, es profeta en su tierra, y fuera de ella y se le ha dado en los últimos años el merecido reconocimiento y difusión en su país de origen. Fue amigo de Breton, René Magritte, Jacques Herold, Enrico Donatti, Toyen y tantos otros contemporáneos suyos. Vivió como un surrealista hasta sus últimos días, pues en este pequeño país al sur del mundo, dónde el Surrealismo se expresa con su intensidad poética hasta nuestros días, tanto así que transcurrido el tiempo, la actividad surrealista es más intensa que hace 70 años.

Sus principales obras literarias son: Las Hijuelas de la Memoria (1940), Cataclismo en los Ojos (1942), Sociología de la Locura (1942), La noche al desnudo (1945), Mandrágora siglo XX (1945), El espectro de René Magrité (1948), En pleno día (1949), Carta elegía a Jorge Cáceres (1949), Lo desconocido liberado, seguido de las tres y medias etapas del vacío (1952), La Violencia (1955), El AGC de la Mandrágora (1957), El calor Animal (1973), Zonas Eróticas (1973), Mother Darkness (1975), Homenaje a Mayo (1980), La Pareja Real (1985), Frágil Memoria (1986), Los Pordioseros (1987), El Peso de los Años (1987), El Árbol del Pensamiento (1987), Mano Enguantada (1987), y Las cosas al parecer perdidas (1996).

 

NOTAS

1. Del poema “Alicia en el país de las maravillas” del libro El espectro de René Magritte de 1943.

2. “Poema XXX” del libro “La noche al desnudo” de 1945

3. “La noche al desnudo, I”, del libro homónimo de1945

4. “Arquitectura del escritor – Enrique Gomez Correa”, libro-ensayo entrevista de Hernán Ortega Parada, de Ediciones Huelén, 1999.

5. “Yo entro en gavilán y salgo en Fenix” del libro “Mandrágora Siglo XX” de 1945

6. Del poema “El hombre y su magia” del libro “Mandrágora Siglo XX” de 1945

7. “Arquitectura del escritor – Enrique Gomez Correa”, libro-ensayo entrevista de Hernán Ortega Parada, de Ediciones Huelén, 1999.

8. “Jorge Cáceres – Textos Inéditos”, Ediciones Oasis, Toronto, Canadá, 1979.

9. “Notas sobre la poesía negra en Chile” (revista Mandrágora Número 3, Junio de

1940. 

 


ENRIQUE DE SANTIAGO | (Chile, 1961) Poeta, artista plástico, ensaísta e agitador cultural. Autor de livros como Frágiles tránsitos bajo las espirales (2012), Elegía a las magas (2014) e Bitácora de un viaje ontológico (2018). Neste último, em seu prólogo o poeta aclara: Minha ação poética está baseada no Uno, no indivisível, de modo que as palavras adquirem uma multiformidade, que as torna mais profundas, mais côncavas e mais convexas, pois assim as vejo, e assim devem ser expostas. Estas não apenas estão compostas de linhas ou formas, mas há também nelas algo invisível que lhes é, ao mesmo tempo, próprio e não, e em tais versos há uma superposição desses elementos que realizam a tarefa simbólica de dilucidar suas proporções fenomenológicas. Deixo assim que ela se expresse por si mesma, que dialogue a partir de sua própria hermenêutica, com sua própria paráfrase ontológica e com a mudez estrondosa que a rodeia, em uma e mil alegorias ou nenhuma – quando o alegórico não está contido no qualificável e reconhecível – onde tudo é tão real precisamente por não sê-lo. Igual reflexão se aplica também à sua pintura, colagem e desenho. Enrique de Santiago vem cuidando da memória do Surrealismo em seu país, graças à publicação de livros e curadoria de exposições, mas, sobretudo, na preparação, ainda em curso, de uma História do Surrealismo no Chile.



FERNANDO FREITAS FUÃO | Arquiteto, artista e ensaísta brasileiro, nascido em 1956. Começou a fazer colagens em 1975, no mesmo ano em que ingressa na Faculdade de Arquitetura da Universidade Federal de Pelotas (1975-81). Em 1987 vai a Barcelona cursar o doutorado na Escuela Técnica Superior de Arquitetura, desenvolve a tese Arquitetura como collage. Em 2011, publica o livro A collage como trajetória amorosa (Editora UFRGS). Possui uma série de artigos e ensaios que giram em torno a Collage, assim como textos publicados sobre alguns collagistas. Articula interlocuções da collage com a filosofia, a arquitetura, a psicologia e a educação. Desenvolveu a pesquisa A collage no Brasil, arquitetura e artes plásticas, sob o viés do surrealismo (1992-1995. CNPq). Pertenceu ao Grupo Surrealista de São Paulo, liderado por Sergio Lima e Floriano Martins durante os anos 1990. Ministrou desde então uma série de cursos e oficinas sobre collage. Mantém o blog http://mundocollage.blogspot.com/ e https://fernandofuao.blogspot.com/

 


Agulha Revista de Cultura

Série SURREALISMO SURREALISTAS # 11

Número 210 | junho de 2022

Artista convidado: Fernando Freitas Fuão (Brasil, 1956)

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