quarta-feira, 7 de setembro de 2022

IGNACIO JEREZ | Centroamérica, la gran unidad de la fragmentación: Breve análisis semántico en torno a Libro centroamericano de los muertos



El Libro centroamericano de los muertos se conforma de una colección de versos, narraciones e intervenciones que relatan y retratan las experiencias de los migrantes centroamericanos. En todos ellos, incluso en su estructura general, se detectan numerosas imágenes de fragmentación; unas metafóricas y emotivas, otras literales, crudas y grotescas.

Este tipo de incidencias no son extrañas a la literatura. En múltiples casos aparece de forma voluntaria o como una estrategia narrativa. Por ejemplo, en cuentos y novelas es común encontrarla como recurso formal, pues en su forma metafórica o figurativa suele emplearse como una herramienta para crear suspenso –se muestra como una ruptura interpersonal o como discordias políticas, entre otras–. Por otro lado, en su sentido literal, como desmembramiento corporal, se utiliza para despertar fuertes emociones en el lector –considérese la novela negra o los relatos de batallas históricas–. Sin embargo, en el Libro centroamericano de los muertos (Balam, 2018) además de alcanzar otros ámbitos como la estilística y la historicidad, las imágenes de fragmentación adquieren un sentido más profundo, pues al retratar la esencia de todo un pueblo plantean un diagnóstico de las patologías sociales.

Siguiendo esta línea, a través de las palabras que utiliza el autor para referirse a la situación del migrante se hace evidente una fragmentación sistemática y ampliamente difundida que a la vez se convierte en el factor común de una sociedad; es decir, a pesar de las numerosas expresiones de fragmentación y desmembramiento, se descubre a Centroamérica como una gran unidad que contiene todas esas posibilidades de fragmentación.

Tal asunto se presenta como un probable proyecto del autor en esta obra. Para mostrarlo, a continuación se recopilan diversos ejemplos y descripciones de las imágenes referidas. Posteriormente se exploran sus horizontes de sentido y se sugieren posibles interpretaciones.

Para guiar el análisis se detectaron distintos ejes que agrupan las expresiones de fragmentación/desmembramiento, entre ellos se analizarán los siguientes: literario (formal), social (interpersonal) y religioso (espiritual). Alrededor de estos se encuentran figuras de violencia y esperanza, como su entorno natural, la última como motivador universal y el anterior como catalizador. De esta manera se abordará un análisis semántico, explorando la significación de las expresiones referidas a objetos afilados, cortes, fragmentaciones, mutilaciones y demás.

 

El protagonismo del filo

El elemento principal que atraviesa todo el Libro centroamericano de los muertos (Balam, 2018) es el filo, el corte. Este se encuentra en cada una de las piezas que componen la obra, en ocasiones materializado como un machete, cuchillo o cualquier objeto afilado –tanto metafórica como literalmente–: “El filoso machete del silencio…”, “Asaltan y dan machetazos a migrante”; o también como un rastro, la consecuencia de su paso, ya sea explícito u oculto –tanto de manera metafórica como literal–: “… como pájaros despedazados por mandíbulas de óxido…”, “… antes aún de las mutilaciones, antes de que lo llevaran al forense hecho pedazos…”. Y en escasas ocasiones, el sentido es radicalmente invertido para darle una connotación positiva: “… el filo de su sonrisa partía la dureza o los modos fieros de cualquiera”.

En sentido general, el filo se presenta como violencia pura, y no es de extrañarse pues los muertos que protagonizan los relatos son resultado de ella. Un claro ejemplo se encuentra en el poema “Sermón del migrante (bajo una ceiba)”, una de las piezas introductorias de la obra. Aquí el autor presenta el panorama completo. Menciona quiénes son los migrantes, “… a los desterrados, a los expatriados, a los sin tierra, a los pobres…”, indica de qué se alejan, es decir, su origen, “… que deje a su familia y abandone las maras, la violencia, el hambre, la miseria, que olvide a los infames caciques y oligarcas de Centroamérica…”, señala a quiénes se enfrentan en la migración, “… por la lanza circular de los coyotes, por la culata de los policías, por la bayoneta de los militares, por la lengua en extorsión de los narcos…” y, finalmente, expresa lo que enfrentan, “antes de que lo llevaran al forense hecho pedazos para ser enterrado en una fosa común como a cualquier otro centroamericano, como a los cientos de migrantes que cada año mueren asesinados en México”.


El “Sermón del migrante (bajo una ceiba)” enumera todos los elementos que se desarrollarán en el resto del libro. Se establece que, en las imágenes de violencia, dominará el filo materializado en machetes, cuchillos, navajas, dardos, espinas; expresado en mutilaciones, pedazos, decapitaciones, tajos, desmembraciones, descuartizaciones, entre otras. En fin, el filo expresa la esencia de la experiencia del migrante centroamericano. La fragmentación, en todos los ámbitos, se descubre como lo normal. Todas estas palabras se convierten en el sustento del análisis, pues partiendo de lo que señala Terry Eagleton en Una introducción a la teoría literaria, el significado no es algo que sencillamente se expresa o refleja en el lenguaje, el significado se produce por el lenguaje (1998). De esta manera es que las palabras que Balam utiliza para describir el escenario y experiencias de los migrantes, más que metáforas o imágenes, constituyen la realidad del migrante; son el medio que permite imaginar toda una forma de vida social (Eagleton, 1998). Resulta curioso que este tipo de imágenes aparecen en otros textos relacionados con los pueblos autóctonos de Centroamérica. Un ejemplo importante, que dialoga con las ideas de Balam, se encuentra en Colonialismo y revolución de Guzmán Böckler (2019). En él habla de “una lesión mucho más profunda” (Guzmán Böckler, 2019) dentro del significado del término colonizado y también señala hacia “desprendimientos constantes [que] provocan migraciones sin rumbo ni meta determinados” (Guzmán Böckler, C., Herbert, J.L. y Quan, J. como se citó en Guzmán Böckler, 2019). Desde una perspectiva sociológica, Guzmán Böckler también percibe la desmembración y mutilación que han padecido los pueblos originarios, llevándolos al campo metafísico –en tanto a la concepción del tiempo– y en lo político-social –referido a la estratificación socioeconómica–.

 

La huella del filo en lo literario

El aspecto formal en una obra literaria, principalmente cuando presenta tal diversidad como la que ocupa este trabajo, se convierte en parte de su discurso. Como tal, se hace susceptible a interpretación. En este sentido pareciera rebasar lo estrictamente semántico, pues se hace referencia a cuestiones formales más allá del significado de las palabras. Sin embargo, con los ejercicios de intervención que emplea Balam, pone en evidencia la profundidad de las palabras para cambiar el sentido de un texto a través de la historia.

El Libro centroamericano de los muertos se presenta como un libro de poesía, y aquí se detecta una fragmentación más o menos superficial, pues el texto es más bien una amalgama de distintos estilos, que si bien incluye poesía, también integra relato, testimonio, palimpsesto en textos de distintas épocas e intervenciones a otros medios (como transcripciones de prensa). Bien se ha dicho en algunos círculos que esta es una obra híbrida, [1] pero la intención de este ensayo no es determinar a qué género literario corresponde el texto, lo que interesa es detectar estos cortes para comprender su sentido dentro de la obra y dentro de su época.

A lo largo de la obra el autor se vale de diferentes recursos creativos. Uno de ellos es el palimpsesto. Por ello se comprende lo define Andrade como “escribir un texto a partir de uno ya elaborado” (2014), siguiendo a la intertextualidad de Kristeva y la transtextualidad de Genette. Trabajando sobre las palabras de Fray Bartolomé de las Casas, Balam interviene con escasas modificaciones. De esta forma se presenta un claro ejemplo de fragmentación en la historicidad: insertar palabras nuevas en antiguos textos para actualizar o modificar su sentido. Esto también da una sensación de eterno retorno, o tal vez de la pasividad del tiempo o lo trágico de la condición del centroamericano, sometido a la violencia de fuerzas extranjeras desde la época de la colonia. Desde entonces, claro, impulsados por la ilusión de la esperanza. De nuevo, con este ejercicio se detecta una relación importante con el texto de Guzmán Böckler, en este caso referido a la manipulación de la historia, cuando habla de la noción colonial que dicta que “[…] el vencedor español abre, con la conquista, la era historiable de la sociedad guatemalteca, lo cual significa que todo lo acontecido con anterioridad en América carece de significación” (2019); luego es de común conocimiento la manipulación que el poder tiene sobre el registro de los acontecimientos. Tomando esto en cuenta, los insertos de Balam, en palimpsesto sobre la obra de De Las Casas, conversan con la historia.

Adicionalmente, si atendemos a la ejecución concreta, se detectan las interrupciones típicas de textos antiguos que evidencian lagunas en su contenido. Estos cortes se presentan en todos extractos de De las Casas: “… estragos de gentes inocentes […] que en este país se han perpetrado…”, “… reino de Guatimala, porque […] podría expresar…”, “… infelices e insensibles […] con los demás…”, “… año de dos mil e catorce […] asolaron a aquellas”.

Pero en un sentido más ámplio, en los palimpsestos se hace evidente el corte de la intervención; las palabras –o la falta de ellas– materializan el filo, son el cuchillo que sega la historia. Esta inserción o supresión de fragmentos, por tanto, implica una forma de violencia. Será quizá un esfuerzo de resarcimiento o una manera de reclamar la historia. Asimismo, con cada entrada que ensaya un palimpsesto se presenta, innegablemente, una colección de fragmentos.

Así pues, en el aspecto literario, en lo referente al uso del palimpsesto, se identifican dos evidencias de corte: una en su intervención, con la inserción de nuevas frases o palabras, y otra en su ejecución, como evidencia de las lagunas de contenido.

 

La huella del filo en lo social

Si se piensa a la familia como la base de la sociedad, la migración representa un corte en sus cimientos; “… que deje a su familia…” dice el autor en las primeras páginas. Sin embargo, esta no es una incitación, es más bien un trágico destino, por eso dice: “Vine a este lugar porque me dijeron que acá murió mi padre / en su camino a Estados Unidos…”, la vida predeterminada del migrante, el producto inescapable de sus circunstancias, y agrega: “Yo, primogénito de los migrantes muertos, / los recibo con un racimo de filosos machetes…”.

En estos pasajes se percibe el elemento afilado como una parte esencial de la relación familiar. Las flores, que generalmente se entregan en señal de veneración, como gesto romántico o como un consuelo, se convierten en “filosos machetes”. Visto así, la veneración o el consuelo están en la separación, en la fragmentación representada por el filo.

Esta separación se presenta también en el origen. La violencia está presente en todos los frentes, cortando los lazos familiares. “Mi padre fue asesinado por pandilleros / de la Mara Salvatrucha…”. Pero el autor también ofrece ejemplos más severos:

 

… abandonamos desde siempre nuestros cuerpos a la infamia, y apenas niñas, acostumbramos la carne a la música yugular de la violencia paterna, a las heridas maternales, a la explotación hermanal, y aquí, en nuestro éxodo por México, nos secuestra un huracán de suicidas para apaciguar su sed en nosotras, para mercar con nuestro sexo, y sin lástima mutilar nuestros pechos mordidos y así los pechos de sus madres…

 


Estos dos extractos muestran la violencia y fragmentación tanto hacia la familia como desde la familia. El primero, retrato de la violencia local y de cómo esta divide a las familias, complicando una situación que finalmente desemboca en la migración, misma que se convierte en una fragmentación potenciada por la distancia. El segundo, como claramente se percibe, es bastante más crudo. Inicia con las muestras de violencia en el núcleo familiar, “la violenta carne paterna, las heridas maternales y la explotación hermanal”, todas estas referencias al severo fracaso del hogar, al desmembramiento del núcleo desde la violencia originaria. Luego, aunque parezca difícil, logra incrementar la crudeza de la situación cuando habla de la mutilación de los pechos, que son los pechos de las madres. Así se evidencia la escisión fundamental, el corte con el origen, la desintegración radical del núcleo.

No puede evitarse ver un paralelo en la situación colonial. Con gran certeza señala Guzmán Böckler, refiriéndose al proceso de colonización, que “esa violencia inicial no solo marcará para siempre a la sociedad que de ahí nace sino que será la razón de ser de esa misma sociedad”. Por otro lado, atendiendo a aquella misma época, la periodicidad de la explotación agrícola y las prácticas esclavistas obligaban migraciones masivas de los pobladores originales (Guzmán Böckler, 2019, en tal medida que Guzmán Böckler equipara el término colonizado con despojado (2019), pero se refiere a un despojo fundamental y violento, “arrancar violentamente los medios materiales de que se dispone para la vida colectiva y para la supervivencia individual; se trata de una lesión mucho más profunda que atenta directamente contra la personalidad y la dignidad humana del despojado”(2019, p. 48). Se ve, entonces, que al menos en el caso de Guatemala, la población no ha sido ajena a la fragmentación social por más de 400 años.

Hacemos un salto a Honneth. En el primer capítulo de La lucha por el reconocimiento, establece que:

 

Desde la política clásica de Aristóteles hasta el derecho natural cristiano en la Edad Media, el hombre había sido concebido en su estructura fundamental como un ser comunitario, zoon politikon, que para la realización de su naturaleza interna estaba destinado a los marcos sociales de una entidad comunitaria; solo en la comunidad ética de la Polis o de la Civitas, que, a diferencia de la conexión puramente funcional de las actividades económicas, se caracterizaban por la existencia de «virtudes» participadas intersubjetivamente, la determinación social de la naturaleza humana lograba verdadero desarrollo (1997).

 

Debe hacerse la salvedad de que Honneth habla desde Occidente. Sin embargo, señala algo que podría considerarse universal cuando habla de comunidades caracterizadas por “la existencia de ‘virtudes’ participadas intersubjetivamente”. Atendiendo a la historia de Centroamérica, y considerando las crudas circunstancias que presenta Balam, podemos notar que la violencia se participa intersubjetivamente; es decir, estamos ante una sociedad profundamente lesionada que se ha tornado contra sí misma, causando una especie de implosión que ha dejado expuestas sus vísceras. Cada corte permite, al menos metafóricamente, tener un vistazo hacia el interior a la vez que funciona como una forma de expulsar aquello que ha sido reprimido.

¿Pero qué nos dice esto de la sociedad? Probablemente es una muestra de la profundidad de las heridas, haciendo notar el rigor requerido para el debido resarcimiento y curación. O más aún, sitúa a la sociedad más allá de la curación y sugiere una escisión fundamental, una revolución; la necesidad de una apuesta radical.

 

La huella del filo en lo religioso

El proyecto de colonización que dominó a toda Mesoamérica, incluyendo, obviamente, a Centroamérica, se fundamentó en la cristianización. Este proyecto tuvo grandes dificultades; como indica Guzmán Böckler respecto al fracaso de la evangelización cristiana,

 

En primer lugar, porque nunca fue sincera consigo misma, ya que se acercó al indio ofreciendo amor y ejerciendo violencia […]. En segundo término, al nivel de la comprensión abstracta, lo que podría llamarse la lógica del catolicismo corrió siempre paralela y nunca se entrecruzó con la forma de razonar emanada de la religión naturalista americana (2019).

 

De cierta manera, en el contexto del Libro centroamericano de los muertos, esto puede eximir del análisis a los migrantes originarios de pueblos autóctonos. Aún así, para los migrantes ladinos, la situación es muy distinta. Señala Guzmán Böckler que, en la dinámica colonial, el «indio» es cercenado, la continuidad de su historia es quebrada, sin explicación (2019). Pero para el ladino la cuestión es muy distinta, todo su carácter cultural se ha construido bajo el yugo de la colonia. Y, si bien, no logra internalizar la esencia del cristianismo, se aferra a las manifestaciones externas y rituales (Guzmán Böckler, 2019). Así es como vemos que una forma del cristianismo se propagó, convirtiéndose en la principal base religiosa del pueblo centroamericano; sirva como muestra la relación de fray Bartolomé de las Casas. Por esa razón resulta relevante el tratamiento que el autor hace de la religión, y cómo lleva la fragmentación a estas imágenes.

Retomando las primeras líneas del libro, de nuevo en el “Sermón del migrante (bajo una ceiba)”: “Y Dios también estaba en exilio, migrando sin término; / viajaba montado en La Bestia y no había sufrido crucifixión / sino mutilación de piernas, brazos…”. Como primer nivel de interpretación se percibe la comparación de Jesús con el migrante, y se expresa su martirio no en la crucifixión sino en la mutilación. Se presenta entonces, una fe fragmentada como consecuencia de la experiencia del migrante, pero aún sugiere una relación estrecha entre Dios, o Jesús, y la figura del migrante. Esto no se expresa de la misma forma en el desarrollo del libro. Más bien, se produce un corte severo, se denuncia el abandono; el recurso se expresa como distanciamiento, como indiferencia de parte de Dios con respecto a la suerte del migrante. A continuación algunos ejemplos:

 

… tristes figuras humanas,

barro entre los insomnes dedos de Dios.

 

No se inmutan los astros. Ríe Dios, nos sueña.

 

… en medio de la nada como un castillo de ego,

fortaleza de naipes ajados por las manos de Dios,

por su voz de relámpago sin eco.

 

según La Palabra, entre las aguas

de los ríos Tigris y Éufrates estaba el Jardín de Dios,

esa hermosa lasca del corazón divino …

Y entre las lenguas de fuego del río Bravo y el río Suchiate,

este enorme jardín de la muerte para los niños difuntos de Centroa-

mérica, fértil camposanto llamado México:

lejos de Dios y cerca, muy cerca, de polleros,

policías, migras, narcos, coyotes, proxenetas,

pederastas, traficantes, asaltantes…

 

… y los cuerpos que yacen a los pies de Dios.

 

Sobre los cadáveres

las señales del fin del mundo,

los signos del abandono de Dios…

 

… Muy alto e muy poderoso señor Lector, y tú también, mi Dios, esperando que me escuches…

 

… Vd. Lector tenga por bien de con eficacia suplicar e persuadir a otros, a ¿Dios, quizá? que deniegue a quien las pidiera tan nocivas y detestables empresas…

 


Al leer estos pasajes, es inevitable escuchar el llamado: “Padre, por qué me has abandonado” que se atribuye a Jesús crucificado, esta vez en la voz del migrante. Se percibe en estas palabras un claro tono de denuncia, el fracaso de la fe que representa una fragmentación del espíritu.

El migrante es presentado como suciedad en los pies de Dios, como una fantasía risible, como un simple elemento en un juego de azar. Su condición se compara a la riqueza prometida con ácido sarcasmo. La promesa de bienaventuranza y abundancia que se proyecta a la muerte y a las múltiples personificaciones del mal y de la destrucción. Finalmente, a una súplica escéptica, a la ilusión de una esperanza perdida.

Pero este asunto toma también un giro más oscuro. Dios, como tal, no solo es reprendido por su abandono, sino también es acusado como justificador y causa de la violencia que padece el migrante; esto siempre asociado al corte, al desmembramiento:

 

… su virgen de las amputaciones…

 

¿Qué tren –quizá el de Dios– nos desfigura…

 

… mordidos por la brama, su sed de destruirlo todo con el filo de un machete

que siega los miembros de los ángeles, las manos y la yugular de Dios…

 

Así, en la experiencia del migrante, la esperanza y el consuelo, por medio del abandono, se convierten en violencia. Este podrá ser, quizá, el argumento más severo del Libro centroamericano de los muertos, considerando el valor que la religión tiene para la población centroamericana.

Dios, como tal, aquí también ha muerto. Y esta vez no fue Darwin ni Nietzsche, fue la experiencia personal. Dice Fromm que “El hombre ha sentido siempre la necesidad, incluso en los tiempos más primitivos, de hacerse una imagen del mundo y de su origen” (2018). Luego se debe considerar la ética cristiana que se ha instaurado en Centroamérica y también la ética del éxito del capitalismo que impera en el mundo entero. Vemos aquí la tensión que afila las circunstancias. Según Fromm, “en nuestro siglo se está desarrollando […] la ‘religión de la técnica’” (2018). Con ella se refiere a la imagen de “una ilimitada y no obstaculizada satisfacción de las necesidades” (2018). Claro, está no es directamente la búsqueda del migrante, pero sí es parte de su entorno y sus acciones son una respuesta a las circunstancias de las sociedades que le envuelven: un mundo obsesionado con la noción capitalista del éxito que justifica la autoinmolación si resulta del intento. Se han agotado las respuestas que el cristianismo puede ofrecer y los frutos del capital simplemente no llegan a todas las capas sociales.

 

La gran unidad de la fragmentación

Son apenas tres factores comunes los que sostienen esta gran unidad: la tierra de origen, la migración y la fragmentación. Como tierra de origen y como migración no es difícil construir una unidad, pero en cuanto a la fragmentación se enfrenta una contradicción. Resulta extraño pensar que la división de sus cualidades llegue a ser un elemento constitutivo de unidad. Sin embargo, como muestra Balam, estos cortes han sido parte del pueblo centroamericano a lo largo de su historia, extendiéndose hasta su presente y proyectándose a su futuro. Se puede sumar la incidencia de este tipo de expresiones en otros textos que exploran el tema, aunque hace falta hacer la investigación correspondiente.

Tal fragmentación queda manifiesta en la transtextualidad de la obra: textos nuevos sobrepuestos, interviniendo textos antiguos. También se expresa en la diversidad de sus formas y recursos: versos libres que combinan una estructura poética con un ritmo narrativo y asuntos testimoniales. Asimismo, se encuentran variados recursos como citas periodísticas, discursos informales, confesiones, memorias, crónicas, entre otras.

El fenómeno también se hace evidente en la historia individual de cada personaje, de cada muerto. Hijos de la violencia, hijos de circunstancias fallidas, hijos de fundamentos frágiles y desmembrados. Finalmente, la fragmentación se descubre también en el nivel espiritual, ese último recoveco de la esperanza humana.

Solamente hace falta agregar la cuestión del destino, el lugar donde se reúnen todos estos fragmentos el “cementerio más grande de Centroamérica, fosa común donde se pudre el cadáver del mundo”.

 

NOTAS

1. Salazar Torres, F. (18 agosto 2018). La transtextualidad del Libro centroamericano de los muertos o el fenómeno de la poesía híbrida en la época contemporánea. Letralia, Tierra de Letras.

 

Referencias

Andrade, M. (2014). Re-escrituras, palimpsestos e intertextualidad: un acercamiento conceptual a los estudios comparados. FERMENTUM, No. 71, volúmen 24.

Balam, R. (2018). Libro centroamericano de los muertos. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.

Eagleton, T. (1998). Una introducción a la teoría literaria. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina, S.A.

Fromm, E. (2018) El amor a la vida. Ciudad de México: Ediciones Culturales Paidos, S.A.

Guzmán Böckler, C. (2019) Colonialismo y revolución. Ciudad de Guatmala: Catafixia Editorial.

Guzmán Böckler, C., Herbert, J. L., Quan, J. (1971) Las clases sociales y la lucha de clases en Guatemala. Revista Alero, Suplemento 3.3, Guatemala adentro.

Honneth, A. (1997). La lucha por el reconocimiento. Barcelona: Grijalbo Mondadori, S.A.

Salazar Torres, F. (18 agosto 2018). La transtextualidad del Libro centroamericano de los muertos o el fenómeno de la poesía híbrida en la época contemporánea. Letralia, Tierra de Letras. Recuperado de https://letralia.com/lecturas/2018/08/18/libro-centroamericano-de-los-muertos-balam-rodrigo/

 

 


IGNACIO JEREZ ORDOÑEZ (Guatemala, 1985). Licenciado en Letras y Filosofía por la Universidad Rafael Landívar. Estudiante de la Maestría en Filosofía en la misma universidad. Su interés académico se inclina a la exploración de formas alternas organizar y experimentar la existencia.

 

 


Nossa artista convidada nesta edição da Agulha Revista de Cultura é a fotógrafa francesa Agnès Geoffray. Uma valiosa leitura crítica de Eva Wittocx situa sua obra como um ideal equilíbrio entre realidade e ficção, entre situações cotidianas e impensáveis. Suas fotografias, instalações e vídeos combinam o desconhecido com o aterrorizante, como nos contos de fadas populares. Um fascínio pelos vestígios visíveis e invisíveis de desordem, ou mesmo desastre, em situações e eventos cotidianos está subjacente aos textos, fotografias, vídeos e apresentações de slides em STUK. Em fotografias quase inteiramente brancas, composições horríveis inspiradas em imagens da mídia, ou composições com as quais estamos familiarizados da iconografia tradicional, escapam aos olhos do público. Outra importante voz crítica, a da curadora belga Katerina Gregos, destaca que todas as fotografias de Geoffray podem ser vistas como lugares latentes de devir e equivalentes espaciais que representam nossos medos infantis ou nossos piores pesadelos adultos. Mas, além de seu impacto visual sinistro e imersivo, as fotografias de Geoffray acabam abrindo um espaço para a imaginação e para a ficção e, nesse espaço, as possibilidades de interpretação são ilimitadas. Agradecemos à fotógrafa sua imediata aceitação de participar da presente edição.




Agulha Revista de Cultura

Número 216 | setembro de 2022

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