Este tipo de incidencias
no son extrañas a la literatura. En múltiples casos aparece de forma voluntaria
o como una estrategia narrativa. Por ejemplo, en cuentos y novelas es común encontrarla
como recurso formal, pues en su forma metafórica o figurativa suele emplearse como
una herramienta para crear suspenso –se muestra como una ruptura interpersonal o
como discordias políticas, entre otras–. Por otro lado, en su sentido literal, como
desmembramiento corporal, se utiliza para despertar fuertes emociones en el lector
–considérese la novela negra o los relatos de batallas históricas–. Sin embargo,
en el Libro centroamericano de los muertos
(Balam, 2018) además de alcanzar otros ámbitos como la estilística y la historicidad,
las imágenes de fragmentación adquieren un sentido más profundo, pues al retratar
la esencia de todo un pueblo plantean un diagnóstico de las patologías sociales.
Siguiendo esta línea,
a través de las palabras que utiliza el autor para referirse a la situación del
migrante se hace evidente una fragmentación sistemática y ampliamente difundida
que a la vez se convierte en el factor común de una sociedad; es decir, a pesar
de las numerosas expresiones de fragmentación y desmembramiento, se descubre a Centroamérica
como una gran unidad que contiene todas esas posibilidades de fragmentación.
Tal asunto se presenta
como un probable proyecto del autor en esta obra. Para mostrarlo, a continuación
se recopilan diversos ejemplos y descripciones de las imágenes referidas. Posteriormente
se exploran sus horizontes de sentido y se sugieren posibles interpretaciones.
Para guiar el análisis
se detectaron distintos ejes que agrupan las expresiones de fragmentación/desmembramiento,
entre ellos se analizarán los siguientes: literario (formal), social (interpersonal)
y religioso (espiritual). Alrededor de estos se encuentran figuras de violencia
y esperanza, como su entorno natural, la última como motivador universal y el anterior
como catalizador. De esta manera se abordará un análisis semántico, explorando la
significación de las expresiones referidas a objetos afilados, cortes, fragmentaciones,
mutilaciones y demás.
El protagonismo del filo
El elemento principal que atraviesa todo
el Libro centroamericano de los muertos (Balam,
2018) es el filo, el corte. Este se encuentra en cada una de las piezas que componen
la obra, en ocasiones materializado como un machete, cuchillo o cualquier objeto
afilado –tanto metafórica como literalmente–: “El filoso machete del silencio…”,
“Asaltan y dan machetazos a migrante”; o también como un rastro, la consecuencia
de su paso, ya sea explícito u oculto –tanto de manera metafórica como literal–:
“… como pájaros despedazados por mandíbulas de óxido…”, “… antes aún de las mutilaciones,
antes de que lo llevaran al forense hecho pedazos…”. Y en escasas ocasiones, el
sentido es radicalmente invertido para darle una connotación positiva: “… el filo
de su sonrisa partía la dureza o los modos fieros de cualquiera”.
En sentido general, el
filo se presenta como violencia pura, y no es de extrañarse pues los muertos que
protagonizan los relatos son resultado de ella. Un claro ejemplo se encuentra en el poema “Sermón del migrante (bajo
una ceiba)”, una de las piezas introductorias de la obra. Aquí el autor presenta
el panorama completo. Menciona quiénes son los migrantes, “… a los desterrados,
a los expatriados, a los sin tierra, a los pobres…”, indica de qué se alejan, es
decir, su origen, “… que deje a su familia y abandone las maras, la violencia, el
hambre, la miseria, que olvide a los infames caciques y oligarcas de Centroamérica…”,
señala a quiénes se enfrentan en la migración, “… por la lanza circular de los coyotes,
por la culata de los policías, por la bayoneta de los militares, por la lengua en
extorsión de los narcos…” y, finalmente, expresa lo que enfrentan, “antes de que
lo llevaran al forense hecho pedazos para ser enterrado en una fosa común como a
cualquier otro centroamericano, como a los cientos de migrantes que cada año mueren
asesinados en México”.
La huella del filo en lo literario
El aspecto formal en una obra literaria,
principalmente cuando presenta tal diversidad como la que ocupa este trabajo, se
convierte en parte de su discurso. Como tal, se hace susceptible a interpretación.
En este sentido pareciera rebasar lo estrictamente semántico, pues se hace referencia
a cuestiones formales más allá del significado de las palabras. Sin embargo, con
los ejercicios de intervención que emplea Balam, pone en evidencia la profundidad
de las palabras para cambiar el sentido de un texto a través de la historia.
El Libro centroamericano de los muertos se presenta
como un libro de poesía, y aquí se detecta una fragmentación más o menos superficial,
pues el texto es más bien una amalgama de distintos estilos, que si bien incluye
poesía, también integra relato, testimonio, palimpsesto en textos de distintas épocas
e intervenciones a otros medios (como transcripciones de prensa). Bien se ha dicho
en algunos círculos que esta es una obra híbrida, [1] pero la intención de este ensayo no es determinar
a qué género literario corresponde el texto, lo que interesa es detectar estos cortes
para comprender su sentido dentro de la obra y dentro de su época.
A lo largo de la obra
el autor se vale de diferentes recursos creativos. Uno de ellos es el palimpsesto.
Por ello se comprende lo define Andrade como “escribir un texto a partir de uno
ya elaborado” (2014), siguiendo a la intertextualidad
de Kristeva y la transtextualidad
de Genette. Trabajando sobre las palabras de Fray Bartolomé de las Casas, Balam
interviene con escasas modificaciones. De esta forma se presenta un claro ejemplo
de fragmentación en la historicidad: insertar palabras nuevas en antiguos textos
para actualizar o modificar su sentido. Esto también da una sensación de eterno
retorno, o tal vez de la pasividad del tiempo o lo trágico de la condición del centroamericano,
sometido a la violencia de fuerzas extranjeras desde la época de la colonia. Desde
entonces, claro, impulsados por la ilusión de la esperanza. De nuevo, con este ejercicio
se detecta una relación importante con el texto de Guzmán Böckler, en este caso
referido a la manipulación de la historia, cuando habla de la noción colonial que
dicta que “[…] el vencedor español abre, con la conquista, la era historiable de
la sociedad guatemalteca, lo cual significa que todo lo acontecido con anterioridad
en América carece de significación” (2019); luego es de común conocimiento la manipulación
que el poder tiene sobre el registro de los acontecimientos. Tomando esto en cuenta,
los insertos de Balam, en palimpsesto sobre la obra de De Las Casas, conversan con
la historia.
Adicionalmente, si atendemos
a la ejecución concreta, se detectan las interrupciones típicas de textos antiguos
que evidencian lagunas en su contenido. Estos cortes se presentan en todos extractos
de De las Casas: “… estragos de gentes inocentes […] que en este país se han perpetrado…”,
“… reino de Guatimala, porque […] podría expresar…”, “… infelices e insensibles
[…] con los demás…”, “… año de dos mil e catorce […] asolaron a aquellas”.
Pero en un sentido más
ámplio, en los palimpsestos se hace evidente el corte de la intervención; las palabras
–o la falta de ellas– materializan el filo, son el cuchillo que sega la historia.
Esta inserción o supresión de fragmentos, por tanto, implica una forma de violencia.
Será quizá un esfuerzo de resarcimiento o una manera de reclamar la historia. Asimismo,
con cada entrada que ensaya un palimpsesto se presenta, innegablemente, una colección
de fragmentos.
Así pues, en el aspecto
literario, en lo referente al uso del palimpsesto, se identifican dos evidencias
de corte: una en su intervención, con la inserción de nuevas frases o palabras,
y otra en su ejecución, como evidencia de las lagunas de contenido.
La huella del filo en lo social
Si se piensa a la familia como la base de
la sociedad, la migración representa un corte en sus cimientos; “… que deje a su
familia…” dice el autor en las primeras páginas. Sin embargo, esta no es una incitación,
es más bien un trágico destino, por eso dice: “Vine a este lugar porque me dijeron
que acá murió mi padre / en su camino a Estados Unidos…”, la vida predeterminada
del migrante, el producto inescapable de sus circunstancias, y agrega: “Yo, primogénito
de los migrantes muertos, / los recibo con un racimo de filosos machetes…”.
En estos pasajes se percibe
el elemento afilado como una parte esencial de la relación familiar. Las flores,
que generalmente se entregan en señal de veneración, como gesto romántico o como
un consuelo, se convierten en “filosos machetes”. Visto así, la veneración o el
consuelo están en la separación, en la fragmentación representada por el filo.
Esta separación se presenta
también en el origen. La violencia está presente en todos los frentes, cortando
los lazos familiares. “Mi padre fue asesinado por pandilleros / de la Mara Salvatrucha…”.
Pero el autor también ofrece ejemplos más severos:
… abandonamos desde siempre nuestros cuerpos a la infamia, y
apenas niñas, acostumbramos
la carne a la música yugular de la violencia paterna, a las heridas maternales, a la explotación
hermanal, y aquí, en
nuestro éxodo por México, nos secuestra un huracán de suicidas para apaciguar su sed en nosotras, para
mercar con nuestro sexo, y
sin lástima mutilar nuestros pechos mordidos y así los pechos de sus madres…
No puede evitarse ver
un paralelo en la situación colonial. Con gran certeza señala Guzmán Böckler, refiriéndose
al proceso de colonización, que “esa violencia inicial no solo marcará para siempre
a la sociedad que de ahí nace sino que será la razón de ser de esa misma sociedad”.
Por otro lado, atendiendo a aquella misma época, la periodicidad de la explotación
agrícola y las prácticas esclavistas obligaban migraciones masivas de los pobladores
originales (Guzmán Böckler, 2019, en tal medida que Guzmán Böckler equipara el término
colonizado con despojado (2019), pero se
refiere a un despojo fundamental y violento, “arrancar violentamente los medios
materiales de que se dispone para la vida colectiva y para la supervivencia individual;
se trata de una lesión mucho más profunda que atenta directamente contra la personalidad
y la dignidad humana del despojado”(2019, p. 48). Se ve, entonces, que al menos
en el caso de Guatemala, la población no ha sido ajena a la fragmentación social
por más de 400 años.
Hacemos un salto a Honneth.
En el primer capítulo de La lucha por el reconocimiento,
establece que:
Desde la política clásica de Aristóteles hasta el derecho natural
cristiano en la Edad Media, el hombre había sido concebido en su estructura fundamental
como un ser comunitario, zoon politikon, que para la realización de su naturaleza
interna estaba destinado a los marcos sociales de una entidad comunitaria; solo
en la comunidad ética de la Polis o de la Civitas, que, a diferencia de la conexión
puramente funcional de las actividades económicas, se caracterizaban por la existencia
de «virtudes» participadas intersubjetivamente, la determinación social de la naturaleza
humana lograba verdadero desarrollo (1997).
Debe hacerse la salvedad
de que Honneth habla desde Occidente. Sin embargo, señala algo que podría considerarse
universal cuando habla de comunidades caracterizadas por “la existencia de ‘virtudes’
participadas intersubjetivamente”. Atendiendo a la historia de Centroamérica, y
considerando las crudas circunstancias que presenta Balam, podemos notar que la
violencia se participa intersubjetivamente; es decir, estamos ante una sociedad
profundamente lesionada que se ha tornado contra sí misma, causando una especie
de implosión que ha dejado expuestas sus vísceras. Cada corte permite, al menos
metafóricamente, tener un vistazo hacia el interior a la vez que funciona como una
forma de expulsar aquello que ha sido reprimido.
¿Pero qué nos dice esto
de la sociedad? Probablemente es una muestra de la profundidad de las heridas, haciendo
notar el rigor requerido para el debido resarcimiento y curación. O más aún, sitúa
a la sociedad más allá de la curación y sugiere una escisión fundamental, una revolución;
la necesidad de una apuesta radical.
La huella del filo en lo religioso
El proyecto de colonización que dominó a
toda Mesoamérica, incluyendo, obviamente, a Centroamérica, se fundamentó en la cristianización.
Este proyecto tuvo grandes dificultades; como indica Guzmán Böckler respecto al
fracaso de la evangelización cristiana,
En primer lugar, porque nunca fue sincera consigo misma, ya que
se acercó al “indio” ofreciendo amor y ejerciendo
violencia […]. En segundo término, al nivel de la comprensión abstracta, lo que
podría llamarse la lógica del catolicismo corrió siempre paralela y nunca se entrecruzó
con la forma de razonar emanada de la religión naturalista americana (2019).
De cierta manera, en el
contexto del Libro centroamericano de los
muertos, esto puede eximir del análisis a los migrantes originarios de pueblos
autóctonos. Aún así, para los migrantes ladinos, la situación es muy distinta. Señala
Guzmán Böckler que, en la dinámica colonial, el «indio» es cercenado, la continuidad
de su historia es quebrada, sin explicación (2019). Pero para el ladino la cuestión
es muy distinta, todo su carácter cultural se ha construido bajo el yugo de la colonia.
Y, si bien, no logra internalizar la esencia del cristianismo, se aferra a las manifestaciones
externas y rituales (Guzmán Böckler, 2019). Así es como vemos que una forma del
cristianismo se propagó, convirtiéndose en la principal base religiosa del pueblo
centroamericano; sirva como muestra la relación de fray Bartolomé de las Casas.
Por esa razón resulta relevante el tratamiento que el autor hace de la religión,
y cómo lleva la fragmentación a estas imágenes.
Retomando las primeras
líneas del libro, de nuevo en el “Sermón del migrante (bajo una ceiba)”: “Y Dios
también estaba en exilio, migrando sin término; / viajaba montado en La Bestia y
no había sufrido crucifixión / sino mutilación de piernas, brazos…”. Como primer
nivel de interpretación se percibe la comparación de Jesús con el migrante, y se
expresa su martirio no en la crucifixión sino en la mutilación. Se presenta entonces,
una fe fragmentada como consecuencia de la experiencia del migrante, pero aún sugiere
una relación estrecha entre Dios, o Jesús, y la figura del migrante. Esto no se
expresa de la misma forma en el desarrollo del libro. Más bien, se produce un corte
severo, se denuncia el abandono; el recurso se expresa como distanciamiento, como
indiferencia de parte de Dios con respecto a la suerte del migrante. A continuación
algunos ejemplos:
…
tristes figuras humanas,
barro
entre los insomnes dedos de Dios.
No
se inmutan los astros. Ríe Dios, nos sueña.
…
en medio de la nada como un castillo de ego,
fortaleza
de naipes ajados por las manos de Dios,
por
su voz de relámpago sin eco.
según
La Palabra, entre las aguas
de
los ríos Tigris y Éufrates estaba el Jardín de Dios,
esa
hermosa lasca del corazón divino …
Y
entre las lenguas de fuego del río Bravo y el río Suchiate,
este
enorme jardín de la muerte para los niños difuntos de Centroa-
mérica,
fértil camposanto llamado México:
lejos
de Dios y cerca, muy cerca, de polleros,
policías,
migras, narcos, coyotes, proxenetas,
pederastas,
traficantes, asaltantes…
…
y los cuerpos que yacen a los pies de Dios.
Sobre
los cadáveres
las
señales del fin del mundo,
los
signos del abandono de Dios…
…
Muy alto e muy poderoso señor Lector, y tú también, mi Dios, esperando que me escuches…
…
Vd. Lector tenga por bien de con eficacia suplicar e persuadir a otros, a ¿Dios,
quizá? que deniegue a quien las pidiera tan nocivas y detestables empresas…
El migrante es presentado
como suciedad en los pies de Dios, como una fantasía risible, como un simple elemento
en un juego de azar. Su condición se compara a la riqueza prometida con ácido sarcasmo.
La promesa de bienaventuranza y abundancia que se proyecta a la muerte y a las múltiples
personificaciones del mal y de la destrucción. Finalmente, a una súplica escéptica,
a la ilusión de una esperanza perdida.
Pero este asunto toma
también un giro más oscuro. Dios, como tal, no solo es reprendido por su abandono,
sino también es acusado como justificador y causa de la violencia que padece el
migrante; esto siempre asociado al corte, al desmembramiento:
…
su virgen de las amputaciones…
¿Qué
tren –quizá el de Dios– nos desfigura…
…
mordidos por la brama, su sed de destruirlo todo con el filo de un machete
que
siega los miembros de los ángeles, las manos y la yugular de Dios…
Así, en la experiencia
del migrante, la esperanza y el consuelo, por medio del abandono, se convierten
en violencia. Este podrá ser, quizá, el argumento más severo del Libro centroamericano de los muertos, considerando
el valor que la religión tiene para la población centroamericana.
Dios, como tal, aquí también
ha muerto. Y esta vez no fue Darwin ni Nietzsche, fue la experiencia personal. Dice
Fromm que “El hombre ha sentido siempre la necesidad, incluso en los tiempos más
primitivos, de hacerse una imagen del mundo y de su origen” (2018). Luego se debe
considerar la ética cristiana que se ha instaurado en Centroamérica y también la
ética del éxito del capitalismo que impera en el mundo entero. Vemos aquí la tensión
que afila las circunstancias. Según Fromm, “en nuestro siglo se está desarrollando
[…] la ‘religión de la técnica’” (2018). Con ella se refiere a la imagen de “una
ilimitada y no obstaculizada satisfacción de las necesidades” (2018). Claro, está
no es directamente la búsqueda del migrante, pero sí es parte de su entorno y sus
acciones son una respuesta a las circunstancias de las sociedades que le envuelven:
un mundo obsesionado con la noción capitalista del éxito que justifica la autoinmolación
si resulta del intento. Se han agotado las respuestas que el cristianismo puede
ofrecer y los frutos del capital simplemente no llegan a todas las capas sociales.
La gran unidad de la fragmentación
Son apenas tres factores comunes los que
sostienen esta gran unidad: la tierra de origen, la migración y la fragmentación.
Como tierra de origen y como migración no es difícil construir una unidad, pero
en cuanto a la fragmentación se enfrenta una contradicción. Resulta extraño pensar
que la división de sus cualidades llegue a ser un elemento constitutivo de unidad.
Sin embargo, como muestra Balam, estos cortes han sido parte del pueblo centroamericano
a lo largo de su historia, extendiéndose hasta su presente y proyectándose a su
futuro. Se puede sumar la incidencia de este tipo de expresiones en otros textos
que exploran el tema, aunque hace falta hacer la investigación correspondiente.
Tal fragmentación queda
manifiesta en la transtextualidad de la obra: textos nuevos sobrepuestos, interviniendo
textos antiguos. También se expresa en la diversidad de sus formas y recursos: versos
libres que combinan una estructura poética con un ritmo narrativo y asuntos testimoniales.
Asimismo, se encuentran variados recursos como citas periodísticas, discursos informales,
confesiones, memorias, crónicas, entre otras.
El fenómeno también se
hace evidente en la historia individual de cada personaje, de cada muerto. Hijos
de la violencia, hijos de circunstancias fallidas, hijos de fundamentos frágiles
y desmembrados. Finalmente, la fragmentación se descubre también en el nivel espiritual,
ese último recoveco de la esperanza humana.
Solamente hace falta agregar
la cuestión del destino, el lugar donde se reúnen todos estos fragmentos el “cementerio
más grande de Centroamérica, fosa común donde se pudre el cadáver del mundo”.
NOTAS
1. Salazar
Torres, F. (18 agosto 2018). La transtextualidad del Libro centroamericano de los
muertos o el fenómeno de la poesía híbrida en la época contemporánea. Letralia, Tierra de Letras.
Referencias
Andrade,
M. (2014). Re-escrituras, palimpsestos e intertextualidad:
un acercamiento conceptual a los estudios comparados. FERMENTUM, No. 71, volúmen 24.
Balam,
R. (2018). Libro centroamericano de los muertos.
Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
Eagleton,
T. (1998). Una introducción a la teoría literaria.
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina, S.A.
Fromm,
E. (2018) El amor a la vida. Ciudad de
México: Ediciones Culturales Paidos, S.A.
Guzmán
Böckler, C. (2019) Colonialismo y revolución.
Ciudad de Guatmala: Catafixia Editorial.
Guzmán
Böckler, C., Herbert, J. L., Quan, J. (1971) Las clases sociales y la lucha de clases
en Guatemala. Revista Alero, Suplemento
3.3, Guatemala adentro.
Honneth,
A. (1997). La lucha por el reconocimiento.
Barcelona: Grijalbo Mondadori, S.A.
Salazar
Torres, F. (18 agosto 2018). La transtextualidad del Libro centroamericano de los
muertos o el fenómeno de la poesía híbrida en la época contemporánea. Letralia, Tierra de Letras. Recuperado de https://letralia.com/lecturas/2018/08/18/libro-centroamericano-de-los-muertos-balam-rodrigo/
IGNACIO JEREZ ORDOÑEZ (Guatemala, 1985). Licenciado en Letras y Filosofía por la Universidad Rafael Landívar. Estudiante de la Maestría en Filosofía en la misma universidad. Su interés académico se inclina a la exploración de formas alternas organizar y experimentar la existencia.
Nossa artista convidada nesta edição da Agulha Revista de Cultura é a fotógrafa francesa Agnès Geoffray. Uma valiosa leitura crítica de Eva Wittocx situa sua obra como um ideal equilíbrio entre realidade e ficção, entre situações cotidianas e impensáveis. Suas fotografias, instalações e vídeos combinam o desconhecido com o aterrorizante, como nos contos de fadas populares. Um fascínio pelos vestígios visíveis e invisíveis de desordem, ou mesmo desastre, em situações e eventos cotidianos está subjacente aos textos, fotografias, vídeos e apresentações de slides em STUK. Em fotografias quase inteiramente brancas, composições horríveis inspiradas em imagens da mídia, ou composições com as quais estamos familiarizados da iconografia tradicional, escapam aos olhos do público. Outra importante voz crítica, a da curadora belga Katerina Gregos, destaca que todas as fotografias de Geoffray podem ser vistas como lugares latentes de devir e equivalentes espaciais que representam nossos medos infantis ou nossos piores pesadelos adultos. Mas, além de seu impacto visual sinistro e imersivo, as fotografias de Geoffray acabam abrindo um espaço para a imaginação e para a ficção e, nesse espaço, as possibilidades de interpretação são ilimitadas. Agradecemos à fotógrafa sua imediata aceitação de participar da presente edição.
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Número 216 | setembro de 2022
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